64. La perspectiva es importante
64. La perspectiva es importante.
IVANNA
Sin apartar los ojos de mí, como si apenas intentara reconocerme, Pipo enciende una segunda veladora que acomoda frente a la fotografía del Maserati que desde ayer por la noche colocó sobre una repisa de mi sala de estar. Mientras, yo sigo tecleando en mi laptop.
Tomé la sala como mi centro de operaciones, y, con una pizza a mi derecha y un cigarrillo a mi izquierda, las últimas 24hrs. he hecho una investigación exhaustiva.
—¿No te has bañado en todo el día? —me pregunta Pipo.
—No, pero eso no es lo importante —trato de explicar y señalo la laptop—; encontré...
—Tienes la misma ropa.
Estrecho mis ojos en su dirección con enfado. No me deja terminar.
—¿Qué has dicho en Doble R cuando llaman? —agrega.
—Que estoy de duelo.
«¡Es obvio!»
Pipo asiente comprensivo y se prepara para cambiar la tercera vela.
—Luca me escribió —informa de todas formas—. Obligó a Grisel a darle mi teléfono. Quiere saber si estás bien, si puede ayudar en algo, a él no le contestas.
—¿Ayudar en algo? No a menos que acceda a esconder racumin en la comida de su ex.
—Lo dudo.
—Entonces deja de contestarle —devuelvo mi atención a la laptop y continúo tecleando.
—Ivanna...
Una vez cambiada la tercera vela, Pipo toma asiento en el sofá frente a mí.
—No quiero oír.
—Lo sé, pero es necesario. Si el plan de Rodwell era desestabilizarte, ya lo consiguió. Vienes dando de topes desde el miércoles.
—Debí alejar a Luca de mí cuando tuve oportunidad —Pipo guarda silencio—. Ahora lo usarán para hacerme daño —Mi mirada se ensombrece con lágrimas.
—Ya lo están usando para hacerte daño —dice Pipo con voz muy bajita, como si temiera mi reacción, pero solo aparto mi cara e intento seguir tecleando—. Nuestro plan salió bastante mal.
—Y es mi culpa. Me lo quisiste hacer ver el miércoles. Todo se me volteó. Ya no soy la mujer que era... ya no domino por completo la situación, ya no sé qué hacer. ¡Ya ni siquiera tengo conmigo mi maldito Maserati...! Me volvieron a destruir —Las palabras salen con dificultad de mi boca—. Soy una tonta.
—Si fueras tonta esto no sería todos contra ti —señala Pipo—. Solo tienes que volver a enfocarte.
Pipo se pone de pie, coge aire y, sobreactuando diferentes timbres de voz, finge ser muchas personas a la vez.
—«Buenos días, señora vicepresidenta, ¿le traigo un café?», «Llévenle estos a papeles a Ivanna Rojo, la vicepresidenta de Doble R», «No ocupen ese lugar de honor en el estacionamiento, es de Ivanna Rojo, la vicepresidenta de Doble R» —Me mira antes de volver a repetir la palabra—: Vicepresidenta.
—Vicepresidenta —repito.
—Sí —Pipo alza la barbilla—. Vamos a salir de esto otra vez y lo harás triunfante. ¿O ya no te interesa ganar?
—Por supuesto que sí. Pero no sé qué hacer respecto a Luca.
—Tienes que decidirte.
—Me haría un favor rompiéndome el corazón —escondo mi cara entre mis manos—. Que me haga odiarlo tanto o más que a Lobo.
—Y ya no ser tu punto débil.
Sin contestar, vuelvo a mi posición inicial y sigo tecleando.
—Ivanna...
—No lo digas, por favor.
—Sería más fácil darle oportunidad.
—No... No quiero estar en manos de alguien relacionado a Doble R. Y menos él que es muy...
Puedo poner mil veces como excusa su edad.
—¡Ivanna!
—¡Necesito pensar! —digo, desesperada—. ¡No es fácil, Pipo... Además...!
—Está el asunto de...
—No digas «Marinaro».
—No voy a criticar lo que planean hacer. Es buena idea. Pero no puedes estar lejos de Luca. No quieres. Te hizo pedirle quedarse, Ivanna.
—Pero tú lo dijiste: necesito volver a enfocarme. Volver a ser yo. Me afectó la discusión con Luca, lo de Isabella, el Maserati y suma a todo eso la competencia... He estado bajo mucha presión. Necesito tiempo. Porque si puedo estar lejos de Luca, Pipo. Sí puedo.
Mi amigo no parece convencido.
—El Resort. Eso me ayudará —continúo.
—No llevarás a Luca.
—No. Le dije a Marinaro que no lo haré y hoy a ti también. El viaje al Resort es mi oportunidad para respirar... Yo puedo, Pipo. No lo llevaré conmigo y la próxima vez que me diga que va a marcharse no cederé. Puedo estar sin él. Por Dios. Soy Ivanna Rojo. La jefa.
Pipo desplaza su atención hacia la caja de pizza vacía a mi lado.
—Volveré al orden —prometo avergonzada—. Ni Luca ni nada volverá a afectarme.
El teléfono fijo suena distrayéndonos. No he dado ese número a ninguno, de manera que la llamada solo puede venir de la recepción; y no espero a nadie, pero decido contestar.
—Clarissa, Alex y Roy esperan abajo —digo a Pipo una vez atiendo el mensaje del bedel—. Quieren hablar conmigo.
—¿Los recibirás?
—No tengo un motivo para no hacerlo —tomo en cuenta—. Luca no viene con ellos. Autorizaré que suban. Tú recoge esto mientras yo me voy a bañar —decido, avanzando hacia mi habitación.
Pipo tiene razón en que no me he aseado en todo el día.
Al regresar a la sala de estar miro a Alex, Roy y Clarissa sentados uno junto al otro en el sofá con un vaso de jugo en la mano. Los tres me esperan luciendo cansados y preocupados.
—¿Te traigo jugo a ti? —me pregunta Pipo y niego con la cabeza.
—Vinimos porque supimos lo del Maserati —dice Clarissa con un suspiro y me dejo caer en el sofá frente a ellos—. Fue Pru —agrega sin titubeos y me yergo en mi asiento.
—¿Ustedes no lo dudan? —pregunto, mirando de uno a otro y los gestos en sus caras me demuestran que no. Quiero abrazarlos y besarlos.
A diferencia de Luca, ellos sí me creen.
—¿Qué más le hiciste además de lo obvio? —me pregunta Alex.
Cruzo mis piernas.
—Ay, que son un par de fotos, vídeos... para interrumpirle una comida con Luca, y puede que haya intentado enojarla... Ah, y también la hice cantar frente a mi mucha gente para avergonzarla. Solo eso.
Alex contiene el aliento.
—Se seguirá metiendo con Ivanna, ¿cierto? —le pregunta Pipo.
—Pues a nosotros no nos deja en paz por solo haberle escondido que Luca sale contigo —contesta él, viéndome.
—¿Qué les hizo? —pregunto y Roy comienza a llorar como bebé, en tanto Alex lo consuela.
—Roy trabaja en un Mini super y hoy, al llegar, sobre la caja registradora encontró un conejo de peluche. Eso es un aviso.
—Pru es dual —explica Clarissa—. Los osos son algo positivo y los conejos algo negativo. Si te regala un oso, es que estás bien con ella... si son conejos...
Maldita loca.
—¿Las cámaras de seguridad no grabaron nada? —pregunto.
—¿Grabaron la destrucción del Maserati? —me hace ver y le indico que mejor siga hablando.
—Alex trabaja vendiendo Funkos en internet —explica enseguida—. Ayer que quiso entrar a su página la encontró derribada.
—Y la primera vez que traté de ingresar apareció durante unos segundos un conejo. Pero ahora no hay nada —dice Alex.
—Díganle a Luca que fue ella —recomiendo.
—¿Te creyó a ti que ella rayó el Maserati? —vuelve a cuestionar Clarissa y me pongo de pie, pensando.
—Tiene que haber una forma de dejarla al descubierto.
—No a menos que anticipemos su siguiente paso.
—Devolvámosla a África.
—No se rendirá hasta que recupere a Luca.
—No —amenazo sin atreverme a ver a Pipo—. Solo hay que abrirle los ojos a Luca —Agito mi mano con enojo—. No puedo creer que no les haga caso.
—Pues tampoco nos hace caso respecto a ti —suelta Clarissa y, deteniendo mi paso, mi atención se queda con ella.
—¿Quieres más jugo? —le pregunto a Clarissa al estar a solas con ella en la cocina.
—Estoy bien.
Pipo, Alex y Roy se quedaron en la sala hablando de una posible presentación para Alex en el bar Div-O. Desde aquí solo escucho su debate referente a qué es gay y qué pansexual.
A mi me interesa hablar con Clarissa.
—No te caigo bien —empiezo, las dos sentadas una frente a la otra en el desayunador.
—No. Tratas mal a mi hermano.
—Sí.
—Y él te quiere.
—Eso parece.
—Y no lo mereces.
—Lo sé.
Parece conforme de que lo tenga claro.
—Pero él no quiere rendirse —continúa—. Tiene esperanzas en todo lo que concierne a ti.
—Ya se le pasará. Ponlo a ver películas de Disney para que le interese una chica así. Excepto Maléfica. Ella se redime. Daría el mensaje contrario.
—¿Tú no te redimirás?
—No. Yo soy hija de puta por vocación.
Alcanzo un cigarrillo y Clarissa lo ve molesta en tanto trato de encenderlo.
—Fumador pasivo —musita, ceñuda, y no teniendo opción vuelvo a dejar cigarrillo y encendedor donde estaban—. No sé qué ve Luca en ti —agrega y de nuevo no me queda más que sonreír—. Es decir, lo sé; pero, me cuesta aceptar que tengo un hermano superficial.
—Ouch.
—¿Qué tienes además de una cara bonita, tetas grandes, trasero redondo y piernas largas?
«Qué directa».
—Inteligencia.
—Pero tiene que haber más.
Alzo mis cejas.
—Lo he sorprendido bastante.
Le daría detalles pero es una niña... y hablamos de su hermano.
—¿Y él te ha sorprendido a ti?
—Es un buen chico... Y no te preocupes, con el tiempo encontrará a una chica más adecuada para él.
«No sé por qué dije eso»
—¿Tú no quieres ser esa chica?
«No lo sé».
—No.
«Maldita sea, en verdad necesito el cigarrillo o un trago».
—¿Entonces qué harás; romperle el corazón?
—Justo eso comentaba con Pipo. ¿Tú qué me aconsejas?
Clarissa asiente pensativa.
—«El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y tampoco adicción» —cita con seriedad.
—¿Y eso?
—Lo leí en un libro de Walter Riso.
—¿Tú lees libros de Walter Riso?
Ante mi sorpresa Clarissa se endereza en su asiento.
—Luca me cuestionó lo mismo pero le advertí que mamá es la que los compra. Yo solo los agarro cuando me aburro. Sino veo Keeping Up With The Kardashians. Ahí también hay muy buenos consejos.
—Ya veo.
—Entonces dime, ¿marcarás tu distancia con Luca?
«¿A ella también tengo que prometérselo?».
—Sí. De hecho, mañana me voy de viaje sin él.
—¿En serio?
—Sí.
Miro la hora en mi teléfono.
—Lo veré más tarde en un evento de Chevalier, y, a partir de mañana, para nada durante varios días, y... confío en que eso será suficiente para ya sabes...
Muevo mis manos buscando la forma de explicarlo.
—¿Dejar de quererse? Porque en lo que respecta a Luca, lo dudo. A mi mamá le dijo que no se va a rendir.
—Sí, ayer, durante una platica que tuvimos lo demostró —confirmo, sintiendo un cosquillo en mi espina dorsal—. Aunque luego pasó lo de Prudensa —vuelvo a mi mal humor.
—Pru no le importa —asegura Clarissa—. Y, aquí entre nos, conseguiste sembrar la duda en él.
—¿La duda? —pregunto.
—Supimos lo del Maserati porque él me lo contó. Anoche entró a mi habitación a decir «Rayaron el Maserati de Ivanna». Y yo, sospechando quién fue, no le quise contestar nada. Y él por sí solo agregó «Ella piensa que fue Pru» y continué callada; al final, nervioso, nada más añadió «¿Tú qué opinas?» y mi respuesta fue «Ya sabes lo que yo opino». Solo eso. Miro durante unos segundos el piso y se marchó.
—Al menos —suspiro.
—Pru nunca le ha dado motivos para dudar de ella. Sin embargo, tengo la hipótesis de que, a pesar de todo, si lo ponen a elegir entre ella y tú...
—Me elegiría a mi —termino y Clarissa asiente.
Ella está segura.
—Pero tú no quieres una relación formal con él, así que...
Sacudo mi cabeza con un gesto negativo.
—Sí. Es que él no está preparado para una relación formal.
—¿Él?
—Sí. Él —Limpio mi nariz con mi mano al mismo tiempo que, de nuevo, retengo las ganas de hacer drama—. Es que son muchas cosas —trato de explicar—. Utilizan a tu hermano para hacerme daño... y no es fácil.
—Y necesitas tiempo para pensar.
—Sí. Lo mismo le dije a Pipo.
—Y distancia.
—Mucha —Me alegra que ella lo entienda.
—Sin duda el viaje sin él te ayudará.
—Lo sé. Ese es el plan.
Clarissa coloca su mano sobre la mía a manera de mostrarme su apoyo y me siento obligada a corresponder el gesto.
—Pero, pase lo que pase, voy a deshacerme de Prudensa —prometo—. Con lo del Maserati esto se volvió personal. Te ayudaré a ti, a Alex y a Roy con eso. Al mismo Luca.
—¿Cómo? —Ella lo duda—. Ninguna otra chica que haya querido salir con Luca ha podido —asegura—. Pru las acosó a todas hasta el cansancio.
Tomando en cuenta la investigación que dejé en pausa en mi laptop y la persistencia que me caracteriza, saco mi mano debajo de la de Clarissa y la coloco encima de la suya para apretarla con solidaridad.
—Clarissa, yo no soy cualquier otra chica —le aseguro con una ceja arqueada—. Ahora —echo hacia atrás mi hombros con una sonrisa—, ayúdame a convencer a Pipo de que le sentará bien a su cutis pasar unos días en África.
Clarissa una vez más asiente feliz.
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¿Irá o no Luca al Resort? En el siguiente capítulo lo sabremos.
Por cierto, tal como dije en el grupo de facebook, lo del Resort es lo último. Estamos de frente al final. El asistente IT'S OVER.
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