34. Monstruos

Dedicado a zapataluisa por dejar este gráfico mamalón en el grupo de facebook xD 

¡SEGUIMOS!

-------

34. Monstruos 

IVANNA

—Quiero que lo pienses muy bien antes de responder: ¿Alguna vez viste dibujar a mi padre?

Pipo guarda silencio.

¿Quién si no él para contestarme?

—Tienes buena memoria y todos los días entrabas y salías de la casa. Tuviste que verlo.

Y puede acabar con mi desesperación por saber ya.

—No —contesta por fin—. Francamente no. No lo recuerdo dibujando.

Llevo una mano a mi cara.

—Pero sí escribiendo. Puede que... No sé.

—Esto es una mierda, Pipo.

Anoche, después de preguntarme Luca por los dibujos de su padre, me aislé para pensar en ello. No pueden ser los mismos dibujos que encontraron en la oficina de papá y que él me mostraba como suyos.

No pueden ser los mismos. 

—Tal vez si le preguntas a... —dice mi amigo todavía al teléfono.

—Sí. Aquí estoy —Termino de estacionar el Maserati.

—¿En serio?

—Quise entrar más temprano pero las enfermeras no me lo permitieron.

—¿Quieres que te acompañe? —La voz de Pipo es un suspiro—. Llego en quince minutos.

—No. Estaré bien —digo, apagando el Maserati; sin embargo, tensa, dejo caer mi frente sobre el volante.

No me resulta fácil cualquier cosa que tenga que ver con ella.

Y Pipo lo sabe:

—Aquí estoy, Ivanna —musita—. Háblame de Luca —procura distraerme en tanto sea posible—. ¿Cómo va todo? ¿No volvió a preguntar por los dibujos?

—No. Me creyó que no sé... Me cree todo.

—Melocotón en miel.

—Y quería que me quedara con él —río, sin ganas—. Seguro escuchó a los de la oficina decir que hablaba con Marinaro.

—¿Sabe de Marinaro?

—Ahí mismo se han encargado de ponerlo al tanto de todo desde el primer día.

—¿Y ahora está celoso?

Yo le hablé claro —Alcanzo la maleta del asiento trasero para bajar con ella.

—Pero él no es cualquier otro de tus amantes, Ivanna. A él lo necesitamos.

—Y sigue siendo de ayuda —abro la puerta del coche y como puedo salgo con mi bolso, el teléfono y la maleta—. Hoy me dijo que Rodwell planea una nueva treta contra mí.

—Bien ahí.

—También me apoyó durante la presentación de informes.

—¿En serio? Fue tan fácil hacerlo caer que hasta me siento mal.

—Yo no —empieza a caminar hacia la entrada—. Ha tenido el mejor sexo de su vida... El mejor que nunca más tendrá.

—Si ya te platica lo que planea Rodwell sin que se lo pidas, puedes solicitarle lo que quieras... Como mentir por ti. Aunque ya miente por ti. A lo mejor matar por ti.

—¿Qué película estás viendo?

Lo escucho bajar el volumen.

—Retratos de una obsesión. Recuérdame ya no llevar a revelar mis fotos.

Eso ya ni se usa.

Al llegar a la puerta toco el timbre y espero a que los policías me den acceso.

—Sería el límite de la maldad poner a Luca a que mate por mí.

—Dale un par de meses. Pero no. No somos tan perras. Al menos no con él.

Ya en el vestíbulo entrego mi identificación, doy el nombre «Babette Pinaud» y espero a que se abra otra puerta enrejada para poder llegar a recepción.

—Escuché los «Teee» que indican que ya cruzaste las dos puertas de acceso —dice Pipo—. ¿Ya estás en recepción?

—Sí —digo, saludando con un gesto a las dos enfermeras ahí—. Con Babette Pinaud —repito, y tras firmar una hoja me señalan el pasillo de paredes blancas que conduce al jardín trasero.

Me encamino hacia allá con lentitud.

—Anoche me desvelé mirando una película de Morgan Freeman —dice Pipo al teléfono—. ¡Que voz la de ese hombre! «Sueño de fuga». ¿La conoces?

—Sí. Creo que sí —contesto pesarosa en lo que cruzo el pasillo.

—Estuvo nominada al Oscar en 1995. Un gran año para el cine porque compitió, ni más ni menos, que con Cuatro bodas y un funeral, Forest Gump y Pulp fiction. Yo le hubiera dado el Oscar a Cuatro bodas y un funeral —ríe Pipo—, que es más mi tipo de cine y porque hasta hace algunos años tuve un affair con Hugh Grant; pero ese año, para sorpresa de la mayoría, ganó Forest. ¡Corre, Forest, corre!

—También la vi —digo fallando en esconder el nudo en mi garganta.

Pipo de nuevo intenta distraerme:

—Pero hablábamos de la voz de Morgan Freeman. ¿Puedes creer que me fumé todo un documental sobre Pingüinos solo para escucharla? —No digo nada—. Trata sobre... Ya la estás viendo, ¿cierto? —pregunta.

—Sí.

Y es que sí. Ya me encuentro sobre el umbral de la puerta que conduce al jardín.

Ella está sentada sobre una banca al fondo, frente a un arbusto de rosas rojas; con el cabello rizado suelto, por completo vestida de blanco.

—Está en el mismo lugar de siempre... cargando la misma muñeca de siempre —digo a Pipo.

—¿Quieres que me quede en la línea?

—No —digo, limpiando con el dorso de mi mano mis mejillas—. Yo... te llamo al salir.

Cuelgo, guardo el teléfono en mi bolso y avanzo por el camino de piedra que atraviesa el jardín, esquivando a mi paso a otros enfermos; algunos acompañados de enfermeros y enfermeras, y otros de familiares.

Desde donde está ella, en particular, se escucha el trinar de pájaros, al estar lo más lejos posible del enrejado que rodea el sitio y el ruido de la ciudad.

Au clair de la lune, Pierrot répondit, Je n'ai pas de plume, Je suis dans mon lit —le canta a la muñeca sujetando contra la nariz de esta una rosa roja. Yo misma pedí que cultivaran para ella el arbusto de estas.

Bonsoir —la saludo de pie a su lado.

Ella me mira durante unos segundos con ojos de inocencia antes de responder.

Bonsoir. ¿Eres la encargada de traer la comida?

—Sí —digo, sentándome en la banca con ella para después colocar la maleta sobre mi regazo y abrirla. De ahí saco tres pasteles pequeños, lo que la hace sonreír—. Como los que preparaba la abuela.

—¿Hay Red Velvet? El favorito de mi hija es el Red Velvet.

—Sí —digo, de nuevo procurando alejar el nudo en mi garganta—. Aquí está.

Devuelvo a la maleta los otros dos y abro con cuidado el recipiente transparente que contiene un pastel cubierto con fondant blanco. Busco un tenedor, quito un pedazo pequeño y se lo ofrezco a ella que se echa hacia adelante y lo acepta encantada.

—¿Quieres, Ivanna? —le pregunta después a la muñeca de cara de porcelana, cabello negro y vestido rojo con cintas—. Au clair de la lune, Pierrot répondit... —Le vuelve a cantar—. A ella le dan miedo los monstruos bajo su cama —me explica.

—Rodwell los hizo realidad todos —suspiro.

—Rodwell —ella abre su boca con sorpresa—. Así se llama mi esposo.

—Ex esposo —aclaro.

—Ex esposo —repite ella, frunciendo el entrecejo. No sé de cuánto es consciente hoy.

Cierro el recipiente del pastel Red Velvet y también lo devuelvo a la maleta. En seguida abro otra bolsa de la misma maleta y de ahí saco un folder para mostrarle a ella el contenido hoja tras hoja.

—¿Recuerdas esto?

—Qué feos —dice, temblando; abrazando con fuerza la muñeca.

—Son dibujos de monstruos... mitología —aclaro—. Eran de Basil Rojo. ¿Lo recuerdas a él?

—Rojo —Ella vuelve a abrir sus ojos con inocencia—. Ese es mi apellido.

—El de casada.

—No, no, no; ese es Rodwell.

—Tuviste ambos.

—Ambos —repite, mirando a la nada.

—Mamá, necesito que te esfuerces en recordar —digo por fin—: ¿Papá hizo estos dibujos?

—Mamá —repite con temor, mirándome con temor; pero sin importarme, vuelvo a mostrarle hoja por hoja. Son muchos dibujos.

—Josimar o Jos Bonanni —pregunto ahora—. ¿Te suena ese nombre? ¿Él los dibujó, mamá? ¿De ser así por qué papá los presentaba como suyos? —digo lo último más para mí que para ella—. O Josimar le mintió a Luca —Miro hacia otro lado—. Pero no puedo preguntarle si alguna vez vio dibujar a su papá. O al menos no de una manera que sea sospechosa.

Au clair de la lune, Pierrot répondit...

Otra vez la miro a ella.

—Mamá, investigué y papá lo despidió por robo. Pero no hay más información... Y no puedo preguntarle a Rodwell. ¿Y si usa esto a su favor? ¿Qué si miente? ¿Y por qué motivo entonces contrató a Luca y lo puso conmigo? Algo sabe... Es obvio que algo sabe... Y yo necesito que tú recuerdes. Eras confidente de papá.

Siento desesperación.

—Bonanni —repite ella.

—Sí. Josimar Bonanni. ¿Lo recuerdes? ¿Él dibujada, mamá? ¿Los dos dibujaban? —trato de ser insistente.

—Dibujar.

—Pipo dice que a papá lo recuerda escribiendo.

—¡Pipo! —de nuevo salta—. ¡Dile que me lleve al parque!

—Ya no es nuestro chófer —le recuerdo a la vez que acaricio su cabello.

—Él quiere mucho a Ivanna —dice ella y otra vez me muestra la muñeca—. La lleva a comprar dulces sin nuestro permiso.

—Todavía la alcahuetea mucho —digo, llorando.

—Me gusta cómo se ve en su uniforme gris.

—Ya no es nuestro chófer —repito—. Lo hacía por necesidad; y porque me quiere, y te quiere... también a papá. Pero él siempre quiso ser actor. Me hacía repasar guiones con él, ¿recuerdas?

—Pipo —suspira.

—Le diré que venga mañana... Pero volvamos con Bonanni.

—Bonanni —repite esta vez abriendo con interés sus ojos y moviendo su mano como si sostuviera un lápiz. «Está pidiendo un lápiz». Busco uno en mi bolso y se lo entrego junto a mi agenda abierta en una de las últimas hojas. Ahí mamá, con trazos torpes, dibuja una hada—. Bonanni —repite por tercera vez al terminar.

—Sí. Bonanni —señalo con mi dedo la hada—. Háblame de él.

—Era amigo de Basil.

¿Era?

—¿Era amigo? ¿Entonces sí le robó? ¿O Rodwell hizo correr esa mentira? ¿Qué pasó, mamá? —pregunto, cansada.

—Me gustan las hadas —dice ella y cierro mis ojos pidiendo paciencia al cielo... o al infierno; quien responda antes.

—¿Quién más puede saber? —me cuestiono dejándola sola en la banca con la muñeca—. Los empleados más antiguos de Doble R —me cruzo de brazos—. Pero ellos son leales a Rodwell. No hablarán con la verdad.

«La mamá de Luca». Camino de un lado a otro una vez llego a esa conclusión.

Si mi madre sabe, o sabía, por lo menos algo de Josimar Bonanni y su relación con papá...; la madre de Luca igualmente debe saber algo. Por lo menos algo.

Aunque se lo hubiera dicho a Luca.

Pero, ¿cómo llegó Luca a Doble R? «Dijo que su madre conoce a Rodwell», recuerdo. Pero qué tan cercana era, o aún puede ser, a Rodwell para que este le de trabajo a su hijo.

Me falta información.

—Papá no se suicidó —le digo a mamá—. Estoy segura de eso. Pero, ¿quién murió primero? ¿Él o Bonanni? Tengo que hacerle más preguntas a Luca.

—Luca —repite mamá.

Arqueo una ceja.

—Sí. Es... mi asistente.

—Luca —repite.

—Sí... Luca —otra vez miro el resto del jardín buscando respuestas.

—Luca —repite por tercera vez mamá y se escucha feliz.

Cierro mis ojos con fuerza, los vuelvo a abrir exhalando calma y la miro.

—Solo... no repitas mucho ese nombre, ¿de acuerdo? —le pido con una sonrisa forzada; y después, devolviendo mi atención al jardín, me cruzo de brazos—. No te acostumbres a él.

Y de esa manera, veo pasar el rato, pensando; viendo a otros enfermos deambular cerca de mamá cuando mi teléfono avisa que recibí un mensaje nuevo. 

Alcanzo mi bolso para ver de quién. 

Luca. Arrugo mi entrecejo. Es Luca y de nuevo no sé qué contestar. 


-----

Y no iba con Marinaro Ivanna :O 

¿Ahora qué quiere Luca? xD

¿O qué pasó con Luca? D:

¿Esperaban esto de la mamá de Ivanna? :'( ¿Qué, de todo el capítulo, les sorprendió más? Y pronto sabremos más. 

Antes de irme solo les digo que el siguiente también estará para quedarnos así: D:

Grupo de facebook: Tatiana M. Alonzo – Libros

Instagram: LucaBonanni93, Ivanna.Rojo, TatianaMAlonzo

¡MIL GRACIAS POR VOTAR! ♥ 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top