3. Lo que se aprende viendo Keeping Up with the Kardashians

Capítulo dedicado a dotestad ♥ ¡Gracias por dejar comentarios! 

-------

3. Lo que se aprende viendo Keeping Up with the Kardashians

A mediodía, una vez termino de organizar el archivo, subo a la oficina del señor Rodwell tal como él me lo pidió.

Sintiéndome más relajado que cuando llegué, recorro el quinto piso dándome cuenta de que está acondicionado para el señor Rodwell y el vicepresidente. Por lo mismo también está aquí la sala de juntas.

Ruth y Dian murmuran «Sigue aquí» cuando me ven y no son las únicas. Sí, ya resistí mediodía con Ivanna. «Aunque técnicamente no he estado con Ivanna», medito. Me recibió por la mañana, pero luego se marchó.

—AUUUUUUU —broma alguien con otros compañeros de al verme. «Sí, la carnada está pasando»

Por fortuna Sizy, la secretaria del señor Rodwell, no me hace esperar y pronto avisa que llegué. No me gusta estar de pie sobre el pasillo del quinto piso soportando miradas curiosas... y burlas.

Cuando entro a la oficina, el señor Rodwell está hablando por teléfono, aunque amablemente eso no le impide saludarme.

—Luca, ponte cómodo —pide y continúa su conversación sobre palos de golf.

«Por lo menos te trata mejor que Ivanna»

Esta oficina es diferente a la de ella. Mucho más sobria. Destacan fotografías del señor Rodwell de pie junto al presidente, de pesca, de viaje por distintos lugares, en un torneo de Golf; casándose una, dos, treces veces... ¡cuatro! Hay mucho de él aquí.

Si mi madre no lo hubiera halagado tanto cuando habla de él pensaría que es un narcisista.

—¿Cómo va tu primer día? —me pregunta como si se tratara de mi papá y procediera a hablar sobre mi primer día de escuela. ¿Qué digo? ¿«Papá, la niña que se sienta junto a mí me sacó la lengua»?

—Bien. Supongo.

—¿Por qué no estás con Ivanna? —Acaba de percatarse de que no debería estar aquí—. Sé que salió del edificio hace un par de horas.

Esto es incómodo de decir.

—No me pidió que la acompañara.

Lionel me mira como si intentara descifrar un acertijo.

—Imaginé que eso pasaría. No te quiere cerca.

—Créame que lo dejó muy claro.

—Y por esa razón es que te quiero aquí, muchacho —asegura—; cerca de ella. Debes ser su sombra. Aprender su juego —Él se da cuenta de lo poco que estoy entendiendo y, por suerte, decide explicarse mejor—: Llegas en una época crucial para esta empresa. Aguilera se va a retirar y Doble R necesitará un nuevo vicepresidente. En la reunión de hoy anuncié que mis candidatos a ocupar el cargo son: Marcelo Lobo, Fonseca e Ivanna —Evalúa mi reacción antes de continuar y no comprendo por qué. ¡Apenas los conozco a todos!— Quien consiga las mejores cuentas durante los próximos meses reemplazará a Aguilera. Algo nada sencillo. Los tres dependen de la calidad de su cacería... Ahí es donde entras tú.

Todavía no comprendo.

—No tengo experiencia en cazar, señor Rodwell.

No fuera de videojuegos.

Y él habla de conseguir clientes. ¡Yo repartía pizzas, por Dios!

—Eso no tienes que decírmelo. Yo no te quiero como apoyo de Ivanna. Ella tiene más experiencia en este negocio que Lobo y Fonseca juntos, lo lleva en la sangre y puede hacerlos pedazos si se lo propone. Lo que necesito de ti, Luca, es que la vigiles.

—¿Que la vigile? —repito.

—Fonseca es un cabrón, pero tanto Lobo como Ivanna juegan sucio. La diferencia es que Lobo me lo cuenta todo. A Ivanna... le gusta trabajar sola. Y necesito tenerla vigilada para que esta competencia sea justa. ¿Me explico?

No sé si pueda hacer eso.

—Eso creo, señor.

—Tu mamá me platicó que tienen una hipoteca.

—Sí.

—Luca, con la paga que recibirás aquí podrás solventar eso y cualquier otra cosa que quieras, pero te necesito de mi lado, ¿de acuerdo?

Él semblante del señor Rodwell es serio. Hay mucho en esa declaración.

—¿Sobre qué tipo de cosas que haga Ivanna debo mantenerlo informado?

—Ahora no pienses en eso —vuelve a sonreír—. Yo te haré preguntas cuando lo considere necesario. Lo único que debes tener claro es que necesito a alguien de mi confianza cerca de Ivanna, pero como todas las personas en las que confío están ocupadas, te elegí a ti.

¿Eso fue un chiste?

—Es broma, Luca —ríe el señor Rodwell y me relajo—. Sé que aprenderé a confiar en ti así como años antes aprendí a confiar en tu padre.

—Gracias.

—Sabes que él trabajó aquí —señala su escritorio.

—Sí.

—Fue asistente de Basil Rojo, el padre de Ivanna —me platica—. Es una pena que no hayan congeniado bien los últimos meses —El señor Rodwell pilla la duda en mi rostro—. Oh, ¿no sabías que Basil despidió a tu padre?

—Sí... No...

No estoy seguro. Tengo entendido que mi padre fue acusado de robo y que eso le hizo enfermar de estrés: lo despidieron, lo demandaron, prácticamente lo pusieron contra las cuerdas. Y eso, posteriormente, le provocó el accidente en coche que lo llevó a la muerte. Así de claro me lo platicó mi mamá. Fue con los años que el señor Rodwell se acercó a nosotros para decir que todo fue calumnia. Mi padre nunca robó.

Pero no sabía que todo lo orquestó Basil Rojo.

—El pobre Basil no pasó bien sus últimos meses —continúa explicando el señor Rodwell—. ¿Por qué si sabes que se suicidó? —Asiento. Me acabo de enterar—. Luego de morir él su esposa, que ahora es mi ex esposa, se endeudó y se vio obligada a venderme su parte de la empresa. No, no, no... Pobre Ivanna —suspira de forma dramática—. No podía dejarla desamparada. Por eso tiene trabajo aquí... Pero hay que vigilarla —Me recuerda—. Ella vive equivocada, Luca. Se ganó estar en la terna para ocupar la vicepresidencia, pero... hay que ser juiciosos, previsores, listos.

—Usted no quiere que ella ocupe la vicepresidencia —concluyo.

—No lo digas de esa manera —El semblante del señor Rodwell se torna triste—. Yo soy el portavoz de todos... Ivanna, Luca, no es muy popular aquí. La mayoría teme que no esté preparada emocionalmente para el cargo... No verás que la apoyen mucho durante la competencia. Porque es una competencia.

—¿Ah sí?

Ivanna contra el mundo.

—Señor Rodwell, yo...

—Y dime Lionel —Por teléfono pide a su secretaria que me traiga una bebida—. Mírame como un padre, no como un jefe —«¿Cómo?»—. Si tú me apoyas, yo te apoyo. En Doble R somos una familia.

Y por lo visto Ivanna es la oveja negra.

—Lionel —digo, aunque no convencido.

—Más tarde le haré una llamada a Ivanna para pedirle que respete tus atribuciones como asistente, lo que incluye acompañarla de cacería —indica—. Eso la pondrá de mal humor y puede que te trate peor que como hasta ahora —«Mierda»—. Pero confía en mí, se acostumbrará... Es mujer y ellas son sensibles por naturaleza. Sé amable. Gánate su confianza. Sonríele.

...

Camino a casa pienso en todo lo que me dijo Lionel. Me eligió como carnada, la gente en Doble R tiene razón, pero ¿por qué yo?

Pienso en lo sucedido una semana antes: a mamá le llegó una invitación para asistir a la fiesta de cumpleaños de Lionel y yo la acompañé. Había mucha gente. Cenamos, platicamos entre nosotros, pues no conocíamos a nadie; y pese a que cometí la imprudencia de tropezar con un mesero, asumí que habíamos pasado desapercibidos. Lionel en ningún momento se acercó a saludarnos. Sin embargo, días después llamó y mamá y acordaron que vendría a una entrevista de trabajo.

Entrevista.

¿Qué cambió? Insisto, ¿por qué a mí se me encomienda algo tan importante? Me siento como cuando a Harry Potter le dicen que es el único capaz de derrotar al señor Tenebroso, pero no tiene idea de que es horrocrux. ¿Y si soy un horrocrux?

En todo caso, no debería estar pensando en Harry Potter.

Es que Ivanna sí es la innombrable...

Aunque ella sí tiene nariz.

Y no tiene una serpiente, creo.

En eso estoy pensando cuando bajo del autobús para luego ir por mi bicicleta al estacionamiento del Mini Market.

...

—Renunciaría pero necesitamos el dinero —digo a Clarissa al llegar a casa. Necesito un consejo y ella, además de mi hermana menor, es mi mejor amiga.

—No renunciarías de todas formas.

—¿Perdón?

—Te gusta Ivanna —me codea, sonriente.

Esta conversación no está saliendo como yo esperaba.

Tomo un respiro.

—Claro que no.

—Es lo único que has repetido desde que entraste —se burla camino a la cocina—: Ivanna, Ivanna, Ivanna...

—Si hubieras estado allí...

Hoy ella es la encargada de la cena.

—Ivanna, Ivanna, Ivanna...

—Basta.

Mientras prepara la sartén para echar ahí los espaguettis, Clarissa repite ese malévolo nombre como si fuera una canción que no puede sacarse de la cabeza.

—Ivanna, Ivanna, Ivanna...

—Si no paras con eso me voy —amenazo.

—¡Dijiste que me ayudarías!

—No si me vas a recordar al diablo mientras lo hago.

En lo que ella echa agua a la sartén, yo abro dos cajas de espaguetis.

—Bien. Me callo. Pero quiero ver una foto de ella.

—Oh, tranquila, mañana mismo le pido que nos tomemos una selfie.

—Sí, claro.

Me relajo y los dos reímos.

Clarissa tiene solo doce años, pero es mucho más lista que yo a su edad, y que yo a esta edad. No sé si se deba a que crece en un mundo que cada día avanza más en cuanto a tecnología o el hecho de que le tocó madurar más rápido, pero no deja de sorprenderme. Es la primera de su clase, tiene más niveles ganados en Candy crush que cualquier otro que conozca y, pese a que debe cuidar al abuelo, siempre se las arregla para tener la casa limpia y la mesa puesta antes de que mamá y yo lleguemos. Clarissa es nuestra mano derecha aquí.

—Yo pienso que la actitud de Ivanna es un mecanismo de defensa —concluye. ¿Se dan cuenta? Va un paso adelante.

—Tú no sabes qué es un mecanismo de defensa.

—Sí que lo sé. Lo escuché en un programa de televisión.

—¿Keeping Up with the Kardashians?

Me dedica una mirada asesina.

—¿Quieres que te aconseje o no?

—Por favor.

—Dices que Lobo dejó plantada a Ivana.

—Sí.

—Y que ella no quería un asistente hombre.

—Sí.

—Le gritó por teléfono a la tal Mago por enviarte a ti y no a una asistente mujer.

—Sí.

—¿Acaso no es obvio?

—Se volvió lesbiana.

Clarissa hace girar sus ojos.

—No, tonto. No quiere cerca a un hombre.

—¿Qué no es lo mismo?

—Eres un idiota.

—La teoría de que se volvió lesbiana es válida, acéptalo.

—Sí, pero...

—Anda.

Clarissa duda.

—Sí, pero no. No es eso. Lo de ella es ira reprimida... Leeré de nuevo los libros de Walter Riso y te cuento.

—¿Walter Riso?

—Conste que mamá los compró, no yo.

—No necesitaba saber eso.

—Ahora la pregunta es: ¿Qué eres, Luca? ¿El héroe o el villano? ¿Ayudarás a Ivanna a darse cuenta de que no todos los hombres son iguales o... huirás?

—Huiré.

—A veces te odio.

—Oye, ¿de qué lado estás?

—Del tuyo, pero Ivanna es mujer y es nuestro deber apoyarnos.

—Increíble —bufo.

—En mis tiempos esa tal Ivanna hubiera tenido que llevarte café a la oficina mientras eres tú el que toma las decisiones importantes —Mi abuelo acomoda su silla de ruedas cerca de nosotros y se une a la conversación—. Pero nos distrajimos dos segundos y ¡boom!, se quitaron el sostén, pudieron votar, proclamaron el amor libre y ahora una de ellas es tu jefa.

Clarissa arquea una ceja, lo que me hace recordar a Ivanna. Dios, tiene razón, hoy todo me recuerda a Ivanna.

—¿Tienes algún problema con eso, abuelo?

—Por supuesto que no, me encanta ver las protestas de mujeres sin sostén.

—Ese comentario es sexista —sentencia Clarissa con un dejo de indignación.

El abuelo se vuelve a mí.

—¿En dónde aprendió la palabra «sexista»?

—¿Keeping Up with the Kardashians?

Siempre que algo me preocupa, en mi mente le pido un consejo a papá. ¿Qué haría él de estar en la misma situación que yo? Es muy posible que lo haya estado, ¿no? Trabajó para Basil Rojo...

Y él lo afectó.

Devano mis sesos pensando. «Ayúdame, papá». Esa mujer no quiere que trabaje con ella y Lionel pretenda que sea su espía. «Tanto Lobo como Ivanna juegan sucio», dijo. ¿Debería jugar sucio yo también? ¿Y cómo si ni siquiera sé cómo es el juego?

—Ella es Ivanna —digo a Alex y a Roy durante nuestra videollamada de esta noche. Los hice buscar «Ivanna Rojo + Doble R» en Google.

Espero sus comentarios

—Wow —dice Alex acercándose a la pantalla.

—Lo sé.

—Un gran poder conlleva una gran responsabilidad —me recuerda citando al gran Stan.

—Sí.

—Y tú con esa cara fea.

—¡Yo ya tuve una novia! —Le recuerdo en caso lo haya olvidado.

—Me causa admiración el orgullo con el que repites eso.

Lanzo un puñetazo en su dirección y finge caerse al recibirlo. Ese tipo de cosas que seguiremos haciendo aun cuando tengamos cincuenta años... y alzhéimer.

—¿Tú por qué mueves tu mano de arriba abajo? —pregunto a Roy luego de un par de minutos. Él no me ha dado su opinión sobre Ivanna y... Oh Dios, creo que no hace falta.

—¿Qué dijimos sobre hacer eso cuando estamos en plena videollamada? —le reclama Alex en lo que yo paso ambas manos sobre mi cara. Esos son mis amigos—. Es gay.

—Perdón, no lo vuelvo a hacer —asegura Roy no muy convencido. Ahora lo vemos alcanzar un poco de papel higiénico.

—¿Recuerdas esa vez que guardaste en tu teléfono una foto de Luca? —le reprocha Alex haciéndole sentir culpa.

—Ya me disculpe.

Gay. No queremos saber qué hiciste.

—Pero Luca guardó una tuya.

—Porque iba a tramitarme un carné. Eso ya lo aclaramos.

Lo que sea que estén discutiendo esos dos, por ahora no me importa. Sentado frente a mi ordenador solo puedo pensar en que a partir de mañana, lo quiera ella o no, debo acompañar a Ivanna durante su «cacería». Pero no puede ser tan malo, ¿o sí?... Una vez te acostumbras a su carácter no puede ser tan malo, ¿no?

-----

¿Cómo creen que le irá a Luca en su -realmente- primer día de trabajo? *carita de duda y al mismo tiempo malévola*

Esto y más en el siguiente capítulo de El asistente :3 ♥

Gracias por dejar su voto y por seguirme en instagram como

:)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top