16. Ratoncito
Continuamos y... démosle la bienvenida a Ivanna como narrador :)
Dedicado a MannyBer27_ ♥
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16. Ratoncito
IVANNA
–Imagíname sobre un escenario –Todavía de pie sobre las escaleras eléctricas, sujetando un paraguas en una y un bolso de Cachemir en la otra, Pipo mueve con distinción sus manos–, por completo rodeado de aplausos y con cientos de personas gritando al unísono «¡Pipo, Pipo, Pipo!» –continúa y sonrío. Ya está cerca de mí–. ¡Amo esa ciudad! Volveré en vacaciones y tú vas a acompañarme –agrega sacándose los lentes de sol al terminar de bajar. A pesar de casi tener sesenta años no pierde el estilo.
Nos saludamos con un beso en cada mejilla.
–¿Qué tal la obra? –pregunto.
–No hubo mejor arbusto que yo.
–No fuiste un arbusto.
–Fui el primo del mejor amigo del protagonista y aún así ya me veo con mi Golden Globe –gira sobre sus pies–. ¿Te imaginas mi discurso? «Quiero dedicar este premio a mi mejor amiga y principal inspiración: Ivanna Rojo» –dice a toda voz sin importarle que cientos de ojos lo miren. Incluso sostiene su paraguas como si se tratara de la estatuilla. Por esta y otras razones amo a Pipo, con él me siento cómoda.
–Vamos. Tengo mucho que contarte y antes de salir del aeropuerto debemos pasar por tu equipaje.
En el estacionamiento no deja de mirar hacia ambos lados.
–¿Y tu asistente? He escuchado tanto de él que por lo menos quería verlo.
–Apenas me acabo de deshacer de él después de 48 hrs juntos. Al menos déjame respirar.
Me siento cansada, preferiría escuchar de su viaje, pero en cuanto terminamos de subir el equipaje al Maserati comienza el interrogatorio.
–Se emborrachó. Ahí hay historia.
–Y se emborrachó con vino –Sigo sin poder creerlo.
–¿Qué edad tiene? ¿Trece?
En cuanto entramos al coche abro Instagram en mi teléfono y se lo muestro.
–Veintidós.
–LucaBonanni93 –lee–. ¿Lo stalkeaste? –comienza a revisar las fotos.
–Tenía que averiguar sobre él.
–Amo el «Tenía que».
–Rodwell lo envió a dañarme –Reviso mi maquillaje en el retrovisor.
–¿Con esa carita de bebé? –Pipo mueve con ternura sus labios en dirección al teléfono.
Hago girar mis ojos.
–Y los veintidós los cumplió ayer –digo, molesta.
–Mi vida.
–¿Estás de su lado o el mío?
–Temo por él, no por ti –asegura y levanto mi barbilla con orgullo.
–Y haces bien –digo al mismo tiempo que pongo en marcha el coche.
–Vaya fotitas. Está haciendo muecas, muestra sus historietas y muñequitos... ¡En una está de vestido de Harry Potter!
–Es un mocoso.
–Sí. Quién iba a decir que terminarías de Sugar Mommy –Mi amigo suelta una risita y le dirijo una mirada asesina–. ¿Qué? Porque ya te lo comiste, ¿no?
Devuelvo mi mirada al camino.
–No tiene nada que ver la competencia en Doble R, Ivanna. Se trata de que no van a poner a un ratoncito al cuidado de un gato porque sí –insiste.
Muevo hacia arriba mis hombros con indiferencia.
–¡Ivanna! –Pipo demanda una explicación.
–Su presencia me molesta. En Doble R lo llaman «la carnada» porque sospechan que Rodwell lo envió a hacerme lo mismo que Lobo.
–Pero tú vas un paso adelante.
–Lo único que me falta es hacerlo llorar –reconozco orgullosa de cómo he tratado al «niño».
–Pero estás jugando mal tus cartas –Pipo mira el teléfono–. Me aseguraste que no tiene labia.
–No. Su estrategia es diferente a la de Lobo.
–¿Y si no tiene estrategia?
–Lionel no la puso cerca de mi porque sí.
–¿A sabiendas de cómo lo ibas a tratar? A lo mejor odia al chico.
–No descarto la posibilidad.
–Y otro Lobo no le iba a funcionar –opina de forma contundente Pipo–. Por eso en lugar de enviar a un jefe de manada envió a un ratoncito.
–Pero si busca que le tenga ternura no está funcionando.
–Hazle creer que sí.
Miro con estupefacción a Pipo.
–Que piense que va ganando.
–No le voy a dar información al chico. Porque eso es lo que quieren –doy un golpe al volante–, hacer todo cuanto pueden para que no consiga la vicepresidencia de Doble R.
–Ivanna, soy un actor –Pipo deja caer sobre su nariz los lentes de sol–. De que puedes darle información a Rodwell, puedes –Le sigue una pausa dramática–; pero no tiene que ser la correcta –La conversación de nuevo me interesa–. Usa al chico a tu favor –coloca el teléfono cerca de mi cara con una foto de Luca en la pantalla–. Hazle llegar a Rodwell información que te convenga.
–¿Y si Luca es más inteligente de lo que parece y descubre que eso intento?
–Es que debes aprender a manipularlo. Hazle lo que Lobo a ti: sedúcelo. Haz que juegue para ti. Y si se enamora a tal punto que ya no informe nada, de todas formas ganas.
Miro la foto de Luca.
–¿Enamorarse? –Tengo que reír.
–Solo míralo. Ya se debe haber toqueteado mirando tus fotos.
–No sé –Niego con la cabeza. De todas formas ahí tiene a «Prudencia».
–¿Te da miedo que te guste?
–¡Por Dios, no!
–¿Entonces? Él tampoco pierde. En una de las fotos lleva puesto un traje de Harry Potter, Ivanna. Aquí hay un claro grito de auxilio. Un: «Ayúdame a sacar magia a mi varita, Ivanna. Ayúdame» –insiste en convencerme Pipo y de nuevo tengo que reír–. Y está mono –añade.
–Tampoco es para tanto.
–¿Él hará estos dibujitos? –pregunta y recuerdo la conversación que tuve con Luca de la noche anterior.
–Sí... Dijo que dibuja.
–¿Te imaginas que te dibuje a ti? –La cara de Pipo se ilumina.
Cambio el peso de mi cuerpo de un lado a otro en el asiento.
–¿Qué? –pregunta ahora.
Ya que me hizo rememorarlo:
–Casi nos acostamos anoche –reconozco.
–¡IVANNA!–Pipo se apresura a sacar una botella de su bolso–. Pero si esto hay que celebrarlo.
–Pipo... –De nuevo luzco incómoda. No fue una buena noche para mí.
–¡Pero si casi lo tienes en la bolsa!
–No...
–¿Quién dio la pauta?
–Él –admito.
–¡Ajá!
–¡Pero estaba ebrio!
Pipo no quita el dedo del renglón.
–¿Cómo dice aquel dicho? «Si borracho lo dijiste...»
–«Sobrio lo pensaste». Pero no voy a pervertir a un mocoso –insisto sintiendo que me pone de mal humor el tráfico.
Pipo vuelve a colocar a un costado mío el móvil con la foto de Luca vestido de Harry Potter.
–Es que esto ya es labor social, Ivanna.
Suprimo una risa.
–Y lo tendrías mejor vigilado. Seduce al chico –repite y dejo salir un gruñido–. ¿O no te sientes capaz? –De nuevo mis ojos son cuchillos en su dirección–. ¿Tiene novia?
–Nada que sea competencia –aseguro buscando en mi propio bolso una liga para hacerme una coleta.
El tráfico, la conversación y los recuerdos me comienzan a sacar calor.
–¿Qué te dijo sobre lo sucedido ayer? ¿Qué hablaron?
–Se disculpó –Una vez hecha la coleta devuelvo mis manos al volante–. Quiere que lo trate de mejor manera.
–Ahí está. Aprovecha que fue su idea. Trátalo mejor. Anda, cítalo.
–¿Ya? –Miro la hora. El reloj marca las 18:33.
–Sí. Anda, quiero conocerlo –Pipo está más entusiasmado que niño en dulcería–. Dile que estás de acuerdo con tratarlo mejor, que quieres... no sé, mejorar su relación. ¡Eso es! ¡Mejorar su relación!
–Y me lo llevo a una cama –termino por él.
–Al coche, un baño, un armario... eres creativa. Lo puedes hacer hoy mismo.
–No –me niego–. Tampoco.
–Estás perdiendo el toque.
–Es muy pronto –insisto–. Sospechará... Pero lo haré antes del fin de semana –decido.
–Pero cítalo hoy –me ruega Pipo–. Anda, quiero conocerlo.
Le dirijo una mirada pícara.
–Que piense que luego de despedirse tuviste un momento de reflexión y quieres negociar. ¡Anda!
–Eres la peor influencia para mí –digo y hago que me devuelva mi teléfono, busco el número de Luca y empiezo a llamar.
–¿Tienes el número?
–Está en su hoja de vida real.
–Me sigo riendo horrores con la que me mostraste.
Luca contesta al tercer timbrazo.
–¿Sí?
Acepto que me cuesta pronunciar mi nombre.
–Habla Ivanna –No es que hacer esto sea fácil. Hay mucho en riesgo.
Escucho un coche frenar, bocinazos y a un hombre gritando idiota. ¿Qué diablos le pasó?
–Ponlo en altavoz –me ruega Pipo y eso hago.
De cualquiera manera me sirve porque el tráfico empieza a avanzar. Entretanto, espero a que Luca hable.
–¿I-Ivanna? –dice.
–Sí. ¿Dónde estás?
–Sobre la tercera avenida. Ya tomé un autobús pero me falta otro... Hoy me dejaste lejos.
–Awww –cuchichea Pipo en voz baja.
Yo vuelvo a hacer girar mis ojos. «Tercera avenida. ¿Qué hay en la tercera avenida?»
–Busca Starkbucks y espérame ahí. Quiero hablar contigo.
–¿Hoy?
Le hago una seña a Pipo «¿Ves por qué me enoja?»
–Sí. Hoy... Ya –sueno demandante.
–Bien –Se oye con miedo.
Cada vez que veo o escucho a Luca pasarlo mal siento una ligera punzada de culpabilidad, no ha hecho más que soportar tortura tras tortura; pero recuerdo a qué lo enviaron y de nuevo siento ganas de destrozarlo. Lionel Rodwell hundió a mi familia y haré lo que esté en mis manos para arrebatarle lo que más le duele, aun si en el camino deba pisotear a un ratoncito.
–Entraré después de ti para que hablen a solas –me dice Pipo al bajar del Maserati.
Mi cuerpo tiembla debido al frío, pero me siento mejor al entrar a Starbucks. Busco con la mirada a Luca, está sentado en una mesa lejos, pero sin miramientos se pone de pie al verme y camina en mi dirección. En ningún momento dejamos de vernos y se siente extraño, pues que mi cuerpo aún titile debido al frío no ayuda.
Le indico dónde sentarnos.
–¿No pedirás algo? –me pregunta.
–Estoy bien. ¿Tú pedirás algo?
Niega con la cabeza y espera a que yo tome asiento primero.
–Cosita –escucho cuchichear a Pipo a lo lejos pero lo ignoro, Luca no debe sospechar que viene conmigo. En otra oportunidad los presentaré.
–Estuve pensando en lo que me dijiste –digo sin preámbulos y a él le sorprende. No solo ya es extraño que lo haya citado aquí hoy mismo. Pudimos hablar mañana, ¿no? Pero quise complacer a Pipo por capricho. La comodidad de Luca me tiene sin cuidado.
–¿Lo que dije? –Aún se muestra serio y tímido.
–El pato –le recuerdo y ahora parece querer que se lo trague la tierra–. Tienes razón –lo salvo–, debemos... hablar.
Es claro que tampoco puede creer que eso acaba de salir de mi boca. Luca es como un conejo asustado frente a las luces de un camión.
–Entonces..., habla. ¿Qué querías decirme? –Soy directa. Siempre lo he sido–. Ayer ya no te dejé hablar y hoy tampoco avanzamos.
Como es su costumbre, lo veo bajar su mirada y armarse de valor para volver a darme la cara. Debe estar pensando una buena respuesta. Nunca se lo pongo fácil.
–Que no es justo que me trates mal –Le cuesta decirlo.
Asiento.
–Que...
¿Por qué parece tener ganas de querer llorar? Aun así, no le dejo ver que me afecta. Desde el primer momento que lo vi tengo claro que juega para Lionel.
–Ya sabes –continúa–. Hagamos esto fácil para ambos.
No lo haremos fácil. Lo haremos divertido.
–Tu cambio de actitud de hace un rato llamó mi atención –miento–. De manera que voy a darte la oportunidad de demostrarme que no viniste a dañarme –sus ojos color café se abren con sorpresa–. Una sola oportunidad –procuro sonar tajante–. ¿La aceptas?
¿Por qué le pregunto? No tiene opción. Sin embargo, él duda. ¿Por qué duda? Del mismo modo se pone nervioso. Miro a Pipo en búsqueda de ayuda, no me esperaba esto. No obstante, como él no sabe con certeza lo que pasa, solo me indica con un gesto que sonría.
Lo hago.
–Ivanna... –Luca todavía no sabe qué contestar pese a que trato de mostrarme accesible.
–No confío en Rodwell y a ti no te acepto, te tolero –sigo–; pero me has dado motivos para darte un voto de confianza –agrego. ¿Sueno creíble?–. ¿Lo aceptas?
Luca otra vez no contesta y eso me pone de mal humor. Incluso da la impresión de verse en apuros. ¿Qué intenta?
Estoy siendo amable, primera vez que lo trato bien, ¿no debería verse más agradecido?
–Hay que hacerlo más fácil para ambos –repite, nervioso, y lo miro mojar sus labios con apuro. No le resultó sencillo decir eso y funestamente de esa manera me confirma que no es de fiar. No puede prometer no hacerme daño. «Mejor», me digo. Así no me da cargo de consciencia.
Y yo que todavía lo consideré un rival débil.
–Ya puedes retirarte –indico y él asiente. Sin embargo, en contra de lo dicho, no puede quitarme los ojos de encima. Aún parece querer decir algo. Lo mismo pasó hoy más temprano en mi apartamento.
Trastabilla y calla, hay mucho que parece querer preguntarme pero no se atreve.
–Gracias –dice por fin y se retira. Camina encorvado, sujetando el bolso que cruza su pecho, es como si rogara al cielo que nadie lo note.
–Mi vida –escucho decir a Pipo y también me pongo de pie para a continuación caminar hasta su mesa.
–Lo voy a acabar –digo, molesta.
–Pero sin que se dé cuenta. Que le haga creer a Lionel que otra vez te tienen bajo su control.
Asiento.
–En cuanto al sexo... no. ¡No! –me niego. Me enfada recordar que Luca ni siquiera pudo prometer... Siento ganas de llorar de rabia.
Pipo me abraza de modo que aún pueda mirar mi cara.
–A pesar de todo Lobo disfrutó cada acostón, ¿no? –me recuerda–. Eres el gato y él el ratoncito... Y está guapo, Ivanna, está guapo –me convence otra vez.
–Antes del fin de semana lo tengo en donde quiero.
–¡Así se habla! –aplaude Pipo atrayendo la mirada de todos en el Café–. ¡Y la ganadora del Golden Globe por su papel en la película «La venganza es un plato que se come frío» es... IVANNA ROJO!
Sonrío pese a que todavía quiero sacar mi enfado. Pipo es el único de mi lado... El único.
Salimos del Café.
–¿Ahora dónde vamos? –pregunta señalando con su dedo en todas direcciones.
–A mi apartamento –digo y dirijo mi atención hacia donde sé caminó Luca–. Me vas a ayudar a elegir mis vestidos con los mejores escotes. Esta semana voy a cenar ratoncito al pesto.
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1. Prepárate, Luca.
2. Es que quién lo mete a provocar a Ivanna :/
2. Por cierto, la cuenta de Instagram LucaBonanni93 existe, por si la quieren stalkear :)
Grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros.
Instagram: TatianaMAlonzo
¡Gracias por dejar su voto en cada capítulo! Esa es la manera en la que me apoyan ♥
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