13. ¿Cómo se supera ver a tus amigos en lencería?
Holi
Nota importante: Este capítulo incluye imágenes. No sé si se pueden ver sin internet. De modo que aconsejo leer con datos o wifi para no perderse nada. De lo contrario, pues a usar su imaginación c:
De antemano GRACIAS por llenarme de comentarios. Alimentan mi oscuro corazón c,:
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13. ¿Cómo se supera ver a tus amigos en lencería?
Siento la boca seca, incómodamente seca y áspera. De eso soy consciente primero al abrir entre parpadeos mis cansados ojos. De igual forma me siento mareado y como si cargara con el peso del mundo sobre mis hombros. Me giro para seguir durmiendo.
Sin embargo, a la par que mi corazón comienza a ir a prisa, vuelvo a abrir de golpe mis ojos al notar que nada me resulta conocido «¿Dónde estoy?» Me incorporo viendo con interrogante el millare de un coche...
Pero no cualquier coche.
–Mierda –suelto al empezar a «recordar» y salto sobre el asiento.
«¿Qué he hecho?» O, mejor dicho, ¿Por qué sigo vivo?
En seguida mi vista cae sobre mi pecho, este se encuentra manchado de rojo «¿Sangre?», es lo primero que pienso, porque vamos, solo hay que ver de quién es el coche. Pero no, pronto diviso un palito de helado. ¿Comí helado? Sigo mirando hacia abajo y veo mi cinturón hendido hacia los lados y el cierre de mi pantalón abierto. Por ende, desde aquí también puedo ver mis calzoncillos. «¿Qué hice?»
De nuevo salto sobre el asiento y trato de recordar. Vamos por partes:
1. Ivanna me pidió catar vinos en Andreatto. A mí que una vez confundí leche de magnesia con leche de vaca.
2. Ciro me los sirvió.
3. Al principio no me gustaron, pero después... después...
«No eras tú, Luca. No eras tú»
4. Le reclamé a Ivanna no tratarme bien. ¡Vamos! Para platicar inclusive usé la técnica del pato de la palabra. Cierro mis ojos con angustia. Y es que en ese momento me pareció buena idea. Pero ahora...
Ahora...
Más tarde Ivanna pidió ayuda para sacarme de ahí, y... caí. Recuerdo que terminé boca abajo sobre el alfombrado. ¿Me desmayé? Lo demás es confuso. ¿Cómo llegué al Maserati?
¿Será buena idea echarme a llorar?
Sé que platiqué con Ivanna, vi a Ciro otra vez en el estacionamiento, pero lo demás es confuso, inclusive irreal. Me rio nervioso solo de pensarlo, ¿Yo besando a Ivanna? ¿Ella...?
Eso explicaría que el cierre de mi pantalón esté abierto, pero...
–Eres un estúpido –me recrimino a la vez que un chillido escapa de mi boca. Ella jamás, de ninguna manera, nunca, bajo ninguna circunstancia... ¡Me odia!
Subo el cierre de mi pantalón y me apresuro a acomodar el resto. ¡Hasta mi corbata está fuera de mi cuello!
Lo soñé.
No encuentro otra explicación al apretar mis labios con la sola posibilidad de que besé a Ivanna. Paso una mano sobre mi cara. «¿Qué hice, Dios?»
Busco en el asiento alguna pista y encuentro una botella de vino vacía, todavía hay contenido dentro pero abajo hay humedad. Me bebo lo que queda para calmar mi sed y después trato de limpiar con mi corbata el regadero.
«Ivanna me va a matar»
«¡Mi teléfono!», recuerdo pronto y lo localizo cerca de mis pies; lo enciendo, desbloqueo, y aunque trato de enfocarme en buscar más pistas, me descoloca que lo primero que aparezca en la pantalla sea la última foto que me envió Pru.
–¿Otra vez me puse a llorar por Pru?
¡Y cerca de Ivanna! Por tercera vez paso una mano sobre mi cara.
Miro la hora y me tengo que acercar al teléfono para corroborar que es cierto lo que veo. 01:16 a.m. del 19 de febrero de 2015. ¿Tan tarde es?
«¡Mamá!», pienso rápido y abro mi mensajería. Tengo mensajes en once chats distintos y un total de dieciséis llamadas perdidas.
Primero abro mi chat con mamá:
1. Feliz cumpleaños, cielo. Te amo.
2. Te espera un pastel en casa. No vengas tarde :)
3. 08:30, Luca. Pero no me extrañaría que esa tipa ni siquiera te deje salir temprano hoy. Te seguimos esperando, cielo. Cuídate.
4. 10 de la noche, Luca. ¿Todo bien?
5. Ya me explicó Alex,cariño. Diviértete. Mañana comemos el pastel.
¿Ya le explicó Alex? ¿Qué demonios le explicó Alex? Abro mi conversación con él y Roy.
Alex: Luca. Feliz cumpleaños, amigo.
Roy: Qué cortante.
Alex: Varonil. No le voy a poner: Feliz cumpleaños, Luca. TE QUIERO MUCHOOOO.
Roy: Yo sí porque no tengo conflictos con mi sexualidad. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS LUCA! TE QUIEROOOOOOOOOO MUCHOOO
Alex: Si no tuvieras conflicto con tu sexualidad hubieras aceptado mi propuesta de llegar temprano a su casa y despertarlo vistiendo lencería.
Roy: Eso es gay.
Alex: No es gay, es gracioso.
Roy: De ser lencería divertida, pero tú me enseñaste de mujer.
Alex: Porque es más gracioso con lencería de mujer.
Alex:
Roy: Eso fue demasiado para mis ojos.
Alex: ¿Por qué? ¿Te incomodé, señor "yo no dudo de mi sexualidad"?
Roy: Todo lo contrario. Me dio asco.
Alex: ¿El cuerpo de una mujer? Wow.
Roy: TU CARA EN ELCUERPO DE UNA MUJER, IMBÉCIL.
Alex:
Roy: Te pasaste.
Roy: Además, si yo fuera mujer no tendría pechos tan pequeños.
Roy: Sería más voluptuosa.
Roy:
–¿Qué está mal con ustedes dos? –digo, incómodo.
Alex: Demasiado curvilínea.
Roy: Ajá. Pero tú si te pones sexy, ¿no?
Alex: Mira cómo me veo de diosa en el cuerpo de Gisele Bündchen.
Alex:
Roy: Así cualquiera. Hazlo sin el cuerpo de Gisele.
Alex:
Roy: ¿De quién es el sujetador?
Alex: Mi mamá.
Roy: ¿Y por qué carajos tienes el sujetador de tu mamá?
Alex: PORQUE CUANDO DISTRIBUYE LA ROPA DE LA LAVANDERÍA A VECES DEJA SUS COSAS EN MI CESTO.
Roy: DEVUÉLVESELO.
Alex: "Mira mamá, dejaste tu sujetador entre mi ropa" -se lo entrega- ¿No verdad?
Roy: PERO SI ESTÁ BIEN PONÉRTELO?
Alex: No me lo puse de lo que se dice "poner". Fue por encimita.
Mi boca está por completo desencajada.
Roy: A ver.
Alex: Otra foto?
Roy: Webcam
Alex: NO ME VOY PARAR FRENTE A TI EN SUJETADOR.
Roy: ¿Por qué? ¿Te incómoda?
Alex: Ahora hasta te voy a bailar, hijo de puta.
Roy: Hasta no ver, no creer.
El siguiente mensaje fue enviado tres horas después.
Roy: Amigo...
Alex: No quiero hablar.
Roy: Es algo que nos puede pasar a todos.
Alex: No debí poner tan alta la música. Eso la llamó.
Roy: Y que aprenda a tocar la puerta.
Roy: Y 0 golpes, o sea... no.
Alex: Era su sujetador.
Roy: ¿Te hizo preguntas?
Alex: ¿Tú no tendrías preguntas?
Roy: ¿Qué le contestaste?
Alex: No vino ella directamente. Mandó a mi abuela y le expliqué que estábamos planeando algo gracioso para Luca.
Roy: Oh.
Alex: Ahora lo tenemos que hacer para que me crea.
Roy: ¿Para qué te crea?
Alex: ¡¿CUÁNTAS VECES TE HA ENCONTRADO TU MAMÁ BAILANDO EN SUJETADOR, IDIOTA?!
Roy: Ok. En cuanto salga del trabajo nos juntamos en Pradera y compramos la lencería.
Alex: Ok.
Lo que sigue es un vídeo de ellos dos en la habitación de Alex, uno sujeta un cartel que tiene escrito «Feliz cumpleaños, Luca» y el otro dice «Soy Ivanna Rojo»; los dos me bailan en lencería.
–Y así es como los recuerdos de tener a Ivanna encima de mí en lencería negra se van al carajo –me quejo.
«Ni siquiera lo ha visto», escribe Roy en el siguiente mensaje del chat. «No aparece conectado desde mediodía».
Alex: Fue más temprano a Doble R hoy porque tienen reunión.
Roy: Pero no dura todo el día, o sí?
Roy: O puede que se le haya descargado el teléfono.
Alex: Desde mediodía? Nadie lo llama. En redes sociales nadie lo busca.
–Gracias –digo, sarcástico.
Alex: Oye, mi mamá quiere saber si se puede quedar con la lencería.
Roy: Dale.
Alex: ¿Dónde dejaste la tuya?
Roy: Me la traje a mi casa.
Alex: Y eso?
Roy: PARA REGALÁRSELA A MI PROPIA MAMÁ! YO LA PAGUÉ!
–Y así comienzan de nuevo –suspiro, cansado.
Alex: UNO NO GUARDA LENCERÍA QUE NO HAYA USADO UNA MUJER, ROY.
Roy: TÚ TENÍAS DE TU MAMÁ
Alex: YA EXPLIQUÉ POR QUÉ.
Alex: Espera. Me está llamando la hermana de Luca.
Alex: No contesté y me escribió. Dice que Luca no contesta el teléfono y que no saben de él.
Roy: Acabo de intentar yo y tampoco me contesta. Pero la llamada entra. Quiere decir que no se le descargó.
Alex: ¿Y si llamamos a Ivanna?
Roy: Y si lo mató?
Alex: Nah. Quién iría a la cárcel por Luca.
–Gracias –repito esbozando una nueva mueca.
Roy: Lo vio demasiado feliz por ser su cumpleaños y PAM!
Alex: Debe haber otra explicación. También intentaré llamarlo.
Alex: No contesta.
Alex: En su trabajo tampoco saben. De paso le pregunté a la secretaria si podía darme el número de la misma Ivanna para preguntarle por Luca y no paró de reír.
Roy: Te digo que está muerto.
Alex: No le diré eso a Clarissa.
Roy: Prueba. Será duro para ella y la señora Bonnani. A quiénes pedirán ir a reconocer el cuerpo para vestirlo? Nosotros.
Alex: Eso es gay.
Roy: No si Luca está muerto.
–Por Dios –Me siento tan cansado que dejo salir un bostezo, pero no puedo parar de leer. Antes de hacer cualquier otra cosa necesito saber qué mentira dijo este par a mi mamá.
Alex: Haré una encuesta en Twitter: ¿Es gay vestir a un muerto? A) Sí. B) No. C) Es más gay preguntar si eso es gay.
Roy: Estaré pendiente de qué gana.
Alex: ¿Mientras qué le digo a Clarissa?
Roy: Sigue intentando llamar al teléfono de Luca.
Alex: D:
Roy: ¿QUÉ?
Alex: Me contestó Ivanna.
Mi teléfono casi resbala de mi mano debido a la sorpresa. Me cuesta imaginar al neardental de Alex platicando con Ivanna.
Roy: Y qué dice???
Alex: Que Luca no está en condiciones de contestar.
Roy: Entonces si lo mató.
Alex: Dijo que está DORMIDO. ¿Estará borracho?
Me conocen.
Roy: Dios...
Roy: ¿Cómo...?
–¡Lo sé, soy un estúpido! –admito, todavía enojado conmigo mismo.
Alex: Ni idea. Le pedí una prueba para confirmar que sigue vivo.
Roy: ¿Y...?
Alex: Me colgó D:
Roy: D:
Roy: Terminemos de decidir entonces: Yo le quito el saco, la camisa y el pantalón; tú los calcetines, los zapatos y los calzoncillos.
Alex: O mejor lo enterramos con la misma ropa.
Salgo de la conversación con Alex y Roy y busco entre mis llamadas entrantes. Sí, alguien contestó una a las 18:21. Es la única; y pienso que es lo mejor, no imagino a mamá conversando con Ivanna.
¡De hecho no imagino a nadie tratando con Ivanna!
Al constatar la información regreso al chat con Alex y Roy:
Roy: ¿Qué le dirás a Clarissa?
Alex: Estoy pensando.
Alex: Que le organizamos una fiesta sorpresa a Luca entre todos sus amigos y le quitamos el teléfono para que se distraiga y olvide un rato a la bruja que tiene como jefa, y que quizá se quede a dormir en mi casa.
Roy: Bien. Pero di "amigos y amigas", porque de lo contrario sonará a fiesta gay.
Alex: Ok.
Alex: Ya.
Alex: Luca, si lees esto más vale que tengas una buena historia.
Roy: Que está muerto.
Le marco a Alex.
–¿Idiota, dónde estás? –contesta al primer timbrazo.
–En el coche de Ivanna –No sé por dónde más empezar.
–¿Te secuestró?
Le quiero dejar en claro a Alex que no necesito más dramatismo, que por hoy ha sido suficiente, pero elijo ir al grano:
–Fuimos a una degustación de vino, todo se me salió de la manos y... de alguna manera terminé aquí –Mi voz sale ronca.
–¿Qué fue lo primero que te dije que no hicieras? –me regaña.
–¡Se me salió de las manos! –le repito.
–¿Le dijiste que te esperara en cuatro en el Maserati?
¿Cómo? «Lo dice por nuestra última conversación», ato cabos.
–No recuerdo –admito, preocupado y me siento de mejor manera para en seguida golpear mi cabeza contra el asiento del copiloto. De igual forma, recuerdos de Ivanna haciendo lo mismo también invaden mi mente.
–Eres capaz de haber repetido como cotorro las tonterías que yo te dije.
–¡¿Y por qué me las dijiste?!
–¡Pues es claro que no para que las repitieras! –Él hace una pausa–. ¿Qué vas a hacer?
–Por lo pronto, enfrentarla –Dejo escapar un poco de aire. No se ve bien el panorama.
–Le voy a ella.
–¿Qué?
–Que confiemos en la buena voluntad de ella –se «corrige»–. ¿Dónde está?
–No tengo idea –Miro de izquierda a derecha en búsqueda de alguna pista, pero afuera hay poca luz; sin embargo, encuentro un post-it sobre el espejo retrovisor–. Me dejo un post-it –digo a Alex y lo leo–. «No salir del coche».
–¿Quiere que estés a salvo? –Alex duda.
–O matarme con sus propias manos estando yo consciente para que ella pueda disfrutarlo.
–No es capaz –Él claramente no conoce a Ivanna.
Otra vez doy un vistazo a la humedad que dejó la botella de vino sobre el asiento trasero. Cojo del suelo mi bandolera y la coloco encima para «disimular»
–Sí lo es –digo mirando por la ventana si ya viene–. Un hotel –agrego al ver una señalización: «Welfare Hotel»–. Estamos en un hotel –Trato de que mi mente se concentre en eso.
–¿A las dos de la mañana?
–¡Valentino Marinaro! –digo, feliz. Pero solo porque más recuerdos vienen a mi mente.
–¿Quién?
–Una especie de pareja que tiene Ivanna –musito. No quiero decir «amante»–. Creo que está con él.
–¿No diste la talla, amigo?
Y me quiero enojar por su comentario, pero las circunstancias no juegan a mi favor. Sin embargo, dudo sobre si será buena idea contarle
–Cuando desperté tenía el cierre del pantalón abierto –suelto porque ya no importa. De todas formas pronto estaré muerto.
–La dejaste insatisfecha.
No puedo con sus bromitas.
–Cállate. Y no solo eso –lo que sigue no es mejor–: en mi teléfono tenía una foto de Pru.
–¿Te toqueteaste con una foto de Pru existiendo mujeres como Ivanna?
–Pru es linda.
–¡Es una psicópata!
–Pero –trato de devolvernos a la conversación– tengo recuerdos de Ivanna... ya sabes. Todo es confuso, Alex –Cada vez me enojo más conmigo mismo.
–¿Tú teniendo sexo con ella? ¿Con Ivanna? –Alex ahoga una carcajada.
–¡Sí!
-Claro. Y yo mañana tengo un desayuno con Scarlett Johansson.
–¡Alex!
¿Por qué no me da un poco de crédito?
–A ver, ¿qué es más probable? –pregunta, serio–. ¿Qué Scarlett hermosa me invite a salir o que tú te acuestes con Ivanna?
Ni siquiera tengo que pensarlo y eso es triste:
–Scarlett. Pero yo solo te digo lo que recuerdo.
–Mi hipótesis es la siguiente: Estabas ebrio, hablaste de Pru como siempre que estás ebrio...
–¡Solo fue una vez!
¡Y qué vez! «Sosiégate un poco, Luca», me regaño.
–Buscaste su foto para toquetearte –continúa–, pero como no «llegaste», optaste por llevar a tus fantasías a Ivanna –Eso tiene sentido–. ¿Con exactitud qué recuerdas?
Me enderezo y dejo caer sobre el asiento:
–Le dije que no me importaba que me tratara mal porque era ella.
–Claro porque eres un arrastrado.
En eso tiene razón. Ni siquiera el coyote en su eterna de lucha por atrapar al correcaminos fue tan masoquista.
–Y... –Por lo menos quiero explicarme.
–Incluso tengo la hipótesis de que tener una relación con la loca de Pru te preparó para Ivanna.
–... que nada me haría más feliz que tener una oportunidad con ella –termino–. Esas más o menos fueron mis palabras.
Eso despierta el interés de Alex.
–¿Luego qué pasó?
–Sacó un dulce de mente de su bolso –pongo todo de mi intentando recordar. Es como ver una película por partes–, lo metió a su boca y luego me lo dio a mí.
–¿Sientes sabor a menta en tu boca?
–No –intento saborear–. A fresa. Creo que comí una paleta de hielo.
Le platico a Alex lo que vi al despertar.
–Entonces tampoco hay rastros de pintalabios.
Observo mi cara en el retrovisor.
–No.
–¿Y quién te dio la paleta?
–Creo que ella.
–¿Borró evidencia?
–No tengo idea, Alex–repito, irritado–. Lo recuerdo todo por escenas. Pasé mucho tiempo dormido. No sé qué fue real.
–A ver. Entonces avoquémonos a las probabilidades. ¿En la escala del 1 al 10 qué tan probable es que Ivanna se te insinuara?
Me encojo de hombros.
–¿Qué pedirías en tu desayuno con Scarlett Johansson? –suspiro y, dirigiendo mi atención hacia la izquierda, por fin veo venir a Ivanna–. ¡Ya viene para acá, Alex! –me apresuro a decir con alarma.
–De acuerdo –Él trata de sonar calmado–. ¿Qué le digo a tu hermana, tu abuelo y tu mamá?
Por más que lo quiero tomar a broma, no puedo, trago saliva y veo a Ivanna acomodar su cabello hacia un lado. Luce en paz. Descansada.
–¿Que los amaba? No sé –titubeo ¡Necesito cortar ya!–. Pero si dile a Clarissa que debe ayudarle a mamá.
–¿Y qué c...?
–Adiós. Adiós –cuelgo pareciendo estar a punto de dar una voltereta en mi asiento.
¿Me hago el dormido? ¿Sigo despierto? ¿Qué me convendría más? De paso trato de colocar lo mejor posible todo dentro del coche. Al final, me quedo donde estoy en lo que Ivanna sube. Vamos, no es que tenga muchas opciones.
De entrada me ignora. Pero eso no es nuevo. Acomoda su bolso sobre el asiento del copiloto, enciende el coche y pacientemente lo saca del estacionamiento. No hay tráfico afuera, de modo que avanzamos sin problemas. La calle es nuestra... suya.
«Vamos, di algo», intento animarme, pero por más que me esfuerzo nada sale de mi boca.
El silencio está instalado en la ciudad. En las calles no hay quehacer como habría por la tarde, pero hay, los noctámbulos hacen lo suyo. Con mi mirada busco un taxi pero Ivanna no parece querer detenerse. De manera que una vez más intento coger valor para hablar y pedirle que pare. En cualquier caso, cómo no tengo idea respecto a qué tanto la he embarrado, no hablo. Me cohíbo. Por más que me esfuerzo mi voz no sale. Ivanna, por el contrario, luce estoica. Como siempre, nada ni nadie la perturba.
«Habla», continuo dándome valor. «¡HABLA!»
–Ivanna –Lo que sale es un chillido.
–No quiero oír –contesta, tajante, y una vez más acomoda su cabello.
Pienso que tal vez ella misma se detendrá al ver un taxi, que por lo menos me dejará en la parada del autobús, pero eso no sucede. Pasamos una, dos, tres paradas de taxis y por más que confío en que sí lo hará, no se detiene. ¿Qué intenta?
Pronto entramos a una zona residencial e ingresa el Maserati al parqueo subterráneo de un edificio. Pasamos la caseta de seguridad y guía al coche por el aparcadero. A pesar de que hay lugares vacíos sabe dónde estacionar.
«¿Qué es aquí?»
Una vez estacionado el coche, lo apaga, coge su bolso y baja.
–¿Pretendes que te baje cargado o qué? –me regaña al ver que tardo.
«Es que no sabía si bajar o no».
–Es que no sé donde estamos –digo, alcanzado mi bandolera para seguirla. ¿Cómo pretende que me sienta en mi zona?
–Tienes tu teléfono móvil en la mano –dice, sin verme. Se percató de ello cuando aún estábamos dentro del coche–. Ya avisaste que vives, ¿no? –Hace referencia a su conversación con Alex.
–Sí –Otra vez siento mi boca seca.
–Entonces no hay ningún problema en que pases la noche aquí –decide.
«¿Aquí dónde?»
Llegamos a un vestíbulo que tiene en cada lado un elevador, el bedel saluda a Ivanna y entrega correspondencia.
–¿Y dónde voy a dormir? –Es una pregunta honesta. No es capaz de dejarme afuera, ¿o sí? Por experiencia siempre espero lo peor.
–Conmigo, en mi cama –contesta, sarcástica, y entra al elevador. Hago lo mismo.
«Conmigo, en mi cama». Contengo mi aliento, cambio el peso de mi cuerpo de un lado a otro y al terminar de meter la correspondencia dentro de su bolso la veo deslizar su dedo sobre una lista de apellidos:
1. D. Saviñon.
2. M. Maldonado.
3. I. Rojo.
Por supuesto presiona el tres
No lo creo a pesar de subir junto a ella cada piso. No lo creo incluso cuando salimos del elevador. De hecho «entro» y sigo sin creerlo. Estoy...
Estoy en el apartamento de Ivanna.
El lugar tiene paredes blancas y muebles color negro y rojo. Hay cuadros estilo zen, plantas de sombra, un bar y espejos.
«Y esto es solo la sala de estar»
–Hasta hace un rato me desocupé –escucho decir a Ivanna y volteo rápido para ver si es conmigo, pero está al teléfono–. ¿Tú cómo vas? –La veo dejar a un lado su bolso, sacarse los zapatos y caminar hacia la cocina–. Hay un centro comercial a pocas calles...
Me apresuro a sacar yo mismo mi teléfono y abro mi chat con Alex y Roy.
Luca: Estoy en el apartamento de Ivanna.
¿Alguien acaso me va a creer?
Alex: D:
Roy: D:
«Así que Roy también está despierto»
–No sé, un reloj –escucho decir a Ivanna–. ¿Muy costoso? También puede ser una botella vino...
Escucho un grifo. «Fue por agua», deduzco. Es eso o prepara cianuro para mí.
Roy: ¡No hagas algo sin consultar primero!
Luca: ¡No pensaba hacer lo contrario!
En serio deben darme algo de crédito.
–Porque tuve un incidente. Mi asistente se emborrachó –escucho que continúa hablando Ivanna y no sé dónde meter la cara–. Pero cancelé citas con cuentas ya pactadas. Hoy también tengo mi agenda llena de eso, pero ya mañana con lo de Becker me recupero... Sí o sí, Pipo. Sí o sí.
Tarde decido si debo anotar lo que dice o no. Sigo estando en «horas de trabajo»
Al salir de la cocina, trae con ella un vaso de agua, lo deja sobre una mesita cuando está a la mitad y me hace seguirla por un pasillo. En este hay más cuadros estilo zen.
Ivanna enciende luces a su paso hasta que nos detenemos frente a una puerta, abre y entramos. En todo momento no deja de platicar con el tal «Pipo».
Pronto me encuentro en una habitación decorada del mismo modo que el resto del apartamento. Aquí, al igual que en la sala, todo luce incólume, frágil y costoso Tímido, preocupado de tocar algo que valga más que yo y romperlo, me quedo de pie cerca de la puerta en lo que Ivanna abre un armario y saca de allí dos toallas que me lanza.
–Gracias –musito, todavía superado por lo embarazosa que resulta mi situación.
–Ahí estaré –sigue al teléfono Ivanna–. Pero avísame si viene con atraso tu vuelo. Detesto esperar.
Después abre la puerta de lo que parece ser el baño, prende la luz y sin dejar de atender su llamada me lo señala.
Me lo señala porque, asumo, quiere que me bañe...
Que me bañe a las dos de la mañana.
En seguida ella sale de la habitación aún con el teléfono en mano y cierra la puerta.
Dejo caer mi bandolera y las toallas sobre la cama y comienzo a desvestirme: me quito el saco, la camisa horriblemente manchada de liquido rojo, mi camiseta debajo de esta; luego desabrocho mi cinturón, bajo mi pantalón y... y...
Veo a Ivanna entrar de nuevo.
–Sí, aquí está conmigo en... –dice, pero hace una pausa de tres segundos al verme– la habitación de huéspedes –termina y se gira al mismo tiempo que dibuja en sus labios una sonrisa que ni siquiera intenta esconder.
Siento mi estómago dar vueltas y mi cara debe lucir tan roja como la mancha en mi camisa. Mi jefa me encontró en calzoncillos.
Ivanna trae con ella cosas que una por una deja caer sobre la cama.
–Porque quiero que mi coche esté limpio mañana cuando salga y no lo voy a llevar a lavar yo –Primero una tarjeta y las llaves del Maserati–. Aquí le dejé la tarjeta del Car Wash donde tengo membresía y las llaves del Maserati –dice a «Pipo» para que también escuche yo.
Después de eso deja caer pasta dental, un cepillo de dientes, jabón y post-it tras post-it. Desde donde estoy solo alcanzo a leer dos «No debo hablarle con altanería a mi jefa», «Aprender a comer paletas de hielo. Soy un adulto no un niño de cinco años». ¿A qué hora hizo eso?
Por último sale otra vez de la habitación y esta vez sí me deja solo. Cojo una de las toallas, el cepillo, la pasta dental, el jabón y entro al baño a darme la ducha demanda. Con todo y eso admito que me hará bien.
Al salir veo un mensaje de Alex.
Alex: ¿Y?
Luca: Solo me dio donde dormir.
Roy: ¿Con el perro?
Sin duda Roy es el que menos me considera.
Luca: No creo que haya perro.
Luca: Estoy aquí porque debo lavar su coche a primera hora.
Alex: Fue benevolente. Te dejó vivir.
Luca: Todavía no comentamos nada de lo sucedido.
Pero seguro al amanecer comienza mi tortura. Ivanna no dejará pasar esto. No es su estilo.
Alex: ¿Aún tienes dudas sobre si se acostaron?
Luca: Eso no pasó.
Roy: No tiene tanta suerte.
En eso tiene razón Roy.
Al terminar de acomodar mi ropa sobre una silla, quito el edredón que cubre de forma elegante el colchón y me meto en la cama. Mi cabeza duele. Necesito con urgencia otra siesta y esta sí debería ayudarme a descansar.
Alex: Sé cómo te puedes terminar de quitar la duda.
Luca: A ver.
Necesito terminar con este chat ya. No me puedo desvelar si tendré que estar de pie a las cinco o seis de la mañana.
Alex: Tócate el pene despacito.
Mi boca vuelve a caer abierta.
Alex: Me describes cómo lo sientes.
Luca: Alex, no voy a hacer eso mientras estoy hablando contigo.
Roy: Tiene razón. Es gay.
Alex: No es gay si se trata de una PESQUISA.
Roy: Ajá, una "pesquisa".
Alex: TÚ QUÉ SABES QUÉ TIPO DE ESTUDIOS TENGO YO, ANIMAL.
Cansado, salgo del chat antes de quedar en medio de otro drama interminable. Lo que me recuerda que todavía no reviso el resto de las conversaciones. Lo hago. Ocho son de familia, amigos y ex compañeros de la universidad deseándome tener un feliz cumpleaños y otra...
... otra es de Pru.
Pru: Hola, Luca. Espero que en este día todo haya marchado bien :) Sabes que lo importante que eres para mí, que aún TE AMO y que TE EXTRAÑO. En un momento añado un audio cantándote Feliz cumpleaños.
Doy Play al audio y la escucho cantarme. Así, luego de un minuto, este termina con una risa. Un «Me gustaría estar ahí para abrazarte» y una risa. Este tipo de detalles son propios de Pru.
Apago el teléfono, acomodo la almohada bajo mi cabeza y, recostado boca arriba, antes de cerrar los ojos me tomo otro par de minutos para pensar en probabilidades. Dos ocupan principalmente mi cabeza:
1. ¿Volverá algún día Pru?
2. El vertiginoso misterio del por qué Ivanna me dio una paleta de helado.
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3,854 palabras tiene este capítulo D: No se pueden quejar. Espero les haya gustado c:
IMPORTANTE: En el siguiente participa un personaje de la trilogía Secretos y Papeles. ¿Quién creen que será? :O
Gracias por echar relajo en el grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros. Por dejar aquí y su voto y buscarme en Twitter e Instagram como TatianaMAlonzo
Seguimos pronto c:
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