10. Lo que me dijeron que no hiciera
Capitulo dedicado a Dianiscfd. ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TU APOYO! ♥
-------
10. Lo que me dijeron que no hiciera.
—Después de la comida vamos a las oficinas centrales de Andreatta —dice Ivanna al salir del elevador.
—Andreatta —repito para confirmar, pero no tengo idea de qué es.
Ivanna lo sospecha:
—Una vinícola.
—Oh, sí. Andreatta.
Sigo sin tener claro de qué me habla, pero avanzo junto con ella por los pasillos del cuarto piso hasta llegar a sus oficinas.
Tanto a Ivanna como a mí nos toma por sorpresa ver globos, serpentinas y a nuestros compañeros con cara sonriente debajo un letrero en el que se lee «¡Feliz cumpleaños, Luca!». Ella tarda, al menos, tres segundos en reaccionar. Me pasa lo mismo. ¿Luca? Pero..., pero... ¡mi nombre es Luca! Y es mi cumpleaños. ¡Oh, es cierto! Acabo de recordarlo. ¡Es mi cumpleaños!
¿Es para mí?
Miro a mis compañeros sin comprender. «¡Pero si solo los he visto una vez!», pienso. No me esperaba este nivel de agasajo.
—¡SORPRESA! —gritan a la vez que apagan las luces de la oficina y, sacando de una caja tres pasteles, comienzan a cantar «Feliz cumpleaños».
—Jefa —saluda Balta a Ivanna con asentimiento, sin embargo, ella pasa de largo sin saludarlo a él o a otro y, todavía molesta por lo sucedido en la sala de juntas, supongo; entra de malhumor a su oficina.
—¿Para mí? —insisto a mis compañeros en lo que siguen cantando y los cuatro asienten. Llevo ambas manos a mi cabeza sin poder creerlo.
¡Se pasan! Me siento contento. Para ser franco, había olvidado que hoy es mi cumpleaños. Desde que papá murió no lo celebro a lo grande.
Abrazo a cada uno al terminar de contar veintidós. «¡Veintidós!»
—Aquí entre nos, la celebración es más por haber soportado tu primera semana con Ivanna —susurra Kimi en mi oído dejándome dudando—. Nadie te daba más de dos días y el viernes que pedimos contribución, al enterarse de que no habías renunciado, todo el edificio colaboró —con ademán señala las gaseosas, los pasteles y los globos—. Solo con la aportación del quinto piso compramos dos pasteles.
Sin saber qué decir, sin tener idea de que era parte de una apuesta, de reojo me percato de que Grisel empuja con su pie una corona de flores. Alcanzo a ver una cinta con la leyenda «Descanse en paz»
—¿Y la corona? —pregunto.
—Es que los de conserjería todavía aseguraban que no veías hoy —informa Grisel con vergüenza—. Ahora le deben galletitas a los del quinto piso.
No sé cómo sentirme al respecto.
—Eres un triunfador, chico —me felicita Balta colocando un brazo sobre mi hombro y apresurándose a cambiar de tema. Al mismo tiempo, con una mueca, pide a Grisel terminar de esconder la corona y a Nora servir agua gaseosa.
—No comprendo por qué es noticia. Ivanna ha tenido otros asistentes —digo, esperando mayor información. ¡Con un demonio, la merezco!
—Ninguno en temporada de competencia —asegura Nora lista para iniciar el cotilleo. Por otro lado, ninguno puede dejar de ver la estrellita en mi frente—. Además, solo asistentes mujeres. Eres el primer chico.
Justo esa era una de mis dudas.
—¿Y qué pasó con la última asistente? —siento el valor de preguntar ya que sacaron el tema.
—Resultó embarazada —dice Kimi.
—¿Y la despidieron?
No puedo creerlo.
—No. La cambiaron a Recursos Humanos —Kimi hace un gesto de alivio—. Su nombre es Ángela. Seguro ya la conociste.
«Ella me ayudó con mi papeleo», recuerdo.
—Entonces va a regresar —asumo.
—No estamos seguro. Ivanna no quiso lidiar ni con los mareos iniciales. La mandó a cambiar en cuanto supo del embarazo. ¿Te imaginas su cara cada que la pobre Ángela pidiera permisos especiales para ir al médico? Para mí que la chica se queda en Recursos Humanos.
—Se puso feliz cuando Ivanna pidió el cambio —añade Grisel y en agradecimiento por informarme de todo les platico mi semana.
Por llamadas que atendí saben algunas cosas, sin embargo, tal como lo esperaba, me confirman que la jefa nunca había sido tan dura con alguien. Lo más «leve» que hizo conmigo es lo más cruel que alguna vez hizo a Ángela.
—Se ensañó —dice Balta.
—Es por la competencia —asegura Nora—. Hay rumores ed que el señor Rodwell te trajo aquí para vigilarla.
Casi me ahogo con un pedazo de fondant al escuchar eso. Una vez más confirmo que en Doble R no hay secretos.
«¡Cambia de tema ya!»
—No la entiendo —confieso. Nadie mejor que ellos para comprenderme—. Les juro que trato de ser agradable.
—Todos en algún momento lo intentamos.
—¿Entonces por qué es así?
¿No hay manera de ganarse a Ivanna?
Nadie contesta. Escucharon mi pregunta pero nadie, y no es de extrañarme, intenta responderla. En lo que respecta a Ivanna, solo hablan lo que les conviene.
—Será la crisis de los treinta —comenta Nora solo por decir algo.
—¿Ivanna ya llegó a los treinta? —pregunto. No se le notan.
—Los está rondando.
—¿Cuántos cumple este año? —pregunta Kimi contando ella misma con sus dedos—. ¿Veintinueve?
—Veintiocho —la corrige Nora.
—¿Qué fecha? —pregunto por simple curiosidad.
—¿Su carácter no te da una idea? —pregunta Nora y niego con la cabeza—. 4 de mayo, hijo. Es tauro.
Eso no me dice mucho. No sé de astrología, ni de mujeres, mucho menos sobre la crisis de los treinta; pero de ese modo continúa la cháchara hasta que el teléfono de Grisel suena.
—Doble R. Oficina de la señorita Ivanna Rojo —saluda, apresurándose a masticar. El teléfono la pilló con pastel en la boca—. Ajá. Ajá —Grisel mira de forma significativa al resto, como si estuviera a punto de explotar, y a eso le sigue una sonrisa pícara—. ¡Ajá! —repite—. En un segundo, señor Marinaro —añade consiguiendo que las quijadas de Kimi y Nora caigan. Se apresura a transferir la llamada—. Aló, ¿Ivanna? —saluda esta vez procurando permanecer seria—. El señor Marinaro está en la otra línea... Sí, sí, de inmediato.
Al colgar Grisel, corre hacia donde se encuentran Kimi y Nora y las tres ahogan un grito.
—¡Llamó! —dicen con muecas, procurando no hacer ruido.
—¿Marinaro? —pregunto a Balta que parece ser el único todavía cuerdo.
—Valentino Marinaro —cuenta—. El amante de Ivanna.
¿Entendí bien? Lo proceso unos segundos. Error 404 Logic Not Found.
—¿Amante?
—No es caballeroso de mi parte decirlo, pero de todas formas te vas a enterar —Balta mueve con incomodidad su cuello—. Está con él desde hace dos años.
—Entonces salen.
Escucho a las chicas reír a mis costillas.
—Amante, chico —insiste Balta—. El tipo está casado.
Ahora es mi quijada la que cae.
—¿Ivanna sale con un hombre casado?
Eso quizá lo dije demasiado alto. Es que no me lo esperaba.
—El hombre casado sale con Ivanna —interviene Grisel, defendiéndola.
—Se juntan cada que la esposa sale de viaje —dice Nora, uniéndose al chisme, que ahora es enorme... gigantesco—. Que no te sorprenda si hoy vas a casa temprano.
—Lo dudo —Me sirvo otra rebana de pastel. Necesito azúcar—. Ivanna dijo que hoy vamos a Andreatta —Balta mira con buenos ojos eso—. ¿Aceptará un pedazo de pastel? —agrego, dudando. Aún quedan cuatro pedazos del primero—. Porque le puedo llevar uno —Mis compañeros se miran entre ellos—. ¿Qué? —Les pregunto. Me preocupa haber cometido un nuevo error.
—No aceptará —asegura Grisel pareciendo hablar desde la experiencia.
—Además, de citarse con Marinaro hoy solo querrá beber agua —se burla Nora haciendo reír al resto. Aunque pronto todos se recuerdan no hablar alto.
«Valentino Marinaro». No me afecta en nada eso a mí, ¿o sí?
Aun así, sabiendo cómo empezó la mañana de Ivanna y anticipando lo malo que será el resto de mi día, insisto en tener un gesto amable con ella y llevarle pastel.
¿Por qué no intentarlo? El mismo señor Rodwell me aconsejó ser atento.
—Le llevaré un pedazo —insisto convencido de que es lo correcto.
Confiados en que esto tampoco arriesga mi cabeza, en lo que yo avanzo hasta la puerta de Ivanna mis compañeros continúan haciendo suposiciones sobre Valentino Marinaro.
Toco con temor la puerta y abro. Ivanna está en su escritorio, escribe en su computadora, ya cortó la llamada.
—Me preguntaba... —entro temeroso—. Te traje un pedazo —ofrezco dejando el plato sobre su escritorio. Es un pedazo de pastel de chocolate. Con doble capa. También tiene galletas encima.
¿Y para qué negarlo? Espero de su parte algún «Feliz cumpleaños, Luca. Perdón por olvidarlo», pero me ignora. En general parece fingir que no estoy presente hasta que, luego de unos segundos, finalmente hace girar sus ojos y habla.
—¿Te vas a quedar todo el día ahí o qué?
Y así de rápido olvidó mi hazaña en el elevador.
—No..., ya me voy —Eso no fue otro «jonrón». Entré sintiéndome tímido, me marcho sintiéndome tímido—. Espero que te guste —señalo con un gesto el plato.
—Tiene más de cuatrocientas calorías —dice Ivanna, enfadada. Todavía mira su computadora.
«¿De acuerdo?»
Me encojo de hombros e intento coger de vuelta el plato.
—Déjalo ahí —me regaña, esta vez mirándome, y por alguna razón eso me hace sonreír.
Acto seguido, coge el tenedor y lleva un trozo de pastel a su boca.
—Largo —me echa luego. Pero no dejo de sonreír porque aceptó el pastel.
Y aunque es imposible otra vez no sentirme su «achichincle», me da gusto volver a hacer algo bien. Quizá los invisibles tengan razón y ya me esté amaestrando.
—¿Y? —me pregunta Nora cuando salgo.
—Lo aceptó —anuncio, feliz.
—Por supuesto —Nora mira de forma significativa a Kimi, Grisel y Balta—, es que Marinaro es el verdadero postre —vuelven a reír.
No dejo de sonreír, aunque por lo visto luciendo incómodo, pues Balta siente la necesidad de intervenir:
—¿Qué? ¿Pensaste que los apodos son de adorno? No, chico. Esa mujer se ganó cada uno. Apenas empiezas a conocerla.
Y ese comentario, debo aceptarlo, dolió de una manera que no sé explicar. Fue como si arruinara mis esperanzas.
...
La miro a ratos mientras conduce. Desde que salimos de Doble R ninguno ha pronunciado palabra. Al fin y al cabo, mi única tarea antes llegar al siguiente destino es ocupar el asiento del copiloto.
—¿Se te perdió otra igual o qué? —me pregunta Ivanna cansada de mi mirada invasora.
—Estaba pensando —digo.
—Umm...
Eso es lo único que dice «Umm», y no sé si significa. «Está bien» o «¿Tú piensas?».
Me gustaría no sentirme tan cohibido cuando estoy con Ivanna, ser capaz de entablar una conversación, decir algo sin miedo, opinar. ¿Es imposible? Quienes parecen conocerle mejor que yo me hacen sentir que sí.
¿Qué opinaría Harvey Dent? ¿Muero siendo un héroe o vivo lo suficiente como para convertirme en villano? Lo que me lleva a considerar, ¿estar del lado del señor Rodwell es estar del lado correcto?
El vestíbulo de Andreatta está decorado con cuadros de viñedos. Como Ivanna no es de esperar, la recepcionista llama pronto a un señor de apellido «Amato» y este nos muestra el lugar. Por ser las oficinas centrales, aquí no hay viñas, pero sí bodegas y un salón de degustación.
Las paredes del lugar están ocupadas por estantes repletos de botellas y espejos, las lámparas que la adornan están hechas de botellas y las patas de la mesa principal son barriles. Una genialidad todo pero no quiero tocar nada. Si algo se estropea estaré muerto antes de las seis.
—Él es Ciro —Nos presenta Amato a otro señor con cara graciosa—. Mayordomo y encargado de la degustación. Servirá lo que pidan.
—Sí, a Luca le gusta catar vinos —dice Ivanna, despreocupada, y acomodando a un lado su bolso pide a Amato sentarse con ella en la mesa—. Es posible que en otra vida haya sido sommelier —agrega al ver que a Amato le divirtió el comentario.
De nuevo soy el entretenimiento.
Para quedar bien, no dejo de sonreír al señor Amato, gerente general de Andreatta, y hago caso cuando ordena a Ciro llevarme al otro lado de la mesa para que pruebe sus mejores vinos. Una empleada de cafetería inclusive trajo dos bandejas con quesos, dejó una con Ivanna y otra conmigo. Vamos en serio.
—Buscamos el mercado internacional, Ivanna —escucho que explica Amato a Ivanna.
—Este es fortificado, señor —me indica Ciro al servirme la primera copa.
No sé a qué se refiere con «fortificado», pero, listo para la tarea, exhalo y doy el primer sorbo. ¡Pesadito! Y mi cara lo refleja.
—¿No está bueno, Luca? —me pregunta con humor el señor Amato interrumpiendo su conversación con Ivanna.
—Bueno...
Trato de no mostrar mi desagrado. Pero lo hago mal. Y todo empeora cuando Ivanna se gira y me lanza una mirada de «¡SERÁ MEJOR QUE LO BEBAS COMPLETO Y QUE TE GUSTE!» Y eso hago
—Muy bueno, señor —felicito a Amato y me apresuro a meter un queso dentro de mi boca. Amato no deja de reír.
«¡He ahí el secreto!», comprendo pronto al saborear el queso. Si bebo un trago de vino y luego me como un queso, no se siente tan «pesado», incluso sabe bien.
—Tráeme más fortificados —pido a Ciro al terminar la primera copa.
—¿Seguro, señor? —pregunta Ciro, dudoso.
—Ciro, por favor —suelto una sonrisa de «Yo puedo con esto». No me gusta que duden de mí.
...
—Este es mi favorito —digo después de la cuarta copa.
—¿Tiene buen bouquet, señor? —me pregunta Ciro.
—¿Bouquet?
Señala la copa en mi mano.
—Aroma.
—Ah, sí. Pero yo hablo de los quesos —aclaro mostrándole el pedacito que me queda de uno color amarillo.
—Es Cheddar, señor.
—Pide a la mesera que traiga más —solicito en lo que me preparo para mi quinta copa. Voy bien. Fenomenal.
Aún mejor, además de los quesos la mesera me trae salmón y cuatro tipos de jamón. En mi vida me habían tratado así de bien. No obstante, después de la octava copa comienzo a sentir calor y aflojo el nudo de mi corbata con medio pedazo de salmón fuera de mi boca.
—¿Se siente bien, señor? —me pregunta Ciro.
—Es solo calor —lo tranquilizo.
En contra de lo dicho, al hablar siento pesada mi lengua y eso me hace reír. Es una extraña sensación de somnolencia.
—¿Informo a la señorita? —me pregunta Ciro señalando a Ivanna.
Sonrío y le pido acercarse para susurrar algo a su oído.
—Guapa, ¿no? —señalo a Ivanna—. Es mi jefa.
Ese comentario hace reír a Amato, pues, contrario a lo que esperaba, no lo expresé lo suficientemente... bajo. De hecho, estoy hablando demasiado alto. También me suelto a reír por eso.
Eso hace reaccionar a Ivanna que, a la par de tensar sus hombros al escuchar mi último comentario, gira su cabeza como si se tratara de Linda Blair en una escena de El exorcista.
Vuelvo a reír porque se ve graciosa haciendo eso.
--------
¡Moría por llegar a esta parte! jajajajajaja Prepárense porque vamos en subida a partir de este momento xD
No olviden añadir la historia a su biblioteca y/o lista de lectura para no perderse las notificaciones y leer qué tanto se le suelta la lengua a Luca :p
¡Gracias por votar!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top