El tercero



La madera crujió cuando un arañazo provino de la segunda planta de la casa. El detective Lyster subió junto con la chica a la que interrogaba. En cuestión de un instante fue como abrir la puerta a un portal extraño. La habitación solo era iluminada con el brillo de la luna, el cuarto estaba coloreado de un lúgubre color azul marino, en el piso se encontraba ryan de'trua, mellizo de la señorita kasy. Sobre el cuerpo de ryan, la sombra de un hombre de casi 2 metros de altura apretaba el cuello del joven.

El detective corrió hacía la sombra y buscó con su mano derecha su revólver, pero el sujeto era más rápido y en un segundo el cuello de ryan tronó igual que partir una nuez, otro segundo y se abalanzó contra el detective que apenas pudo esquivar un puñetazo que pudo partirle la mandíbula.

La detonación de su arma retumbó en forma de eco por toda la casa. Y aquel ser chirrió como un animal herido.

La bala había impactado en su brazo y el asesino se arrojó hacía la ventana que daba a la calle, el vidrio se partió causando un ruido estridente que chirrió en los oídos de lyster. El detective se asomó a través de la ventana hecha añicos y buscó al sujeto. Ahí estaba, de pie junto al árbol del jardín, mirándolo fijamente. La medianoche solo estaba iluminada por la luna llena, en la oscuridad solo resplandecían con fuerza sus pupilas color azul, como las retinas de un gato.

La luna se reflejó en sus ojos en ese momento, sus ojos brillaron como diamantes.

Aquella mirada causó escalofríos en la espalda de Lyster.

La niebla ascendía por los pies del hombre como serpientes, El detective levantó nuevamente su arma para disparar, esta vez no fallaría.

Un instante antes de disparar el asesino se ocultó detrás del árbol. Lyster dio media vuelta para bajar las escaleras y correr detrás del hombre pero se paró en seco cuando vio que a los pies de ryan su hermana sollozaba mientras le acariciaba el rostro.

–Vamos hermanito, por favor, reacciona. Nunca nos separaríamos, ¿recuerdas?– sus palabras se revolvían con sus lágrimas y ella lo mecía mientras le besaba el rostro.

Lyster permaneció en silencio, la garganta del cadáver había sido desencajada, incluso las vértebras cervicales habían perforado la piel. Ryan había muerto. En menos de dos días otro integrante de la familia Pakao había fallecido. El tercero de la familia.

El detective apretó los puños con rabia y sintió el frio de su arma, el asesino había huido delante de él. La siguiente ocasión estaría preparado. La policía y los forenses de Londres tardaron casi media hora en llegar y kasy estaba ausente, en shock.

Lyster pasó toda la noche pensando en los ojos de aquella sombra, esos malditos ojos. Y ese aullido monstruoso. Tres no eran coincidencia, alguien estaba asesinando a los Pakao y podía apostar que lo intentaría de nuevo.

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