"De haber podido"
Lady kasy estaba muerta, enredado entre sus dedos el detective halló una cadena de oro. El ama de llaves lo había acompañado para mostrarle el lugar y fue ella quien reconoció aquel artículo.
–Es la cadena de Mary Pakao–
Lyster estaba harto, aquello era ya una matanza y sentía la responsabilidad de encontrar al culpable. Sintió perder la paciencia pues Lady kasy era casi una niña y no merecía esa muerte.
Aferrado a la única pista reciente el detective se dirigió a la casa de Mary acompañado del ama de llaves de Magdalene Pakao. Un mayordomo atendió a la puerta con el rostro aterrado, Lyster entró a la casa sin mediar palabra. Ya la había interrogado anteriormente, pero esta vez no venía a pedir las cosas de forma amable.
– ¿Dónde está lady Mary?–
–Arriba, cuarto piso, puerta roja– contestó el mayordomo con piel pálida.
Los tres subieron las escaleras hasta dar con el cuarto que buscaban. La puerta estaba entre abierta. Al entrar, Lyster no pudo creer lo que veía. Lady Mary estaba de pie junto a la cuna de su hijo de apenas un año de edad. Pero su apariencia era completamente diferente, ya no era la guapa mujer con la que había hablado anteriormente, los músculos se apretaban dentro de su vestido desgarrado, parecía medir casi dos metros y las venas se apretaban debajo de su piel. Todo su cuerpo sudaba.
Lady Mary no apartaba su vista de la cuna. La luz del día entraba desde el enorme balcón cercano.
–Todos hemos pecado detective. Ninguno de esta generación merece perdón– sus ojos brillaban como dos carbones sacados del fuego –. Me encantaría poder platicarle más cosas, pero sería en vano, además usted debe de encontrar sus propias respuestas. Para nosotros ya no hay perdón.
Lady Mary apenas reconocible en aquel cuerpo avanzó a la orilla del balcón. Sus ojos seguían mirando a su hijo.
–Pero tal vez, nuestros sacrificios limpien el camino de la siguiente generación. Cuando crezca díganle que lo amé, que de haber podido, habría hecho las cosas diferentes.
Su mirada finalmente abandonó al niño en el instante en el que saltó. Su cuerpo golpeó las baldosas y todos sus huesos crujieron por dentro.
Muchos años después aparecería la genética forense, esa herramienta habría servido para aclarar muchos cabos sueltos. Pero en aquellos años la policía y los periódicos se encargaron de anunciar el evento como "El suicidio de la asesina en la familia Pakao".
Sobrevivían 3 hijos de la anciana. La fortuna se repartiría en una tercera parte para cada uno. El detective miró como la sociedad se conformaba con una culpable sin responderse el "¿por qué?". Incluso fingiendo indiferencia lo único que esperaban los herederos es que la anciana Pakao muriera. Querían aparentar desapego al dinero, pero en sus ojos se podía ver como hacían cuentas y planes con la parte que les tocaría. Magdalene Pakao (como si adivinara sus intenciones) no moría. Se aferraba día con día a un hilo de vida.
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