🔪13🔪
Anteriormente en el asesino de la carretera...
—Si no es mucho inconveniente, quería que viera la foto de esta persona. —De entre su gabardina extrajo la foto de Katsuki Bakugo, la desplazo por la mesa hasta que ella la tomo entre sus dedos. —¿Lo conoce? ¿O hace familiar?
—Su carita me suena... —Inclino a un lado su rostro, pensativa. Su expresión se llenó de iluminación cuando pareció recordar algo. —Por supuesto, es el niño que salió herido de gravedad en el campamento que fueron mis hijos hace años.
—¿Herido de gravedad?—, pregunto. —¿Sabe si tuvo relación alguna con sus hijos o con el niño de cabello verde de aquí?—le tendió la otra foto, la cual le pertenencia y por encima de la foto le señaló al pequeño Izuku con su dedo índice.
—Solo sé que el pequeño se callo y se dió en la cabeza, y tuvieron que llevarlo de emergencia a el hospital.
13. Recuerdos de presa.
Despierta unas cuantas horas luego del mal sueño que tuvo su amado Kacchan. Prepara todo, sale de ahí, no antes de asegurar al cenizo a la cama.
Se dirige a el almacén a fuera del edificio del comedor del campamento. Ahí en ese cobertizo se coloca en la espalda el contenedor de las flechas, toma el arco y sale con su ropa de camuflaje. Listo para cazar, la comida ya estaba comenzando a acabarse, sobre todo la carne. Y tenía muy presente que Katsuki llevaba una dieta con grandes cantidades de proteína.
Logro percibir a una pequeña bola de pelos color café, con manches negras en su pelaje. Sus piernas eran ricas y nutritivas según lo que había leído pero...
Los conejos jamás serían presas suyas, le recuerda mucho a el que ellos dos cuidaron en ese mismo lugar y esos mal nacidos mataron de forma tan cruel.
—Es lindo ¿verdad, Kacchan?—. Cuestionó el más bajo, mientras tenía a la bolita de pelos acurrucada en su regazo.
—No. Es feo.
—Tu forma de mirarlo dice que es bonito. —Sonrio tímido, al ver el sonrojó asaltar las mejillas pálidas de su amigo.
—¡Cállate, no me gusta el conejo!
—¿Entonces porque lo ves como si te agradará?—, preguntó confundido.
—Porque a qu-quien...
—¿Qué dijiste?—, se acercó para escuchar mejor, Kacchan estaba hablando por lo bajo y eso era muy raro.
—¡Dije que te miro a ti no a la estúpida bola de mierda!
Eso hizo que el corazón del iris pantano se abrieran en asombro, un calor inaudito y reconfortante se le esparció por todo el pecho.
Era más lindo esa sensación que el conejo en su regazo, o como se siente cuando lo acaricia.
—Ka-kacchan...
—¡Tengo sed iré por algo para tomar!—se levantó y salió corriendo, lejos del corral del conejo dejando a el de chinos con un sabor dulce en la boca, pero con latidos incómodamente gratificantes zumbando en los oídos.
Midoriya vio como su amigo se alejó a paso veloz. En la distancia logro percibir el color bermellón que le cubría hasta las orejas y cuello. Nunca había visto esa expresión en su rostro, y eso que creía haberlas visto todas. Que en su mayoría eran de irá y enojo.
Pero extremadamente, ese nueva expresión era de molestia, pero una que le gustaba más que las demás, porque tenían el apiste de nerviosismo y emoción añorante. Por lo brusco de su alrededor la pequeña criatura se levanto pero Izuku con caricias en su cabeza, detrás de las largas orejas y lomo termino por regresarle el sueño.
Pasaron unos cuentos minutos, y pareció escuchar como se acercaba alguien entre los arbustos. Venia de la misma direccion que tomo Katsuki. Miro esperando ver esos vibrantes iris carmín destellando al verle, su cabellera algo sudada pegarse a su frente y cienes, pero sin perder ese volumen que lo hacia estar en apuntando a todas partes. Definitivamente, a Midoriya él le parecía al chico mas atractivo del campamento...
No de todo el mundo.
Fue muy mala su sorpresa al ver como esos 3 hermanos habían dado con su lugar secreto, donde las primeras semanas había acatado como su refugio para que no le hicieran nada, al no dar con él, ni se meterían con Kacchan causándole problemas con los asesores porque el los molería a golpes. No quería ser una carga para su preciado amigo.
Espantado, tomo al pequeño conejo entre sus antebrazos, entre tropezones y trato de huir de allí. Pero no pudo, después de todo él seguía siendo un niño delgaducho, sin fuerza, mucho menos rapidez. Sus piernas eran espaguetis al igual que sus brazos.
—¡No suéltenlo!—, no sabía de dónde provenían ese valor para ordenarles algo, a lo mejor era miedo de perder algo tan preciado y que le da sentido a su miserable vida. —¡Él no tiene la culpa de nada!
—Claro que si tiene, —sin mirarlo siguió tomando al conejo de las orejas mientras sus dos hermanos lo sostenían por cada pata. —Cometió el grabé error de hacerse amigo de una escoria como tú.
Las lágrimas quemaban en sus pupilas, al igual que eran tantas que apocaban su vista. Talvez eso era lo mejor, si no veía podría dejar de sentir tanto con su corazón acelerado por la ira y preocupación.
—¡DIJE QUE LO DEJARÁN!—, grito tomando la atención de esos niños que los molestaban y seguían hasta el cansancio para hacer de su día a día un nuevo infierno.
—¿Te atreviste a darme una orden?—, con un tono de ultratumba dejo libre las orejas del pequeño roedor.
Este llegó hasta Izuku y lo tomo con una sola mano por la cara, apretando sus mejillas, clavándose como estaca esas uñas en su carne. El pecoso estaba amarrado a un árbol. Ya había recibido su porción de golpes, porque había intentado proteger el conejo atrapándolo contra su pecho, y tirándose al suelo para solo recibir él los daños colaterales.
Siguió buscando, camino entre las irregularidades y de su costado vio pasar algo.
Un ganso.
Metió una de la flechas entre su dedo y la cuerda, cerró uno de sus ojos y apunto. La flecha se deslizó de su toque y menguo en la tenzada cuerda. El sonido de lamento entro por su oído, y le hizo cerrar los párpados con pesar, podría ser un asesino a sangre fría, pero lo más puro en este lugar que tiene vida, son los animales.
Llegó hasta el ave blanca, seguía agonizando. Se inco a su lado, juntó sus manos y las acercó a su cara. Agradeció para que la carne del ganso que se convertiría en comida fuera bendecida. Y luego de ello, con una punzada de culpa le cortó el cuello, para acabar con el sufrimiento de la indefensa ave.
Lo dejo colgando de una rama, con la garganta abierta. Debajo de este un balde de metal siendo llenado por el líquido rojo. El río están cerca, oía las aguas muy claramente.
Buscando deshacerse de ese doloroso sentir, de esos recuerdos. Se quitó la ropa, la blanca piel salpicada de manches por doquier, era alumbrada por los primeros rayos de un sol más animado. Más calientes y abrazadores.
Entro poco a poco, paso a paso. Presenciando el frío calar en su piel, herizando sus bellos y hasta haciendolo tiritear. Si había restos de sueño, la helada agua del río ya había disipado cualquier rastro de ellos.
El agua cubrió más arriba de su ombligo, la cristalina sustancia reflejo algo turbulentas su imagen. Seguía viéndose como un chico desadaptado, enclenque y debilicho. Pero la delgado ocultaba su habilidad para ser escurridizo y ágil.
Sobre los mililitros de piel pálida pecosa adornaban –de forma desinteresada– cicatrices de todo tipo. Desde quemadoras de cigarro, metal, cortes, cuerdas, cuero, uñas, madera, golpes, hasta los aparatos eléctricos con los que los policías te paralizan.
Eres repulsivo. Al menos ante sus oscuros y vacíos iris arbusto.
Luego de un rato, salió sintiendo bien recibido el calor del sol y se procedió a vestir. Tomo el arco, carcaj, mochila, en su hombro acarreo el cuerpo del ave, y con su mano llevo la cubeta llena de sangre. La usaría después, y de ser necesario en el camino de regreso al campamento.
•Nota de autora•
De nuevo sin adelanto, porque aún no tengo claro como proseguiremos, pero lo importante es que seguirá. Aunque me cuesta más de mi estabilidad emocional, de horas del día a día, o desatender alguna actividad importante.
No tengo mucho que decir así que, solo lo siento no ha... Sido facil todo lo que me ha sucedido, sobre todo por la escuela. Es lo que más me está tratando de tirar las montañas de cosas bien que he intentado hacer bien por todo esté más.
Perdón, de verdad y gracias. Por aún estar aquí.
Recuerden comentar y votar es amor, gracias por leer.
Maleficent ✨🖤 y mamá pequitas 💚✨ ¡Fuera!
PD: Dejo a este Deku que me recordó al que se metió al río a bañarse.
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