Capítulo 7
—Sé lo que estás pensando, Ali —afirma, luego de soltar una risa nerviosa que sólo consigue intranquilizarme aún más—, pero no. Yo, no soy, la asesina.
Por alguna razón, siento como si el aire empezara a faltarme de repente. Lo admito, me duele desconfiar de Jess, sobretodo porque nunca, en casi diez años de amistad, me dio motivos para hacerlo, no obstante, todo éste tema de los crímenes, las víctimas y el «Asesino Arcoíris», me tienen con la cabeza hecha un lío. Es como si ese psicópata hubiera encontrado la manera de jugar con nuestras mentes, haciéndonos desconfiar incluso de nuestra sombra, ¿qué clase de demente logra manipularnos así?
—Sin embargo, entiendo tus razones para dudar de mi —continúa—. Yo también lo hice cuando me di cuenta de que todas las muertes parecen… estar relacionadas conmigo.
El miedo en mi interior no hace más que aumentar, sin embargo, mi sexto sentido me dice que debo confiar en Jess. Ella no sería capaz de hacer algo así y, si lo hubiera hecho, seguro que no estaría tan asustada como ahora. Sólo hace falta verla para saber que tiene miedo y no de ella, sino de sus pensamientos. He comprobado que nuestra mente puede llegar a ser muy peligrosa, sobretodo cuando ésta decide volverse contra nosotros.
Trago saliva con fuerza y, decidida a enfrentar mis miedos de una vez por todas, le hago frente a Jessie.
—¿Qué te hace creer que tú eres la conexión entre las víctimas?
—Por favor, Alissa, es más que obvio. Marlenne me odiaba más a mí y ya sabemos qué pasó; Tonny y yo íbamos a terminar justo cuando él desapareció; y Britanny… Britanny murió luego de discutir conmigo, ¿no sientes que está más que claro? La conexión entre los tres… soy yo.
Aunque quiera, no puedo negar que Jess tiene razón en algo y es que todas las supuestas «pistas» conducen a ella. Es como si el asesino se hubiera tomado la molestia de investigar cada paso que daba, con la misión de encontrar algún detalle que nos obligara a relacionarla con los crímenes, lo cual me resulta ilógico y sin sentido. ¿Quién, en su sano juicio, trabajaría tanto para esto?
Alguien que pretende desviar la atención hacia otro lado.
Eso tiene mucho sentido. Si el plan fuera incriminar a Jess, todo el esfuerzo de ese lunático valdría la pena. Así como yo lo he hecho, todos la acusarían a ella y él, quedaría libre y sin recibir ningún castigo. ¿Será que de eso se trata todo éste teatrito?
Miro a Jess a los ojos y no necesito ninguna otra confirmación. La conozco incluso más que a mí misma y sé que ella también está aterrada. Por su semblante, puedo asegurar que no miente y que le debe estar resultando muy confusa toda ésta situación. ¿Quién podría ensañarse tanto contra alguien que nunca le hizo daño a nadie? ¿Cuál fue el error que cometió para merecer todo esto?
—Creo… que ya debería irme —anuncia de golpe.
Mi ceño se frunce al oírla, sin embargo, aunque intento convencerla de quedarse, Jess se niega, así que no me queda otra opción, más que dejarla ir. Quizás necesite algo de tiempo a solas para pensar y poner en orden sus ideas. No lo voy a negar, es lo mismo que yo necesito. Sólo necesito un poco de tiempo para asimilar todo y reafirmar mi idea de que ella no puede ser la asesina.
Sin más qué decir, acompaño a Jessie hasta la puerta y me despido de ella con un abrazo, sin embargo, en cuanto se separa, una extraña sensación se instala en mi pecho. Es como una opresión que apenas me permite respirar. Y aunque sí, no parece representar un problema físico, no significa que no sea molesta.
Ni siquiera noto el momento en el que se para a mitad de la calle, sólo consigo reaccionar cuando se gira hacia mí y levanta su brazo con «entusiasmo», en forma de despedida. Su sonrisa no deja de ser deslumbrante, no obstante, hay algo extraño en su mirada que hace que la presión en mi pecho, aumente. Por primera vez, siento que no la reconozco. No puedo describirlo con palabras, pero es una sensación nueva y desconcertante para mí, como si en la cabeza de Jess hubiera un pensamiento que nunca antes estuvo ahí.
Suspiro mientras observo como su figura se aleja y, sin dudarlo, vuelvo adentro. El calor del departamento no tarda en recibirme, sin embargo, ese calor no es suficiente para calmar el leve frío que se ha instalado en mi cuerpo, un frío que parece estar relacionado con la opresión en mi pecho, como si aquello fuera uno de mis ya conocidos malos presentimientos, excepto que éste, pinta a ser el peor de todos.
Aún con esa intranquilidad que me domina, me tiro boca arriba sobre mi cama mientras pienso en todo lo que pasó hoy. Apenas tuve tiempo de asimilar lo de Britanny cuando Jess vino a verme. Y de alguna forma, logró preocuparme con sus sospechas, al punto en el que ahora, me afecta más su situación que la muerte de la chica que representó tanto en mi vida.
Mis ojos empiezan a cerrarse debido al cansancio. Y decidida a olvidarme de todo esto por un rato, bostezo y me dejo arrastrar hacia el mundo de los sueños.
Abro mis ojos con pesadez ante el molesto sonido de mi celular, el cual parece decidido a no callarse nunca. Me remuevo con pereza y voy palpando todo a mi alrededor, en busca del aparato que insiste en seguir sonando. Mientras más lo busco, más me voy despertando y así es como consigo darme cuenta de que es el tono de una llamada.
Tras varios segundos, al fin, lo encuentro a un lado de mi almohada. Ni siquiera leo el nombre en pantalla, sino que respondo de inmediato, con la esperanza de reducir la duración de la llamada tanto como sea posible.
Sin embargo, la respuesta nunca llega.
—¿Hola? —vuelvo a preguntar, aún algo adormilada, sin embargo, la respuesta sigue siendo la misma: nada—. ¿Bueno? ¿Hay alguien…?
A punto de colgar, un extraño sonido se presenta al fondo. Me toma un momento, pero logro reconocerlo casi a la perfección. Suena como si alguien sollozara, pero… se escucha muy… lejos…
Mis ojos se abren con asombro al prestar más atención. Y todo rastro de sueño o somnolencia que pudiera tener, se esfuma de inmediato al reconocer de quién es el llanto.
—¡¿Jess?!
Confirmando mi sospecha, su llanto se intensifica, permitiéndome apreciar bien la tristeza en su voz.
—Jess, ¿qué pasa? ¿Qué sucedió? —pregunto, con el corazón en la garganta—. Jess, háblame, sólo dime, ¿qué tienes?
—Perdóname, Ali…
¡¿De qué rayos habla?! ¿Perdonarla? ¡¿Por qué?!
—Perdóname, pero no voy a permitir que más personas mueran por mi culpa…
¡¿Qué demonios está pasando aquí?!
—Jess, no te entiendo nada, ¿puedes explicarme? —El aire empieza a faltarme de repente, como una señal de que esto no puede ser nada bueno—. ¡Sólo dime de qué demonios estás hablando!
Sin embargo, la línea vuelve a quedarse en silencio. Por más que insisto, no logro escuchar ninguna respuesta de su parte, lo cual sólo consigue que el pánico empiece a apoderarse de mí.
—¡¿Jess?! ¡Jess! ¡Sólo háblame, maldita sea!
—Nunca olvides cuánto te quiero…
Y después de eso, corta la llamada.
Durante algunos segundos —Que para mí, se sienten como horas eternas—, me quedo mirando la pantalla de mi celular, con la esperanza de que haya sido un sueño, sin embargo, mi propia mente me hace entender que todo lo que acaba de pasar, fue real, así que en cuanto reacciono, empiezo a marcar el número de Jess, pero sucede lo que más temía y me manda al buzón de voz, señal de que apagó su teléfono.
Esa horrible sensación que he tenido en el pecho desde que la vi marcharse, se intensifica, al punto en el que ni siquiera puedo respirar sin sentir que me aprietan el corazón. Tengo mucho, mucho miedo y aunque intento calmarme, no lo consigo. Todo lo contrario, mi pánico aumenta cuando el mismo malestar se instala en mi estómago, como una clara señal de que sí, algo muy, pero muy malo, está por suceder.
Sin dudarlo, me levanto de un salto y, tras tropezar un poco al ponerme los zapatos, salgo corriendo en dirección a la parada del autobús, para después, subirme al primero que aparece. Bien podría llegar a la casa de Jess caminando, pero eso me tomaría más de una hora y lo que menos tengo ahora es tiempo. No importa si debo gastar el poco dinero que me queda en el pasaje, sólo me interesa llegar lo más rápido que pueda.
Tranquila, Jess, ya voy para allá…
Veinte minutos después, me bajo de un salto y corro las pocas calles que me separan de su casa. Siento el corazón en la garganta, pero ya no sé si es por el repentino esfuerzo físico o por ese intenso malestar que no ha hecho más que crecer en todo el tiempo que me tomó llegar hasta acá. Si antes lo dudaba, ahora lo confirmo, esto sólo puede ser un mal presentimiento que me indica que está a punto de ocurrir la peor de mis desgracias.
El cansancio amenaza con obligarme a descansar, sin embargo, cuando visualizo a lo lejos la casa de Jess, utilizo la poca energía que me queda y aumento la velocidad, tanto que termino de cortar la distancia en menos de diez segundos.
Apenas llego y empiezo a golpear la puerta con desesperación, mientras hago esfuerzos sobrehumanos por respirar bien, lo cual no resulta, pero al diablo eso. Continúo golpeando con insistencia hasta que la puerta se abre, dejándome ver una figura alta que reconozco bastante bien.
—¿Alissa? —pregunta, mirándome con confusión, mientras me agacho para intentar recuperar algo de aire—. ¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien?
—Connor… —balbuceo, de forma inentendible— ¿Dónde…? ¿Dónde está… Jess?
—¿Jess? Bueno, ella está en su habitación, ¿por qué…?
Sin darle tiempo a terminar, lo empujo y me abro paso por su casa sin pedir permiso. En otras circunstancias, seguro me hubiera sentido muy avergonzada por hacer algo así, pero ahora no me importa, así que corro por el lugar —Que ya conozco de memoria— y me dirijo a la habitación de Jess.
Apenas la encuentro y hago el intento de entrar, no obstante, mi temor aumenta al ver que la puerta tiene puesto el seguro. Batallo un poco más para abrir, pero es inútil, así que opto por comenzar a golpearla con la misma insistencia de antes, sin embargo, ésta vez no surte ningún efecto, pues nadie sale a abrir.
—¡Jess! ¡Soy yo, Alissa! ¡Ábreme! —De nuevo, no obtengo respuesta. Y aunque lo intento, no logro evitar que el pánico y la desesperación se apoderen de mí—. ¡MALDITA SEA, JESSIE! ¡SÓLO ÁBREME DE UNA VEZ!
Nada. No recibo ninguna respuesta de su parte.
—¿Qué es lo que pasa, Alissa? —pregunta Connor, parándose a mi lado. Y así, una nueva idea se me ocurre.
—Connor, ¿tienes otra llave de ésta puerta? —Durante un momento, se queda pensando en ello, disminuyendo así mis esperanzas.
—Yo no, pero mis padres sí.
—Ve a buscarla, por favor. Es muy urgente —suplico, a lo cual, él asiente y se va.
Continúo golpeando la puerta y llamando a Jess, sin embargo, mis energías van disminuyendo con cada segundo que pasa, así que recuesto mi cabeza sobre la madera con desilusión, no obstante, el sonido que llega a mis oídos, me hace levantar la mirada y pegarme más a la puerta, ésta vez, con la intención de escuchar mejor.
Reconozco la canción. Sé que es una de sus favoritas, sin embargo, el hecho de que esté tan fuerte, me desconcierta. A Jess nunca le ha gustado escuchar música a todo volumen y saber que ésta vez lo está haciendo, sólo consigue que la opresión en mi pecho aumente y que ese mal presentimiento, se instale con más fuerza en mi interior.
Mi debilidad aumenta y siento que estoy a punto de desmayarme, pero entonces, aparece Connor con un llavero en la mano. Sin dudarlo, me hago a un lado y él quita el seguro de la puerta, pero de nuevo, acabo empujándolo y sin siquiera preguntar si puedo hacerlo o no, abro la puerta de golpe y me adentro a la habitación de mi mejor amiga.
Las lágrimas nublan mi vista al punto en el que apenas logro distinguir algo. Y en ese instante, mi mundo entero parece caerse a pedazos.
—No, no, no, ¡no!
Corro hasta su cama y al estar junto a ella, la tomo en mis brazos mientras la llamo repetidas veces, sin embargo, no reacciona, lo que me confirma que está inconsciente.
Mi mente parece desconectarse y apenas logro procesar lo que pasa a mi alrededor. Continúo sacudiendo su cuerpo con desesperación, mientras le grito que, por favor, pare con la broma y que ya despierte, porque en verdad, me está asustando, no obstante, nunca la veo reírse por haber conseguido su objetivo; nunca la veo levantarse y decirme que sólo estaba jugando y mucho menos veo sus ojos mirándome, mientras me dice que soy una tonta por caer tan fácil. Nada de eso sucede. Y mientras los segundos pasan, siento como mi corazón va quebrándose en trozos cada vez más pequeños.
En mi intento por hacerla reaccionar, mi vista queda estática en lo que hay junto a ella. Con cuidado de no soltarla, tomo el frasco y una lágrima se resbala por mi mejilla cuando me quedo mirándolo y confirmo que mis peores pesadillas, al final, sí se hicieron realidad.
Son las pastillas que su mamá toma para poder dormir.
Y la estocada final la recibo al mover el frasco y ver que éste está a la mitad, cuando siempre ha estado lleno hasta casi reventar.
Por varios segundos, me quedo contemplándolo como si fuera algo preciado, cuando en realidad, es todo lo contrario, pues se siente como si estuviera sosteniendo una pistola o una navaja, con la cual acabaran de asesinar a una persona. Eso es lo que siento al tenerlo en mis manos. Y tengo que admitirlo, es una sensación horrible.
Antes de poder arrojarlo lejos, alguien me lo arrebata de la mano y cuando miro hacia arriba, me encuentro con el rostro confundido y aterrado de Connor, quien mira el frasco de la misma forma que yo lo hacía hasta hace unos segundos. Y, al igual que conmigo, una lágrima se desliza por su rostro cuando entiende lo que significa.
—No es cierto, no es cierto… —repite, una y otra vez, mientras toma el rostro de su hermana e intenta alejar los mechones de su cabello—. ¡No es cierto! ¡Jess, mírame! ¡Dime que no es cierto! —grita, con la respiración agitada.
Al ver que no responde, Connor se aleja y se queda estático un momento, sin saber qué hacer o hacia dónde correr. Sé lo que se siente, pues yo estoy igual, sin embargo, la parte lógica de mi cerebro aparece y un solo pensamiento se atraviesa por mi cabeza.
—Connor… —lo llamo, pero él parece estar en shock—. ¡MALDITA SEA, CONNOR! ¡ESCÚCHAME! ¡LLAMA A EMERGENCIAS! ¡PERO HAZLO AHORA!
Mis fuertes gritos lo hacen reaccionar y abandona la habitación corriendo, supongo que en busca de un teléfono. Su reacción sólo me confirma que él tampoco sabía nada; él tampoco imaginó que algo como esto podría pasar.
Un sinfín de preguntas empiezan a atacarme de forma cruel, sobretodo porque no tengo respuesta para ninguna de ellas. ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué Jess cometería semejante idiotez? ¿Qué la orilló a hacerlo? ¿Qué clase de pensamientos pasaron por su cabeza como para que sintiera que esto era lo mejor?
Perdóname, pero no voy a permitir que más personas mueran por mi culpa…
Nunca olvides cuánto te quiero…
Sus últimas palabras, suenan como un eco dentro de mi cabeza, un eco que me tortura y me muestra la razón por la que Jess eligió éste destino.
Mi vista vuelve a nublarse tanto que no consigo distinguir nada más allá de su figura, que sigue recostada en mis brazos. El infierno que Jessie debió haber vivido minutos antes de tomar ésta decisión, fue provocado por la maldita idea de que todo era su culpa.
Jessie lo hizo porque creyó que así nos protegería…
Mi garganta parece cerrarse en ese instante, impidiéndome respirar con normalidad. Lo único que puedo hacer es aferrarme con más fuerza a su cuerpo, antes de soltar un estruendoso grito que debió escucharse por toda la casa, seguido por el mar de lágrimas que no he derramado en muchos años. No cabe duda de que esto compensa todas esas veces en las que quise llorar, pero me negué a hacerlo.
Si es que quedaba algo de mi pequeño mundo, éste termina de derrumbarse sobre mí al ser consciente de la situación real. Mi mejor amiga, mi hermana, mi otra mitad, yace en mis brazos inconsciente, mientras la vida se escapa de su cuerpo con cada segundo que pasa. Estoy a punto de perder a la persona más importante que me queda y, aunque quiero, no puedo hacer nada para impedirlo. El tiempo es el único que puede ayudarme y salvarnos a las dos, pero éste continúa su curso, sin darme la oportunidad de correr por la vida de mi amiga. En otras palabras, el tiempo puede ser mi único enemigo y, al mismo tiempo, el mejor de mis aliados.
—Por favor, despierta… —susurro, en medio del llanto, mientras abrazo su cuerpo tan fuerte como puedo. Temo que éste pueda desvanecerse en el aire o que alguien venga y me la arrebate para llevársela de mi lado. No quiero eso, así que continúo apretándola tan fuerte como mis brazos me lo permiten, con la esperanza de que así, vuelva a mí—. Quédate conmigo, Jess… de verdad te necesito…
No me dejes… porque ya no sé cómo vivir sin ti…
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top