Capítulo 25

Maratón 2/4

Todo a nuestro alrededor se queda en silencio. Es como si hasta el tiempo se hubiera detenido, transformando los segundos en interminables horas que parecen no tener final, “horas” en las que mi malestar no hace más que empeorar. Siento que todo mi cuerpo está a punto de colapsar, incluyendo mi corazón, el cual bombea tan rápido que temo sufrir un infarto, pero lo peor no son las molestias físicas, sino saber que sólo son un cruel recordatorio de que las cosas están a punto de agravarse…

Oh, sí, esto aún puede ponerse mucho peor…

—¿Sabes qué? Al diablo todo.

Un fuerte grito se escapa de mi garganta en el instante en que cambia de posición de forma abrupta, tomándome por el cuello con demasiada brusquedad. A punto estoy de golpearlo para que me deje ir, sin embargo, me detengo al percibir la presión que su brazo ejerce sobre mi garganta, impidiendo que el aire llegue a mis pulmones con normalidad.

Casi por inercia, me sostengo de él al sentir que me asfixio, detalle que pasa a segundo plano en el momento en que un objeto se posiciona justo a un lado de mi cabeza. Puedo sentir lo frío del material sobre mi cabello y el pánico se apodera de mí cuando me doy cuenta de que seguro es el arma que, hasta hace un momento, se encontraba en mi cintura. Las lágrimas inundan mi visión y por mi propio bien, elijo ya no luchar y quedarme tan quieta como pueda.

O por lo menos, tanto como el temblor de mi cuerpo me lo permita.

En un intento desesperado por tranquilizarme, volteo a ver a Jessie en busca de consuelo, sin embargo, es lo que menos encuentro al observar su rostro, el cuál sólo muestra una extraña mezcla entre asombro, duda, incredulidad y, la peor de todas, miedo… un miedo tan profundo e intenso que la mantiene petrificada, incapaz de moverse o reaccionar a lo que, frente a sus ojos, acaba de pasar.

—¿Cómo te enteraste? —pregunta, aunque no obtiene una respuesta. Sin dudar, presiona el arma con más fuerza en mi cabeza, lastimándome y haciendo que suelte un espeluznante chillido de dolor, el cual le sirve a ella para despertar un poco y salir del asombro— Hermanita, por favor, no quiero lastimarte. Sólo dime lo que quiero saber y así, nadie saldrá herido, ¿de acuerdo?

Y así, sin más, los brillantes ojos de Jessie se llenan de lágrimas, mientras intenta procesar lo que acaba de descubrir.

—Dios mío… fuiste tú… —susurra, a punto de llorar, cubriéndose la boca con ambas manos para ocultar su sorpresa— entonces… él… ¡él tenía razón! Y yo… yo… yo no… yo no quise creerle… no le creí, ¡porque confiaba en ti!

—¿De quién hablas? ¡¿Qué mierda te dijeron?! —exclama Connor, con fuerza, sobresaltándonos a ambas, haciendo que yo me aferre con más fuerza a su brazo, mientras Jess traga saliva con gran dificultad. Está asustada y tiene motivos de sobra para eso.

—¿Recuerdas… el día que… que salí del hospital? —balbucea, esforzándose por controlar el temblor en su voz— Ese día, yo… ese día, recibí una llamada…

—¿Cómo que llamada? ¿Qué llamada? ¡Maldición, Jessie! ¡¿De qué demonios hablas?!

Durante varios segundos, no responde. Parece que sólo se concentra en recobrar el aliento, no obstante, cuando la veo enderezarse y tomar una buena bocanada de aire, entiendo que se viene una confrontación digna de una telenovela. Se está armando de valor y eso sólo puede significar que aún hay muchas cosas que debe decir, cosas que, tanto Connor como yo, desconocemos.

—¿A que no adivinas de quién se trataba? —susurra, mientras una lágrima se desliza con lentitud por su mejilla, gesto que me parte el corazón. Odio ver a Jessie llorar y menos cuando es gracias a un monstruo como su hermano— Era Danny… tu mejor amigo. Fue él quien me habló ese día…

El agarre de Connor se intensifica al oírla, confirmándome que está cada vez más nervioso y, sobre todo, asustado, lo cual me preocupa. Ya nos dimos cuenta de que es un maldito psicópata al que no le importó cometer tantas atrocidades, entonces ¿cómo reaccionará si se ve acorralado? Podría ser capaz de cualquier cosa. Incluso podría cometer una locura de la que después se arrepienta, pero ya será muy tarde, ¿y si lastima a Jessie como lo hizo con Danny?

Me niego a permitir que eso suceda.

—Basta, Jessie, por favor… —suplico, entre jadeos, ya que se me dificulta mucho hablar debido al agarre en mi cuello— s-sólo vete… y-ya n-no sigas, por favor…

—No me iré de aquí sin ti, Ali, tranquila —susurra. Y por segunda vez desde que la conozco, los papeles se invierten. Siempre he sido yo quién intenta darle fuerzas a ella, pero ahora, es al revés, ya que con su tono, busca transmitirme calma, como si quisiera inyectarme confianza y eso sólo hace que más lágrimas se acumulen en mis ojos—. Todo va a estar bien…

La realidad me golpea de repente al entender que no, nada va a estar bien.

—Sálvate tú, Jessie, por favor —susurro, por lo bajo— Connor jamás me dejará salir de aquí con vida. Él mismo lo dijo. Mi destino… está sellado, pero no el tuyo. Hazlo por mí, ¿sí? Es mi último deseo… sálvate tú.

Puedo ver el miedo en sus ojos y no es para menos, yo estoy igual, sin embargo, elije ignorarme y seguir con el plan inicial.

—Danny se escuchaba muy asustado… ¿y sabes qué? Quizás tenía razones para estarlo… —continúa, ignorando mis débiles jadeos— me dijo que “creía” haber descubierto la identidad del “asesino Arcoíris” y que ahora, temía estar en peligro por eso.

»Por extraño que parezca, decidió hablarlo conmigo y no contigo… que eras su mejor amigo. Incluso me pidió que nos viéramos, pero ¿cómo podría, cuándo nuestros padres me tenían encerrada en casa? ¿Recuerdas que el señor me prohibió las visitas? Nuestra madre tampoco dejaba que nadie se me acercara, ni siquiera Alissa, mucho menos él. Por eso… fue por eso que Danny acabó trepando hasta mi ventana…

—¿Quieres decir que…?

—Sí… tuviste toda la razón al decir que habías escuchado ruidos extraños en mi habitación esa noche. Era porque Danny estaba ahí, sólo que se escondió para que tú no lo descubrieras. No entendí por qué, si tú eras su mejor amigo, pero era decisión de él y yo debía respetarla, ¿no?

»Cuando saliste, él también abandonó su escondite y comenzó con su historia. Estaba mal… debiste verlo, estaba asustado y muy trastornado, tenía miedo… dijo que había encontrado varias “pistas e indicios” que, al final, acabaron llevándolo hasta a ti y que por eso, tenía el presentimiento de que tú habías estado relacionado, sobre todo con la muerte de Marlenne y la de Britanny…

»Por su puesto… yo me negué a creer ese disparate. ¡Tú eras mi hermano! Y mi hermano sería incapaz de lastimar a alguien, ¿verdad? O eso fue lo que pensé… incluso intenté convencerlo de que seguro estaba equivocado, pero no lo logré y menos cuando me habló de unas flores que había encargado para Ali, ¡por orden tuya! Las flores no lo fueron todo… lo que de verdad alarmó a Danny, fue el hecho de que, quizás, “por casualidad” eran del mismo color que la manta que te había visto comprar unos días antes, en una tienda desconocida y ubicada en medio de la nada, donde no habían cámaras de seguridad ni ningún testigo que pudiera reconocerte luego…

»Pero yo fui tonta… y continué negándome a creer en sus sospechas, porque creía más… en ti… yo no… no… no imaginé que sería eso lo que acabaría perjudicándolo… debí haberlo detenido… debí evitarlo… pero no hice nada cuando me dijo que intentaría encontrar otra pista… otra pista que te conectara a ti con los hechos… y que cuando la tuviera, volvería a buscarme y me demostraría que no estaba equivocado, que la equivocada… era yo.

»Por desgracia… Danny desapareció unos días después, antes de encontrar ese “indicio” que tanto buscaba… desapareció sin dejar pistas o un mensaje oculto, como hacen en las películas. No hubo nada de eso… él sólo se fue, sin dejarme nada que confirmara o desmintiera su hipótesis. Se fue… pero no sin dejar sembrada la duda en mí.

Mis suposiciones de antes, empiezan a tambalear al escuchar la versión de Jess. Dijo que Danny desapareció días después de que ella saliera del hospital, pero yo también desaparecí “unos días después” de eso, entonces ¿significa que Danny no pasó mucho tiempo encerrado aquí, como yo creía? ¿Y qué hay de los demás? ¿Habrán vivido varios días en éste mismo infierno? ¿O es que acaso Connor eligió reservar ésta tortura sólo para mí?

Ahora no puedo confiarme de ninguna opción…

—¿Sabes qué? —Es Jessie, quién decide retomar la palabra— No le creí a Danny porque elegí creerte a ti, hasta que encontraron el cuerpo de Anna. Digo… todos conocíamos tu historia con ella, ¿era casualidad? Pensé que sí, hasta que me enteré de que su cuerpo estaba envuelto en una manta de color verde, justo como Danny dijo. Incluso el diseño era igual al que él describió, entonces… ¿cómo sabría tantos detalles, si lo que dijo no fuera real? Fueron ese y otros “acontecimientos” los que me llevaron a creer que él tenía razón en algo… quizás no en todo, pero sí en una parte.

»Además, aún había algo que me inquietaba… ¿por qué Danny desaparecería justo cuando empezó a desconfiar de ti? No tenía sentido, a menos que él estuviera en lo cierto, ¿verdad?

Mientras más la escucho, más voy atando cabos, pero eso no me hace sentir mejor. Desconfié de Jessie, cuando ella no tenía nada que ver en todo esto. Y también desconfié de Danny, sin saber que, en secreto, él estaba haciendo todo lo posible por detener a Connor y que no siguiera con ésta locura. Que idiota fui, yo desconfiando de él, cuando fue gracias a él que los planes de éste desgraciado, comenzaron a venirse abajo; fue gracias a él, que las cosas comenzaron a salirse de su control.

—Como si eso no bastara, Ali también desapareció al poco tiempo, luego de “desvariar” y decir que “iba a dejar que el asesino la encontrara”, algo que sólo diría si tuviera la sospecha de que el asesino la conocía y que ella lo conocía a él, ¿no crees? —pregunta, mirándome— La conozco y sé que, si dijo eso, no fue en vano, fue porque ella sabía algo. Por esa razón, decidí que tenía que averiguar qué era lo que ella sabía, así que… me escapé y fui hasta su casa…

»Muy en el fondo… tenía esperanzas de encontrarla, pero no fue así. Su casa estaba vacía y no había señales de que ella hubiera estado ahí en varios días. Fue eso lo primero que noté, ¿sabes? Si sus intenciones hubieran sido dejar su casa por tantos días, nunca hubiera dejado comida fuera del refrigerador… los trastes limpios fuera de su lugar… ni la luz del baño encendida… mucho menos hubiera dejado conectada la llave del gas. Ella es muy precavida y sabe que eso es peligroso, ¿crees que hubiera dejado su casa en esas condiciones, si su plan fuera desaparecer? ¡No! Todas esas señales, sólo me confirmaron que Alissa no se había ido por su cuenta. Algo le había sucedido…

»Por supuesto… luego de ver todo eso, preferí irme para no seguir invadiendo su espacio, pero ¿a que no adivinas qué encontré en la sala? En el suelo, había un ramo de flores marchitas. Estaban de color café y sin vida, algo entendible luego de que pasaran tantos días sin agua, pero hubo un pétalo… sí… un pétalo fue la clave de todo… uno de los pétalos, aún conservaba su color de forma lejana… y sí, el color era verde, tal y como lo afirmó Danny…

—Estás mintiendo… —interrumpe Connor, presionando con más fuerza el arma, sacándome un débil quejido— no tenías forma de entrar a su casa, ¿cómo ibas a hacerlo sin las llaves? Alissa siempre… siempre deja la puerta cerrada cuando sale, ¿no es así?

—Tú en verdad eres tonto… —murmura Jess, riendo por lo bajo, pero con cierta melancolía en su voz— conoces a Ali, pero no tanto como yo, lo sabes, ¿no? —Acto seguido, busca algo en el bolsillo delantero de sus jeans y cuando por fin lo encuentra, decide sacarlo y arrojarlo al suelo, a unos pocos pasos de nosotros. Mis ojos se abren con sorpresa al reconocer el llavero con forma de arcoíris, del que cuelga un juego de, por lo menos, diez llaves— ¿Sabías que Ali dejaba un set de llaves debajo del adorno de la puerta? Decía que era para que yo entrara cuando quisiera, sobre todo si había alguna “emergencia”, ¿y qué más emergencia que su desaparición? Fue así como pude entrar sin tener que forzar la cerradura.

De reojo, logro ver como su hermano intercambia la vista entre ella y yo con cierto enfado. Claro… ¿cómo no enojarse? Seguro creyó que él me conocía mejor que nadie y que por eso, no habría forma en que pudieran quedar evidencias, pero… ¿acaso se le olvidó que Jessie era mi mejor amiga y que nadie más en el mundo me conocía mejor que ella?

—Aún hay algo más —anuncia, retomando la palabra—. Así como supe lo de las llaves, así mismo sabía la forma de encontrar a Alissa y era obteniendo su ubicación.

—¿Qué? —pregunta Connor. Más que confundido, luce asustado y la forma en cómo traga saliva con dificultad, lo confirma— ¡Eso es imposible, Jess! Sabes que se requiere un arduo trabajo para rastrear la ubicación de alguien, ¿no? ¿Cómo ibas a hacerlo todo tú sola?

—Eso es lo que tú crees, pero no… —Su mirada comienza a cambiar un poco. No es un cambio tan brusco como los que ha sufrido Connor en todo éste tiempo que he estado encerrada, sin embargo, es fácil notar como el miedo va desapareciendo de a poco, siendo reemplazado por… ¿tristeza? ¿Decepción? ¿O ambas?— Sí, se necesita un largo proceso para rastrear a alguien, a menos que ese alguien te haya brindado las herramientas de forma “voluntaria”.

Oh por Dios… es verdad…

Si antes ya estaba sorprendida, ahora mi asombro es tres veces mayor.

—Hace apenas dos años, luego de que Ali pudiera comprar su celular, decidimos instalar una app que nos ayudaría a saber el lugar exacto en el que nos encontraramos, sin necesidad de un rastreo —le cuenta, sin quitarle la mirada de encima—. En aquel entonces, lo consideramos una tontería sin sentido, pero fue esa misma tontería la que me dio esperanzas de encontrarla. Sólo necesitaba que, en estos dos años, no hubiera desinstalado la aplicación, ¿y adivina qué? No lo hizo.

El silencio reaparece de golpe en el ambiente.

—Te pregunté mil veces si sabías algo sobre Alissa y te pregunté otras mil veces si tenías idea de dónde podría estar, pero tu respuesta siempre fue la misma. Me juraste que no lo sabías y que hacía mucho no la veías. Hice lo mismo con cada persona que la conocía, incluso sus “ex” compañeros de trabajo, pero nadie me daba respuestas, así que no me quedó otra opción, más que hacer uso de esa “herramienta” que ella misma me brindó. —Suspira, como si estuviera a punto de quebrarse y sólo necesitara fuerzas para continuar, algo que parece conseguir un momento después— Sí, Connor, yo rastreé su teléfono para intentar encontrarla, pero ¿a qué no adivinas en dónde apareció?

Apenas logro ver el momento exacto en el que Connor vuelve a tragar saliva, ésta vez, con el miedo marcado en cada centímetro del rostro, lo cual incluso me resulta gracioso, ¿dónde quedó el desgraciado que me secuestró? ¿Qué pasó con el psicópata que planeaba matarme? ¿Y qué hay del maldito monstruo que casi me viola? ¿Dónde quedaron todas sus otras facetas? Es como si Jessie tuviera el don de controlarlo, aunque él no se ha dado cuenta aún.

—¡¡¡Estaba en tu habitación, maldita sea!!! —grita, tan fuerte que me provoca un sobresalto, mientras una a una, las lágrimas comienzan a deslizarse por sus mejillas sin control alguno, acompañadas de fuertes sollozos que sólo hacen que quiera correr a abrazarla— ¡¡Confié en ti, Connor!! ¡Y te creí cuando dijiste que no sabías nada sobre ella! Entonces… me puedes explicar… ¿Cómo fue que su teléfono terminó en tu habitación, junto con su identificación… su bolso… y todas sus otras cosas? ¡¡Explícame!!

Y al no poder contenerse por más tiempo, Jessie rompe a llorar de forma desconsolada, frente a nosotros. El verla así, me destroza el alma y hace que mis ojos comiencen a picar. Dios… esto es horrible… no quiero ni imaginar lo que está sintiendo ahora mismo. ¡Estamos hablando de su hermano! No es para menos que reaccione así. Al que no logro entender, es a Connor. Yo jamás me perdonaría el provocarle semejante dolor a Jess, ¿cómo es que él lidia tan bien con eso? ¿Acaso no le afecta ver a su hermana sufrir de esa forma?

La respuesta la obtengo cuando siento como su agarre pierde fuerza, dándome algo de movilidad para girar mi rostro un poco y verlo justo en el momento en que una lágrima silenciosa se resbala por su mejilla, de forma lenta y pausada. El miedo ha pasado a segundo lugar, pues ahora, hay un sentimiento diferente en su mirada, quizás dolor, tristeza o, la peor de todas, culpa… sí, culpa, por ver que su hermana sufre y saber que él es el único responsable.

—¡Confié en ti, Connor! Porque eres mi hermano… ¡¡¡Eras mi héroe, maldición!!! Mi modelo a seguir… ¡¡Y hubiera sido capaz de enfrentarme al mundo entero si tan solo me lo hubieras pedido!! —exclama, sin dejar de llorar— S-Sin… sin emb-bargo… luego de descubrir… el teléfono… entendí que me habías mentido y que… quizás… no era la primera vez… —susurra, con el dolor impregnado en cada una de sus palabras— ahí entendí que nada de lo que yo pensaba sobre ti… era real… y que todo lo que creí saber, no… no era más que una… una… ilusión… ¿y sabes qué? Ahí entendí que Danny no se había equivocado al sospechar de ti…

»Pero claro… mi mente aún se negaba a creerlo… tenía que verlo con mis propios ojos, así que empecé a buscar opciones y… y me di cuenta de que sólo había un lugar en el planeta donde tú… podrías guardar un secreto tan grande como ese… en la bodega donde solíamos jugar… cuando éramos pequeños, ¿no…?

Al oírla, la sorpresa se hace visible en el rostro de Connor. Claro… tiene sentido… por eso es que el lugar se encuentra tan descuidado y en tan mal estado. No sólo es una bodega abandonada, sino que, según las palabras de Jess, lleva años en esas condiciones.

—¿De verdad creíste que ya no lo recordaba? —pregunta, con cierta… “ironía”— Por favor… ¿cómo podría olvidar el único sitio en el que fui feliz, junto a mi único y querido hermano mayor? A quien más amaba… ese eras tú…

Como puedo, me giro para poder verlo mejor y noto como traga saliva por milésima vez, mientras otra lágrima cae de sus ojos. Ni hablar de lo rojos que estos están, porque seguro es a causa del llanto que intenta retener. Está aguantando las ganas de llorar, porque sabe lo que ha hecho. No es porque haya matado a cinco personas de una forma tan cruel y salvaje; no es porque me tenga a mí secuestrada, a la espera de una sentencia de muerte que no merezco; no es nada de eso. Su dolor es porque acaba de darse cuenta de lo que perdió: perdió a su hermana… la única con la que siempre pudo contar, quién lo apoyó en cada idea que se le ocurría, la única persona que lo admiraba como a un dios. Lo perdió todo… por una venganza estúpida que no valía la pena…

Dios, Connor… ¿Qué es lo que has hecho…?

—Ahora… estoy aquí. Y hoy he confirmado que todo… todo era verdad —susurra Jessie, en tono cansado— Danny tenía razón… tú eres… el asesino Arcoíris…

Un nuevo mar de llanto y sollozos se presenta, mientras la presión en mi cuello continúa aligerándose poco a poco, haciendo que el respirar sea más sencillo, no obstante, con todo lo que está pasando, apenas puedo hacerlo. Jess continúa llorando con gran desconsuelo y siento deseos de correr a abrazarla, decirle que no llore y que todo estará bien, pero el miedo me domina. El hecho de que Connor haya dejado de apretarme con tanta fuerza, no significa que me dejará ir, menos cuando aún tengo el arma apuntando a mi cabeza.

—¡¿Por qué lo hiciste, Connor?! ¡¿Por qué nos hiciste esto?! ¡Tú nos fallaste! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué te hicimos?! ¡¡¿¿Qué fue lo que te hice??!! ¡¡¿¿Por qué, me hiciste, esto??!! —vuelve a gritar, sin darle tiempo a responder ni una sola de sus preguntas— ¿Sabes por qué decidí tomar las pastillas de mamá? ¡Fue porque me sentí culpable! Sí, culpable… culpable de la muerte de todos ellos. ¿Por qué morían aquellas personas con quienes había tenido problemas? Ya fuera en el pasado o en la actualidad, todos tuvieron una discusión conmigo y eso me carcomía por dentro. ¡Fue por eso que lo hice! Porque pensé… pensé que si yo desaparecía… tú… Alissa… y todos los demás estarían a salvo… ¡era mejor eso que seguir viéndolos morir uno por uno!

Lo sabía… en realidad, siempre lo supe…

—Yo… yo me sentí culpable… cuando el verdadero culpable siempre fuiste tú… —susurra, con dolor— ¡Tú fuiste el verdadero responsable de lo que pasó! ¡Tú los mataste a todos, sólo porque no pudiste aceptar que Ali jamás te correspondería! ¡¿En qué diablos estabas pensando?!

—¡¡Ya cállate, Jessie!! ¡Tú no sabes nada!

—¡Es la pura verdad! —contraataca ella— ¿Y sabes qué? Ahora entiendo por qué no te correspondió. Cómo no… seguro vio la abominación que eras en realidad, ¿quién podría fijarse en alguien así? ¡¿Quién podría fijarse en alguien como tú?!

Al escucharla, una alarma comienza a sonar con gran insistencia en mi cerebro. Jessie está enojada y es entendible que no piense bien en lo que está diciendo, pero eso puede resultar peligroso, sobre todo para ella y lo confirmo al mirar de reojo a Connor y ver como aprieta la mandíbula con mucha fuerza, tanta que casi parece que va a romperse los dientes, lo cual me asusta. Él sólo hace eso cuando está muy, muy, pero muy enfadado, algo que no pasa muy seguido y que, en definitiva, no puede terminar bien.

Un grito de dolor se escapa de mi garganta en el momento en que jala mi cabello con demasiada brusquedad, antes de arrojarme con fuerza hacia adelante, logrando que mi rostro impacte de forma violenta contra el cemento en el instante en que caigo al suelo. Siento como mi nariz y boca empiezan a palpitar en una agonizante tortura, mientras nuevas lágrimas comienzan a hacerse presentes, como un manantial nacido de la angustia y el dolor que todo éste lío me ha provocado.

—¡¡¡Ali!!! —grita Jess, antes de correr y arrodillarse junto a mí, sin embargo, elijo usar las pocas fuerzas que me quedan para acercarme un poco más a ella, de modo que pueda escucharme bien.

—Jess… p-por favor… s-sal de aquí… por fav-vor…

—Entiende, Alissa, no voy a dejarte sola… al menos, no con él… —murmura, apartando algunos mechones de cabello de mi rostro.

El tiempo casi parece detenerse, cuando un pequeño sonido, casi inexistente, nos hace voltear y mirar a la persona que se encuentra con nosotras.

«Clic»

Si es que aún quedaba algo de valor en mi interior, éste se desvanece en el momento exacto en que veo a Connor, parado a unos cuántos pasos de nosotras, mientras nos apunta con el arma sin siquiera titubear.

Me toma un par de segundos reaccionar a lo que está pasando. Todo a nuestro alrededor se ha quedado en completo silencio, dejándonos en una situación no sólo incómoda, sino también muy aterradora. El miedo es el primer sentimiento que me invade, pero por extraño que parezca, no es miedo a que me dispare a mí. Por el contrario, siento pánico de pensar que le pueda hacer daño a Jess.

Y la pregunta que aparece de golpe en mi cabeza, logra helarme la sangre al no obtener una respuesta clara…

¿Connor sería capaz de herir a su hermana? ¿Será capaz de dispararle a Jessie?

—Si alguna de las dos se mueve, juro que les disparo y créanme cuando les digo que no voy a dudar… si tengo que hacerlo, lo haré…

Ahora sí, vengo decidida a terminar éste libro cómo sea. 🙂

Hola de nuevo, mis queridos lectores. Seguro notaron mi desaparición y que dejé esta historia pausada, justo cuando estaba a punto de terminar. Perdónenme por eso, jamás fue mi intención, pero mi teléfono sufrió una falla por la falta de almacenamiento y pues... literalmente, perdí no sólo los capítulos que tenía en borrador, sino que algunos que ya estaban publicados, se mandaron a borrador. :v

En fin, no me extenderé mucho, sólo venía para dos cosas:

1. Volver a publicar los capítulos que se eliminaron.

2. Terminar esta historia sí o sí.

Así que, sin más, los dejo para que sigan leyendo. 🤭🤭💖

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