Capítulo 2: Las mentirosas siempre pierden
Se formó un silencio incómodo en el lugar, pero Lila decidió romper ese silencio.
- Sí... Era para que entregues tu cuaderno, me dijo Adrien que...
- Sí sí, lo que tú digas. Ahora toma el cuaderno que no tengo toda la noche. - interrumpió Marinette con enojo.
La italiana sospechó acerca de su actitud haciendo que se preocupe.
- Oye, Marinette, ¿todo anda bien?
- Claro que sí, ¿no ves qué estoy sonriendo? - preguntó la azabache con una sonrisa fingida.
- ¿Segura?
Marinette seguía sonriendo, pero le dolía tanto su boca que dejó de sonreír y miró seriamente a Lila.
- De acuerdo, no estoy bien. Pero, ¿eso qué te tiene que importar?
- ¿Por qué dices eso?
- Porque sigo sin confiar en ti, Lila. Pienso que eres una mala influencia para Adrien y que lo estás manipulando.
- Pero, Marinette, eso ya quedó en el pasado. Aparte me disculpé contigo por expulsarte aquella vez.
- ¡Pues no te creo! ¡Además me has hecho venir aquí solo por haber faltado hoy a clases! ¡Has mentido por beneficio propio!
- Marinette... Mi madre en realidad está enferma, tuve que cuidarla todo el día hasta tengo una prueba. - dijo Lila tomando de sus manos.
- ¡Dije que no te creo! ¡Y suelta tus manos asquerosas de mí! - gritó Marinette soltando del agarre.
La italiana estaba a nada por enojarse por sus palabras, pero ella suspiró para calmarse.
- Solo dame el cuaderno, parece que no estás preparada para esta conversación. - dijo Lila con tranquilidad.
- Agh, está bien. - dijo Marinette ofreciéndole el cuaderno.
La italiana agarró el cuaderno y lo metió en su bolsillo.
- Bueno, Marinette, nos vemos mañana en el instituto. - se despidió Lila a punto de irse.
Marinette agarró fuerte el brazo de ella y la miró fría.
- No. Quédate un rato más...
- ¡Ay! Me estás lastimando, Marinette. ¡Suéltame! - suplicó Lila con miedo.
La azabache dio una risa escalofriante haciendo asustarla.
- ¿Sabes? Una antigua amiga me dijo que los mentirosos siempre pierden y... Tú estás destinada a fracasar.
- ¡Marinette! ¡Por favor! ¡No me gusta lo que estás haciendo!
- Eso... Suplica, adoró que sufra una zorra mentirosa como tú. - dijo Marinette clavando sus uñas en el brazo de su enemiga.
Lila se asustó más hasta el punto de temblar de miedo.
- ¡Auxilio! ¡Qué alguien me...!
La azabache se abalanzó sobre ella y le tapo ambas manos en la boca de la italiana.
El bolso de Lila se le cayó cerca de la italiana.
- Cállate, no quiero que arruines mi espectáculo.
La italiana intentó dar patadas para liberarse de ella, pero le era imposible.
Marinette era más fuerte que ella.
- ¡Mierda! ¡Estate quieta!
Por sorpresa de Lila, recibió un puñetazo fuerte en su cabeza por la azabache dejándola medio inconsciente.
Su vista se estaba nublando, solo veía a Marinette sonriendole maliciosamente.
- Así estás mucho mejor.
La azabache la jalo de su cabello llevándola al río Sena.
- No... Por favor, déjame ir. - suplicó Lila con una voz débil, mientras caía sangre sobre su frente.
- Acabemos con ésto de una vez. Es hora de que le digas que le diga adiós a tu patética vida.
Al estar en el borde del río, Marinette empujó la cabeza de Lila en el río haciéndola ahogar.
La italiana solo suplicaba ayuda, pero era inútil, nadie la iba a escuchar...
No estaba Adrien, ni su mejor amiga Chloe y mucho menos su querida madre.
- Muere, puta zorra. Es hora de que te vayas al jodido infierno. - dijo Marinette con una sonrisa desquiciada.
Lila iba poco a poco perdiendo su respiración, notaba que su vista se nublaba cada vez más.
Estaba destinada a morir y lamentablemente lo iba a aceptar.
- Mamá... Chloe... Adrien... Lo siento mucho...
Esas fueron las últimas palabras por Lila, ya que dejó de respirar así muriendo ahogada.
Marinette dejó de empujar la cabeza y comprobó si tenía pulso, pero no lo tenía.
Lila ya estaba muerta y eso le alegró a la azabache.
- Lo logré... Esa zorra por fin ha muerto... ¡Adrien por fin será mío y se olvidará de ella!
Marinette se rió maniáticamente por haber matado a su enemiga y liberarse de ella.
- Y para que nadie sepa de su muerte...
Arrojó el cadáver de Lila al río, pero el problema es que ya flotaba.
Aunque no era problema para ella, ya que a esta hora no había nadie en el río Sena.
También tiró el bolso de la italiana al río haciendo que se inunde en las profundidades.
- Hasta nunca, Lila Rossi. Espero que nadie te extrañé.
Marinette se va contenta del lugar, mientras caminaba felizmente con una sonrisa desquiciada.
Lo que no sabía ella es que las cosas iban a empeorar por haber matado a Lila.
Continuará...
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