Estrella: Un hijo Rencoroso.
Tristan me pidió que buscara a mis amigos y que lo esperaran afuera del capitolio que tenía que hablar con el ministro de defensa del planeta. Obedezco un poco irritada, porque quiero entender cómo esas armas llegaron a sus manos. Aunque creo la respuesta, pero no dejaría a mi hermano y a su ministro bien parados en esto. Tristan dijo que no tenía mucho tiempo en el puesto y su ministro para abaratar costos contrató a unos traficantes para comprarles las armas y así no tener los gatos inmensos de fabricarlas.
Salgo del capitolio y me encuentro a Haim afuera con Elio y su caballo.
—¿Y bien, tu hermano nos ayudará? —pregunta Haim enérgico.
—Sí, pero necesito a los demás —le hablo rápido de lo que me enteré—. No puedo decirte más porque no sé lo demás, pero Tristan nos ayudará a recuperarlas.
Él asiente, me indica por donde se fueron los demás. Montamos nuestros caballos y lo sigo, llegamos a una taberna y los veo sentados comiendo y bebiendo cerveza.
—¿Qué están haciendo? —les interrogo, pero Trixie me extiende una pierna de pollo la cual acepto. Después de comerme toda la carne, les digo que tenemos que irnos. Phillip y Vidal le pagan a una camarera y nos vamos.
Ya en la calle, los dirijo hacia la entrada del capitolio a la espera de mi hermano. Les digo lo que le dije a Haim, y John está enfurecido.
—Cálmate, ya mi hermano se está encargando de conseguir la información del paradero de las armas —lo sostengo por los hombros. Él me mira enojado, pero no dice nada.
No tardamos mucho afuera porque el capitán de mi hermano sale y me hace señas de que lo sigamos. Entramos al capitolio y la recepcionista nos mira asustada, pero vuelve a su trabajo cuando intercambia algunas palabras con Cedric. Subimos por las escaleras y nos guía a una sala de reuniones, la misma que había estado mi hermano esta mañana.
Allí adentro se encuentra mi hermano con el ministro de defensa junto a dos más.
—Por favor tomen asiento —mi hermano nos habla desde la cabecera de la mesa, detrás de él hay una ventana enorme que llega hasta el techo, hay poca luz proporcionada por dicha ventana. Mis compañeros toman asiento yo me siento al lado de mi hermano y al frente se encuentran los ministros—. Estrella me contó el tema de las armas robadas de su región —todos asentimos—. Debo aclarar que no se tenía idea de su procedencia. El ministro de defensa le compraba las armas a un herrero del planeta, pero al parecer dicho herrero resultó ser unos ladrones —Tristan habla incómodo, pero del enojo. Lo conozco muy bien como para darme cuenta de su rabia—. Les daré la información necesaria para que apresen y se lleven los ladrones de sus armas.
—Comprendo señor —habla John un poco irritado por la revelación—. Pero ¿qué sucederán con las armas que nos robaron? Considerando los daños que ocasionaron los robos a nuestra legión.
—Esperaba llegar a un acuerdo comercial con ustedes, considerando que prácticamente casi todo el planeta está equipado con esas armas —él se suena la garganta—, no los puedo desarmar, a pesar de la ilegalidad de su procedencia.
—La legión Negra fabrica sus propias armas y no las vende —John habla firme—. No se puede llegar un acuerdo comercial, pero si se podría aceptar un pago generoso por los daños causados a nuestra hermandad.
—Comprendo —Tristan se ve desanimado—. Me imagino que notificará esto a sus superiores y así llegar a un pago justo por las armas.
—Eso es correcto, señor Godness —John no flaquea, no lo culpo; su misión siempre ha sido recuperar las armas o el dinero de estas. Pero es difícil que mi hermano tenga que pagar otra vez las equivocaciones de otros.
John y Tristan acuerdan reunirse la siguiente semana para emendar los daños. Tristan nos invita a quedarnos, pero declinamos la oferta. Me despido de Tristan con un abrazo, él me lo devuelve y me susurra en el oído que vele por él ante los maestros de la legión. Asiento, aunque sé que no me van a hacer caso.
Salimos del capitolio y John me mira enojado.
—¿Lo sabías? —él pregunta ofuscado.
—Si te refieres a que ayudé a mi hermano robar armas, pues no. Como yo, él es inocente —lo miro también enojada—. Me enteré de las armas justo hoy, cuando hablé con él cuando se desocupó.
—Vamos a calmarnos todos —Luke nos interrumpe—. Tenemos que pensar en nuestras palabras antes de ir a notificar esto.
John y yo nos calmamos, todos nos vamos de regreso a Caléndula por un portal que Trixie fabricó. Les digo a mis compañeros que no mencionen ni una sola palabra del día de hoy, y ellos asienten. John y yo nos vamos a su oficina a discutir lo sucedido.
—John, te pido que no comentes esto —le confieso ya encerrados.
—Mira Estrella, puedo comprender que quieras proteger a tu hermano de esto —él se sienta en la silla de su escritorio—. Pero también pronunciaste votos con y para la hermandad. Tu lealtad es con nosotros.
—Y con los dioses, que resultan ser mi familia —me siento al frente de su escritorio ansiosa—. Tristan te dio su palabra que dentro de una semana te entregaría el dinero en compensación por las armas, y que podría recolectar algunas más. Y Entregarte a los ladrones.
—¿Y tú le crees? —él se inclina hacia delante suspicaz.
—Sí —declaro firme—. Espera la semana que te dijo y que te entregue lo que te tenga que entregar. Se lo presentamos a los maestros, dejando claro que mi hermano no tenía idea de las armas robadas y todos contentos.
—Dame una razón razonable para ayudarte —él se recuesta en su silla—. Me agradas, eres una mujer increíble, con potencial. Pero ¿por qué te ayudaría a encubrir las equivocaciones de tu hermano?
—Me dices que si tu padre estaría envuelto en algo parecido ¿no lo ayudarías? —lo miro seria.
—Tal vez, pero no hablamos de mí —él suaviza un poco el rostro, pero sigue teniendo esos ojos acusadores en mí—. Convénceme ¿qué me darías a cambio?
—¿Me estás chantajeando? —pregunto asombrada.
—Tómalo como quieras, tú eres la que quiere salvarle el pellejo a tu hermanito —él sonríe malicioso.
—Solo dilo, y yo veré si lo puedo conseguir —hablo honesta. Tal vez mi familia sea poderosa, pero eso no significa que yo goce de ese poder.
—Sabes que mi padre tiene un pasado trágico —él comenta molesto—. ¿Alguna vez te conté sobre mi madre? —niego con la cabeza—. Mi padre tiene un carácter fuerte, eso tú lo sabes. El caso era que mi madre y él no estaban casados, pero igual estaban juntos. Me tienen y todo feliz. El caso es que mi padre era una bestia con ella, le pegaba, le insultaba, hasta casi la mata.
Él respira profundo.
—Mi madre no soportó y se fue, dejándome con él —su rostro tiene un aspecto sombrío—. Lo que quiero que hagas por mí —él saca un puñal de una cojonera de su escritorio—. Quiero que la encuentres y le claves esto en su pecho, yo estaré allí para observar. No confío mandarte y que no cumplas.
—No sabes lo que pides —lo miro horrorizada. Yo quisiera que mi madre viviera para que estuviese con nosotros y lo menos que quisiera es causar ese dolor a alguien más—. Tal vez la puedo encontrar para que tú y ella hablen, que solucionen...
—Ella se casó hace años, estuve en su boda —él me mira dolido, pero con una rabia acumulada—. Y lo único que me dijo, que hizo bien en dejarme, porque odiaría ver que me he convertido en el hombre que más la hizo sufrir en su vida. Me dijo que nunca la volviera a buscar, que ahora iba a ser feliz y yo no era parte de eso.
—No creo...
—Has matado antes, incontables han sido; algunos tenían familia, hijos. Tú les arrebataste tantas cosas ¿Qué es una simple zorra más en tus manos? Además, es para que me quede callado y tu hermanito no salga perjudicado, a lo mejor puede ir a prisión o le quiten el puesto de gobernador ¿Quién sabe?
Me paso las manos en el rostro abatida.
—Rápido, tengo que entregar varios informes, de ti depende que entregue el de las armas —él empuja el puñal hacia mí. Tomo el puñal.
—Dame la dirección —hablo fría. Él revisa su cojonera y saca una libreta de cuero marrón, la abre por donde se encuentra un listón rojo. Él me muestra la dirección, él dice que partiremos mañana hacia la capital del reino del Norte, hogar de la señora Laila y probablemente donde asesine a una mujer inocente por mi hermano. Sé que puede haber otra salida, pero necesito tener a John bajo control y con la boca cerrada por el bien de todos los involucrados.
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