61
— ¿Cómo se encuentra hoy?
Llevo una de mis manos hacia mi rostro con pereza. Mi cuerpo me duele horrible y apenas puedo moverme sin que mis músculos se resientan insultándome en mil idiomas distintos, y aunque quiero decir que me encuentro peor que ayer no lo digo para no empeorar mi situación aún más.
— Ya está mejor— Marta está observando todo desde la puerta de mi habitación— A veces Jana es algo torpe, iba algo afectadilla cuando se cayó por las escaleras el domingo.
Veo como Marta se ríe falsamente poniendo una de sus manos sobre sus labios mientras me da una falsa mirada dulce. El médico, que ha venido hasta aquí, le da una mirada por encima del hombro, pero no le hace caso y me mira a mí esperando una respuesta que no estoy segura de darle.
Creo que me lo ve en la cara, por eso vuelve a preguntar.
— ¿Cómo se encuentra hoy?
Su rostro es serio cuando me lo pregunta, y yo, sin saber muy bien que hacer, desvío mi mirada hacia Marta, quien ya se ha deshecho de esa máscara de amabilidad pintada para enseñarme su verdadero rostro.
"Tienes que mentir Jana".
— Algo mejor— miento descaradamente, y creo que es por las pocas fuerzas que tengo que lo puedo disimular bien.
El médico me mira desde su posición, a un lado de mi cama, mientras está sacando los materiales que ha traído en su maletín. Vuelve a mirarme de arriba a abajo, como si valorara mi situación, pero mantiene silencio y vuelve a lo que estaba haciendo, sacar todos los materiales que supongo que iba a usar conmigo.
— Me gustaría estar a solas con la paciente, si es eso posible claro— mis ojos se abren un poco de más cuando lo dice, porque sé a quien va dirigido eso.
Y sé que no le va a gustar.
— Creo que sería mejor que me quede, por si le tengo que ayudar a mover a mi hija— Marta sonríe falsamente, pero el doctor no cede y me mira fijamente.
— ¿Quieres que se quede?— giro mi rostro para observar al médico y desvío la mirada repetidamente hacia Marta.
Ella me está matando con la mirada, advirtiéndome que no haga ninguna estupidez, pero mis labios son más rápidos que las órdenes que manda mi cerebro.
— No, no quiero— aprieto los labios nada más lo digo y siento como el corazón me va a mil por hora.
Marta entrecierra su mirada, pero se ve obligada a serenar su rostro cuando el doctor levanta la cabeza de su maletín con una ceja alzada, esperando a que salga de la habitación de una vez y nos deje solos.
— Señora...— el médico señala la puerta con la cabeza y Marta, a regañadientes, se da la vuelta para salir.
— Estaré fuera, por si me necesitáis— es lo que dice, entre dientes, mientras cierra la puerta de mi habitación dejándonos solos.
Y no sé que tan buena idea había sido quedarme sola con el doctor en mi habitación, pero me arrepiento nada más levanta la mirada de su maletín y me observa de arriba a abajo estudiándome por completo.
— Ahora ya no está, puedes contarme la verdad— se sienta en la silla que mi madre le ha puesto a un lado de mi cama, para que pueda trabajar más cómodo, y me mira tras sus gafas de pasta— ¿Te caíste de verdad por las escaleras el domingo?
Fuerzo mi garganta a tragar saliva y desvío mis ojos hacia un punto muerto en mi habitación. No quiero contestar a esa pregunta, porque no me quiero meter en más problemas de los que ya estoy, pero supongo que un silencio vale más que mil palabras ahora mismo. El médico no necesita una respuesta de mi parte como para saber que me ha pasado verdaderamente, y creo que eso me asusta más de lo que pienso. Aprieto más mis labios y mis dedos se curvan sobre la colcha de mi cama, y sé de sobra que el doctor observa con cautela mi reacción.
Lo sabe todo, sin yo decir nada, él sabe todo.
— Vamos a empezar a ver esas heridas, ¿vale?— cambia de tema y yo tomo una pequeña respiración de alivio cuando decide levantarse de la silla para empezar a trabajar.
Parece experimentado en esto.
Tristemente.
Le veo apartar la silla de donde estaba, para dejarse más espacio, y se coloca un fonendo en los oídos para empezar a auscultarme el pecho. Hago caso a todas las indicaciones que me da. Inhalo profundo y exhalo despacio a medida que me lo va diciendo. Me muevo con dificultad cuando me lo pide, y muerdo mi labio inferior con fuerza cuando palpa las heridas de mis costados.
— ¿Te duele si te toco aquí?— coloca su mano en mi costado derecho otra vez y presiona ligeramente.
Me sobresalto por el dolor y asiento repetidamente con lágrimas en los ojos. El dolor es intenso cuando aparta su mano para apuntar cosas en un pequeño cuaderno que ha traído, y para cuando me vuelvo a recostar entre las almohadas, con una mueca de dolor, él ya me está observando de nuevo.
Ha cogido la silla y la ha vuelto a colocar a un lado de mi cama. Se sienta y coloca sus manos sobre sus muslos, ignorando todo el material que tiene desperdigado sobre una de las mesitas de mi habitación y con la vista completamente fija en mí.
— Tengo que hacerte una radiografía Jana— pestañeo cuando escucho mi nombre salir de sus labios. Es la primera vez que me trata de tú desde que llegó, y creo que lo agradezco en cierta parte— Tiene pinta de que tienes alguna costilla rota y no me quiero arriesgar a que se te pueda clavar en algún órgano importante. Además, está el caso de tu asma y esto solo lo puede empeorar más.
Solo asiento a lo que me dice.
— Por otro lado, está claro que estás en infrapeso y me gustaría hacerte unas analíticas para valorar tu estado y ver que podemos hacer para solucionar eso— mis ojos están puestos en él mientras va a hablando— Dime una cosa, ¿vomitas después de las comidas?
Creo que pierdo el poco color que me queda del rostro cuando dice eso. ¿Qué debo responder? ¿Qué no lo hago porque sea bulímica? ¿Qué mi madre me da pastillas para provocarme el vómito y expulsar lo poco que ingiero? Sea como sea, no me veo capaz de responder, pero creo que mi cuerpo ya lo hace por mí, porque me echo a temblar como una hoja en invierno y el médico lo ve. Supongo que ya se hace una idea de lo que está ocurriendo aquí, a pesar de que yo no le haya dicho nada, por eso le veo soltar un pequeño suspiro que destila lástima por donde sea que lo analizaras.
— Y...yo no...— no soy capaz de hablar con claridad, tal vez porque no puedo dar una respuesta clara sin que eso tenga repercusiones negativas para mí.
— Tranquila, no te alteres, intenta respirar profundo para calmarte, ¿vale?— asiento cerrando mi boca de golpe. Siento mi corazón latir a mil por hora y todo dentro de mí está revolucionado, porque aunque no haya abierto la boca, aunque no haya dicho nada, el médico parece que sabe todo— No hace falta que me contestes si no te sientes capaz, primero que nada, vamos a centrarnos en hacerte esas radiografías para asegurarnos de que el hueso no se ha clavado en ningún sitio que no queramos, ¿te duele mucho al respirar?
Trago saliva y me fuerzo a contestar.
— No-noto como si algo se me clavara— lo digo con un tono muy bajo, pero el doctor asiente conforme con mi respuesta.
— Bien, entonces es seguro de que tienes una costilla rota— asiento curvando mis dedos sobre la colcha de mi cama— Para poder hacerte la radiografía tienes que ir al hospital, cuanto antes mejor.
Mis ojos se desorbitan cuando lo dice, y antes de poder decir nada ya me veo negando con la cabeza.
El miedo empieza a nacer con fuerza desde la parte baja de mi estómago.
— ¿Ho-hos-hospital?— me cuesta decirlo y se nota mucho que lo digo con temor.
Tal vez más del que me gustaría.
— Si Jana, al hospital— el doctor asiente con sus ojos puestos en mí— Si vas hoy sería muy favorable para recuperarte más rápido y mejor.
Boqueo un par de veces y me echo a temblar. Ir a un hospital supondría muchas cosas y ninguna buena, al menos para mí, porque ir supondría aceptar todos los estudios que quieren hacerme y entonces descubrirían todas las mentiras que había estado soltando mi madre para cubrir todos los golpes que me había dado como fruto de su frustración.
Y eso no sería bueno, porque entonces ella cumpliría todas sus amenazas.
— Yo no necesito ir al hospital, estaré bien— lo digo en tono bajo y rápido, pero es suficiente para que el médico me escuche.
Obviamente no está de acuerdo conmigo, se lo veo en su ceño fruncido, pero yo no puedo hacer lo que él me pide.
— Jana, es tú salud la que está en juego, es mejor que vayas y así podré darte un tratamiento adecuado a lo que necesitas— sé que tiene razón, pero yo no puedo.
Y eso me agobia.
Mis niveles anímicos no habían estado nada bien desde hace semanas, eso lo sabía, por lo que cada vez estaba más cerca de los ataques de pánico y esta vez no era la excepción.
— Que no— vuelvo a negar, esta vez de una forma más nerviosa— No quiero hacerlo.
El médico se da cuenta lo que está provocando en mí y desiste de sus peticiones pidiéndome que me calme, pero yo no puedo. Todo me afecta el doble y es muy difícil pararlo cuando empieza.
Y ya ha empezado, otra vez.
— No..no...no quiero....no puedo— niego con la cabeza muy rápido mientras lo digo, y aunque el médico ya me haya oído repetirlo por lo menos cinco veces parece que yo me he quedado estancada en esa frase.
— Está bien Jana, necesitas serenarte— él sigue hablándome con voz calmada, pero yo no escucho.
— No quiero, no puedo— repito esta vez con más desesperación mientras la velocidad de mi pecho incrementa.
El corazón se me dispara y mi boca ha comenzado a buscar aire de forma desesperada, a pesar de que noto como la costilla se clava más y más a medida que acelero mis no respiraciones. Mi torso vuelve a doler de esa forma aguda, como si me acabasen de golpear de nuevo, aunque esta vez se siente peor. Mi garganta se ha cerrado en banda y no deja pasar nada del aire que me fuerzo a tomar. El médico se ha puesto en pie intentando tranquilizarme, pero yo no puedo, y me incorpora con todo el cuidado que puede para que sus palabras surtan el efecto que buscan, serenarme, pero no lo consigue.
— Jana, ¿dónde está el inhalador?— oigo que me dice eso, pero yo no le puedo contestar con claridad, porque parece que me he estancado completamente.
— No quiero, no puedo— es un sonido ahogado, como si lo dijera en un tenue soplo de aire.
El médico está revolviendo todo a su alrededor, rebuscando en su maletín por algo que me ayude a abrir mis vías aéreas, pero supongo que no tiene nada de eso en su bolsa de trabajo, y yo tampoco tengo ni un inhalador cerca porque mi madre se los ha llevado todos.
Oigo ruido a mi alrededor y me quedo sola en la habitación de una momento a otro. Mi cuerpo cede y me desvanezco hacia un costado cuando el médico se ha ido. Siento el miedo y la desesperación controlarme con una fuerza abrumadora, mis extremidades no dejan de temblar y mis labios siguen boqueando en busca del aire por el que están rogando.
Pero no lo consigo, a pesar de todo lo que lo intento no lo logro.
— No quiero, no puedo— lo repito otra vez, aunque esta vez no va para nadie que me pueda escuchar.
Solo va para mí.
No quiero.
No puedo.
No quiero.
No puedo.
No quiero hacerle eso.
No puedo hacerle eso.
Las palabras han cambiado de significado, mi mente las piensa con mucha claridad y ya no tengo tan claro como ha llegado a esa conclusión. Supongo que es porque sé las consecuencias que tendría hacer lo que el médico me pide, lo que supondría desobedecer las órdenes de Marta.
Y no quería nada de eso.
— ¡Jana!— es un grito fingido lo que mis oídos captan, pero siquiera tengo fuerzas para centrarme en eso.
Solo trato de buscar aire de forma desesperada, atemorizada por no conseguirlo. Mis ojos encharcados en las lágrimas que no suelto y todos mis sentidos disminuyendo hasta prácticamente no existir. Noto como mi rostro ha cambiado de color, abandonando el tenue subtono amarillo que caracteriza mi piel desde hace una semanas y sustituyéndolo por el azulado característico de alguien que se está ahogando.
De mi persona ahogándose.
De una yo muriéndose.
Y lucho con todas mis fuerzas para conseguir aire, pero todo es en vano, mis esfuerzos son inútiles, y tan pronto como el miedo desaparece de mi cuerpo yo me siento desvanecer.
— Tranquila Jana— algo que se ha introducido en mi boca abre mis vías aéreas de golpe, pero yo ya no lo tengo en cuenta.
Ya no siento la necesidad de buscar aire.
Ya no siento el miedo.
Y ahora no quiero permanecer despierta.
No puedo permanecer despierta.
(...)
Narrador omnisciente
Eleva sus cejas con incredibilidad mientras observa como la ambulancia se aleja con la estúpida de Jana ahí metida. Casi se está recriminando el no haber adivinado que esto iba a terminar de esta manera de una forma u otra, porque era matemáticamente imposible que con el trato que esa chica había estado recibiendo sobreviviera tanto tiempo sin pisar las urgencias de un hospital más de una vez.
— Estúpida niña— sus brazos se cruzan antes de mirar hacia Marta, quien ya tiene las llaves del coche en la mano— No hace más que darme problemas.
Yon no la entiende, pero tampoco es que la interese mucho. Seguramente esté dedicando algún que otro insulto hacia Jana, como ya se había acostumbrado a escuchar cada día desde que había llegado.
— ¿Vamos a ir tras la ambulancia?— lo pregunta sin ningún tipo de ánimo ni interés.
Casi parece aburrida.
Marta resopla y comienza a caminar hacia su audi negro. Si algo tiene que tener claro Yon son dos cosas. La primera es que Marta tiene buenos gustos caros, y la segunda es que tiene demasiados buenos contactos como para cubrirse.
Puede que por eso aceptara hacer esto en primer lugar.
Podría ser muchas cosas en esta vida, pero nunca había sido una maltratadora ni había jugado tan sucio para conseguir una cantidad de dinero aceptable. Ella sonríe para sí misma ante ese último pensamiento. Tiene que definir qué es jugar sucio antes de poder colgarse ese pequeño título, pero definitivamente, comparándose con Marta, ella era un maldito ángel.
Su pasividad era pura fachada por el momento. Las posibilidades de que Jana se casara con alguien eran casi tan nulas como las de Marta de poner sus manos en esa herencia, pero menos conseguía por no intentarlo. Su última víctima ya había pagado gustosamente lo que ella había reclamado y se encontraba aburrida cuando Marta la contactó. Viajar y hacer cosas diferentes a las que acostumbraba le había resultado lo suficientemente atractivo como para sumergirse en esta nueva aventura. Le resultaba emocionante salir de su zona de comfort. Hacer lo de siempre se había tornado rutinario. El chantaje a personas de la alta sociedad, famosos y deportistas de élite ya se le había hecho aburrido. Era muy fácil convencer a los hombres, llevarlos a la cama y sacarles un par de fotos comprometedoras. A veces sacaba algunos unos vídeos teniendo sexo para mostrarles a sus mujeres, y ellos, tan pedantes y obsesionados con mantener la apariencia de una vida perfecta, le daban todo lo que ella pedía.
Pero eso se había quedado estancado durante un tiempo. Se lo había tomado como unas pequeñas vacaciones del trabajo antes de volver a lo suyo, a las estafas y el chantaje. Por eso, cuando Marta la contactó y le mostró las fotos de su hijita con una de sus víctimas favoritas, no dudó ni un segundo en meterse de lleno en el plan. Le resultaba divertido volver a usar a Namjoon para obtener otra cantidad jugosa de dinero, además que sentía que ese chico le debía más, bueno, más bien toda la estúpida banda que conformaba con esos chicos. Por culpa de ellos no le dejaron disfrutar de todo lo que ese hombre tenía para ofrecer, porque debe reconocer que sabía moverse en la cama y le daba todo lo que pedía con solo un batir de pestañas. Fue tan divertido verle rogar por cariño que fue demasiado fácil llevarle hacia donde ella le quería tener, pero para cuando quiso obtener más esos idiotas ya le habían abierto los ojos, y tan solo pudo llevarse una muy pequeña parte de todo lo que pretendía. Así que, este nuevo trabajo le resultaba una forma de cobrarse todo lo que no consiguió en su momento. Ella se lo merecía, porque había nacido para estar en lo alto y ser exitosa, y si por el camino tenía que destrozar a alguien no lo dudaría ni un segundo.
Pobre y estúpida Jana.
Todavía piensa en ese pequeño instante en el que Jana la obligó a borrar todo su material cuando se lo enseñó. Era una completa ilusa si se pensaba que la iba a hacer caso, sobretodo sabiendo en la posición en la que ella está en estos momentos. Yon era recelosa con su material, siempre guardaba todo, cada foto y cada vídeo, y cuando la empresa de Namjoon le obligó a borrarlas todas solo aparentó hacerlo. Las mantuvo a buen recaudo durante unos meses, justo antes de que su fama explotara todavía más, y entonces se decidió a distribuirlas en el mercado negro entre las sasaengs, con la única condición de no hacerlas públicas.
Si algo había aprendido es que las sasaengs eran buenas en eso de distinguir lo que debía salir a la luz de lo que no.
Suspira aburrida cuando llegan al hospital. Marta se baja del coche enfadada, y no descarta que cuando Jana vuelva a casa ella vuelva a pegarla hasta dejarla prácticamente en la inconsciencia.
Yon la sigue por los pasillos hasta que llegan a la sala de urgencias. Mira a su alrededor con algo de asco, viendo a todas las personas amontonadas en la sala de espera, y no duda ni un segundo en cruzarse de brazos para así no tener que tocar nada ni nadie. Todas las personas dan una imagen demasiado penosa y barata para la chica, por lo que trata de mantenerse lo más pegada a Marta que puede mientras ella está exigiendo ver a la pedante de Jana.
Sentiría lástima por ella de no ser porque es el obstáculo que le impide llegar a esa propiedad en la isla de Mallorca.
Yon ya se veía a sí misma en la terraza de esa preciosa casa a pie de playa en un mes de julio, con el verano español en su pleno apogeo, bronceándose mientras disfrutaba de un buen cóctel que alguien del servicio le habría preparado.
Sí, esa era una buena imagen de ella misma. La única que merecía.
— Necesito que te quedes aquí unos minutos. Tengo que hacer una llamada, debo arreglar un par de asuntos— sus cejas se elevan un poco mientras Marta la está hablando.
Le ha obligado a salir de su perfecta ensoñación.
— ¿Me vas a dejar sola?— lo dice como si hacerlo fuera una estupidez— ¿Aquí?
Marta nota como ella mira a su alrededor con asco, pero solo rueda los ojos y no la hace caso.
Esto era más importante que hacer un berrinche por quedarse sola en una sala de urgencias.
— Sí, aquí— lo dice en tono duro mientras saca su teléfono de su bolso Chanel de mano— Volveré en unos minutos, no tardaré. Si sale el médico le indicas que su tutora legal ha autorizado el alta voluntaria para llevarnos a la estúpida de mi hija.
Asiente sin mucha convicción, pero tampoco puede decir mucho, porque Marta emprende marcha haciendo que sus tacones repiqueteen con un sonido agudo en los azulejos del suelo de urgencias.
La cara de asco en Yon es palpable cuando se queda sola. Ni muerta compartiría más de diez segundos entre toda esta gentuza, por lo que no duda en abrirse su propio paso por el pasillo del hospital hasta llegar a las puertas que dan a la calle. Observa a su alrededor y ve a un par de enfermeras, seguramente en el descanso de su turno, fumándose unos cigarrillos que les estarán sabiendo a gloria bendita después de tantas horas de turno.
La chica saca de su bolso las gafas de sol y se las coloca perfectamente antes de salir más a la calle. Ver a esas enfermeras fumándose sus cigarrillos le ha dado envidia, por lo que apoyándose en una de las columnas que hay frente a la puerta saca su paquete de tabaco dispuesta a darse un homenaje después de todo lo que ha tenido que aguantar.
La primer calada le sabe a gloria.
Tenía que pensar rápido en un plan de respaldo antes de que se le saliese todo de las manos a Marta. Uno de los principales errores que había visto en ella era su su forma de ser. La mujer era muy pretenciosa, aunque a su favor hay que decir que tampoco tenía escrúpulos a la hora de actuar. Al principio le había resultado divertido ver la forma en la que trataba a la que decía ser su propia hija, y aunque con ella se excusaba en que era una forma para conseguir más rápido lo que quería, Yon tenía muy claro que no era así.
Esa mujer tenía un odio desmesurado por su hija.
Niega con la cabeza mientras da la segunda calada y sonríe. Esa zorra había resultado ser una víbora más letal de lo que había pensado, y aunque esto esté llevando más tiempo del planeado se lo estaba pasando bien. Sabía que tarde o temprano conseguiría lo que había venido a buscar, y si no era de la mano de Marta sería de la de Jana.
Tenía unos cuantos buenos vídeos de ella que estaba segura que a Namjoon le interesarían.
Ese era otro punto que Yon tenía que indagar. ¿Qué clase de relación tenían esos dos? Ya le había llamado la atención las fotos que Marta había conseguido de ambos, y sabía que algo más había entre ellos cuando vio las fotos de los besos, pero ella estaba interesada en saber cuan profundo podía haber llegado su relación.
Porque estaba segura de que sacaría una buena cantidad por eso.
Da una tercera calada a su cigarrillo, pero esta no le sabe igual que las otras dos anteriores. Ha tenido que elevar su mirada por el sonido estridente de unas ruedas y se ha quedado paralizada.
— ¿Qué mierda...?— lo ha murmurado en coreano mientras dejaba caer su cigarrillo hacia el suelo.
La marabunta de personas habían pasado tan veloces que ni si quiera se habían percatado de ella, y eso era algo que agradecía. Las dudas que se había planteado antes habían quedado parcialmente disipadas nada más vio a toda esa gente descender del coche que había quedado mal aparcado en la entrada de urgencias. Se había quedado sin respiración unos segundos antes de reaccionar y ser ella la que saliera corriendo en busca de Marta, porque esto era grave.
Más bien era una sorpresa.
Una muy mala sorpresa que podría joderles todo el plan.
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Holoooo,
¿Cómo estáis? Espero que muy bien😊
Aquí os traigo un capitulillo más que espero que os guste un montón, y bueno, parece ser que hay una narración, que a pesar de ser omnisciente, es desde el punto de vista de alguien que ha sido mencionada bastante en los últimos capítulos. Así que, Yon tiene un historial bastante curioso, por lo que Namjoon no ha sido su única víctima, ¿qué pensáis sobre eso? Pueden pasar cosas interesantes con esa información. Y bueno, poco se habla de esa marabunta que ha entrado en el hospital como alma que lleva el diablo👀👀
Os leo en comentarios todas vuestras opiniones😋
Ya no tengo mucho más que decir, más que, bueno, acabo de terminar exámenes y poniéndome al día he visto que la semana que viene los chicos sacan canción nueva (Permission to Dance) y me he quedado un poco loca, porque encima me he bombardeado a ver todas las fotos de los conceptos y ufff que guapos salen todos😍😍
Y con esto, me despido hasta la semana que viene😘
Nos leemos chikis;)
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