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Madrid, España
Domingo 6 de octubre

Me mantengo callada y trato de no quejarme demasiado. Los golpes duelen, se sienten mortales, pero aguanto todo lo que puedo porque no quiero que esta mujer me humille más de lo que ya hace. No quiero darle el gusto de verme gritar de dolor, suplicar para que parara o jadear por cada impacto que su mano daba en mi mejilla.

— Puta niña— su mano vuelve a impactar en mi cara, y me mareo por unos segundos, pero lo soporto como puedo y mantengo mis labios cerrados.

Acabamos de llegar de otra reunión donde no ha habido resultados positivos para Marta. Puede que no esté poniendo de mi parte para hacerle más fácil eso de encontrar a alguien que acepte firmar un papel de matrimonio conmigo, así que supongo que por eso estaba más frustrada de lo normal, pero me daba igual, hoy me daba exactamente igual.

Esta mañana había estado a punto de sufrir un ataque de asma. La ansiedad me había superado justo en el momento que vi a la policía en la puerta de casa. Me había parecido extraño cuando Marta me había abierto la puerta de mi habitación dejándome libre por primera vez en semanas, y debí ponerme alerta en el momento en el que noté como su actitud tosca había desaparecido. Sabía que estaba actuando desde que la escuché llamarme por mi nombre desde la puerta, sin ningún insulto o vejación de por medio, pero yo no tenía las fuerzas suficientes como para preocuparme por ello.

Aún no sé como logré llegar hasta el salón sin caerme al suelo, pero fue sentar el culo en el sofá y escuchar el timbre de casa. Algo no estaba bien, lo tenía muy claro, y no dudé en estremecerme por dentro al ver como Marta y Yon se dirigían a la puerta para recibir a quien fuera con una sonrisa demasiado falsa.

Y todo se me derrumbó cuando vi a la policía junto con mi padre y hermana tras el umbral.

Quise echarme a llorar cuando observé a Irune atravesar la puerta corriendo, mirando hacia todos lados como una loca hasta verme sentada en el sofá con el rostro desencajado. Ella corrió hacia mí y me abrazó con lágrimas en sus ojos, y yo tuve que tragarme todo el dolor mientras la daba pequeñas palmaditas en sus hombros, sabiendo que no podía demostrar la efusividad que quería mientras Marta me estuviera vigilando desde su posición. El nudo de mi garganta no hizo más que agrandarse cuando mi padre apareció también tras los policías, y me sentí la peor persona del mundo cuando solté por mi boca que nadie me había secuestrado ni chantajeado, que estaba ahí por propia voluntad junto a mi madre.

Ha sido lo más doloroso que he tenido que hacer hasta ahora. He podido soportar todo, pero ver los rostros de mi padre y mi hermana desencajarse y hundirse fue todo lo que necesité para tocar fondo de nuevo. La policía se fue y yo volví a estar encerrada mucho antes de que ellos salieran del edificio. Mi madre me tiró al suelo de mi cuarto, siseando un "al menos has hecho algo bien", pero yo no lo sentía así, para nada así.

No había hecho nada bien.

Y es que ver a mi verdadera familia después de tanto tiempo me había afectado a unos niveles que no creí posible. Ver en sus ojos la preocupación y el dolor mientras me miraban había sido suficiente para hacer que el nudo en mi pecho se expandiera por todo mi cuerpo hasta hacerme boquear por aire de forma repetida. En mi cabeza se mantenía firme el recuerdo de mí misma de hace unas horas, tirada en el suelo con una mano sobre el pecho, sintiendo el dolor expandirse por todo mi ser. Las lágrimas caían como cascadas por mis mejillas mientras intentaba encontrar algo de aire que llegara a mis pulmones, y pensé que me moría ahí mismo de no ser porque Marta debió escucharme y mandó a Yon a que me diera una insuflación de algún inhalador que tenía por ahí escondido.

Merecía sufrir el dolor, merecía sufrir todo lo posible por lo que le estaba haciendo a mi familia.

— Creo que ya es suficiente— veo por mi rabillo del ojo como Yon deja su copa de vino sobre la encimera de la cocina, aunque no estoy muy segura de ello porque tengo la vista empañada de mis lágrimas— Marta, te estás pasando.

Marta no escucha, al menos no a ella, y noto como da un tirón a mi pelo de forma brusca. Un tirón que me levanta como a una muñeca de trapo sin vida, y vuelve a darme un bofetón en mi mejilla derecha cruzándome la cara. Mi cuello se mueve bruscamente por la fuerza del impacto y suelto otro pequeño jadeo. Me siento flotar con cada golpe que me da, no hay dolor, ni si quiera siento ya el impacto contra mi piel. Solo es algo que me empuja de lado a lado, que me sacude hasta el cansancio y lleva a mi cabeza hacia una línea que parece de no retorno.

De repente caigo al suelo como un saco de patatas. Vuelvo a jadear cuando siento el frío de las baldosas sobre la mejilla que Marta ha golpeado hasta el cansancio, y me remuevo un poco sobre el suelo porque eso me alivia el ardor que siento en mi piel. Me pesan los ojos, pero los tengo a medio abrir, y aunque no consiga ver nada con claridad, creo que ha sido Yon quien ha separado a Marta de mi cuerpo.

— Basta ya— Yon está sujetando a Marta por el brazo y la ha llevado hasta detrás del sofá, lejos de mi cuerpo que está tendido en el suelo.

— Jodida niña— Marta se remueve del agarre de Yon y me mira con asco— No he llegado hasta aquí para que tú no colabores como deberías, siempre lo haces todo mal Jana, eres un puto estorbo en el jodido planeta.

Hay veneno en su voz, pero yo no estoy lo suficientemente consciente como para notarlo. Creo que la adrenalina se está yendo de mi cuerpo, por eso noto como el ardor de mi piel se incrementa y parece traspasar mis huesos. Toso con dificultad y siento la sangre apelmazada en mi boca, pero no tengo fuerzas para expulsarla fuera y cada vez que intento respirar las gotas se me pegan a la garganta ahogándome cada vez más.

— Tienes que serenarte, así no conseguiremos nada— Yon sacude a mi madre y mira mi cuerpo por encima del hombro— Tendremos que darle un toque de atención para que quiera cooperar como es debido, pero si la matas a golpes ese dinero se desperdiciará en donaciones inútiles.

Los tacones de Marta resuenan en mis oídos como si un terremoto me estuviera sacudiendo con fuerza. Todo tiembla a mi alrededor, pero cada vez es más lejano, y no sé si estar aliviada por eso o temer porque se vuelva a acercar a mí con más fuerza y patearme como sé que está deseando.

— Tengo muy presente eso— oigo el ruido de cristales, y parece que eso me hace reaccionar un poco, porque mis dedos se curvan sobre las baldosas que estoy segura que están manchadas con mi sangre— El imbécil de mi padre le dejó todo a esta inservible. No tuvo suficiente con cortarme el grifo cuando me divorcié, sino que le tuvo que dar todo a esta estúpida. Al final la tuve, ¿y para qué sirvió? Para que ella se quedara con todo y yo sin nada— siento su mirada puesta en mí, lo siento porque me quema más, pero yo no soy capaz de levantar mi cabeza hacia ella, solo puedo quedarme como estoy, completamente quieta en el suelo luchando por mantenerme consciente— ¡Eres un jodido error!¡Ugh!

Algo se rompe y lo siento impactar cerca de mí. Mis manos resqueman y creo que mi piel se ha abierto de par en par. Mis dedos se mueven con dificultad, pero solo noto pequeñas piedrecitas que se clavan en mis yemas y parece que están muy dispuestas a colarse muy dentro de mi piel. Intento removerme para alejarme de ahí, pero mi cuerpo no coopera. Mis extremidades se sienten pesadas y adoloridas, y ni hablar de mi torso. Estoy tan delgada que en esta posición las costillas dan directamente con las baldosas del suelo y me duele, además de que cuando intento respirar siento como una presión aguda en mis costados que me impide meter todo el aire que busco. Me pongo nerviosa con eso, pero intento que no me afecte demasiado para no caer en un ataque de asma que haga que mi cuerpo se resienta más de lo que ya está.

— Tienes que calmarte Marta, así no vamos a ningún lado— hay pasos que se alejan de mí, pero no sé de quién son— Será mejor que dejes eso y vayas a descansar, hoy ha sido un día pesado, yo me encargo del estropicio.

Por estropicio sé que se refiere a mí, pero no lo tomo muy en cuenta. Estoy más centrada en intentar que el sueño y el dolor no me ganen, y aunque me cuesta horrores lucho por mantener los párpados semi abiertos.

— Sí, tienes razón— Marta se lleva una de sus manos a su rostro y me da una mirada llena de rencor— Mañana tendré que encargarme de los otros estorbos que han venido hoy— sus tacones repiquetean en el suelo con fuerza, y yo me estremezco, pero sé que apenas se nota porque casi no puedo moverme— Al final será mejor que te mueras maldita cría, no haces más que dar problemas— el ruido de cristales siendo pisado se escucha y ella se agacha a mi lado. Mi cuerpo empieza a temblar solo cuando una de sus manos aparta los mechones sueltos que se me han pegado en la frente por la paliza que me ha dado— Y no dudes que en cuanto pueda y consiga lo que quiero te voy a hacer desaparecer del mapa...para siempre.

Mi boca suelta un pequeño jadeo cuando dice eso, y sin yo poder controlarlo una lágrima rebelde escapa por la esquina de uno de mis ojos. Estoy completamente inerte en el suelo, sangrando y adolorida, llena de golpes y heridas que ella misma ha causado. Estoy donde ella me quería.

Estoy a sus pies.

Y lo odio.

Sus pasos se alejan de mí y el ambiente en la habitación se aligera. Me gustaría levantarme e irme, pero no puedo hacerlo por mi cuenta y sé que muy probablemente pasen unas cuantas horas antes de que pueda reunir la fuerza necesaria para moverme hacia mi habitación. Jadeo e involuntariamente mi cuerpo convulsiona mientras toso toda la sangre que se me ha quedado estancada en la boca. Un hilillo sin fuerza sale de mis labios, un hilillo rojo que se resbala por una de las esquinas de mi boca hasta tocar la baldosa que he manchado con mis propios fluidos.

Yon me está mirando con una copa de vino entre sus manos. Tiene su cuerpo apoyado en la encimera de la cocina mientras bebe pacíficamente de su copa con sus ojos clavados en la imagen tan pobre que doy. Le da igual, sé que lo hace, y lo confirmo cuando empina su copa hacia arriba terminándose todo el líquido tinto que se había servido. Chasquea su lengua mientras coge su teléfono móvil, uno que no le había visto hasta ahora, y se acerca a mí con mucha cautela.

Quiero moverme, salir corriendo de aquí y encerrarme en algún lugar donde si esté protegida, pero no puedo, no tengo fuerzas para hacerlo. El crujido de los cristales vuelve a resonar cerca de mi oído, y con eso sé que se ha aproximado lo suficiente como para tocarme. Mis dedos vuelven a encorvarse sobre la baldosa cuando noto que se agacha a mi altura. Su dedo índice se apoya en mi frente y da un pequeño empujón arrancándome otro jadeo más que parece que me parte en dos. Sus labios se estiran mientras me observa sufrir, y sé que lo disfruta, porque es lo único que ha hecho mientras Marta me golpeaba.

Disfrutar de cada golpe.

— ¿Sabes? Sería muy tentador dejarte aquí a tu suerte, puede que por la mañana amanezcas muerta porque te has ahogado con tu propia sangre— su tono no me gusta, nada de ella lo hace— A veces me pregunto hasta donde llegó lo que fuera que tuvieras con el tonto de Kim Namjoon, tal vez me sirvieras mucho más chantajeando a ese idiota que esperando a que tu madre te case con algún viejo verde.

Mis labios se cierran con dificultad para intentar tragar en seco, pero lo único que consigo es toser con fuerza, forzando mis costillas de nuevo, sintiendo como se clavan más con las baldosas del suelo.

— N...No— es un sonido ahogado lo que sale. Raspa mi garganta y hace que me arda más, pero lo aguanto, como llevo haciendo todo este tiempo.

— ¿No?— Yon se ríe por mi patética palabra— Sería interesante ver cuanto estaría dispuesto a dar por ti, ¿no crees?

Yon se levanta de mi lado y se aleja, lo sé porque los cristales vuelven a sonar a mi lado, crujiendo del mismo modo que lo hacen en las películas.

Fuerzo a mis párpados a mantenerse abiertos a pesar de que lo único que esté viendo sean las pequeñas patas del sofá. Mis oídos, aunque estén embotados, es lo único que me indican cuando Yon se aleja o se acerca a mí, y eso no me hace sentir segura.

— A ver Jana, posa para la foto— mi dedos se curvan de nuevo cuando escucho el sonido de una cámara, y me estremezco cuando escucho un chasquido que viene de sus labios— Ay, no miraste a la cámara Jana, muy mal.

Sé que emplea un tono divertido y sarcástico, pero yo no evito cerrar mis ojos con fuerza, con miedo a no volver a abrirlos, mientras un par de lágrimas escapan por mis mejillas. Mi cerebro parece que ha reaccionado ante esa frase, y me ha sido inevitable no recordar la imagen de Namjoon y yo frente a la fuente de los jardines de Tivoli mientras él me repetía esa misma frase.

"No miraste a la cámara"

El dolor se había esparcido tan rápido que verdaderamente temía que un ataque de asma me asediara en este momento, pero casi lo estaba viendo inevitable. Mi pecho se había vuelto a anudar y mi boca ya había comenzado con los jadeos típicos antes de que toda la ansiedad me invadiera, y ahora, en este momento, donde no me podía mover, todo era mil veces peor.

— Vamos Jana, sonríe para Namjoon— Yon se está paseando por el salón con el teléfono en la mano, pero yo no me fijo en eso, estoy más ocupada en tratar de calmar el ataque de asma que ya ha empezado y que no tiene pinta de cesar pronto.

He vuelto a abrir mis ojos, pero siento que ha sido en vano porque no consigo ver nada. Tengo toda la vista empañada en lágrimas y mis labios están entreabiertos tratando de meter aire dentro, pero lo único que consigo es tragar más sangre, por lo que mi cuerpo convulsiona fuertemente tosiendo todo lo que me estoy tragando.

No respiro, no puedo respirar.

Me estoy desesperando porque no entra ni una gota de oxígeno a mi sistema a pesar de que estoy luchando por lograrlo. Me siento impotente mientras Yon se divierte a mi costa, y siento que algo cae al suelo a mi lado, con un sonido muy fuerte y sordo.

Un inhalador.

Le tengo al lado, lo estoy viendo, pero no puedo alcanzarlo. Mis lágrimas caen y la desesperación crece mientras toso más fuerte y me ahogo más. Quiero estirar mi mano y cogerlo, pero mis extremidades no responden a las órdenes que emite mi cerebro y realmente pienso que este es el final.

Ya está, se acabó.

Estoy dando lo que creo que son mis últimos jadeos, dejando que mis ojos se cierren por completo mientras mis lágrimas se encargan de expulsar la última emoción que creo que queda en mí, el dolor.

Ya está, ella ha ganado.

— Joder— oigo un idioma que no conozco, pero que me resulta familiar. Hay mucho ruido que me es ensordecedor, y alguien me levanta la cabeza sin cuidado— ¿Cómo se pulsaba esta mierda?

Mi boca se abre y alguien mete algo dentro de forma brusca. Ya no sé que está pasando, pero de pronto mis pulmones se abren y mi pecho duele un poco menos. Mi cuerpo se gira y siento como se encarga de expulsar toda la sangre que he tragado. La baldosa ya ha dejado de ser blanca hace tiempo, y ahora mi sangre la tiñe de un rojo oscuro que parece negro.

— Ni se te ocurra morirte estúpida, no puedes hacerlo ahora— Yon me sujeta mientras sigo tosiendo, expulsando todo lo que se había quedado estancado en mi boca— Vales más viva que muerta, al menos hasta que saque mi parte de todo esto.

Mis costados duelen cuando Yon me suelta. Ya he dejado de toser, pero yo no me encuentro nada bien, y mi cabeza me lo hace saber mientras da vueltas y vueltas que me desorientan cada vez más. Mis párpados tampoco cooperan ya, y estoy a punto de ceder a todo lo que mi cuerpo me está gritando aunque no quiera.

— Marta te ha dado una buena paliza esta vez— Yon está agachada a mi lado, pero yo ya no soy consciente de ella, ni siquiera puedo ser consciente de mí— Creo que tendré que llamar al doctor otra vez, tienes que estar lista para el fin de semana que viene. Si todo va bien por fin podremos coger la herencia de ese viejo asqueroso.

Jadeo cuando vuelvo a sentir sus manos sobre mí. Ella me manipula como quiere, sin cuidado ninguno, provocándome más dolor en mi cuerpo. Cada vez me cuesta más mantenerme despierta, mucho más, y ya no sé como hacer que mis párpados se queden abiertos.

No me hacen caso.

— ¿Quién iba a decir que alguien como tú pudiera valer tanto dinero?— estoy medio ida, a punto de desmayarme, pero siento como el suelo se mueve debajo de mi cuerpo— Las personas como tú no merecen nada de esto, tú no te lo has ganado— mi boca se entreabre cuando Yon da otro tirón bajo mis axilas, y de repente me siento caer con fuerza en el suelo— No me fío de tu madre, ni un pelo, pero si estoy haciendo esto es porque sé que contigo puedo sacar mucho dinero. Al menos, si no es con esa estúpida herencia, probaré con Namjoon. Será interesante ver que precio te pone, como si fueras una puta— Yon se apoya en el marco de la puerta de mi habitación mientras me observa tirada en el suelo, completamente adolorida y sin fuerzas— No estoy segura que vio en ti para venir corriendo desde Corea, supongo que te abriste de piernas muy rápido, como hacemos todas, para que él caiga como un tonto— sus brazos se cruzan sobre su pecho mientras me da una sonrisa que solo me causa un escalofrío— Aunque, ahora que lo pienso, no sois tan diferentes, ¿sabes? Ambos os morís por un poco de atención, así que solo hay que tenderos un poco la mano para que estéis dispuestos a hacer lo que los demás queramos— sus pasos se aproximan a mí, pero yo ya no puedo reaccionar a nada. Parece que mis sentidos se están diluyendo poco a poco, y cada vez me cuesta más tener los ojos abiertos— Me recuerdas mucho al Kim Namjoon que conocí, quien hizo de todo durante meses para complacerme tan solo porque yo le dedicaba cuatro palabras bonitas al día. Fue tan fácil tenerle comiendo de la palma de mi mano...

Yon se agacha a mi lado y eleva una de sus manos para tocarme, pero parece que se arrepiente y no lo hace. En su lugar cierra su mano en un puño mientras tensa sus labios pintados de rojo en una línea antes de sonreír con suficiencia.

— Eres igual a él en esa época, tan maleable y manipulable que es encantador, pero, ¿sabes cual es la diferencia entre ambos?— ella ríe, pero es una risa seca, como si en el fondo algo le diera rabia— Él no estaba solo, tuvo a alguien para sacarle de mí, pero tú, querida Jana, no tienes su misma suerte. Estás sola, muy sola, y si desapareces de la tierra nadie va a venir a buscarte, ¿y sabes por qué?

Ella se acerca a mí y yo me mantengo inerte. No puedo moverme aunque quiera, por lo que estoy completamente desprotegida mientras ella se agacha y pone sus labios muy cerca de mi rostro. Jadeo e intento removerme, pero mi cuerpo es pesado y no hace caso a nada de lo que le digo. Por el contrario, eso parece que me agota más, las extremidades me duelen, el torso me arde y los costados presionan hacia dentro oprimiéndome los pulmones. Mi cabeza solo da vueltas y vueltas, y mi vista, que ya es borrosa desde hace un buen rato, está empeñada en cerrarse, pero, aunque sigo luchando contra la pérdida de conciencia, una batalla que sé que voy a terminar perdiendo, no impide que mis oídos capten un último sonido antes de cerrar mis ojos y dejarme ir.

Yon se acerca a mi oído mientras me observa ceder ante la inconsciencia, y con una sonrisa en el rostro, de pura diversión y gusto, sus labios se mueven con lentitud, rozando mi oreja, sintiendo su aliento sobre la piel que se me eriza.

— Porque no vales nada para nadie.

Y lo peor de todo es que, segundos antes de caer inconsciente, me lo creo.

Creo firmemente en esas palabras.
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Holooooooo,

¿Como estáis? Espero que muy bien🙃

Y bueno, aquí os traigo un capítulo bastante fuerte y espero que os haya gustado un montón. Ahora, me gustaría preguntaros lo que os ha parecido. Pasan bastantes pequeñas cosas aquí, pero lo más gordo es el final, ¿qué pensáis? Ese tipo de pensamientos, y más en la situación en la que está Jana, son, desgraciadamente, bastante recurrentes, lo que es una completa basura, sobretodo cuando son personas como esas las que nos hacen pensar así. Así que, dicho esto, contadme, ¿qué pensáis que va a ocurrir ahora? Os leo en los comentarios😊

Ya no tengo mucho más que decir, así que nos vemos la semana que viene🤗

Nos leemos chikis;)

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