45
Namjoon
Estaba sorprendido. Mucho. Tal vez demasiado. Puede que Jana me rompiera todos los esquemas que mi cabeza formaba para dar una explicación coherente a la situación que había vivido hacia tan solo unas horas. Simplemente no concebía posible que pudiera estar de esta manera, tan natural y serena, como si no hubiera pasado nada.
En realidad había pasado mucho.
Y me enfadaba por eso. Sí, realmente lo hacia. No consideraba justo la fluctuación emocional por la que estaba viviendo ella. Era un camino que ella no había escogido, pero se había visto obligada a tomar, y me asombraba lo cuerda que parecía estar al frente de todos.
Tal vez eran los años de práctica, yo tenía mucha experiencia en eso.
Y mi corazón volvió a estrujarse en mi pecho del mismo modo que lo había hecho en su habitación. Todavía no daba crédito a lo que había escuchado. Me empeñaba a pensar que había sido una broma, un mal sueño tras un día horrible, pero no, esa era la realidad.
Dolía, no imaginaba cuanto podía llegar a doler.
Ella me había ido contando cosas durante nuestros breves encuentros por Europa. Su corazón se abrió más a mí cuando estuvimos en la playa en Dinamarca, y después en el porche de casa de su abuela, cuando me contó lo que pasó el día de la defensa de su tesis. Y ahí supe que su madre era verdaderamente mala, trascendía los límites de una mala relación.
Era violencia pura y dura.
Pero supongo que me quedé corto en cualquier cosa que hubiera podido pensar. La realidad era mucho peor que la imaginación, y no sabía de donde salió, pero solo quería abrazarla y decirle que todo mejoraría, que estaba ahí y que no iba a permitir que la pasara nada más. Ella no se merece nada de eso, su corazón no puede sufrir de esa manera.
El mundo no podía dañarla de esa forma tan cruel.
Entendí muchas cosas en ese breve y tétrico espacio de tiempo. Comprendí muchas cosas que me habían llamado la atención en Europa, sus pequeños tics, manías y gestos nerviosos. Dolió descubrir de donde venían, quien se había encargado de crear esas pequeñas muestras de ansiedad en ella.
Dios, quería pegar algo, y yo no era violento.
— Quita esa cara de perro— giré mi cabeza sobresaltado, viendo a Irune alcanzarme en nuestra caminata hacia el faro. Puede que no estuviera muy pendiente del paisaje que me rodeaba, y estaba completamente seguro de que me arrepentiría más tarde, pero mi cabeza no paraba de dar vueltas a todo lo sucedido— Ella estará bien, pero lo que menos necesita es que tú tengas esa cara de muerto viviente.
— Lo siento— seguí subiendo las escaleras desviando mi vista unos metros más adelante. Jin, Jungkook y Jana reían mientras subían las escaleras. Creo que ella les estaba enseñando algo con su teléfono, seguramente alguna traducción, y creo que mi corazón se calmó un poco al ver su rostro tan sereno. Aunque sabía que por dentro debía de estar sufriendo— No puedo evitarlo— eso era una confesión. No me había atrevido a hablar del tema en ningún momento, no desde que ella me dijo que no quería hacerlo— No me puedo explicar como alguien es capaz de hacer eso...a su propia hija.
La mueca de Irune me indicó que ella estaba conmigo, de mi lado. Había intuido que la madre de Jana no era santo de su devoción, ahora mío tampoco, pero no me había imaginado cuan grave era la situación.
— Cuando las personas solo se preocupan por ellas mismas es que pasan estas cosas— sus manos se aferraban a las correas de su mochila. Aprecié por el rabillo del ojo que sus nudillos estaban blancos— Yo tampoco sabía como estaba la situación. Jana pasó a ser muy reservada a partir de la adolescencia. Cuando éramos pequeñas nos contábamos todo, ella me enseñaba a hacer muchas cosas, era una persona muy activa, luego...solo desapareció todo eso. Ya no hablaba, se quedaba encerrada cada vez que venía y cuando volvía a Madrid desaparecía por meses.
Tragué saliva volviendo a clavar mis ojos en su pelo castaño lleno de mechas naturales por el sol.
— Has dicho que vivía en Madrid, ¿cierto?— Irune asintió mirando hacia Jana.
— Sí, ¿por qué?— los ojos verdes de la pelirroja se clavaron en mí mientras seguíamos subiendo las escaleras.
Ahora entendía por qué me dijo que Madrid nunca se sintió como su casa.
Era por su madre.
— Sólo he recordado algo que me dijo en Dinamarca— sacudí la cabeza y solté un suspiro profundo— ¿La conoces?
Mi mirada fue a parar al rostro de Irune. Sus ojos me escaneaban confusos y sus labios se hallaban juntos, muy prietos.
— ¿Patas de gallo?— asentí. El nombre me sonaba mucho, y recordaba habérselo escuchado— Por desgracia.
Hice una mueca con mis labios.
— ¿Puedes decirme como es?— mi vista fue a parar a Jana. Ella seguía riendo, como si no hubiera pasado nada— Quiero entender más.
Irune siguió mi mirada hasta su hermana. Creo que ya había dejado de ser un secreto a voces que ella me gustaba, tal vez más de lo que debería, pero no me arrepentía de nada.
Mi corazón latía por ella y no me arrepentía.
— Te gusta mucho, ¿verdad?— pestañeé sorprendido por la pregunta.
Creía que era evidente.
— Lo hace, demasiado, tanto que me asusto a mí mismo— ella entreabrió los labios sorprendida, y antes de que me diera cuenta, su mano aterrizó en mi brazo frenando mi caminata por las escaleras.
— Creo que esta es la primera vez que oigo a un chico confesarse sin hacerse el tío duro— mi ceño se frunció confuso.
¿Tío duro? No era mi estilo.
— Creo que yo no encajo ahí— Irune asintió, y casi vislumbré la sonrisa que quería salir de sus labios.
— Doy gracias que no eres un gilipollas— no sabía si sentirme agradecido por eso, aunque creo que ella lo vio en mi rostro. Su sonrisa creció campante por su rostro, y en cierto sentido me sentí bien con eso— La verdad es que todavía no te he agradecido lo que hiciste por ella hace un par de días, significó demasiado, para todos.
Mi estómago se retorció con el pequeño recuerdo de hace dos noches. Ella a punto de caer por el precipicio, dejándose llevar por todo lo que la estaba atormentado.
No sabría que había podido pasar si no hubiésemos llegado a tiempo.
Y tampoco quería saberlo.
— Ella me importa, mucho, y no tienes nada que agradecer, es más, soy yo quien tiene qué. Sin tú ayuda nunca hubiera podido llegar aquí— la pelirroja negó con la cabeza.
— Tú eres importante para ella también, más de lo que puede admitir ahora— mi corazón se aceleró al escuchar eso. Ella sonrió más y continuó subiendo las escaleras— Nunca la había visto de esta manera, no desde hace unos cuantos años, y eso se debe a ti.
Abrí mis ojos sorprendido.
¿Se debía a mí?
— ¿Por qué lo dices?— no pude evitar preguntarlo.
Mis palabras habían salido antes de que tal siquiera pudiera procesarlas.
— Porque la aceptaste tal cual es según la conociste, rompiste con todo lo que había estado acostumbrada a lidiar por años— la sonrisa de Irune no hacia más que crecer a medida que hablaba— Pudiste sacar a flote parte de su esencia en tan solo unos días, realmente sorprendente.
— No creo que lo sea— mi mano rascó mi nuca algo nervioso.
Mi corazón había empezado a latir desenfrenado.
— Sí lo es— Irune volvió a pararse mirando como Jana seguía subiendo más arriba con los chicos— Llevaba todo el verano intentando sacarla una sonrisa, aunque fuera muy pequeñita, tú lo conseguiste en 6 días.
Pensé que mi pecho se partiría en pedazos por la fuerza de mi corazón. Nunca antes había bombeado de esta manera tan acelerada. Mi mirada se desvió sola, no lo pensé, pero ya la estaba mirando. Sus labios estaban estirados hacia los lados, como los había visto aquella vez en la playa de Dinamarca por primera vez, y no pude evitar sonreír yo también. Había sido involuntario, completamente, y la sensación de bienestar no tardó en surcarme de arriba a abajo. Esto era algo que no podía explicar, al menos no con palabras.
Me sentía bien de nuevo.
— Menuda cara de tonto enamorado que acabas de poner— Irune se aguantó la risa, siempre lo hacía cuando pegaba sus labios de más.
— No he puesto cara de tonto enamorado— me había salido solo, casi a la defensiva.
Aunque no sabía ni el por qué me había puesto a la defensiva.
— Lo que digas cuñadito— fruncí mi ceño ante la última palabra que había dicho— Anda, vamos a alcanzarlos que sino se van a alejar demasiado— ella empezó a subir las escaleras otra vez, pero yo me había quedado muy estático en mi sitio.
Tonto enamorado.
No estaba enamorado.
¿Me gustaba Jana?
Por supuesto que sí.
¿Estaba enamorado de ella?
Creo que no.
— ¡Esperadme!— pestañeé saliendo de mi estupor y me giré hacia abajo. Taehyung subía a paso ligero, casi sin aliento— ¡Me dijisteis que me esperaríais mientras sacaba fotos!
Irune se giró unos escalones más arriba para mirar al castaño. Una sonrisa divertida se deslizó por sus labios cuando Tae llegó a mi lado. Se apoyó en mi hombro tratando de recuperar el aliento perdido, y casi me quise reír por la cara de dolor que traía.
— ¿Estás bien?— mi mano se apoyó en su brazo para darle más estabilidad.
— Sí...pero nadie me dijo que esto tenía tantas escaleras— una sonrisa salió de mis labios, y tuve que girar mi cabeza por la risa de Irune.
Taehyung la miró con una mueca en los labios mientras intentaba controlar el movimiento de su pecho.
— Ha dicho que nadie le dijo que esto tenía tantas escaleras— Irune sonrió más, dejando escapar una risa más cantarina.
— Te lo dije yo, pero me dijiste que no sería para tanto— las cejas de Taehyung se elevaron antes de buscar mi mirada.
Puse los ojos en blanco.
— Dice que te lo dijo ella, pero como haces siempre, dijiste que no sería para tanto— aguanté la risa por la cara que puso.
Sus manos se apartaron de mis hombros y comenzó a subir las escaleras de nuevo, a paso más rápido, y casi quise volver a poner los ojos en blanco. Taehyung pasó a Irune por un costado, sacando una pequeña risa a la pelirroja, y ambos le vimos subir escopetado hacia arriba, buscando alcanzar a Jana y los chicos.
— ¿Siempre es así?— Irune mantenía su mirada divertida en Taehyung.
No pude evitar que la sonrisa cómplice saliera de mis labios.
— Lo es, pero se vuelve peor cuando se junta con Jimin— noté como ella fruncía el ceño.
Me quise morder la lengua.
— ¿Jimin?— asentí intentando aparentar normalidad.
Mierda, mierda y mierda.
Ahora no.
— Sí, es otro amigo de nuestro grupo, trabajamos juntos— ella asintió desviando su mirada hacia ellos.
— ¿Estáis en una discografía o algo así?— mi estómago se contrajo.
Este tema ahora no.
— Sí, se podría decir que sí— ella asintió, y esperé que estuviera conforme con eso.
No quería sacar este tema ahora, no de esta manera y no con Irune.
Si tenía que hablar con alguien primero esa sería Jana.
Y no me veía preparado todavía.
Irune fue a abrir la boca, y con ese pequeño gesto mi estómago dio más vueltas de campana dentro de mí. Un nudo apareció en mi pecho, y la preocupación se hizo con el dominio de mi cuerpo.
Aunque parecía tener a alguien en el más allá velando por mí.
— ¡Chicos!— ambos elevamos nuestra mirada hacia arriba, viendo a Jana mover su mano de una lado al otro desde unos cuantos escalones más arriba— ¡Venga, daros prisa!
— ¡Rápido, rápido!— Jungkook chilló haciendo que Jin y Taehyung, quien ya había llegado junto a ellos, rieran.
Jana solo les miró divertida antes de posar sus ojos sobre mí.
Y eso me calmó.
No era consciente de la fuerza que tenían sus gestos sobre mí, pero tampoco me importaba demasiado. Puede que disfrutara más de lo que era propiamente consciente de cada pequeño gesto, de cada sonrisa y cada mirada.
Todas nuestras miradas significaban más de lo que aparentaban, y eso me hacía sentir raro, pero en el buen sentido.
Esta vez no fue diferente. Mis ojos conectaron con los de ella, casi como si una conexión magnética se concienciara de que conectáramos, y como si fuera imposible no hacerlo, su sonrisa creció en su rostro.
La mía no tardó en seguirla.
Y solo puede que haya sido eso lo que me impulsara a apresurar a Irune para subir las escaleras más rápido. No pasé desapercibida la mirada que me dio antes de seguirme el ritmo. La sonrisa de su cara no se había ido tampoco, y sabía que se estaba divirtiendo con mis reacciones, de según ella, "tonto enamorado".
Pero la volvía a mirar a ella y la idea no se hacia aterradora. Me sería muy fácil enamorarme de ella, sin reprimirme, sin arrepentirme. Mirar su rostro cada día, su sonrisa dirigida a mí, sentir el latido de mi corazón en mis oídos, esos nervios en mi estómago cuando llevaba sus dedos a esconder un mechón de su pelo tras su oreja, porque sabía, que cuando hacía eso, lo que seguía era una mirada hacia mí. Ella elevando sus preciosos ojos verdes hacia mí, mirándome como si fuera la única persona a su alrededor.
¿Podía alguien explicarme que me pasaba?
Aunque no me importaba nada la respuesta a esa pregunta. En verdad no quería pensar en el qué será, solo quería vivir el presente, este momento, donde sus labios me reciben sonrientes mientras termino de alcanzar a todos los chicos. Ignorando las miradas de Jin y Jungkook, solo centrándome en Jana, porque parecía ser única en estos momentos.
Y me volví a sorprender por la mujer que tenía enfrente.
Su mundo podía caerse a pedazos dentro de ella, pero estaba fuerte, frente a mí, sonriéndome para tranquilizarme.
"Estoy intentando mejorar, quiero mejorar, por mí."
Eso había dicho, y eso iba a conseguir. Porque sabía que ella era mucho más capaz de lo que creía. Era muy fuerte, mucho más de lo que cualquiera pudiese imaginar y era algo que me asombraba. Ella se estaba haciendo consciente de todas las personas que tenía a su alrededor, tratando de dar la cara por ellas y por sí misma.
Una luchadora, la mejor que había conocido en toda mi vida.
Y la admiraba.
— Que lentos que sois— su voz sonaba divertida, y dio una mirada algo cómplice con Jungkook, quien la sonrió de vuelta.
— Muy lentos— incliné mi cabeza hacia un lado divertido por la pronunciación marcada del pequeño de la banda.
— Vamos, vamos— Jin hizo un gesto con la mano para seguir subiendo, como si tuviera mucha energía como para hacer esta ruta tres veces más.
Los chicos empezaron a subir casi como si estuvieran en una carrera particular. Irune les siguió divertida, sabiendo muy dentro de ella que no iban a durar muchos escalones a esa velocidad. Reí al verlos, parecían niños pequeños.
— ¿Cansado?— mi mirada se desvió hacia Jana. Ella se había quedado a un lado, esperándome a mí— Ya no queda mucho para llegar a arriba.
Sonreí volviendo a emprender marcha hacia arriba, pero esta vez con ella.
— Estoy bien la verdad— ella sonrió, y no era consciente de que me estaba fijando mucho en sus gestos mientras subíamos.
— Las vistas del mar son espectaculares desde aquí— me vi obligado a apartar mi mirada de su rostro para ver más allá.
Wow.
Simplemente wow.
Tenía razón, me iba a arrepentir de no estar muy atento al paisaje.
— Lo son— volví a verla a ella, y no me pude resistir. Paré en seco, frenándola a ella también, y la miré a los ojos— ¿Puedo sacarte una foto?
Sus ojazos se abrieron de más, sorprendidos. Mi corazón martilleó fuerte en mi pecho cuando sus labios deslizaron una pequeña sonrisa.
— Está bien...pero no sé posar— sonreí negando con la cabeza.
No importaba.
No me importaba.
— Eso da igual— saqué mi teléfono de la pequeña bolsa que había traído. Jungkook y Jin se habían empeñado en llevar las mochilas grandes con la comida que Deva nos había preparado— Solo haz lo que quieras, puedes mirar al mar si no quieres ver a la cámara.
Los labios de Jana se convirtieron en una pequeña "o" mientras asentía. Sonreí encantado al verla pararse enfrente de mi cámara tratando de posar lo mejor posible.
Era preciosa hiciera lo que hiciera, sin si quiera intentarlo.
— No sé yo que tan bien salga— su mano estaba apoyada en el pequeño muro de piedra, intentando mantenerse en una pose recta para la foto.
Mis dientes atraparon mi labio inferior para evitar que mi sonrisa se expandiera demasiado, aunque eso era imposible estando con ella.
— Sales preciosa, siempre estás preciosa.
Y nunca me agradecí tanto decir esas palabras que habías salido solas desde mi corazón. Mi foto favorita estaba ahora en la galería de mi teléfono, convirtiéndose en el tesoro que mejor guardaría de ahora en adelante. Ella se había girado hacia mí, con sus ojos bien abiertos hacia la cámara y una sonrisa preciosa dirigida a mí. El color de sus iris brillaba por la luz del día y el mar la completaba envolviéndola en un fondo casi sacado de un libro de fantasía. No quería dejar de mirar la foto que acababa de sacar, me podría pasar la vida entera admirándola.
— Adulador— sus ojos se habían entrecerrado divertidos por mi comentario, y creo que con eso mi corazón dejó de latir un segundo para empezar una marcha muy dolorosa en mi pecho.
— Solo digo la verdad— me encogí de hombros sonriente, dispuesto a guardar mi teléfono de nuevo, pero ella me detuvo— ¿Qué ocurre?
La vi tomar aire, como si estuviera debatiéndose algo internamente. Sus ojos me enfocaron, y sus manos atraparon mis muñecas en un gesto suave.
Mi piel cosquilleó como ya era costumbre.
— Creo que te debo una foto...juntos— mis cejas se elevaron sorprendido.
— ¿Juntos?— lo había repetido como si fuera algo increíble.
— Sí, juntos— ella me sonrió y yo creo que desconecté por dentro.
Juntos. Una foto juntos.
— ¿Segura?— no pude evitar recordar Dinamarca, los parques de Tívoli, cuando la obligué a sacarse una foto conmigo empujándola hacia un límite.
Pero ella asintió esta vez.
— Lo estoy, te debo una foto mirando a la cámara— su sonrisa se había vuelto tímida, y no pude evitar descender mi mirada a sus labios, apreciando ese pequeño gesto que había removido mi estómago.
Nunca había sentido una montaña rusa dentro de mí con nadie...nadie excepto ella.
— Yo voy a estar bien si no estás lista, ve a tu ritmo Jana, no quiero que te fuerces a nada— creo que me sorprendí a mí mismo diciendo eso.
Puede que una foto junto a ella fuera algo que me encantaría tener, pero sería egoísta de mi parte ceder a mis pretensiones cuando era plenamente consciente que a ella, este pequeño gesto tan trivial y cotidiano, le estaba costando un mundo.
Y volví a sorprenderme de nuevo, bueno, más bien ella me volvió a sorprender de nuevo. Creo que la subestimaba demasiado. Sus ojos se abrieron de la forma más dulce que nunca habría podido soñar y sus dientes se asomaron en una pequeña risa. Pestañeó un par de veces, las cuales viví a cámara lenta, antes de que sus ojos se enfocaran en los míos.
Sentí como si me acariciara la piel con su mirada, y fue muy cálido, muy placentero. Casi me sentí morir en ese instante, mis piernas temblaron y mis manos siguieron su estela. Apreté más mi teléfono en mis manos, intentando camuflar ese escalofrío nervioso que me había dejado un cosquilleo por todo el cuerpo.
— Te prometo que voy a estar bien, quiero hacerlo, si es contigo estoy lista— sus manos tocaron mi brazo, acercándome a ella.
Creo que entré en una especie de trance. Su cercanía me envolvió con suavidad y calidez. Esta sensación era muy parecida a cuando me metía entre las sábanas de mi cama en invierno después de lavarlas. El frescor y la suavidad era todo lo que me envolvía en ese momento, y ahora, el presente, no se alejaba de esa sensación tan placentera.
Escuché como mi corazón latía en mis oídos y mi cerebro decidió actuar en automático, como si esto fuera mi rutina diaria, como si todos los días tuviera la oportunidad de rodearla con mis brazos dejando que ella se apoyara su cabeza sobre mi pecho. Temí que notara la velocidad a la que latía mi corazón, tenía miedo de que lo descubriera.
Suspiré cuando sus manos dirigieron mi brazo alrededor de ella. Casi fue puro instinto cuando la atraje más a mí mientras elevaba mi teléfono sobre nuestras cabezas, mostrando nuestros rostros en la pantalla de mi teléfono. Jana miró a la cámara con la sonrisa más preciosa que había podido ver, siempre que sonreía me parecía que era su sonrisa más preciosa, pero esta vez se sintió diferente.
Sonreí hacia la cámara con ella entre mis brazos, y creo que por primera vez pude conocer lo que era la felicidad. Esta sensación, de estar bien con todo, de estar cómodo con todo a tu alrededor. El sitio y el momento correcto. El olor a salitre, su olor a bebé impregnándose en mí, el sonido de las olas chocar con las rocas y el sonido de su risa mientras miraba a la cámara.
El mejor contraste que jamás conocí.
Y la miré. Porque era correcto hacerlo, porque debía hacerlo. No se cuantas fotos saqué, solo sabía que mi dedo seguía pulsando el botón probablemente hasta que mi teléfono se quedara sin memoria.
— Nam, tienes que mirar a la cámara— ella se había girado a mirarme con una sonrisa divertida.
Mi corazón saltó en mi pecho. Fuerte, como si una bomba hubiera explotado dentro de mí.
Casi dejé de respirar en ese momento.
— ¿Nam?— mis ojos bailaban por todo su rostro.
Inclinó su cabeza hacia un lado, dejando una pequeña sonrisa en sus labios. Mi mirada paró ahí, como si fuera correcto hacerlo, como si fuera necesario.
Mierda.
Estaba enamorándome de ella.
Y no me lo estaba recriminando.
Era correcto.
Joder si lo era.
— Eres preciosa, la mujer más preciosa que jamás he podido ver— sus labios se entreabrieron sorprendidos, y creo que tomé eso como una invitación.
Mi cabeza descendió sola a buscar sus labios. Tal vez había sido un instinto, un impulso, algo que te obliga y te empuja a hacer una locura, pero que a su vez es lo que te da vida, prende la chispa que te mantiene vivo, esa chispa que hace que tu corazón se acelere emocionado.
Fue suave, como esta mañana en el piano. Mis labios danzando sobre los suyos como si lo hubieran hecho toda la vida. Bajé mi móvil, dejando de sacar fotos, y no se como lo hice pero atiné a meterlo en mi bolsillo antes de posar mi mano sobre el hueco de su cuello. Mi brazo la había apretado mucho más a mí, casi intentando fusionarla con mi cuerpo. El calor que desprendía se apegaba a mi piel, y no quise que terminara esto, no quería que terminara nunca.
Quería vivirlo por siempre.
Me separé de ella con lentitud, dejándonos todavía muy cerca, pegando nuestras frentes en una caricia. No pude evitar acariciar mi nariz con la suya, un gesto íntimo que me había encantado hacer en el piano, algo que consideraba solo de nosotros.
— ¡JIN MIRA ESTO!— me vi obligado a abrir mis ojos de golpe, sacándome de la burbuja tan personal que habíamos formado entre ambos.
Había dejado caer la mano que había colocado en su cuello a uno de mis costados, pero mi brazo seguía rodeándola, y no tenía un plan cercano de alejarlo de donde estaba.
Giré mi cabeza para mirar hacia arriba. Sentía como el pecho de Jana subía y bajaba bajo mi brazo, y pude ser consciente del latido acelerado de su corazón. Reprimí la sonrisa que amenazaba con salir de mis labios mientras buscaba a Jungkook con la mirada.
Entrecerré mis ojos, eran malos actores.
Se habían girado precipitadamente hacia el mar, y estaban haciendo como si sacaran fotos al paisaje, pero sabía que no era eso lo que estaban haciendo.
Demasiado predecibles.
Los dedos de Jana acariciaron mi brazo sobre su pecho, y con eso devolví mi mirada hacia ella. Sus ojos se deslizaron más allá de mí, viendo a ese par de nefastos actores y no pudo reprimir una pequeña risa.
— Supongo que siempre hay público— mis labios se estiraron hacia los lados, imitando su sonrisa, dejando que una pequeña risa ronca saliera de mis labios.
No podía cabrearme con ellos cuando mi corazón estaba latiendo desenfrenado por la mujer que tenía enfrente.
— Anda, vamos con ellos— deshice mi agarre, pero no lo llevé muy lejos.
Me cercioré de que mi mano atrapara la suya para seguir subiendo las escaleras, pero antes de que si quiera pudiera dar un paso hacia arriba ella me detuvo.
Sus ojos me observaban cuando me giré con rostro confundido. Su lengua remojó sus labios y noté como su pecho subía y bajaba en una respiración profunda.
— Estoy bien Namjoon— eso me había pillado desprevenido, pero casi me quise reír por lo trasparente que había podido ser para ella— Sea lo que sea que hayas hablado con mi hermana no te tienes por qué preocupar de más, voy a estar bien y voy a trabajar para que ella deje de afectarme tanto como lo hace.
Me giré por completo, haciéndola frente. Mi rostro se había deshecho de esa mueca de confusión para pasar a un gesto suavizado.
Ya lo he dicho, es una mujer sorprendente, mucho más fuerte de lo que ella es consciente.
— No puedo evitar preocuparme aún así— quería ser sincero, no quería esconderla más cosas de las que ya hacía— No quiero que recaigas, apóyate en mí si es necesario, pero no te dejes llevar por tu madre.
Sus dedos apretaron su agarre en mi mano, y me vi forzado a retener un impulso que me obligaba a arrastrarla hacia mí para envolverla en mis brazos.
— Sé que tiene mucho poder sobre mí, soy consciente, por eso estoy trabajando en que deje de hacerlo— sus labios se estiraron en una sonrisa que pretendió tranquilizarme— El primer paso es darse cuenta del problema, el segundo es querer enfrentarlo, y yo, quiero hacerlo.
Llené mis pulmones de aire.
— Nunca vas a estar sola, ¿lo sabes?— ella asintió sujetando más fuerte mi mano.
El calor que ella emitía hacia mí me tranquilizaba.
— Ahora lo sé, es algo que suele pasar cuando bailas sobre el borde del precipicio— una mueca cruzó su rostro, y no pude evitar que mi corazón doliera por eso— Vamos, te quiero enseñar algo mientras subimos.
Asentí completamente inmerso en ella. La vi sacar su teléfono, y una pequeña sonrisa cruzó mis labios al volver a percatarme que su viejo teléfono había desaparecido. Ella había cumplido lo que dijo en Europa, había cambiado su teléfono.
— Veo que te has pasado al mundo moderno— subíamos las escaleras con lentitud.
Ella amplió su sonrisa.
— Sí, hace casi un par de meses...— sus ojos me observaron sonrientes— Aunque creo que ya te lo dije, pero nunca pudiste hacer una videollamada para que lo comprobaras.
Mis ojos se abrieron sorprendidos. Ella volvió a girar su cabeza para buscar algo en su teléfono, y casi que lo agradecí para que no viera mi expresión de sorpresa.
Yo no recordaba haber hablado con ella, no había podido reunir el valor suficiente.
Puse mis ojos en blanco antes de sacar mi teléfono y buscar el chat de Jana.
El último mensaje que la había mandado estaba sin leer todavía, pero no me preocupé por eso.
Quería matar a Jin.
No se había molestado en borrar las conversaciones anteriores, y yo casi que me quería pegar por no haberme dado cuenta cuando entré al chat hace dos días hablándola desesperado.
Anjana
Hola Jana!
Sept. 4 20:55
Hola!
¿Cómo estás? ¿Todo bien?😄
Sept. 4 21:04
Todo genial😊
Te tengo que decir una cosa🤭
He cambiado de número por asuntos de trabajo
Sept 4 21:07
Oh!
Está bien😃
Sept 4 21:08
Mira es este
*NamjoonKim Contacto*
Sept 4 21:09
Perfecto☺️!
Ahora te agrego!😆
Sept 4 21:11
Este era el contacto de Jin, y no sabía como sentirme al respecto. Quería matarlo, sí, pero a la vez no, porque seguramente si no llega a ser por eso no estaría aquí ahora.
Hablaría con él más tarde.
— Mira— Jana se paró un momento, con sus ojos puestos en mí— Probablemente no entiendas nada, hablo en español, pero no quiero que me juzgues por esto, ni quiero que te asustes, ya no soy esta Jana.
No sabía como tomarme sus palabras, ni siquiera tenía idea de que era lo que me iba a encontrar ahí.
Definitivamente no esperé esto.
Era un vídeo, de ella, pero a duras penas podía reconocerla bien. Estaba arreglada, en un vestido que la quedaba algo grande pero muy bonito. Esta muy delgada, demasiado delgada y parecía enferma en comparación ahora. Mi pecho dolió al recordar sus palabras.
Su madre la daba pastillas para vomitar la comida, estuvo al borde de la bulimia.
No entendía nada de lo que estaba diciendo en el vídeo, pero tampoco quería hacerlo, verla de esa manera, siendo de esa manera que no era ella, me dolió demasiado.
No pude terminar de ver el vídeo, sentí mis ojos picar y mi corazón doler.
No podía verla de esa manera.
— Ya está, no puedo ver más— ella recogió el teléfono en una mueca.
— Esa era yo hace tres meses, en julio para ser exactos— su lengua remojó sus labios antes de continuar nuestra caminata por las escaleras— La Jana que conociste los primeros días en Europa es lo más parecido de la que has visto en el vídeo.
Me esforcé por mantener el tipo.
— ¿Quién te grabó...?— otra mueca cruzó su rostro.
— En realidad estaba borracha, y supongo que también estaba harta de todo. Me había bebido un vaso de algo con alcohol, creo que fue un cubata, y se me subió muy rápido. Acababa de vomitar en uno de los baños lo poco que había cenado, y beber no fue muy buena idea...bueno, también era la primera vez que probaba el alcohol— un suspiro escapó de sus labios y yo endurecí mis puños— Supongo que en cierta medida me envalentonó. Fui capaz de subirme a esa tarima e insultar a mi madre enfrente de miles de personas. Como se dice aquí, nunca le había echado tantos huevos a algo.
Trató de ser divertida, supongo que el humor es a lo último que te puedes aferrar cuando la vergüenza y la impotencia hacia aparición.
Conocía muy bien esa sensación.
— Fuiste valiente, muy valiente, la hiciste frente— trataba de buscar aspectos positivos de toda la historia.
— Lo que conseguí fue cabrearla y que me pegara enfrente de toda esa gente— mis ojos se abrieron de más al escucharla. La furia fluyó por mis venas en ese momento, y me desconocí al verme pensando lo bien que se sentiría devolverle esos golpes a su madre— Menos mal que Luisa me sacó de ahí— sus ojos buscaron los míos— Luisa es una mujer que está dentro de las clases altas en Madrid, aunque ahora es más lo que se denomina una apestada.
Fruncí mi ceño.
— ¿Por qué?— no sabía por qué había preguntado, pero supongo que fue natural.
— Su hija se suicidó, la presión que se ejerce en ese mundo es insoportable, o naces para vivir ahí o mueres estrangulado por el veneno de alguna de todas las víboras que parecen esperar a un error para atacar— su rostro se había vuelto serio, una mueca se había formado en sus labios— El vídeo que acabas de ver, me hice viral en internet, salí por un par de semanas en los programas de corazón, o al menos eso me dijo mi abuela.
Abrí mis ojos de más. ¿Se hizo viral en internet?
No me gustó, la sensación que me recorrió por dentro, no me gustó nada. Yo sabía que era estar en el ojo de todos todo el tiempo, tener que estar cuidando cada ápice de ti porque siempre están a la espera de que cometas un error. No quería eso para ella.
No quería más dolor para ella.
— De todas formas yo no me enteré de mucho, por ese entonces me centré únicamente en tomar la medicación y hacer la dieta que el médico me había mandado— su mirada se había perdido en algún punto en el mar— Le prometí a Luisa, a la señora que te he contado, que me recuperaría y no me dejaría machacar por mi madre. He estado a punto de fallarla.
Mi corazón se contrajo de forma dolorosa.
Ella era muy consciente de todo, lo tenía muy presente, y yo solo quería buscar una forma, la que fuera, para aliviar su dolor.
— Estás cumpliendo Jana, poco a poco y a tu ritmo— mis dedos buscaron entrelazarse con los de ella— Lo estás haciendo bien.
— Casi fallo, me perdí por completo— sus dedos se apretaron alrededor de los míos, y yo, respondiendo a su toque, sostuve su mano con fuerza.
— Es normal fallar, como humanos lo hacemos constantemente— mi lengua remojó mis labios. Ya estábamos cerca de los chicos, pero todavía nos quedaban unos cuantos escalones para llegar a ellos. Ya casi estábamos en la cima— Lo importante es darse cuenta, rectificar y aprender, y tú estás aprendiendo.
— No lo iba a hacer— mi cabeza se giró hacia ella con gesto interrogante— Suicidarme, lo pensé, de verdad que lo pensé, pero simplemente no pude, me dejé caer porque no pude hacerlo.
Paré en seco dejando que ella avanzara unos cuantos escalones. Mi mirada estaba pegada a ella, no la abandonaba por nada, y no pude entender que fue lo que me cruzó por dentro.
¿Alivio? Podría ser, pero no estaba del todo seguro.
Jana detuvo su paso cuando nuestros dedos unidos se separaron. Se giró para observarme, y pude ver en su rostro que le costó mirarme, pero lo hizo de todos modos. Sus ojos estaban buscando algo en mi rostro, tal vez algún tipo de reacción, pero yo no era muy consciente de que cara estaba manteniendo ahora mismo.
No lo quería hacer, no pudo hacerlo.
Y no sabía como sentirme al respecto.
— Siento que tengas que estar envuelto en todo esto de repente— su mirada descendió hasta el suelo, y eso no me gustó— Supongo que no te esperabas que estuviera llena de problemas, pero tampoco te preocupes, intentaré que os lo paséis bien durante los días que os qued...
La corté. No me gustaba por donde estaba yendo su cabeza.
— Jana, toda persona tiene problemas, y está en los demás pararse un momento para escucharlos— subí un par de escalones para estar a su altura. Ella ya era alta de por sí, pero yo todavía la sacaba una cabeza y media, y ahora, por las escaleras, nuestros rostros estaban frente a frente— Yo he decidido escucharlos, y no me arrepiento, porque es algo que forma parte de ti y yo quiero conocer todo de ti Jana.
— No es algo agradable de conocer de una persona— mis manos agarraron las suyas, sosteniéndolas muy fuerte entre nuestros cuerpos.
— No lo es, pero es la realidad, y la realidad nunca es agradable— mi dedo pulgar acarició el dorso de su mano con suavidad— Ojalá nadie tenga que pasar por lo mismo que tú, pero por desgracia estas cosas existen y si no existieran no sabríamos que tan malo podría ser. Eres valiosa, muy importante, porque nadie va a poder entender mejor que tú a otras personas que hayan pasado por cosas semejantes— mis ojos buscaron los suyos— Doy gracias por haberte conocido, no me arrepiento de nada y no quiero que tú pienses que estás poniendo un peso innecesario sobre mis hombros, porque no es así.
— Pero...— negué con la cabeza, juntando más nuestras manos, acariciando la piel de su dorso.
— Pero nada— quería que me mirara a los ojos, que viera la sinceridad en ellos— Una vez te dije que tú también me habías ayudado más de lo que creías, y eso es verdad— mi mano subió sola, no fui consciente cuando mi palma se posó en su mejilla con cautela. Creo que esto era bastante más atrevido a lo que alguna vez me había acostumbrado, pero simplemente no pensaba— Tú me has hecho sentir de nuevo, volver a encontrar la pasión en lo que hago y me has ayudado a recordar las razones por las que empecé en esto, por las que hago música. He aprendido mucho de ti, y cada día me estás enseñando cosas nuevas, y no quiero, por nada del mundo, que pienses que por alguna razón no me importas, porque eso sería una mentira Jana, una gran mentira.
Sus ojos brillaban cuando terminé de hablar. Puede que esto sea lo más parecido a una confesión que haya dicho en cualquiera de nuestras conversaciones, pero así era entre nosotros. Las palabras no solían fluir, lo hacían los actos, y ahora que mi boca había pronunciado aquello, solo esperaba que no lo rechazara.
Que no me rechazara.
— Yo...gracias, gracias por existir, gracias por aceptarme...yo...— su mano se separó de la mía para acariciar la muñeca que estaba a la altura de su cuello. Mi mano no se había separado de su mejilla, y tampoco tenía planes de apartarla— No tengo las palabras suficientes para agradecerte todo lo que has hecho por mí, yo soy un desastre de emociones ahora mismo y me cuesta comprender algunas cosas, pero...
Corté su vómito verbal con una sonrisa y la atraje hacia mí. Sus brazos me rodearon, y eso fue suficiente para tranquilizar mi acelerado corazón.
Estábamos en la misma línea, y ahora mismo no podía explicar la inmensa felicidad que me estaba envolviendo.
— A tu ritmo Jana, iré a tu ritmo, al que tú me digas, pero siempre contigo— ella se separó de mí con una sonrisa en sus labios. Sus ojos brillaban, y supe que ella estaba haciendo un esfuerzo extra para retener sus lágrimas— Solo prométeme una cosa.
— ¿Qué?— su cabeza asintió, y mi dedo pulgar se deslizó de arriba a abajo en la parte de su espalda baja.
Mis brazos habían caído hasta esa posición, y me negaba en rotundo a apartarme de ella.
— Cuando creas que vayas a volver a caer, cuando sea, solo llámame, contáctate conmigo— volvió a asentir— No se lo que va a pasar en el futuro, pero aunque estemos a miles de kilómetros de distancia quiero que recuerdes que siempre me tendrás caminando de tu lado.
— Te lo prometo Namjoon, te prometo que lo haré— sonreí, no pude evitar no hacerlo.
— Bien, ahora que ya hemos aclarado todo esto, vamos a continuar, porque estoy seguro que el resto ya ha llegado a la cima— ella asintió, dejando que sus labios me iluminaran con su preciosa sonrisa.
— Sí, creo que harán muchas bromas para cuando lleguemos— Jana atrapó mi mano para empezar a subir de nuevo.
— ¿Tú crees?— mi tono era medio irónico, y ella lo captó, por lo que siguiéndome la corriente volvió a hablar dejando que una risita saliera de sus garganta.
— Por supuesto que sí, tienen a Irune con ellos, la reina de las indirectas muy directas— reí junto a ella.
Y esperaba que así continuara por mucho tiempo, aunque sabía que tarde o temprano eso iba a cambiar, y tenía miedo de ese momento.
No quería fallarle, no a ella, porque no lo podría soportar, y fui consciente.
Perderla era mi miedo más grande.
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Holooooooooooooooo,
¿Cómo estáis? Espero que muy bien😗
Ahora mismo soy un desastre de emociones. Estos capítulos últimos han sido muy difíciles de escribir porque todas las emociones oscilan demasiado. Pasamos de la felicidad a la tristeza, hasta casi rozar la depresión y luego felicidad otra vez. ¿Así quien no se vuelve loco? Pero bueno, esto es necesario, porque ahora mismo ambos están descubriendo muchas cosas, muchos sentimientos, y muchas otras cosas que se les vienen encima que se contraponen a lo que ambos están dejando fluir.
Así que, curiosidad, si fuerais Namjoon, ¿qué haríais ahora?; ¿Le contaríais la verdad a Jana? O por el contrario, ¿esperaríais hasta que finalizara su estadía en España? Os leo😚
Además, Nam ya se ha dado cuenta de la jugarreta de los chicos, ¿que pasará?🤣
Así que, con esto, no vemos la semana que viene con más💜
Nos leemos chikis;)
PD: Hoy os dejo una imagen del sitio en el que están, El Faro del Caballo (Santander, Cantabria)
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