44
De todas las cosas no me hubiera visto venir eso. De todo lo que podía haber hecho esto era lo último que me esperaba. ¿Denunciarme? ¿Bajo que motivos? No podía comprender qué era lo que se supone que había hecho como para que una denuncia tuviera lugar.
Namjoon apretó mi mano con suavidad, y creo que eso fue lo que me impulsó para hablar de nuevo.
— ¿Por qué?— creo que mi voz reflejó la sorpresa que estaba sintiendo en estos momentos.
Mi abuela miró a todos los presentes con gesto confuso.
— A ver pichurrines, alguien que me traduzca algo— mis ojos se desviaron hacia ella.
Su rostro reflejaba confusión, pero sé que mi abuela era demasiado lista. Sabía muchas cosas antes de tal siquiera se lo dijéramos. Puede que no se haya enterado de toda la conversación explícitamente, pero sabía que intuía demasiado bien lo que estaba pasando aquí.
Tampoco le iba a traducir los detalles escabrosos.
— Mi madre me ha denunciado— su boca cayó abierta de par en par, pero antes de pudiera decir algo Irune explotó.
Estaba tardando en hacerlo.
—¡Putaren alaba da*!— sus manos revolvieron su melena roja muy bruscamente. Temí que se fuera a arrancar algún mechón— ¡Me voy a cagar en sus putos muertos si lo digo!
— ¡Irune!— mi ceño se frunció al escuchar el insulto que salió de sus labios.
Ella me frunció su ceño de vuelta. No iba a tolerar ahora que me pusiera a defenderla, aunque tampoco es que tuviera la intención de hacerlo.
— No Jana, ósea, me quedo muy corta con lo que sea que la diga— posicionó sus manos en sus caderas y fijó su mirada en mí. Sus ojos se abrieron en grande cuando pareció percatarse de algo, y en menos de un segundo ya la tenía enfrente de mí sujetándome la barbilla.
Un quejido salió de mi garganta cuando sus dedos se aferraron a por esa zona. Mi mano se soltó de la de Namjoon tratando quitar la mano de mi hermana de mi barbilla.
— Suéltame Irune— su mano bajó a su costado, pero sus ojos seguían muy fijo en el moratón de mi barbilla.
El cual se veía mucho peor de lo que era realmente.
— ¿Te lo hizo ella?— mi abuela ahogó un grito tapando su boca con sus manos.
— Sí, me dio una patada cuando estaba en medio de un ataque y me di contra el suelo— sus ojos se entrecerraron más. La estaba descuartizando en su mente— Ya está Irune, se me curará.
— No lo hará, ¿qué pasó realmente el día de la presentación de la tesis?— mi ceño se frunció.
— Ya te lo conté, a ambos— me hice a un lado para señalar a Namjoon.
Sus ojos estaban sobre mí, más específicamente sobre el moratón.
— ¿Pasó algo más?— su voz me produjo un escalofrío. La seriedad se palpaba por todos los lados, y sabía que en esto se había colocado con mi hermana.
Mi padre clavó sus ojos en mí, esperando que hablara.
Parecía que era un día de revelaciones.
— No, no pasó nada más— todos los ojos estaban puestos en mí— Simplemente consiguió que no pudiera defender la tesis, y por supuesto que ella estaba ahí para verlo. No es que me hubiera dicho algo nuevo en el encuentro que tuvimos.
— ¿Tuviste que coger el inhalador?— los puños de Irune estaban muy apretados en sus costados.
— Siempre tengo que coger el inhalador cuando hablo con ella— la mandíbula de Namjoon se tensó con mis palabras. Solté un suspiro y desvié la mirada hacia mi padre— ¿Por qué?
Sus ojos me miraron profundamente.
— Te ha acusado de robo— mi ceño se frunció.
¿Robo?
Imposible. No podía ser creíble.
— ¿Robo?— mi hermana dejó que una risa saliera de su garganta— Increíble.
— ¿Qué se supone que la he robado?— mi vista estaba fija en mi padre— No me llevé nada de su casa cuando me fui, lo dejé todo allí.
Un silencio abrumador se hizo en la habitación.
La tensión era palpable.
— No me lo han notificado, por eso me iba al bufete— asentí tomando una bocanada de aire que me tranquilizara.
Supongo que tendría que haber visto venir algo como esto.
— Esta bien, ¿necesitas que vaya contigo?— mi padre negó soltando un suspiro.
Sus piernas recortaron la distancia que nos separaba y se posicionó delante de mí. Sus brazos me rodearon, y creo que más que confortarme a mí trataba de confortarse a sí mismo.
Pude notar los latidos de su corazón, y pensé que en cualquier momento la primera grieta cedería resquebrajándolo por completo.
— No, estate tranquila, cualquier cosa yo te llamo— se separó de mí enviando una mirada hacia Anne— Nos quedaremos allí durante el resto de la semana.
Asentí con lentitud. La mirada de mi padre se desvió hacia Namjoon y una sonrisa se deslizó por sus labios. Le tendió su mano, la cual Namjoon no dudó en aceptar, y le acercó a él pasando uno de sus brazos por sus hombros. Pude jurar que los labios de mi padre articularon algo, pero no llegué a escuchar que emitiera algún tipo de sonido.
El rostro de Namjoon estaba serio. Nunca le había visto una expresión como esa en el rostro y no pude evitar sentirme culpable en cierto modo.
Él no tenía por qué lidiar con mis problemas.
— Anne, nos despedimos de los chicos y nos vamos— ella asintió, y mi padre se giró hacia mi abuela para darla un abrazo— Mamá, no te preocupes, todo va a estar bien.
Mi abuela entrecerró sus ojos.
— Más te vale diablillo, que no me he enterado de nada de lo que habéis dicho— sus manos gesticulaban un montón, y sus ojos se fijaron en mí. Sus labios se fruncieron levemente e inclinando su cabeza hacia un lado añadió: — ¿Quieres un chocolate Jani?
En mis labios se deslizó una sonrisa y sacudí la cabeza.
— No abuela, estoy bien— ella arrugó sus labios en completo desacuerdo conmigo.
Iba a hacer el chocolate igual.
— Bueno, yo lo hago por si acaso— ella comenzó a moverse hacia la puerta a pasos lentos.
Mi abuela desapareció por las escaleras. Todavía en mi habitación se escuchaban sus pasos lentos hacia abajo. Un suspiro salió de mis labios, y mis ojos bailaron por todos los presentes.
Sus miradas estaban puestas en mí.
— ¿Qué me miráis?— incliné mi cabeza tal y como había hecho mi abuela antes.
Namjoon me observó, al igual que el resto, y creo que fue el único que se atrevió a hablar.
— ¿Estás bien?— su mandíbula estaba algo tensa, así que decidí estirar mi mano para acariciar la suya.
— Lo estoy, enserio, simplemente me sorprende que haya salido con algo como esto— me encogí de hombros, supongo que asumiendo el nuevo intento de mi madre para hundirme— Supongo que me hubiera esperado otra cosa, o que tardara algo más en volver a hacer algo.
Irune soltó un bufido. Sabía de sobra que Marta no era santo de su devoción, durante bastantes años que no lo había sido. Desde que Irune supo de su existencia nunca le cayó bien, y tampoco yo la iba a obligar a ello, no te puede gustar todo el mundo, pero al menos esperaba que la tolerara en el tiempo que yo estuviera con ella.
Bueno, ahora me daba igual.
— Es que no la entiendo, joder con la puta de patas de gallo— Anne hizo una mueca al escuchar a su hija, y creo que yo también arrugué la nariz.
Nunca me acostumbraría a las malas palabras.
— Bueno, creo que ni ella lo hace— mis labios se convirtieron en una línea— Pero en serio, estoy bien, lo tendría que haber visto ven...
Mi ceño se frunció y bajé mi vista a mi teléfono. El sonido de la llamada bañó toda la habitación y automáticamente tuve una mala sensación. Mis ojos chocaron con la pantalla y casi quise reírme.
Cuan predecible podía ser.
— Jana, no lo cojas— Irune mantenía su ceño fruncido y mi padre se acercó otra vez hacia mí.
Suspiré.
— Jana...— la voz de mi padre se perdió en el aire.
Notaba a Namjoon mirar mi teléfono por encima de mi hombro. Estaba a mi lado, y creo que eso era lo único de lo que fui consciente cuando pulsé el botón verde y puse el manos libres.
— Marta— mi voz dio paso a un silencio.
Un silencio que me hubiera gustado que durara toda la vida.
— Vaya, una sorpresa que me cojas el teléfono— Irune soltó un bufido en ese momento. Le hice un gesto para que mantuviera el silencio. Namjoon se posicionó más cerca de mí, y mi cuerpo pareció reaccionar solo ante su presencia. Me relajé en el momento que sentí el calor que emanaba de él— ¿Tu padre ya te ha dado la sorpresa?
El rostro de Irune se arrugó por completo y Anne, conociendo a su hija, se acercó para sacarla de la habitación. Mi padre asintió hacia Anne cuando ella se llevaba a una Irune bastante cabreada por la puerta, y solo quedamos Namjoon, mi padre y yo en mi habitación.
— Supongo que por sorpresa te referirás a que me has denunciado— una risa escandalosa, muy falsa, sonó por el altavoz.
Arrugué mi rostro.
— Bingo hija— mis ojos se cerraron ante el nombre que había utilizado. Yo no era su hija, ni nunca lo iba a ser. Era muy tarde para eso— Puesto que has conseguido que no te toquen el título he pensado en darte otra sorpresita.
La mandíbula de mi padre se endureció. Supongo que aunque sabía todo lo mala que podía ser mi madre nunca se hubiera pensado que podría llegar a estos extremos, y honestamente yo tampoco lo pensaba, aunque estaba muy ciega como para verlo.
Era capaz de esto y más.
Me giré para mirar a Namjoon. Él se había movido y parecía buscar algo en sus bolsillos. Sacó su teléfono llevando su dedo índice a sus labios. Vi como ponía la grabadora de voz, y mi padre le miró asintiendo con gesto serio. No sabía que tan buena idea sería esto, ni que tan legal era hacerlo, pero si mi padre no había dicho nada supongo que estaría bien.
— Bastante bajo para ser tú— no sabía de donde había salido eso, pero tampoco me arrepentí de decirlo.
— Supongo que por algún sitio tendré que comenzar, lo que me sorprende es que tú no te hayas matado todavía— mis ojos se abrieron de golpe y vi como mi padre se tapaba la boca evitando decir algún tipo de blasfemia— Me parece que no te dejé lo suficientemente tocada, estoy perdiendo facultades.
Veneno, ella era como el veneno más mortal que jamás había probado.
— Supongo que no esperaste que pudiera aguantar más...al fin y al cabo es lo que me has enseñado, a aguantar— una risa brotó del altavoz.
Le causaba risa, yo le causaba risa.
— No te equivoques Jana— podía sentir como su mandíbula se tensaba desde aquí, poniendo en su rostro esa mueca de asco y desaprobación con la que siempre me miraba— Yo quise hacer de ti alguien de provecho, con aspiraciones y de éxito, pero eres como el don nadie de tu abuelo y de tu padre, un fracaso— mi mano tembló sujetando el teléfono. Ya debería estar acostumbrada a este tipo de discursos, era lo único que me dedicaba de manera constante— A la gente como tú se la comen ahí fuera, fracasados y unos don nadie, es todo a lo que aspiras.
Busqué aire. Mis pulmones solían cerrarse abruptamente cada vez que ella me hablaba, y esta vez no era excepción. Creo que mis ojos se fueron hacia la mesita de la habitación, buscando que el inhalador estuviera ahí, esperando que me abalanzara sobre él como solía hacer.
Nunca antes me había sentido tan pequeña en sus manos, tan frágil y volátil como en ese momento. Puede que todo lo había pasado en estos días me estuviese afectando de nuevo, acercándome de nuevo al borde del abismo.
Entonces eres consciente de todo lo que puedes perder, de todo de lo que te puedes deshacer y del alivio que te puede invadir. Todo entra en confrontación, una balanza en la que los pros y los contras están en tablas, pero es tu mente la que la inclina, nublando todo lo bueno y quedándose con todo lo malo.
Por eso saltas, porque buscas aliviar todo el dolor, porque deseas que todo termine.
No piensas en más, no ves más allá. Y el arrepentimiento te invade, porque te das cuenta de todo lo que hubieras dejado atrás, de todos los corazones que hubieras roto.
¿Habría merecido la pena tanto dolor? No, no lo habría merecido.
— ¿Eso es lo que piensas? ¿Para qué me tuviste entonces? ¿Por qué no me dejaste irme con mi padre?— su risa volvió a brotar de su garganta.
Un escalofrío cruzó mi columna.
— Yo nunca te quise niña, de no ser por tu abuelo tú estarías muerta. Yo nunca quise hijos, intenté deshacerme de ti pero no lo logré, el paleto de tu abuelo me encontró a tiempo— mi boca cayó abierta, y creo que mis ojos se bañaron en lágrimas. Namjoon seguía grabando todo sin enterarse de nada, pero sabía que estaba muy pendiente de todas mis reacciones. Mi padre adoptó la misma expresión que yo, pero no le duró demasiado. Mandíbula tensa y puños apretados, parecía querer matarla y mi padre nunca era agresivo— Y si no te dejé irte con tu padre fue muy sencillo, venganza. Él me hizo tenerte, te adoraba demasiado y dejó de verme de la misma manera, así que le di donde más le dolía. Te aparté de él y me quedé con todo su dinero, era lo justo después de todo lo que me hizo.
— Él no te hizo nada— camuflé muy bien el dolor de mi voz.
Sentí el calor de Namjoon más cerca. Su cuerpo estaba pegado a mi espalda y su teléfono a un lado del mío, capturando toda la conversación.
— Me embarazó, estropeó mi cuerpo y tuvo que pagar las consecuencias de ello. Y ahora me quedas tú, puta niña ingrata— mis labios se tensaron alrededor del teléfono.
— ¿Por qué? Nunca te hice nada, siempre quise complacerte en todo, pero nunca era suficiente, siempre querías más— mis ojos se fijaron en los puños de mi padre. Nudillos blancos y venas marcadas.
Nunca le había visto así.
— ¿Qué no me hiciste nada?— una risa seca salió de ella, tan seca que me hizo temblar— Me jodiste la vida niñata, todo el mundo te prefería a ti, se olvidaron de mí. Incluso mis propios padres, menos mal que ya me encargué de ellos antes de que hicieran una estupidez— mis ojos se abrieron de golpe y miré a mi padre. Su boca había caído abierta de par en par, como si no se pudiera creer lo que acabara de escuchar.
Realmente yo tampoco.
Nunca tuve mucho contacto de mis abuelos maternos. Lo único que sabía era que mi abuela había muerto cuando yo era muy pequeña, y después de eso mi abuelo perdió la cabeza, al menos eso me dijeron, por eso ahora estaba internado en un geriátrico.
— Estás muy mal Marta, necesitas ayuda— mis dedos volvieron a curvarse entorno al teléfono.
Ella estaba demasiado mal, mucho peor de lo que yo hubiera sido capaz de pensar.
Nunca hubo bondad en ella.
— Estaré mejor cuando consiga deshacerme de ti, me pregunto cual será tu aguante— una risa escalofriante resonó en el teléfono— Estoy segura que ya lo has intentado, eres así de fracasada, ni matarte puedes hacer bien.
Tragué saliva profundamente, sintiendo todo mi cuerpo temblar de pánico.
Siempre podía ver a través de mí.
— Nos veremos en los juzgados si así lo quieres— mis labios se habían entreabierto, no era capaz de cerrarlos, buscaba aire de forma desesperada y no me había dado cuenta.
Una de las manos de Namjoon se posó en mi espalda baja. El calor de su palma no tardo en envolverme, y aunque lo creí imposible, mis pulmones decidieron recoger todo lo que estaba intentando inhalar. Me tranquilicé casi al instante, y sentí como su pecho soltaba un pequeño suspiro cuando pude tomar una bocanada de aire.
— Acabaré contigo Jana, ya estoy deseosa de que te mueras de una maldita vez— mis ojos volvieron abrirse, y noté como mi padre se mordía la lengua intentando callar.
Menos mal que Namjoon no estaba entendiendo nada de la conversación, no quería que escuchara esto, no necesitaba escuchar esto.
— Lo que tu digas— no me veía capaz de contestarla más, y dejándola con la palabra en la boca colgué la llamada.
Mi brazo cayó inerte a un costado. No sabía de donde estaba sacando las fuerzas para sostener el teléfono, pero ahora mismo parecía pesar una tonelada. Mi padre soltó una blasfemia muy grave. Era la primera vez que le veía así, y nunca, en todo lo que yo había vivido, le había visto llorar.
Hasta ahora.
Namjoon guardó su teléfono en su bolsillo mirándonos a ambos. Puede que buscara una explicación a todo lo que mi madre me acababa de decir, pero creo que ninguno de los dos tenía las fuerzas para hacerlo.
Siempre iba a ser así.
— Lo voy a solucionar Jana, ella no se te acercará más en lo que la queda de vida— solté un suspiro resignada, sabiendo que puede que no fuera capaz de cumplir aquella promesa.
Me había quedado corta al definir a mi madre. Ella era capaz de muchas más cosas de las que jamás me imaginé.
— Intentaré estar bien papá, te lo prometo— mis labios intentaron estirarse hacia los lados.
Namjoon apretó levemente sus dedos en mi espalda. Giré mi cabeza hacia él. Su rostro estaba serio, de un modo en el que jamás le había visto. Mandíbula tensa y labios apretados. Estaba enfadado, mucho, y estuve curiosa por saber que era lo que estaba pasado por su mente ahora.
— ¿A donde le puedo pasar la grabación?— mi padre miró a Namjoon con mucha determinación.
— Te paso mi número y me la mandas ahí, ¿tienes WhatsApp?— Nam asintió y volvió a sacar su teléfono.
Me mantuve al margen de toda su interacción. Tuve la sensación de que Nam había entendido mucho más de lo que había podido imaginarme alguna vez.
— Cualquier cosa avísame Jana— mi padre estaba verificando en su teléfono la grabación que acababa de pasarle Namjoon— Por favor, lo que sea, cuéntamelo.
Estaba muy quieta cuando él se acercó a mí para abrazarme. La tensión pareció alejarse de sus músculos cuando me sostuvo entre sus brazos, y un suspiro salió de él.
— Estaré bien, te lo prometo— se lo dije al oído, de forma muy privada, porque sentía que eso era lo que necesitaba escuchar.
Me apretó más contra sí mismo. La situación era más grave de lo que alguna vez pudiera haber imaginado, y supongo que se sentía culpable, demasiado, porque estuvo ahí y no lo vio.
Porque él ya había visto a demasiadas personas caer por situaciones así.
— Lo sé, se que ahora estarás bien— se separó de mí y miró a Namjoon. Él no había quitado su vista de nosotros, y pude apreciar que su rostro se había relajado— Cuídala mientras no estoy, ¿me lo puedes prometer?
Los labios de Nam se entreabrieron sorprendidos por eso. Creo que yo también me sorprendí con él. Mi padre no solía hacer estas cosas, era demasiado sobre protector y nunca dejaba que otros tomaran su rol.
Esto significaba mucho más de lo que podía imaginar.
— Lo haré, se lo prometo— el gesto del moreno se había vuelto serio, y mi padre puso asentir conforme con su respuesta.
A veces hablaban en un idioma ajeno al mundo que no podía entender.
— Bien, me iré ahora al bufete, podremos arreglar todo esto— los labios de mi padre se posaron en mi frente unos segundos— Intenta no pensar mucho hija, pásalo bien con los chicos y distráete.
Asentí algo ida. Esta actitud nunca la había visto en él, pero supongo que era lo normal en esta situación. Su faceta de abogado nunca la sacaba con la familia, pero ahora estaba saliendo a flote de manera muy decidida.
— Adiós Namjoon— mi padre estiró su mano hacia él, sacudiéndola de manera muy seca y dándose una mirada que no pude descifrar.
— Adiós David, ha sido un placer— mi padre sonrió por primera vez en mucho rato.
— El placer ha sido todo mío chico, disfrutar de vuestra estancia— Namjoon asintió y mi padre volvió a girarse hacia mí— Adiós hija, no olvides que te quiero— volvió a besarme la frente, como solía hacer cuando era pequeña.
— Yo también— mis manos tocaron sus brazos de forma temblorosa, y antes de poder decir más salió por la puerta hacia las escaleras.
Namjoon y yo nos quedamos solos en mi habitación. Sus ojos estaban puestos en mí, y lejos de convertirme un manojo de nervios, me sentí tranquila. Giré mi rostro de la puerta hacia él. Mis ojos me traicionaron y fueron hacia la mesita hasta visualizar el inhalador. No sentía la necesidad de usarlo, por muy extraño que pareciera, y creo que eso me confundió un poco.
Mi ceño se frunció.
— ¿Lo necesitas?— pestañeé antes de mirarle. Sus ojos se habían parado en el mismo objeto que estaba viendo, y puede que no fuera la respuesta que él esperara, ni yo misma lo hacía, pero negué.
— No, no lo hago, y eso es raro— un suspiro salió de él antes de dar un paso hacia mí.
— No sé cuanto te haya podido decir, pero intuyo que no ha sido nada bueno— me encogí de hombros como si esa fuera la mejor respuesta que podía dar.
— Supongo que se lo tenía guardado desde hacía mucho— una mueca cruzó su rostro y volvió a dar un paso hacia mí. Sus dedos buscaron los míos, y no dudé en aceptar ese pequeño toque. Más calma me envolvió, y le agradecí internamente por estar aquí— Creo que ha dolido menos de lo que esperaba, pero bueno, supongo que en cierto modo me habré acostumbrado a todo lo que tiene guardado para mí.
— ¿Qué es lo que te ha dicho?
— Algo que no te va a gustar, desde luego— su mandíbula volvió a tensarse.
— ¿Necesitas...?— negué cortándole a mitad.
— No, ahora no, solo necesito no pensar en ella, que no monopolice mis pensamientos otra vez— sentí un tirón en mi brazo que hizo que me abalanzara hacia delante.
Los brazos de Namjoon me envolvieron y mi corazón latió muy rápido. La sensación de hogar me recorrió de una forma que me asustó, tan rápida y tenaz que lo creí imposible.
No era remotamente posible sentir esto en tan poco tiempo.
— Estoy aquí, para ti, para lo que necesites— cerré mis ojos disfrutando del tacto de sus brazos alrededor de mi cuerpo.
Mis manos subieron solas por su espalda. Algo me había impulsado a devolverle el abrazo, necesitaba sentirle más cerca, aunque estuviésemos pegados.
No estaba sola, no quería estar sola.
— Gracias...— lo había murmurado es español, pero sentí que él me había entendido.
Su rostro se hundió en el hueco de mi cuello. Un suspiro salió de sus labios haciendo que un escalofrío me recorriera de arriba a abajo. Cerré los ojos unos segundos, no sabía si para calmarme o para disfrutar del calor que me envolvía. Mi corazón latía fuerte contra mi pecho, y noté en mi mejilla como el suyo latía de igual forma.
Una sonrisa se deslizó por mis labios.
— Anda...no vamos a dejar que esto nos fastidie el día— puse mis manos en sus brazos, separándome lo justo para mirarle a los ojos— Vamos a aprovechar el día.
Él pestañeó un par de veces, como si todavía no terminara de creer este cambio brusco en mí. Me estaba costando lo mío, pero tenía claro que sería difícil, así que iba a aprovechar a toda la gente que tenía alrededor.
— ¿Segura? No prefieres quedarte, por nosotros no hay problema con quedarnos— sus ojos observaban mi rostro.
Entrecerré mi mirada hacia él. No me pensaba quedar en casa por culpa de mi madre, al menos no más. Estaba dispuesta a mejorar, quería mejorar.
Por mi bien.
Así que negué con la cabeza con mis labios prietos. No iba a permitirlo.
— Por supuesto que no nos vamos a quedar, no voy a dejar que esa mujer os joda la visita...— abrí mis ojos sorprendida y llevé mis manos hacia mi boca— Perdón.
Namjoon frunció su ceño confuso y yo noté como mis mejillas se tornaban de color. Mi corazón comenzó a latir muy rápido, y antes de que pudiera ver como mis mejillas se coloreaban más, me di la vuelta.
— ¿Jana?— Namjoon venía detrás de mí algo confuso— ¿Estás bien?
Asentí a medida que iba bajando las escaleras.
Que vergüenza.
Había dicho un taco delante de él.
Llegué a la cocina con mis manos en mi boca. Los chicos se levantaron en cuanto entré en la cocina. Sus ceños estaban fruncidos cuando se dieron cuenta de que les había esquivado la mirada nada más hube entrado.
Mi abuela estaba en el fogón revolviendo el chocolate que me había dicho que iba a hacer, y queriendo ignorar todas las miradas que estaban sobre mí me acerqué a ella.
Puede que el olor a chocolate ayudara a soportar este bochorno.
— ¿Jana? ¿Te encuentras bien? ¿Qué pasó?— no me había dado cuenta de que Irune estaba con ellos— ¿Namjoon?
El moreno estaba en el umbral de la puerta con gesto confuso.
Mis mejillas se calentaron más.
Irune se acercó a mí. Todavía no había quitado mis manos de mi boca, como si de esa manera pudiera sellarla para no decir más tacos.
— Oh dios— mi hermana comenzó a reírse y yo solo la fulminé con la mirada.
— Niñas, ¿qué pasa?— mi abuela nos estaba mirando con gesto confuso— Jani, pareces un tomatito.
Abrí la boca indignada.
— Buelita...— ella solo me guiñó un ojo divertida mientras seguía revolviendo el chocolate.
Mis mejillas estaban más calientes todavía.
— ¿Qué pasa?— Taehyung nos estaba mirando con gesto muy confuso, sin entender nada. Bueno, todo el mundo no estaba entendiendo nada.
Mi hermana rió más, y pinchándome en las costillas les cuchicheó.
— No habré estado en la conversación, pero puedo apostar a que la niña ha dicho un taco— mis ojos fulminaron a mi hermana, quien no dejaba de mofarse de mí. No me atreví a mirar a los chicos, así que solo miré al chocolate que estaba haciendo mi abuela— Doña perfecta no puede decir tacos, se sonroja si los dice.
Me giré hacia Irune para fulminarla con la mirada. Los chicos rieron por lo bajo, sintiendo el alivio de que algo más grave no había pasado, y mis mejillas se calentaron más.
No quería que me vieran, pero mi hermana no tenía los mismo planes.
— Anda Jani, enséñales el lindo tomatito que eres— una queja salió de mis labios cuando sus manos se posaron en mi brazo, y me quise hacer la desentendida viendo el chocolate.
— ¿Ya está listo?— mi abuela sonrió divertida mientras asentía.
Irune no tardó en quejarse.
— Jani...— los ojos de mi hermana buscaban mi rostro.
Menuda vergüenza.
— No creo que sea para tanto— Jin se había aproximado hasta mi hermana, y yo, como acto reflejo, llevé mis manos hacia mis mejillas.
— Oye...— mi voz era una queja que sacó una risa a todo el mundo— Ya vale...
Jin rió cuando sus ojos dieron con mi rostro. Creo que pudo corroborar lo roja que era capaz de ponerme.
— Dios, parece una luz de navidad— mi boca cayó abierta, aunque no le había entendido nada de lo que había dicho, pero todos los chicos rieron divertidos.
Sentí los ojos de Namjoon sobre mí cuando me giré para mirar a Jin con gesto ofendido. Todos fueron testigos de lo encendido que estaba mi rostro, y dándome cuenta de ello, llevé mis manos hacia mis mejillas.
Todos se rieron a mi costa.
Y yo no pude evitar reír con ellos.
— Nunca pensé que alguien pudiera ponerse más rojo que Hobi hyung— Jungkook me estaba mirando con sus ojos bien abiertos. No había entendido nada de lo que me había dicho, pero no creo que fuese malo.
Namjoon dejó escapar una pequeña risa con sus ojos clavados en mí. Mis ojos fueron a parar a los suyos como si un imán hubiese tirado de mí de forma abrupta. Una sonrisa que marcaba sus hoyuelos me recibió, y creo que las yemas de mis dedos picaron nerviosas al sentir la suavidad de su mirada.
Mi corazón latió fuerte contra mi pecho.
Dejé escapar una suave risa uniéndome al resto. La cocina se había convertido en risas, abandonando toda la tensión que se había dado hacia unos cuantos minutos atrás. Todo a mi alrededor pareció relajarse, la presión se alejó de mí como si solo la fuerza de una brisa la hubiera empujado lejos.
Esto era lo que necesitaba para mejorar.
Por eso sonreí, por eso le devolví la sonrisa a Namjoon. Su pecho se desinfló, me di cuenta de ello, y sabía que se había relajado de igual manera que yo.
— Vamos pichurrines, un buen chocolatito entra solo ahora— miré a mi abuela vertir chocolate en varias tazas con una sonrisa.
La ayudé a dejar todas las tazas en la mesa. Cada uno con un chocolate caliente, aunque no les apeteciera demasiado. Mi abuela sentada con nosotros haciéndonos reír con sus gestos y ocurrencias.
Y todo pareció desaparecer.
Una mano en mi muslo me hizo girar mi rostro. Mis manos sostenían el chocolate que me había dejado mi abuela de forma especial en la mesa, y sentía el calor de la cerámica picar en mis dedos. Los ojos de Namjoon me estaban observando mientras su dedo pulgar acariciaba con lentitud la piel de mi muslo, y yo solo pude sonreír.
Iba a estar bien, era una promesa que quería cumplir.
Por mí.
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*Putaren alaba da: hija de puta
Holoooooooo,
¿Cómo estáis? Espero que muy bien☺️
Así que aquí os traigo otro capitulillo lleno de drama. ¿Podemos acabar ya con Marta? Es una necesidad llegados a este punto. Pero bueno, hasta ahora que os parece como se va desarrollando la historia, ¿qué creéis que va a pasar ahora? Debo decir que todavía falta que Nam le diga la verdad a Jana, pero saliendo estas cosas como que no es momento para nada.
No tengo mucho más que decir, así que ya nos vemos la semana que viene con más😋
Nos vemos chikis;)
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