39
Namjoon
13 de septiembre
Aeropuerto de Bilbao (España), 19:30 horas
Mi corazón no dejaba de latir con rapidez. Tenía mucha prisa, mucha prisa por encontrarme Jana.
Aunque no tenía mucha idea de donde vivía.
— Estoy nervioso, nunca he estado en España— Taehyung miraba todo a su alrededor bastante embobado.
— No es como si nunca hubieras viajado— Jungkook se encogió de hombros y soltó un bostezo— Dios, estoy agotado, no he dormido nada.
Mi vista se clavó en la cinta transportadora. Intentaba estar muy atento a ella, esperando que de algún momento a otro mi maleta saliera.
— ¿Tenéis todo?— Jin habló sacando mi atención de la cinta. Estábamos los cuatro juntos, haciendo una especie de corrillo a unos metros de la cinta transportadora.
Jungkook, Taehyung y Jin ya tenía la suya en la mano, pero la mía todavía no había salido. Mi bandolera colgaba de mi hombro y mis manos sujetaban el asa mientras mi mirada estaba ubicada en la cinta que no dejaba de sacar maletas.
— Mi maleta no ha salido todaví....— entrecerré mis ojos mirando hacia el principio de la cinta. Primero lo decía y antes salía— Ya la veo, quedos aquí en lo que voy a buscarla.
Los chicos asintieron y me hice paso en el pequeño círculo que habían hecho a mi alrededor. Salteé a la gente que parecía salir disparada hacia la salida, con ganas de llegar a donde sea que fueran a ir. Bueno, yo estaba igual que ellos.
Llegué hacia la cinta. Mis ojos no se habían despegado de mi maleta, por lo que me fue fácil alcanzarla. La saqué de la cinta y subí el asa para poder llevarla arrastrando hacia los chicos.
Aunque no llegué muy lejos. Un cuerpo, más menudo que el mío, impactó contra mí haciendo que cayera al suelo. El pánico me inundó por un segundo, y las imágenes rápidas de Jana chocando conmigo todo el tiempo acudieron como un recordatorio. Me quedé estático un momento, analizando lo que había pasado antes de desviar mi mirada hacia el suelo.
— Me cago en la puta, menuda ostia...— pestañeé un par de veces, asegurándome de que lo que estaba viendo no era un sueño.
Bueno, esa cabellera pelirroja no era muy fácil de olvidar.
— ¿Irune?— mi tono sonó incrédulo, demasiado.
Ella levantó la vista abriendo sus ojos como platos. Sus labios se entreabrieron mucho, casi pensé que su mandíbula caería al suelo a plomo.
— ¿Nam...Namjoon?— asentí sonriendo, y le tendí mi mano para ayudarla a levantarse— La ostia tío, ¿siempre nos tienes que saludar así a las de mi familia?
El calor acudió a mis mejillas rápido, y tan pronto como ella estuvo de pie de nuevo aparté mi mano de la suya. Mi nuca parecía un buen lugar para esconderla, así que, rasqué nerviosamente el nacimiento de mi pelo.
— Si...bueno...lo siento— sonreí algo avergonzado, y tomé una respiración profunda para coger algo de fuerzas— Bueno....¿qué haces aquí?
Ella pestañeó sorprendida, y vi como su rostro cambió de repente a uno preocupado. Miró su reloj de muñeca y dirigió su mirada hacia la salida.
— Vengo de Berlín...por Jana— su tono había cambiado y hubo algo que no me gustó.
Que no me había gustado nada.
— ¿Está bien?— ella volvió a pestañear, como si intentara encontrar una respuesta para eso.
Nunca me dio una respuesta.
— No lo sé...— había sido un murmullo, y algo que no supe descifrar me caló por completo. Un nudo en mi pecho apareció y la incertidumbre creció campante por mi cuerpo— Ha pasado algo...con patas de gallo.
Mi ceño se frunció. ¿Qué había dicho?
Creo que ella leyó mi expresión, pues negó con la cabeza rápido.
— Su madre— aclaró, y con eso no me sentí mejor— Mi padre me ha venido a buscar ahora, solo sé que ella no está bien.
Mi mente trabajó rápido en una solución, en la única solución factible para mí.
Mi mano agarró mi maleta y tiré del brazo de Irune hacia los chicos que no habían quitado sus ojos de mí. Pude ver el ceño fruncido de Jin y Jungkook mientras me acercaba. Taehyung parecía ajeno a todo mientras se centraba en mirar a su alrededor.
— Namjoon, ¿qué haces?— Irune tenía su ceño fruncido, y cuando paramos frente a los chicos ella solo bufó— ¿Y estos quienes son?
Ella había hablado en inglés, pero sabía que esa frase la habían entendido a la perfección. Jin frunció su ceño hacia mí y Jungkook solo se quedó estudiando a Irune como si fuera una extraterrestre. Taehyung giró su rostro hacia ella, y una sonrisa se extendió en su cara, era muy típico de él.
— Hola, ¿quién eres?— su inglés era bastante básico, pero al menos Irune le entendió.
— Yo soy Irune— su cabeza se sacudió, sabiendo que no tenía tiempo para esas cosas, y se giró hacia mí— ¿Namjoon qué...?
Negué con la cabeza y hablé.
— Acabamos de llegar aquí, vengo por Jana...— ella elevó sus cejas sorprendida y salteó su mirada a los otros tres chicos que me acompañaban— Llévame con ella...quiero ayudarla.
Sus labios se convirtieron en una fina línea. Los orificios de su nariz se abrieron en lo que tomaba una respiración profunda. Miró su reloj de nuevo y hacia la salida otra vez.
Me miró a mi por última vez.
— Si, está bien...solo déjame llamar a mi padre, todos no entramos en el coche, tenéis que alquilar uno— yo asentí rápido.
— Sí, sí, lo que sea— ella sacó el teléfono de su bolsillo asintiendo antes de darnos la espalda para llevarse el teléfono a la oreja.
Mis ojos no se despegaban de ella, y aunque no entendía nada de lo que decía, la miraba como si pudiera hacerlo. Un toque en mi brazo hizo que me girara.
— ¿Esa quién es?— Jin miró hacia Irune, quien hablaba de forma calmada por teléfono.
— Es la hermanastra de Jana— había vuelto a posar mis ojos sobre ella— Algo ha pasado...no sabe qué es con exactitud, pero nos va a llevar con Jana.
Jin elevó sus cejas sorprendido. Jungkook soltó un suspiro estirando su espalda y Taehyung había mantenido su mirada en Irune todo el tiempo.
— Qué bien...solo quiero descansar— Jin dio un golpe al menor en el abdomen— ¡Oye! ¿Y eso por qué?
Jin puso los ojos en blanco.
— Algo ha pasado idiota, no es momento para pensar en el descanso— los labios del pequeño se fruncieron.
Irune colgó el teléfono y se dirigió de nuevo hacia nosotros. Noté a Taehyung tensarse ante su presencia, pero no le hice mucho caso.
Ahora solo me importaba una cosa.
Jana.
— ¿Y bien?— mi voz sonaba ansiosa, mis nervios habían aumentado causándome una crisis.
Ella hizo un gesto con la cabeza hacia la salida.
— Ya habéis hecho todo el papeleo, ¿no?— asentí por todos y ella suspiró— Bien, mi padre ya os está haciendo lo del coche, irá más rápido así.
Asentí de nuevo y me giré hacia los chicos para instarles a caminar tras Irune.
— ¿Sabes ya qué es lo que ha pasado?— Jin caminaba a mi lado, siguiendo el ritmo rápido que había impuesto la chica que llevábamos delante.
— No, todavía no, pero es grave. Irune no se preocupa por nada— Jin asintió sin decir nada más, e instó a los dos menores a aumentar su ritmo perezoso.
Llegamos hacia la salida del aeropuerto. Afuera ya comenzaba a oscurecer, pero este era el cielo más precioso que había visto jamás. Todas las tonalidades anaranjadas se reflejaban en las nubes, dejando un ambiente tranquilo y sereno que solo era irrumpido por todas las personas que salían en horda del aeropuerto.
Nosotros caminábamos siguiendo a Irune. Ella miraba entre la gente, como si buscara a alguien, aunque casi fuera misión imposible hacerlo.
— Ahí está— su mano agarró su maleta y miró hacia nosotros de forma rápida— Venid conmigo— hizo un gesto con su mano indicando a mis amigos que la siguiéramos.
Andamos un poco más hasta llegar a la altura de un hombre que apenas había entrado en sus 50. Era algo más alto que yo y su pelo me recordó al de Jana, lleno de muchas tonalidades pero ninguna concreta que lo definiera. Lo tenía corto, y pude notar como alguna cana suelta comenzaba a asomar en su mata de pelo. Sus ojos eran verdes, y supe de donde había sacado Jana esos ojazos que tenía, su nariz era recta, nada aguileña y sus labios eran finos sin serlo demasiado. En su actitud tranquila pude percibir mucho de Jana, y no dudé ni por un segundo quien era.
Su padre.
El hombre nos miró a los cuatro elevando sus cejas. No nos esperaba, y era completamente compresible que hiciera preguntas.
— ¿Namjoon?— él me tendió su mano, la cual no dudé en aceptar— ¿Lo he dicho bien?
Bien, hablaba inglés, algo para lo que podía estar tranquilo. Asentí dando una sacudida seca antes de soltar su mano. Sus ojos se dirigieron a mis amigos, repitiendo el proceso que había hecho conmigo.
— Papá, ellos son amigos de Namjoon, vienen con él— Irune había hablado en inglés, un detalle para saber que era lo que había dicho.
El hombre volvió a mirarme antes de tenderme unos documentos y unas llaves.
— Me acaban de hablar de ti por primera vez chico, así que me pillas algo de sorpresa— yo negué con la cabeza indicando que no importaba.
— No importa señor...— el padre de Jana me dio un golpe amistoso en el hombro.
— Nada de señor, David, solo llamadme David— se había dirigido a todos.
Los chicos me miraron esperando a que les tradujera.
— Cuando os refiráis a él hacerlo por David, es su nombre, no quiere formalismos— ellos asintieron y miraron hacia David e hicieron una pequeña reverencia saludando.
El padre de Jana sonrió hacia ellos, y mirándome a mí de nuevo concluyó.
— Bueno, vámonos ya, vosotros debéis tener el coche en el parking en unos minutos— asentí hacia él y después se dirigió hacia Irune— Quédate con ellos en la puerta, yo voy a buscar el coche y te cojo aquí enfrente.
Su padre nos sonrió una vez más antes de comenzar a andar hacia la salida. Nosotros, por inercia, le comenzamos a seguir con Irune al frente. Salimos a la calle, notando como el fresco pegaba en mis brazos descubiertos. Llevaba una camisa de manga corta negra y una sudadera atada a la cintura. En el avión había hecho calor, por lo que me había quitado la sudadera, pero ahora la echaba en falta.
Me la puse.
— Déjame ver— Irune me pidió los papeles de lo que creía que era el renting de coches, y dejó que sus ojos vagaran por toda la extensión del parking— Creo que es ese, el blanco de ahí— elevó su brazo señalando un coche Ford. Cogió las llaves de mi mano y pulsó el botón para desbloquear el coche y las luces anaranjadas parpadearon— Anda os acompaño.
— Vamos, ese es el coche— Jin miró hacia donde señalaba y asintió dando un golpe a Jungkook para que avisara a Taehyung.
Caminamos hasta él, e Irune se encargó en abrir el maletero para ayudarnos con las maletas. No tardamos mucho en dejarlas dentro, y justo cuando cerramos el maletero, un Audi Q5 negro se paró frente a nosotros.
Era el padre de Jana.
— Si queréis, que uno vaya con nosotros por si os perdéis— yo miré hacia los chicos y Jin se posicionó al lado mío, esperando por que le tradujera aquello que había dicho.
— Dice que uno vayamos con ellos por si nos perdemos— Jin asintió y me dio un pequeño golpe en el hombro.
— Ve con ellos, nosotros seguiremos el coche. Solo manda a Jungkook tú ubicación en tiempo real y estaremos bien— asentí, y antes de avanzar para irme con Irune, el castaño agarró mi brazo— Nam, tranquilízate, ella va a estar bien, ya verás.
Asentí intentando convencerme de ello, pero no sabía que era lo que me hacía dudar de ello. Una gran mala sensación me estaba recorriendo desde que Irune me había dicho eso.
— Voy con vosotros— Irune asintió y se giró para ir hacia el coche de su padre.
Me despedí de los chicos, quienes se metieron en el coche lo más rápido que pudieron. Ayudé a Irune con su maleta, y cuando cerré el maletero pulsando el botón, ella ya me había abierto la puerta trasera para que subiera. Me senté en el asiento y me puse el cinturón lo primero. Saqué el teléfono de mi bolsillo y mandé mi ubicación a Jungkook tal y como Jin me había dicho.
Irune cerró la puerta de su lado y se puso el cinturón. Su padre no tardó mucho en arrancar el coche y ponerse en marcha.
— ¿Cómo está?— la pelirroja estaba hablando en inglés, algo que la estaba agradeciendo enormemente.
Miré hacia atrás un segundo para corroborar que el Ford blanco nos estaba siguiendo.
— Tranquilo chico, los llevo detrás— giré mi rostro hacia delante. Mi mirada chocó con la de David en el retrovisor.
No sabía muy bien como comportarme, así que solo estiré mis labios en una sonrisa a modo de agradecimiento.
— 'Apa ...— mi mirada cambió hacia Irune y noté como los nudillos de David se tornaban blancos al rededor del volante.
Mi estómago dio un vuelvo con eso. Podía adivinar que eso no era buena señal.
— Lleva encerrada desde ayer, no quiere ver a nadie y no ha comido— los ojos verdes de David me encontraron en el retrovisor.
No supe como describir esa mirada, pero había algo mucho más profundo en ella. Impotencia, tal vez rabia, no lo tenía muy claro.
Me animé a hablar.
— Yo...sé que no me conoce de nada, pero...¿puedo saber que es lo que ha ocurrido?— su padre volvió a mirarme rápidamente antes de ubicar su mirada en la carretera.
Irune habló esta vez.
— Ayer ella tenía su defensa de la tesis doctoral— mis cejas se elevaron y asentí en comprensión. Recuerdo que Jana me había dicho que estaba preparando su doctorado, aunque la ilusión no era lo que desbordara en ella en ese momento— Había pasado trabajando en ese proyecto durante casi tres semanas enteras sin descanso. Cambió el tema a última hora y decidió hacerlo sobre el viaje de Europa...— mis labios se entreabrieron sorprendidos, y me incliné un poco hacia delante. Su padre me daba rápidas miradas evaluando mi reacción— Estaba muy emocionada por defender ese tema, nos hizo la presentación en casa y era increíble.
Mi mente proyectó a una Jana metida en su habitación, sentada frente al escritorio trabajando como una loca en su tesis. La imagen era muy nítida, tanto, que no pude evitar que mi comisura derecha se elevara ante esa fantasía.
Mis ojos se desviaron hacia su padre. Una sonrisa pequeñita había salido de sus labios, seguramente recordando a su hija hablarle sobre todo en lo que había trabajado, y no pude evitar recordar a Jana en ese gesto tan minúsculo. Eran terriblemente parecidos.
— ¿Qué pasó?— mi voz había salido preocupada, porque sabía que la respuesta a esa pregunta no me iba a gustar.
— Su madre, Marta, mi exmujer, eso ha pasado— la voz de su padre me erizó la piel de la nuca. Su gesto había cambiado de golpe, volviendo a envolver fuertemente sus dedos en el volante haciendo que sus nudillos se volvieran blancos otra vez.
— Esa es patas de gallo, para que familiarices conceptos— el bufido de Irune hizo que girara mi rostro hacia ella. Mi espalda se apoyó en el respaldo, dejándome caer hacia atrás como si me hubieran golpeado— Para hacerte un resumen, y por lo que sé, Marta ha conseguido que Jana no presente su tesis, no se como lo ha hecho, pero no la dejaron defenderla.
Mi ceño se frunció, ¿cómo era eso posible?
¿Cómo su madre había podido hacerle eso?
— La han acusado de plagio, y ahora se está jugando una revisión en su título universitario—la voz de su padre resonó en mis oídos como un eco.
¿Plagio? ¿Jana?
Era totalmente imposible.
— ¡Es una puta chorrada!— Irune echó su cabeza hacia atrás, notablemente frustrada— Ese trabajo tenía contenido del que solo Jana podía disponer, había muchas cosas que estaban sacadas directamente del viaje por Europa ostia, no hay dos jodidas Janas en el mundo como para hacer dos trabajos iguales.
Mi corazón se agitó en ese momento. Una sensación desagradable me recorrió el pecho, y como si fuera un auto reflejo saqué el teléfono de mi bolsillo. Eran pasadas las 20:15 de la tarde, la noche había caído y algunas gotas de lluvia comenzaban a caer en el cristal. No me lo pensé demasiado cuando entré en el chat de Jana, viéndolo completamente vacío por mi pura cobardía.
No había sido capaz de hablarla todavía, pero ahora era diferente.
Anjana
Yo
Hola Jana
20:18
Llámame en cuanto leas esto
20:19
El nudo de mi garganta se volvió más grande. La sensación que estaba teniendo no me estaba gustando nada, y como si algo estuviera tirando de mí desvié mi mirada hacia la ventanilla. La lluvia afuera se había vuelto más intensa y la noche se había adentrado aún más.
— Tranquilo Namjoon— mi rostro se giró hacia delante. Su padre estaba atento a la carretera mientras me hablaba en un tono tranquilo— Llegaremos en unos 20 minutos aproximadamente, trata de calmarte chico.
Me sorprendió su trato hacia mí. Era un completo desconocido, del que apenas sabía su nombre, y del que se acaba de enterar de su existencia hace apenas 40 minutos escasos. Otro en su lugar me hubiera dejado en el aeropuerto, lleno de preocupación y amargura, pero él se había ofrecido a llevarme con su hija.
Sin saber quien era.
— Mi padre no te va a comer Namjoon— Irune se giró un poco para mirarme con una sonrisa— Relájate.
Una sonrisa de labios cerrados se deslizó por mis labios.
— Ya, de eso se encargará la abuela, no te preocupes chico, me necesitarás de tu lado— mis ojos se abrieron confusos.
¿Eh?
— 'Apa— Irune pareció volver a quejarse otra vez, y se volvió para mirarme— Ni caso Nam, no le hagas ni caso.
Vi como su padre sonrió mientras ponía todos sus sentidos en la carretera. Tomé una respiración profunda y volví a fijarme en la ventanilla del coche. Me aseguré primero que los chicos nos estuvieran siguiendo, y así era. El Ford estaba detrás de nosotros, siguiéndonos el paso por las carreteras del norte de España.
No tardamos mucho más en llegar a una casa de ladrillo. La entrada de piedrillas, decorada con varios tiestos de flores a sus costados, nos recibió. La bombilla que estaba encima de la puerta alumbraba un poco el camino, mostrando el gran espacio en el que David había aparcado el coche. Cuando cerré la puerta me fijé en un garaje un poco más adelante. Otro Audi Q3 de color blanco estaba estacionado ahí mostrando su parte trasera. Las luces del Ford me iluminaron cuando el sonido de las ruedas llegó a mis oídos. Giré mi rostro para ver a Jin aparcar el coche detrás del Audi del padre de Jana.
— Vamos Nam, que te mojas— Irune me instó a que avanzara hacia la casa.
Nos resguardamos bajo el pequeño toldo que había en la entrada. La puerta de la casa se abrió a nuestra espalda. El sonido de la lluvia sonaba fuerte en los coches, y cuatro cuerpos vinieron corriendo hacia nosotros. Irune se giró para ver quien era la persona que había abierto la puerta, y me giré yo también cuando escuché un jadeo ahogado por parte de la persona.
— ¡Niña! ¿Pero que haces tú aquí?— algo se abalanzó hacia mis pies y bajé la mirada algo sorprendido por el pequeño golpe.
Un cachorro había salido desbocado de la casa , pero se había chocado con mis pies frenando por completo su carrera. Me agaché rápido para cogerle al ver las intenciones que tenía de salir corriendo otra vez.
— Abuela, ¿y Jana?— Irune habló en español, pero solo entendí el nombre de Jana en la oración.
La anciana había fijado sus ojos en las cuatro personas desconocidas que se habían plantado en su casa sin invitación previa. Sus ojos rodeados de pequeñas arrugas se plantaron en mis manos sosteniendo el cachorro. Noté su ceño fruncirse y relajarse antes de fijar su mirada en la pelirroja otra vez.
— ¿Es él?— Irune asintió soltando un pequeño bufido.
— Si abuela, ¿dónde está Jana?— los ojos de la abuela fueron a parar en los chicos que se habían parado a mi lado.
Taehyung se había fijado en el cachorro entre mis brazos que no dejaba de revolverse queriendo salir de mi agarre.
— Menos mal que llegáis— una mujer, algo bajita y con el pelo recogido en una coleta, salió a la entrada con una chaqueta puesta. Se paró en seco al vernos a tantas personas paradas en la puerta— ¿Pero qué...?
Sus ojos grandes fueron a parar a Irune quien solo negó con la cabeza.
— Luego te explico 'ama, ¿Jana sigue en su habitación?— la mujer pestañeó un par de veces antes de volver en sí y centrarse.
No estaba entendiendo nada de la conversación. Solo escuchaba el nombre de Jana y no hacía más que incrementar mis nervios.
Solo necesitaba verla.
— No— dijo saliendo de su estupor— Es decir, no está, se ha ido hace un rato, iba a salir a buscarla, no parecía bien.
— ¿Cómo?— Irune parecía incrédula y giró su mirada hacia mí.
Lo interpreté como una mala señal.
— ¿Dónde ha ido?— su padre miró hacia la mujer bajita esperando una respuesta.
— No lo sé, solo salió sin decir nada— Irune salteó su mirada entre todos hasta que dio con las llaves del coche que Jin sostenía en sus manos.
Se movió rápido. Cogió las llaves de las manos de Jin y se dirigió hacia el coche de forma rápida. Yo pestañeé estupefacto sin saber que había pasado, pero tampoco me quedé ahí parado. Pasé el cachorro hacia los brazos de Taehyung, quien lo cogió algo sorprendido y medio obligado por mi movimiento, y dando una mala reverencia como si pidiera disculpas me dirigí hacia Irune.
Me subí al coche a su lado, y la puertas traseras no tardaron en abrirse subiéndose David y la mujer bajita con unos paraguas. Los chicos se quedaron estupefactos en la entrada de la casa, viendo todo aquella escena como si fuera la locura más grande de la vida.
Nunca había reaccionado tan rápido a algo, y mientras mi corazón latiera de esta manera lo seguiría haciendo.
— Irune, conduce con cuidado, está lloviendo mucho— la pelirroja asintió absorta completamente en el camino que seguía.
Aunque creo que tampoco es que registrara algo de lo que había dicho su padre.
— ¡¿Cómo cojones la has dejado salir de casa 'ama?!— sus manos sostenían muy fuerte el volante.
— No es momento para hablar de esto Irune— la mujer bajita parecía nerviosa, mucho.
— Es que...¡Joder, porran engiten dut*!— mis ojos dieron con la pelirroja al verla tan exaltada.
La mujer bajita ahogó una exclamación.
— ¡Irune!— David intervino en la conversación— ¡No es momento de discutir! ¡Basta las dos!
Mis puños estaban apretados sobre mis rodillas. Ambas mujeres callaron ante el bramido de David, pero la tensión se podía palpar notablemente en el coche.
La velocidad que Irune llevaba era alta, y pude sentir su desesperación cada vez que el contador aumentaba un dígito. Llegamos a lo que sería nuestro destino y aparcó de forma forzosa en el aparcamiento al pie de una playa. No apagó el motor, se tiró en marcha en cuanto el freno de mano estaba dado, y yo fui tras ella. La chica bajita nos gritó dándonos unos paraguas que cogí de mala manera, casi resbalándose de mis manos. Mis pies seguían a Irune por la arena mojada, viendo como se empapaba con la lluvia.
— Tiene que haber venido aquí, siempre viene aquí— llegué a su lado en una exhalación. Ya me había empapado por completo, pero tampoco me importó mucho.
Le tendí un paraguas a Irune, quien no dudó en taparse con él, y sintiendo una corazonada dolorosa le di el otro paraguas.
Estábamos casi al borde de las escaleras de la entrada a la playa. La orilla apenas era visible y solo se escuchaba la forma violenta de las olas romper en el borde. Avancé casi tropezándome con mis propios pies, sintiendo como las gotas se metían en mis ojos impidiéndome ver con claridad.
Mis labios se entreabrieron a medida que avanzaba por la arena. Comenzaba a tiritar pero no me importaba demasiado. Solo estaría bien cuando me cerciorara de que ella lo estuviese.
— ¡Jana!— mi grito salió desesperado, llamándola, queriendo escuchar una respuesta entre la lluvia.
Continué caminando. La línea oscura de la orilla se hizo más visible a mis ojos y me esforcé por encontrar algo. Me paré en secó cuando una figura se hizo presente en mi campo de visión. Estaba todavía muy cerca de la orilla, pero si se adentraba algo más el mar podría tragársela.
—¡Jana!— mis pies se movieron rápidos hacia la figura.
Estaba corriendo como nunca en mi vida, sintiendo la desesperación y el desasosiego empaparme más que la misma lluvia. El nudo de mi garganta se hizo doloroso, tanto, que pensé que me impediría gritar más alto de lo que ya estaba intentando. Me quedaban unos pocos metros para llegar a ella. La vi caer sobre sus rodillas, hundiéndose en el agua y mi mundo pareció detenerse en ese momento. Dejé de respirar, solo sentía la fuerza de mi corazón martilleando en mi pecho.
— ¡Jana!— aférrate a mi voz, no te dejes caer.
Mis pies chapotearon en el agua, y mi mano se abalanzó hacia delante para sostenerla. Con una facilidad pasmosa, mis dedos se habían aferrado a su brazo, levantándola y pegándola a mi pecho.
— Jana...— mi voz ahogada pronunció su nombre con total alivio.
Llegué a tiempo, ella está bien.
Ella iba a estar bien.
La saqué del mar, saliendo hacia la arena mojada por la lluvia. Mis brazos se movieron solos dándola la vuelta para abrazarla fuertemente. Mi corazón martilleaba contra mi pecho de forma fuerte, casi pensaba que me iba a romper la caja torácica para salir hacia afuera. La sentí jadear en mi pecho, y soltando un suspiro permití que se separara un poco de mí para que me viera.
Sus ojos verdes estaban rojos y sus mejillas llenas de los surcos de sus lágrimas. No me gustó nada bajar la mirada y verla en ese estado, tan débil y rota, de una manera en la que nunca debía estar.
Ella no...ella nunca.
— N...Na....Nam— la volví a atraer hacia mi pecho cuando su voz intentó pronunciar mi nombre. Casi parecía como si fuese un espejismo para ella.
Pero no lo era, era realidad, estaba aquí para ella.
— Estoy aquí, estoy aquí...no estás sola, todo va a estar bien, vas a estar bien— me aferré a ella, no queriendo soltarla nunca, intentando que ella me sintiera como yo la estaba sintiendo ahora.
Yo la quería llena de vida...siempre.
Enterré mi rostro en el hueco de su cuello. Mis brazos estaban completamente aferrados a ella, su rostro pegado a mi pecho, seguramente sintiendo como mi corazón vapuleaba fuertemente contra su mejilla. Mi mano acariciaba su espalda suavemente, y pude sentir como ella se destensaba poco a poco entre mis brazos.
— Ven...vamos a cubrirnos, te vas a poner mala— ella asintió con su rostro hundido en mi pecho.
Caminamos pegados por la arena. A duras penas recordaba la dirección por la que estaban las escaleras pero yo solo me aseguré de caminar con mi brazo sobre ella, pegándola a mí todo lo que podía.
Manteniéndola cerca de mí.
— Jana...— mi ojos se elevaron para ver a Irune sosteniendo el paraguas. Lágrimas decoraban sus ojos y me sorprendí amante eso. La imagen de la chica que había conocido en Europa no se asemejaba en nada a lo que estaba viendo ahora.
— Lo siento...— Jana había hablado en español, pero pude entender lo que había dicho.
Mi brazo se separó a regañadientes de ella. Era consciente de que ambas hermanas necesitaban abrazarse, así que, haciéndome a un lado, dejé que ellas se fundieran en un abrazo. Escuché como Irune contenía el llanto a duras penas, y tratando que el nudo de mi garganta no me traicionara me dirigí a recoger los paraguas que había tirado en la arena. Me cubrí con él, sintiendo el alivio por unos segundos, y me volví a acercar a ella para cubrirlas.
— No lo hagas de nuevo...no te dejes de nuevo— la voz de la pelirroja estaba conteniendo todo el llanto, parecía que la costaba hablar.
— Te lo prometo....lo siento mucho— ambas volvieron a abrazarse.
Las cubrí con el paraguas. Había abierto ambos paraguas para cubrirnos. Le pasé el suyo a Irune, y antes de que me diera cuenta, de una forma automática, como si lo hubiera hecho toda mi vida, mi brazo pasó por los hombros de Jana pegándola otra vez a mí. Sus brazos temblorosos rodearon mi torso, y sin querer solté un suspiro que no supe calificar.
Andamos hasta la salida. Cuando llegamos al parking, David y la mujer bajita estaban esperándonos resguardados bajo un par de paraguas. Jana hizo contacto visual con su padre, y cuando él dio el primer paso se separó de mí para ir a abrazarle. Su padre murmuró algo sobre su cabello mojado, y fui testigo de como él cerraba los ojos mostrando todo el alivio al tenerla entre sus brazos otra vez. Mis ojos no abandonaban aquella escena, y de un momento a otro sentí unos ojos verdes sobre mí. El padre de Jana me miraba muy profundamente, una mirada cálida y llena de agradecimiento.
En sus labios pude leer un "muchas gracias" que me hizo sonreírle de forma aliviada.
Ella estaba aquí y no se iba a ir, yo no la iba a dejar irse.
La mujer bajita también se acercó a ella para abrazarla. Observé como tiritaba de frío, y me dirigí hacia le coche para mirar si había algo con lo que taparla. Agradecí al cielo que hayamos salido todos muy rápido del coche. Jungkook se había dejado una chaqueta en el asiento de atrás y no dudé en cogerla para cubrirla con ella.
Volví hacia ella, como si fuéramos unos imanes que no pudieran estar separados cuando se acercaban, y puse la chaqueta sobre sus hombros. La mujer me miró con una sonrisa antes de que Jana se girara para mirarme con sus grandes ojos verdes. Una sonrisa nació en mis labios, intentando traspasarla toda la calma que estaba intentando forzarme a sentir.
— Gracias Nam, muchas gracias— negué con la cabeza, como si no hubiera significado nada, porque no lo había hecho, y ella se volvió a fundir en mi torso, pasando sus brazos a mi alrededor.
Suspiré de alivio otra vez.
Mi rostro bajó hacia su pelo, enterrando mi nariz en él, sintiendo todo su aroma a frutas. Mis ojos se cerraron, intentando calmarme aún más y me encontré dando las gracias a lo que fuera que había hecho que llegara a tiempo.
— Chicos...volvamos a casa— Irune nos sonrió desde el coche, y ambos levantamos la cabeza para encontrarnos con la mirada de su padre y la mujer bajita.
— Si...lo siento— Jana estiró sus labios en una sonrisa cerrada y giró su cabeza para mirarme a mi— ¿Vamos?
Asentí sintiendo como mi corazón comenzaba a tranquilizarse. Mi cerebro ya estaba aceptando que todo había pasado, y poco a poco parecía recobrar toda la cordura.
— Sube primero— le abrí la puerta del coche y ella, sonriéndome, se metió dentro.
Yo la seguí, cerrando el paraguas para después cerrar la puerta del coche. Estaba sintiendo el frío dentro de mis huesos y sabía que no iba a tardar en empezar a tiritar.
Me puse el cinturón, y antes de que me diera cuenta el coche ya estaba en marcha. El padre de Jana estaba conduciendo con la mujer bajita de copiloto. Irune estaba a un lado de la puerta, Jana en medio y yo del otro lado. Sentí un toque cálido en mi mano, y bajando mi mirada pude ver como los finos dedos de Jana se estaban entrelazando entre los míos.
Me sentí más tranquilo con eso.
Mis ojos se encontraron con los suyos, y como si no hubiera nadie en el coche ella apoyó su cabeza en mi hombro. Mis dientes atraparon mi labio inferior nervioso, e intentando obviar las miradas de Irune y la mujer bajita me dediqué a dar leves caricias en el dorso de la mano de Jana. Era una forma de asegurarme a mí mismo que seguía aquí, que estaba conmigo, que nada había pasado. Su toque me calmaba, y sabía que mis caricias la estaban calmando a ella.
Volvimos a llegar a la casa de ladrillos. Su padre apagó el motor cuando aparcó tras el Audi y le pude escuchar soltar un suspiro.
— Llegamos chicos...— sus ojos conectaron con su hija y conmigo por el retrovisor, una sonrisa pequeña quiso salir de sus labios— Será mejor que os deis una ducha de agua caliente y os cambiéis de ropa.
Mis labios se estiraron mientras asentía, y cuando Irune abrió su puerta del coche fue cuando yo decidí abrir la de mi lado. Bajé del coche y Jana fue detrás de mí. Su mano pegada a la mía, como si no fuera posible separarlas. Su padre se giró hacia nosotros. Sus ojos miraron nuestras manos unidas y noté como una de sus cejas se alzaba, y aunque tuve la sensación de que quiso decir algo, no lo hizo. La mujer bajita le dio un pequeño empujón con una sonrisa, y nos dirigimos hacia la puerta.
Ladridos agudos se escuchaban tras la puerta, y antes de que si quiera llegáramos a la entrada la puerta se abrió. El pequeño cachorrito salió disparado hacia nosotros, más específicamente hacia Jana, y ella se soltó de mi mano para agacharse a cogerle en brazos.
— Hey chico, lo siento mucho peque— ella dejó un par de besos en las mejillas del perrito y él parecía revolverse gustoso.
— Dios niña, estás calada— la señora que nos había abierto antes se encontraba en el umbral de la puerta, y pude ver detrás de ella como Jin se asomaba soltando un suspiro de alivio— Venga, todos a dentro.
La señora se hizo a un lado dejándonos entrar. Irune y Jana entraron primero seguidas de la mujer bajita. El padre de Jana, David, y yo nos quedamos unos segundos más en la entrada de la casa.
Ambos mirábamos la puerta fijamente. Los nervios afluyeron en mí cuando su mirada verde se clavó en mí, y tomé una bocanada de aire antes de atreverme a mirarlo.
— Yo...— no sabía que decir de primeras, pero me quedé totalmente sin palabras cuando los brazos de su padre me rodearon dándome un para de golpes en la espalda.
— Muchas gracias Namjoon, muchas gracias por aparecer— él se separó de mí dejando su mano sobre mi hombro— No nos conocemos todavía, pero estoy seguro que eso lo podemos arreglar, te debo mucho.
Mis labios se entreabrieron y quise negar con la cabeza.
David me cortó.
— Anda, vamos a dentro, no quiero que te enfermes por estar bajo la lluvia— su cabeza señaló la puerta y yo entré acatando su gesto como si fuera una orden.
Me quedé estático en la entrada, mirando todo a mi alrededor. Fotos familiares me envolvieron y mis ojos se deleitaron con cada imagen. Parecía que estaba dispuesto a empaparme de todo lo que pudiera en el menor tiempo posible. Mis ojos se quedaron estáticos en la foto de una niña pequeña con trencitas. Sus ojos verdes me hicieron adivinar quien era sin siquiera preguntar. Un hombre mayor abrazaba a la niña mientras ambos sonreían muy abiertamente hacia la cámara.
Sonreí inconscientemente.
— Esa es Jana cuando tenía 4 años— su padre se posicionó a mi lado mirando la misma foto que estaba observando— Y ese de ahí es mi padre, su abuelo.
Él es el hombre que le otorgó en nombre a Jana. Fue quien predijo que su nieta sería como una ninfa, y silenciosamente le di las gracias.
No podía haber estado más acertado con su elección.
— Ella era una niña muy guapa— mis labios habían pronunciado aquello inconscientemente.
Su padre sonrió.
— Y ahora también lo es— mis mejillas se calentaron cuando él me guiñó uno de sus ojos— Anda, vamos, seguro que mi madre te da ahora algunas toallas para que te puedas secar.
Asentí cruzando el pasillo junto a él. Entramos a la cocina, donde todos los chicos estaban sentados en una mesa muy quietos. Fruncí el ceño y miré a mi alrededor. Su abuela estaba calentando algo en el alumbre y la mujer bajita estaba a su lado, ayudándola a hacer lo que quiera que estuviese haciendo. Miré a los chicos de nuevo e incliné mi cabeza sin entender el por qué ellos parecían tan tensos.
Hasta que lo vi.
Un perro gigante, enorme, el más grande que había visto nunca, estaba sentado frente a la mesa, sin dejar de observarles. Me congelé en el umbral de la puerta, mirando al gran perro, y noté como las cabezas de mis amigos se giraban a verme.
— No te muevas— Taehyung gesticuló con sus labios y los ojos bien abiertos.
Dios, ¿cómo un perro podía ser tan grande?
— No hace nada— el padre de Jana miró la escena divertido— Reina puede parecer muy peligrosa, pero en realidad no lo es— la mano del padre de Jana acarició la cabeza de la perra y esta, encantada, echó su cabeza hacia atrás buscando el tacto de la mano.
Vi como Jungkook abría su boca impresionado, como si David acabara de domar a un león.
— Eso es cierto— una voz femenina habló a mi espalda. Jana se encontraba detrás de mí, vestida con unos pantalones de chándal y una sudadera enorme. Su pelo ya estaba seco, y me cuestioné cuanto tiempo había pasado desde que habíamos llegado— Ven, tienes que cambiarte si no quieres enfermar.
— Tengo la maleta todavía en el coche— mi voz sonó ronca, y con eso la abuela se giró para mirarme.
No sabía si me había entendido, pero al menos eso pareció.
— Uy no, que ni sus' *ocurra salir ahora Jorgito, dale algo de ropa de tu padre y baja algo para los guajes* aquí— la abuela me señaló con la cuchara de madera antes de señalar a todos mis compañeros en la mesa.
Pestañeé confuso, ¿por qué sentía que me había llamado algo?
— Abuela...— Jana pareció quejarse, pero solo puso sus ojos en blanco, como si fuera un caso perdido— No la hagas caso— yo me encogí de hombros, no había entendido nada de lo que me había dicho de todas maneras— Uy, vaya, hola, ¿qué tal?— ella pareció mirar más allá de mí, hacia los chicos sentados en la mesa.
Jin sonrió y se atrevió a levantarse de la mesa bajo la atenta mirada del perro. Jungkook y Taehyung le miraron como si fuera un loco por hacerlo.
— Hola, ¿Jana verdad?— el inglés de Jin fue muy marcado, sonreí agradecido y di una mirada al resto de los chicos.
Ellos parecieron comprenderme y se levantaron para ponerse tras de Jin sin dejar de de mirar al perro.
— Si, esa soy yo...¿cómo...?— Jin me señaló y yo desvié mi mirada a cualquier otro punto que no fuera Jana.
— Yo soy Jin, y estos de aquí Jungkook y Taehyung, somos amigos de Nam, hemos venido con él— ella asintió y miró hacia su abuela.
— Buelita, ¿estás las mantas lavadas?— la abuela miró hacia nosotros con una sonrisa.
— En el armario pichurrina— ella sonrió y volvió a mirarnos.
Ninguno había entendido nada.
— Alguno de vosotros se tendrá que quedar en el sofá, espero que no os importe— yo abrí la boca para decir que no hacia falta, que podíamos irnos al hotel que Jin había reservado, pero como si la abuela me viera venir se acercó a nosotros como un león hacia su presa.
— Jani, tradúceme— los cuatro nos quedamos mirando como la cuchara de madera se movía rápido frente a nuestros rostros— Niños, no voy aceptar que os quedéis fuera de aquí, mi casa tiene hueco para todos, así que, si os vais, me vais a ofender muchísimo.
Todos pestañeamos confusos por lo que había dicho. Había hablado muy rápido, casi como si fuera una rapera.
Creo que tendría que pedirla que colaborara conmigo.
— Ella dice que si os vais la vais a ofender muchísimo— los ojos de Jungkook se entrecerraron confusos y Jin entreabrió la boca mostrando su sorpresa.
— Dice que si nos vamos la vamos a ofender— ahora fui yo quien traduje para ellos. Taehyung cambió su expresión y miró hacia la señora boquiabierto.
Yo también me sorprendí, para que mentir.
— Supongo que está bien, si no es molestia— mis ojos miraron a los chicos, intentando ver sus expresiones, la sorpresa era lo que predominaba.
— Muchias grashias— Taehyung hizo una pequeña reverencia y la abuela se echó a reír encantada.
— Uy chico, no me hagas esas reverencias que me haces sentir como la Leticia— Jana sonrió divertida y yo solo la miré esperando una traducción.
Bueno, todos la miramos esperando una traducción.
— Pide que no hagáis reverencias, la hacéis sentir como de la realeza— una sonrisa se deslizó en mis labios, y sin traducir hacia los chicos respondí.
— Es lo que se merece— el padre de Jana soltó una risa ante mis palabras, y Jana sonrió hacia su abuela.
— No se que ha dicho el Jorgito, pero llévale a que se cambie antes de que se acatarre, yo voy a alimentar a estos chicos que están muy delgaditos— la cuchara de la abuela se movió hacia los chicos, haciendo que todos se movilizaran hacia la sillas de nuevo.
Jana sonrió y me volvió a mirar. Su mano atrapó la mía y tiró de mí para llevarme hacia las escaleras.
Subimos los escalones y nos metimos al baño. El sonido de unos pasitos llamó mi atención y bajé la mirada para encontrarme con el cachorrito que había salido escopetado por la puerta hacia unos minutos. Me agaché para acariciarle, cosa que él se dejó encantado, y una sonrisa se deslizó en mis labios.
Jana nos observó.
— Ese es Ilsan— abrí mis ojos sorprendidos y mi sonrisa se hizo más grande.
— ¿Ilsan?— ella asintió con unas toallas en las manos, las cuales dejó encima del lavabo de mármol.
Ella había nombrado a su perro como mi ciudad natal. ¿Por qué eso se sentía tan bien?
— Sí, este chiquitín es hijo de Reina, el caballo que viste en la cocina— mis cejas se levaron y miré al cachorrito de nuevo.
— Así que este pequeño se va a hacer igual de grande— Jana sonrió y mis dedos continuaron rascando la barriguita del cachorro.
— Así es, a partir de ahora es cuando va a empezar a crecer a lo bestia— su mano se encontró con la mía en la barriguita del cachorro.
Ambos sonreímos.
— ¿Estás bien?— las palabras habían salido de mis labios antes de que pudiera detenerlas.
Ella suspiró.
— Ahora si lo estoy— sus ojos encontraron los míos y se levantó de mi lado haciendo que yo la siguiera— Voy a traerte algo de ropa para que te cambies, tienes jabón dentro de la ducha y las toallas te las he dejado ahí.
Asentí, y cuando ella se giró para salir por la puerta mi brazo se abalanzó para atrapar su mano.
Ella se giró ante mi tacto, y una sonrisa se deslizó por sus labios. Mi corazón latió más tranquilo y yo también sonreí.
— Sabes que estoy aquí, ¿cierto?— sus ojos se entrecerraron cuando su sonrisa se agrandó.
Mi corazón pareció detenerse con eso.
— Lo sé Namjoon, y no me dará la vida para agradecértelo.
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*'Sus: se os
*Guajes: se refiere a los chicos, referido al grupo de personas.
*porran engiten dut: me cago en la puta
Holoooooooooooo,
¿Cómo estáis? Sé que lo subo algo tordillo, pero aquí está el capítulo (primero del maratón)
Y hoy os traigo el punto de vista de Namjoon, (bastante larguillo) ¿qué os parece? Bastante desesperación junta, ¿eh? dejadme lo que opináis en los comentarios.
Tampoco tengo mucho más que deciros, más que, bueno, ya nos vemos mañana para otro capitulillo, el cual espero que os guste mucho🥰
Nos vemos mañana chikis;)
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