18

Namjoon

— Es que no me puedo creer que hayas hecho esto, de verdad— mis ojos estaban concentrados en la pantalla de mi móvil mientras grababa los alrededores del aeropuerto— Escaparte una tarde entera en un país que no conoces, ¿tenemos 8 putos años de nuevo?

Puse los ojos en blanco en mi mente, y pasando mi teléfono a mi amigo señalé con mi cabeza.

— Anda, deja de quejarte y grábame, creo que puede quedar bien— Seung cogió mi teléfono a regañadientes, y con una sonrisa interna atrapé el donut que había comprado antes.

— Diji di quijirti y gribimi— su tono era de total burla, pero yo solo di un sorbo al café americano que había comprado en la máquina.— De verdad Joon, lo que has hecho es una puta irresponsabilidad, ¿y si os han sacado fotos?

Mis ojos dieron con los de mi amigo, quién sostenía el teléfono a la altura de su pecho. Tragué el sorbo que había tomado y miré mi donut con ganas de pegarle otro mordisco.

Reí con ganas.

— Nadie nos ha sacado ninguna foto, eso te lo aseguro.— mi amigo bufó antes de dejar el teléfono junto a mi café— No estuvimos por ninguna zona concurrida, al menos no el tiempo necesario para que alguien se percatara de quien era.

Atrapé el móvil con la mano que tenía libre mientras daba un mordisco al donut.

— Aun así, sigue siendo una maldita irresponsabilidad, no la conoces, no sabes quien es.— una sonrisa se dibujó en mis labios mientras masticaba.

Tragué el pedazo de donut que había mordido.

— Esa ha sido la mejor parte de todo, ella no me conocía, yo no la conocía, no había presión de ningún tipo.— Seung me observó como si estuviera loco.

Tal vez si lo estaba.

— Genial, simplemente genial.— podía notar el sarcasmo en su voz.— Podría ser una completa sassaeng y tú así, así de feliz.— rió sin ganas.

Lo miré con una sonrisa.

— Ella no es una sassaeng, te lo he dicho cientos de veces— vi como ponía sus ojos en blanco.— Te lo puedo asegurar, le di mi identificación y ni siquiera reconoció mi nombre o mi foto.

Seung me miró ahogando una exclamación.

— ¡¿Qué tu qué?!— mis ojos chocaron con los de él mientras daba otro sorbo a mi café.

Tenía ganas de reir. Ganas de reir de felicidad.

— No hagas tanto drama por esto, estoy aquí, estoy bien, y no hay ningún bulo circulando por internet.— Seung me observaba con la boca abierta— Anda, creo que ya es hora de que vayamos a embarcar.

Di otro mordisco a mi donut mientras ponía mi bolsa sobre mi hombro derecho, y asegurándome de no dejarme nada en la repisa en la que nos habiámos sentado comencé a andar dejando a mi amigo atrás, quien todavía seguía con la boca abierta.

Para cuando llegué a la fila Seung ya me había alcanzado.

— Es que no me lo puedo creer, ¿te has vuelto loco?— ajusté la correa de mi bolsa a mi hombro, y poniéndo los ojos en blanco mentalmente di otro mordisco a mi donut— Por favor Joon, ella podría simplemente presentarse en tu casa, sacaros fotos a todos los miembros y venderlas al mejor postor.

— Estás exagerando, Eva no haría eso— mis dientes atraparon otro pedazo de donut.

— Así que se llama Eva...Le diré a tu mánager sobre ella.— volví a poner los ojos en blanco, pero esta vez de forma que el lo viera.

— Ella no se llama Eva, en realidad no sé su nombre.— Seung ahogó otra exclamación.

Yo sonreí.

Llegamos enfrente de la fila, y una mujer con un traje de chaqueta azul clarito nos pidió los pasaportes. Una completa suerte que esta vez no lo había perdido...por vígesima vez.

La chica comparó los datos del pasaporte con los del billete de avión, y con una sonrisa nos dejó pasar. El pasillo hacia la pista se me solía hacer eterno, pero al menos conseguía distraerme con los ventanales.

— Osea, que no sabes ni siquiera su nombre.— otra risa falsa salió de sus labios— Perfectamente ella es una asesina y tú estás tan tranquilo.

Me paré en seco y me giré para encarar a Seung.

— Mira, se de sobra que debería tener cuidado, pero te aseguro que esa chica no es problema, no es nada que tú te estás pensando.— Seung elevó una de sus cejas.

Seguimos andando por el pasillo.

— Y según tú, ¿qué pienso yo de ella?— di la última mordida a mi donut antes de contestar.

— Que es una sassaeng, una loca que me ha seguido el rastro en un viaje que no están enterados ni mis padres.— recoloqué mi gorra antes de bajar las escaleras hacia la pista.— Ella no es nada de eso, ni siquiera sabe quién diablos es Bangtan, te lo puedo asegurar.

Seung me observó por un largo tiempo.

— Espero que no te equivoques, pero como salga algo de esto en los medios me daré el gusto de decirte un gran...— le corté antes de que terminara.

— Te lo dije, me dirás un gran te lo dije.— mi amigo sonrió, cosa que yo imité— Siempre lo haces, nunca te quedas con las ganas.

Seguimos avanzando, y cuando menos nos dimos cuenta ya estábamos sentados dentro del avión, en nuestros asientos de primera clase.

— Hay una cosa...— la voz de mi amigo hizo que bajara la mirada mientras trataba de meter la bolsa en el compartimento de arriba— No te voy a perdonar que me dejaras con la loca de la pelirroja, mi nuca sigue escociendo— mi ceño se frunció, y cerrando el compartimento con mi bolsa adentro me senté en mi asiento.

— ¿Qué quieres decir?— dejé mi teléfono sobre el reposabrazos y saqué el estuche de mis airpods.

— Esa mujer esta loca amigo, me insultó, me pegó y después dijo un montón de cosas en un idioma que desconozco.— la mano de mi amigo sobó su nuca mientras su rostro se contraía en un gesto de dolor— Está rematadamente loca.

Sonreí al recordar como Irune me asaltó en la exposición de arte. Creo que le debía mucho a esa chica.

— Solo está resentida, mucho.— junté mis labios en una línea y me encogí de hombros— Si te hubieras disculpado puede que ella te hubiera dejado en paz, y simplemente habría pasado de ti.

— ¿Pasado de mí?— su tono era de completa incredibilidad— Dios hombre, esa mujer si que me dio con ganas, y no de una forma placentera. Menuda explosión de caracter.

Una sonrisa cruzó por mis labios hasta que una luz en mi cerebro se alumbró.

— Oye, ¿te acuerdas de alguna palabra que haya dicho en su idioma?— mi amigo frunció el ceño— Lo que sea.

— ¿Para qué?— el ceño de Seung se frunció, pero negó con la cabeza— Esa chica hablaba muy rápido, solo me enteré del tono enfadado con el que me hablaba.

Un suspiro de derrota salió de mis labios, y sin darme cuenta de ello me hundí en mi asiento dejando caer mi cabeza hacia atrás. Cerré mis ojos con frustración.

¿De qué país será ella?

— Por favor pasajeros, abróchense los cinturones, estamos apunto de despegar destino a Viena.— mis manos actuaron solas y me abroché el cinturón.

Mis dedos atraparon el teléfono y coloqué mis airpods en los oidos.

— No entiendo por qué me lo has preguntado.— mis ojos se desviaron de la pantalla de mi teléfono, y poniéndolo en modo avión lo dejé en el reposabrazos de nuevo.— ¿Acaso te interesa?

— No lo hace— respondí rápido, aunque la verdad no estaba seguro— Solo siento curiosidad, creo que compartiríamos muchos gustos.

— Si, ya, claro— su tono seco hizo que pusiera los ojos en blanco, de nuevo.

Y era verdad, al menos la parte en la que creía que compartiríamos muchos gustos comunes. Lo poco que la he podido conocer, bueno, más bien, lo poco que me ha dejado ver de ella, me había encantado. Su forma de ser me atraía demasiado, la manera en la que sus ojos divagan por la extensión de cualquier sitio, observando todo lo que tiene a su alrededor, escaneando cada detalle. Parecía que era una tercera persona, ajena a todo, la que se encargaba de registrar cada detalle de su alrededor, como si tratara de asegurar algo.

Tenía curiosidad.

Si, eso era, simple curiosidad, nada más. Ella era una persona con un carácter con el que no había tratado, ella desprendía un aura diferente que te atraía sin siquiera pretenderlo. Ella tenía una luz propia que no podía ser apagada.

Y pensar en eso me aterraba en cierta forma.

— Namjoon.— unos toques en mi brazo hicieron que elevara mi vista hacia mi amigo.

— ¿Qué ocurre?— salí de mi breve ensoñación para ver a Seung señalarme con la cabeza hacia un lado.

Entonces, quitándome uno de los cascos, giré mi cabeza hacia la parte del pasillo, donde una azafata me sonreía nerviosa mientras sus dedos se aferraban al asa del carrito que llevaba.

— ¿Una bebida, señor?— sus ojos me observaban muy abiertos, intentando no perder detalle de mi rostro.

— Tal vez luego, muchas gracias.— hice una breve inclinación de cabeza dándola una pequeña sonrisa con mis labios cerrados.

Ella se sonrojó.

— Por supuesto, luego me paso de nuevo— vi como sus labios temblaban demasiado, y con pasos algo torpes siguió avanzando por el pasillo.

Volví a colocar el auricular en mi oído, y atrapándo mi teléfono entre mis manos me dispuse a buscar una canción.

— Creo que esa azafata es una fan.— mis ojos se desviaron de la pantalla de mi teléfono a mi amigo.

— Eso creo yo también.— mi amigo sonrió y desvió sus ojos hacia la azafata.

— Ella está mirando hacia aquí.— la sonrisa que se formó en sus labios me hizo elevar las cejas— Igual te da su número después.

Puse mis ojos en blanco.

— Ya, bueno, no lo quiero.— mis ojos volvieron a la pantalla de mi móvil para buscar una canción— Además, no todas las chicas que sean fans tienen que ser automáticamente unas groupies, como tú las haces ver.

— Sabes que no me refiero a eso.— mi amigo se colocó en su asiento observándome— Sólo digo que puede que lo haga.

— Y yo solo digo que sé con que intención lo dices.— Seung elevó una de sus cejas, yo dejé escapar un suspiro.— Además, sabes que a mí eso no me interesa, estoy bien como estoy.— pasaba de esos rollos.

Un silencio de unos segundos se hizo entre nosotros.

— Joon.— un suspiro volvió a salir de mis labios antes de mirarle.

— ¿Qué pasa?— el brillo de sus ojos me reveló lo que cruzaba por su mente ahora.

Tampoco me apetecía tener esta charla de nuevo.

— Sabes que Yon no tenía razón, no eres feo, y mucho menos eres menos que nadie.— otro suspiro salió de mis labios, e ignorando a mi amigo puse una canción aleatoria.

— Lo que digas...— podía notar como sus ojos se fijaban en mi perfil.

No iba a regresar ahí de nuevo, no otra vez.

Butterfly comenzó a reproducirse en mis airpods. Una sonrisa apareció en mi rostro.

Mis ojos descendieron hacia la pantalla de mi teléfono, observándo como la portada de tonalidades azules se ampliaba a mi vista. Sin pensar demasiado, mi dedo pulgar salió de la aplicación, buscando desesperadamente el álbum de fotos. La tremenda cantidad de vídeos que había grabado aparecieron en la pantalla, y deslizándo lentamente hacia arriba la vi.

La vi a ella otra vez.

Mi dedo presionó suavemente sobre la foto, ampliándola al instante, y sentí como mi corazón comenzaba a acelerarse en mi pecho. Su pelo castaño claro caía suavemente por su espalda, dejando que suaves hondas terminaran curvando sus puntas, sus ojos clavados en la gran pila de libros viejos sobre la góndola y sus mejillas levemente sonrojadas por el calor del día.

Mi mente reprodució nítidamente el color verdoso de sus ojos, el brillo con el que me observó cuando me propuso con una actitud renovada que nos pusieramos un pseudónimo por un día, el sentimiento en mi pecho cuando comenzamos a andar por Venecia sin ningún rumbo, cuando ella tiró de mi muñeca hasta dar con la pequeña librería llena de color.

Pero tal y como ella se llenó de brillo por unos momentos, pareció apagarse cuando aquella pregunta escapó de mis labios. No me había dado cuenta, ni si quiera pensé lo que estaba diciendo cuando ella se congeló y retiró su mano de los lomos de los libros. De un mometo a otro se había hecho pequeña, había podido escuchar como su ser se ajaba como si fuera cristal y estuviera a punto de romperse.

Pude sostenerla a tiempo.

Y en un punto, esta canción decía que tenía miedo. Miedo de que al soltarla se fuera lejos, tan lejos que terminaría por romperse lo que yo había querido salvar en ese momento. Y no quería que eso ocurriese. No podía aceptar que le pasase eso.

Tonto. Era un completo tonto. Porque sí, porque Seung tenía razón en muchos aspectos, y sabía muy internamente que era una tontería, que había cometido una estupidez, pero se sintió bien. Y quise detener el tiempo, detener el tiempo en el instante en el que estábamos gritándo a la nada en esa habitación blanca, detener el tiempo en el que mis brazos la rodearon, notando dentro de mi como sus piezas volvían a encajar de nuevo, siendo testigo de como el brillo de su interior cobraba fuerza otra vez.

No quería hacer como si nada hubiese sucedido, porque yo me iba a encargar de que ese momento nunca muriera. Quería recordarla el resto de mi vida, aunque nunca la volviera a ver.

Asi que sonreí. Sonreí mirando la pantalla de mi teléfono como un tonto. Viendo su imagen brillar dentro de mi mente, sintiendo como mi corazón se llenaba de una calidez que creía que había olvidado.

Nunca me había sentido así antes, nunca me sentí tan libre.

— Namjoon tío, quita esa cara de tonto que tienes, das mal rollo.— mi teléfono cayó en mi regazo, y con los ojos bien abiertos y mis mejillas sonrojadas elevé mis ojos hacia mi amigo.

— ¿Hum?— Seung sonrió pícaro y señaló mi teléfono con su cabeza.

— ¿Qué estabas mirando?— mi ceño se frunció, y antes de que pudiera hacer nada mi teléfono estaba entre sus dedos.

— No estaba mirando nada, devuélvemelo.— estiré mi mano para coger mi teléfono, pero el cinturón, que no me había desabrochado, volvió a tirarme en mi asiento.

— Oh dios mío, ¿sacaste fotos a la chica?— con manos temblorosas traté de desabrocharme el cinturón, pero estaba demasiado torpe y nervioso, asi que fracasé en mi intento.

— Algo así, por favor dame mi móvil— mi amigo siguió observando la fotografía.

— Es una buena foto, y ella es guapa.— Seung miró la foto con mucho detenimiento— Igual no es tan sassaeng después de todo.

Un bufido escapó de mis labios, y con eso, mis manos consiguieron soltar el cinturón.

— Joder, que me lo des.— me incorporé en mi asiento y le quité el teléfono bruscamente. Mi amigo me miró con una ceja alzada.— No te interesa nada de lo que pasó ayer.

— Así que, ¿pasó algo?— su tono pícaro hizo que pusiera los ojos en blanco.

— Nada de lo que tu maldita sucia mente está pensando.— pausé la música y bloqueé mi teléfono— Además, tú la sigues debiendo algo más que una disculpa, mierda Seung, pudo haber pasado algo grave.— mi amigo soltó un suspiro por sus labios.

— Está bien, si, fui un completo cabrón, sabes que yo no soy así.— mi ceño se frunció hacia su persona y él elevó sus manos en señal de rendición— Prometo, que si la vuelvo a ver, me arrodillaré para pedirla disculpas.

— Eso lo tuviste que haber hecho en el barco.— otro suspiro salió de sus labios.

— Si, tienes razón.— sus ojos se desviaron hacia el suelo, esa era señal de que se arrepentía de verdad.— Siento quitarte el móvil así, se que no te gusta que lo hagan.

— No te preocupes.— me encogí de hombros haciendole saber que no tenía mayor importancia.

Aunque si que me había molestado, pero no el hecho de que me lo quitara, sino que él metiera sus narices en el único recuerdo que tenía para recordar su rostro.

Una mueca de disculpa apareció en su cara, y recostándose en su asiento se giró hacia la vetanilla.

— Voy a intentar dormir un rato.— giré mi rostro hacia delante en el momento en el que Seung hubo cerrado sus ojos.

Mis dedos se apretaron alrededor del teléfono, y volviendo a desbloquearlo observé su foto. Ella rodeada de libros, ella brillando por si misma.

Mis dientes atraparon mi labio inferior, y dejando mi teléfono en el reposabrazos me levanté de mi asiento. Tomé la bolsa del pequeño compartimento en el que la había metido, y rebusqué dentro, intentando encontrar el libro que ella había escogido ayer casi sin mirar, cuando se dio cuenta de nuestra cercanía.

Una cercanía que estaba tan bien y a la vez tan mal.

Mis dedos rozaron el lomo del libro, y con una sonrisa lo atrapé sacándolo del fondo de la bolsa. Volví a dejarla en el pequeño compartimento, y sentándome de nuevo observé la portada.

"El arte de amar" por Erich Fromm.

Mis ojos escanearon el título impreso en la portada de tapa blanda, y con curiosidad miré en el interior.

— Que esté en inglés, en inglés, en inglés...— cerré mis ojos fuertemente antes de mirar una de las páginas al azar. Un suspiro salió a la vez que una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Menos mal.

Posicioné mi dedo pulgar sobre el canto de las hojas, dejando que todas pasaran hasta llegar a la primera. Una cita se encontraba en mitad de la hoja en blanco.

"En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos."*

Una sonrisa se extendió en mis labios, y me sumí en una lectura profunda, aislándome del mundo, empapándome de todas las frases impresas en las hojas, dejando a mi mente volar.

Volar hasta su recuerdo, hasta crear arte, hasta amarnos a nosotros mismos.
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*Fromm, Erich, El arte de Amar, 1956, (título original; The Art of Loving)

Holooooooooooo,

Aquí estoy de nuevo con un capitulín más, que espero que os haya gustado mucho y lo hayáis disfrutado. Hoy tenemos el punto de vista de Namjoon, así que decidme que os parece que narre él algunas partes, (¿os gusta?)

Quiero dar las gracias, (siempre doy las gracias por todo, nunca me cansaré de hacerlo), por la pedazo subida de las lecturas en estas últimas dos semanas. Ósea, me encuentro flipando, como siempre, de toda la acogida que me dais, es que me quedo sin agradecimientos porque los doy en cada capítulo, pero como he dicho, no me cansaré nunca de hacerlo.❤️❤️❤️❤️

Me gustaría también, quien quiera hacerlo, que me comente que le va pareciendo la historia, o lo que esperáis que va a suceder con Jana y con Namjoon (que ya he leído por ahí que queréis que se besen de una vez, calma mis fieras😂😂) Ya adelanto, que su historia va a ir despacio, se tienen que conocer (y reconocer) como seres humanos, tienen que estar bien ellos antes de dar el paso, pero bueno, por la tensión se empieza y ellos como que tienen mucha (ya lo iréis viendo mejor a medida que vayamos avanzando).

Por cierto, quienes lean hayáis leído NIghtmare y estéis por aquí, friendly reminder de que mañana hay nuevo capítulo de Inferno (2º libro de la saga de Nightmare, que la tengo que poner un nombre) [Si se os ocurre alguno dejádmelo en comentarios, estoy abierta a opciones]

Ya sin más, me despido hasta la semana que viene.

Nos leemos chikis;)

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