12
Capturar momentos a través de una lente se estaba volviendo mi pasatiempo favorito. Mi dedo no hacía más que presionar el botón para proceder con el chasquido que indicaba que el obturador se había cerrado, atrapando en su interior un millón de imágenes hermosas llenas de color y vida.
Sobre todo, imágenes llenas de vida.
Y me sentía bien conmigo misma, y esta sensación la quería albergar por más tiempo. Siempre creí que esas explosiones de sentimientos solo se daban en los libros románticos adolescentes, cuando la protagonista comienza a descubrir un mundo nuevo experimentando con su amado todas las sensaciones posibles, pero ahora me daba cuenta que no solo eso pasaba en los libros, sino que en la realidad, con solo mirar alrededor y prestar atención a las pequeñas cosas, esas sensaciones te daban directo en el pecho.
No voy a mentir. El estado de ebriedad en el que me encontraba en estos momentos era maravilloso, y si, soy una completa inexperta en eso de desplegar mis sentimientos, pero ver con mis propios ojos como el mundo se desplegaba delante de mis narices me estaba enseñando las millones de posibilidades que este ofrecía.
— Jana, vamos ya hacia el museo, tengo ganas de ver la exposición— Irune tiró de mi codo haciendo que la foto que estaba capturando en ese momento saliera borrosa.
— ¡Irune!— mi voz podría sonar como la de una niña pequeña, pero me había fastidiado una buena foto de una pareja comiendo un helado sentados en las escaleras de la catedral.— Tenemos tiempo de sobra, no entiendo el por qué la prisa.
Mi hermana resopló y se llevó la mano hacia la cabeza para colocarse sus gafas de sol negras. Hoy era nuestro segundo día en Milán, y los pies me dolían de toda la caminata que hicimos ayer, pero había merecido la pena.
— Debes tener como mil fotos de la catedral Jana— mis ojos descendieron hasta la cámara que descansaba en mi manos y sonreí culpable.— Además, quedamos en que iríamos a esa exposición antes de comer, y ya van a ser casi las doce.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras guardaba la cámara en mi mochila. Ajusté las correas en mis hombros y coloqué mis gafas de sol.
El moño en lo alto de mi cabeza se calentaba por momentos abrasándome la nuca, y aunque mi piel estuviera más bronceada que hace unas semanas, sentía el pequeño escozor en mi cuello.
— Está bien, pero antes dame un poco de crema solar en el cuello, siento que se me va a achicharrar*— pude notar como la pelirroja ponía sus ojos en blanco antes de sacar de su mochila el pequeño botecito de crema. El frío repentino en mi cuello me sacó un suspiro, y la agradecí con una sonrisa.
— ¿Podemos irnos ya?— Irune guardó la crema en su mochila y puso sus manos sobre sus caderas— Quisiera ver la exposición si no te importa.
Yo sonreí, y enganchando mi brazo al de ella tiré en la dirección que nos había dicho el recepcionista del hotel esta mañana antes de irnos a desayunar.
— ¿Cómo crees que será?— la emoción se notaba en mi voz.
— Pues no sé, una sala con un montón de cuadros— blanqueé los ojos e hice un chasquido con la lengua.
— No se como es que has planteado tú ir a museos— ella sonrió cómplice y sentenció.
— Lo puse en nuestro intinerario porque sé que te encanta el arte, lo disfrutas mucho. Aun me acuerdo cuando fuimos a ver el Guggenheim en Bilbao— una sonrisa apareció en mi rostro recordando aquella tarde con mi padre y su novia. Fue antes de cumplir mi mayoría de edad, y fue uno de los mejores días que recuerdo.— Mirabas todo con los ojos como platos, y tenías ese brillo en la mirada. Papá estaba muy feliz ese día.
— Me acuerdo— mi voz fue un susurro.
— Así que, mi objetivo es recuperar ese maravilloso brillo otra vez— una sonrisa asomó por mis labios.
— Veremos si lo consigues— ella rió y llevando una de sus manos para bajar un poco sus gafas de sol, me guiñó un ojo totalmente segura de lo que hacía.
— No me subestimes hermanita— una pequeña risa escapó de mi garganta— Otra de mis misiones es hacer que te rías abiertamente, extraño como sonaba tu risa— mis hombros se removieron incómodamente y tensé mi espalda a la espera de escuchar las palabras de mi madre.
~ Jana, cállate, ese sonido que haces es espantoso. No me avergüences y deja de humillarte.
Creo que mi hermana fue testigo del cambio de expresión de mi rostro, pero si lo notó no dijo nada y solo me dio un apretón en el brazo que llevábamos entrelazado. Ella sabía que para mí era difícil, pero lo estaba intentando y estaba conforme con eso.
Porque sabía que ella me apoyaba en todo.
Andamos un poco más y a lo lejos pudimos ver el cartel gigante que anunciaba la exposición de arte. La galería en la que se encontraba parecía algo rústica y hogareña por fuera, y varias personas entraban y salían del establecimiento con sonrisas incrustadas en sus caras.
— Ahí está— Irune tiró de mi mano hacia la pequeña taquilla que se encontraba en la calle— 2, per favore.
El hombre nos sonrió a ambas y rasgó dos entradas del taco que tenía en la mano.
— 10 euros, señoritas— mi hermana frunció el ceño y me miró esperando que yo hubiera entendido algo.
Yo la sonreí y saqué la cartera para pagar por las entradas. El hombre me agradeció y me tendió el par por el mostrador.
— Disfruten de la exposición, bellas— una sonrisa que mostró los dientes del hombre asomó en su rostro.
— Muchas gracias— le respondí en italiano bajo la mirada confusa de mi hermana.
Estábamos entrando en la galería cuando ella se enredó en mi brazo de nuevo.
— De todo lo que ha dicho solo he entendido lo de "Bellas"— mi mirada juguetona se paseó por su rostro disfrutando de su confusión.
— Dijo que disfrutásemos de la exposición— ella asintió mirando hacia el fondo de la pequeña entrada.
— Vamos, por ahí está la primera sala— Irune agarró mi muñeca tirando hasta llegar a la sala.
Ambas entramos agarradas de las manos, tan pronto como entramos nos detuvimos en el marco de la puerta para admirar la amplitud de la sala.
Un gran salón se alzaba ante nuestros ojos. Las columnas de escayola se encontraban salteadas por toda su extensión, cada una con dibujos diferentes esculpidos en ellas. Las paredes blancas hacían que la habitación se viera más luminosa, a la vez que la sensación de paz y tranquilidad inundaba toda tu existencia. Varios cuadros de colores vivos estaban parapetados entre las columnas, y con tan sólo un vistazo a su extensión ya sabía que había merecido la pena venir aquí.
— Tengo entendido que la exposición es de un artista local, ¿no?— el susurro de Irune en mi oído me sacó un asentimiento de cabeza.
Estaba completamente absorta en el espacio en el que me encontraba, y mordiendo mi labio inferior ansiosa, agarré la mano de mi hermana para adentrarnos en esa magnífica habitación.
— Al entrar en esta habitación me puedo imaginar como eran los Palacios de los Césars romanos— mis ojos se detuvieron en el primer cuadro.
Era un campo muy colorido, lleno de flores silvestres de colores que te transportaban a una ligera visión del universo en su extensión. Por cómo estaba retratado en el cuadro, parecía que ese campo nunca tenía final, y te daba la sensación de que te encontrabas allí, rodeada de toda la naturaleza.
— Vaya...— mi hermana estaba más sumida en los dibujos de las columnas— Mira Jana, la madre que me parió, esto ha debido llevar un trabajazo de la hostia.
Mi mano dio un flojo golpe al brazo de Irune, quien me miró haciendo un puchero. Negué con la cabeza como si fuera un caso perdido, y centré mi visión en la columna que ella se refería.
Una mujer desnuda y de cabellos largos estaba retratada en aquella columna. Su pelo infinito estaba lleno de flores, y podría jurar que todo a su alrededor eran flores abstractas intentando enredarse en sus cabellos para adquirir la forma perfecta, como si acopladas a ella era donde debieran estar, donde realmente pertenecían.
— Pueden ser alusiones utópicas a la mitología Romana— mis ojos bailaban por toda la extensión de la columna hasta que se movieron a la siguiente. Las sensaciones de felicidad y tranquilidad eran las que predominaban en ellas. — Supongo que trata de ocultar la verdad sádica entre los dioses, el poder les corrompió, por eso su reino de paz se cayó a pedazos.
Los ojos de Irune se encontraban fijos en mi rostro.
— Me encanta cuando te pones en plan friki— una sonrisa asomó en sus labios y volvió a dirigir su vista a las columnas— ¿Quién crees que es?
Mis ojos volvieron a la mujer retratada en las columnas.
— Creo que Diana, esa es la diosa de la caza— giré mi cabeza un poco estudiando mejor la imagen— Supongo que lo ideal para ella hubiera sido vivir libre en los campos y bosques, sin estar bajo las órdenes de un tirano como Júpiter.
— ¿Júpiter? ¿Eso no es un planeta?— una sonrisa asomó en mis labios.
— Si bueno, en la mitología Romana algunos dioses tienen nombres de planetas. Júpiter era el dios de dioses— ella elevó sus cejas y asintió.
— Todo líder acaba siendo un tirano— Irune miró hacia un costado y tiró de mí para seguir viendo la exposición.— Mira, esa tiene que ser Venus.
Mis ojos chocaron con el cuadro. Un rojo pasional bañaba toda la extensión del lienzo y se podían apreciar siluetas de cuerpos entrelazados, y dependiendo de la perspectiva con la que lo miraras podías ver a un par de mujeres, hombres o hombre y mujer, practicando sexo.
— Está diosa si que me representa— la voz de suficiencia de Irune hizo que mis mejillas se calentaran de nuevo.— Joder Jana, estás del color del cuadro— una risa brotó de su garganta haciendo que me sonrojara más.
— Por dios Irune, deja de decir esas cosas en público— miré a mi alrededor esperando que nadie de los presentes hubiera entendido a mi hermana.
Menos mal que todos parecían ensimismados con los cuadros que se extendían a su alrededor.
— Hay que normalizar estas cosas, que luego pasa lo que pasa— una sonrisa se extendió en su rostro antes de girarse para ver la primera columna— Oh Dios mío, definitivamente quiero ser Venus.—mi ceño se frunció y giré mi rostro para observar la primera columna.
Creo que mi rostro no podría enrojecerse más de lo que ya estaba, y ahogando una exclamación, parpadeé con estupor un par de veces.
El cuerpo de una mujer desnuda se encontraba en el centro de la columna, y a su alrededor, multitud de personas la daban placer. Su rostro estaba tan bien detallado que podías saber todo lo que disfrutaba con los toques y roces de cada hombre o mujer que ponía sus manos en ella.
Por un momento, cruzó por mi mente lo que se sentiría al estar en su posición. Ser yo el centro de atención y que tuviera a mi disposición a toda esa cantidad de gente para darme placer. El gusanillo de la envidia nació en mi vientre, viéndome por unos instantes en la posición de Venus, más bien, envidiando su posición.
Madre mía de mi alma.
— Jana, vuelve a la tierra y deja de imaginarte cosas sucias— el tono divertido de mi hermana me sacó de mi ensoñación momentánea.
— Yo no pensaba nada, Irune— el balbuceo que salió de mis labios la sacó una risa.
— Jana, no está mal que pienses en sexo, o que pienses en querer tenerlo— un guiño de sus ojos pardos me dio un escalofrío— Joder, yo veo la imagen y me da envidia, ¡ojalá fuera yo la que estuviera ahí!
Creo que mi rostro de horror la hizo demasiada gracia, ya que no dejó de soltar pequeñas risitas por un buen rato. Negué con mi cabeza, tratando de deshacerme de todas las imágenes de Venus que yo no tendría nunca y di un paso atrás, como si tuviera que obligarme a bajar la realidad ante mis pies sin que me aplastase.
Aunque, moverme en un sitio lleno de gente tampoco fue una gran idea. Una señora que pasaba a mi lado hizo que me tropezara con su bastón haciéndome trastrabillar con mis propios pies. Lo siguiente que noté fue chocar contra un cuerpo duro antes de caer al suelo sobre mi culo.
— Te ten...go— parpadeé un par de veces desde el suelo, sintiendo como mis mejillas se ponían coloradas de nuevo.
— Jana, ¿estás bien?— la voz preocupada de mi hermana me indicaba que no me había visto chocar con la señora.— ¿Necesitas vitaminas o algo?— mis ojos dieron con los de ella negando con la cabeza.
Un suspiro salió de su boca a la vez que una mano se tendía delante de mis narices.
— Lo siento, ¿te encuentras bien?— la voz ronca de un chico hizo que subiera mi vista hacia él.
Mi ceño se frunció al sentirme abrumada por su amabilidad. Normalmente los extraños no solían preocuparse por mi cuando me pasaba algo, comprobado lo tenía en el club de campo de mi madre, o con la misma señora que me había hecho tropezar con su bastón, la cual, no sabía donde estaba ahora.
Mis ojos estudiaron su rostro, percatándose de que el chico no era de aquí, ni si quiera debía tener descendencia europea, pero su acento inglés-americano me abrió la posibilidad de asignarle una nacionalidad.
Sus ojos rasgados me aseguraban de que procedía de algún país asiático, y su tabique hundido me pareció que cuadraba a la perfección con la forma de su rostro. Una sonrisa algo forzada asomó en unos labios carnosos, y creo que fue en ese momento donde deseé poder tocarlos con mis dedos.
¿Qué acababa de decir?
Negué con la cabeza abandonando esa estúpida sugerencia de mi mente cuando él, algo cortado por la situación, retiró su mano lentamente, la cual había mantenido extendida hacia mí.
— Jana...— la voz confusa de mi hermana por mi actuar me trajo de vuelta al mundo real.
Abrí mis ojos como platos, y el sentimiento de culpa comenzó a invadirme por completo. Por quedarme como una idiota mirándole fijamente le había hecho un desprecio cuando él solo intentaba ser amable.
— Lo siento, lo siento, lo siento— las palabras corrían por mi boca tratando de hacerlas llegar a su destinatario.
Me levanté lo más dignamente que pude del suelo, y clavé mis ojos en su expresión sorprendida.
Volví a disculparme.
— Perdón, no pretendía hacerte sentir mal, lo siento si mi actitud de ahora te ha molestado— mi hermana sonrió divertida ante la situación embarazosa en la que me había metido yo solita.
Ella ya estaba acostumbrada a que me disculpara por todo, y era normal, prácticamente toda mi vida había tenido que disculparme solo por el mero hecho de existir.
— Y ya vuelve a ser la Jana de siempre— el murmullo de mi hermana hizo que la dedicara una mirada entrecerrada, a lo que ella solo rió.
Mis ojos volvieron a posarse sobre el chico asiático. Creo que él se encontraba algo extasiado por mis intensas disculpas hacia su persona, pero bueno, era yo la que había chocado con él, aunque no intencionadamente.
— Ammm...— el intento de una frase trató de salir de su boca, creo que intentaba asimilar la situación.
— Dios, perdón otra vez, creo que te he abrumado— mi hermana rió de forma baja y me dio un codazo leve en las costillas.
— Jana, o le hablas en inglés o dudo que te entienda— abrí mis ojos como platos de nuevo y volví a disculparme.
Esta vez en el idioma correcto.
— Lo siento mucho, de veras— él chico sonrió tímido y yo creo que era el momento de comenzar a cavar mi propia tumba.
— No hace falta que te disculpes tanto, está bien, si tú estás bien, todo está bien— el chico frunció su ceño cuando dijo la frase.
Parecía que se estaba recriminando algo.
— Dios, bueno, perdona otra vez— creo que había pedido más veces disculpas en este minuto que en el transcurso de mi vida.
Él chico volvió a sonreír y cuando iba a hablar otro chico apareció tras de él, hablándole en un idioma que no era capaz de ubicar.
No era ni chino ni japonés, así que todavía no podía determinar de donde era, aunque su inglés parece nativo.
— Jana, deja de comértelo con los ojos— el susurro de mi hermana en mi oído hizo que saltara en mi sitio.
— No me lo estoy comiendo con los ojos, por favor Irune— ella sonrió divertida y miró de reojo al chico que parecía estar concentrado en lo que hablábamos nosotras más que a su conversación propia.
— Bueno, puede que tu no, pero él creo que si— yo agrandé mis ojos de nuevo y creo que volví a ponerme roja— Te voy a llamar tomatito a partir de ahora, no haces más que ponerte roja en cuanto menciono algo con el sexo opuesto.
— Eso es porque eres muy directa— ella sonrió, la situación la estaba encantando— Además, me pongo roja porque me abochorna la situación.
— Ya, ya, si eso es lo que te quieres hacer creer, no voy a ser yo quien te lo niegue— la escruté con la mirada antes de volver a posar mi vista sobre ambos chicos.
Creo que habían hablado sobre nosotras, porque el otro chico que había llegado tras el moreno nos echó un vistazo de reojo antes de sonreírnos amable.
— Bueno, espero que disfrutéis de la exposición— mi voz estaba algo temblorosa, pero creo que fui lo suficientemente convincente— Lo siento otra vez, adiós.
Tiré de la mano de mi hermana, quien se despidió con un gesto de mano y una sonrisa divertida por mi reacción.
El calor cubría mis mejillas, y en menos de un minuto ya nos encontrábamos en la punta opuesta del lugar donde se encontraba el chico asiático.
— Vaya, no sabía que eras tan intensa hermanita— una risita escapó de su garganta, y yo solo ahogué un grito exasperado— Tampoco era necesario que me trajeras hasta aquí para dejarme entender cómo te encuentras ahora.
Fruncí mi ceño y miré hacia a Irune, sin entender nada de lo que decía. Ella sonrió y solo señaló hacia el cuadro donde nos habíamos detenido.
Mis ojos dieron con un azul intenso, en movimiento y algo revolucionado. El blanco de la espuma contrastaba a la perfección con el revoltijo de agua que se ensalzaba a su alrededor. Miré hacia la columna para encontrarme a un hombre desnudo recostado sobre lo que parecía ser un manto de agua. Oh mi dios, era Neptuno, el dios del agua.
El agua moja.
— ¡Irune!— mi queja ahogó su risa escandalosa.
Esto me lo iba a recordar de por vida.
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Holoooooooooooo,
*Achicharrar: quemar/se
Bueno, ¿qué os ha parecido esta primera toma de contacto? A mi se me ha tornado algo divertida😂😂😂 Espero que hayáis entendido la referencia final, eso del agua moja, porque si lo explico yo va a perder toda su gracia.
Por cierto, ¿qué os pareció Dynamite? La verdad, es una gran canción y honestamente, no puedo evitar bailar cada vez que la escucho, la tengo pegada en la cabeza 24/7.
pd: ¿qué os pareció el concepto de los chicos? Dejadme a vuestro look favorito en comentarios ;)
Antes de que se me olvide y despedirme, os quiero dar las gracias por esas más de 600 leídas. En serio, muchísimas gracias de corazón, nunca esperé que esta historia, siendo un tema completamente diferente, fuera a tener tanta acogida como lo tuvo Nightmare. MUCHAS GRACIAS CHIKIS;)
Nos vemos la semana que viene chickis;)
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