Capítulo 7

Disculpen por tardar tanto en actualizar aquí, pero a cambio, les traigo un pequeño momento (🔥) para aquellos que lo disfrutan 7u7; y los que no, ya saben, brínquense esa parte y continúen con su lectura. 

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POV. Normal

Astrid sentía una calidez increíble en todo el cuerpo. Por las mañanas siempre tenía frío, demasiado, pero hoy era diferente al tener una fuente de calor extra. Al alzar la mirada, se encontró con una hermosa imagen; el rostro de su esposo durmiente, quién roncaba ligeramente mientras se mantenía abrazado a ella.

No era de extrañar que ella despertaría primero, pero sabía que Hipo no lo haría pronto por todo el cansancio acumulado que cargaba gracias al arduo trabajo que realizó los días previos a la boda.

Así que, como quería que su castaño descansara todo lo que quisiera, se acomodó de tal forma que ella estuviera con la espalda recargada contra la cabecera de la cama mientras que la cabeza de Hipo quedara sobre su pecho. Con ello, tuvo mejor accesibilidad para hacerle mimos en el cabello mientras lo abrazaba con las piernas.

Besó su frente con cuidado para no despertarlo y sin ser consciente de sus acciones, se perdió en sus pensamientos. Revivió cada uno de los momentos más importantes en su vida y sonrió por inercia, sin embargo, no pudo evitar invadirse de nostalgia al volver a escuchar una charla que tuvo alguna vez con Estoico.

≈Flashback≈

POV. Normal

Un año atrás, las carreras de dragones eran una cosa fenomenal en el viejo Berk y, al actual jefe, le encantaban. Estoico jamás se perdía una carrera, sobre todo porque ese tiempo era del poco que podía compartir ahora con su hijo.

Eso lo sabía de sobra la menor de los Hofferson; Hipo y su padre siempre estaban sumamente ocupados y apenas tenían momentos libres para conversar. Pero lo que sí notaba es que, en esos ratos libres, el pelirrojo trataba por todos los medios de instruir al rebelde castaño a que dejara un poco las nubes para que tomara algunas riendas en la aldea y fuera más fácil tomar el cargo de jefe.

Por ello, no fue raro que mientras se dirigía a una nueva carrera, observara cerca del risco a Hipo y a Estoico tener una "discusión" antes de que el menor decidiera montar a Chimuelo para irse de ahí.

Al ver lo frustrado que se había quedado el jefe, Astrid decidió acercarse en compañía de Tormenta.

- ¿Pelea familiar? -le preguntó con calma.

- ¿Cómo es que aguantas a mi hijo? es algo que nunca sabré o entenderé- respondió el hombre dándose la vuelta para encararla- a veces me saca de mis casillas y no puedo hablar con él; pareciera como si habláramos diferente idioma.

-No se preocupe por Hipo. Solo necesita salir a volar para desahogarse un rato; pero cuando regrese, le aseguro que podrá hablar con él sin problemas- reconfortó con una sonrisa mientras se le acercaba- solo es necesario entender que hace las cosas con más libertad y tranquilidad que nosotros.

-Sabes Astrid, serás una buena jefa; la que Berk necesita. Solo mírate, tienes todas las cualidades de un líder: fuerza, honestidad, disciplina, paciencia...

-No estoy muy segura acerca de la última. Además, soy una guerrera, no una líder.

Con tal oración, Estoico estalló en risa, además de cargar a Astrid para poder abrazarla.

-No estaba bromeando- reveló nerviosa.

-Lo sé, lo sé. Es solo que, te haré una confesión... Valka y yo siempre habíamos soñado con tener una hija propia. Y hoy, veo en ti el espíritu guerrero que velará por todo Berk, y sobre todo, de nuestro hijo. Contigo todo estará bien, además que, puedo decirte que finalmente tenemos a esa hija que tanto deseábamos.

Al escuchar aquellas bonitas palabras, la rubia sonrió agradecida, además de abrazarlo con fuerza, Estoico confiaba en ella plenamente y, no iba a fallarle.

-Será un honor llevar el apellido Haddock, no voy a decepcionarlo Estoico- prometió con firmeza.

-Sé que no lo harás, eres la mujer indicada en todos los sentidos y más para un cabeza hueca como Hipo- bromeó riendo con fuerza, lo que la contagió.

-Vamos a la carrera de dragones a ver si se aparece ahí, si no, voy a buscarlo al terminar para asegurarme de que no se meterá en problemas- aseguró mientras caminaban hacia el lugar donde se llevaría a cabo la competencia.

-Te lo agradezco, tú lidia con él y yo los espero aquí.

-Claro, no hay problema.

- ¿Y cómo lo encontrarás? siempre se esconde bien- preguntó con curiosidad.

-Eso mismo me dice él- dijo risueña- lo conozco bastante bien, más de lo que imagina, por lo que no es difícil deducir los lugares a donde va cuando se quiere despejar de todo.

≈Fin del flashback≈

Las vueltas de la vida a veces son bastante inesperadas y duras, pensó la rubia, pues tras esa charla, había ido a buscar a Hipo, quién le informó su miedo sobre querer ser el jefe de la aldea, ya que eso no era lo suyo. Y pese a que trató de hacerle ver cuál era su lugar, Haddock no se sintió con la suficiente fuerza para enfrentar el problema de inmediato.

Y, el resto del día se complicó aún más debido a la llegada de cazadores de dragones, Drago Manodura, la aparición de Valka, la batalla de los Escupe hielo y, concluyendo con la inesperada y dolorosa muerte de Estoico por salvar a su hijo. Así que, aquella plática sobre el destino de Berk jamás llegó; el chico asumió inmediatamente el rol de jefe.

Vaya que fue un cambio radical toda esa situación y, no pudo evitar sentirse rara. Hubiera dado lo que fuera porque Estoico los pudiera haber acompañado el día anterior; a su boda.

Al bajar de nuevo la mirada a su dormido castaño, quién cómodamente descansaba en su pecho, sonrió de mejor ánimo.

-No voy a fallarle Estoico, se lo prometo; Hipo estará a salvo conmigo...-susurró al aire, esperando que el pelirrojo pudiera escucharla.

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Un par de minutos después, el castaño empezó a removerse hasta que, con bastante pereza abrió los ojos.

-Buenos días Babe- saludó ella dándole un beso en la frente.

-Buen día Mi lady...- devolvió con la voz ronca y una sonrisa adormilada- ¿cómo estás?

-Bien, bastante bien ¿y tú?

-De maravilla, ayer fue el mejor día de mi vida- confesó mientras se enderezaba para quedar encima de su esposa sin llegar a aplastarla.

-El mío también fue el mejor de mi existencia- aseguró antes de que fuera callada por sus labios.

- ¿En qué andabas pensando? -preguntó entre el beso.

-Nada, no pensaba en nada- atinó a decir antes de rotar posiciones.

-Te conozco bien ¿qué pasa? -preguntó separándose del beso para verla a los ojos.

-Solo hice un viaje al pasado mientras dormías; traje muchos de mis recuerdos... y supongo que me puse sentimental, es todo- reveló con una sonrisa de lado al ver lo mucho que la conocía.

- ¿Algo de lo que deba preocuparme? -preguntó con el ceño fruncido.

(🔥) -No Hipo, todo bien, te lo prometo- susurró sobre sus labios antes de besarlo con fuerza mientras movía las caderas lentamente, lo que ocasionó un gruñido por parte de este.

-As, ¿estás segura de hacerlo? yo encantado, pero no quiero que te lastimes, además qué...- intentó decir, pero fue interrumpido.

-Shh, tú solo calla y disfruta- susurró con coquetería antes de tomar su miembro para introducirlo en ella.

El dormir desnudos tenía sus ventajas; pensaron ambos con picardía.

Las estocadas se sincronizaron casi de inmediato y dado a que Astrid estaba arriba, Hipo pudo disfrutar del roce de las caderas de su esposa, además de jugar con sus pechos, mientras ella le plantaba besos en el cuello y detrás de la oreja.

Y, para cuando él le empezó a acariciar sin nada de inocencia los glúteos, aumentó el ritmo de los movimientos.

Del placer que la estaba inundando, ni cuenta se dio cuando el castaño volvió a girar para marcar el ritmo, pero Astrid no se quejó, puesto que él comenzó a ir tan rápido que el placer la embriagó, tanto que, se escaparon unos cuantos gemidos de su boca, los cuales encantaron al chico.

Quién, para darle más placer a la rubia, optó por jugar con la lengua en la zona de sus pechos mientras sus manos curiosas recorrían todo su hermoso cuerpo. Y al conseguir que esta arqueara la espalda, se sentó y la tomó de la cintura para enderezarla sin separarse; con el fin de que se sentara sobre él.

Astrid enredó las piernas en su cadera mientras continuaban moviéndose y para cuando tocó las zonas sensibles de su cuerpo, este comenzó a gemir al igual que ella lo estaba haciendo. Se afianzó a su cuello mientras Hipo lo hacía a su cintura al momento de llegar al clímax casi al mismo tiempo.

Para cuando el placer los inundó, cayeron agotados.

El castaño salió de ella, e inmediatamente la abrazó con amor, además de unir su frente a la suya cariñosamente (🔥).

-Te amo con toda el alma ¿lo sabías? -dijo ella con una sonrisa.

-Lo sé, y yo te amo infinitamente, eres mi todo- devolvió a la vez que ocultaba el rostro en su cuello.

-No vamos a salir de casa en todo el día ¿verdad?

-En lo absoluto, tenemos este día para los 2, me aseguré de eso.

-Entonces ¿te gustaría tomar un baño juntos? -preguntó con ilusión.

-Pensé que nunca me lo pedirías, vamos- soltó con emoción.

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El matrimonio Haddock-Hofferson no podía creer el tiempo que tuvo que pasar para hacer el amor, pero sin duda, había valido la pena cada segundo de espera, pues hacerlo era sin duda tocar el cielo.

Sí, mientras tomaban su baño, habían vuelto a unirse en uno, pero nadie podía culparlos, después de todo, eran unos recién casados que se amaban con locura.

Al salir de la ducha, se colocaron ropa cómoda, sin armaduras ni cosas de metal. Astrid por su parte, se puso un camisón que le llegaba a la altura de las rodillas e Hipo un pantalón y camisa floja.

Cuando la rubia comenzó a secar su cabello sentada en la cama, el castaño se colocó detrás de ella para besarla en su hombro descubierto.

-Me siento feliz al poder estar así contigo- confesó abrazándola por la cintura.

-Y a mí, creo que ya necesitábamos sentir esta clase de intimidad; la añoraba- aceptó igualmente mientras cepillaba su cabello.

-Ya sé, desde que dejamos la orilla del dragón no podíamos ni siquiera dormir un ratito juntos.

-Pero ahora, hasta podremos desaparecernos por días y nadie dirá nada- aseguró con voz pícara y viéndolo por el rabillo del ojo.

-Estoy de acuerdo, nada más espero que no nos escuchen, sería bastante bochornoso- comentó con gracia, haciendo que Astrid estallara en risa.

-Habrá que rezarles a los dioses entonces.

-Supongo... oye- comentó con más timidez ahora.

-Dime.

-Yo me preguntaba si... ay no, olvídalo- cortó con una risa nerviosa.

- ¿Qué pasa? no me vengas con que te da pena, sabes que puedes decirme lo que sea, soy tu esposa- aseguró mirándolo a los ojos.

-Lo sé... amm, es que yo me preguntaba si... podía peinar tu cabello.

-Claro, ten el cepillo- concedió con una sonrisa después de unos segundos, pues la acción que le había pedido era bastante íntima para una mujer, y no creyó que se la pediría tan pronto, pero, de cualquier forma, le iba a dejar hacerlo.

Confiaba en el hombre con el que se había casado en todos los sentidos.

El castaño tomó el objeto con sumo cuidado y al estar cepillando aquellos rizos dorados, sonrió al recordar que le tenía una sorpresa a su rubia. Se relamió los labios antes de toser ligeramente para llamar su atención.

- ¿Sí? -preguntó esta con calma.

-Te tengo una sorpresa, bueno, más bien es mi regalo de la mañana.

- ¿No vas a querer dármelo delante de la aldea? no es como que yo quiera, me da pena, prefiero hacerlo en privado, pero ya sabes, las absurdas tradiciones- soltó jugando con un mechón de su cabello para ocultar su nerviosismo.

-Oh no te preocupes por eso, tengo otro regalo para seguir la tradición, solo que ese te lo daré hasta que termine nuestra luna de miel; lo acordé con Bocón y mi madre- mencionó despreocupadamente.

-De acuerdo, confío en ti- respondió en una risa nerviosa.

-Bueno, pues cierra los ojos- pidió dulcemente depositando un beso en su nuca.

Astrid sonrió enamorada antes de hacerle caso, y tras fruncir el ceño por escuchar el escándalo que estaba haciendo su esposo al buscar su obsequio, lo sintió sentarse delante de ella. Posteriormente, pudo sentir como le colocaba algo en la cabeza con dulzura y cuando ya no percibió el toque de sus manos, abrió los ojos lentamente, donde se topó inmediatamente con aquella mirada verde que tanto amaba.

-Listo, tan hermosa como siempre- halagó él acariciándole la mejilla.

- ¿Puedo verme al espejo?

-Claro que puedes.

Astrid se levantó para acercarse a su tocador y, al verse al espejo, quedó asombrada. Hipo le había hecho un nuevo kransen de color dorado con detalles de picos brillantes y con un bordado fino alrededor.

-Hipo, ¡es hermoso! ... muchas gracias- exclamó al borde de las lágrimas, puesto que él siempre le daba regalos bonitos.

-De nada- respondió con sencillez viendo lo mucho que le había gustado.

-Me toca.

-Sí, te toca- respondió por inercia con una sonrisa antes de captar sus palabras- espera ¿¡qué!?

-Que también tengo un regalo para ti, bueno dos en realidad- aseguró dirigiéndose a la única maleta que tenía con sus pertenencias por ahora en la nueva casa.

El castaño la miró con mucha curiosidad, ya que no se esperaba aquello. En la tradición vikinga el hombre era quien daba el regalo de la mañana a su esposa y esta únicamente lo aceptaba, no debía darle algo a cambio. Pero luego sonrió al recordar que ellos no eran los vikingos promedio que seguían las tradiciones como debían ser.

Cuando la rubia regresó a la cama, le pidió cerrar los ojos y estirar las manos para recibir su obsequio.

-Ya puedes mirar- informó esta con emoción.

El castaño quedó asombrado cuando lo hizo, puesto que su esposa le había entregado dos tarros de tinta de calamar, una muy difícil de conseguir por su demanda en el mercado.

-No puede ser, es... ¡es increíble!, muchas gracias Astrid. No te hubieras molestado, pero lo aprecio en verdad- sinceró sintiendo un nudo en la garganta de felicidad.

-Me alegra mucho, ahora ten esto- añadió entregándole un objeto envuelto en tela.

- ¿Qué es? -preguntó con una sonrisa mientras lo desenvolvía hasta que, de repente, quitó toda expresión al ver lo que tenía en sus manos.

Era su espada, la que estaba seguro había perdido en la última batalla en la que se vieron envueltos. No podía creer que estuviera casi intacta.

- ¿Cómo...? -intentó preguntar, pero fue interrumpido.

-Los pescadores la encontraron el día de recolecta hace 2 semanas; al parecer cayó al mar y la corriente la devolvió. Y como yo estaba supervisando la zona en ese momento, me la entregaron. Ellos no sabían exactamente que era, pero yo sí. La limpié y le quité la mayor suciedad que pudiera tener, pero el inventor eres tú; tendrás que verificar si enciende.

Hipo la abrazó enseguida por la cintura y Astrid le devolvió el gesto con gusto.

-Eres la mejor esposa que alguien pudiera desear, de verdad que sí; te amo- susurró con agradecimiento.

-No exageres- soltó con gracia- lo hago con gusto porque también te amo.

-No, enserio eres perfecta; eres perfecta para mí y me siento orgulloso de ser tu esposo. Incluso papá me lo decía todo el tiempo; era en las pocas cosas en las que estábamos de acuerdo- sinceró con una enorme sonrisa de enamorado.

Ante la mención de Estoico, Astrid trajo nuevamente el aquel viejo y nostálgico recuerdo que tuvo con el pelirrojo.

- ¿Qué es lo que decía? -preguntó pensativa.

-Bueno, a mí siempre me hizo saber que te quería en nuestra familia, le llenaba de orgullo que fuéramos novios y ni te imaginas como se puso cuando le pedí tu collar para nuestro compromiso; creo que jamás te lo dije, pero estaba eufórico- informó señalando al medallón que Astrid todavía portaba en ese instante- y siempre que hacías algo asombroso, gritaba: ¡esa es la futura esposa de mi hijo! -añadió con una sonrisa melancólica- él te amaba y, sé que se fue tranquilo al Valhalla sabiendo que no estaría solo, sabía que te tendría a ti- terminó de contar con una voz más apagada.

-Oh Hipo ¿y tú estás tranquilo con eso? ¿eso es suficiente para ti? -preguntó sutilmente acunando su rostro dulcemente.

- ¿A qué te refieres?

-Siempre que hablas de tu papá lo haces con una sonrisa, lo recuerdas con alegría y no te muestras afectado por su ausencia. Sé que hace tiempo hablamos de esto, pero conforme pasan los años, extrañamos más a los que ya no están con nosotros. Y bueno, solo hablas de él con tristeza estando conmigo... así que, solo quiero saber si estás bien.

-Lo extraño y siempre lo haré, no voy a mentirte; a ti no puedo ponerte una máscara- aceptó en un suspiro mientras restregaba la cara en las manos de su lady al aún estarlo mimando- pero, trato de aplicar lo que tú me enseñaste alguna vez: es mejor atesorar y agradecer a los dioses por el tiempo que estuvo conmigo, a lamentar los años que ya no tendremos... aunque no voy a engañarte, me arrepiento de no haber tomado esa última charla sobre ser jefe con él, porque bueno, fue el final; tú me entiendes.

-Lo sé, estuve ahí- reveló de repente.

- ¿Cómo? cuando me fuiste a buscar esa vez, me preguntaste la razón por la que escapé, se supone que no sabías- comentó mirándola con asombro.

-Eso fue cierto. Sabía que te habías escapado porque te vi y también a Estoico, pero no escuché nada- aclaró el malentendido- solo que después de que te fueras, me acerqué a hablar con él.

-Seguramente estaba frustrado y decepcionado de mi comportamiento- sinceró con vergüenza.

-No, él estaba orgulloso de ti pese a que a veces eres un cabeza hueca- le comentó con humor, provocando una pequeña risa de su parte.

-Supongo que te decía la verdad, ¿y qué más te dijo? -preguntó con una tenue sonrisa.

-Amm, me da pena decirlo- sinceró ligeramente ruborizada intentando ocultar su rostro detrás de su cabello.

- ¡Ay Thor! no me digas que te contó una historia de mi niñez, si es eso ¡no quiero saber! -aseguró cubriéndose el rostro por pensar que su padre le había hecho quedar en vergüenza con su lady.

-Nada de eso Hipo- aseguró risueña tomándolo de las manos- solo me halagó diciendo que sería buena jefa porque sabía lidiar con todo, inclusive contigo. Eso era lo que estaba recordando en la mañana cuando estabas dormido, esa charla, junto a una promesa que le hice.

- ¿Cuál? -preguntó con curiosidad.

-Cuidar de ti, bueno, en realidad esa promesa ya se la había hecho años atrás- aseguró mientras se sentaba a horcajadas sobre él.

- ¿Desde cuándo?

-Haces muchas preguntas Babe- musitó antes de darle un beso candente que él le correspondió- además, nos desviamos del tema original. Solo quiero saber si estás bien.

-Lo extraño mucho, pero estoy bien con todo lo que me enseñó, además, te tengo a ti Mi lady. Y sé que papá amó la boda, estoy seguro de que hizo una fiesta enorme- contó con mejor humor.

-Estoy de acuerdo- secundó abrazándolo con cariño- no dejó dormir a nadie en el Valhalla.

-Seguramente, espero que no lo expulsen- bromeó antes de volver a besarla.

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Para el desayuno bajaron a la cocina, donde Hipo se lució con una comida que encantó a la chica. Sin duda había experimentado la gloria con tremendo manjar, pensó esta.

Y hablando de comida, tenía que aprender a cocinar adecuadamente, porque sabía que él no siempre podría hacerlo, además que, ella también quería aportar cosas al hogar. Pero, mientras aprendía a cocinar, quizá recompensaría a su marido con un rico masaje en la espalda cada noche.

Se acomodó el cabello en un chongo mientras aquella idea cruzaba su cabeza y al enfocar al chico, descubrió que este la miraba fijamente.

- ¿Sí?

El castaño al verse atrapado, desvió la mirada. Desde que habían hecho el amor, tenía una enorme duda, pero no había querido comentársela a Astrid por temor a que ella se avergonzara.

No es que no lo hubiera disfrutado, al contrario, su lady sabía moverse espectacularmente y sentir su piel contra la suya había sido mágico. Pero por lo mismo que sus hábiles manos de herrero habían recorrido cada parte de su cuerpo, había descubierto algo que le llenó de curiosidad.

-Tierra llamando a Hipo- habló la rubia tocándole la mejilla.

-Ah ¿qué? ¿dijiste algo? -preguntó desconcertado.

- ¿Qué si estás bien? estabas pensativo.

-Lo estoy, es solo que tengo una duda, pero no te preocupes, luego se irá.

-Anda dime, te conozco. La curiosidad siempre te gana ¿sobre qué tienes duda?

-Sobre ti- soltó de golpe, causando que Astrid se espantara- ¡no! ¡no me refiero a algo malo! eres asombrosa, es solo que...

- ¿¡Qué!? -preguntó sintiendo un tic en el ojo al no saber que quería decirle.

-Es que, ayer que estábamos haciendo el amor... te sentí una cicatriz inusualmente grande que me preocupó y que a la vez me intrigó saber cómo te la hiciste. Nunca la había sentido, quizá porque cuando más jóvenes estábamos llenos de temor por dentro al pensar que nos descubrirían, pero ahora es diferente- explicó rascándose la nuca con nerviosismo- no te quiero incomodar, yo amo tu cuerpo, te amo a ti, solo es curiosidad.

- ¿Dices una cicatriz de la espalda? -comentó y al recibir un asentimiento, se levantó para quitarse el camisón y darle la espalda- ¿te refieres a esta?

-Sí, esa- aseguró acercándose a ella para tocar con delicadeza la cicatriz.

-Me la hice a los 12 años me parece, en un entrenamiento de papá. A esa edad todavía no adquiría mi fuerza de guerrera y, bueno, cometí el error de bajar la guardia. Recibí un ataque directo que me llevó a estamparme contra la pared y posteriormente con la acera. El problema fue que caí cerca de unos trozos de metal... uno de ellos me cortó y dejó esta marca; no tienes de que preocuparte.

-Ay Mi lady, el problema es que lo hago, siempre me preocuparé por ti; eres mi hogar- sinceró abrazándola- no quiero que te lastimes ni que te pase nada.

-Sé que quieres cuidarme Babe, lo sé... prometo no hacer locuras, aunque seguiré entrenando- dijo haciendo la cabeza hacia atrás para robarle un beso.

-Lo sé, no pretendo que cambies tu espíritu guerrero, no quiero eso, solo que tengas cuidado de no infartar a tu querido esposo.

-Lo que el jefe me diga- comentó coqueta dándole otro beso.

-Y gracias por contarme lo que pasó, lo aprecio en verdad.

-No hay problema, lo que necesites saber- dijo vistiéndose nuevamente- ¿qué vamos a hacer ahora?

-Juguemos un juego.

- ¿De qué tipo?

-Uno interesante- dijo con tono pícaro.

-Acepto el reto- devolvió en el mismo tono.

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La luna de miel iba de maravilla, Hipo y Astrid estaban disfrutando al máximo de su privacidad. Al acabar con el desayuno, regresaron a la cama para tener una plática tranquila mientras bebían hidromiel, ya que la idea de Hipo sobre "jugar", se podría llevar a cabo solo sí él estaba ligeramente ebrio.

-Recuérdame porque tienes que estar ebrio para jugar- mencionó la rubia mientras llenaba los tarros nuevamente de aquella bebida que tanto disfrutaban los vikingos.

-Porque si no, no tendría valor para sugerírtela- dijo él antes de tomarse el hidromiel de golpe.

Astrid rio ante eso, pero dejaría que su esposo llevara a cabo su idea a como quisiera. Pasando 30 minutos, Hipo ya veía dragones de colores volar a su alrededor, así que, estaba listo para jugar.

-A ver, ahora sí estoy lo suficientemente ebrio para jugar- comenzó a decir alargando las palabras, pues el hidromiel había hecho efecto.

-Te escucho- secundó la rubia, quién no estaba tan ebria como él, pero sí se encontraba mareada y risueña.

-Mira preciosa, llevo pensando esto bastante tiempo. Y, lamento ser tan tímido para no poder hacerlo sin ayuda del alcohol, pero es por temor a que me veas raro, golpe bajo para el Hipo sobrio- narró mientras se levantaba con dificultad de la cama para encender unas velas.

-Ay, pero eso no me importa, yo te amo.

-De cualquier forma, hay que divertirnos ahora antes de que los dragones volando a mi alrededor se vayan- pidió llegando a tropiezos a la cama de nuevo- mira ¿recuerdas cuando dijiste que siendo esposos íbamos a hacer cosas de otro nivel?

-Sí, claro que me acuerdo... ¿acaso tu juego es uno perverso? -preguntó risueña abrazándolo por el cuello antes de besarlo en la nariz.

-Quizá- le susurró al oído con la voz ronca antes de tomarla por los glúteos y pegarla más a él.

-Hipo Haddock, estoy sorprendida- aseguró comenzando a besarle el cuello provocativamente.

-Astrid Haddock, no tienes ni una idea de lo que soy capaz de hacer por ti, me tienes vuelto loco- sinceró con las pupilas dilatadas antes de besarla de una manera que la dejó sin aliento.

Tanto que, cuando él la hizo rodar en la cama, ni siquiera lo sintió.

-Pues aquí estoy para ti- musitó con una sonrisa antes de ser callada por otro beso. Ante eso, ella optó por tocarle la espalda llena de pequitas con deseo.

Cabe decir que aquel juego perverso reforzó la confianza de la pareja en el tema del contacto sexual, tanto que, estaban seguros que esa sería la única vez en la que ambos necesitarían de los efectos del alcohol para hacer el amor cumpliendo sus fantasías sexuales, porque ahora tenían claro que eran lo suficiente para darle placer al otro; no había miedo, solo amor y deseo absoluto.

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Dos semanas después...

Los jefes de Berk se encontraban en el gran salón revisando todos los pendientes que tenían para la semana, cada uno sentado en su silla de gobernante.

El castaño sonrió orgulloso al ver lo cómoda que estaba su esposa en su propia silla de jefa, puesto que eso no era común. Normalmente solía haber únicamente silla para el hombre, no la mujer. Pero al parecer el menor del linaje Haddock quería romper todas las reglas establecidas.

Aquella silla había sido su segundo regalo de la mañana para Astrid, quién se había sonrojado por completo cuando le enseñó su obsequio, pues se lo entregó delante de todos mientras estaban disfrutando del desayuno, pero ella lo aceptó con gusto y con una sonrisa. Y, para sorpresa del matrimonio Haddock-Hofferson, esta vez nadie de la aldea hizo comentarios negativos al respecto, lo que los llevó a la conclusión de que ahora todos podían ver que la chica se merecía aquel detalle.

La luna de miel duró toda una semana y recién habían retomado su rutina, pero de vez en cuando se escapaban para tomar un descanso o, por las tardes, al regresar a su hogar, intercambiaban caricias qué terminaban con ellos en la cama haciendo el amor hasta el amanecer.

-Oye Hipo...- habló distraídamente la chica, después de estar un rato en silencio leyendo las peticiones de la aldea.

-Dime Astrid- devolvió este en el mismo modo.

-Siempre respeté a tu papá, pero dioses, sí que llevaba mucha responsabilidad sobre los hombros- aseguró masajeándose el cuello a la vez que se levantaba para estirar las piernas y tomar algo de agua- no sé cómo no se volvió loco.

-Ni yo, supongo que mi abuelo lo instruyó bien- comentó pensativamente soltando un cansado suspiro-no sé, ambos tenían carácter más fuerte, yo qué sé, pero ahora desearía saber el secreto- agregó con un toque de humor.

-Tú y yo tenemos nuestro secreto- dijo con una sonrisa.

-Sí, lo sé- devolvió mirándola como el enamorado que era.

Ella le miró con el mismo sentimiento y antes de que pudieran acercarse lo suficiente para unirse en un beso, tocaron a la puerta.

Astrid sacudió la cabeza antes de tomar asiento e Hipo tosió ligeramente para encontrar su voz.

-Adelante.

-Disculpen jefes- habló un hombre encargado del cultivo- Patapez Ingerman me encargó que les diera este correo.

-Gracias por traerlo, pero ¿dónde se supone que está Patapez? ya que ese es su trabajo, no el tuyo- interrogó la rubia con el ceño fruncido mientras su esposo tomaba la carta sin oponerse a lo que ella decía, pues era verdad.

Le habían encomendado esa tarea a Patapez porque confiaban en él.

-Uhm, no lo sé jefa, se fue corriendo- admitió el hombre con cierto nerviosismo al ver el rostro interrogante de la jefa y general de Berk.

-Gracias, después hablaremos con él- despidió el castaño con amabilidad, a lo que el agricultor se despidió.

-Voy a matar a Patapez, te lo juro- prometió Astrid una vez estando solos.

-Vamos, no lo hagas, es nuestro amigo- intentó defender Hipo con una sonrisa, pues sabía que no hablaba enserio.

-Tú eres demasiado blando, lo perdonas fácilmente, pero no te preocupes, yo le daré una muerte rápida- aseguró sacando una de sus dagas para jugar con ella.

-As...-regañó sutilmente, pero manteniendo su sonrisa.

-Bueno, solo lo voy a asustar por desatender su trabajo- informó rodando los ojos- seguramente está vuelto loco por lo de pedirle a Brutilda que se comprometan.

- ¿Tan pronto? -preguntó asombrado.

-Hipo, el tiempo avanza- dijo con una sonrisa- ya es momento para que ellos inicien su vida en pareja.

-Supongo que sí, solo no seas tan dura con él, recuerda como estaba yo de nervioso cuando nos comprometimos- pidió risueño, pese a que ella bufó por lo bajo- mejor leo la carta ¿te parece?

-Por favor, porque puedo cambiar de opinión.

-Es de Mala y Dagur- mencionó con sorpresa, puesto que, tras la boda de los reyes de los Defensores del Ala, se frecuentaron esporádicamente, pero procuraban intercambiar cartas de vez en cuando, al igual que con Heather. No obstante, tenían 3 años que no se veían en persona, menos ahora que no tenían dragones, pues los viajes eran más extensos.

- ¿Les pasó algo? -preguntó con preocupación acercándose a él.

-No, están bien, solo que me están convocando para una junta de jefes. Al parecer muchas islas cambiaron de líderes y quieren reajustar los tratados de paz y las alianzas, ya sabes, lo normal.

- ¿Cuándo debes viajar? -preguntó con tristeza por pensar que ya tan pronto se alejaría de su lado.

-En un mes- informó antes de mirarla con una sonrisa- no te pongas triste Mi lady, que tú vienes conmigo, ya te lo había dicho; además, ellos quieren verte, mira.

Dicho eso, le entregó la carta.

La rubia la leyó y sonrió divertida al ver el párrafo que la incluía: "esperamos contar con su asistencia jefe Hipo Haddock, así como la de su esposa Astrid Haddock, felicidades por su unión; su buen amigo Dagur brindará toda la noche en su honor".

-Muy bien, pues ya que Dagur se embriagará por nosotros, no le haremos la maldad de no ir a su hogar- comentó con diversión.

-Claro que no, no puedo hacerle eso a mi hermano- secundó en el mismo tono.

-Pero primero, a matar a Patapez- aseguró encaminándose a la salida del gran salón.

- ¡Preciosa! ¡La violencia no siempre es la respuesta! -exclamó corriendo a tropiezos detrás de ella para detenerla.

- ¡Guapo, ya lo deberías saber! ¡No es violencia, es comunicación!

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1 mes después...

Hipo había adquirido un nuevo pasatiempo; el ver a su esposa arreglándose. Era tan hermosa y amaba ser el único hombre que podía verla de aquella manera.

Astrid había decidido cambiar de vestimenta, puesto que, ahora que era jefa, sentía que debía verse diferente. Por ello, se deshizo de sus hombreras de metal, cambió su blusa a una de color azul cielo de manga ¾ con detalles cafés y beige, su kransen, al nuevo que le había regalado el castaño y, sobre todo, el peinado, optó por hacerse dos trenzas hacia atrás, dejando su fleco a los costados; el resto de su estilo permaneció intacto.

Y como accesorio extra, estaba su capa blanca de piel. La hizo mucho más corta para que no le resultara incómoda de llevar y sin duda le gustaba usarla; más si era una ocasión especial como aquella; el viaje a la isla de los Defensores del Ala había llegado.

- ¿Listo? -le preguntó ella al verlo embobado observándola.

-Ehh sí, solo me falta mi capa- dijo este saliendo de su ensoñación.

-Yo te la pongo- aseguró tomando la prenda y ajustándosela con cariño, aprovechando que él se acomodaba el cinturón que todo jefe de Berk portaba, pues este tenía el símbolo de la isla.

Cabe decir que el castaño también había modificado un poco su vestimenta. Ahora portaba una armadura más cómoda que no tenía tanto metal como lazos con hebillas, era más como un chaleco de piel con un diseño sencillo del bordado; pero lo demás permaneció igual.

-Muchas gracias- le susurró cerca de sus labios.

-De nada- respondió dándole un beso de piquito.

-Pues vámonos- soltó volviendo a besarla, impidiéndole moverse de su lugar.

-Pues suéltame... anda, déjame ir y en el barco nos divertimos- agregó coqueta.

-Esa oferta me gusta mucho.

Dicho eso, la pareja se tomó de la mano, además de sonreírse con complicidad para encaminarse a la costa, donde tomarían el navío que los llevaría a la isla de los Defensores del Ala. Aquel viaje era por trabajo, pero aprovecharían el tiempo para descansar un poco, divertirse juntos y reencontrarse con viejos amigos.

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Prometo esta vez traer otra actualización antes de que finalice el año, lo prometo xd. 

A ver, las primeras 3 personitas que me digan de donde es la referencia del "flashback" de Astrid y Estoico se gana un SPOILER. Los diálogos están un poco cambiados, pero la idea permanece; suerte UwU, veré quién es un verdadero fan de HTTYD <3. Y si nadie ve la referencia, pues ni modo jaja. 

Nos vemos pronto ;) 

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