Capítulo 3
Solo diré que me gustó el resultado, pues hablo de algunos puntos que en la película no profundizaron por falta de tiempo xd, disfruten.
.
POV. Normal
Pasaron 2 días más en los que Hipo preparó su discurso de propuesta de matrimonio y decir que estaba nervioso era poco. El terror había invadido todo su cuerpo al grado que no fue capaz de probar bocado por la mañana.
Pero ya tenía todo preparado. Se había asegurado de tener la tarde libre y, sobre todo, de tener un lugar para conversar en privado con su lady; únicamente era cuestión de llevarla y hacerle la gran pregunta. Nada tan complicado; quiso pensar.
- ¡Hipo!
- ¿¡Qué!? -preguntó el mencionado extrañado despertando de una ensoñación que no recordaba haber empezado a tener.
-Te llamé más de 5 veces y no me hacías caso ¿estás bien? -preguntó Valka con preocupación.
-Perdona mamá, es que sigo estresado y no logro concentrarme- sinceró rascándose la nuca.
-Se te nota, andas muy distante y perdido en tus pensamientos y, de hecho, comienzas a levantar sospechas.
- ¿A qué te refieres? -preguntó con una ceja alzada.
-Astrid te nota raro y me preguntó si sabía algo, pues tú le evades el tema.
-Lo siento, es que no sé mentir. Si le digo que estoy así para darle una sorpresa, yo solito me voy a estropear el plan- sinceró apenado, ya que su intención no era que su prometida se preocupara por él más de la cuenta.
-Pues más te vale decirle ya, porqué estás complicando la situación- le aconsejó tomándolo por los hombros.
-Lo sé, lo sé. De hecho, hoy se lo voy a decir- susurró por lo bajo con temor a que Astrid le escuchara, aunque en realidad ni siquiera estaba cerca de ahí.
-Ese es mi hijo, tu padre estaría tan orgulloso...- mencionó con una sonrisa- pues adelante, déjame los pendientes que te quedan para que la lleves a dar un paseo.
- ¿No te importa?
-Hipo, por favor. Yo más que feliz de que ya dejes de preocuparte. Así que ve con ella, corre- sinceró empujándolo hacia la dirección donde podría estar la rubia.
-Bueno, te tomaré la palabra.
Y después de eso, Haddock se paseó entre la aldea hasta dar con su novia. La chica se encontraba conversando con Eret muy amenamente pese a las miradas que la gente les lanzaba de vez en cuando, pero eso seguía sin ser un tema que le preocupara a él.
Se acercó un poco más, pero al sentirse todavía bastante nervioso, se quedó a medio camino.
Y se hubiera quedado en esa posición de no ser porque Astrid lo vio. Esta rápidamente se despidió del chico pelinegro, pues su novio le había dicho la noche anterior que quería hablar de algo importante para cuando pasara el almuerzo.
Y, ese momento era justo ahora. Así que caminó hasta él mostrándole una sonrisa que, con dificultad, Hipo le correspondió.
-Hey ¿qué tienes? -preguntó con preocupación acariciándole el cabello- ya me estás empezando a asustar Hipo.
-Lo siento, ya sabes que lo mío es complicarme con las cosas simples. Había tenido unas cuantas ideas en la cabeza y me estresé un poco; pero, hoy te diré todo- le respondió sujetando su mano para entrelazarla.
-Pues bien, vámonos de aquí.
.
Tras caminar por un buen rato, la pareja terminó del otro lado de la isla, donde no había construcciones. Decidieron sentarse cerca del hermoso lago con el que contaba Nuevo Berk y casi enseguida, Astrid habló.
- ¿Ya me dices que pasa?
- ¿Por qué siempre eres tan impaciente? -preguntó él acercándose a ella para que unieran frentes tiernamente.
-Porque me preocupo por ti.
-Lo sé... mira, te traje aquí porque quiero hablar de nuevos proyectos.
- ¿Está bien? ¿De qué se trata?
-Del futuro, Astrid. Tengo tanto en la cabeza que no sé por dónde empezar- sinceró en un suspiro separándose un poco de ella.
-Te escucho.
-Me puse a reflexionar sobre varias cosas y, no sé si pueda hacerlo.
- ¿Hacer qué Hipo?
-Ser el jefe que Nuevo Berk necesita- sinceró abiertamente, pues no lo negaría, de vez en cuando sí aparecía ese pensamiento atormentándolo por las noches.
-Pero que dices ¿por qué? -preguntó aterrada mirándolo directamente a los ojos- haces un excelente trabajo.
-Sigo siendo un novato. Sabes que cuando papá quería enseñarme sobre cómo dirigir la aldea, no le prestaba mucha atención. Y estaba tan inmerso en mi mundo que, nunca imaginé que tendría otra vida, pero sé que este es mi lugar. El problema es que me sigo sintiendo muy presionado.
La Hofferson no tenía palabras para contradecir aquello, sabía que su novio aún tenía que sanar algunas heridas y aprender más lecciones para quitar completamente esa mentalidad. Así que, para saber cómo ayudarlo adecuadamente, esperaría a que terminara de hablar.
-Mira, no soy mi padre. Ya no puedo con esto solo...
-Pero, no estás solo y lo sabes- le cortó de inmediato tomándolo del mentón- me tienes a mí.
-Pues ese precisamente es el tema que quiero tocar Astrid. No puedo hacer este trabajo solo; te necesito.
Astrid abrió los ojos con sorpresa al comprender el significado de toda esa plática. Y de tan solo pensar lo que podía seguir, su corazón comenzó a latir con fuerza.
-Te amo infinitamente. Y, de verdad que ya quiero cumplir mi promesa que te hice años atrás, te juro que deseo sentirme libre de poder demostrarte todo mi amor sin barreras. Thor, he estado enamorado tantos años de ti que cada vez se me hace más imposible despertar sin ti a mi lado. Sé que me dijiste que no estábamos listos, pero Astrid, yo ya lo estoy... quiero cumplir ese siempre que tantas veces nos prometimos.
La chica analizó cada una de sus palabras y en verdad podía sentir que era como una especie de súplica para que ella le permitiera cambiar por completo sus vidas. Desde luego que también quería lo que él le estaba pidiendo entre líneas, pero, tenía un motivo muy específico del porqué aún no le decía "sí" y sin poder aguantar más tiempo con el secreto, soltó un suspiro.
- ¿Crees que yo no quería decirte que sí desde el inicio? -preguntó con voz melancólica- no sabes cuanto me dolió decirte que no la vez pasada.
-Pero ¿por qué Astrid? -preguntó con un nudo en la garganta.
-Te mentí ¿ok? cuando te dije que no estábamos listos para dar el paso final no era lo que pensaba. Más bien, pensaba que tú no estabas listo- reveló finalmente para sorpresa del chico.
- ¿Qué? -preguntó atónito.
-Hipo, tú mismo lo acabas de decir. Vivías siempre en las nubes y el cambio tan brusco de convertirte en jefe te cayó pesado. Y yo no quería traerte otra responsabilidad con el matrimonio; no quería que llevaras esa carga también.
- ¿Carga? -preguntó sintiéndose ligeramente ofendido- nunca has sido una carga Astrid. Nunca, y me sorprende que lo pienses.
-Lo que estoy tratando de decirte es que, esta vida no es la que quieres y lo sé perfectamente- le respondió con un dolor en el pecho y sintiendo una lágrima caer por su rostro.
El chico abrió la boca asombrado de las palabras que estaba escuchando, pues definitivamente no estaba entendiendo.
-Según tú ¿cuál es la vida que quiero?
-Yo sé que tu vida son los dragones. Cuando vivíamos en la orilla del dragón eras inmensamente feliz. Estabas cumpliendo todo lo que querías e incluso trataste que en estos casi 2 años que has sido jefe, intentar volver a repetir la historia. Ayudar a los dragones a estar a salvo y de paso, aprender de ellos. Amabas surcar los cielos y en ese momento, eras verdaderamente libre; sin ataduras, eras tú mismo... y así fue cómo te conocí, como me enamoré, y hoy, ya no eres ese chico- reveló ahora sí dejando que las lágrimas empaparan de a poco sus mejillas.
-Pero, pero...
-Tengo miedo y esa es la verdad. Traté de alejar este pensamiento cientos de veces desde que los dragones se fueron, pero ya no puedo... Hipo, no soy lo suficiente para ti; no soy lo suficiente para que seas igual de feliz que antes. ¿Entiendes? no soy un dragón, no soy él- terminó de externar mientras la voz se le entrecortaba- te amo más que a mi propia vida y por eso mismo, no quiero atarte a mí. Si así lo quieres, soy capaz de ayudarte a escapar de aquí para que vivas la vida que siempre has deseado. Porque yo no podría ir, mi vida está aquí en tierra, pero la tuya surca los cielos.
Hipo para ese momento ya estaba llorando a mares debido a que cada palabra que le decía Astrid era como una cuchillada a su corazón. Y debido a que muchos sentimientos estaban cruzando por su cabeza, no fue capaz de darle una respuesta. La Hofferson ante su silencio, pudo sentir como su corazón se volvía a romper a pedazos.
-Solo piénsalo, por favor- atinó a decir antes de hacer amago de levantarse e irse del lugar, pero la mano del castaño se lo impidió.
-Es que no tengo nada que pensar Astrid. La verdad te agradezco cada una de tus palabras, me doy cuenta de que me conoces más de lo que me conozco a mí mismo, pero jamás elegiría ese camino- le aseguró tomándola por las mejillas tiernamente a pesar de que ambos siguieran llorando a mares- perdóname por haberte hecho creer cosas que no. Perdóname bonita, debo ser el peor novio al haberte hecho creer que no serías lo suficiente para mí- soltó con culpa.
- ¿Qué? -preguntó ella en un hilo de voz.
-Tú eres y siempre has sido la persona más importante de mi vida; preferiría morir antes de vivir una vida donde no estés conmigo. Es cierto, en la época en que vivíamos en la orilla del dragón era feliz; inmensamente feliz, pero no era principalmente por los dragones; sino por ti Astrid. Porque de hecho tú me lo dijiste hace 2 noches, cuando estábamos allá teníamos más oportunidad de estar juntos como quisiéramos, éramos libres y era todo lo que necesitaba para seguir adelante. Claro que volar me hacía sentir que no tenía ataduras, pero un simple abrazo tuyo o un "te amo" me hacen experimentar la verdadera libertad y, sobre todo, lo que es un hogar. No soy el mismo chico del pasado, porque crecí y con ello aprendí a madurar y entender que lo que estaba haciendo era simplemente cumplir una fantasía, no la vida que quiero y necesito.
-Ahora soy yo la que no te entiende- musitó por lo bajo.
-Astrid, sé perfectamente que no eres un dragón y mucho menos Chimuelo. Él va a ser mi mejor amigo para toda la vida y claro que lo extrañaré por siempre, después de todo, estuvo en momentos cruciales de mi vida, pero, tanto él como yo sabemos que, aunque no nos veamos, no significa que el cariño acabe. Él merecía hacer su vida al igual que yo, fue alguien que me ayudó a crecer, pero el pilar de mi vida y quién siempre va a estar conmigo hasta el fin de los tiempos eres tú. Creo que ya entendí porque decías que no estaba listo, vivía en mi fantasía y, no me daba mérito por lo que hacía; pero, como una vez me dijiste, él solo hizo que fluyeran las cosas, no obstante, quien me ayudó a convertirme en quien soy, fuiste tú. Sin ti, ni siquiera estaría aquí Astrid; tú me salvaste. Mi vida es aquí, contigo. Es cierto que ser líder no es lo que habría querido principalmente para mí, pero tampoco puedo deshonrar y fallarle a mi padre, y por eso mismo, después de poner los pies en la tierra, acepté el cargo con gusto. Pero para que mi vida sea perfecta, te necesito, por eso mi propuesta; incluso yo viviría feliz varado en una isla desierta si estás conmigo.
Astrid sonrió tras aquellas palabras que estaban dándole a su corazoncito calidez y tranquilidad.
-Además, no quiero hacer lo que hizo mi madre...
La rubia lo miró extrañada, pero no dijo nada, esperaría a que él lo hiciera.
-Yo la perdoné con gusto por todo el pasado, pero jamás tendría corazón para irme sin más, jamás podría dejarte aun y cuando tuviéramos opiniones diferentes. Mi padre sufrió mucho la ausencia de mamá y, yo no quiero ser egoísta haciéndote lo mismo- terminó de decir apartándole un mechón del rostro antes de agregar- y esa es la verdad.
Al terminar de escucharlo, lentamente se abrazó a él para tranquilizarse y tras unos minutos en silencio, el castaño volvió a hablar.
-Pensándolo bien, estuvo bien que me rechazaras la propuesta la vez pasada; me lo merecía. Te lo dije pareciendo que era broma y supongo que el tema me lo tomaba un poco más a la ligera porque decía: nos amamos, no hace falta más. Pero no analicé el compromiso que representaba y, te prometo Mi lady que ahora sí lo veo completamente y escúchame, jamás sería una carga pasar el resto de mi vida casado contigo, al contrario, sería la mayor bendición que podría recibir- le aseguró al oído mientras se aferraba a su cuerpo.
-Te creo Babe... puedes hacer la pregunta- le dijo sutilmente.
- ¿Puedo? -preguntó separándose de ella para mirarla con un brillito especial en los ojos.
-Puedes- aseguró con una sonrisa.
-Astrid Hofferson ¿quisieras empezar a vivir libremente nuestro siempre? ¿quisieras ser mi esposa?
- ¡Sí! ¡Sí quiero Hipo Haddock! -respondió de inmediato antes de que fuera callada por sus labios.
Devoraron los labios del otro una y otra vez después de eso hasta sentir como casi se quedaban sin aire y al despegarse, notaron que sus labios estaban hinchados, así que, para descansar un poco, se unieron en un abrazo que sellaría por siempre aquel capítulo.
Porque ahora ya no había dudas, ya habían externado por completo lo que querían decir y al sentirse plenamente felices por su compromiso ahora sí próximo a realizarse, se quedaron en esa posición un buen rato.
- ¿Podemos casarnos pronto? -preguntó de repente el castaño con una enorme sonrisa.
-Sí, aunque no lo creas, yo también ya quiero despertar cada mañana a tu lado- aseguró entusiasta.
- ¿Qué te parece unas semanas antes de Snoggletog?
-Eso es en 3 meses.
-Exactamente ¿quieres?
-Claro que sí.
-Pero oye, antes que nada, olvidé preguntarte una cosa- dijo él rascándose la nuca con nerviosismo.
-Dime.
-Bueno, son dos. La primera es... ¿sí quieres ser jefa de Berk? porque la verdad no me importaría huir al acabar la boda para desaparecer de este lugar contigo.
-Babe, se supone que la que entró en pánico y empezó a tener ideas dementes en la cabeza fui yo, no tú- soltó risueña- tranquilo, siempre que esté contigo no me importa que título tenga dentro de la aldea.
-Gracias- le aseguró dándole otro beso en los labios pese a que seguían hinchados.
- ¿Y cuál es la otra cosa?
-Ehh ¿te gusta este diseño para nuestra casa? -preguntó nervioso mientras sacaba de su armadura un pergamino donde tenía el boceto de un primer diseño de la vivienda.
- ¿Ya habías pensado en una idea para nuestra casa?
-Mi lady, te dije que yo ya iba en serio y tenía la esperanza de que me dijeras que sí.
-Me gusta esa seguridad- respondió mientras examinaba el diseño- es sumamente preciosa Hipo; es perfecta- agregó con un brillito especial en los ojos al ver que se estaba haciendo realidad aquella promesa; pronto empezarían una nueva vida; aquella que tanto habían anhelado y esperado.
-Pues ya está... ¿te parece que hoy disfrutemos la noche solo tú y yo y ya mañana les decimos a todos que la boda se realizará?
-Estoy a favor de eso; hoy solo te quiero para mí. Y por cierto ¿sí me vas a cumplir la promesa que me habías hecho tiempo atrás?
- ¿Cuál de todas? -preguntó con gracia.
-Tener como ley que una vez casados, un día a la semana desaparecerías por completo como jefe para estar conmigo.
-Claro, siempre que tú cumplas la tuya. De no levantarte al alba para seguir acurrucados en la cama.
-Astuto, pero acepto- aseguró restregándole su nariz contra la suya tiernamente.
Después de eso, Astrid hábilmente se sentó a horcajadas sobre él para poder abrazarlo mejor y este no se opuso ante tal acción.
- ¿En serio ibas a ser capaz de ayudarme a escapar? -preguntó Hipo de repente mientras comenzaba a besarle el cuello.
-Sí, aunque eso implicara echarme a toda la aldea encima- dijo soltando un suspiro a causa de los besos.
-Lo cual es raro porque siempre me habías ayudado a entender que este era mi lugar.
-A veces decimos o hacemos cosas tontas por amor- soltó avergonzada.
-Lo sé y, no imaginas lo inmensamente feliz que me pone confirmar que me amas de la misma manera en que yo te amo- aseguró teniendo la intención de besarla de nueva cuenta en los labios.
-Oye, nuestros labios están hinchados de tanto que nos hemos besado- le recordó risueña.
-No importa, te besaré toda la noche teniendo de testigo este cielo estrellado para demostrarte que soy el hombre más feliz del Midgard. Así que, si me disculpas- respondió en el mismo tono antes de unir sus labios a los de ella.
A lo que la Hofferson sonrió entre el beso, pues Haddock sin duda podía ser todo un romántico si se lo proponía. Y eso le fascinaba.
.
Para la mañana siguiente, Astrid todavía conservaba la sonrisa tan maravillosa que tenía la noche anterior. Estaba más que feliz y se sentía tan ligera ahora que estaba segura que era lo suficiente para que Hipo viviera contento, que con una renovada actitud, salió a enfrentar el día.
El gran salón era de las principales construcciones que se aseguraron que estuvieran terminadas cuanto antes para que, por lo menos tuvieran un lugar acogedor donde consumir sus alimentos y se pudieran tener las juntas importantes del consejo sobre los cambios que se vendrían en el Nuevo Berk. Así que, cuando la rubia ingresó al lugar fue a sentarse a una mesa un tanto alejada del resto.
Y, cuando estaba a nada de probar bocado, Brutilda se detuvo delante de ella.
- ¿Sí?
- ¿En serio lo vas a hacer algún día? -preguntó la gemela.
- ¿El qué? -devolvió con la ceja alzada.
-Cumplir la palabra con "m"- dijo un tanto asqueada.
-Brutilda, la vida ha cambiado y también nosotros. Es normal que queramos hacer otras cosas y si me uno en matrimonio es porque así lo quise.
-Pues que decepción- soltó sentándose frente a ella.
Astrid bufó molesta, puesto que, aunque muchos pensaran que ellas al ser las únicas mujeres que fueron parte de los ahora ex jinetes de dragones, se llevaban de maravilla. Pero lo cierto era que, a la gemela le gustaba más molestar a la rubia y a la Hofferson le exasperaba más la imprudencia y falta de compromiso que tenía la chica.
-Disculpa si no cumplo con tus expectativas, lo siento de veras- soltó con evidente sarcasmo.
-De todas formas, creo que estaba previsto desde hacía años. Pensé que durarías con tu libertad más años, pero no. De hecho, fue lo que le dije a Grimmel.
- ¿Le dijiste qué? -preguntó asombrada.
-Dah, le conté mi vida y lo cansado que era el que tuviera que elegir entre Patán y Patapez para ser mi hombre, porque Eret ya no me interesaba e Hipo no estaba disponible al prácticamente estar casado contigo.
-A ver, espérate. ¿Hablaste con nuestro mayor enemigo de mi vida privada y encima estás diciendo que si no estuviera yo, irías a por Hipo?
-Quizá, pero relájate rubia, no pasó nada- dijo sin más alzándose de hombros.
Astrid tenía unas enormes ganas de matar a la chica, más porque sentía que Brutacio sí había madurado muchísimo, pero que su hermana se había estancado en algún punto.
- ¿Podrías dejar de ser irritante conmigo al menos una vez? -preguntó mientras se sobaba la cien.
- ¿Podrías dejar de tener mal carácter conmigo? confórmate con que cuando seas jefa no te causaré caos al menos una vez a la semana- dijo sin más antes de alejarse de ahí con una sonrisa burlona.
Haciendo que Astrid perdiera total apetito y se golpeara el rostro con la mano. Y, de repente, sintió que le tocaron el hombro.
- ¿¡Qué Brutilda!? ¿¡Ahora que quieres!? -soltó exasperada.
-Buenos días para ti también, Mi lady- dijo Hipo con ligera gracia antes de sentarse a su lado.
-Perdón Babe, es que Brutilda me sigue desesperando terriblemente- dijo con ligera molestia.
- ¿Y ahora qué pasó?
-Nada importante, solo me molestó con decir que qué decepción si me caso, que talvez no cause tanto caos de vez en cuando al convertirme en jefa y que de no estar yo, trataría de conquistarte- contó a regañadientes.
-Sabes que no te lo dice enserio- intentó consolar.
-Lo de que te conquistaría no creo que sea broma, pero eso no es lo que me molestó.
- ¿Entonces?
- ¿Recuerdas que Grimmel la retuvo un buen rato? -preguntó y al obtener un asentimiento, agregó- prácticamente le contó sobre nosotros; que éramos pareja y casi un matrimonio.
El castaño abrió los ojos con sorpresa ante la noticia, pues entendió el punto de su novia. Si quizá Grimmel le hubiera puesto más atención a ese detalle que reveló Brutilda, pudo haberlo usado a su favor en la batalla final.
La vida de alguno de los dos pudo haber estado en mayor peligro si todo salía mal.
-Sé lo que piensas, pero ya no tiene caso que nos preocupemos por eso. Solo hay que tener cuidado para que no salga de la isla y ande contando las cosas que no le corresponde a gente desconocida- le cortó la rubia a su pensativo novio.
-Sí, supongo que sí- dijo este agitando la cabeza- mejor pasemos a lo importante ¿lista?
-Lista.
.
Haddock caminó hasta donde habían colocado su nueva silla del jefe, al frente de todos y tras llamar la atención del pueblo, soltó un suspiro.
-No voy a quitarles mucho de su tiempo, tan solo quiero hacerles un anuncio verdaderamente importante para mí. Sé que desde hace mucho tiempo ha habido preocupaciones en cuanto a la forma en como manejo la aldea, sé que hay huecos que no puedo cubrir solo, lo puedo ver. Y, también estoy consciente de que desean saber en que momento voy a formalizar cosas en mi vida privada, si saben a lo que me refiero... el punto es que, ya no estaré solo al mando, el día de ayer Astrid Hofferson aceptó casarse conmigo.
Mientras daba aquella noticia, Hipo no dejó de mirar a Astrid, quién se encontraba al frente de toda la multitud y apenas se terminó de decir la última palabra, los aplausos no se hicieron esperar, además de los gritos de celebración.
La rubia ante ese escenario se acercó a su prometido para sujetarlo de la mano y casi enseguida empezaron a bombardearlos con felicitaciones, bendiciones y buenos deseos.
Valka fue a abrazar a los chicos junto con Bertha; madre de Astrid, para dejarles ver que serían las primeras en la fila para la planificación de la boda y en cuanto la pareja mencionó que sería dentro de 3 meses, pusieron manos a la obra.
Bocón abrazó a su ya no tan pequeño aprendiz en un efusivo abrazo y, cuando dejó respirar a Hipo, este con la respiración entrecortada, le pidió que se alejaran un poco de la multitud para pedirle un favor.
-Oye Bocón, quería pedirte si podías estar al frente el día de mi boda junto a mi madre- comenzó a decir algo apenado.
-Pero, ese lugar le correspondería simbólicamente a tu padre- intervino el rubio.
-Lo sé, pero tú podrías estar representándolo. Sé que papá y tú esperaron desde siempre el día en que me casara y...- carraspeó un segundo para evitar que la voz se le cortara- al ya no estar él aquí para verlo, quiero que de alguna manera lo haga a través de ti. Además que, tú eres como mi segundo padre; siempre has estado para apoyarme y te lo agradezco enserio. Por eso te estoy pidiendo esto.
Bocón sonrió ampliamente, contagiando al castaño y acto seguido, volvieron a darse un fuerte abrazo.
-El honor sería mío, Hipo. Ver que estás dando un paso importante en tu vida; claro que estaré a tu lado, eres mi muchacho.
-Muchas gracias, de verdad.
Al terminar, se escuchó un carraspeo. Hipo se volteó rápidamente, encontrándose con el único vikingo que a veces le causaba un escalofrío en la espalda; Erick Hofferson; el padre de su lady.
-Bocón, amigo, ¿podría hablar con él un momento? por favor.
-No seas tan duro con él, Erick- pidió el herrero con humor antes de retirarse del lugar.
-Señor Hofferson ¿qué tal la mañana? -dijo el jefe con una sonrisa nerviosa.
-Bastante bien, gracias. Mira, no te pongas nervioso, yo ya les había dado a mi hija y a ti la bendición para su futuro matrimonio; sé que eres el indicado para hacerla feliz- expresó para que el castaño se relajara- simplemente vengo a pedirte que la cuides, ya que al casarse contigo, pasa a ser completamente tu responsabilidad y, no quiero que le pase nada malo.
-Tenga por seguro que será así; se lo prometo por la memoria de mi padre.
-Gracias, significa mucho.
Y antes de que pudieran decir algo más, la rubia se acercó a ellos con una sonrisa radiante. Con mucha seguridad, entrelazó su mano a la de su prometido antes de hablar.
- ¿Todo bien papá?
-Sí Astrid, todo en orden- respondió el mencionado antes de darles una sonrisa a la pareja y después dirigirse con su esposa, Valka y Bocón, quiénes ya estaban planeando cada detalle de la boda.
- ¿Te dijo alguna amenaza? -preguntó la Hofferson conservando su sonrisa.
-No, tranquila; no pasó nada- aseguró sonriéndole con fuerza.
-Pues bueno, desde hoy la aldea ya no va a tener ganas de dormir. Van a querer trabajar más rápido para que esté todo a tiempo- mencionó con gracia.
-Y no solo ellos, yo también lo haré porque debo empezar la construcción de nuestra casa- le susurró al oído.
-Yo te ayudo.
-No, no, no. La casa debe ser el primer obsequio que te debo dar al convertirte en mi esposa- aseguró de inmediato dándole un beso en la mejilla- tú deja que me encargue de eso.
-Bueno, pero entonces yo me encargo de dar las instrucciones para cada cosa que se haga relacionada con la boda.
- ¿Segura?
-Completamente.
-Está bien, así será entonces.
-A ver, a ver tortolitos, sepárense de esta atmosfera tan romántica que debemos planear una boda- interrumpió Brutacio llegando junto al resto de los ex jinetes de dragones.
- ¿A qué se refieren? -preguntó la pareja a la vez.
-Pues que vamos a ayudarles, dah ¿qué más? -dijo Brutilda rodando los ojos.
-Sí, las bodas son tan hermosas que tenemos que organizar la suya- soltó el entusiasta Patapez.
-Yo vigilaré que los gemelos no arruinen la lista de las cosas de la boda, además de controlar tus apuestas Hipo. No querrás llegar al altar con ese problema todavía- terminó de decir Patán de brazos cruzados.
-Gracias chicos- contestó Hipo con una sonrisa, a lo que Astrid le secundó.
-A ver, claramente deben casarse frente a la enorme cascada- empezó a decir el gemelo- es un lugar perfecto para conectar con la naturaleza.
-No, tiene que ser frente al acantilado para que sientan la adrenalina correr por sus venas- contradijo su hermana.
-No par de cabezas de carnero, tiene que ser frente al gran salón para después venir fácilmente aquí adentro para el banquete- soltó el pelinegro.
- ¿Podemos ir anotando las cosas en una lista? -pidió el rubio exasperado por todas las ideas.
Y sin siquiera preguntarle a la pareja que querían, se fueron a sentar a una mesa para seguir planeando la boda de los próximos jefes de Berk.
-Bueno, a su manera están ayudándonos- soltó con gracia Haddock.
-Supongo, pero, de cualquier forma, la decisión final la tendremos nosotros- aseguró la rubia volviendo a abrazarse a él.
-Claro, ya que será nuestro día... dime ¿quieres ir a dar una vuelta? ya que, ya nadie nos está mirando, se formaron grupitos para cada uno planear nuestra boda- soltó en una carcajada.
-Sí, vámonos antes de que empiecen a estar en desacuerdo con los arreglos, comida y demás- respondió risueña jalándolo de la mano para salir del gran salón.
.
Caminaron por los alrededores tomados de la mano hasta detenerse frente al sitio en el que se estaba construyendo la nueva estatua en memoria de Estoico Haddock, e Hipo soltó un suspiro antes de empezar a hablar en un susurro.
-Papá, te tengo una gran noticia...
Ante eso, Astrid le soltó la mano sutilmente, además de retroceder unos pasos. Pues quería darle privacidad a su novio, ya que este ocasionalmente hablaba con su padre, pues pensaba que realmente podría escucharlo de alguna manera.
Tras unos segundos de estar pensativa, la Hofferson observó a detalle el lugar. Vio los escalones que estaban siendo construidos para llegar a la estatua y el gran panorama que tenían por delante. La estatua estaba en una buena posición en la que muchos alcanzaban a ver sin dificultad y, una enorme sonrisa se curvó en su rostro.
Ya tenía el lugar indicado y perfecto para celebrar su boda.
Para cuando Hipo terminó de contarle la noticia de su vida a Estoico, se acercó de nuevo a su lady con una sonrisa nostálgica.
- ¿Estás bien? -le preguntó ella con delicadeza.
-Sí, solo que me entristece que papá no me vea casándome; él anhelaba que este día llegara pronto y ahora... solo estará en mi corazón.
-Él vive en ti, pero, yo también quiero que esté en la boda de una manera más presente ¿sabes? -le aseguró tomándolo de las manos, y haciendo que la mirara directo a los ojos.
- ¿De qué forma?
-Quiero que nos casemos aquí; frente a la estatua de tu padre- aseguró con una sonrisa.
- ¿Hablas en serio? hay lugares más bonitos- respondió con ligera extrañeza.
-Segura, quiero casarme justo aquí.
-Gracias Astrid, gracias- soltó abrazándola con fuerza mientras sonreía y derramaba una lágrima de felicidad, combinada con un tinte de nostalgia.
-No lo hagas, él tiene que estar presente en cada persona que nos acompañe ese día. Después de todo, sabes que él también me veía como una especie de hija.
Y el castaño al escucharla no hizo más que volverle a agradecer mientras la abrazaba con devoción. Sin duda había elegido bien, aquella mujer era todo lo que necesitaba para vivir la vida que siempre había anhelado.
.
.
Ahora sí, se acerca la boda Hiccstrid. Esta es la primera vez que en una de mis historias escribo su boda, así que espero la disfruten mucho.
En fin, mientras tanto, nos vemos pronto ;)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top