Capítulo 2

Finalmente, nueva actualización; disfruten del drama, digo, del relato xd. 

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POV. Normal

Habían pasado un par de días desde que oficialmente los dragones dejaron el Nuevo Berk, y la gente hasta ahora estaba llevando el rumbo de las cosas bastante bien. Todos habían asumido sus papeles de manera rápida, pero Astrid estaba un poco desconcertada.

Podían llamarla loca, pero sentía que el pueblo se le quedaba mirando constantemente y podía jurar que ahora cuando tenía algo que decir, todos se callaban para escucharla atentamente. Es decir, no le ponía nerviosa recibir atención, pero se extrañaba que se la dieran así sin más.

Pues esa atención únicamente se la daban a Hipo al ser el jefe de Berk, pero quien sabe, talvez exageraba un poco. Sea como fuera, un descanso le vendría bastante bien en ese momento aprovechando que Haddock estaba ocupado decidiendo los estilos de maderas que tendrían las nuevas casas en la base junto a Valka y Bocón.

Sigilosamente se había escapado hasta llegar al borde de la isla para que al dejar que la brisa le golpeara el rostro, le transmitiera paz. O al menos así fue un par de minutos antes de que alguien le interrumpiera.

-Disculpa, Astrid.

La mencionada ante el llamado, se dio la vuelta para mostrarle una sonrisa a Eret a modo de saludo.

- ¿Qué pasa?

-Ah, es que estaba buscando a Hipo para preguntarle algo, pero no sé dónde se metió. Y bueno, los chicos con los que estoy trabajando y yo sabemos que tú eres nuestra salvación al no hallarlo a él- mencionó a modo de súplica para que le ayudara con su problema.

-Ehh ¿supongo que puedo hacerlo? dime que necesitan.

-Es que perdieron las instrucciones de Hipo de como quería instalar las poleas para la zona de barcos.

-Ay dioses- soltó golpeándose el rostro por aquel descuido- a ver, anota bien esto. Primero que nada, deben construir una base que pueda engancharse desde tierra firmemente para que desde ahí pongan los soportes. Aún nos quedan unas cuantas piezas de hierro de Gronckle para que sean las poleas, pídele a Bocón que las haga siguiendo las instrucciones que Hipo ya le dio. Asegúrate de que la parte del canal de la polea sea lo suficientemente grande para que se puedan atar las cuerdas porque recuerda que además de que van a servir para subir los suministros que traigan de los barcos del comercio, también es para que podamos bajar y, evidentemente no quiero accidentes... esas en sí fueron las indicaciones bases de Hipo.

-Gracias Astrid, de verdad gracias. Créeme que me dio vergüenza preguntarte, pero era necesario- sinceró el chico soltando un suspiro de alivio.

-No es problema, sé que no fuiste tú el que perdió las instrucciones. Al contrario, pusiste la cara por los errores de otros, cuando no deberías, pero bueno, el asunto está resuelto.

- ¿Se lo dirás a Hipo?

-Tengo qué, lo sabes.

-Sí, lo se... oye ¿y tú que haces aquí tan solita? -preguntó con más tranquilidad, pues desde que Eret se integró un año atrás como otro más de los Berkianos, había entablado una buena amistad con Astrid.

Algo lógico, ya que tenían muchos gustos en común.

-Pensar, todos parecen llevar el ritmo de las actividades... todos menos yo- sinceró por lo bajo.

- ¿Por qué lo dices?

-Es que no sé cómo explicarlo... por ejemplo, ¿cómo sabías que yo podría solucionar el problema que tenían tu equipo y tú?

-Ehh porque Hipo te confía cada plan y estás al tanto de todo como él- respondió extrañado de la pregunta.

-Exacto, todos piensan eso; piensan que tengo las respuestas a los problemas. Vienen a mí como si yo fuera...

-La jefa- completó el pelinegro empezando a entender el dilema de la rubia.

-Sí...- dijo soltando un enorme suspiro- no me malinterpretes, no pretendo decirles que no acudan a mí, pero me es extraño. Siempre fui la mano derecha de Hipo, y la gente únicamente obedecía mis órdenes cuando él les dejaba en claro que yo era la líder, en otro momento no. Pero ahora como que ya no esperan a la aprobación de Hipo para hacer algo si ya me preguntaron directamente a mí. Ay, no sé si me estás entendiendo Eret, lo siento.

-No es tan complicado de entender Astrid- soltó en una pequeña risa- mira, no soy nadie para decirlo, pero, la gente confía en tu juicio. Saben que las decisiones que tomas, el jefe las aprueba porque has trabajado tantos años a su lado que ya sabes lo que le gusta. Además qué, es tu prometido- agregó con obviedad.

-Pero ellos no se portaban así antes. Ni siquiera cuando Estoico hizo falta e Hipo se convirtió en jefe- insistió desconcertada.

-Las cosas eran diferentes en ese momento y como sea, se acostumbraron tanto a tener a los dragones para casi todo, que a veces la ayuda humana no era tan necesaria. Pero al estar de nuevo solos, sus jefes son su salvación para cualquier cosa. Además, creo que Bocón se los dijo, su matrimonio podría aplacar ciertas preocupaciones que tiene la aldea y, sobre todo, haría que la ejecución de actividades tuviese un mayor orden.

Astrid enrojeció un poco al escuchar la palabra matrimonio, sobre todo, porque desde antes de que iniciara la última pelea que tuvieron contra Grimmel, no había pensado en ello.

-Ya entendí, bueno, en realidad ya lo había pensado, pero no quise asumirlo tan de golpe. La gente se acostumbró a que Estoico liderara solo, pero sabían bien que en ocasiones había mucho que hacer y claramente no podía con todo a la vez, le faltaba el respaldo de Valka. Y con Hipo es lo mismo, mantiene el orden en la aldea, pero el caos es inevitable y no puede hacerlo solo, por eso acuden conmigo; la futura jefa de Berk.

-Así es, eres el otro pilar que sostiene Nuevo Berk.

-Ay no, soy la futura jefa de Berk- repitió perdiéndose un poco en sus pensamientos, ya que siempre se había visto como "la mejor amiga de Hipo", "su mano derecha", "su novia", "su prometida", "su futura esposa", pero jamás había dicho en voz alta que sería la líder de toda una aldea.

Eret en ese instante se preocupó al pensar que Astrid colapsaría al caerle el balde de agua fría de su nueva realidad tan bruscamente, pues imaginó que debido a que la Hofferson únicamente se había ocupado de ayudar a Hipo a su proceso de cambio de roles, no tuvo tiempo para hacerlo consigo misma.

-Dioses, me debo ver tonta por esto- respondió Astrid burlándose de sí misma- supongo que no lo pensé a profundidad. Hasta ahora, creo que ya aclaré algunas cosas en mi cabeza.

- ¿Y te sientes lista para esa responsabilidad?

-Hipo dice que a mí me sale más innato lo de ser líder, por no perder el control de mí misma, no dejarme llevar por lo emocional al tomar decisiones o colapsar bajo presión, así que supongo que sí. Solo me queda lidiar con ser el centro de atención- reveló ya más relajada- pero veré cómo solucionarlo, gracias por ayudarme Eret.

-De nada, no sé cómo te ayudé exactamente, pero cuando quieras.

La rubia como respuesta se acercó para pararse de puntitas y abrazarlo por los hombros, pues, aunque él no lo hubiera visto, le quitó un enorme peso sobre la espalda. El pelinegro le correspondió al abrazo con algo de pena, puesto que podía sentir como algunas personas se les quedaban viendo y no precisamente con ojos buenos.

Al separarse, Eret se aclaró la garganta.

-Bueno, me tengo que ir. No creas que me incomodo hablando contigo As, eres una increíble amiga, lo cual aprecio mucho, porque jamás esperé tener algo así, es solo que...

-Lo sé, la gente no deja de hablar. Después de todo somos muy iguales y somos hombre y mujer; se les hace raro que pueda existir una amistad así, lo sé- dijo con una sonrisa cansada- pero ambos sabemos que no hay esa clase de sentimiento que tanto han cuchicheado desde hace un año ¿no?

-Para nada, amistad y nada más- aseguró con una sonrisa que fue devuelta, para después agregar- bueno, te veo después.

-Claro, nos vemos en un rato.

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Para cuando transcurrieron un par de horas, Eret había avanzado gran parte de la construcción de las poleas, cuando sintió la mirada de los gemelos sobre él.

- ¿Qué? -les preguntó a los hermanos.

- ¿Es cierto que estás tratando de enamorar a Astrid? -preguntó Brutacio entrecerrando los ojos.

-No, somos amigos y lo saben ¿por qué sería lo contrario?

-Nos acabamos de enterar que ella te abrazó y Astrid no abraza a ningún hombre más que a su padre e Hipo... así que ¿qué tienes que decir al respecto? -interrogó Brutilda.

-Nada, porque no pasó nada, no tengo esa clase de intenciones.

-Talvez nosotros te creamos, pero el resto no. Y bueno, yo nada más te digo mi amigo que el chisme de que la lady del jefe te abrazó ya llegó a sus oídos- le advirtió el rubio antes de agregar- ah y mira, ahí viene.

Eret abrió los ojos con sorpresa y al observar al castaño, lo vio bastante serio. ¿Estaría en problemas?

-Buenas tardes a todos, sigan con su trabajo. Eret, ven conmigo por favor- mencionó Haddock mientras checaba una lista, en la cual tenía todos sus pendientes.

El mencionado se tensó, pero caminó junto al jefe hasta alejarse del resto.

-Perdona que no esté tan animado como siempre, pero ya salieron tres cosas mal el día de hoy y eso atrasa todos mis planes- sinceró tocándose el puente de la nariz con frustración, pues realmente estaba estresado- y bueno, esta es la cuarta cosa, Astrid me dijo lo que pasó con las instrucciones.

-Lo siento Hipo, debí haber vigilado a la gente que estaba a mi cargo, fue mi culpa.

-No te preocupes, yo te pido perdón por haberme desaparecido y no haberte dado las instrucciones de nuevo.

-Descuida, estabas ocupado, además, Astrid las sabía muy bien. Si no, tú dime- aseguró entregándole el papel donde volvió a escribir las indicaciones.

El castaño únicamente las leyó superficialmente antes de sonreír. Pues sabía que su rubia no se había equivocado.

-Están más claras y sin tantos tecnicismos a cómo te las di originalmente; más que perfecto. Nada más quería venir para saber cómo iban o si necesitaban ayuda después del incidente, pero veo que tienes todo bajo control; muchas gracias, puedo quitar esta preocupación de la lista- mencionó todavía con su sonrisa y con mejor humor, estando dispuesto a marcharse.

- ¿Eso es todo?

-Ehh ¿había algo más que teníamos pendiente? -preguntó extrañado.

-No, bueno, es solo que los gemelos me dijeron un rumor falso que se andaba corriendo por ahí y no quiero malos entendidos contigo.

-Ah, dices lo del rumor de As y tú ¿no? -preguntó despreocupadamente.

-Sí, mira, no pasó nada de lo que se dice; solo somos amigos.

-Lo sé, confío en ella.

- ¿Seguro?

-Claro, además, solo te dio un abrazo. Es cierto que ella no abraza a cualquiera, pero el que lo hiciera no significa que fuera por un asunto romántico. Además, fue solo eso ¿no?

-Sí, así fue.

-Ahí está. Si hubiera hecho alguna otra muestra de afecto más íntima, ahí sí me preocuparía, pero no al grado de voltearme contra ti... si ella dejara de amarme un día para irse contigo o alguien más, no me opondría. Yo solo la quiero ver feliz- sinceró con una sonrisa, aunque por dentro sintiera un pequeño dolor en el pecho al pensar en esa posibilidad.

-Ay, por favor Hipo, la tienes encantada; nunca para de hablar de ti. Es imposible que te deje.

-Pues me alegra escuchar eso, pero nunca puedo confiarme a que la tengo, una vez lo hice y casi la pierdo, así que no puedo descuidarme ni un día- sinceró en una pequeña risa- pero tranquilo, entiendo cómo es la gente. Aunque también te conozco; sé quién eres y especialmente a ella; sé que está conmigo.

-Gracias, ahora tú me quitaste un peso de encima- aseguró sintiendo como su cuerpo se relajaba.

-No hay problema, nos vemos después- se despidió antes de emprender la marcha hacia el otro extremo de la aldea para atender otro pendiente que realmente no sabía que era, pues su lista únicamente decía "asunto importante".

Al llegar no vio a nadie, pero antes de poder hacer algo, sintió como lo jalaron de la armadura para llevarlo hasta detrás de unas rocas.

-Tardaste mucho para venir, jefe- susurró Astrid coquetamente sobre sus labios antes de robarle un beso sumamente apasionado que el castaño le correspondió con la misma fuerza.

-Perdone usted Mi lady, pero debía atender asuntos grupales antes de venir a atender los individuales- mencionó con una sonrisa- ¿cuál es tu preocupación?

-Que no puedo pasar tiempo con mi prometido ¿crees poder solucionarlo?

-Supongo que no me extrañarán media hora, así que sí- aseguró pegándola a él mientras disimuladamente le acariciaba el muslo.

-Te lo agradezco.

- ¿Estás bien? te noto un poco pensativa.

-Sí, tranquilo; unas ideas tontas en mi cabeza. No me hagas mucho caso- soltó mientras le acariciaba la mejilla- más bien esa pregunta debería ser para ti ¿estás bien?

-Sí, solo algo estresado. Las pinturas no están listas, más de la mitad de las maderas no están lijadas y se perdió algo de las herramientas que ya había hecho Bocón.

-Tranquilo. Las pinturas a lo mucho estarán para mañana, con el asunto de las maderas podemos pedirle a gente que había ido a recolectar hoy que ayuden y las herramientas no creo que estén perdidas, seguramente los gemelos las escondieron.

-Cada que me siento estresado debería venir para relajarme contigo, no sé como le haces para tranquilizarme- sinceró uniendo su frente a la de ella.

-Somos un equipo, Hipo y siempre lo hemos sido. Estoy más que dispuesta a lidiar con los problemas que cargas a diario. Así como sé que tú cargas con los míos- musitó tiernamente, ahora que ya había asumido un poco más su próximo rol dentro de la aldea.

-Basta Mi lady, que me harás llorar- sinceró soltando una pequeña risa para evitar soltar unas lágrimas - gracias de verdad, hoy sigue siendo un día complicado, pero te recompensaré.

-No es necesario Babe, pero una cena nosotros solos, me vendría de maravilla.

-Más que seguro; yo me encargo de todo.

Y antes de que pudieran seguir en su burbuja romántica, les interrumpieron.

-Chicos, perdón- mencionó Valka junto a Patapez.

La pareja soltando un suspiro de frustración por no poder estar más tiempo juntos, se separaron para ponerles atención.

- ¿Qué pasa ahora? -preguntó el castaño amablemente.

-Abono y Cubeta están teniendo problemas con el corral de las ovejas- mencionó Patapez.

-Unos vikingos están comenzando a pelearse por elegir la madera de sus casas y bueno, ya tomaron las mazas para iniciar un combate- informó Valka con ligera incomodidad, pues no quería que su hijo trabajara más por ese día.

-Ay, por el amor a Thor- se quejó por lo bajo Haddock- bien, primero voy a detener la pelea, esperando no tardarme y de ahí me voy con el corral.

-No seas tonto, no te va a dar tiempo si las ovejas se escapan. Yo los ayudo, tú ve a la pelea- intervino Astrid estando dispuesta a caminar junto a Patapez.

-Pero...

-No te estaba preguntando, sino que avisando- le advirtió la rubia seriamente dándole un beso en la mejilla como despedida antes de indicarle al chico robusto que la acompañara con Abono y Cubeta.

-Hijo, deja que Astrid te ayude, ella solo quiere que no te desgastes tanto- le mencionó la castaña a su hijo una vez que estuvieron solos.

-Lo sé mamá, solo que a veces se me hace extraño. Más porque Astrid no debería cargar con esa responsabilidad todavía, y yo... -hizo una pausa para pensar su respuesta y al hacerlo, agregó con una pequeña sonrisa- mejor te lo cuento después porque es un tema que me preocupa y, es de lo único que no me animo a hablar todavía con ella.

-De acuerdo hijo, no te presiono. Y claro, sabes que cualquier cosa que necesites, yo te ayudo- le dijo con una sonrisa al tener una idea de que pasaba por su cabeza.

-Gracias, mejor vamos a detener esa pelea, porque no quiero tener a nadie con Gothi por esta noche- soltó con ligera gracia.

-Voy detrás de ti Hipo.

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- ¿¡Cómo que se les escaparon las ovejas!? -preguntó en un grito la rubia a los vikingos que tenían el problema con el corral.

-Probablemente los lazos que unían el corral estaban flojos- mencionó Patapez como una primera idea.

-No lo creo- dijo Astrid acercándose a una parte del corral que se había caído- ya vi, más bien se humedecieron y no están reforzados, por eso se rompieron.

-Un problema menos, pero lo más importante, tenemos que ir por las ovejas- exclamó Patapez algo alterado.

-Tranquilo, a eso vamos. Divídanse y encuéntrenlas; traten de no causar desorden- estableció la Hofferson antes de que cada uno tomara un camino diferente.

Tras correr un par de metros por un rato, lograron encontrar a casi todas las ovejas y regresarlas al corral reparado con las nuevas modificaciones que sugirió la Hofferson.

Y solamente cuando faltaban dos ovejas por encontrar, fue la rubia quién las divisó correr despavoridas cerca de los riscos, pero ni tiempo tuvo de idear un plan para atraparlas, pues de repente, dos niños que pasaban inocentemente por ahí, les obstruyeron el camino. Pero al ser muy pequeños, las ovejas los empujaron fácilmente y estos perdieron el equilibrio, cayendo por el precipicio.

Astrid soltó un grito ahogado antes de correr al risco, al igual que unas cuantas personas que vieron el incidente. Entre ellos Eret y Patapez.

Los gritos de desesperación empezaron a escucharse, pero una vez que Astrid se abrió paso, se dio cuenta de que ambos niños se sostenían unos metros abajo muy apenas de la pared del risco. Bajar por ellos ciertamente era demasiado peligroso, pero alguien tendría que hacerlo, sino caerían y morirían.

Se giró hacia toda la gente con el ceño fruncido, pues no la dejaban concentrarse.

-¡¡Cállense!! -gritó tan fuerte que en algunos generó temor por la potente voz que poseía- cállense que no me dejan pensar. Retrocedan unos metros porque estamos en el risco y si no lo saben, sus pasos pueden generar movimiento que podría hacer caer a los niños- ordenó rápidamente, a lo que todos le obedecieron.

Ante el silencio, solo ocupó de unos segundos para formar su plan.

-A ver, Patapez, ata una cuerda a esta estructura y sujétala con fuerza de un extremo, pero aléjate de la orilla para evitar que tantos estemos aquí. Eret, tú acércate y sujeta la cuerda por el centro, mientras que yo me ataré al otro extremo para descender.

- ¿Cómo? ¿Vas a bajar con todos esos metros por delante? -preguntaron en shock Eret y Patapez al entender el plan.

Ellos simplemente serían la fuerza para jalar y sostener, pero Astrid sería la que tomaría el mayor riesgo.

-Astrid, no hemos probado si todas las cuerdas son lo suficientemente resistentes para soportar el peso- soltó el pelinegro nada seguro del plan de rescate.

-Estoy consciente de ello, pero si no hacemos nada, caerán- mencionó la rubia atándose parte de la cuerda en la cintura- subiré de a uno por uno. Solo asegúrense de no soltarme por si la soga se rompe.

Los chicos de repente sintieron un peso enorme sobre ellos, porque de su fuerza dependía si Astrid y los niños vivían, pero todos sabían que no había tiempo para hacer otra cosa.

La Hofferson al ver que su equipo estaba listo y sujetando la cuerda, se acercó al risco y sintiendo como su corazón latía con fuerza, empezó a descender. Ciertamente cuando sabía que Tormenta estaba para atraparla al estar trepando por un risco, no tenía miedo, pero justo ahora sí. Pues si resbalaba y caía, nada podría salvarla.

Bajó con mucho cuidado, asegurándose de no tensar la cuerda y tras agobiantes minutos, llegó hasta donde estaban los niños. Podía sentir la fuerte brisa golpear su espalda, pero poniendo un semblante tranquilo para no transmitirle su miedo a los pequeños, les habló.

-Niños, escúchenme bien, sé que tienen miedo, así que debemos hacer esto rápido. Subiré uno por uno porque a los 3 no nos va a soportar la soga. Hagan exactamente lo que les digo y estaremos bien.

-Tenemos miedo señorita Astrid- dijo uno de ellos.

-Yo también, pero no podemos dejar que el miedo nos domine. Somos vikingos y podemos hacerlo- les aseguró, a lo que los niños le asintieron.

Con mucho cuidado, uno de ellos tomó la mano de la rubia para después posicionarse en su espalda y afianzarse a ella.

Con un grito a Eret, empezó a subir la cuerda, pero para no tensarla, Astrid trataba de escalar lo más posible. Ciertamente era más fácil bajar que subir, pues implicaba menos esfuerzo, pero afortunadamente llegaron bien a la orilla, donde la madre del primer niño se acercó para cargarlo y alejarlo del risco, no sin antes darle miles de gracias a la rubia por lo que hizo.

-Uno más y listo Astrid- le mencionó Eret completamente tenso.

-Listo, vamos abajo de nuevo.

La rubia repitió el proceso, pero cuando ya estaba con el otro niño a mitad de camino, escuchó lo que más temía en ese momento, el sonido de la soga rompiéndose de a poco.

Así que, con el corazón en la mano, gritó.

-¡¡Eret, súbenos ahora!!

El pelinegro también detectó que la cuerda no soportaría más y en conjunto con Patapez, tiraron lo más rápido que pudieron.

Estaban a medio metro de llegar cuando la rubia tomó al pequeño niño para aventarlo y que de esta manera alcanzara el risco. Y, justo al hacerlo, la soga finalmente se rompió.

Astrid gritó al sentirse sin un soporte y encajando las uñas en la pared del risco, trató de sujetarse y Eret al ver ese escenario, rápidamente se abalanzó para sujetarla de la mano, y esta enseguida la tomó con evidente temor por saber que podía caer al vacío. Patapez se acercó corriendo para cargar al niño y alejarlo de ahí e inmediatamente después de eso, Eret logró subir a la chica.

La Hofferson soltó un suspiro de alivio y pese a escuchar gritos de la gente preguntándole como estaba, agradeciéndole por lo que hizo o dejándole ver su admiración por aquel riesgo, cerró los ojos para agradecer a los dioses por haberla mantenido a salvo.

-Gracias Eret- le musitó al pelinegro dándole un ligero apretón en la mano.

-Descuida, no agradezcas- devolvió él mientras recuperaba el aliento.

Y de repente, todos se silenciaron y apenas al levantar la mirada, se encontró con Hipo viéndola con un miedo profundo. Astrid se levantó a duras penas antes de ser envuelta por sus brazos protectoramente.

-Carajo, estoy haciendo un sobreesfuerzo para no llorar frente a todos... ¿estás bien? -le susurró con dificultad al oído.

-Lo estoy, los niños también, así que no hay nada que lamentar. Pero vendría bien poner una especie de cerca a zonas específicas por si la gente anda libremente caminando por la orilla- le susurró de vuelta abrazándolo con fuerza para ayudarlo a controlarse.

-Hasta cuando pones tu vida en peligro, sigues pensando en los demás- soltó con cierto tono amargo, pero no estaba enojado, bueno, no tanto.

Sabía que aquel riesgo que corrió su prometida tuvo una razón de ser y, de haber estado él presente, también lo hubiera hecho.

-Perdóname por causarte un susto de muerte- se disculpó apenada sin atreverse a mirarlo a los ojos.

-No me digas nada, porque estoy a nada de derrumbarme y no quiero que nadie más que no seas tú, sepa que no soy tan fuerte- suplicó separándose de ella para inhalar aire profundamente un par de veces para reponerse y sin mirarla, se dio la vuelta- regresen a sus actividades, ya.

Al ver la seriedad de su jefe, todos aquellos que seguían en el risco, se retiraron.

-Acompáñame- dijo sin más el castaño antes de agradecerle a Patapez y Eret con la mirada por haber ayudado a Astrid.

Y mientras la pareja caminaba por la aldea, las madres de los niños estrujaron a la Hofferson en un abrazo para agradecerle su acto tan riesgoso, a lo que esta sencillamente les devolvió un "de nada", acompañado de una sonrisa.

Continuaron con su andar tras esa interrupción, y para cuando entraron a la tienda improvisada del jefe, Astrid se animó a hablar.

-Sé que estás enojado y no te culpo, perdóname Hipo.

-Es que, lo peor de todo es que no fue tu culpa- soltó molesto- ya que, en primer lugar, la culpa fue de esas mujeres por dejar a sus hijos jugar en el risco, son demasiado pequeños como para andar solos. En segundo, lo de las ovejas; ya les había sugerido a Abono y Cubeta reforzar el corral, pero se me olvidó revisar si lo hicieron o no, aunque ya viste el resultado. Y bueno, yo tuve la culpa al no asegurarme que todas las cuerdas que va a ocupar Eret para lo de las poleas eran resistentes, de ser el caso contrario, la cuerda que usaste no se hubiera roto; sé que debíamos probarlas, pero se me juntaron otras tareas. El punto es que, por todos esos errores, pude haberte perdido- sinceró apretando los puños enojado consigo mismo.

-Oye, pero aquí estoy contigo. Además, no es tu culpa; no lo es- aseguró tomando sus manos para que se relajara- eran muchas cosas para controlar y no podías hacerlo solo. Pero, aprendimos de esto, pediremos que solo personal autorizado se acerque al risco por ahora y tendremos control de las cosas que requieren reparación en la aldea- agregó abrazándolo con fuerza, pues al ver esa situación, entendió por completo lo que había hablado con Eret y unos días atrás con Valka.

Hipo no podía hacer todo solo y era afortunado al poder contar con ella para que le ayudara como lo que se convertiría algún día, la futura jefa de Berk, su mano derecha y, sobre todo, su esposa.

-Ay Astrid, no sé qué hice para merecerte, enserio. Cualquier otra persona ya se habría vuelto loca con toda mi situación- musitó él antes de sentarse en el borde de la cama y jalarla sutilmente para hacerla sentarse sobre su regazo.

Para cuando la Hofferson lo hizo, supo que lo único que necesitaría Hipo para tranquilizarse en ese momento, era ese abrazo. Así que, para facilitarle el trabajo, se recargó en su pecho mientras este la abrazaba con cariño, además de comenzar a mecerla.

Y pasando un par de minutos, Haddock soltó un suspiro.

- ¿Estás mejor? -le preguntó ella tiernamente acariciándole la mejilla al verlo con un semblante mucho más relajado.

-Sí, mejor. Gracias- mencionó él agachando la cabeza para besarla.

Mientras que Astrid le rodeó el cuello para poder besarlo mejor, además de darle uno que otro mimo para terminar de tranquilizarlo.

Y al darse unos cuantos besos más, se levantaron para abandonar la tienda tomados de la mano, pues lo quisieran o no, tenían todavía trabajo que hacer, pero optaron por hacerlo juntos.

Aunque, en la última tarea, tuvieron que dividirse nuevamente para acabar más rápido. Pero lo único que tranquilizó a Hipo para dejarla ir fue que su prometida le ayudaría con algo relacionado a la recolección de alimento; eso no podía ser riesgoso, pensó a modo de consuelo. Mientras que él, tuvo que ir de nuevo con su madre a leer unos cuantos papeleos con más exigencias de la aldea.

- ¿Y estás mejor? -le preguntó la castaña tomando maternalmente su mano al verlo tan callado.

-En realidad no, solo conseguí que me dejara de doler el pecho- sinceró sin apartar la mirada de los papeles- sabes... yo había creído que, si hacía todo lo posible por mantenerlos a salvo cuando fue la batalla, iban a poder seguir con su vida, pensé que Astrid podría hacerlo. Ella me lo reprochó a la cara y, ahora que el escenario fue al revés, no puedo dejar de sentirme vacío ante la sola idea de que mi vida hubiera cambiado en un segundo sin darme la oportunidad de hacer algo para evitar que ella se fuera de mi lado.

-Creo que, con el amor, viene la pérdida; es parte del trato hijo.

Al escuchar aquello, Hipo alzó la mirada asombrado, pues esas mismas palabras se las había dicho su padre cuando era un niño.

-A lo que me refiero es que, el que ames a Astrid con todo el corazón, implica que siempre te vas a preocupar por ella y no podrás evitar sentir dolor al imaginar que algo le pueda pasar. Es el equilibrio de la vida, pero al final, vale la pena, pues eres muy feliz con ella ¿no?

-Lo soy- atinó a responder al pensar si su madre era ignorante que su padre había dicho aquella frase en el pasado, pero prefirió que no fuera tema de conversación para ese momento- aunque, sería más feliz si...

-Si te casaras con ella, lo sé- completó con una sonrisa al estar retomando el tema que dejaron pendiente horas antes.

- ¿Es muy obvio?

-No, pero basta con ver tu mirada al decir esas palabras para saber cuánto lo deseas. Aunque, no entiendo ¿por qué no se lo propones? es decir, sé que ya son prometidos y prácticamente solo hace falta acordar fecha.

-Es que, en el viejo Berk ella me dijo que no estábamos listos para dar el paso final- sinceró por lo bajo- y, no quiero presionarla, porque la verdad es que yo ya me sentía más que listo para casarme con ella desde que nos comprometimos y, lo habíamos hablado mucho en el pasado, pero no sé qué pasó ahora.

Valka sonrió de lado al saber la respuesta, sabía porque Astrid dudaba un poco sobre casarse con él. Pero, como había mencionado anteriormente, no podía intervenir, más que darle un pequeño empujón a su hijo.

-Háblalo con ella; la guerra acabó y, siguen siendo un equipo imparable. Se aman y no necesitan de más, propónselo. Estoy segura que ella te dirá que sí.

- ¿Lo crees? -preguntó con esperanza.

La castaña no quería ilusionarlo, pero confiaba en que Astrid y él arreglarían esos cabos sueltos para finalmente poder casarse y hacer una familia, ya que era lo que más querían.

-Lo creo firmemente.

-Gracias mamá- dijo con una sonrisa- bueno, te dejo, debo ir a dejar esto y luego ir a descansar.

-Descansar significa ¿ir a pasar casi toda la noche con Astrid y talvez dormir hasta tarde pensando que palabras decirle para pedirle matrimonio? -preguntó con ligera burla.

-No soy nadie para afirmar o negar esa oración. Buenas noches mamá- soltó con una sonrisa nerviosa antes de salir corriendo del lugar, obteniendo una risa de Valka.

Para cuando el castaño quedó libre de toda tarea, corrió a buscar a su bonita rubia. Donde inmediatamente al encontrarla, la abrazó con fuerza de la cintura.

- ¿Estás bien? -le preguntó ella correspondiéndole torpemente el abrazo, pues la había tomado desprevenida.

-Sí, estoy muy bien- respondió con una enorme sonrisa que derritió el corazón de la Hofferson en menos de 1 minuto.

- ¿Seguro? -preguntó extrañada.

-Seguro... ¿te había dicho lo preciosa que te ves esta noche?

-No deberías decirme cosas así porque debido al estrés de toda la construcción, puede que termine cayendo a la tentación de tus labios- le susurró ella coquetamente al oído dándole a entender que la estaba comenzando a atrapar con sus palabras.

- ¿Y qué tendría de malo? -preguntó él en el mismo tono.

-Te recuerdo que no estamos en la orilla del dragón como para poder escaparnos e irnos a portar mal, en el pasado era más fácil que ahora- mencionó risueña.

-Es una verdadera lástima, sería divertido. Pero ¿al menos podemos ir a tener esa cena después de todo lo que pasó hoy? -le preguntó en su tono usual de voz.

-Claro que sí, vámonos- aseguró tomando su mano antes de comenzar a caminar.

Y, mientras lo hacían, Hipo no paró de escuchar a su corazón latir con fuerza cada que su cabeza repetía constantemente la frase que cambiaría por completo su vida, porque sí; estaba decidido a preguntarle de una vez por todas sobre su futuro. Estaba listo para obtener la respuesta a la pregunta más importante de todas...

Astrid, ¿aceptarías casarte conmigo?

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Muchas gracias por el apoyo que ha empezado a recibir esta historia; espero la sigan disfrutando.

¿Qué les parece hasta ahora?

Nos vemos pronto ;) 


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