Capítulo 1

¡Bienvenidos a este nuevo libro! si es la primera vez que leen algo de mi trabajo, espero le den una oportunidad y para aquellos que ya me conocen, disfruten de su lectura.

Quiero aclarar que para esta historia no contemplo que sea muy extensa y los sucesos tampoco serán continuos; es decir, a veces habrán saltos de tiempo de quizá días, semanas o meses, pero aún así espero la disfruten mucho. 

Sin más que decir, empecemos. 

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POV. Normal

Hace tan solo un par de horas, la vida en Berk era completamente tranquila, pero como dicen, las vueltas de la vida siempre son bastante inesperadas y las cosas cambian constantemente. Por seguridad de todos, los dragones acababan de marcharse tras finalizar la batalla, pero... ¿qué seguía ahora? pensó Astrid, quién con un nudo en la garganta observaba las siluetas de los dragones perdiéndose en el horizonte.

Hipo se encontraba a su lado en completo silencio mientras seguía derramando lágrimas al haber tenido que dejar partir a Chimuelo; su mejor amigo, aquel que estuvo en los momentos más importantes de su vida. Ya que después de haberlo negado por tanto tiempo, al final, tuvo que hacer lo correcto.

Esto se traduce a dividir los mundos, donde vikingos y dragones no compartieran más el mismo espacio, al menos hasta que fueran dignos de merecerlos y que pudieran vivir entre ellos sin mayor riesgo. Así que, por la seguridad de ambos bandos, lo mejor fue aquella ruptura definitiva.

Pero hacerlo tan repentinamente, no significaba que sería fácil, para nada. Hipo podía sentir como su corazón se había quebrado al ver partir a su Furia Nocturna, pero internamente estaba feliz de saber que él estaría a salvo y acompañado, eso le reconfortaba un poco.

Debido a que la batalla contra Grimmel recién había acabado, Astrid podía sentir todo el dolor en su cuerpo por los enfrentamientos que tuvo, pero no se inmutaría hasta que Hipo diera una orden sobre qué hacer. Sin embargo, al mirarlo después de un rato, notó que estaba perdido en sus pensamientos.

Con una sonrisa melancólica, se le acercó despacio para no asustarlo, pues por segundos había olvidado que no llevaba la prótesis consigo y para traer una de repuesto debía caminar al campamento.

-Hipo- le llamó calmadamente.

-Perdóname- dijo este como única respuesta.

- ¿Por qué te disculpas? -preguntó extrañada tomándole la mano con cariño.

-Por no haberte dicho mi decisión. Durante todo este tiempo, me habías planteado una y otra vez los riesgos o soluciones tempranas al problema que teníamos y yo, no te hice caso. Obteniendo al final esto, una amarga y rápida despedida donde ni siquiera te permití despedirte bien de Tormenta, perdóname- le susurró con culpabilidad.

Pero la rubia a pesar de sentir una puñalada en el corazón al saber que no volvería a ver a su querida Nadder; su dulce niña y que no se despidió como hubiera deseado, fue capaz de darle una pequeña sonrisa. Ya que pensó que alguien tenía que mantenerse fuerte y ella había tomado esa responsabilidad.

-No me pidas perdón Hipo, conocía la situación y los riesgos al igual que tú y, aunque no lo aceptáramos en voz alta, internamente todos sabíamos que esto podía ocurrir. Pero es preferible pensar que, con esta decisión que has tomado, todos los dragones estarán a salvo por el resto de sus vidas y, esa fue nuestra misión desde niños, desde el día que formamos los jinetes de dragones, la academia y la orilla del dragón.

-También lo pensé, pero me siento fatal, Astrid. Ni siquiera puedo respirar- confesó por lo bajo tomando bocanadas de aire profundas para mantener la compostura y no venirse abajo allí mismo.

-Lo sé... me encargaré de que tengas un rato a solas, pero primero debes decirles algo; están esperándote, jefe- le susurró al oído, refiriéndose a todos los Berkianos- anda, yo estaré junto a ti.

-Muchas gracias, te necesitaré.

Después de eso, la rubia le pasó el brazo por sobre sus hombros para que se apoyara en ella a pesar de ser más pequeña que él, además de sujetarlo del pecho con la mano que le quedaba libre para que este a saltitos, caminara y se colocara arriba de una roca a modo de tarima para que la gente le pudiera ver y prestara atención más fácilmente. Para cuando estuvo ahí, la Hofferson lo soltó, pero como prometió, se quedó a su lado.

-Escúchenme todos, tengo algo importante que decirles- habló en un grito Haddock para llamar la atención de su gente y, al obtenerla, prosiguió- yo...

Astrid le tomó sutilmente la mano en ese momento para que sintiera su apoyo y cuando este la apretó con fuerza para poder ponerle buena cara a los demás, continuó.

-Espero me entiendan el porqué de esta decisión tan precipitada que tomé. Mi padre me dejó encargada la aldea y, el tener a los dragones aquí, nos convirtió en un blanco fácil. Debía ver por la seguridad de todos nosotros y, ya estábamos contra las cuerdas; saben que soy el primero que hubiera deseado otra solución diferente; créanme que lo intenté. Pero, lo mejor fue hacer esto, los dragones estarán bien y a salvo en el Mundo Oculto... se los aseguro con mi vida. Y en cuanto a nosotros, también lo estaremos, después de todo, somos vikingos; estamos hechos para sobrevivir a lo que sea. Serán días duros a partir de ahora, necesitaremos volver a adaptarnos a la rutina sin ayuda de los dragones, pero sé perfectamente de lo que son capaces de hacer cada uno de ustedes y no podría estar más orgulloso de ello.

Mientras daba su discurso, la rubia sonrió orgullosa. Ya que a pesar de estarse derrumbando por dentro, Hipo todavía tenía ese brillo especial en los ojos para hablar con los demás, de tal modo que les transmitiera confianza y tranquilidad. Y pudo respirar con alivio al ver que la aldea no le miraba con reproche, sino con empatía; pues perfectamente comprendieron que la decisión fue lo mejor.

-Antes de que se vayan a descansar; debo preguntarles a todos lo siguiente. Al habernos convertido en un blanco fácil, tuvimos que huir de nuestro hogar que vio nacer a 7 generaciones; nuestro querido Berk, pero ahora que estamos solos ¿quisieran regresar y recuperar nuestras antiguas vidas o prefieren un nuevo comienzo aquí?

Dicha la pregunta, todos lo meditaron y casi al instante soltaron su respuesta.

¡Nos quedamos aquí!... ¡Podemos hacer casas más grandes!... ¡Hay mucha más variedad de comida en este lugar!, todas esas frases empezaron a escucharse alegremente, haciendo que el castaño se quitara un peso de encima.

Ya que pensó que, después de todo, no había hecho las cosas tan mal.

-Muy bien, pues gracias a todos por su apoyo, comprensión y optimismo. Pueden ir a descansar, celebrar que la batalla se acabó o empezar a hacer los planos de cómo quisieran la construcción de sus nuevos hogares. A lo largo de la semana mi equipo y yo hablaremos con ustedes para empezar cuanto antes a trabajar en el Nuevo Berk.

Terminado el discurso, se escuchó una ola de aplausos a modo de cerrar ese capítulo en sus vidas y sin nada más que agregar, comenzaron a alejarse del acantilado donde despidieron a sus amigos dragones.

Hipo les dio una mirada rápida a Valka, Bocón y su equipo que demostraba su agradecimiento por seguirlo apoyando y después de que estos le dieran a entender que siempre lo harían con gusto, también comenzaron a alejarse para descansar y desahogarse en privado sobre todo lo que había ocurrido.

Dejando únicamente a la pareja en aquel lugar.

Astrid ayudó a Hipo a bajar de la roca y después de ver que este había comenzado a sollozar en silencio, le susurró al oído.

- ¿Dónde quieres estar?

-Aquí.

La Hofferson le asintió en silencio y con mucho cuidado le ayudó a sentarse en el césped. Le tocó con cariño el cabello, pero este se había perdido nuevamente en sus pensamientos, por lo que únicamente suspiró con tristeza.

-Voy a buscar el repuesto de tu pierna- le informó, aunque sabía que no recibiría respuesta.

Se puso en pie y tras dirigirse a la tienda de acampar improvisada del castaño, tomó de su escritorio el repuesto de su pierna. Caminó nuevamente al acantilado, donde Hipo se encontraba cabizbajo.

-Hipo...

-Gracias As, perdona que esté distraído. Ve a descansar, yo estaré bien- le aseguró alzando la vista para tomar su prótesis y dándole un sutil beso en el dorso de la mano.

Astrid ya no fue capaz de darle una respuesta más, pues ella misma estaba experimentando un torbellino de emociones en su interior. Ocasionando que únicamente le asintiera y le diera una ligera caricia en la mejilla antes de retirarse del acantilado.

Se dirigió a su tienda de acampar, donde lo primero que hizo fue quitarse la armadura con algo de desesperación mientras comenzaba a derramar unas cuantas lágrimas. Habían pasado muchas cosas en tan poco tiempo.

El cuerpo le dolía y cuando se alzó la blusa supo porqué. A pesar de haber portado la armadura, había sufrido de unos cuantos cortes y su estómago estaba lleno de moretones. Maldijo por lo bajo, pero, estaba agotada como para atender sus heridas; de cualquier forma, no eran graves. Por lo que, al instante de tocar su cama, se quedó dormida.

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Pasaron cerca de unas 2 horas en las que Astrid consiguió descansar un poco, pero en un momento terminó abriendo los ojos de golpe por el dolor de sus heridas y provocando que se levantara enseguida.

Reprimiendo el dolor, se acercó a sus cosas que seguían sin desempacar para buscar un cofre de primeros auxilios. Pero, no tenía la energía suficiente para escombrar entre todas las cajas y bolsas.

-Astrid, soy yo ¿puedo pasar? -preguntó Hipo desde afuera, para sorpresa de la rubia.

-Uhm, no. Estoy ocupada- atinó a responder, pues claramente no quería dejarle ver que estaba herida- vuelve en un rato- agregó en un hilo de voz mientras intentaba jalar una caja pesada, pero hacerlo, implicaba mucho dolor.

- ¿Estás bien? -preguntó este con preocupación al escuchar el tono de su voz.

-Sí, sí. De maravilla... ¡ay Thor, maldita sea, eso dolió!

Ante ese grito, el castaño entró al lugar sin más, donde se encontró que su prometida estaba sujetándose con fuerza el brazo. Pues hasta ese instante, Astrid entendió porque le dolía tanto; estaba sangrando.

-Astrid- susurró con horror antes de inclinarse a su lado- ¿por qué en nombre de todos los dioses no me dijiste que te hirieron?

-Porque estoy bien Hipo.

-No sé porque pregunto, siempre seguirás siendo terca- dijo resignado mientras tomaba la caja que la rubia había querido jalar desde un inicio para tomar las cosas que necesitaría para sanar sus heridas.

Con mucha delicadeza, sanó cada lesión, además de ponerle el vendaje necesario y para cuando la había recostado en la cama, le aplicó algo de pomada en la zona de su vientre para que los moretones comenzaran a desinflamarse.

-Astrid, por favor, ya no hagas más esto- suplicó con un nudo en la garganta- no me des más sustos de muerte como este; no soy nada fuerte y eres todo lo que me queda. No te pongas en peligro, no más- insistió mientras seguía masajeando con delicadeza su abdomen.

Con esas palabras, la Hofferson frunció el ceño, puesto que tocó un tema clave que no había querido reclamarle por el estado en el que se encontraba tras la despedida. Y ese era el hecho de que se hubiera dejado caer al vacío a una muerte segura de no ser por la Furia Luminosa.

Pero, tampoco estaba de ánimos como para tocar aquel tema y todo lo que conllevaba; talvez mañana. Por lo que no le dio una respuesta a ello, no era día para esa conversación.

- ¿Estás mejor ahora que pudiste pensar las cosas? -preguntó para cambiar de tema.

-No- sinceró sintiéndose tan tonto por no poder controlar el sonido de su voz- cuando te fuiste, me sentí tan miserable. Estaba completamente solo y aunque me fue bueno los primeros minutos, después ya no pude más. Era demasiado para soportar solo, aun así aguanté 2 horas en ese lugar hasta que llegué al límite. Vine corriendo a buscarte, no quiero estar solo y no quiero estar con nadie más que no seas tú... ¿puedo quedarme a dormir contigo?

La rubia podía notar el dolor en sus ojos y sintiendo toda su tristeza, estiró la mano para acariciarle la mejilla, a lo que este se dejó recibir el mimo cerrando los ojos para disfrutar del tacto.

-Claro que sí, ven aquí- invitó abriendo los brazos para que la abrazara.

Él así lo hizo, pero con mucho cuidado para no lastimarla más de lo que ya estaba y para cuando se refugió en sus brazos, sintió como las lágrimas comenzaron a salir.

-No reprimas el llanto, yo estoy aquí- le susurró la rubia con cariño.

-No quiero llorar, ya no. Es mucho sufrimiento, además que me siento tonto al hacerlo, no me gusta sentirme vulnerable- respondió mientras ocultaba el rostro en su cabello.

-Tenemos trabajo que hacer las siguientes semanas y necesitas estar concentrado. Permítete pasar por el duelo, vamos... no quiero que sufras como lo hiciste cuando tu padre falleció, yo estoy aquí y la vulnerabilidad jamás será mala mientras estés conmigo- pidió mientras lo mecía en sus brazos.

-No quiero trabajar mañana, ya no tengo cara para los demás. Solo quiero olvidarme de todo para cuidarte- sinceró mientras volvía a darle un pequeño masaje en su abdomen lastimado.

-Bueno, creo que podemos tomarnos el día libre o al menos la mitad- aceptó sin más- pero llora.

Después de eso, le tomó del rostro para mirarlo a los ojos. Eso fue lo que necesitó Haddock para finalmente romperse y echar a llorar con fuerza. Astrid lo abrazó con firmeza y no hizo nada más que consolarlo rascándole el cabello tiernamente mientras ella aprovechaba la oportunidad para también desahogarse, solo que en silencio.

Cuando pasó cerca de otra hora, Hipo se quedó completamente dormido acurrucado en su pecho. Astrid le abrazó con cariño, pues sabía por todo el sufrimiento y estrés que había atravesado.

-Astrid, disculpa que te moleste, pero ¿está Hipo contigo?

Aquella voz hizo que Astrid levantara la mirada sin saber que hacer realmente, pero le había hecho una promesa a su castaño; dejaría que pasara la noche con ella.

-No Valka, no lo veo desde hace rato- le mencionó sin abandonar su lugar.

-Ay dioses, es que no sé dónde se metió y estoy preocupada.

La Hofferson se sintió mal al haberle mentido a la mujer, así que soltó un suspiro cansado.

-Lo siento Valka, te mentí. Sí está aquí, puedes entrar- mencionó mientras se enderezaba para quedar sentada en la cama mientras que Hipo, aún dormido, se acomodó sobre su regazo para seguir descansando.

La castaña entró al lugar y al ver a su hijo cómodamente en los brazos de su novia, sonrió de lado.

-Quiso escapar de todo y todos ¿verdad? -le preguntó en un susurro para evitar despertarlo.

-Sí, no tiene ganas de nada. Está decaído y no sé si yo sea lo suficiente para levantarle el ánimo- confesó con melancolía.

-Astrid, él te ama ¿por qué no serías suficiente? -preguntó sin entender.

-Sabes a lo que me refiero Valka, no soy un dragón; no soy Chimuelo.

-Querida, tú eres la voz de su razón, su principal soporte- le aseguró, aunque la mencionada no lo vio así- ¿ya le dijiste que piensas de esa manera?

-No, ya tiene bastantes cosas en la cabeza como para que le diga mis problemas, pero sé que debo decirle. Solo que no hoy.

-De acuerdo, espero puedas decírselo para que ambos estén bien- dijo sin más, porque aquel tema no le correspondía en lo absoluto, mucho menos intervenir. Solo a su hijo y Astrid- ¿se quedará a dormir contigo?

-No quiero dejarlo solo, así que sí ¿crees que habrá algún problema con eso? sabes que no haremos nada que esté prohibido, pero la gente siempre cuchichea y distorsiona la información.

-No, yo creo que, dada la situación que vivimos, es entendible al menos para mí; yo habría hecho lo mismo con Estoico. Solo te pediré una cosa, linda, cuídalo mucho y de cualquier forma, yo los cubro para que nadie se entere- pidió mientras se acercaba a la salida.

-Siempre lo hago, descuida; lo protegeré- le aseguró con media sonrisa.

-Gracias Astrid. Vuelvo en un instante; te traeré algo de comer y para él, por si despierta- aseguró devolviéndole el gesto- porque estoy segura que tienes hambre, pero no vas a dejarlo aquí.

-Es verdad, muchas gracias Valka.

Después de eso, la mujer le sonrió y se fue.

Astrid volvió a recostarse para abrazar y mimar al castaño y cuando Valka regresó para dejarles comida, la rubia comenzó a degustar sus alimentos.

Y debido al olor de la comida, Hipo despertó.

-Hola, vamos, come algo antes de que vuelvas a dormir- le pidió la chica dándole un beso en la frente.

- ¿Quién te lo trajo? -preguntó adormilado mientras aceptaba el pedazo de pan que su novia le ofrecía.

-Tu madre.

-Ay no, no me digas que tendré que irme- mencionó asustado.

-No, tranquilo; nos va a cubrir la espalda. Confía en que no vamos a hacer nada malo- interrumpió sutilmente mientras terminaba sus alimentos.

-Bueno, no hoy. Después podremos portarnos mal- mencionó con ligera gracia.

-Hipo, por favor. No digas esas cosas en voz alta que nos expulsarían de la isla- devolvió en una risa, pues ninguno de los dos era completamente inocente.

-Bueno ya. Pero enserio siento alivio de poder quedarme... sabes, tú eres mi luz al final del túnel y te lo digo de verdad. Te amo Mi lady- sinceró de repente, haciendo que Astrid se extrañara de sus palabras.

- ¿Te sientes bien? ¿Enfermaste?

-No, pero lo que te digo viene desde el fondo de mi corazón- soltó sin más alzándose de hombros antes de terminarse su comida.

-Pues gracias, también te amo Babe, demasiado- devolvió yendo a refugiarse a sus brazos, pues pese a estar algo molesta con él, lo amaba; era el amor de su vida.

Este la abrazó de vuelta y para cuando se unieron en un beso, Hipo sonrió enormemente por primera vez en todo ese tiempo.

-Así, sonríe; no apagues tu sonrisa jamás ¿de acuerdo? -le susurró esta sobre sus labios.

-Por ti, lo voy a intentar- prometió uniendo su frente a la de ella- pero hoy no creo poder más tanto por la despedida, como por la batalla. Así que ¿crees que podemos ir a dormir? de seguro estás agotada al igual que yo.

-Desde luego, merecemos un descanso- aseguró mientras se deshacía su trenza, además de quitarse las botas y su falda.

Y debido a que Hipo seguía llevando su armadura, se la retiró, además de la prótesis y bota. Quedando únicamente en camisa y pantalones.

Para cuando Astrid estaba por recostarse, el castaño extendió los brazos para invitarla a dormirse en un abrazo. Acto que por supuesto no rechazó. Se abrazó a su cadera y teniendo la cabeza en su pecho, se dejó arrullar por los latidos de su corazón hasta que, finalmente fue presa del sueño. Mientras que Hipo, quedó atrapado en un sueño profundo al sentir la calidez del cuerpo de Astrid, así como del bonito olor de su cabello.

.

A la mañana siguiente, ninguno fue capaz de levantarse temprano, pero no les importó en lo absoluto. El ánimo de ambos no estaba en las mejores condiciones, así que no se molestaron en abandonar ni la tienda ni la cama.

Astrid se mantuvo pensativa mientras seguían recostados sencillamente dejando que el tiempo avanzara.

- ¿Qué tienes? -le preguntó el castaño tomándola del mentón.

-Nada, no me pasa nada- cortó en un cansado suspiro.

-Astrid, te conozco bien. Dime que ocurre- pidió sentándose en la cama.

La chica imitó su acción y, apartando la mirada, optó por hablar.

-No quería hablar de esto ahorita por cómo estamos, pero en verdad ya no aguanto... estoy enojada.

- ¿Enojada? ¿Con quién? -preguntó y al no recibir respuesta, agregó- ¿conmigo?

-Sí, contigo.

-Pero... ¿qué hice mal?

-Deberías saberlo- encaró hablando con su tono pasivo-agresivo.

El cual detectó Haddock a la perfección y que le llevó inevitablemente a unos recuerdos del pasado nada agradables, donde habían tenido una discusión a causa de un descuido de su parte. Y, claramente no quería volver a repetir la historia. Por lo que esta vez viajó a sus recuerdos para analizar que era aquello que había hecho enojar a su novia y tras unos breves segundos, abrió los ojos de par en par.

-Te refieres a lo que pasó con Grimmel y....

-A eso- cortó sin más- de todas las cosas estúpidas que podías hacer, elegiste esa. La que más te ponía en peligro.

-Astrid, lo siento, es que yo no podía dejar que Chimuelo muriera- intentó explicar.

- ¡Es que eso ya lo sé! no te estoy pidiendo explicaciones o recriminando por eso. Sé que estabas dispuesto a dar tu vida por él, pero ese es el problema ¿¡por qué poner tu vida en riesgo de esa manera!? -soltó poniéndose de pie y sin dejar de mirarlo molesta.

Haddock no comprendió a que se refería su novia, pues, desde siempre habían arriesgado sus vidas todos los días; ya eran como gajes del oficio.

-No entiendo... siempre habíamos arriesgado todo ¿qué fue diferente esta vez? -preguntó sin intención de llevarle la contraria, simplemente era que le causaba confusión.

-Fue distinto. Las anteriores veces, al menos había alguien para respaldarnos. Ya fuera un aliado, algún jinete o dragón, tú no tenías a nadie ahí... dime Hipo ¿¡qué hubiera pasado si la Furia Luminosa no regresaba a salvarte!? -demandó alzando la voz.

-Lo siento mucho, no lo pensé a consciencia. Solo me importó mantener a todos a salvo y sé que lo hubieran estado; sé que tú hubieras estado bien.

-Carajo ¿¡qué estupidez dices!? si hubieras muerto, me habrías dejado sola ¡¡completamente sola!! ¿dónde hubiera quedado el siempre que tanto nos habíamos jurado desde hacía años? ¿acaso pensaste en esa promesa? ¡no, claro que no! no te importó la posibilidad de romperme en mil pedazos al saber que no hubiera alcanzado a salvarte para escuchar tu voz una vez más- sinceró sin poder detener el mar de lágrimas que se avecinaba.

El castaño se levantó inmediatamente para abrazarla, pero esta se apartó de su lado.

-Conocíamos los límites y tú, los cruzaste por voluntad propia, no porque no tuviéramos control de la situación- susurró con dolor- no puedo vivir sin ti y parece que crees lo contrario.

Y después de eso, le dio la espalda para abrazarse a sí misma para intentar consolarse, pero no era lo mismo que Hipo la abrazara. Este al observarla con culpabilidad, no se rindió y la abrazó por la espalda con fuerza.

A pesar de que la rubia puso resistencia en un inicio, terminó cediendo al contacto.

-Perdóname, tienes razón... crucé los límites. Te juro que lo que menos quería hacer era lastimarte y mucho menos dejarte sola; perdóname. Soy un estúpido impulsivo que no midió sus actos- musitó este con dolor- de verdad perdóname, al pensar que la situación hubiera sido al revés, también estaría molesto contigo, porque no puedo vivir sin ti. Ayer te dije que ya no te arriesgaras, cuando yo lo hice; soné como un completo hipócrita, de verdad perdóname.

La Hofferson no respondió, simplemente se giró para abrazarlo con fuerza. Y tras varios minutos, se tranquilizó.

-Te voy a perdonar con la única condición de que, ya no más. Ya no quiero pasar por esto, quiero que seamos una pareja normal con una vida común y corriente. No quiero preocuparme a cada minuto de si tienes enemigos queriendo tu cabeza, que si debemos huir, separarnos o implementar una estrategia improvisada y arriesgada porque estamos en la cuerda floja. No a menos que sea estrictamente necesario, ya quiero vivir en paz como el resto- pidió en un susurro apenas audible.

-Te lo prometo, no más. Creo que ya atravesamos esa faceta donde la aventura extrema era lo principal, así como el riesgo y la adrenalina, pero ya es tiempo de relajarnos y de disfrutar de la paz y tranquilidad- le aseguró besando su cabeza.

-Está bien, gracias.

- ¿Estoy perdonado?

-Nunca podría enojarme contigo realmente, lo sabes. Más bien perdóname por reaccionar así; odio gritarte- admitió avergonzada.

-Está bien As, sé cuáles fueron tus intenciones, pero estuviste bien al hacerlo, incluso me merecía un golpe por mi imprudencia- mencionó risueño.

-Talvez luego te lo dé- amenazó divertida antes de poner un semblante más serio- cambiemos de tema, ¿pudiste descansar por todo lo que pasó ayer?

Ante dicha pregunta, Hipo dejó de reír para soltar un suspiro.

-Pude hacerlo gracias a que te tenía a ti, ciertamente será un proceso largo, pero confío en que un día saldremos adelante ¿verdad?

-Por supuesto que sí, lo lograremos juntos.

-Juntos.

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Al caer la tarde, la pareja se encontraba paseando por lo que sería el Nuevo Berk y pese a que, habían prometido no trabajar por ese día, fue necesario.

Pero no empezaron por algo difícil; únicamente escuchando y recolectando todas las ideas para la nueva construcción de la aldea. Y al terminar con ello, optaron por sentarse en el césped, fuera de las tiendas de acampar para conversar.

-Ya sé que te dije que no trabajaríamos, pero tengo muchas ideas justo ahora y necesito una segunda opinión ¿te importa? -preguntó él rascándose la nuca avergonzado.

-Para nada; sabes que estoy para ayudarte- respondió esta dándole una sonrisa de lado.

-Mira, pensé en esta forma de organización ¿qué dices? -soltó entregándole un pliego de papel donde había dibujado un plano de las viviendas.

La Hofferson lo tomó y después de soltar un suspiro, lo analizó a detalle. Y tras un par de minutos, habló.

-Me encanta la idea de que las casas sean más grandes y con diseños un poco más modernos, como los que solíamos tener en la orilla del dragón. Pero, ¿no crees que dado a que aquí tenemos muchas colinas podríamos aprovechar para poner las casas con una base? es decir, para darles altura. También estaba viendo que hay árboles inmensos, podríamos sacarles provecho para poner casas en los troncos más grandes, así como en las subidas. Para que la mayoría se quede en el centro y no tengamos que causar un desorden a la parte de donde vamos a obtener el agua y alimento... y amo tu idea de instalar poleas en uno de los riscos para que sea la base de los barcos ahora que regresaremos a ese sistema; de hecho, se parece mucho al que remodelaste en el viejo Berk hace años, me encanta- mencionó con entusiasmo.

Pero Hipo no dio una respuesta a cambio, simplemente se le quedó mirando.

-Uhm ¿pasa algo?

-Nada, lo siento, es que las ideas son sensacionales y las estaba procesando. Me agrada bastante, en estos días hacemos un nuevo boceto para ver cómo queda la organización y comunicárselas al resto.

-Más que de acuerdo contigo.

-Sabes, eres mejor jefa que yo As. Contigo al mando podrían sobrevivir sin problemas- comentó con una pequeña risa.

-No, no, no... tú eres mejor jefe al 100%. No podría con lo que haces, yo te admiro- aseguró tomando sus manos.

- ¿Entonces fue cierto lo que me dijiste en el acantilado? -preguntó de repente.

-Totalmente. Soy la persona que soy el día de hoy gracias a ti, aunque no lo creas. Me has enseñado tanto estos años Hipo que, no podría elegir a nadie más para admirar. Es cierto que todos tenemos defectos y a veces es más fácil decirlos, pero al verte, digo: que hombre tan brillante, humilde, sensible y lleno de ambiciones.

Haddock se sonrojó en ese momento, pero aquellas palabras fueron un cobijo enorme para su corazón. Solo Astrid podía hacerlo sentirse así, con los sentimientos a flor de piel.

Pero antes de poder darle una respuesta, esta volvió a hablar.

-A propósito, ya que mencionas la conversación que tuvimos ¿cómo es que recordaste la respuesta que dijiste 7 años atrás ante mi cuestionamiento? no pensé que lo harías, pero fue un lindo detalle.

- ¿Por qué no recordaría lo que dije en una conversación que marcó un antes y un después a la hora de hacer frente a mis problemas? -respondió con una sonrisa- tú me hiciste ver que no tenía nada de malo ser diferente, que no importaba que no fuera el vikingo promedio... por tanto, al responder la pregunta ¿qué harás al respecto?, que tanto me llenó de confianza, fue muy sencillo y nostálgico responderte como aquella vez; probablemente algo estúpido.

-El que seas diferente me hizo enamorarme de ti- sinceró con ternura.

-Y el que seas tan valiente y firme por lograr lo que quieres, hizo que me enamorara de ti, además de admirarte y motivarme a seguir adelante todos los días- devolvió antes de unir sus labios a los de ella.

Las cosas estaban claras, ambos sentían admiración por el otro, tanto por lo que hacían como por su forma de ser.

-Oye, no quieras seducirme para ir a la cama, jefe Haddock- bromeó Astrid por lo bajo cuando sintió que este le comenzaba a acariciar las piernas.

-Yo no sería capaz de hacer algo así- aseguró fingiendo inocencia.

-Mentiroso- respondió en una risa- pero bueno... ¿ahora qué?

- ¿Tienes ánimos de recorrer la aldea para establecer el perímetro?

-Claro, esa siempre ha sido mi área- aseguró con una sonrisa orgullosa.

Así que, con aquella invitación, caminaron para verificar que todo el lugar fuera realmente seguro.

-Oye ¿y por qué no has querido hablar mucho con alguien del equipo o Bocón y tu madre? -le preguntó ella mientras subían una colina.

-Actué egoístamente por mucho tiempo; trayendo a los dragones a nuestro hogar para crear mi utopía deseada y todos me siguieron sin oponerse. Les hice estar en este mundo por años y ahora que se los arrebaté de la nada, sin dejar que se despidieran apropiadamente de sus dragones, me da vergüenza verlos a la cara. Contigo es una cosa, porque habíamos hablado indirectamente del asunto, conoces como pienso y a ti no fue necesario explicarte las cosas con palabras; entendiste a la perfección con una sola mirada. Pero con ellos es diferente, ellos no escuchan cada pensamiento que tengo como para que pudieran digerir un poco más el cambio- informó con pesar, haciendo que Astrid se detuviera y en el proceso él.

-A ver, es cierto que cambiaste muchas cosas en Berk, pero nadie se quejó de eso. ¿Qué el dejar que tantos dragones se unieran a nosotros nos puso en peligro? sí, pero no porque tú lo hubieras deseado. La idea de tu mundo ideal era preciosa, pero no realizable a largo plazo. Tú lo dijiste, este mundo no se merece aún a los dragones y de eso no tienes la culpa. Lo que hiciste ayer fue enmendar las cosas que se salieron de control, permitiste que ambos bandos pudiéramos vivir tranquilos y en paz. Los chicos lo saben, saben que dejaste ir a sus dragones a un lugar seguro; nadie desafió lo que dijiste porque creen y confían en ti; te ganaste el respeto de todos... y tu palabra fue suficiente para que dejaran el tema- reconfortó acunando su rostro- ya libera esa presión de tus hombros.

-Creo que soy muy duro conmigo mismo.

-Creo que siempre hacemos eso, no eres el único.

-Gracias Mi lady, como siempre, tienes las palabras correctas para los momentos precisos- aseguró abrazándola con amor.

-De nada- susurró con ternura.

- ¿Y si alguien pregunta por el paradero del Mundo Oculto?

-Estás de acuerdo en que los rumores siempre corren rápido ¿no?

-Sí.

-Y que entre menos gente sepa algo sobre el lugar, estarán más a salvo los dragones.

-Entiendo. El secreto se queda entre nosotros ¿verdad?

-Uno más que nos llevaremos al Valhalla junto a todas nuestras promesas- susurró como temiendo a que alguien les escuchara.

-Estoy más que contento de guardar este secreto contigo y nadie más. Una cosa más a la lista- sinceró con una sonrisa- oye, me gustó haber descubierto ese lugar juntos; realmente se quedará en mi memoria por siempre.

-Ciertamente; el lugar era precioso y el ver que todo nuestro sacrificio porque los dragones siempre estuvieran a salvo, valió la pena al final del día, me reconforta. Estoy segura que empezarán a convocar a todos los demás allí para vivir tranquilamente.

-A mí también, no era la utopía que tenía en mente, pero sí la que todos necesitábamos.

-Pues bueno, ahora que estás más tranquilo con ese tema, por favor, habla con los demás. No temas de sus reacciones, eres su líder y lo serás siempre. Ninguno te va a abandonar aún y cuando te equivoques.

-Está bien, mañana hablaré con ellos, pero por lo que resta del día, solo quiero estar así. En calma y contigo.

-Bueno, yo encantada de esa invitación tan perfecta.

Y después de eso, no hicieron más que unir frentes tiernamente antes de seguir recorriendo el Nuevo Berk tomados de la mano; su nuevo hogar, el cual sería testigo de crear más recuerdos y aventuras como equipo.

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Y así es como terminamos este primer capítulo ¿qué les pareció?

Nos vemos pronto ;)

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