1.
¿Nunca han querido devolver el tiempo?, ¿quedarse en casa en vez de ir a un lugar?, Pues bien, yo deseo eso, también deseo que las personas que quería me hubieran creído, pero por desgracia ya no puedo hacer nada, se preguntarán quien soy, pues bien, se los diré. Mi nombre es Pietro Maximoff y esta es la historia de cómo las cosas se tornaron confusas y oscuras.
¿Por dónde empezamos?, bueno creo que empezaremos por aquella tarde del catorce de octubre, cuando la brisa es un poco fría, cuando las hojas de los árboles comenzaron a desprenderse, tornando el suelo de hermosos matices anaranjados, rojizos y cafés, ese día era como todos los demás, me encontraba haciendo mi hobbie favorito, la fotografía, mi hermana Wanda me había dicho que debía volver a casa antes de las siete de la tarde, pero me había distraído tanto que se me fue la noción del tiempo; quizás habría sido tarde en la noche, a eso de las nueve cuando mire mi reloj y supe que debía volver a casa, guarde mi cámara, luego revise mi celular dándome cuenta que habían veinte llamadas perdidas de mi Padre, solté un suspiro de molestia sabiendo que cuando llegara a mi hogar me esperaba una fuerte reprimenda.
Apresurado comencé a correr en dirección a mi hogar, a decir verdad aquel día no debía estar a esas horas por aquellos lugares, estaba violando en toque de queda que la alcaldía había puesto debido a los ataques del "arquero", aquel asesino en serie a quien se le atribuían cuarenta homicidios, aunque su último ataque había sido hace dos años, la policía no se permitía bajar la guardia, me acuerdo que estaba tan preocupado por inventarle una buena excusa a mi Padre para justificar la tardanza, que no me percate del desnivel en la acera y tropecé, estaba esperando el fuerte golpe, pero este nunca llego, en cambio fui sujetado por unos fuertes brazos.
一Ten cuidado niño, ese hubiera sido un fuerte golpe — Aun en estos días recuerdo aquella voz tan bien, tan gruesa y varonil, que podía sacar más que un suspiro.
—Muchas gracias.
—No hay de que... —Comentó con una voz que incitaba a que le dijera algo más, al cabo de unos segundo por fin lo entendí.
—Pietro, mi nombre es Pietro Maximoff— le dije y pude percibir una sonrisa en sus labios de autosuficiencia como si hubiera conseguido lo que quería, y en sí, eso fue lo que paso.
—No hay de que Pietro, por cierto, deberías ir a casa no es bueno que estés a estas horas por aquí y menos soló, así que... ten cuidado— Después de decir aquello solo se fue dejándome soló pero después de un tiempo me daría cuenta que haberle dicho mi nombre fue el peor error que pude haber cometido en toda mi vida, porque aquel encuentro marcó mi destino; fue el inicio del fin.
Tal vez muchos pensaran que estoy exagerando, en sí, ya mucho lo pensaron, pero fue el veinte de octubre cuando todo cambio, me empecé a sentir observado, como si alguien analizara cada uno de mis movimientos, pasó un mes, tal vez dos, eso ya no lo sé, pero aquello empeoro. Solo quería creer que aquellos pasos que escuchaba siguiéndome era solo mi imaginación, producto también de mi paranoia como muchas veces me había dicho mi hermana gemela, pero aquella opresión en mi pecho me decía que eran reales, que corriera porque estaba en peligro, me pregunto ¿Por qué no le hice caso a ese sentimiento?, hasta hoy no he podido hallar la respuesta.
En verdad, ni a mi peor enemigo le deseo que sienta aquel miedo irracional que yo sentí, recuerdo haber llorado muchas veces sin razón aparente cada vez que llegaba a mi casa, sospecho que eran lágrimas de alivio por sentirme a salvo, ya casi no salía de mi hogar al menos que fuera para ir a la universidad, no me podía dar el lujo de faltar en mi último año de carrera, fue el treinta y uno de diciembre cuando escuche unos fuertes golpes fuera de mi habitación, sabía quién era así que le abrí la puerta, cuando lo hice mi padre Erick me miraba con el ceño fruncido, sabía que estaba enojado.
—Hijo no me hagas repetir esto otra vez porque no lo hare, te vistes con la ropa que te compro charles y bajas en diez minutos para irnos a la fiesta que hará mi gran amigo Howard Stark en su mansión para celebrar el año nuevo y también el compromiso de su hijo con el capitán Rogers ¿entendido? —Preguntó mi padre por lo cual en ese momento solo solté un fuerte suspiro.
—Padre, por favor escúchame, no quiero ir tengo un mal presentimiento, ¿Por qué nadie me cree que alguien me sigue?, tengo miedo, por favor deja que me quede en casa al menos por hoy—Recuerdo que le suplique casi con lágrimas en mis ojo pero su respuesta fue la misma, un rotundo no.
—No, Pietro ya hablamos de esto, nadie de está siguiendo, entiende eso ¿sí? —Yo solo pude asentir sabiendo que aquella discusión no la ganaría—Perfecto, en diez minutos abajo, no me hagas subir por ti— después de decir aquellas palabras mi padre solo se fue.
Algunas personas cuando tienen un mal presentimiento casi nunca suceden y se asocia a los nervios. Pero en mi caso, no fue así, mi mal presentimiento se hizo real, eran pasadas las doce de la noche, todos se habían deseado feliz año nuevo, la fiesta estaba divertida, hasta podía ver a mi hermana bailando felizmente con su novio Visión, también a Tony hablando y riendo con su prometido Steve, todo estaba perfecto, decidí salir de la mansión para tomar un poco de aire fresco, camine un poco hasta estar alejado de esta, después de todo ¿Qué era lo peor que me podría pasar?, ¡Oh!, eso fue un grave error, porque en unos minutos iba a saber que en verdad algo muy malo me iba a pasar, recuerdo que eran la una de la mañana cuando sucedió, una pequeña fecha se incrusto en mi cuello, empecé a sentirme mareado, perdí el equilibrio cayendo con fuerza sobre la fría y gruesa nieve.
—Te lo dije que no era bueno estar a estas horas por aquí niño y menos soló, también te advertí que tuvieras cuidado. — Comentó aquella voz que reconocía como la del señor que me había ayudado la noche del catorce de octubre.
— ¿De qué me debía cuidar? —logre decir con la poca fuerza que me quedaba.
—No es de que Pietro, si no de quien, debías cuidarte de mí —aquella sonrisa que vi después de que dijera eso, me helaba los huesos, eran tan macabra, era como si viera sonreír al mismísimo diablo.
— ¿Quién eres? —Pregunté sabiendo que en pocos segundos quedaré inconsciente.
—Soy el arquero— si alguien hubiera podido ver mi cara en ese momento estaba seguro que solo vería un rostro lleno de pánico y miedo, sabía que quien caía en las garras del arquero no volvía con vida, quería llorar pero no podía, vi por última vez esa sonrisa macabra antes de que todo se volviera negro para mí.
En ese momento lo único claro que tenía era que faltaba pocas horas, tal vez días o semanas para que mi último aliento en esta tierra fuera exhalado.
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¡Volvi!, ¿Me extrañaron?, yo a ustedes si, por eso decidí ya subir esta nuevo mini-fic, espero que les guste, estoy es algo diferente a lo que escribo normalmente así que cualquier critica constructiva se acepta, lo siento por las faltas ortografías estoy trabajando en ello.
¡Los amo!.
Blxck-Sky se despide hasta la próxima, actualizare en mañana o el martes.
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