9 (Reescrito)
Acompaño a los chicos hasta la puerta de la casa, escuchándolos aún bromear entre ellos, aún se me hace extraño estar rodeada de tantas personas que aprecian y me dan la oportunidad de poder unirme a ellos como manada; momentos como este me llenan de un sentimiento cálido al que no logro ponerle un nombre, pero que no quiero que desaparezca. Todavía estoy cabreada con JungKook por lo sucedido, pero ni puedo, ni quiero pagarlo con los demás Alfas, que sí se están esforzando por conocerme y ayudarme a integrarme en la manada. Al llegar a la puerta me despido de los siete lobos y subo a buscar a Min Ho, debe estar sorprendido y asustado por todo lo que ha pasado en tan poco tiempo.
Pero grande es mi sorpresa cuando, al acercarme al marco de la puerta, vislumbro una bola de pelo blanco que respira despacio y deja escapar algún que otro ronquido de vez en cuando. No quiero apartar la mirada de él, supongo que tantas feromonas de golpe han debido de agotarle, así que me quedo ahí, viéndole dormir plácidamente en su cama, me alegro de que se sienta lo suficientemente seguro como para ser capaz de dormir en un lugar desconocido como lo es mi casa. Dejo la puerta entrecerrada y bajo al salón para recoger los platos de comida y aprovechar para estudiar durante un rato.
Cuando ya lo he metido todo en el lavavajillas, y tengo la taza de café en mis manos, me dejo caer en el sofá y me pongo manos a la obra, tengo muy poco tiempo para aprenderme el montón de leyes que me han dado, y aunque me pongo a ello con todas mis ganas, al saber lo que me estoy jugando si no consigo aprobarlo, no puedo evitar pensar, de vez en cuando, que tal vez esto no sea lo mío, que tal vez no seré capaz de pasar esta última prueba para poder continuar con el semi-plan que creé al conocer a Min Ho.
No puedo pensar de esa manera, yo misma me lo estoy diciendo, todo esto, ahora mismo, es por y para Min Ho, para que lo que le queda de infancia y adolescencia pueda tener un mejor futuro, una vida más alegre y despreocupada en la que sepa que no está solo, que puede contar conmigo. Creo que me estoy proyectando el Omega¸ es algo cada vez más obvio para mí, que sé lo que es criarse en soledad, y aunque sé perfectamente que nuestras situaciones no son del todo iguales, sino bastante diferentes, no puedo evitar caer, en el que probablemente sea un error, y compararnos.
Los pasos de Min Ho por las escaleras me sorprenden, no tengo la más mínima idea del tiempo que llevo estudiando, porque me he centrado nada más en intentar comprender las extrañas palabras que se me han ido presentando, le miro, aún con los papeles sobre mis piernas y la taza ya vacía sobre la mesa, ¿en qué momento me terminé el café?, aún parece adormilado, seguramente acaba de despertarse. Se tumba junto a mí en el sofá y me mira con los ojos llenos de curiosidad.
—¿Qué estás estudiando? — su voz suena un poco más grave de lo normal, lo que me hace bastante gracia, para ser sincera, pero levanto algunas hojas hasta ponerlas a su altura y pueda ver mejor lo que está escrito en los papeles.
—Las leyes de la manada. — me estiro en el sitio, siento mis músculos agarrotados y una necesidad imperiosa de salir corriendo y gastar energía me llena el cuerpo de un segundo para otro, instintivamente miro por la ventana del salón y no puedo evitar ver el bosque que rodea toda la parte trasera de la casa; estar tanto tiempo quieta y en mi forma humana es algo a lo que todavía no logro acostumbrarme, aunque tampoco sé si alguna vez llegaré a acostumbrarme. —Por cierto, Min Ho, ¿cuántos años tienes? — sus ojos se abren, llenos de sorpresa ante mi pregunta. Mi lobo está deseando salir al bosque y correr como solía hacer antes, pero no sé su edad y no quiero arriesgarme a que algo pueda pasarle por ser todavía demasiado pequeño; el bosque es un lugar precioso, pero también está lleno de peligros a los que no quiero exponerle.
—Cierto, nunca te dije mi edad, tengo doce años. — parece titubear al decírmelo, creo saber por qué lo hace, pero no quiero que se preocupe. Puedo entender que la mayoría de lobos que adoptan buscan en su mayoría cachorros jóvenes o bebés y, Min Ho, está ya cerca de la adolescencia.
—Entonces creo que podemos ir, — le sonrío al mismo tiempo que me levanto del sofá y me encamino a la puerta acristalada que da al patio trasero, abriéndola y tomando mi forma animal. Le vuelvo a mirar, ya un poco más a su altura. — ¿quieres que te enseñe el bosque? — le veo saltar del sofá y acercarse a -mí corriendo, lleno de una energía explosiva que me hace reír, sus ojos brillan de ilusión y alegría, como si acabara de darle el mejor regalo del mundo.
—¿De verdad podemos ir?, nunca antes he ido al bosque, la Señora Yon dice que es peligroso. — asiento, dándole la razón sobre lo peligroso que es el bosque, y aunque eso parece acobardarle durante un momento, enseguida vuelve a llenarse de ilusión por poder visitar el bosque.
—Es peligroso, sí, pero no tienes de qué preocuparte, — me acerco a la valla, no quiero que se sienta en peligro cuando está conmigo, además, el bosque es un lugar que todo buen lobo debe conocer y visitar, al menos una vez en su vida; yo misma soy consciente de que, sin importar el tiempo que pase en la aldea, o lo mucho que me amolde a ella y a los integrantes de la manada, siempre acabaré escapando al bosque en algún momento. Ese sitio es parte de mí, y lo he recorrido tantas veces que no puedo evitar percibirlo como mi hogar; quiero que Min Ho pueda sentir lo mismo, que pueda disfrutar de la paz y el descanso que el bosque puede regalar a quienes lo pisan y lo entienden. —también es un lugar que llena de calma, y puedes estar seguro de que, conmigo, no va a pasarte absolutamente nada. Ahora, ¿vamos? — señalo con mi cabeza la valla negra y el cachorro se acerca a mí.
La valla es bastante alta, para evitar que animales pequeños del bosque se cuelen, así que a Min Ho se le va a dificultar saltarla sin hacerse daño. Intento pensar en alguna manera en la que pueda ayudarle a saltar sin que se haga daño, pero lo único que se me ocurre es cogerle de la nuca e intentar dejarle caer al otro lado de la valla, con el máximo cuidado que me sea posible. Así que sin más ideas es lo que hago, al principio parece sorprenderse, y lo entiendo, el gesto de coger a un lobo por su nuca de esta manera es uno que, generalmente, utilizan las madres, pero no parece molestarle mi acción, ¿debería haberle preguntado si le parece bien? Cuando el cachorro ya está al otro lado, me alejo un poco de la madera negra, es cierto que soy bastante grande con esta forma pero, sin carrerilla, no sé si lograría saltarla sin golpearme o hacerme daño, así que me alejo y respiro con calma, dejando que mi lobo tome el control por un momento.
Mis sentidos se agudizan rápidamente. Siento el aire veraniego despeinar mi pelaje con una brisa caliente, la tierra y el césped acariciando mis patas, como si me dieran ánimos y energía, escucho las ramas de los árboles crujir y moverse. Y detono en un estallido de energía que explota en mis músculos, que se mueven antes de siquiera darme cuenta hasta que no siento nada bajo mis patas, sólo el aire. Me permito cerrar los ojos durante una milésima de segundo que se siente como un minuto, a cámara lenta, para disfrutar de ese estallido de energía que desaparece una vez apoyo mis patas sobre la tierra seca del bosque. Abro los ojos, retomando el control de mi cuerpo y busco con la mirada a Min Ho que me observa con los ojos abiertos como platos antes de gritar sorprendido por el salto que acabo de dar, ¿acaso los demás lobos de la aldea no tienen una buena condición física? Le hago una seña con la cabeza, incapaz de hablar, sólo quiero seguir escuchando su voz, acompañada de los ruidos del bosque que le acompañan como una melodía inolvidable.
Caminamos durante un rato, en el que voy enseñándole algunas de las cosas que he ido aprendiendo con los años, como setas comestibles y venenosas, plantas que pueden ayudar a curar y evitar infecciones en heridas, y aunque en su mirada puedo ver, de vez en cuando, la eterna pregunta a la que todavía no estoy lista para responder en voz alta, continuamos como si no existiera. No quiero hablar de mis primeros años sola en el bosque, tampoco quiero que Min Ho conozca esa faceta tan oscura de mi vida, quiero que se centre en él y en ser feliz, nada más.
—El bosque está lleno de secretos, ¿verdad? — asiento a su pregunta, nunca seré capaz de descifrar todas y cada una de las maravillas de este lugar, aunque tampoco dejaré de aprender del lugar y de todo lo que todavía me esconde. Se aleja un poco de mí, para acercarse a oler una de las tantas flores de verano que protegen las sombras de los árboles. Pero el sonido de cuatro patas corriendo no muy lejos de nosotros me pone alerta. Me acerco al cachorro, e intento encontrar el lugar desde el que suenan esas pisadas. —¿Pasa algo, Alia?
—Ponte detrás de mí y no hagas ruido. — el cachorro me obedece, pero puedo ver la preocupación y la chispa de miedo en sus ojos. No quería que algo como esto pasara.
Intento descifrar entre los olores alguno que sea diferente, pero no huele a ningún herbívoro que haya cazado antes, y los pasos son cada vez más rápidos y cercanos, ¿cómo no me he dado cuenta antes de que un depredador habitaba este lugar?, no nos hemos alejado demasiado de la aldea, pero desde luego no nos dará tiempo a volver corriendo, por muy rápida que sea, es probable que, si huimos, acaben por cazarnos. Erizo mi lomo y me preparo para encarar y, si fuera necesario, atacar a lo que sea que venga. Le he prometido a Min Ho que conmigo estaría seguro, así que cumpliré mi palabra, cueste lo que cueste.
Olor a pino rancio invade mi nariz y entiendo enseguida por qué no me he dado cuenta antes del lobo gris que se presenta frente a mí sólo unos segundos después de haberle olido. Su pelaje está lleno de barro y manchas de sangre seca, sus ojos verdes brillan de una manera casi tóxica. Es un Beta, pero su tamaño no coincide con su clase, su cuerpo es mucho más grande que el mío, aunque también está desproporcionado. Sus ojos, desorbitados, me revisan por completo, aunque deja de prestarme atención cuando nota al cachorro escondido detrás de mí. Nos gruñe y es en es momento en el que entiendo el por qué de su tamaño, la desproporción en su cuerpo y los ojos; una nube densa de espuma ensucia su boca. Doy dos pasos hacia atrás dejando al Omega justo debajo de mí, le siento temblar contra mis patas, pero es la forma más sencilla de decirle al Beta que, si quiere tocar al pequeño, antes tendrá que acabar conmigo.
Le devuelvo el gruñido, intentando que su atención vuelva a recaer sobre mí. Entiendo que ha olido al cachorro y ha sido por eso que ha venido corriendo hacia aquí, pensando que estaría solo, pero no ha tenido esa suerte y, desde luego, acabaré con él antes de que pueda conseguir lo que sea que quiera del Omega. Le cuesta un poco darse cuenta de la situación, pero cuando lo hace, vuelve a gruñirme, intentando amedrentarme, pero sólo siento la repulsión recorrer mi estómago ante la bruma espesa y amarilla que escapa de entre sus dientes, destrozados. Nunca antes he visto a un lobo con una enfermedad como esta. Observo cada uno de sus movimientos, se está preparando para atacarme, y puedo ver con facilidad que pretende apuntar a mi cuello, así que le imito, sintiendo mis músculos tensarse, mi corazón latiendo cada vez más rápido por la adrenalina. Si hubiera podido evitar que Min Ho me viera de esta manera, me hubiese gustado.
Con mis patas traseras intento guiar al cachorro, para que se aleje un poco, lo suficiente como para que, cuando el Beta se lanza sobre mí, pueda esquivarle sin que caiga directamente sobre el cachorro, ni pueda llegar a morderme. No soy capaz de reconocer lo que le pasa, y no quiero arriesgarme más de la cuenta, no sé si es algo contagioso o no, así que quiero evitar, tanto como me sea posible, que me muerda. Pero ese lobo está lleno de una energía inexplicable y, cuando vuelve a atacarme de frente, no soy capaz de esquivarle y acaba cayendo sobre mí, de reojo logro ver a Min Ho, que ha conseguido alejarse a tiempo. El lobo gris me gruñe una vez más y comienza a acercar sus dientes a mi garganta, pero he caído de espaldas y mis patas son lo suficientemente fuertes como para quitarle de encima de un empujón, me levanto del suelo, con la mirada aún clavada en él, que me mira impaciente, iracundo, antes de volver a lanzarse contra mí, esta vez apuntando a una de mis patas, que logro apartar justo a tiempo. El lobo choca su hocico contra el suelo, dejándome más que claro que no es capaz de controlar su cuerpo como debería, aprovecho ese segundo en el que me regala la nuca para morderla, sintiendo la piel desgarrarse entre mis dientes y el líquido caliente de su sangre recorrer mi boca, arrastrándole lejos de Min Ho, para clavar mis garras en sus costillas, la sangre húmeda y oscura mancha ya gran parte de su pelaje. No quiero que se aleje de mí, así que, con los dientes aún apretados, estiro, alejándome de su cuerpo sin soltar su nuca, hasta que su piel y músculos ya no están sujetos donde deberían estar, pero no se queja del dolor y simplemente aprovecha para rodar sobre sí mismo y tirarme al suelo en un movimiento que no me esperaba en absoluto. Siento sus dientes clavarse demasiado cerca de mi garganta, y no puedo evitar agradecer su descoordinación.
Siento cómo el cuello me arde de dolor, al mismo tiempo que pierdo el aire por la fuerza que ejerce el Beta en mi diafragma con una de sus patas, si se hubiera apoyado un poco más arriba estoy segura de que me habría roto las costillas. El aire se escapa entre mis fauces, acompañado de un quejido agonizante por el dolor que me provoca el mordisco que aprieta mi cuello, cada vez con más fuerza, pero escucho el sollozo silenciado de Min Ho, que ha logrado esconderse detrás de unos arbustos. El Beta suelta mi cuello, como si ya me hubiera matado, pero no se aparta de mí, está buscando con la mirada de dónde provienen los sollozos. Tengo que aprovecharme de su distracción, es en lo único en lo que puedo pensar, así que muerdo una de sus patas delanteras, que intenta alejar al segundo, pero no le suelto hasta escuchar un chasquido y, después, un crujido macabro, cuando giro la cabeza con fuerza, provocando que el Beta ser aleje un poco de mí, permitiéndome levantarme y recuperar el aire perdido.
El hueso roto ha atravesado la piel y los músculos, quedando al aire, pero en vez de ser de color blanco es verde, como si tuviera moho en los huesos; definitivamente sea lo que sea que tenga este lobo, no es algo que deba ser agradable en absoluto. Vuelvo a gruñirle, para que toda su atención recaiga en mí y vuelva a olvidarse del cachorro, aunque aún me duele el cuello y la sangre sigue saliendo, no hace caso a mi gruñido, así que me lanzo contra él, dándole un cabezazo que parece desorientarle por a penas unos segundos, antes de clavar sus garras en una de mis patas, abriendo una herida que hierve y sangra como el demonio, me falta el aire y no consigo liberar mi pata. Si no consigo terminar con esta pelea pronto, es probable que no la termine.
Una chispa extraña arde en mi pecho, como si algo estuviera despertando dentro de mí, algo que parece conocido pero que no logro recordar haber sentido nunca antes y, entonces, lo veo, todo va a cámara lenta dentro de una especie de túnel en la que sólo soy capaz de vislumbrar al Beta; en la que sólo soy capaz de escuchar su respiración agitada y tormentosa, por la espuma en sus pulmones; en la que sólo logro percibir el olor metálico de la sangre que no baña a ambos. Aparto mi pata de un tirón que abre la piel de mi pata, pero no siento a penas dolor. No quiero pararme a pensar en lo que sea que está pasando, así que aprovecho para coger algo de carrerilla y lanzarme sobre él, arrastrándole por el suelo, conmigo sobre él, a lo largo del suelo, hasta que nos para un árbol que golpea su cabeza, le escucho gruñir y le veo intentando alanzar una de mis patas, pero va tan despacio que consigo evitarle con facilidad, clavo mis garras en su diafragma y me tiro hacia atrás sintiendo su piel abriéndose bajo mis patas, se queda quieto durante un momento, sus ojos se oscurecen poco a poco, pero no se rinde, vuelve a intentar levantarse. No le dejo, quiero acabar de una vez por todas con esta pelea, que se está extendiendo más de lo que me gustaría, clavo mis dientes en su tráquea y aprieto con todas las fuerzas que tengo, hasta sentir un grujido extraño y su cuerpo tensarse durante un momento bajo mi cuerpo, antes de desplomarse, pero no quiero arriesgarme, así que tiro hasta quedarme con el músculo en mi boca, escupiéndolo segundos después.
Me alejo del cuerpo ya inerte y sin vida del Beta, buscando con la mirada al cachorro, que se acerca corriendo a mí, con las lágrimas corriendo por su hocico, y los ojos brillantes por las lágrimas que todavía se esfuerzan por escapar. Poco a poco voy sintiendo cada vez más el dolor penetrante de las heridas de mi cuerpo que, aunque se están curando, todavía sangran. Vuelvo a la realidad sólo al sentir el cálido cuerpo del Omega contra mi pecho, poso mi pata herida sobre su cabeza antes de sonreírle como bien puedo, e intentando no mancharle con mi sangre o la del muerto.
—Ya está, ya ha pasado todo. —es lo único que logro pronunciar, con la voz rasgada por la herida en mi cuello, mientras el cachorro se esconde tanto como puede entre mi pelaje negro, todavía temblando del terror, la herida de mi cuello no tarda mucho más en sanar por completo, y aunque me gustaría intentar calmar al pequeño como es debido, sé que lo mejor será volver a casa y, allí llamar a las autoridades para notificar de lo sucedido. —Tenemos que volver. — le coloco sobre mi lomo antes correr, a pesar del dolor de mi pata, que todavía no se ha curado por completo.
A lo largo del camino, me doy cuenta de que mi cuerpo no funciona como quiero, parece no responder a mi deseo de frenar por el dolor y la falta de aire, y no me cuesta demasiado entender que, quien está controlando mi cuerpo no soy yo, sino mi lobo, que sólo quiere poner a salvo al pequeño, a cualquier costo. Así que, cuando por fin entramos en casa y tomo mi forma humana, retomo el control de mi cuerpo, pero manteniendo la sensación de que no me pertenece únicamente a mí. Me dejo caer en el sofá al mismo tiempo que pulso el número de los Agentes de Seguridad de la aldea, para que vengan y así poder explicarles lo sucedido. El cachorro se tumba sobre mi regazo, intentando detener sus lágrimas sin ningún resultado. Y es sólo después de colgar la llamada que me doy cuenta del color oscuro que recorre mi antebrazo, manchado con sangre seca y las heridas ya prácticamente curadas.
Estoy agotada, y sin quererlo, mis ojos se van cerrando hasta que no siento, escucho o veo absolutamente nada, estoy en una especie de trance que me marea y me hace sentir incómoda, escucho voces que me hablan en un idioma que no entiendo ni reconozco, en susurros apenas perceptibles incluso para mí. No sé cuánto dura ese extraño limbo, pero me alegro de escuchar la voz de Seung-Ri, que me devuelve al salón de mi casa, donde me observan algunas personas, con las miradas preocupadas, supongo que en la llamada que hice antes di datos demasiado vagos.
—Alia, ¿estás bien?, nos ha abierto Min Ho porque no reaccionabas. — asiento a la pregunta de Seung-Ri, sentándome recta en el sofá y desviando la mirada a mi brazo, todavía negro y manchado con sangre, ¿mi cuello estará igual?, aunque, ha diferencia del brazo, que todavía me duele, el cuello no me molesta en absoluto. — Min Ho nos ha explicado rápidamente lo que ha pasado en el bosque, y el cuerpo del Beta también le ha llegado a los forenses hace un rato. — ¿cuánto tiempo he estado en ese limbo?, sólo me han parecido minutos. Miro por la ventana, y sólo en ese momento me doy cuenta de que, la luz que alumbra el salón es por las luces del techo, porque en la calle ya es de noche.
—¿Hace cuánto que llegasteis? — es la única pregunta racional que logro formular, todavía estoy algo mareada.
—Llevamos aquí hace algo más de dos horas, — abro los ojos hasta que siento que van salirse de su lugar, ¿cómo es posible que no me despertara antes? — hemos intentado despertarte poco después de llegar. ¿Estás segura de que estás bien?, por lo que me han dicho los forenses sobre el estado del cuerpo, la lucha ha debido ser dura.
—Estoy bien, sólo un poco cansada, — intento ocultar mi brazo como puedo, por alguna razón no quiero que vean esa mancha oscura en mi piel. — la pelea ha sido extraña, parecía enfermo, — prefiero desviar el tema hacia el Beta, no quiero preocupar a nadie, mucho menos al cachorro, que permanece sentado junto a mí, con los ojos rojos por haber llorado. — nada parecía funcionar para alejarle, así que sólo dejé que mi lobo controlara la situación para poder mantener a Min Ho a salvo, sé que seguramente habré roto varios protocolos o lo que sea pero, sólo quería proteger a Min Ho, de verdad. — Seung-Ri se sienta sobre la mesita que hay frente al sofá y me mira de una manera que no logro entender, antes de mostrarme una pequeña sonrisa amable.
—No tienes que preocuparte por los protocolos, Alia, — veo a Dae-Sung sentarse junto a Seung-Ri al tiempo que habla, no sabía que estaba aquí, aunque tampoco es que sea completamente capaz de distinguir a nadie ahora mismo. — ese lobo no era de nuestra manada y por lo que los forenses nos han dicho, ese lobo hubiera muerto por la enfermedad en unas semanas. — un paramédico se acerca a mí, sujetando el brazo que he estado intentando esconder, aunque supongo que eso no ha tenido sentido alguno después de haber estado inconsciente delante de ellos durante horas. Observo a la mujer en cada uno de sus movimientos sobre la herida, que arde ante su toque como si un fuego ardiente hirviera cada uno de mis nervios.
—En esta aldea, para entrar, tienes que pasar primero por Nam Joon, quien decide si el intruso vivirá o morirá, por el bien y la protección de la manada. — Seung-Ri me sorprende con ese dato, aunque entiendo a la perfección por qué Nam Joon es tan drástico con los lobos ajenos a la manada, si estuviera en su lugar, yo también haría lo mismo, incluso si eso me pintara como una mala persona ante los ojos atentos de los demás. Al fin y al cabo, es su espalda la que debe cargar con la supervivencia y calidad de vida de los lobos que forman esta aldea.— Hasta ahora sólo tres lobos de otras manadas han intentado infiltrarse con excusas para dañar a los miembros de la manada, pero no han tenido suerte. — no voy a negar que me sorprende la idea de que algunas manadas quieran hacer daño a otras en vez de intentar mantener la paz y centrarse en su propio bienestar, pero me alegro de que Nam Joon, de alguna manera, se percatara de que esos lobos no venían con buenas intenciones.
—Aunque no todo el reconocimiento es para Nam Joon, — las palabras de Dae-Sung me chocan bastante, a decir verdad, ¿quién más debería llevarse el mérito además del Alfa de la manada, que es quien decide si un lobo ajeno viene con buenas o malas intenciones? —Jin es quien le confirma si los lobos causarán problemas en el futuro gracias a su poder. —¿poder?, ¿acaso Jin puede ver el futuro?, ¿es por eso por lo que convenció tan rápidamente a Nam Joon de permitirme unirme a la manada? — Siempre que Nam Joon se reúne con algún extraño, Jin está detrás, y si ve algo que pueda perjudicar a la aldea, entonces acaban con la persona en el momento.
No tengo palabras para expresar lo que se me viene a la cabeza al escuchar estas cosas, ¿está bien que Seung-Ri y Dae-Sung me hablen sobre el "poder" de Jin tan a la ligera?, tal vez debería haberme enterado por la boca de Jin, pero ya no puedo hacer nada para intentar olvidar este, no tan pequeño, dato. Y la verdad es que ahora sólo puedo preguntarme si, acaso, los demás Alfas de la aldea tienen algún tipo de poder, y esa es la razón de que en esta manada existan siete Alfas que la gobiernan en vez de uno sólo. Supongo que tendré que esperar a que alguno quiera hablarme del tema, si es que en algún momento deciden hacerlo, ya sea por haberme ganado su confianza, no lo sé.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top