8 (Reescrito)
Miro con atención al pequeño, sin saber cómo explicar lo dolorosa que es la primera transformación, y sin saber si romper esa imagen tan preciosa que tiene el cachorro es una buena idea. No tengo ni la más mínima idea de qué es lo que le han contado y explicado sobre la primera transformación, y me da miedo preguntárselo por si pudiera llegar a sentirse engañado o algo por el estilo. ¿Debería explicárselo como si mi experiencia hubiera sido la extraña y por eso había sido tan dolorosa, o debería esperar un poco más y preguntarle a la Señora Yon para saber cómo tratar un tema tan importante como este?
Siento cómo su cuerpo se recoloca entre mis patas mientras sus ojos me miran, llenos de sincera curiosidad, estoy intentando con todas mis fuerzas que mi cuerpo no demuestre la tensión que habita mi mente y las cientos de preguntas que me vuelven cada vez más indecisa a la hora de hablar sobre este tema. Suelto un suspiro, ya que me he convencido de que lo mejor sería preguntarle a la Señora Yon, pero la mirada curiosa de Min Ho hace que mi voz salga en un susurro antes de poder pararme a mí misma.
—Bueno...— comienzo, pero no tengo ni idea de qué decir, ¿cuándo fue?, ¿dónde la tuve?, es un tema que, si no consigo llevar por buen camino me llevará a hablar de lo que pasó con mi manada, así que hablo con cautela, a pesar de la efusividad y emoción que demuestra el cachorro con cada una de mis palabras. — Fue con ños, — la verdad es que no sé si es una edad temprana, tardía o normal, así que dar más detalles o intentar divagar sobre ese punto no tiene ningún sentido. — duró cinco días, al principio no entendía lo que estaba pasando, comenzó en mitad de la noche y no tenía a nadie a quien preguntarle, así que me limité a resguardarme en la cueva en la que estaba hasta que pude volver a transformarme en un lobo. — los ojos azules de Min Ho me miran llenos de preocupación, y supongo que entiendo el porqué; no debe ser normal pasar la primera transformación en soledad, pero le regalo una sonrisa cálida pese a la mirada triste que tiene.
—Alia, — su voz está llena de tristeza en incomprensión, así que sólo espero a que me diga lo que quiera decir. —¿tu infancia fue muy solitaria? — no puedo negar que me ha sorprendido la palabra que ha utilizado, no esperaba que pensara que mi infancia fuera así, pero tampoco está del todo equivocado.
—Mi infancia no fue solitaria. — le aseguro al tiempo que le doy un pequeño toque con la nariz en su cabecita blanca, no quiero que esa expresión triste sea con la que me mira. — Sé que la Señora Yon te ha dicho por qué me uní a la manada, — Min Ho asiente, dándome la razón a pesar de que no tiene por qué hacerlo, pero me alegro de que sea tan honesto conmigo. — pero no siempre fui una loba solitaria, así que no tienes que preocuparte de mi infancia. — ¿qué más debería decirle?, ¿o sería mejor simplemente dejar el tema aquí? No creo que lo mejor sea hablar sobre esto con él por el momento. — Algún día te lo contaré todo, pero por ahora sólo debes preocuparte de sonreír y jugar mucho. — parece que mis palabras no terminan de convencerle, y la verdad es que no me sorprende en absoluto, al final Min Ho me ha demostrado ser un cachorro de lo más curioso. — Sino eres feliz, entonces no estaría haciendo un buen trabajo como hermana mayor, ¿no?
Puede que me haya precipitado al tratarme a mí misma como su hermana mayor, y creo que la expresión en mi rostro ante esta precipitación a sido demasiado sincera porque, de un momento para otro, Min Ho se ha alejado de un salto y me mira con los ojos llenos de miedo y alegría entremezclados, pero me sonríe enseñando sus pequeños dientes como perlas.
—No eres mala hermana mayor, Alia, — sus palabras me enternecen y, aunque todavía creo que me he denominado como hermana mayor demasiado pronto, sus palabras me llenan de calidez. —todos tenemos derecho a querer guardar secretos, eso no te hace mejor ni peor, además, debes saber que eres la mejor hermana mayor que podría haber conocido nunca. — me sorprende lo maduro que parece al hablar de esa manera sobre los secretos, aunque supongo que se debe a todos esos momentos que ha tenido que vivir hasta ahora y que, por una u otra razón, no se ha sentido preparado para contar. — Estoy seguro de que tu antigua manada estaría orgullosa de la loba en la que te has convertido.
Mis ojos se llenan de lágrimas amargas que no quiero soltar al escuchar sus palabras, llevo años evitando hacerme esa pregunta porque, honestamente, no sé si ellos realmente estarían orgullosos de la persona en la que me he convertido, o si de habrían estado de acuerdo con las decisiones que he tomado a lo largo de estos años. Soy consciente de que he hecho muchas cosas malas a lo largo de los últimos diez años, aunque hayan sido para poder mantenerme con vida un día más. Creo que me odiarían por muchas de las cosas que pensé y dije en voz alta cuando apenas tenía diez años, porque no entendía la razón de que me hubieran abandonado, aunque tampoco entendía por qué estaba sola. Fue durante mi primera transformación que recuperé los pocos recuerdos de mi manada.
El tono de llamada de mi teléfono me saca del torbellino de recuerdos y arrepentimientos en los que h estado enfrascada durante no sé cuanto tiempo, pero si alguien me está llamando debe estar pasando algo importante, así que me levanto del césped al tiempo que tomo mi forma humana y entro en la cocina, donde veo la pantalla parpadeante de mi teléfono sobre la encimera de la barra americana, el nombre de Jimin brilla en el fondo negro.
—¿Jimin? — respondo a la llamada, al tiempo que la pongo en altavoz, Min Ho se sienta a mi lado, pendiente de lo que sea que vayamos ha hablar. —¿Ha pasado algo? — no voy a negar que me preocupa que me haya llamado de buenas a primeras, tal vez haya pasado algo más en la aldea y están intentando averiguar si he tenido algo que ver. ¿Estaré volviéndome paranoica?
—¡Alia! — la alegría que brilla en su voz a través del móvil hace que mi expresión se relaje y una sonrisa se extienda en mis labios, supongo que sí me estoy preocupando demasiado. —¡Tengo noticias, Kookie acaba de volver y estábamos pensando en presentaros!, ¿te parece bien si nos acercamos o estás ocupada ahora mismo? — creo que nunca dejaré de admirar la capacidad que tiene Jimin para preocuparse por los demás, por más mínimamente que sea.
—Pues, dame un segundo, — miro a Min Ho, que se mueve eufórico en su sitio, supongo que los Alfas le caen realmente bien. — estoy con Min Ho ahora mismo y no sé si él querrá, déjame un momento, que le pregunto. — sonrío al cachorro que sólo con su lenguaje corporal me está gritando que sí quiere verles, así que, aún luchando contra la risa le doy la respuesta a Jimin. — ¿Vendréis los siete?
—Sí, — soy capaz de escuchar a Tae festejando detrás de la voz de Jimin y no puedo evitar seguir sorprendiéndome de lo adorables que son algunos de los Alfas. — la verdad es que todos quieren ir por alguna razón, — su risa amable vibra en mis oídos y expande la sonrisa en mi rostro. — ¿Te parece bien si vamos ahora?
—Claro, no hay ningún problema, — escucho a Jimin avisar a los demás a través del teléfono y las voces lejanas de los demás. — nos vemos ahora entonces.
—¡Sí, llegaremos en unos diez minutos! — Jimin cuelga la llamada y me sorprende que vengan en tan poco tiempo, dejo el teléfono en la mesa y miro al cochorro a mi lado, sin saber qué hacer hasta que lleguen los Alfas.
No sé si hay algún protocolo que seguir en caso de que vengan amigos a tu casa, así que no sé si debería preparar algo o no. Mi estómago comienza a rugir y entiendo que la hora de comer ya está cerca, así que debería hacer la comida.
—¿Tienes hambre?, — le pregunto a Min Ho, que asiente sonriente pero lleno de timidez, como si tener hambre y decirlo en voz alta fuera una especie de pecado. — Pues si tienes hambre, dilo, en esta casa nadie tendrá nunca el estómago vacío, ¿entendido? — Min Ho parece algo avergonzado ante mis palabras, pero acaba por asentir con la misma sonrisa sincera de siempre. — ¿Qué quieres comer? — la verdad es que este es un buen momento para empezar a descubrir los gustos del pequeño cachorro.
—¿Bibim Guksu? — Min Ho se descojona de la expresión en mi rostro, y lo entiendo, yo también me reiría si encontrara a alguien por la calle con el ceño fruncido, los ojos abiertos como platos y una sonrisa incómoda que va de oreja a oreja. Ese plato de comida... su nombre es... no entiendo nada. — La Señora Yon lo hace mucho en el orfanato, es rápido y fresquito para el verano.
—Entonces llamaré a la Señora Yon para pedirla la receta. — Vuelvo a coger el teléfono y marco a la mujer, que no ha tardado ni dos tonos en responder a la llamada, gritando mi nombre lleno de una preocupación inaudita para mí.
La verdad es que me lleva varios intentos el lograr que se calme y explicarla la situación, pero me parece un gesto maravilloso el de la mujer, es la primera vez que conozco a alguien que se preocupa de esta manera de los demás. Por lo menos acabo consiguiendo la receta y, para mi sorpresa, la guía paso a paso de la Señora Yon a través de la llamada; me guía en cada uno de los pasos que voy dando y me aconseja sobre ciertos ingredientes y cómo saber si realmente están hechos o no, y la verdad no puedo evitar sorprenderme de lo rápida y fácil que es la receta de lo que me ha pedido el cachorro. La conversación es tan amena y fluida que hasta yo me sorprendo de lo cómoda que estoy conversando con Min Ho y con la Señora Yon a través de la llamada en lo que voy haciendo cada una de las cosas.
Los fideos están casi listos cuando percibo siete aromas que conozco bien acercándose a la puerta de la casa y, uno o dos minutos después, suena el timbre. La llamada ha durado cerca de quince minutos y, aunque me gustaría seguir hablando con la mujer durante un rato más, sé que es de mala educación hablar con la Señora Yon mientras tengo invitados en casa, así que me despido de ella, explicándola que ya han llegado los Alfas en lo que me acerco a la puerta para invitarles a entrar. Abro la puerta y veo al cachorro lanzarse sobre Nam Joon a modo de saludo, escuchando las risas animadas de todos ante el gesto adorable del Omega.
—¡Alia! — TaeHyung pasa por entre los demás y me rodea en un abrazo en el que lo único que soy capaz de percibir es el aroma a frutos secos que provoca un pequeño picor en la punta de mi nariz por el repentino cambio de aromas. Jimin y HoSeok tampoco tardan en seguirle y, de un momento para otro, me veo rodeada por tres pares de brazos que me aprietan con cariño y efusividad durante unos minutos; escucho las risas de Nam Joon, Jin y YoonGi de fondo ante la imagen que debemos estar dando, e imaginándomelo, no puedo evitar reírme yo también antes de romper el abrazo y saludar a los demás antes de invitarles a entrar.
Los siete Alfas me siguen hasta la cocina y, aunque no me he fijado realmente en el pelinegro que carece de aroma, hay algo que me incomoda bastante y que me recuerda a aquella noche en la cueva, pero prefiero hacer como si nada y seguir con la comida, alejándome lo más que puedo del chico al que todavía no conozco por miedo a mi reacción ante esta sensación tan incómoda. Le miro de reojo, aún no nos han presentado y, aunque Jin habla conmigo sobre lo que estoy haciendo para comer, me fijo en cada detalle del pelinegro. Sus ojos son tan oscuros como las noches de luna nueva, puedo vislumbrar lo que parece una pequeña cicatriz en su pómulo izquierdo y no puedo evitar preguntarme por qué tiene una cicatriz, los licántropos no podemos tener cicatrices gracias a la velocidad de curación que tenemos, independientemente de la profundidad de las heridas, así que me parece algo sorprendente y surrealista.
Aprieto la cuchara de madera en mi mano hasta escuchar un "clack", no soy capaz de reconocer mi cuerpo ahora mismo, tampoco logro controlar el impulso insano de mi lobo que aúlla por salir y lanzarse sobre el desconocido para no soltarle, agacho la cabeza y cierro los ojos, concentrándome en mi respiración, necesito controlarla de alguna manera, pero parece que no soy capaz de lograrlo por más que lo intente. Escucho las voces preocupadas de los Alfas dirigidas tanto a mí como a "Kookie", aprieto los dientes con fuerzas mientras siento cómo mis colmillos y garras comienzan a cambiar. Y salgo corriendo en dirección al piso de arriba antes de que el gruñido llegue a escapar de mi garganta. Esto es vergonzoso. Me dejo caer en mi cama mientras tapo mi rostro, sintiéndome demasiado sensible a cualquier tipo de estímulo.
Sé que Min Ho me ha seguido hasta aquí, y que se ha quedado parado en el marco de la puerta, seguramente esté asustado por los gruñidos graves y bajos que escapan de mi garganta sin descanso, como una especie de discusión conmigo misma que parece no querer terminar nunca. Escucho también los mismos gruñidos venir desde la primera planta y me pregunto si el que está pasando por lo mismo será el tal "Kookie", al igual que a los demás tratando de calmarle.
—Alia, ¿estás bien?, pareces enferma. — la voz dulce de Min Ho me distrae un poco de todo lo que está pasando, está preocupado, pero también tiene miedo, puedo olerlo perfectamente, ambos sentimientos bailando en su dulce aroma a lavanda.
—Sí, estoy bien, — acabo por forzarme a sentarme en la cama, no puedo montar este tipo de numeritos sólo porque, por algún puto motivo, me he vuelto una loba incapaz de ordenar sus propias prioridades y controlar sus propias feromonas. ¿Esto es lo que viven los adolescentes normales?, porque, honestamente, es una mierda. — Sólo me he agobiado de repente, pero ya estoy mejor. — le muestro una sonrisa que espero que le haga sentir más tranquilo, aunque mi cuerpo sigue siendo un completo desastre. Tengo veinte años por la Luna, no debería pasar por esto a estas alturas. — Volvamos abajo, parece que ya todos nos hemos calmado un poco.
Estoy segura de mis palabras, porque puedo oler y oír todo lo que está pasando en la planta baja, así que sé que ya es seguro, sobretodo para Min Ho, volver a bajar. Me siento estúpida al darme cuenta de que, en el momento en el que he salido corriendo, he dejado a Min Ho con seis Alfas desconcertados que con sus feromonas han calmado al séptimo; eso podría haberle hecho daño al cachorro, podría haberle puesto en peligro, haberse sentido enfermo. ¿Y si no estoy preparada para intentar darle una buena vida a otro lobo, ni si quiera como una hermana?
Al volver a la cocina sólo están Jin, Tae y Jimin, que están terminando de colocar la comida en los platos, cuando por fin se dan cuenta de mi presencia me llenan de preguntas incómodas a las que no sé cómo darles una respuesta. Sus miradas están llenas de una preocupación a la que no sé como responder, así que prefiero limitarme a sonreír y terminar de colocar la comida sobre los platos junto a ellos, haciendo caso omiso no sólo a las preguntas que me han lanzado como dardos, también a la sensación húmeda y calurosa que me recorre el cuerpo como si de un mal resfriado se tratara.
—Alia, — Min Ho me llama con cautela, como si le diera miedo mi reacción, supongo que en mi estado actual no tiene sentido intentar explicarle que no voy a hacerle nada. — si te sientes enferma dilo, no me importa tener que irme antes si es para que te encuentres mejor. — dejo lo que tengo en las manos sobre la encimera y me agacho hasta quedar a la altura del pequeño, acariciándole la cabeza mientras le sonrío.
—Gracias, pero no tienes de que preocuparte, estoy perfectamente sana. — vuelvo a estirarme y cojo varios platos, al igual que Jin, Hoseok y Jimin, — Vamos, es hora de comer. — mantengo la sonrisa amable y salgo de la cocina junto a los cuatro chicos, dejando los platos sobre la mesa del comedor en cuanto llegamos.
Jin se encarga de llamar a los demás que, para mi sorpresa, estaban hablando en el jardín hasta que han escuchado el grito del peli-rosa. Nos vamos sentando en la mesa poco a poco, y la imagen frente a mí, aunque no me sorprende, me cierra la garganta con un sabor agridulce, todo parece tan familiar. Es algo que seguramente ellos dan por hecho, pero tengo la sensación de que nunca lograré acostumbrarme a este tipo de situaciones, en las que me veo rodeada de amabilidad y conversaciones ligeras pero amables y divertidas, son momentos que quiero guardar en mi memoria como tesoros.
—Alia, — la voz de Nam Joon me saca de mi ensimismamiento y cuando le miro, puedo ver una pequeña sonrisa que deja a la vista uno de sus hoyuelos, estoy algo incómoda con él después de lo que pasó con su hermano, pero sé que ser rencorosa con un tema como ese no merece la pena en absoluto, así que me limito a esperar a que siga hablando. — Ho me dijo esta mañana que pasaste las pruebas físicas del cuerpo de seguridad de la aldea. — asiento dándole la razón y escucho varias felicitaciones por parte de los demás Alfas, incluyendo a Min Ho, que parece ser el más orgulloso de todos los que estamos en la mesa.
—Ahora sólo tengo que pasar el examen teórico del viernes que viene y, en dos semanas, me dirán si estoy dentro o no. — intento hacer como si ese examen realmente no me estuviera poniendo de los putos nervios, pero supongo que no soy muy buena fingiéndolo porque me siento más observada de lo normal, y creo saber quién es el que me está mirando de una manera tan intensa.
—Entonces sólo puedo desearte mucha suerte con el examen, — agradezco las palabras del líder, pero no quiero seguir hablando del tema. — estudia mucho, pero no te olvides de descansar y comer bien. — no puedo evitar reírme ante la sorpresiva preocupación semipaternal de Nam Joon. No pensé que se preocupara tanto por mi salud, mucho menos después de las discusiones que hemos tenido, pero agradezco que lo haga.
—Por cierto, todavía no os hemos presentado como es debido, — YoonGi saca un nuevo tema de conversación, y me sorprende que hayan tardado tanto en darse cuenta de que todavía no sé quién es el Alfa pelinegro que está en mi casa, por mucho que pueda hacerme una idea de quién es por lo que han ido contándome sobre él desde que llegué a la aldea. — Alia él es JungKook, el menor de los Alfas y quien tampoco tiene aroma. JungKook, ella es Alia, la nueva integrante de la manada. — la presentación es escueta y por la expresión que deja a la vista, supongo que a él también le han hablado sobre mí.
—Encantada de conocerte, JungKook. — es lo único que atino a decir antes de meterme otro puñado de fideos a la boca, la sensación húmeda del principio no ha desaparecido en absoluto, pero ahora por lo menos parece que ya me he acostumbrado un poco y creo ser capaz de fingir que no me afecta.
—¿Te importa si hablamos un momento en privado? — el tono de voz de JungKook es cordial, pero no amable, parece estar tenso y sólo con un vistazo, puedo ver que a penas ha tocado su comida, supongo que esta sensación tan extraña también le está afectando a él. Dejo escapar un suspiro, supongo que lo más correcto es hablar con él e intentar sacar alguna respuesta o, por lo menos, algo que me ayude a entender esta mierda.
Me levanto de la silla y con un gesto le invito a seguirme hasta el piso de arriba, donde nos encierro en una habitación, por alguna razón no quiero que los demás se enteren de lo que sea que vayamos a hablar, así que me apoyo en la pared, lo más alejada que puedo de él. Me he dado cuenta de que ha mayor cercanía entre nuestros cuerpos, peor es esa sensación extraña, mi lobo también parece querer tomar el control con más fuerza. Le recorro de pies a cabeza, él tampoco tiene aroma y, aunque ya me lo habían dicho, no deja de sorprenderme el hecho de haber encontrado otro lobo con el mismo problema que yo, aunque sus feromonas si son reconocibles, está excitado y lo grita tanto la erección en sus pantalones como las feromonas que desprende como un loco. No puedo evitar olerme a mí misma de manera poco disimulada intentando descubrir si también estoy desprendiendo ese tipo de feromonas. Le escucho suspirar, parece molesto por el silencio en el que nos he encerrado, pero no sé qué quiere que haga. No tengo ni puta idea de lo que está pasando y, estoy segura, de que, si alguno de los dos sabe algo, es él.
—Esto es demasiado, — se queja al mismo tiempo que se despeina el cabello con sus manos, el movimiento me parece hipnotizante, pero sé que se debe a lo que sea que nos esté pasando. — tú también lo sientes, ¿verdad? — asiento dándole la razón, su voz es dulce, más de lo que me esperaba, ¿por qué he tardado tanto en fijarme en su voz? — ¿Y se supone que tendré que aguantar esto también en el trabajo? — su tono no ha cambiado en absoluto, pero soy perfectamente capaz de leer la queja que esconden sus palabras y no puedo evitar fruncir el ceño.
—Créeme, a mí tampoco me hace ni puta gracia. — no quiero que me heche la culpa de nada, y la mirada que le lanzo debe dejárselo bastante en claro. — Tal vez acabemos acostumbrándonos. — es la única resolución neutral a la que soy capaz de llegar, y por la cara que pone, no creo que le haga demasiada gracia tener que acostumbrarse a algo como esto. Aunque a mí tampoco me apetezca en lo más mínimo.
—¿Cómo cojones se supone que vamos a acostumbrarnos? — su tono se ha vuelto demandante, mi ceño se ha fruncido y, a pesar de la sensación incómoda que recorre mis huesos, mis venas arden de la ira que estoy comenzando a sentir ahora mismo. — ¡Es imposible trabajar como es debido mientras tenga una puta erección! — me está señalando con sus manos, como si toda la culpa recayera en mí, sus ojos han brillado por un segundo en ese color ámbar tan característicos de los Alfas y no me está haciendo ni puta gracia el camino que está tomando esta conversación.
—Ni se te ocurra echarme la culpa de todo esto, — mi voz es dura, no estoy dispuesta a escuchar ni una sola palabra más que me señale como la culpable. — yo tampoco entiendo lo que sea que este pasando, ¿vale?, así que deja de actuar como si fueras la única víctima aquí, porque no lo eres. — mis palabras parecen haberle cabreado más de lo que ya estaba, porque me mira con una expresión llena de odio, supongo que haberle dicho que, básicamente, deje de victimizarse, no ha debido sentarle bien en su orgullo de Alfa.
—Voy a dejarte algo claro, Alia, — da un paso en mi dirección y no puedo evitar sentir cómo mi cuerpo se tensa, no sé si por anticipación ante la excitación que nos rodea a ambos, o por el peligro que mis músculos asocian al acercamiento hostil de un Alfa en mi dirección. — pero si poder proteger la aldea significa que tú no pases ese examen, espero que lo suspendas. — las palabras se clavan en mi pecho como balas de platas que me duelen por algún motivo irracional. Sé que no tengo porqué agradarle a todos los lobos de la aldea, sé que no debo esperar caerle bien a todo el mundo y que, hasta ahora, sólo he tenido suerte con las personas con las que me he cruzado pero que, alguien que podría haberme entendido con el tema de la falta de aroma, me diga eso, es algo que no esperaba.
El dolor de sus palabras pronto se transforma en ira y mi sangre hierve de la impotencia, quiero llorar al no poder actuar como lo habría hecho antes, todo sería más fácil si simplemente uno de los dos muriese, así por lo menos el otro podría seguir su vida sin problemas, pero no puedo hacer algo como eso, no cuando me han aceptado aquí de tan buenas maneras. Así que me limito a encerrar a mi lobo, que gime de dolor en mi cabeza y apretar los dientes antes de hablar.
—Vete de mi casa ahora mismo, JungKook, antes de que yo misma te arrastre fuera. — Me gustaría pensar que no he hablado con la suficiente fuerza como para que los demás me hayan escuchado, pero los pasos acelerados que escucho en las escaleras me dicen que he hablado más fuerte de lo que debería. JungKook me mira con los ojos abiertos como platos, los dientes apretados, como si estuviera reteniéndose a sí mismo. Su mirada me grita que no esperaba mi voz de mando. — Puede que no sea un Alfa, JungKook, pero eso no significa que sea una Omega o un Beta indefenso ante un Alfa.
Doy por terminada la conversación el mismo momento en el que la puerta se abre de golpe y seis personas, junto a un cachorro, entran en la habitación, preparados para detener cualquier posible pelea física que se dé, pero no tengo planeado darle más atención a alguien que no sabe dialogar las cosas como se debe. Miro a Min Ho, que está sobre sus dos patas, apoyándose en mi cuerpo, y que me mira aterrorizado por lo que pueda haberme pasado, le acaricio la cabeza blanca con cuidado, me sorprende que se haya acercado antes a mí que a JungKook, que tantas veces a jugado con él, según me han contado los demás.
—Ve a tu habitación un momento cachorro, — le pido con la voz más dulce que soy capaz de utilizar en una situación como esta, lo menos que quiero es asustarle más de lo que ya está. — iré en cuanto termine de hablar con los Alfas. — el cachorro obedece a mi petición y sale de la habitación poco después. Una vez ha salido, cierro la puerta, no quiero que el pequeño escuche nada, es bastante probable que el tema del que hablemos ahora no sea el más apto para que un cachorro lo escuche.
—¿Alguno de los dos puede explicarme de qué demonios habéis hablado? — Jin es el primero en romper el extenso silencio que nos rodea a todos, mi mirada se mantiene fija en JungKook, esperando a que sea él quien hable, ya que tiene tantas ganas de culpar a los demás de lo que sea que pase. Pero no dice nada, más bien aparta la mirada, como si ya no estuviera tan seguro de lo que me dijo hace a penas unos minutos. — Vale, veo que ninguno de los dos tiene pensado decirnos nada, así que sólo tengo una pregunta, — Jin fija sus ojos, ahora ámbar sobre mí, como si eso fuera a afectarme de alguna manera. — Alia, obviamente has sido tú la que ha usado la voz de mando, ¿verdad? — asiento, sin entender muy bien a cuento de qué ha venido esa pregunta. —¿La has utilizado porque creías que era lo mejor para tu seguridad? — titubeo al responder la pregunta, es probable que, independientemente de lo que responda, me regañen de alguna u otra manera, miro al pelinegro durante unos segundos, que me devuelve la mirada lleno de arrepentimiento, pero acabo por asentir.
—¿Estás en celo? — Nam Joon lo pregunta como si fuera la cosa más normal del mundo y no algo extremadamente personal. Comienzo a toser ante la pregunta tan fuera de lugar, me he ahogado con mi propia saliva y ni si quiera sé si esa es una pregunta a la que debería dar una respuesta tan casual. Jimin se acerca a mí y me soba la espalda en un vano intento por que la tos pare. — No tienes por qué reaccionar de esa manera, aquí en la aldea es un tema muy común y normalizado, como la regla en las mujeres humanas. — supongo que para ellos es así, pero para mí, que he pasado los celos sola, y en constante peligro, no es un tema del que quiera hablar con tantas personas a mi alrededor.
—No te tomes esto como algo demasiado personal, Alia, — HoSeok se acerca a mí al mismo tiempo que habla, su sonrisa en forma de corazón es pequeña pero sincera y puedo ver perfectamente que está intentando que me sienta segura con ellos. — al final no dejas de desprender feromonas y eso nos afecta a todos por igual. — sus palabras tardan en cobrar sentido en mi cabeza, pero en cuanto entiendo que, básicamente todos tienen una erección ahora mismo, cierro los ojos con fuerza, empiezo a odiar esta cosa de las feromonas con toda mi alma, no quiero ver más erecciones.
—Tranquila, — la voz grave de Tae suena cerca de mí, pero me niego a abrir los ojos, ahora mismo debo parecer una maldita niña. Es frustrante. — no tiene nada de malo, no somos cavernícolas, pero necesitamos saber si estás en celo. — supongo que tienen razón, al final ellos a penas saben nada sobre mí, y al no tener una clase no saben cómo son mis celos ni nada por el estilo, así que si quiero acabar con esta conversación debería simplemente hablar.
—No estoy en celo, — mi voz titubea al escapar de mis labios y me veo forzada a tomar varias respiraciones lentas con tal de calmar el latido acelerado de mi corazón por la vergüenza. — mi celo es similar al de los Omegas, simplemente no sé qué está pasando ahora mismo. — escucho el gruñido casi susurrado de JungKook y no puedo evitar lanzarle una mirada llena de ira, olvidándome de que los demás todavía están en la habitación junto a nosotros, quiero lanzarme hacia él y arrancarle la garganta, sé perfectamente que ese gruñido significaba disconformidad y no tengo las ganas ni la energía para seguir aguantando esa mierda.
—¿Cómo no vas a saberlo tú? — Jin le da una colleja al pelinegro antes de si quiera dejarle seguir hablando, lanzándole una mirada llena de desaprobación que es respondida con una llena de duda y arrepentimiento por parte del menor. —Mira, da igual, si apruebas el examen tendrás que tomar supresores para evitar que esto pase, necesito a mis agentes en sus plenas facultades mentales, ¿entiendes? — no, no le entiendo a él, que hace veinte minutos me estaba deseando un suspenso y ahora simplemente sale con una solución tan sencilla como lo es tomarse los supresores, y no, no entiendo a mi lobo, que aúlla y corretea feliz en mi interior por el supuesto "cumplido" que me ha lanzado.
—Bueno, con todo ya aclarado, será mejor que nos vayamos. — HoSeok, me sonríe nuevamente, la verdad es que no sé cómo agradecerle lo que está haciendo por mí, me está salvando de algo que ni si quiera yo entiendo ahora mismo, de la mezcla de emociones y pensamientos entremezclados de mi lobo y míos. — Ya la habéis escuchado antes, si este lobo no sale de aquí será ella quien le arrastre fuera, — le veo golpear la nuca de JungKook y me veo obligada a taparme la boca para que la risa que se me escapa ante el gesto del peli-naranja no sea demasiado obvia. — y, sinceramente, la veo capaz de arrastrarnos a todos. — HoSeok me guiña un ojo antes de salir de la habitación, seguido por los demás. ¿Cómo se agradecen este tipo de gestos?
—Ho, luego me dices que no te golpee...— JungKook responde a HoSeok, quien se gira de golpe, con el rostro pálido y la sonrisa e incómoda, sus ojos me buscan como si estuviera pidiendo ayuda, ¿es este una especie de juego entre los siete Alfas?, ¿o realmente me está pidiendo ayuda?
—Si me tocas, Alia defenderá a su hermano mayor favorito, ¿a que sí? — le sonrío divertida, aunque no me da tiempo a responder, pues Jimin y TaeHyung se lanzan contra HoSeok, ambos están fingiendo seriedad, les cuesta mucho ocultar las risas en sus rostros y entiendo que es una forma de jugar que tienen.
—No es cierto Ho, yo soy su hermano favorito. — Jimin brama, encarándose a HoSeok mientras tapo mi boca con ambas manos, intentando retener las carcajadas que luchan por salir ante la imagen frente a mí; imagen a la que TaeHyung se une segundo después declarando exactamente lo mismo, alzándose victorioso por alguna extraña razón, creando una mini-guerra entre los tres que me prometo recordar hasta el último de mis días. Es imposible no sentirme aceptada aquí cuando se portan de esta manera.
—Chicos, — todos nos quedamos estáticos en el sitio al escuchar hablar a YoonGi, ni si quiera Nam Joon es capaz de moverse del sitio a pesar de no haber entrado en la "pelea", espero expectante a lo que pueda decir, tengo claro que YoonGi no es alguien fácil de leer y creo que nunca seré capaz de saber lo que pasa por su cabeza, pero me impone ese respeto familiar que no me amenaza, sino que me llena de curiosidad. — que discutáis sobre un tema como ese... — YoonGi, la voz de la razón. Eso es lo único que me da tiempo a pensar antes de retirarlo. —Está claro que su hermano favorito soy yo. — definitivamente no me esperaba esa respuesta y no puedo estallar en carcajadas, hasta el punto de necesitar sujetar mi estómago por el dolor.
Siento la mirada atenta de los siete sobre mí, pero no puedo controlar la risa, definitivamente no era algo que fuera a esperarme ni ahora, ni en el futuro, a penas nos conocemos los unos a los otros, y el hecho de que el lobo que parecía ser más serio haya entrado a una pelea como esa... Es algo que no soy capaz de describir con palabras, pero que me llena de calidez. Escucho la risa de los demás acompañando la mía y, supongo, que esa estúpida discusión ha salido sólo para intentar hacer la despedida más amena y menos amarga, después de lo sucedido con JungKook.
—Chicos, lamento deciros que no tengo un hermano favorito, — me estiro en mi sitio, calmándome un poco después del ataque de risa y con los ojos aún llenos de lágrimas por las carcajadas, me miran sonrientes y, sí, si su idea era hacerme sentir mejor, lo han conseguido con creces. — os tengo el mismo cariño a todos, me habéis ayudado y apoyado muchísimo desde el mismo minuto en el que me conocisteis, así que os estoy eternamente agradecida, de verdad. — creo que ninguno se esperaba estas palabras, pero es algo que mi corazón ha estado gritándome por decir, y creo que no habrá un mejor momento que este, en el que me han demostrado que incluso harían estupideces con tal de que yo esté cómoda. — Muchas gracias, chicos.
1º transformacion de Alia, 12 años
Ahí recordó sobre su manada
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