7 (Reescrito)
MIN HO EN LA IMAGEN DE ARRIBA
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Abro los ojos, sintiendo el corazón palpitar en mi garganta, el sonido estridente que me ha despertado me está destrozando los oídos. Mi cuerpo está completamente tenso hasta que localizo la procedencia del dichoso ruido. Soy imbécil. Sólo me he dado cuenta de que ese ruido es el de mi alarma al ver mi teléfono, que me muestra las opciones de apagar y posponer. Me siento en la cama al tiempo que apago la dichosa alarma, estoy cansada, parece que anoche no fui capaz de descansar bien. No creo que sea por haber estado sola, ya que cuando vivía en la cueva también estaba sola. ¿A lo mejor es por estar en un sitio nuevo?, pero cuando dormí en casa de loa chicos, tampoco me pasó.
Será mejor que deje de pensar en estas cosas, hoy tengo muchas cosas que hacer, así que me visto con lo primero que encuentro en el armario, unas mayas y una camiseta de tirantes, supongo que esto está bien para hacer ejercicio, desde luego parecen mucho más cómodas que los vaqueros. Voy directamente al baño para terminar de prepararme, me hago una coleta que no dejo de mirar, ¿la he hecho bien?, es la primera vez que intento recogerme el pelo. <<-Ojalá Jimin estuviera aquí->> Debería pedirle que me enseñe a recogerme el pelo. Me quedo mirando la colonia de olor a coco que está frente a mí, ¿de verdad quiero probar a tener un aroma, incluso si se sabrá que es falso? No quiero tener que estar dando explicaciones a nadie sobre mi situación. El olor que me rodea al ponerme la colonia, es algo raro y no sé si lograré acostumbrarme en algún momento.
Miro la hora casi por instinto, para confirmar lo que ya sé, aún tengo alrededor de una hora para comer algo y salir de casa. Me deslizo por todo el salón hasta llegar a la cocina, aún cansada e intentando despegar la ansiedad que la alarma me a pegado. Me preparo un café con leche y me sorprende lo bien que sabe.
El cansancio parece desaparecer de mi cuerpo conforme voy bebiendo del brebaje de color marrón claro; y creo que comienzo a entender por qué la mayoría de los Alfas estaban siempre con una taza de café al despertarse, les he visto echarse azúcar la gran mayoría de veces, pero creo que el punto amargo que lucha con la dulzura de la leche hacen una mezcla perfecta que no tengo intenciones de cambiar. Los minutos pasan con demasiada lentitud y me exaspera un poco que parezca que no llega el momento de salir por la puerta.
¿Y si voy saliendo?, así podría dar una vuelta con calma por la aldea, no lo sé, tal vez sea capaz de llegar con puntualidad por una vez, incluso llegar un poco antes. Dejo la taza en el fregadero, debería meterla directamente en el lavavajillas, pero me da algo de pereza, y la idea de poder sentir la brisa en mi piel me saca una pequeña sonrisa, llena de ilusión.
Al salir de casa me doy cuenta de que voy a necesitar una mochila, tener que llevarlo todo en la mano es bastante incómodo. Me sorprende lo vacías que están las calles a pesar de que el sol salió hace un rato, quiero decir, hay algunas personas transitando las calles, con la misma calma con la que yo lo hago, pero me sorprende porque, hasta ayer, las personas abarrotaban el lugar, ¿Estarán ya en el trabajo?, ¿tal vez siguen durmiendo? Todo esto es un mundo nuevo para mí y siento tanta curiosidad por cómo viven los demás que, a ratos, me siento un poco como un cachorro al que le están enseñando a cazar.
Tardo relativamente poco en llegar al lugar, el edificio de ladrillos que se alza imponente frente a mí me marea, la verdad es que no entiendo por qué Ho y los demás se refieren a este lugar como una aldea, porque no sé parecería en nada si no fuera por los cultivos que se encuentran a las afueras. Reviso la hora en mi móvil, aún faltan cinco minutos para las ocho, no sé qué hacer, si me alejo para dar una pequeña vuelta más, llegaré tarde y, si me quedo, serán los cinco minutos más largos de mi vida. ¿Qué hago, aburrirme como una ostra o llegar tarde?
—¿Alia? — aparto la mirada de la pantalla del teléfono, reconociendo la voz áspera que me llama, alzo la mirada, encontrándome al mismo chico con el que luché ayer. —Has llegado pronto. — mira lo que creo que es un reloj en su muñeca, me encojo de hombros sin saber qué responder a la obviedad que acaba de soltar. — Bueno, empezaremos antes entonces, — me sonríe al tiempo que me invita seguirle dentro del edificio con un gesto. —ayer no me presenté, soy Dong Young-Bae. — asiento a pesar de que no me ve por ir caminando detrás de él, no puedo evitar observar mi alrededor una vez más, llenándome de sorpresa al ver la cantidad de lobos que trabajan aquí, todos con el mismo uniforme, cogiendo teléfonos, cargando cajas llenas de vete tú a saber qué, nos cruzamos con varios que hablan entre sí mientras beben café.
Este lugar es impresionante, las luces brillan evitando que ninguna esquina tenga una mínima sombra, las paredes blancas con corchos llenos de imágenes o trozos de papel escritos, Young-Bae me guía a través de varios pasillos mucho más amplios que el que atravesé ayer junto a Ho. Llegamos hasta dos puertas que no sé a dónde llevan.
—Este es el gimnasio, aquí realizamos las pruebas a los nuevos y venimos a entrenar para mantenernos en forma, — me explica al mismo tiempo que abre ambas puertas, dejándome a la vista una imagen que no sabría explicar, hay máquinas en una esquina, supongo que para hacer pesas y correr, una cuerda gigante cuelga desde el techo hasta rozar una colchoneta que está en el suelo, ¿la gente se cae de ahí? También hay bancos y líneas que recorren todo el suelo.
Nos adentramos en el lugar, pero yo aún permanezco asombrada por la cantidad de cosas que hay aquí, ¿tendré que usar todo esto para pasar la prueba física? El olor a cigarrillos atraviesa mi olfato pillándome completamente desprevenida, me tapo la nariz de manera instintiva, busco con la mirada al dueño del olor, pero me encuentro a cuatro chicos uniformados, que hablan entre sí. Nos acercamos y tengo que forzarme a no taparme la nariz por los olores mezclados.
—Habéis llegado pronto, —un chico delgado y con el pelo teñido de rubio fosforito nos sonríe, el olor a cigarro viene de él. — encantado, nos vimos ayer, pero no llegamos a presentarnos, — frunzo el ceño intentando recordar el momento en el que les vi. Supongo que fue durante la pelea de práctica, pero me sorprende no haberle olido. —soy Kwon Ji- , y ellos son — señala a sus compañeros, uno por uno al presentarles, — Kang Dae-Sung, — el señalado me sonríe y puedo ver como algunos de sus dientes están chuecos, me recuerda un poco a la sonrisa de Jimin, quien también tiene uno de sus dientes torcido. — Choi Seung-Hyun, — un chico con el pelo teñido de gris ceniza me sonríe con amabilidad, es mucho más alto que yo y me siento un poco intimidada, a decir verdad. —y Lee Seung-Ri. — me sorprende la cantidad de personas que se tiñen el pelo en esta manada.
—No tienes clase, — el chico al que han presentado como Lee Seung-Ri me señala, ¿por qué no pueden dejar de hablar de lo que es obvio?, tuvieron que darse cuenta ayer cuando, aun estando en mi forma animal, mis ojos permanecieron grises. — tampoco olor, aunque la colonia lo camufla bastante bien.
La vergüenza que me atraviesa al escuchar sus últimas palabras me cierra la garganta con un nudo que me impide hablar durante un minuto que me parece eterno, no puedo creerme que me lo haya dicho de una manera tan casual, es increíble. Oigo a varios de los chicos que se han presentado regañarle por hablarme de manera tan casual sobre un tema que es tan delicado. No volveré a usar la dichosa colonia, no sé por qué he intentado introducirme en la manada proyectando algo que no soy.
—Lo sé, tranquilo. — la amargura de mi tono de voz baila en las palabras, y la expresión de molestia disimulada en una sonrisa que le regalo a Seung-Ri parece entristecerle, quiero suponer que no lo ha comentado buscando hacerme daño, pero no me apetece una mierda que me recuerden el hecho de no tener aroma incluso cuando he intentado disimularlo. — Tampoco sé por qué carezco de ambas cosas.
—Será mejor que empecemos las pruebas. — Dae-Sung cambia el tema antes de explicarme el recorrido que haré y lo que necesito para pasar las pruebas, ya sea en tiempos o en números.
Las pruebas comienzan y la verdad es que no son demasiado difíciles, hay algunas que desearía hacer con mi forma animal, ya que tardaría mucho menos, pero no se me complican. Las de velocidad son mi fuerte, y por las expresiones que han puesto los chicos en algunas pruebas, creo que he roto un record o algo así, pero me centro en la siguiente. Las pruebas de fuerza me frustran, con este cuerpo he perdido mucha masa muscular y, aunque estoy definida, no tengo ni la mitad de la fuerza que mi forma animal. Logro completar las pruebas dos horas y pico después, con la fatiga comenzando a afectarme al haber dejado las pruebas de resistencia para el final. Mi respiración está entrecortada, pero no lo suficiente como para que me cueste respirar. Miro a los chicos, esperando a que me digan algo sobre las pruebas, pero en vez de hablarme a mí, empiezan una conversación entre ellos cinco.
—Os dije que no hacía falta comprobarlo. — Young-Bae pasa uno de sus brazos por encima de mi hombro, a pesar de que ni si quiera me está mirando o invitándome a la conversación.
—Bueno, tampoco hará falta saber cual será la reacción de Rin si te ve abrazando a otra loba. — Young-Bae aleja el brazo al mismo tiempo que da un salto mientras mira a nuestro alrededor después de haber escuchado a Seung-Hyun. ¿Rin será su pareja?, por su reacción supongo que lo es.
—No la habéis visto cabreada, cabrones. — Young-Bae intenta defenderse, olvidándose de mi existencia. Otra vez. En esta aldea tienen la mala costumbre de obviar a las personas cuando aparece un tema en el que no se tiene ningún tipo de conocimiento. Suspiro exasperada y decido mirar la hora en mi teléfono, no quiero que se me haga demasiado tarde para ir a buscar a Min Ho, son cerca de las once y para mi desgracia, parece que esto va a ir para largo sólo por el debate que se ha generado sobre si la tal Rin da miedo o no.
—Chicos. — intento llamar su atención, sé que no debería meterles prisa, pero me urge salir cuanto antes de este lugar. — Chico, por favor. —nada, es como si no me escucharan, como si no estuviera aquí, junto a ellos. Dejo escapar un suspiro intentando controlar la molestia que comienza a remover mi estómago. —¡Chicos! — la voz gutural, grave y fuerte que sale de mi garganta hace que absolutamente todos nos sorprendamos, y yo siento el color huir de mi cara, acabo de utilizar la voz de Alfa sin darme cuenta. Tengo voz de Alfa a pesar de no tener un rango. Qué. Cojones.
—¿Acabas de...?— Dae-Sung parece tan incrédulo y desconcertado como yo, que le devuelvo una mirada llena de sorpresa y casi pánico a modo de respuesta. —¿La has usado antes? — niego en respuesta, carraspeando e intentando eliminar la sorpresa en mi cuerpo, tengo que irme a buscar a Min Ho.
—Nunca, no sé qué ha pasado, yo sólo quería que me escucharais, — me explico como bien puedo. — tengo algo de prisa y parecía que os habíais olvidado de mi existencia. — no sé qué más decir, esto me ha pillado con la guardia baja y me ha sorprendido tanto como a los demás.
—Te daré los apuntes, — Ji-Yong es el primero en romper el silencio que han dejado mis palabras, y con una sonrisa incómoda asiento, siguiéndole a través de los mismos pasillos que he atravesado antes. — tendrás que venir el penúltimo viernes de este mes a las diez, — comienza a explicarme, pero mi cabeza parece no recibir la información como debería. Entramos a una sala, llena de pupitres. — si vienes antes sería mucho mejor, para que puedas relajarte y tener un poco de tiempo extra. — asiento, recibiendo un tocón de papeles grapados que pesa más de lo que pensaba. Frunzo el ceño, esto no parecen "unas pocas leyes" — Parecen muchas, lo sé, —Ji-Yong me muestra una sonrisa amable y puedo ver el esfuerzo que está haciendo por no decir nada sobre lo que pasó hace diez minutos. — pero no tienes de qué preocuparte, la mayoría de las leyes son de sentido común.
—Gracias. — respondo, pero mis ojos bailan por algunas de las leyes que ojeo al abrir el cuadernillo por una página al azar, tengo miedo.
—Con todo dicho, ya puedes irte. Buena suerte, Alia. — asiento con una pequeña sonrisa como respuesta antes de salir corriendo del lugar. Se me ha hecho más tarde de lo que pensaba y la imagen de Min Ho haciendo pucheros y desanimado por mi tardanza me agarrota el pecho.
Nada más salir de la comisaría tomo mi forma animal, sujetando los papeles y demás objetos con mis dientes, y corro como nunca antes lo he hecho, tengo suerte porque el orfanato no queda muy lejos, pero necesito llegar cuanto antes, así que acelero cada vez más, hasta que siento mis patas arder y suplicar para que baje el ritmo, hasta que siento mis pulmones en llamas por la respiración acelerada y la falta de oxígeno. Pero al menos he conseguido tardar unos pocos minutos en llegar, tomo mi forma humana y entro al lugar, estirando mis brazos e intentando regular mi respiración, haber hecho tantos ejercicios antes de salir corriendo hasta aquí me ha desgastado bastante.
—¡Alia! — una voz me saca de mi ensimismamiento, la voz chillona pero dulce de Min Ho me recibe nada más he entrado y no puedo evitar sentirme feliz por ello. Me gusta la sensación de saber que hay alguien esperando a que llegue, ¿será este un pensamiento egoísta? —¿Estás bien? — pregunta y puedo notar enseguida su preocupación. Escondo una pequeña risa con mi mano y me agacho para acariciarle, asintiendo con la cabeza.
—No tienes de que preocuparte, cachorro, — le aseguro e intento que se de cuenta de que no le estoy mintiendo. —He tenido que hacer mucho ejercicio esta mañana y he venido corriendo, sólo estoy agitada por el deporte. — me estiro nuevamente en mi lugar y le hago una seña al cachorro con la mano, para que me siga. — Tenemos que avisar a la Señora Yon de que nos vamos, ¿no? — sus ojitos brillan llenos de ilusión y alegría, le veo saltar en el sitio y corretear un poco.
—Hola, Alia, — la voz amable de la Señora Yon me sorprende, pero le muestro una sonrisa en respuesta. — ¿cómo va tu plan? — la sonrisa que me muestra me enternece y me recuerda a la de Nam Joon y a la de mi madre; sus dos hoyuelos marcan sus facciones con un aire de maravillosidad que no logro explicar.
—Va bien, Señora Yon, — respondo con una sonrisa, mi mirada se pierde en el cachorro mientras continúo explicando, Min Ho no deja de corretear entre nosotras dos y puedo asegurar que está deseando que salgamos de aquí. — necesito pasar un examen y ya estará casi todo preparado. — la sonrisa se extiende en sus labios y me rodea con sus brazos en un abrazo cariñoso.
—Me alegro por ti, Alia, — se aleja de mí sin cambiar su expresión cariñosa. — Espero que vengas algún día de estos a tomar un café, así podrás explicármelo todo. — no puedo evitar sorprenderme ante la inesperada invitación, y el sentimiento de calidez y aceptación que me envuelve no tiene palabras que lo expresen.
—Lo haré. — devuelvo la misma sonrisa que me ha regalado la mujer y estiro los brazos en su dirección para devolver el abrazo, quiero esconderme en su hombro, dejar que el cariño que a penas recuerdo me envuelva una vez más, me da igual tener veinte años, parecer demasiado mayor para necesitar ese cariño maternal que la Señora Yon me ha regalado desde, prácticamente, el primer momento que me vió hace unos días. Pero para mi desgracia tengo que separarme, he venido a por el cachorro y sé que está impaciente por salir de aquí. —¿Lo llevas todo cachorro? — el nombrado asiente con euforia señalándome la mochila que está pegada a la pared y que no había visto hasta ahora. —¿Incluido algún peluche?
—Se quedará a tu casa a dormir entonces, ¿verdad? — entiendo la pregunta que me lanza la Señora Yon, así que siento, mi plan es el de llevarme a Min Ho hasta mañana, quiero tantear el terreno, saber lo que le gusta al cachorro, lo que le disgusta, sus necesidades y, sobre todo, saber qué tan bien conviviríamos los dos, al final no estoy acostumbrada a compartir mi espacio y eso podría resultar en algún problema que prefiero evitar. — En ese caso, nos veremos mañana. — la mujer se despide de Min Ho con un beso en su cabecita blanca, mientras cojo la mochila y me la coloco en uno de mis hombros. —Cuidaos mucho, si tenéis algún problema no dudéis en avisarme, comed bien...—me rio ante las palabras tan llenas de preocupación de la Señora Yon, sé que está preocupada, sin embargo, creo que no es una preocupación negativa hacia si yo seré capaz de cuidar bien de Min Ho hoy, creo que es por el bien de ambos. — Min Ho, no olvides hacer caso a todo lo que te diga Alia, ¿entiendes?
—Sí, Señora Yon. — el cachorro responde, aún lleno de energía.
—No se preocupe, — quiero que la mujer confíe en mí, no sólo por el cachorro, también como persona. Sé que es la primera vez que voy a cuidar de alguien que no sea yo, pero en un entorno tan seguro como es la aldea, y esperando que habrá más de los nuestros que si nos vieran en algún tipo de apuro nos ayudarán de alguna manera. — espero que tengas un buen día, Señora Yon.
Me despido de la mujer y salgo del lugar con el cachorro caminando a mi lado, la primera parada que haremos será mi casa, necesito dejar el montón de papeles que son mis apuntes y quiero que el cachorro se acostumbre un poco, aunque sea, al lugar. Entiendo que es nuevo y que no va a llegar y entender que puede ser él mismo y jugar todo lo que quiera, necesitará tiempo y, si las cosas me salen bien y él quiere, pronto este lugar será también su hogar. No me sorprendo en absoluto cuando, al atravesar la puerta de la entrada de mi casa, Min Ho me sigue tímido, sin saber dónde mirar o cómo moverse por el lugar, es justo la reacción que me esperaba, pero no sé cómo evitar que se sienta así.
Supongo que más que decirle que este es un lugar seguro para él, vale más demostrárselo, así que le hago una pequeña visita por la casa, señalando cada una de las habitaciones, hasta que llegamos a la suya, que aunque está equipada con lo básico, un armario, un escritorio junto a una silla y la cama, no tiene nada que grite que esa es la habitación del Omega, pero eso sucederá cuando él se mude de manera definitiva conmigo, y me encargaré de llenarla de todo lo que al cachorro le guste.
Después le llevo a mi habitación, no sé cómo dormirá Min Ho en lugares nuevos, pero recuerdo que la primera vez que dormí sóla en la cueva a penas pude dormir por las pesadillas y el miedo a no tener a nadie cerca que me protegiera de los "monstruos" y los cazadores, así que quiero que sepa dónde dormiré en caso de que a él también le de miedo estar sólo.
—Tu casa es muy grande, — supongo que podría tener razón, aunque no sé cómo es una casa "pequeña", así que no puedo responderle nada, sólo le sonrío mientras bajo a la planta principal, con el cachorro siguiendo mis pasos con extremo cuidado. — seguro que tu futura familia será muy feliz aquí. — su tono tiene un deje de tristeza que me molesta, ¿tanto daño le han hecho en el pasado, que ahora no cree ser merecedor de que alguien le adopte?
—No lo sé, — no quiero aguar la sorpresa, así que no le doy una respuesta concreta, le sonrío con calidez mientras abro la puerta de cristal que da al patio trasero y tomo mi forma animal, estirando mis patas cuando el crujir de los huesos ha parado. — supongo que ya lo descubriré.
Ambos nos sentamos sobre la hierba seca por el calor, el sol de la mañana me ciega un poco, pero el azul que inunda el cielo de manera tan pura me encandila, parece un río en calma, sin corriente, que peina mi pelaje con el brillo dorado del sol, respiro el aire puro que me regala el bosque que está a escasos metros de la vaya de mi patio, el olor a pino me relaja y me lleva a los momentos de paz y calma que he vivido en este mismo bosque durante años, sóla. Miro de reojo a Min Ho, que parece inquieto a pesar de estar sentado, mueve la cabeza de un lado a otro, sus ojos buscan algo en concreto que no logra encontrar. Cierro los ojos, y lo escucho todo, el canto de los pájaros en las ramas, que se mueven con las brisas suaves que aparecen y desaparecen como suspiros de la naturaleza, escucho las risas de algunos lobos que están en la manada, el sollozo de un cachorro que es regañado por su madre y, se me concentrara de verdad, escucharía el correr de los animales del bosque.
—Alia, — abro los ojos, saliendo de la pequeña burbuja de calma que he creado en un momento, y miro al pequeño que está junto a mí, espero a que continúe hablando aunque en sus ojos inquietos y sus patas nerviosas puedo ver ya lo que quiere preguntarme. —¿en qué estás pensando tan concentrada? — la curiosidad en su tono de voz me enternece.
—No estoy pensando en nada, — respondo, observándole con diversión, a lo mejor soy una rarita por hacer este tipo de cosas. — estoy dejando a mi lobo escuchar y oler todo lo que él desee. — acabo por tumbarme para ponerme a la altura del cachorro, le doy un pequeño toque en la cabeza con una de mis patas antes de cruzarlas y continúo. —Es una especie de entrenamiento que me ayuda a diferenciar los aromas y los sonidos con mucha más facilidad, para saber en qué dirección o a cuanta distancia se encuentran. — sus ojos brillan atentos e ilusionados ante mi explicación, su cola se mueve con energía y se acerca un poco más a mí.
—¿Cómo se hace eso?, ¿podré hacerlo en algún momento? — una pequeña carcajada se escapa de mis fauces al tiempo que asiento a sus preguntas, la verdad me ha sorprendido la curiosidad con la que ha cogido esta pequeña meditación, por un momento pensé que algo como esto le aburriría y me pediría jugar a otra cosa, así que me alegro en sobremanera de que quiera aprender esto.
—Primero, debes cerrar tus ojos, — Min Ho cierra los ojos ante mi indicación, está demasiado emocionado. — debes dejar que tu cuerpo se relaje, céntrate en tu respiración.— no aparto la vista del cachorro, que poco a poco deja de mover su hocico y orejas en busca de olores y sonidos reconocibles, le dejo respirar durante unos minutos antes de seguir, asegurándome de que esté calmado. — Ahora, deja que tu olfato te guíe, que tus oídos escuchen. — espero con paciencia, le observo, cada una de sus reacciones, cuando parece captar un aroma extraño o un sonido nuevo, su pelaje blanco brilla como la nieve pura bajo el sol. — ¿Qué escuchas?, ¿qué hueles? —no me responde durante un minuto, parece inmerso en lo que le rodea, y soy capaz de ver cómo, por un segundo, es capaz de conectar con su lobo.
—Escucho... pájaros en los árboles, las ramas moviéndose de vez en cuando, risas de algunas personas....— abre sus ojos azules, que chocan contra los míos en una mirada decepcionada. — Pero eso ya soy capaz de escucharlo sin cerrar los ojos, igual que el olor a pino del bosque. — apoya su cabeza sobre mis patas cuando se tumba, y me mira con pena, le sonrío enternecida, es normal que no logre escuchar mucho más. —¿Tú que escuchas, Alia?
—No tienes que desesperarte por no escuchar nada nuevo la primera vez, a mí me costó años lograr oír y oler las cosas como ahora. — le explico, no quiero que se desanime por no conseguir hacerlo a la primera, se necesitan muchos intentos y mucha concentración para poder escuchar los secretos de la naturaleza. Cierro mis ojos y me concentro en todo lo que me rodea, quiero responder a la pregunta del cachorro con tanta sinceridad como pueda. —Escucho a los pájaros en las ramas que se mueven, los susurros de las brisas que nos despeinan, escucho a los animales correr entre arbustos y árboles, el río corriendo sin descanso.
—Wow, tienes muy bien oído, — abro mis ojos y le miro, parece más tranquilo que hace un minuto, el desánimo ya ha desaparecido de su expresión y me alegra saber que ha entendido lo que le he dicho, — ¿cuánto tiempo tardaste en conseguir conectar con tu lobo y conseguir tan buen oído?
—No estoy segura, uno o dos años, supongo, — le explico, aunque en mi caso supongo que tardé relativamente poco por la ausencia de distracciones sociales que me impidieran parar un rato todos los días para practicar. — por eso no debes ser impaciente, tienes que practicar mucho. — no sé qué más decirle y, al ver cómo su expresión se ha vuelto tímida de un segundo a otro, me preocupa haber dicho algo malo, sé que los cachorros no son precisamente pacientes, yo misma me ponía de los nervios al no conseguir mejorar de un día para otro.
—Alia, — me llama. — ¿puedo hacerte una pregunta?, es algo rara, y no tienes que responder si no quieres, — parece ansioso ante la posibilidad de que me niegue a responderle, pero quiero darle la seguridad de que puede preguntarme cualquier cosa siempre que quiera o lo necesite, quiero estar para él y que él lo sepa. — ¿Cuándo fue tu primera transformación?
Dong Young-Bae= TaeYang
Kwon Ji-Yong= G-Dragon
Kang Dae-Sung= Daesung
Choi Seung-Hyun= TOP
Lee Seung-Rri= Seungri
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