6 (Reescrito)

JUNGKOOK EN LA IMAGEN DE ARRIBA

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HoSeok parece derrotado conmigo, y la verdad es que lo entiendo. Llevamos todo el día buscando algún trabajo al que me adapte de manera más natural. Hemos descartado tantras cosas que ha llegado un punto en el que no creo ser capaz de encontrar un trabajo al que pueda acostumbrarme o cogerle el gusto. He probado la cocina, en el restaurante de Jin y, a pesar de que me ha ayudado tanto como ha podido, la cantidad de personas que entraban en el restaurante y la cantidad de comidas diferentes y elaboradas eran tantas que me he temido como una negada tras haber intentado pillar el ritmo durante tres horas. Nam Joon ha sido el segundo en ofrecerme ayuda, y aunque me ha sorprendido, no me he negado.

No a salido bien, me he sentido encerrada nada más sentarme frente al ordenador que me ha señalado Nam Joon, me he agobiado tanto que he tenido que salir, prácticamente, corriendo del lugar sin que a penas pasara una hora, estar atrapada entre cuatro paredes, haciendo cuentas y sin poder a penas estirar el cuerpo no me ha sentado para nada bien. HoSeok, que me esperaba afuera, me ha recibido con sorpresa antes de llamar a Nam Joon mientras intentaba calmarme. TaeHyung ha sido el tercero en ofrecerme un trabajo, como reponedora en su tienda de ropa, y aunque al principio no lo he hecho mal, la aglomeración de aromas que ha ido concentrándose en la tienda, conforme los lobos iban entrando y saliendo, han acabado por marearme hasta el punto de que TaeHyung a tenido que acompañarme fuera para que pudiera respirar algo mejor.

Jimin es el último de los chicos que me ha enseñado un trabajo diferente, en su floristería, pero sin siquiera llevar media hora en su tienda, nos hemos dado cuenta ambos que ese tipo de trabajo no era lo mío, cuidar las plantas me es casi imposible y, creo que hay alguna que me da alergia, así que me ha despedido con una sonrisa compasiva en el rostro.

Suspiro agotada mirando a HoSeok, que parece tan cansado como yo, pero que no deja de pensar en alguna solución que sea factible para mí, que me permita devolverles todo lo que me han dado en estos tres días. Tal vez, si hubiera alguna especie de trabajo en el que la fuerza y la velocidad fueran claves, podría encajar en algo así.

—No creo que trabajar de camarera en mi bar vaya a funcionar tampoco, — asiento ante sus palabras, la aglomeración de aromas y la velocidad que, seguramente, deba mantener durante horas acabarían conmigo. — TaeTae anoche dijo que se te daba bien pelear, ¿es cierto? —le respondo con otro asentimiento de cabeza mientras le observo rascarse la cabeza, despeinando el pelo naranja de su nuca. — Sé que tienes fuerza y velocidad...— está hablando para sí mismo y me pone bastante incómoda. ¿Gracias, supongo? — ¡Lo tengo! — de repente su expresión se llena de energía y, por un segundo, creo haber visto brillar una bombilla sobre su cabeza. —¡Sígueme! — agarra mi muñeca y hecha a correr sin darme ninguna explicación o idea de dónde me está llevando.

No me cuesta seguir el ritmo de sus zancadas rápidas, aunque no dejo de quedarme un par de pasos por detrás para dejar que me guíe de mejor manera, me lleva hasta lo que parece ser la plaza de la aldea y comienza a frenar el paso conforme nos acercamos a un edificio enorme del que entran y salen diferentes personas de manera constante, algunas con un traje negro y otras con ropa de diario. ¿Dónde cojones me ha traído? Me lleva hasta la puerta aún sujetando mi muñeca y, sólo cuando estoy rodeada de personas que visten el mismo traje negro me suelta, para pedirme que espere ahí un momento. No puedo evitar pasear mi mirada por el lugar, analizando los trajes negros, llenos de bolsillos y con un cinturón extraño con cosas a las que no logro poner un nombre y, sólo cuando me fijo en las letras cosidas que llevan en el pecho, entiendo dónde me ha traído HoSeok. Estoy en una estación de policía.

—Ven, — HoSeok llama mi atención y, con un gesto de su mano, me pide que le siga. — he hablado con algunos de los Altos Rangos del cuerpo de seguridad de la aldea, — me explica mientras atravesamos un pasillo estrecho y poco iluminado que nos lleva hasta una puerta que permanece entreabierta. — han accedido a tener un combate de prueba contigo para ver qué tan ciertas son las palabras de TaeTae, y si todo sale bien, sólo tendrás que pasar unas pruebas físicas y aprenderte unas pocas leyes. — agradezco lo que mucho que está haciendo HoSeok por mí, pero joder, en mi vida e tenido que aprenderme nada de memoria, siempre han sido cosas que eran de sentido común. Tampoco he luchado a manera de entrenamiento y no sé si seré capaz de hacerlo.

No estoy muy convencida de todo esto, y el hecho de estar bajando a lo que parece un sótano, la verdad es que no me inspira mucha más confianza, ¿por qué entrenan bajo tierra? Y, ¿por qué son ocho lobos los que me están recibiendo? Les observo con cuidado, el aire es pesado aquí abajo y me sorprende que todos tengan sus formas animales, miro de reojo a HoSeok, que me enseña los dedos pulgares apuntando hacia arriba antes de darme un empujoncito para que entre en el centro de la sala, donde un lobo castaño de bastante tamaño me observa impasible. Los demás se colocan a nuestro alrededor, redeándonos. Estoy empezando a ponerme de los nervios. No me está gustando una mierda la sensación de acorralamiento que comienza a apretarme la garganta y que me pone en guardia.

—Bien, — la voz grave del lobo castaño que está frente a mí, me llama la atención, le miro, con los ojos probablemente gritando que, si no me explican lo que está pasando, voy a matar a alguien. — te explicaré las reglas y lo que conseguirás si consigues vencerme. — está sentado frente a mí, sus ojos ámbar me miran con sorpresa. Creo que mi reacción le ha pillado por sorpresa. Carraspea antes de volver a hablar. — Lo primero, la pelea será con nuestras formas animales. —comienza a explicar, y tomo mi forma de lobo casi agradecida de no tener que pelear con mi forma humana que, aunque aún no lo he comprobado, parece mucho más débil que esta, mis huesos crujen y el pequeño ardor que siento en el cuerpo me relaja un poco, estiro mis patas antes de sentarme al igual que él, y la sorpresa en sus ojos me recuerda que mis ojos no cambiarán nunca de color. — En segundo lugar, quiero recordarte que no es una lucha a muerte, — aparto la mirada al escucharlo, ya lo sabía, pero va a ser difícil para mí cuando todo lo que he luchado hasta ahora ha sido por mi vida. — la lucha acabará cuando uno de los dos se rinda por el dolor, lo sabremos porque, en caso de rendirnos, tomaremos nuestras formas humanas, según esa forma aparezca, nos separaremos y la pelea habrá terminado. Si ganas, serás admitida de inmediato, y en una semana te evaluaríamos a nivel legislativo para confirmar que mereces formar parte del Cuerpo de Seguridad, ¿entendido? — asiento, pero no puedo evitar preguntar.

—¿Y los demás? — señalo con la mirada al resto de lobos que nos rodean en la sala. No me ha dicho nada sobre ellos.

—Sólo haremos de árbitros y evitaremos que nada se salga de control. — otro lobo, de pelaje gris, me responde en lugar del marrón que ya comienza a levantarse de su sitio y a estirar sus músculos. — Ya está todo explicado, así que, —hace una pausa que me descoloca un poco. — que comience el combate.

La pelea comienza nada más ha terminado de hablar, y no me ha dado tiempo ni a levantarme cuando he sentido el peso del lobo castaño sobre mí, ¿por qué le he prestado tanta atención al lobo gris?, soy imbécil. El aliento del castaño chica contra mi cuello y, de reojo, veo sus fauces, preparado para atacar, mi cuerpo se tensa ante la idea de que esté tan cerca de un punto tan peligroso y, de manera instintiva, clavo mis garras en sus patas delanteras, consiguiendo que pierda algo de fuerza y me de el tiempo suficiente para poder alejarle de mí con un empujón que me lo quita de encima. Se queja del dolor y de mi garganta surge un gruñido gutural que provoca en mi oponente una mirada llena de desconcierto, pero este no es momento para permanecer tumbada en el suelo, ni atenta a sus reacciones, mi cuerpo está en modo supervivencia, y mi en mi cabeza sólo resuenan las palabras <<-Sobrevive, tienes salir con vida de aquí.->>

Me lanzo contra él que choca contra la pared, de espaldas, porque los lobos que estaban rodeándonos se han apartado del camino, intento morder su cuello, pero sus garras se clavan en mi pecho y me empuja, tiene fuerza y sabe lo que hace, pero estoy segura de que no tiene tanta experiencia en luchar por su vida como la tengo yo, agacho la cabeza, alejándome de él, y observo cada uno de sus movimientos, analizando sus reacciones, cada paso que da, su respiración, la velocidad a la que sus heridas curan, tiene fuerza, pero es lento, también parece algo cansado a pesar de no llevar más de dos minutos peleando. Podría alargar la pelea, cansarle, pero perdería demasiado tiempo con eso. Quiero acabar esto cuanto antes.

El castaño mantiene sus ojos ámbar sobre mí, pero no está analizándome, está buscando algún lugar al que pueda atacar y que me deje lo suficientemente jodida como para poder acabar conmigo de un mordisco rápido, se centra en mi hombro. Me gustaría sonreír al darme cuenta, pero es mejor que no sepa que leo cada uno de sus movimientos, así que, cuando se lanza contra mí, con una de sus patas apuntando directamente a mi hombro, me alejo un par de centímetros en el momento justo, sus garras atraviesan mi piel, pero no me hace una herida lo suficientemente profunda como para ser limitante, aprovecho el momento para rodearle y atacar justo su lomo, donde clavo mis dientes hasta que el sabor metálico de su sangre invade mi sentido del gusto, gruñe del dolor y, aunque consigo clavar mis garras en sus costillas para que no pueda alejarme de él, siento las suyas hundiéndose en mi cadera, que ha quedado a su merced, nuestros gruñidos de dolor se entremezclan, pero ninguno soltamos al otro y soy consciente de que nos hemos vuelto una maraña sangrienta de pelaje negro y castaño que, con suerte, se diferencian.

Me siento frustrada al darme cuenta de que tiene, para mi gusto, buena resistencia ante el dolor, y aunque sé que está cansado por la respiración entre cortada, no me gusta la insistencia inhumana que tiene al intentar enganchar mi pata trasera con sus dientes. ¿Por qué cojones no se rinde? ¡Mis dientes casi se tocan entre sí como si no hubiera carne de por medio! Esto está durando demasiado, y cada vez me cuesta más no arrancar la carne que sujeto, porque sé que eso le mataría. Necesito ser rápida.

Así que, en cuanto veo la oportunidad contorsiono mi cuerpo lo suficiente como para lograr atrapar su garganta que, al no dejar de intentar atrapar mi pata, se ha olvidado de proteger, parece casi un regalo. Logro engancharle sin a penas resistencia, y para mi suerte, no me hace falta ejercer demasiada fuerza para lograr que se rinda, pues al momento de sentir las gotas de sangre resbalar de mi boca por su pelaje, siento cómo su cuerpo empequeñece, así que le suelto, viendo cómo su forma humana se presenta ante mí, aunque no me fijo demasiado en cómo luce, sólo me quedo viendo la sangre que mancha su ropa mientras tomo mi forma humana al igual que él.

—Buen combate. — su voz suena mucho más ronca que antes, hace el amago de intentar levantarse pero vuelve a caer al suelo, hace una mueca de dolor que me da algo de pena, así que me acerco a él, alargando la mano en su dirección con la intención de ayudarle a levantarse. Los demás, que ahora muestran sus formas humanas, le acercan una silla de madera algo desgastada, en la que se sienta con cuidado. — Ha sido divertido, — admite, mostrándome una sonrisa llena de honestidad y, e de admitir, que tiene razón, pelear de esta manera es algo divertido, es como un soplo de aire fresco el luchar por algo más que mi vida. Le sonrío en respuesta y espero a que prosiga. — debes estar orgullosa, estás dentro del Cuerpo.

Busco a HoSeok con la mirada, es casi instintivo, la alegría que siento ahora mismo me llena el pecho de una manera que no he conocido hasta ahora, he conseguido encontrar un puesto de trabajo por mi trabajo duro y mi habilidad para pelear. Quiero correr hacia él, pero su rostro ha perdido el color y me mira casi con terror, mi corazón se encoje ante la mirada que me lanza, sé que estoy llena de sangre y que, la herida de mi cadera y pecho todavía no se han cerrado del todo; supongo que le he mostrado una faceta demasiado horrible, aparto la mirada y no sé muy bien si debería acercarme a él o no; la euforia de hace un momento a desaparecido para dejarme una sensación de vergüenza inaguantable.

—Mañana, — el castaño de antes se acerca a mí, dándome un apretón en el hombro mientras me muestra esa sonrisa aún estirando sus labios. Sus heridas ya han sanado, y me alivia saber que no le he herido de gravedad en ningún momento. — ven a las ocho, te haremos las pruebas físicas correspondientes, por mero papeleo, porque estoy seguro de que las pasarás con facilidad. — bromea y asiento, esperando a que termine de hablar. — Después te daremos los apuntes que tienes que estudiar y serás libre de irte.

—De acuerdo. — respondo pensando que no tiene nada más que decir, pero en su expresión veo que estoy equivocada, aunque parece pensarse dos veces sus palabras.

—¿Puedo darte un consejo? — asiento, él sabe mucho más que yo sobretodo esto, así que espero a que hable. —Tienes que aprenderte en una semana lo que los demás hemos estudiado durante años, así que es mejor que estudies en tu casa y no vengas aquí hasta el día del examen. — sus palabras me caen como un cubo de agua fría, ¿cúantas leyes tengo que aprenderme? Pero entiendo a lo que se refiere y sé que, si me lo ha dicho, es por algo, así que le haré caso y, después de mañana, no volveré a pisar este lugar hasta el día del examen.

Me despido de todos al tiempo que salgo de ese sótano que ahora huele a sangre que hecha para atrás, miro a HoSeok que, aunque parece algo mejor que antes, sigue sin reaccionar demasiado. No puedo dejar que su reacción amargue el paso que acabo de dar en dirección al buen camino que quiero tener en esta aldea; estoy un paso más cerca de poder adoptar a Min Ho y de devolverle a los Alfas una pequeña parte de lo que me han dado. Sí, la imagen que acabo de mostrarle a HoSeok es, probablemente, asquerosa y repulsiva, pero es gracias eso que he sobrevivido hasta hoy en día, y no quiero avergonzarme de lo que soy.

—Lo has hecho genial. — HoSeok logra hablar sólo cuando estamos fuera del edificio, le muestro una pequeña sonrisa a modo de agradecimiento por sus palabras. — No tengo palabras, —su tono de voz parece un poco más animado que hace unos segundos y, de reojo, puedo ver la expresión arrepentida e incómoda en su rostro. — siento si no he reaccionado como debía ahí abajo, pero realmente no me gusta la sangre. —Oh, así que era por eso, no porque verme luchar le hubiera asustado. No puedo evitar dejar escapar un suspiro lleno de alivio al escucharle hablar. — Yo no nací aquí, ¿sabes? — se rasca la nuca, está incómodo y no entiendo por qué, a pesar de sentirse incómodo, intenta contármelo. — en una manada que estaba por el este, — dejo que hable, supongo que quiere que entienda el porqué se siente de esa manera con la sangre. — siempre he sido una persona que se pierde con facilidad. En ese momento éramos nómadas, cambiábamos de localización constantemente por culpa de los cazadores, y fue en una de esas "mudanzas", en la que tendría unos quince años, perdí a la manada de vista al alejarme para beber un poco de agua en el río. Estuve rastreándoles durante horas, pero ellos corrían sin descanso, así que se me hacía difícil encontrarles. —casi hemos llegado a mi casa, y no puedo evitar preguntarme si está bien que HoSeok comparta una parte tan importante de su vida conmigo, pero le escucho en silencio, si él cree que está bien, entonces sólo escucharé lo que quiera contarme. —La noche se me echó encima, sin haber logrado llegar hasta ellos, estaba agotado así que simplemente me dejé caer rendido bajo el primer árbol que encontré, nunca he tenido mucha resistencia física, — parece que intenta bromear, pero por la mirada llena de angustia que se mantiene perdida en la nada, sé que lo que viene a continuación no será divertido. — me desperté al sentir un puñado de manos y cuerdas atándome y sujetándome, antes de meterme en una jaula en la que a penas podía moverme, escuché a los cazadores reír entre sí y decir que me usarían como cebo para cazar a mi manada. Pero mi manada no volvía a por nadie, por eso estaba tan desesperado por encontrarles, ¿sabes? — me mira, lleno de tristeza. Hemos dejado de andar, estamos frente a la puerta de mi casa, pero no quiero que deje de contarme su historia, y él no parece querer dejarlo ahí.

—¿Quieres pasar? — invito, recibiendo un asentimiento como respuesta, así que ambos entramos, yendo directamente al sofá negro, en el que nos dejamos caer y en el que me coloco de manera que pueda ver de frente al peli-naranja junto a mí. No sé muy bien qué debo hacer ahora mismo además de escuchar, ¿sujetarle las manos?, ¿cómo debería de mostrarle mi apoyo? Y lo entiendo sólo en el momento en el que veo la duda en sus ojos, no sé si le habrá hablado de esto a alguien más, pero sé que quiere contármelo, y que no sabe si a mí me molesta escucharle. —Puedes seguir, si quieres, te escucharé tanto como quieras. — me muestra una sonrisa amable que me enternece el corazón.

—Estuve días encerrado ahí, no me daban comida, tampoco agua, y los cazadores se cabreaban cada día más al ver que ningún lobo de la manada venía a buscarme, y se enfurecían aún más al negarme a hablar. Si estaba en esa situación era por mi culpa, no podía, ni quería hundir a la manada por mi estupidez. — no puedo evitar pensar en lo que dice, y en ningún momento me parece que hiciera mal, si me hubiera pasado eso, yo hubiera hecho exactamente lo mismo. — Estaba listo para morir con tal de saber que mi manada estaría bien. Pero Nam Joon me salvó, junto a YoonGi. Llegaron unas noches después, yo ya a penas podía moverme del dolor en mi cuerpo, cada día me apaleban hasta que caía inconsciente, así que verles llegar aquella noche se sintió como si la Luna me hubiera mandado dos ángeles. Acabaron con el grupo de cazadores en cuestión de minutos, pero la sangre que se derramó aquella noche me dejó helado. El olor...— traga con dificultad y entiendo lo que siente ahora mismo, yo tuve la misma sensación en el estómago la primera vez que tuve que acabar con un humano para poder sobrevivir, aunque supongo que, en mi caso, hubo un punto de quiebre en el que comenzó a darme igual el olor y sabor metálico de la sangre, la suciedad con la que te impregna. — Lo siento, pero verte tan ensangrentada, herida, me ha dejado helado. Siempre que veo sangre los recuerdos de esa noche me congelan la sangre.

—Está bien, lo entiendo Ho. — respondo, sonriéndole de la manera más cálida que puedo, ni si quiera he caído en cuenta del momento en el que le he llamado por su apodo, pero eso parece hacerle aún más feliz, así que no me corrijo, y simplemente dejo que todo siga su rumbo, que el ambiente cambie poco a poco a uno más animado. Y minutos después comenzamos otra conversación que se alarga hasta el anochecer.

—Debería ir yéndome. — HoSeok se levanta del sillón, sonriéndome como nunca antes lo ha hecho, y siento que nos hemos vuelto mucho más cercanos después de la conversación de hoy. Le acompaño hasta la puerta y me despido de él, deseando que llegue bien a su casa. —Mucha suerte mañana.

—Gracias, — respondo. — descansa mucho esta noche, Ho, te lo mereces. — nos despedimos con un abrazo que me sorprende, pero que no me desagrada en absoluto.

Cierro la puerta y me adentro en la cocina, dónde me preparo un ramen instantáneo, y me siento a comérmelo en la barra americana. La comida de Jin es mucho mejor, pero no tengo energía para intentar cocinar algo ahora mismo, estoy agotada física y mentalmente después del día que he tenido.

Me rio sola, recordando lo inútil que soy para tantas cosas, pero feliz de saber que HoSeok ha decidido confiar en mí y contarme cómo llegó a esta manada; él también perdió a quienes debían protegerle, y no puedo evitar sentir que hay un hilo fino que nos une más de lo que pensaba; ahora entiendo por qué, al enterarse de que no tenía manada, insistió tanto en que le acompañara. Me alegro de que fuera él quien me encontró.

Creo que puedo decir, que tengo mi primer amigo en esta manada.

El teléfono vibra en mi bolsillo, dándome un buen susto, se me había olvidado por completo ese aparato. Lo enciendo para ver por qué vibra y la imagen que me recibe en la pantalla me llena de calidez. Los chicos me han mandado algunos mensajes, a los que respondo rápidamente, pero hay un audio de un número desconocido. No conozco a nadie así que, ¿quién demonios será? Le doy play y la voz de Min Ho pronto llega a mis oídos, llenándome de ternura.

—" Ho, la Señora Yon me está ayudando para poder hablar contigo." — su voz llena de ilusión me llena los oídos y me provoca una sonrisa que estoy segura de que me ilumina el rostro.

-¿Quién os dio mi número? – pregunto, por mera curiosidad. -Además, mañana nos vamos a ver.

—"Ha sido Jimin Alfa, quería hablar contigo, te echo de menos Alia, ¿te ha molestado que te hablara?" —escucho su voz un poco más suave que antes y me preocupa haberle hecho sentir mal.

-Claro que no me ha molestado cachorro, sólo tenía curiosidad.

—"La Señora Yon tiene que hacer cosas y no puede ayudarme mucho más, ¿qué tal te ha ido hoy?, ¿has conseguido ya trabajo?" — me enternece lo mucho que se preocupa por mí.

-No te preocupes, me ha ido muy bien, así que mañana pasaré un poquito más tarde a buscarte, tengo que hacer algunas pruebas. Pero en cuanto termine iré corriendo a buscarte, ¿vale? – espero que, con lo que le he dicho, haya logrado que no se entristezca.

—"¡Vale!, ¡mucha suerte mañana!" — me rio ante sus palabras, ¿cómo puede existir algo tan adorable?

-Entones nos vemos mañana, pórtate bien y descansa mucho.

—"Igualmente Alia. ¡Hasta mañana!"

La conversación acaba ahí y el cansancio me golpea por sorpresa, está claro que hoy ha sido un día lleno de aventuras, necesito descansar como es debido para mañana poder rendir en las pruebas físicas y poder pasar un buen rato junto a Min Ho al terminar, así que voy escaleras arriba, dándome una ducha antes de dejarme caer sobre el colchón que me recibe con los brazos abiertos; es la primera vez que duermo en algo tan cómodo, puede que influya el hecho de que es mío y no de alguno de los Alfas de la manada. Apago las luces y reviso las aplicaciones del móvil antes de dejarme arropar por el cansancio, ya no tengo a nadie que me despierte, tampoco puedo despertarme a la hora que quiera, así que poner una alarma es mi prioridad. Entre las apps encuentro una que parece ser de música, dónde encuentro una lista con algunas canciones que supongo, han seleccionado los chicos como una especie de regalo extra. Me gustaría escucharlas, pero mis ojos se están cerrando del cansancio así que me prometo escucharlas al día siguiente.

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