3 (Reescrito)

Sus ojos oscuros me observan con escrutinio mientras espera a mi respuesta, su rostro se muestra impasible y lleno de una solemnidad que no me asusta ni un mínimo a pesar de que debería hacerlo; un reflejo ámbar aparece durante una milésima de segundo en sus ojos y sé que se está cansando de esperar y no recibir más respuesta que una mirada directa por mi parte.

—Llevaré unos catorce o quince años sola. — mis palabras sorprenden a los tres Alfas, que me miran con los ojos abiertos y los rostros llenos de preocupación, excepto Nam Joon, que se mantiene aún serio, mirándome con incredulidad, lleva sus manos entrelazadas hasta sus labios ocultándolos de mi vista. Puedo ver la pregunta en su expresión antes de que la haga, sin embargo espero a que sea él quien hable.

—¿Recuerdas qué pasó con tu manada? — dejo escapar un suspiro incómodo, esos recuerdos son tan borrosos para mí que no estoy segura de poder hablar de ello sin que parezca que estoy desvariando. Aparto la mirada y la dirijo al techo, necesito ordenar las palabras, necesito saber qué voy a contar y qué se va a quedar como sólo eso, un recuerdo borroso.

—Sólo momentos sueltos, y son como imágenes borrosas. — admito en voz alta, el peso de mis palabras llega a mis pulmones, oprimiéndolos y haciéndome sentir la falta de aire. Intento que no se note, no quiero que me vean como alguien débil. —Lo que más recuerdo es el último día que estuve con la manada, — sólo me fijo en Nam Joon, que sentado frente a mí va deformando su rostro estoico por uno más preocupado. — recuerdo estar en el bosque con mi madre y con la manada, y de repente — cojo aire, aún soy capaz de oler y oír aquel día. — solo podía escuchar gritos y oler sangre. — cierro los ojos calmando mi cabeza, que ha comenzado a correr como si le sobrara la energía para lograr recordar algo más. Por eso no me gusta recordar el pasado, es sólo un dolor de cabeza que empeora.

Cuando vuelvo a abrir los ojos no puedo evitar mirar a los tres hombres, analizo sus expresiones, aunque no entiendo por qué lo hago, tampoco sé cómo se supone que hay que reaccionar a algo así, y cuando entiendo que sus rostros me muestran compasión y tristeza me inunda la ira. No quiero que me miren de esa manera. Lo que pasó con mi manada no tiene reparación, y no tiene sentido alguno llorar por algo que no podré cambiar nunca.

—Creo que la decisión es más que obvia. — Nam Joon se relaja en el sofá y me muestra una nueva expresión, mucho más amables que las que me ha enseñado hasta ahora. — Debo admitirte que me sorprende que hayas logrado sobrevivir durante tanto tiempo. — me encojo de hombros ante sus palabras, ¿qué se supone que debo responder a algo así?, ¿pues mira, aquí me tienes, vivita y coleando? —Mañana te acompañaran los demás Alfas a comprar las cosas que necesites para ir adaptándote.

¿Los demás?, ¿pero cuántos viven en esta casa?

—Como no tienes casa, aún, —Jin bromea, mostrándome esa sonrisa que me incomoda, no quiero que me sonrían de esa manera tan sincera, no quiero acostumbrarme a eso. — hoy dormirás aquí, pero mañana buscaremos una para ti.

—Gracias.

La verdad es que todo esto me parece demasiado atropellado, podría haberles mentido con mi historia, podría querer algo malo para esta aldea y, sin embargo, me han aceptado como si supieran que no soy capaz de hacerle nada a nadie de aquí. Nam Joon me muestra una sonrisa amable que deja a la vista dos hoyuelos que me recuerdan a mi madre. Tengo la tentación de acercarme y acariciar la piel morena que se hunde, igual que lo hacía cuando era pequeña, con los hoyuelos de mi madre. No puedo hacer eso, Nam Joon es un completo extraño y, desde luego, sería de lo más extraño que de repente saltara sobre él para hundir mi dedo índice en la piel.

El sonido de la puerta abriéndose y cerrándose me saca de mi ensimismamiento y enseguida detecto uno de los olores que están en la planta de arriba, y me veo incapaz de explicar realmente a qué huele en concreto, es un olor que me recuerda a la primavera y que calma la tensión de mis músculos sin darme cuenta. Pronto veo al dueño de ese aroma entrar en la sala en la que nos encontramos, su pelo gris es lo primero que llama mi atención, seguido de sus pequeños ojos avellanas y su altura, no parece ser mucho más alto que yo y he de admitir que me sorprende que un Alfa pueda ser más bajito que HoSeok. El desconocido también repara en mí presencia después de haber saludado a los demás y, para mi sorpresa, me señala con su dedo índice al mismo tiempo que mira al dueño del olor a café.,

—Nam, ¿quién es ella? — escucho a Jin suspirar derrotado después de escuchar al peli-blanco hablar, mientras Nam Joon batalla por no dejar escapar una carcajada. Estoy muy perdida en este momento, ¿puede alguien explicarme qué tipo de relación tiene esta gente? — ¿Y por qué no tiene olor? — su última pregunta me confirma lo que llevo años preguntándome. No es que no pueda oler mi propio aroma, es que no tengo uno.

—Jimin, — Nam Joon no es capaz de dejar de reírse ni si quiera cuando habla con el peli-blanco. — te presento a Alia, es una nueva integrante en la manada. — Jimin asiente ante las palabras de Nam Joon. —Y, para ser honestos, yo tampoco lo sé. — los ojos del líder vuelven a fijarse en mí, esperando una respuesta ante lo que acaba de decir.

—No lo sé. — me encojo de hombros, ¿qué más se supone que debo decir?, su mirada aún permanece sobre la mía, supongo que esperando a que diga algo más sobre el tema, o tal vez comprobando si aparece algún tipo de brillo en mis ojos que denote mi rango. Cuando veo su ceño fruncirse con desconcierto confirmo que mi segunda suposición era la correcta, así que, estúpidamente, decido confirmárselo. — Tampoco tengo un rango, — señalo mis ojos al hablar. — siempre he tenido los ojos de este color, ya fuera en mi forma humana o animal.

—Qué interesante. — Jimin se sienta en el pequeño hueco que queda en el sillón, justo a mi lado. Sus ojos se esconden en dos medias lunas al sonreírme, no puedo evitar encogerme en mi sitio cuando pasa una de sus manos por las puntas de mi pelo. Su apariencia es adorable, pero el contacto físico me es extraño. — ¿Cuántos años tienes? — su pregunta me desconcierta. ¿Mi falta de aroma y rango les da igual?

—Veinte. — no entiendo nada.

—Es extraño, — Nam Joon vuelve a hablar, pero Jimin no aleja sus manos de mi pelo. — Deberías haber desarrollado un rango cuando eras una niña, por lo menos en caso de haber sido Alfa u Omega, — asiento ante sus palabras, es la primera vez que escucho hablar sobre esto y me parece de lo más interesante. — si hubieras sido Beta¸ lo hubieras sabido hace unos seis o siete años. — ¿los Betas se desarrollan más tarde? Wow. — Pero no quiere decir que sea algo malo. — supongo que tiene razón, hasta ahora mi falta de aroma o rango no me ha afectado en absolutamente nada. — ¿Te acuerdas del color de pelaje de tus padres?

¿A cuento de qué viene esa pregunta?, ¿qué tiene eso que ver conmigo?

—Sí. — respondo, porque es de las pocas cosas que no soy capaz de olvidar, suspiro porque nunca antes he hablado de ellos. Siempre han sido una parte de mi memoria que no he tenido que verbalizar ni compartir. — Mi madre tenía el pelaje castaño, aunque se mezclaba con diferentes tonos, claros y oscuros, — aparto la vista y siento la mano de Jin sobre mi rodilla, ¿está intentando darme ánimos?, ¿por qué? — en la espalda tenía una mancha oscura enorme. — hablar de mis padres es extraño, siento mi voz ajena a mí. — Mi padre, por otro lado, era tan blanco como la nieve, a la hora de cazar, en invierno, era increíble, se mimetizaba con el paisaje nevado.

No sólo era genial para cazar, también era genial cuando jugábamos al escondite, aunque me frustraba por no poder ganarle, me parecía impresionante la capacidad de camuflaje que tenía, y, siempre que podía, recuerdo intentar imitarle sin que él se diera cuenta. Pero no quiero compartir este recuerdo con ellos, no es algo que realmente sea de utilidad para encontrar un por qué a mi falta de raza o aroma. Así que he optado por callarme los pocos, pero buenos, recuerdos que aún tengo de mis padres.

—Tu pelaje es negro, Alia. — frunzo el ceño al tiempo que levanto una de mis cejas tras escuchar a Jin hablar, ¿qué se supone que significa eso? Ya sé que no me parezco a ninguno de mis progenitores en cuanto al pelaje nos referimos.

Durante unos minutos se genera un silencio incómodo en los que Jin, Nam Joon y HoSeok parecen estar perdidos en sus pensamientos, como si estuvieran intentando colocar las piezas de un puzle que está incompleto, y al que, luego, tienen que darle un sentido o, como mínimo, una explicación. Recorro con la mirada a los tres, ¿por qué le están dando tanta importancia a algo que ni yo misma he pensado?

Estoy tan concentrada en las expresiones tensas y pensativas de los tres Alfas, que he dejado de sentir las manos de Jimin en mi pelo durante este tiempo, y sólo vuelvo a sentirlo cuando le escucho hablar, rompiendo el escenario detectivesco que se ha generado por mi mera existencia.

—Me encanta tu pelo, — giro la cabeza para poder mirarle a los ojos, el brillo ámbar aparece y desaparece en menos de un segundo, y sólo en ese momento, me doy cuenta de que ha trenzado gran parte de mi melena, prácticamente hasta las orejas. ¿cómo cojones no me he dado cuenta? — es muy suave.

—Gracias. — su personalidad y apariencia física hacen que sienta la necesidad de protegerle, como si fuera la cosa más pura que he conocido nunca. Ni si quiera yo me lo explico del todo, pero quiero llevarme bien con él.

—No las des, — sus dos ojitos vuelven a esconderse en medias lunas y no puedo evitar guardar esa imagen en mi memoria, como un tesoro lleno de ternura. — hasta ahora sólo TaeTae y Kookie me dejan hacerles peinados, y tampoco lo tienen lo suficientemente largo como para hacer algo chulo. — su tono de voz se vuelve dulce al hablar de esas dos personas, debe tenerles muchísimo cariño. ¿Cómo se sentirá eso? — Dejemos hablar a los mayores, vamos a mi cuarto. — miro a los tres "nombrados" porque no sé si les molestará que me vaya con Jimin. Al ver las sonrisas discretas en sus rostros entiendo que no les molesta.

Me levanto junto a Jimin y le sigo hasta la planta de arriba, donde intento, otra vez, distinguir los olores, diferenciarlos unos de otros, pero están tan mezclados que soy incapaz de hacerlo.

—Cuando lleguen los demás te los presentaré. — asiento al tiempo que entro al cuarto que Jimin me señala. — ¿Puedo hacer una trenza? — me sorprende que me lo pregunte, porque hace a penas diez minutos me ha hecho una sin preguntar.

—Claro. — me siento en su cama, tal y como me señala. No me siento muy segura dándole la espalda, pero entiendo que para hacer una trenza es lo más cómodo, y además estoy intentando confiar en estas personas, que me han abierto los brazos a pesar de no conocerme de nada. Sus dedos vuelven a jugar con mi pelo, ¿puedo preguntarle o será raro? —Jimin. — le llamo, recibiendo un "Hmm" en respuesta. —¿Puedo hacerte una pregunta?

—Las que quieras, — su voz es tan amable y su tacto tan cuidadoso que, sin darme cuenta, mi cuerpo se ha relajado por completo sobre el colchón. Quiero ser amiga suya. — eres nueva aquí, debes de tener muchas preguntas.

<<-No realmente->> Es lo único que atino a pensar ante sus palabras, pero agradezco de corazón que sea tan comprensivo conmigo.

—¿Cuántas personas viven aquí? — mi voz es tímida, no sé si puede llegar a malinterpretar la pregunta de alguna manera. —Es que hay muchos olores mezclados. — intento explicarme de alguna manera.

—Es normal que te mareen los olores, — escucho perfectamente la diversión en su voz. — somos siete, aunque sólo podrías oler seis. — ¿cómo es eso posible?, ¿acaso aquí vive alguien en mi misma situación? — el menor de todos, Kookie, tampoco tiene aroma, — me explica y, nuevamente, la calidez y el cariño destacan en su tono de voz. Es egoísta de mi parte, pero también quiero que alguien hable de mí con ese tono de voz; también ser capaz de hablar de esa manera de alguien. — por eso me ha sorprendido no olerte, pensaba que lo de Kookie era algo único.

—Ah, — es lo único que logro responder, quiero conocer a ese tal "Kookie", saber que hay alguien más al que le pasa lo mismo me hace sentir un poco mejor. — y, ¿sois todos Alfas? — la pregunta se me escapa antes de si quiera darme cuenta.

—Sí, el mayor es Jin, — comienza a explicármelo y la verdad es que lo agradezco. — luego está YoonGi, después está Nam, que es el líder de la manada, aunque los demás le ayudamos en lo que podemos a gestionarlo todo, — sonrío al darme cuenta de que mis suposiciones no están del todo equivocadas. — luego iría HoSeok, después estoy yo, — siendo honesta, no me sorprende que sea de los pequeños. — y luego están los más pequeños, TaeHyung y JungKook respectivamente.

Intento memorizar los siete nombres para, al momento de tener a todos frente a mí, poder ponerles cara rápidamente a cada uno de ellos. La verdad es que me pregunto cómo serán; por lo que he visto hasta ahora, a nivel de personalidad poco tienen que ver entre sí, HoSeok parece más espontáneo, Nam Joon parece estricto e inteligente, parece darle mil vueltas a las cosas hasta que logra comprenderlas, Jin, por otro lado, parece más materno, por lo que he visto, se preocupa mucho por los Alfas con los que convive y, Jimin, es mucho más cariñoso y amable, me provoca un sentimiento casi fraternal.

— Ya estás, — sus manos se alejan de mi pelo después de dejar la trenza sobre mi hombro, para que yo pueda verla, y me resulta curioso la forma que tiene, parecen las espinas de un pez, aunque me gusta bastante, me giro para tenerle de frente. — Tienes hoyuelos, — no me he dado cuenta del momento en el que he empezado a sonreír, pero me sorprende y alegra saber que tengo algo en común con mi madre. — deberías sonreír más a menudo. — su comentario me deja en blanco, ¿por qué debo sonreír más?, lo haré cuando me sienta feliz. —Oh, TaeHyung acaba de llegar a casa. — olfateo el aire al escucharle, y aunque la aglomeración de aromas me dificulta un poco la búsqueda de ese nuevo aroma.

Pronto el olor a frutos secos se vuelve un poco más fuerte que los aromas residuales del piso, miro a Jimin quien se mueve un poco en la cama, al tiempo que comienza una cuenta atrás con los dedos desde el número cinco, ¿por qué está haciendo eso? La duda debe brillar en mis ojos porque Jimin me responde señalando a la puerta. El aroma se hace cada vez más fuerte y, cuando esconde el último dedo, la puerta se abre de golpe dejando a un chico de pelo castaño y sonrisa cuadrada en la puerta. Sus ojos casi dorados se centran en mi figura y no puedo evitar mirar a Jimin en busca de una explicación.

—¿Por qué no me has avisado antes de que teníamos una nueva integrante? — el tono de voz del chico parece ser de queja, asíque no entiendo por qué Jimin se ríe a todo pulmón mientras se sujeta el estómago. Y sólo minutos después el peli-blanco se digna a dejar de hablar y responder.

—Alia, este es TaeHyung, el segundo más pequeño de esta casa, — agradezco mentalmente la presentación porque, el chico de olor a frutos secos sólo se ha sentado en el otro lado de la cama, y se ha quedado mirándome, casi como analizándome, pero con la sonrisa peculiar aún dibujando su expresión. No sé si me está mirando de buena manera o si se está forzando a parecer amable. — como puedes observar es muy enérgico.

Acabo de darme cuenta de los dos lunares de su rostro, me parecen tiernos.

—Es increíble, —su voz es más grave ahora, pero también suena mucho más calmada que al entrar en la habitación. — no pensaba que encontraríamos a otro lobo sin aroma. — frunzo el ceño ante sus palabras. Comienzo a hartarme de que la gente hable de mí como si no estuviera aquí. —Después de comer te llevaremos de compras. — este chico me pone nerviosa.

Tengo la sensación de que sus pensamientos van de un lado a otro, nerviosos mientras intentan unirse para tener sentido y, aunque no parece mal chico, la verdad es que me pone un poco nerviosa la energía explosiva que parece almacenar en su cuerpo.

—Vale, supongo.

Estoy más incómoda de lo que me gustaría aceptar, y supongo que Jimin se ha dado cuenta, porque enseguida comienza ha hablar con TaeHyung, y aunque lo hace entre susurros, le escucho regañar al más pequeño por haberse presentado de una manera tan abrupta, dejo escapar un suspiro, supongo que, si quiero vivir aquí cómodamente, debo intentar llevarme bien con ellos, así que intento calmarme un poco en lo que escucho a Jimin explicarle mi situación a TaeHyung.

—Está bien, Jimin. — agradezco por lo que está haciendo para que me encuentre más cómoda. Intento sonreír un poco.— Lo siento, TaeHyung, no estoy acostumbrada a conocer tanta gente de golpe, soy Alia. — estiro una de mis manos, esperando estrechar las manos con él. Su rostro se ilumina de una manera infantil que me provoca un nuevo nivel de ternura.

—Lo siento, me emocioné mucho al oír que había una loba nueva, y que además tampoco tenía aroma, — me estrecha la mano y, aunque sus ojos siguen iluminados, parece mucho más tranquilo al hablar. — no se lo digas a nadie pero, Kookie está bastante acomplejado por el tema del olor y, bueno, e supuesto que conocerte le haría sentir más seguro.

Me gusta ver la preocupación y el cariño que sienten los Alfas de esta casa por los demás, parecen una verdadera familia y me hace sentir más segura ante la idea de establecerme aquí por completo. También me dan envidia, me gustaría tener a alguien que me cuidara de la misma manera, que se preocupase por mí, es un pensamiento estúpido que ha atravesado mi mente en más de una ocasión a lo largo de los años, y que siempre he descartado al pensar que nunca encontraría una manada que me abriera los brazos, pero ahora, es algo que quiero tener.

Quiero pensar que, tal vez, logre conocer a alguien que quiera ser lo suficientemente cercano a mí, quiero pensar que conoceré a alguien que quiera ser un amigo, que me proteja incluso si no lo necesito, que esté ahí si malos pensamientos me cruzan, que esté ahí en malos y buenos momentos. Es un pensamiento egoísta, pero los dos lobos que están frente a mí me dan muchísima envidia ahora mismo. ¿Podré lograr tener a alguien así en mi vida?, ¿podré hacerme a la vida en manada?, ¿seré capaz de dejar que alguien esté ahí para mí si paso por un mal momento? Llevo tantos años sola que no estoy segura de si seré capaz de lograr acercarme a alguien lo suficiente como para que me consideren una amiga en la que puedan confiar o apoyarse. Tampoco sé si seré capaz de apoyar o ayudar a alguien, nunca lo he hecho, sólo me he limitado a protegerme y alimentarme, he encerrado mis malos pensamientos en una caja mental durante años. No lo sé.

Jin nos llama para comer y me sorprende que sólo estemos los seis en la mesa, aún queda una silla libre, así que supongo que me he sentado en la de alguno de los dos Alfas que todavía no conozco. Jin me sirve un plato extraño que, a pesar de oler delicioso, me siento reacia a comer, ya no sólo por no saber lo que es, también porque veo cómo los demás lo comen con unos palillos que yo no sé utilizar. Suspiro al cogerlos, e intento adivinar cómo se usan al observar a los demás.

—Cierto, nunca los has usado, ¿verdad? — Jin levanta los palillos al tiempo que me hace esa pregunta que me llena de incomodidad, debo parecer estúpida ahora mismo. Asiento incómoda y encogiéndome en el sitio al sentir la mirada de todos sobre mí. Debo parecer gilipollas. — No te preocupes, ninguno nace sabiendo, mira así se usan. — Jin me calma con sus palabras y, me sorprende la paciencia que tiene al explicarme cómo cogerlos correctamente. —No es tan difícil, ¿no? — su sonrisa me llega al corazón y la guardo en mi memoria, está tan llena de cariño que me hace sentir más cómoda.

—Gracias. — le sonrío en respuesta al tiempo que intento coger los dichosos fideos, que no dejan de resbalarse. Cuando por fin logro probarlos, la explosión de sabor me sorprende muchísimo, tanto que abro los ojos tanto que casi me duelen. — ¡Está increíble! — intento no gritar, pero el sabor me ha pillado tan por sorpresa que, por poco, he logrado evitarlo.

El sabor es tal, que el cuenco me ha durado poco y, en cuanto le he cogido el tranquillo a utilizar los palillos, he tardado poco en dejarlo prácticamente limpio. Es algo que no me cansaría de comer nunca.

—Me alegro de que te haya gustado. — me sonríe, recogiendo su plato de la mesa. — Cuando te hayas establecido, puedes venir a comer a mi restaurante, siempre serás bien recibida. — no me extraña nada que Jin trabaje en un restaurante, estoy prácticamente segura de que ese restaurante es el más famoso de la aldea, y no porque Jin trabaje allí, sino por su comida.

—Vamos. — TaeHyung y Jimin se acercan a mí con una sonrisa enorme en sus rostros. — Nam ya nos a dado el dinero para poder comprarte algo de ropa de tu talla. — Jimin señala la ropa que parece bailar en mi cuerpo de lo grande que me queda. — Incluso mi ropa te queda grande, y soy el más pequeño en tamaño de los siete.

Al escuchar sus últimas palabras entiendo por qué su olor me ha calmado y me ha resultado conocido cuando nos han presentado. Incluso si el resquicio de su aroma es muy leve en la ropa, puedo olerlo, y me doy cuenta de que estaba tan preocupada de cómo iba a salir todo hace unas horas que ni si quiera me he fijado en que la olía igual que Jimin.

Salimos de la casa unos minutos después, ahora sí que me fijo en cómo es la aldea, ya no siento las miradas de los demás sobre mí como antes, al igual que la ansiedad es mucho menor, y tener a Jimin y a TaeHyung intentando darme conversación es algo que aprecio más que nunca. Las casas no están hechas de adobe, como esperaba, y casi parece más una ciudad humana que una aldea, sin embargo, el suelo no está asfaltado y agradezco la sensación del césped y la tierra en mis pies descalzos. Entre las calles logro ver algunas zonas llenas de cultivos y a algún que otro lobo trabajando en ellas, ahora entiendo por qué lo llaman aldea y no ciudad. Mis ojos se quedan fijos en una casa de color blanco con detalles negros y no puedo evitar pararme, me resulta tan curiosa la elección de colores para una casa que parece tan familiar.

Escucho las voces de los dos chicos alejarse un poco en lo que yo me acerco a la entrada de la casa, donde un cartel con las palabras "SE VENDE" se alza sobre el césped junto a la puerta, el pensamiento fugaz de hacerme con ese lugar me atraviesa como un rayo, pero no puedo comprarla hasta conseguir un empleo. Me siento frustrada, comenzar de cero ahora mismo me frustra en demasía, no puedo conseguir nada por mí misma, no puedo avanzar sin ayuda de nadie.

—¿Te gusta esta casa? — Jimin me toma de la mano mientras me pregunta con tono amable y curioso.

—Sí, pero- — TaeHyun me coge la otra mano, sonriéndome y me corta.

—Entonces mañana hablaremos con los demás, ya tienes una casa. — me lleno de sorpresa al escucharle decir eso, no puedo aceptar tanto, sé que nunca he vivido en sociedad, pero entiendo que un hogar cuesta mucho más dinero que la ropa o la comida. No puedo aceptar algo así. — Si lo que te preocupa es el dinero, podrás pagárnoslo después, mes a mes. — suspiro algo más tranquila y asiento con energía. Me alegro de que me haya dado la opción de pagarles de vuelta. — Ahora, vamos, nos espera una larga tarde de compras.

Su tono de voz suena tan animado que por un momento me preocupa la cantidad de tiempo que vamos a invertir en comprar un par de prendas. Cuando me han dicho de ir de compras pensé que no estaríamos mucho tiempo pero, con la energía que parecen tener los dos Alfas frente a mí, creo que me he equivocado. Se miran entre ellos y, mientras yo trago con fuerza, ambos se miran juguetones.

Y, de un segundo para otro, han comenzado a correr sujetándome aún las manos. Agradezco para mis adentros ser capaz de mantener el ritmo que ellos tienen con este cuerpo que parece tan débil, tal vez aún mantenga mi velocidad y fuerza animal. Quiero saber si es así, así que me suelto las manos e intento acelerar el ritmo; el sentimiento familiar de libertad me atraviesa en con una flecha de alegría que me hace reír, y, a escasos metros a mi espalda, escucho a los otros dos chicos reír junto a mí.

No estoy segura de si la tare se me ha hecho eterna o corta, Jimin y TaeHyung no han dejado de hablarme de los lobos que forman parte de la manada, han respondido a cada una de mis preguntas con tantísima paciencia que no sé cómo demostrarles lo agradecida que estoy con ellos; sin embargo, me han llevado de tienda en tienda, me han entregado tantas prendas de ropa para probarme que no soy capaz de contarlas. Nunca pensé que, ir a comprar ropa, fuera algo tan agotador, física y mentalmente. También puedo ver que no ha sido agotador sólo para mí, Jimin y TaeHyung también lucen exaustos a pesar de seguir hablando y bromeando entre ellos. Al salir de la última tienda del día, me he dado cuenta de que hay prendas que es mejor comprar en soledad, y la ropa interior, está en el Top 1 de mi lista mental. Aún puedo sentir mi cara arder por la vergüenza que he sentido al tener que responder preguntas que se referían a mis partes más privadas.

—A sido una tarde productiva. — Jimin se estira con un par de bolsas en sus manos y asiento en respuesta, regalándole una sonrisa cansada; estoy deseando llegar a mi cueva y descansar.

Me paro en seco al darme cuenta de mis pensamientos, ya no tengo que volver a la cueva para dormir, ahora tengo un lugar, aunque provisional, al que ir. ¿Cómo será dormir en un colchón?, ¿voy a ser capaz de descansar en un lugar con tantos aromas y ruido rodeándome?, ¿y, al despertar, qué se supone que haré? El cambio tan abrupto de vida me ha desconcertado. Ya no sé qué tengo que hacer día a día.

Decido apartar esos pensamientos de mi mente, no es el momento ni el lugar para ponerme a pensar en ese tipo de cosas, ahora mismo estoy aquí, en mitad de la plaza, con dos Alfas a mi lado que intentan hacerme sentir cómoda y cercana a ellos. No sé si por suerte o por desgracia, pero esos pensamientos cambian rápidamente al escuchar unas risas lejanas que me desconciertan, no se parecen en nada a las risas amistosas y llenas de diversión pura que me han regalado los Alfas hasta ahora, parecen maliciosas, y los sollozos débiles que logro percibir entre esas risas amargas hacen que mi cuerpo se tense, en seguida busco con la mirada de dónde vienen los ruidos. ¿Me estoy volviendo loca?

—Jimin, TaeHyung, ¿lo escucháis? — pregunto, aún buscando con la mirada de dónde provienen las risas y los sollozos, al no lograr ver nada cierro los ojos, centrarme en mi audición será mucho más efectivo. —¿Podemos ir hacia allí? — señalo con la cabeza y los ojos ya abiertos.

—Claro pero, nosotros no oímos nada, Alia. — frunzo el ceño, puede que sí que me esté volviendo loca, pero algo en mi interior me pide que vaya a revisar ese callejón. Nada más escuchar su aprobación me pongo en camino, acelerando el paso cada vez más, atravesando un par de calles mientras me guío únicamente por mi oído, rezando por encontrar algo.

Me detengo por un segundo al percibir el olor de la sangre por encima de los cientos de aromas mezclados de la calle, y me desespera no poder encontrar a los causantes de ese olor metálico y de ese llanto tan lleno de dolor. Por suerte no tardo mucho más en encontrarles, mi cuerpo se mueve por impulso y, sin darme a penas cuenta, suelto las bolsas y tomo mi forma animal. Mis patas se mueven ágiles y pronto estampo mi cabeza contra el lomo de uno de los lobos, su cuerpo sale disparado un par de metros a pesar de no haberle dado con tanta fuerza; me pongo frente a una pequeña bola de pelos blanca como la nieve, pero manchada con gotas de sangre que me enfurecen.

Los cuatro lobos que quedan frente a mí no son tan grandes como yo, supongo que deben ser adolescentes en busca de algo de diversión. Desde luego que, apalear a un cachorro, no es una buena manera de divertirse. Dejo salir el gruñido que e intentado controlar desde el momento en el que he visto al cachorro blanco.

—¿Pero qué cojones? — el lobo castaño oscuro al que he golpeado se levanta entre quejidos, antes de acercarse a mí, mostrándome unos dientes que dan vergüenza, ¿de verdad está intentando intimidarme con dientes de leche? —¿Quién te crees que eres? — su voz es arrogante y escucho a sus amigos reírse, dándole ánimos al lobo que, hace unos minutos, salió volando por un pequeño golpe. Adolescentes. —Lárgate antes de que te demos a ti también.

A lo lejos escucho a los dos Alfas de la manada acercarse a toda prisa, ¿he corrido tan rápido que me han perdido? Wow, puede que me haya puesto más nerviosa de lo que debía. Hecho mis orejas hacia atrás, gruñendo otra vez, de manera gutural, al tiempo que muestro mis fauces. En sus ojos veo el destello de temor al ver la diferencia de nivel entre ambos, también me doy cuenta de la ausencia del brillo ámbar o azul en sus ojos. Es un Beta, al igual que la mayoría de sus amigos. Da dos pasos hacia atrás y pronto me deja a la vista a un lobo marrón oscuro, casi negro, que parece ser el líder de esta pandilla. En sus ojos veo el destello ámbar y entiendo por qué es un poco más grande físicamente que los demás.

Sus ojos me miran llenos de poder, como si con su simple mirada me hiciera más pequeña ante él, pero esa mirada dura poco, pues se desvía al lugar desde el que he venido, su ceño se frunce y parece molesto mientras da un paso hacia delante. El olor a frutos secos y a primavera me inunda el olfato y me alegro de que ambos chicos hayan logrado llegar hasta aquí. No quiero meterme en demasiados líos, mucho menos cuando llevo menos de veinticuatro horas aquí. El Alfa frente a mí hincha el pecho, respirando con fuerza al tiempo que los otros dos se ponen a mi lado.

—Jimin, — la voz del lobo más oscuro es ruidosa, me molesta. — TaeHyung, no tenéis nada que hacer aquí, es cosa nuestra. — he de admitir que ese lobo tiene los huevos cuadrados para atreverse ha hablarle así a dos de los Alfas de esta manada.

—Claro que tiene que ver con nosotros. — el lobo de color grisáceo que se erige a mi derecha habla con cansancio, como si estuviera harto de este tipo de situaciones. —¿Cuántas veces tenemos que decírtelo?

—Jimin tiene razón, Nam Hoon. — TaeHyung se sitúa a mi izquierda, pareciendo igual de cansado que el peli-blanco, su pelaje cobrizo me sorprende un poco, la verdad. Mis ojos bailan entre los tres Alfas, porque los Betas han tardado a penas dos minutos en salir corriendo cuando han visto llegar a Jimin y a TaeHyung. — Deja al lobezno en paz de una vez, que seas su hermano no te da el poder ni la autoridad de poder hacer lo que quieras.

Los ojos de Nam Hoon se llenan de rabia antes de fijarse en mí, que no he cambiado mi postura en ningún momento, mi lomo sigue erizado, en espera de un posible ataque, aunque es poco probable que eso suceda teniendo a los otros dos a mi lado. Pero hay algo que me descuadra por completo, ¿hermano de quién?, debe de ser alguien con autoridad en la aldea para que le hayan dicho algo así. ¿Tal vez es el hermano de Nam Joon?, sus nombres se parecen, así que podría ser posible.

¡Lárgate! — me sorprende que el adolescente haya optado por utilizar su voz de mando, no sé si lo ha hecho para evitar la vergüenza que debe estar sintiendo al ser regañado de esta manera, pero estoy segura de que los tres Alfas me miran con sorpresa cuando, en vez de acatar la orden, respondo a ella con un gruñido al tiempo que doy un paso en su dirección.

Estoy cabreada, detesto que usen esa voz conmigo, ni si quiera sé por qué los Alfas tienen un poder como ese, capaz de controlar a todos aquellos de rango inferior. Quitarle la capacidad de libre decisión a los demás es algo que no soporto ahora y que no soportaré nunca. El adolescente da dos pasos para atrás antes de salir corriendo como si el diablo le persiguiera, imitando a sus amigos. Pero no he podido evitar ver la mirada de terror puro en sus ojos al ver que no he acatado la orden, la incomodidad nada en mi estómago y me pregunto si de verdad es tan aterrador que el comando no me afecte.

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