2 (Reescrito)
El frescor de la mañana, junto a la leve luz que el sol me regala me sacan del mundo de los sueños, dejándome aturdida durante unos segundos ante el cansancio que parece poseer mi cuerpo a estas horas de la mañana, pues incluso si me mantengo en una alerta constante por estar sola, mi cuerpo hay días que mi cuerpo y mente parecen llegar a su límite durante unos minutos. Me estiro con la intención de poner mi cuerpo en movimiento y así mis músculos comiencen a entrar en calor.
Sonrío internamente al observar brevemente el paisaje que me ofrece las afueras de la cueva, invadiéndome de golpe una necesidad imperiosa de ponerme a correr mientras grito a todo pulmón, disfrutando de la libertad que el bosque me ofrece, sin embargo, sé que ahora mismo lo correcto es mantener la calma y no agotar al cuerpo más de lo necesario si quiero ser capaz de mantenerme activa a lo largo del día.
Las palabras que me dio la noche anterior el lobo que aún duerme plácidamente a unos metros de mí, aún rondan mi cabeza, no puedo evitar el barajar una y otra vez las consecuencias que pueda tener mi negación o mi aceptación, los pros y los contras de rodearme de otros licántropos como yo. Tendría que alejarme de la silenciosa soledad, que en ocasiones me frustra y me agobia.
Y la mañana que en un primer momento me ha recibido llena de energía, ve cómo poco a poco comienzo a sentirme ansiosa por la importancia del asunto, siento como mi respiración se dificulta en cada segundo que pasa y una necesidad imperiosa por salir corriendo llenando mi sangre, quiero huir de todos los pensamientos que rondan mi cabeza y de la ansiedad que me corroe como una llamarada que quema el bosque en apenas unos segundos.
Pero dentro de todos esos pensamientos llenos de peligro y terror, aparece algo, un posible sentimiento de paz, de descanso y despreocupación, que poco a poco, acaban con esa preocupación, tal vez debería dejar todo lo que he tenido hasta ahora, mis recuerdos, mi vida en soledad, tal vez tengo que dejarlo atrás para poder descubrir lo que es realmente vivir.
Cuando consigo calmarme por completo, respirar con plena tranquilidad y confianza, me acerco al lobo anaranjado, que duerme lo suficientemente tranquilo como para soltar algún que otro ronquido, y no puedo evitar sorprenderme de la confianza que tiene HoSeok, y la facilidad con la que se siente seguro en un lugar como este. Pero la situación no me permite tener ni un minuto de calma, su lomo ya parece estar plenamente curado, y podría jurar que los habitantes de su aldea seguramente están buscándole por todos lados, así que con un pequeño toque en su mejilla intento que se levante, pero no hace más que pedirme unos minutos más de sueño; no creo que sea buena idea; por lo que sigo intentando despertarle sin ningún resultado; si es cierto que no he convivido con ningún lobo, tampoco he conocido a ninguno tan perezoso y dormilón como el que tengo enfrente.
—Despierta de una vez HoSeok. — repito por milésima vez, consiguiendo el mismo resultado que con mis anteriores intentos, ninguno. Comienzo a desesperarme ante la idea de que los lobos de su manada lleguen hasta aquí.
—Cinco minutos más. — repite y, ya aburrida de esta situación que se repite más que la carne podrida llego a la conclusión de que, tal vez, si le pellizco la oreja con mis dientes, conseguiré hacer que se levante de una vez por todas, para así poder llevarle hasta su hogar.
Clavo mis colmillos con todo el cuidado que puedo en una de sus orejas, no quiero hacerle un agujero, tampoco tengo ganas de probar su sangre ahora mismo, así que cuando escucho el quejido de dolor que suelta antes de levantarse de golpe, no puedo evitar preocuparme por si le he hecho daño de verdad. Se sienta frente a mí, mostrándome un puchero al que no hago caso, estoy más pendiente de la oreja que le he mordido, buscando cualquier atisbo de sangre, y suspiro más relajada al ver que no le he hecho nada y que, HoSeok, simplemente es un poco llorón.
—¿Por qué me has mordido? — no logro entender del tono el tono de su pregunta, pues es lastimera pero jocosa, pareciera que está intentando bromear conmigo al tiempo que se frota la oreja con una de sus patas, me encojo de hombros sin estar segura de qué o cómo responder, mi único propósito era el de conseguir que se levantara y lo he conseguido.
—Llevo veinte minutos intentando que te levantes, — respondo. —y como he visto que con palabras no te levantabas he hecho lo primero que me ha pasado por la cabeza. — HoSeok frunce el hocico ante mi respuesta, como si intentara controlar su risa, niego con la cabeza al no lograr comprender al lobo frente a mí.
—Pues menos mal que ha sido la oreja. — se queja y yo alzo mis cejas, no entiendo a qué se refiere con esa frase, ¿qué otra cosa podría haber hecho para despertarle? — Imagínate que lo primero que se te pasa por la cabeza es romperme una pata o... yo qué sé. — hecho mis orejas hacia atrás, totalmente incrédula ante sus palabras, ¿qué sentido tiene que le despierte de esa manera?, lo único que quiero es que se aleje de aquí.
—Ayer te salvé, ¿por qué te partiría una pata ahora? —mi voz demuestra la incredulidad de mi rostro, y por un segundo dudo de la imagen que el lobo cobrizo ha creado de mí por el simple hecho de haberle despertado al morderle la oreja, ¿qué se piensa?
Al parecer nota que su comentario no me ha hecho ni la más mínima gracia y esconde sus orejas en una expresión que pronto denota cierta tristeza que no comprendo, ¿por qué de repente parece triste?, puede que le haya hablado en un tono demasiado serio, pero no creo que eso sea una razón válida para mostrar una expresión como esa.
—No estás acostumbrada a la gente, ¿cierto? — sus palabras me toman por sorpresa, ¿a qué viene esa pregunta? No quiero hablar sobre eso con él, no tengo razones para hablar de algo que apenas recuerdo a estas alturas, y mi silencio parece haberle respondido por mí ya que le veo entristecerse aún más. —¿Cuánto tiempo llevas sin manada, Alia?
Sus preguntas me incomodan y desde luego no quiero responder, ¿qué sentido tiene hacerlo de todas formas?, voy a llevarle hasta su manada y, después, volveré a lo mío; volveré a esta cueva, a los días de caza solitaria y de silencio apabullante. Volveré a estar sóla, haciendo como si este encuentro nunca se hubiera dado.
HoSeok se mantiene en silencio durante unos minutos y, aunque su mirada está fija en mi figura no puedo evitar darme cuenta de que su cabeza ahora mismo está funcionando a mil por hora y, siendo honesta, me preocupa no saber lo que está maquinando porque no puedo hacer ni decir nada hasta que decida moverse o hablar. De un momento para otro le veo sentado en su forma humana frente a mí, me llama la atención lo diferentes que son sus rasgos una vez se ha transformado. Le analizo de pies a cabeza casi sin darme cuenta curiosa de ver esta faceta por primera vez. Su pelo está teñido de color naranja, peinado en una especie de mullet, sus ojos rasgados son del color del chocolate que esconde el tono ámbar que denota que es un Alfa; sus labios son gruesos y rosados. Nunca antes vi un rostro tan interesante y llamativo como el suyo.
Casi sin darme cuenta se ha levantado de donde estaba y camina alrededor de mi cueva, como si buscara algo, me mantengo atenta a sus gestos y movimientos, le veo coger las pocas pertenencias que tengo y guardarlas en una especie de bolsa casera que crea con un retazo de tela que encontré hace años. Me encuentro incrédula ante la situación, ¿qué se supone que está haciendo?, ¿por qué está guardando todas mis cosas? Cuando ha terminado de guardar lo poco que tengo, vuelve a mirarme, esta vez con una sonrisa brillante en forma de corazón que me hace temblar de incomodidad; no soy capaz de recordar la última vez que vi una sonrisa, mucho menos en el cuerpo de un humano y que no estuviera llena de malicia.
—Tú te vienes a la manada conmigo. — su tono de voz es firme y amable al mismo tiempo. Alzo una de mis cejas, sin poder creerme lo que acaba de decir. Toma su forma animal otra vez y sujeta la "mochila" que acaba de crear entre sus fauces.
Pasa por delante de mí y para a los pocos pasos de haber salido de la cueva, en sus ojos veo la diversión que siente ante mi estado ahora mismo, ¿de verdad acaba de decirme que va a incluirme en su manada?, ¿es eso acaso posible? Suspiro siguiéndole al poco tiempo, seguramente lo que acaba de decir se le olvidará a lo largo del camino y simplemente me devolverá mis cosas.
(---- * ----)
El paseo me resulta agridulce, nunca he caminado junto a otro lobo durante casi una hora a través de los bosques en los que he crecido; al menos como mantiene la "mochila" entre sus fauces no ha hablado demasiado a lo largo del camino más que para avisar de que queda poco para llegar. Su olor por otro lado me distrae de una manera extraña, el aroma a frutas ácidas me relaja durante gran parte del camino; al menos hasta que un olor desconocido llega a mi nariz provocando que me ponga frente a HoSeok.
El olor a fresas es completamente desconocido para mí y no sé si le pertenece a algún conocido del peli-naranja que está detrás de mí o si le pertenece a alguien que nos pueda poner en peligro, sin embargo mi estado de alarma se transforma en incredulidad al ver a HoSeok soltar la "mochila" y salir corriendo en dirección a ese olor mientras mueve la cola como si se tratara de un cachorro. Segundos después de haber desaparecido entre los arbustos, vuelve junto a un lobo blanco que me mira con seriedad, sus ojos dorados me miran con superioridad y molestia, como si estuviera echándome la culpa de que HoSeok haya desaparecido.
—¿Se puede saber dónde estabas? — no puedo evitar oír la conversación que mantienen mientras se acercan a mí, que estoy recogiendo mis cosas para poner rumbo a mi cueva. —Nos tenías preocupado Ho.
—Lo siento, tuve un pequeño encontronazo con un cazador mientras investigaba la zona. — se disculpa, parece que mi presencia ha desaparecido por un momento así que aprovecho para dar media vuelta y comenzar mi camino de vuelta.
—¿Quién es ella, Ho? — la voz del desconocido es tan dulce como su olor, pero el tono que utiliza parece situarme como el verdadero peligro al que HoSeok ha tenido que enfrentarse, ¿a caso mi imagen hace que piense que soy un peligro para el peli-naranja?, y si fuera así, no voy a negar que me gustaría saber por qué ha llegado a una conclusión como esa después de haberme visto hace durante un poco menos de un minuto.
—Oh, ella es Alia, me encontró y me ayudó. — me presenta, con ese tono alegre que sólo le he visto perder una vez desde que le encontré malherido en el bosque, asiento en respuesta a la presentación, pero sin tener muchas ganas de cambiar mi plan e irme de allí, ambos ya se han encontrado y HoSeok ya no estará en peligro.
—Muchas gracias por ayudarle Alia, — me agradece, aunque parece poco sincero, HoSeoK le da con el hombro, y para mi sorpresa, vuelve a hablar. — Serás bienvenida en nuestra aldea siempre que lo desees. — frunzo el ceño sin saber cómo responder a sus palabras y sin entender por completo a qué se refiere, ¿una visita?, ¿a mudarme allí?, acabo por mantenerme en silencio al no encontrar nada que decir.
—Jin, tienes que ser más claro. — HoSeok responde como si me hubiera leído la mente y, honestamente, me choca bastante que con mi mero silencio haya respondido de esa manera.
—Pero ella tiene ya una aldea a la que volver. — Jin parece no haber entendido a lo que se refiere HoSeok, eso o realmente no quiere que les acompañe a su aldea pero no quiere decirlo de una manera que pudiera afectarme, supongo. La verdad es que esa conversación vuelve a ser entre ambos Alfas; de nuevo parece que soy un espectro al que no pueden ver observándoles.
Creo que es el mejor momento para dar media vuelta por completo e irme, aprovechando que ambos se mantienen inversos en una conversación susurrada que gira alrededor de mi persona, pero con la que omiten mi presencia casi de manera involuntaria.
—Alia, — la voz dulce de Jin vuelve a paralizarme el paso, ¿ya han terminado de hablar entre ellos? Han tardado menos de lo que esperaba. — ¿es cierto que no tienes manada? — su tono y sus ojos están llenos de incredulidad y, para ser honestos, no me sorprende en absoluto; los lobos estamos hechos para vivir en manada ya que eso tiene muchas ventajas, no sólo a la hora de cazar, también por protección.
Niego en respuesta a su pregunta, tampoco le veo sentido alguno a mentir, y por las reacciones de Jin ante cada una de las palabras de HoSeok, y cada uno de mis gestos, no parece confiar plenamente en mí o "mis palabras".
—Jin, tiene que venir con nosotros. — HoSeok parece mucho más solemne al hablar ahora, pero yo sólo puedo fijarme en la desagradable mirada llena de pena y compasión que me está mostrando el lobo blanco, y que me molesta más de lo que debería.
No soporto ese tipo de miradas. Si, he vivido como un lobo solitario más años de los que me apetece recordar, pero eso no le da ningún derecho a mirarme como si fuera un cachorrito malherido que necesita de protección constante. Me enfurece que me miren de esa manera.
—Entonces tendremos que hablar con Nam. — mi molestia no hace más que incrementar, no sólo Jin me ha lanzado esa mirada tan penosa, sino que además han vuelto a mantener una tercera conversación sobre mí en la que definitivamente no tengo ni voz ni voto. —Pero voy a asegurarme de que esta se convierta en tu manada. — lo último me lo dice mirándome con una pequeña sonrisa y una expresión cariñosa que no entiendo y que me desconcierta hasta puntos inimaginables.
Y antes de que pueda darme cuenta, HoSeok me ha quitado la "bolsa" y se ha puesto a caminar junto a Jin, supongo que hacia la aldea. Me mantengo estática durante unos segundos porque realmente no sé muy bien qué está pasando, son demasiadas cosas que asimilar en muy poco tiempo, aunque para ser sinceros, no parecen querer dejarme que lo piense, probablemente porque deben de imaginarse que mi respuesta a todo esto será un <No>. Acabo por seguirles ya que esa bolsa tiene pocas cosas, pero algunas son importantes para mí, un recuerdo de mi vida antes de estar sola.
El silencio que se extiende durante la media hora que resta de camino parece envolverme a mí nada más, porque ambos chicos hablan entre sí sobre a saber qué. Tengo miedo de entrar a su aldea, a su manada. Está claro que una vez entre tendré responsabilidades, no tendré el derecho de poder escaparme al bosque y aislarme durante unas horas. Creo que no estoy lista para la vida en grupo, me aterroriza la idea de tener que cambiar para poder encajar.
Al llegar a la entrada de la aldea mi cuerpo se tensa casi por instinto, siento mi garganta seca y apretada por un nudo que sé que realmente no existe, pero que me llena de terror. ¿Qué pasará si realmente me aceptan como una más?, ¿cómo voy a sobrevivir aquí si todo lo que he vivido hasta ahora no tiene nada que ver?
—Vamos. — Jin me saca de mi terror y mis preguntas sin respuestas, y es sólo entonces cuando me fijo en que ambos chicos han tomado su forma humana, pero me sorprendo todavía más al ver el rostro humano de Jin, por sus labios carnosos, sus ojos oscuros y el pelo rosa que destaca con su piel blanca. —¿No vas a tomar tu forma humana?, — su pregunta me pilla desprevenida y no me da tiempo a responder. — puedes estar tranquila, aquí estás segura.
Niego con la cabeza intentando no reírme de la situación, me alegro de que esa pena que me mostró hace un rato haya desaparecido, pero su lado amable le hace parecer incluso ingenuo. Las carcajadas de HoSeok sobresalen entre el leve barullo de la aldea y el sonido de las ramas moviéndose por el viento.
—Jin, — al peli-naranja no le está resultando nada fácil hablar entre carcajada y carcajada y he de admitir que su risa es bastante contagiosa. Me está costando mares no reírme junto a él. — no tiene ropa, es sentido común, hermano.
Me fijo en el peli-rosa y veo el momento exacto en el que sus mejillas y orejas toman el mismo color que su pelo antes de reírse de manera incómoda, me lanza una mirada llena de disculpas, como si hubiera cometido el mayor de los pecados por no haber caído en cuenta de que, al no tener una manada, tampoco he tenido la necesidad de utilizar mi forma humana.
—Perdón, — niego con la cabeza a sus disculpas, intentando quitarle peso a la situación. — vamos a ir a nuestra casa, allí te dejaremos un poco de ropa. — asiento sin saber si estoy realmente agradecida por todo lo que está pasando. —Entremos entonces, nuestra casa no queda muy lejos.
Les sigo durante algunos minutos que me parecen eternos y dolorosos; les escucho hablar entre ellos pero no soy capaz de prestar atención a su conversación. El hocico me duelo por la cantidad de aromas diferentes e intensos que azotan mi olfato sin descanso, me agobian y me marean. Siento, además, las miradas dudosas de los integrantes de esta manada sobre mi cuerpo peludo.
Necesito salir de esta marabunta de personas, miradas y olores antes de volverme loca, y para mi suerte no tardamos mucho más en llegar al único lugar que puedo considerar seguro ahora mismo; Jin me abre la puerta de la entrada y enseguida los olores que me rodeaban desaparecen. Sólo puedo centrarme en el intenso olor a café amargo que me aturde durante unos segundos, es el olor más intenso que he conocido nunca y me hace dudar de las dos personas que están a mi lado.
¿Cuántas personas viven en esta casa?, porque definitivamente no es una casa para sólo tres personas, les miro de reojo mientras camino detrás de ellos a lo largo del pasillo.
—Habéis tardado bastante en llegar, — una voz grave atraviesa el silencio del lugar mientras ese olor intenso se hace cada vez más y más fuerte. —Ho, ¿estás bien? — veo el momento exacto en el que la preocupación de su voz y rostro moreno se transforma en desconfianza. Se pasa una de sus manos por el pelo avellana antes de lanzarle una mirada de incredulidad a sus ¿amigos?, la verdad es que no entiendo en absoluto la relación que tienen estos tres hombres.
—Nam, ella es Alia. — Jin me presenta y los ojos rasgados y oscuros del dueño de aroma a café me revisan de arriba abajo. Entiendo la desconfianza de su mirada, soy una completa desconocida que acaba de entrar en su hogar como si nada. — Antes de que digas o preguntes nada, voy a subir con ella para prestarle algo de ropa para que podáis hablar de humano a humano, ¿vale? — el castaño asiente con el rostro aún incrédulo por la situación. — HoSeok te irá explicando un poco en lo que se cambia.
<<-Sigo aquí, ¿sabes?->> es lo que tengo ganas de decirle a Jin, quien parece haberse acostumbrado ha hablar de mí como si yo no estuviera presente.
Segundos después Jin me guía por las escaleras hasta el piso en el que, por la aglomeración de olores, supongo que es el de las habitaciones, me señala una puerta entreabierta, y supongo que me está pidiendo que entre. La verdad es que el silencio que hay ahora mismo no me dice demasiado, y lo único que puedo hacer para entender un poco la situación es observar a mi alrededor. Lo primero que hago es intentar identificar los olores, pero desde la habitación en la que estoy no logro hacerlo, hay demasiados productos con olores aquí; y por la bañera y el retrete que tengo al lado, doy por hecho que me he metido en el baño.
—Toma, — Jin entra en el cuarto y deja la ropa sobre la tapa del váter. Me muestra una sonrisa que está llena de amabilidad y no puedo evitar frustrarme por la situación. Soy consciente de que puedo herirme y sangrar y eso no va ha hacerme llorar, pero las sonrisas que me han mostrado hoy los dos Alfas me llenan los ojos de lágrimas que retengo por puro orgullo y por no saber la razón de esas lágrimas. — Te espero aquí fuera. — se despide y cierra la puerta tras él al salir.
Vuelvo a quedarme sola en el baño, ¿qué debo hacer?, ha llegado un punto en el que la verdad no logro comprender lo que está sucediendo a mi alrededor. Dejo escapar un suspiro antes de tomar mi forma humana después de mucho tiempo. Mis huesos crujen y mi piel se rompe mientras me estiro sobre mis dos pies; me miro al espejo que está frente a mí, es la primera vez que me veo en un lugar tan nítido, sin movimiento por la corriente como cuando lo hacía en el río.
La imagen frente a mí me resulta extraña, casi ajena, ¿de verdad soy así?, paso los dedos entre la melena, que es tan negra como mi pelaje y que cae por mis hombros, es liso y suave al tacto, tanto que casi me sorprende; mis ojos se mantienen grises todavía, y me defraudo una vez más al no verlos cambiar, al menos eso me daría una pista de lo que soy en realidad. Me miro en el espejo de arriba abajo, cayendo en cuenta de que mi forma humana es mucho más pequeña de lo que pensaba ahora que puedo compararme con otros lobos como yo. En esta forma no estoy segura, soy una presa fácil de matar. No me gusta lo que tengo frente a mí.
Cojo una de las prendas que Jin me ha dejado, y en seguida me doy cuenta de que es un pantalón chándal gris que, al ponerme, se me cae. Es demasiado grande para mí así que, cuando veo el cordón que tiene a la altura de la cintura, doy las gracias mentalmente porque así, al menos, puedo evitar que se me caiga. Por último, me pongo una camisa fina y de mangas largas que esconden mis manos y parte de mi cadera. Definitivamente soy demasiado pequeña y débil en esta forma.
Decido mirarme una última vez en el espejo, supongo que lo hago porque todavía no quiero aceptar mi versión nítida de este cuerpo, no quiero seguir mirándome, lo único que quiero hacer es terminar con toda esta farsa llena de amabilidad, recibir el rechazo del que, por su aroma, supongo que es el Jefe de la manada, y volver a mi cueva.
Salgo del baño llena de inseguridades con este cuerpo y sin saber qué pensar sobre el, no quiero ver lo grande que es Jin en comparación conmigo, cierro los ojos con fuerza y hago puños mis manos que todavía se esconden en las mangas de la camiseta y sin mediar palabra, sigo a Jin hasta lo que supongo que es el salón. HoSeok está sentado en un sofá hablando entre susurros con el desconocido, que está sentado en un sillón frente a él, soy capaz de escuchar lo que dicen, pero prefiero hacer como si nada, prefiero fingir que no he escuchado al castaño negándose a creer lo que HoSeok le está contando sobre mí.
Jin me señala el hueco que queda en el mismo sofá después de sentarse junto al peli-naranja, titubeo bastante antes de sentarme, me siento desnuda y desprotegida, pero acabo por sentarme mientras me trago el suspiro incómodo que lucha por salir de mi garganta. El chico de tez morena me mira con seriedad antes de echar su pecho hacia delante mientras apoya sus codos sobre sus muslos. No estoy segura de querer escuchar lo que va a decirme.
—Entonces, me gustaría que te presentaras tú misma. — me sorprende que sea tan directo, pero lo agradezco, a mí tampoco me gusta andarme por las ramas al hablar.
—Nam Joon. — Jin le regaña con un tono lleno de solemnidad que provoca que le mire llena de incomprensión y terror. ¿De verdad acaba de hablarle así al Alfa de la manada? — Por cosas como esta luego los demás tienen tan pocos filtros.
No estoy entendiendo absolutamente nada, ¿los demás?, ¿cuántos más?, empiezo a creer que me he metido en un lío enorme.
—Cierto, perdona. — ahora a quien miro incrédula es al chico que se sienta frente a nosotros, ¿qué demonios está pasando aquí? — Un placer conocerte, soy líder de esta manada, — asiento ante sus palabras, su tono se ha relajado un poco y ya no es tan duro como antes, pero sigo sin entender nada. —soy Nam Joon, pero puedes llamarme Nam. — mira al peli-rosa que está sentado a mi lado, de reojo, como si no quisiera que yo me diera cuenta, y suspira antes de volver a hablar. — Lamento si he sido demasiado directo antes.
—Está bien, no me ha molestado,— respondo con la voz ronca por la falta del uso al mismo tiempo que me encojo de hombros quitándole importancia al asunto, la garganta me pica un poco al hablar, aunque entiendo que es por loa falta de uso que le he dado en los últimos años. —mi nombre es Alia. — ¿qué más debería decir?
—Es un nombre muy bonito, significa "aquella que es sublime y superior". — frunzo el ceño ante sus palabras, ¿por qué debería importarme el significado de mi nombre?, es sólo eso, y tampoco es que me haya servido de mucho a lo largo de mi vida. No respondo nada, tampoco tengo algo que decir sobre el tema, así que me limito a esperar a que siga hablando o me pregunte algo que realmente tenga relevancia. —Ho me ha pedido permiso para incluirte en la manada. — me mantengo inerte, esperando a que me de la negativa cuanto antes para irme de aquí echando hostias. — No te voy a mentir, esto no es algo para nada común, — tiene razón, no es ni común ni normal, ¿puede decirme ya que no? — pero me ha explicado que no tienes manada, ¿podrías decirme desde cuando?
Agacho la cabeza, intentando recordar cuántos veranos han pasado, pero no soy capaz de decir con exactitud cuántos han pasado, muchos de esos veranos son imágenes borrosas en los que sólo intentaba encontrar algún lugar en el que cobijarme y algo de comer que me mantuviera con vida un día más. Suspiro antes de centrar mi mirada en los ojos almendrados y oscuros del líder de esta manada.
Es cierto que la idea de hablar sobre esto no me hace ni puta gracia, pero siento las miradas preocupadas y angustiadas de los dos lobos que me han traído hasta aquí, por lo que la idea fugaz de simplemente decir que no quiero hablar sobre ese tema, se queda en eso, en un pensamiento fugaz.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top