• 1. El Archivo •
Este punto ya no se si quiero morirme o simplemente pasar por la puerta y evitar la conversación que iba a tener en esta cocina con mi madre. Habíamos llegado del viaje a San Francisco, estábamos en casa pero para mí mala suerte apenas mi madre me vio su cara—la cuál siempre estaba con una mirada juzgante cada que me miraba— se llenó de una cólera inexplicable.
No sabía que era lo que pasaba, lo único de lo cual tenía conocimiento era que me necesitaba en la cocina porque quería hablar conmigo, y aunque para ella, sonó como una simple petición para mí sonó como una demandante orden de la ama y señora de está casa. Me mantuve quieta en mi lugar, sentada en uno de los taburetes de la isla de la cocina mientras la esperaba.
El sonido de sus pasos hicieron eco por el lugar, mientras atravesaba la estancia para ponerse al otro lado de la isla, cara a cara conmigo.
Abigail Anders; una mujer recta y estricta, amante de la perfección, el control y el poder. Su cabello estaba perfectamente sujeto en uno de sus distintivos moños altos para que de esa forma su maquillaje—sencillo pero elegante— resaltará más, dejando que su mirada gélida y determinada fuera la protagonista de todos sus juzgamientos. Sin previo aviso dejo sobre la isla una carpeta, su mirada fija en mi me invitó a abrirla.
Con duda, tomé la carpeta entre mis manos y la abrí. Sentí como si se me bajara la presión al ver el contenido dentro de la carpeta: Eran fotos.
Pero no fotos normales que tú mismo te tomas y luego conservas en tu celular o las públicas en alguna red social. Son fotos mías y de Jack, de nuestro viaje a San Francisco.
—¿Qué es esto?— Levanté mi mirada de las fotos, mi madre frente a mí se cruzó de brazos.
—Fotos, de su viajecito a San Francisco—dijo con su voz tranquila—. ¿Acaso no te imaginaste cuántos paparazzi podrían haber estado ahí?
—Yo…
—No, no lo hiciste—zanjo, con molestia quitándome las palabras de la boca, para seguir hablando —; Tu hermano se va a casar en unos días, y cuando les doy a ambos un poco de libertad para que disfruten el poco tiempo que les queda aquí en Jackson Bill con sus amigos, resulta que ambos me salen con shows diferentes. Jack con una chica y tú con esto.
Dejo sobre la mesa otra fotografía, éramos Dion y yo en la discoteca de San Francisco, cuando nos besamos.
—Besando a alguien solo por estar ebria, ¿sabes en cuántos problemas estaríamos con los Murphy si estás fotos salieran a la luz? Dime Mara, ¿lo sabes?— Su tono era exigente.
—Si, lo se— alce mi barbilla, no debía dejarme intimidar por ella—. Pero tal vez esos problemas hubieran servido para que Jack no se casará.
El aire de la cocina se volvió más tenso de lo que ya estaba, mamá cerró los ojos por un momento mientras tomaba aire de forma sonora por su nariz antes de hablar:
—Si eso pasaba, nosotros estaríamos arruinados. Me tienes harta, no puedes evitar la boda, Mara, entiende eso ya. Todo está planeado meticulosamente y voy a dejar que alguno de ustedes lo arruine.
—Claro, porque es más fácil arruinarles la vida a tus hijos antes que la tuya ¿no mamá?— acote desafiante.
—Mide cómo me hablas, Mara.
El calor de la ira creció en mi interior, pero sabía que no podía permitir que eso apagase mi voz. Este no era solo un desahogo de una hija rebelde, se trataba de la carta que había estado guardando para mis propios sentimientos. La mirada de mamá, fría y calculadora, contrastaba con la tempestad emocional que yo llevaba dentro.
—No estoy tratando de arruinar nada —respondí, tratando de mantener la calma—. Solo quiero que entiendas que esto… todo este circo de la boda y las expectativas te está convirtiendo en alguien que ya nadie reconoce.
Una chispa de sorpresa atravesó su mirada, seguida de una dura fachada. Abigail Anders no permitiría que ningún comentario hiriente o aventurado desmoronara su imagen pulida.
—¿Y qué es lo que quieres, Mara? —preguntó, manteniendo su postura defensiva—. ¿Qué me trague los planes que he hecho durante años por sus caprichos adolescentes? No pueden seguir haciendo esto, no quiero más escándalos.
—No es un capricho —insistí, sintiendo el nudo en mi garganta—. No quiero ser la hija perfecta si ser perfecta significa ser infeliz, en este punto, no quiero ser como tú; infeliz y vacía.
Las palabras resonaron en la cocina, y por un momento, su mirada se suavizó, pero solo por un instante.
—Tus sentimientos no importan aquí, ¿lo sabes? Lo que importa es lo que piensen los demás, lo que piensen los Murphy. Esta familia, tu hermano… todo está en juego.
Las palabras la hicieron caer en su propio juego: planear, manejar, controlar. Mientras que yo estaba aquí, tratando de buscar un camino que me llevara a ser feliz, no importa cuán doloroso se volviera.
—¿Y si esos "demás" no son quienes realmente importan? —pregunté, sintiendo que mi determinación crecía—. Tal vez deberíamos priorizar lo que queremos, lo que necesitamos. Ya no puedo ser la chica que se sienta en silencio mientras tú controlas cada parte de mi vida o la de Jack.
Un silencio pesado llenó la cocina. Mi madre parecía estar procesando mis palabras mientras sus labios se apretaban en una línea estrecha. Las fotos sobre la mesa parecían estar observándonos, como testigos de una verdad cruda que debía salir.
—No quiero que esto se convierta en una guerra más grande de lo que ya lo es, Mara. —Finalmente, su voz fue más exigente y firme—. Pero tampoco puedo dejar que actúes sin pensar. Ya has cruzado la línea una vez.
Respiré hondo, sabiendo que el camino que estaba tomando era espinoso y que cada palabra se sentía como una espada en mi pecho. Sabía que iba a empezar a sacar cosas del pasado que marcaron un antes y un después en nuestra relación madre e hija.
—Quizás está nueva línea la has establecido tú con tus estúpidos planes. —La respuesta salió de mis labios antes de que pudiera detenerla. En ese instante, era consciente de que ya nada podría ser como antes. El viaje a San Francisco había sido solo el inicio de una transformación que no podría controlar.
Ella me miró, esa mirada que solía encerrar el final de nuestra conversación, pero esta vez, el rugido de la verdad entre nosotras era demasiado fuerte para negarlo. Ya no éramos solo madre e hija; éramos dos mujeres en caminos convergentes, en la búsqueda de su libertad y su verdad.
Me levanté de la silla, no estaba dispuesta a quedarme a escuchar más condenas hoy. Tenía intenciones de llevarme las fotos y el archivo que estaba sobre la isla pero antes de poder tan siquiera alcanzar tocar una de esas dos cosas mamá las tomo.
—Esto me lo quedaré yo.
—No, dámelas— exigí, no podía permitir que ella se quedara con eso quien sabe para que lo podía usar después. Además, no quería que Jack las viera, no deseaba que supiera que había besado a Dion.
—No—, zanjón con dureza—; vete de aquí Mara.
Con el corazón latiendo con fuerza, salí de la cocina, dejando las fotos sobre la isla como abandono simbólico de lo que solía ser nuestra relación. Tal vez se necesitaba una tormenta antes del cambio, y estaba lista para enfrentarlo.
Subí las escaleras a grandes pasos para llegar a mi cuarto y encerrarme ahí, pero para mí sorpresa al abrir la puerta me encontré con mi hermano tirado boca abajo sobre mi cama con una almohada cubriendo su cabeza. Me acerque a la cama y me deje caer sobre ella justo al lado de Jack, solté un suspiro.
—¿Fue malo?— Preguntó, alzo su cabeza mientras quitaba la almohada que la cubría.
—Horrible.
—A veces me preguntó que hicimos para pasar por todo esto.
Me quedé callada; esa era una de las mucha cosas que normalmente me preguntaba con regularidad a mi misma. Sentí como Jack se acostaba en mis piernas y al mismo tiempo me abrazaba por la cintura, se que estaba mal. Layla lo había ignorado todo lo que quedó del viaje y aún lo sigue haciendo.
—¿Ella aún no te habla?— Indague.
—No, la verdad no se si lo haga otra vez—contesto, su voz estaba apagada.
—No seas negativo, quizás lo haga—, trate de animarlo, no quería seguir recordando lo que había pasado en la cocina con mamá, ni siquiera quería comentarle a Jack que mamá ya sabía de la existencia de Layla.
—Es que ya no se que más pensar, trate de hablar con ella hoy antes de bajar del avión y solo se fue—. Volvió a tumbarse en mi cama quedando está vez boca arriba—; creo que me odia.
—No te odia— le aseguro—, solo que es algo muy difícil de digerir.
Jack murmuró con la voz cargada de desesperanza:
—No me va a perdonar.
Lo miré de reojo, viendo cómo la incertidumbre se aferraba a él como una sombra imposible de disipar.
—Jack, cálmate, ¿sí? —intenté tranquilizarlo, aunque sabía que mis palabras apenas rozaban la superficie de lo que él sentía.
Pero la verdad era innegable. Nada podía cambiar lo que pasó ni lo que estaba por suceder.
—No voy a poder hacerlo. No puedo casarme con alguien a quien no amo —dijo con frustración, su voz teñida de una desesperación que rara vez dejaba ver. Lo conocía lo suficiente para entender lo atrapado que se sentía, cómo la obligación impuesta por nuestros padres lo asfixiaba—. Y además de eso, Layla ya se enteró de todo y hace como si yo ya no existiera. Se siente horrible y no sé qué hacer.
Suspiré y me acomodé a su lado, intentando encontrar la mejor forma de hacerle entender lo que, en el fondo, él ya sabía.
—Es tu vida, Jack. Tienen que entender que esto no es lo que quieres.
Él negó con la cabeza, apretando las manos con fuerza.
—Es complicado y lo sabes. ¿Y qué hay de Layla? ¿Cómo puedo sentarme y decirle que un día estaré con otra persona cuando ella ha sido mi apoyo durante tanto tiempo? Siempre he sentido algo especial por ella. Debería hablarle de esto, explicarle lo que está sucediendo.
Lo miré fijamente, sintiendo una mezcla de empatía y frustración. Entendía su dilema, pero también sabía que estaba perdiéndose a sí mismo en el intento de complacer a todos menos a él mismo.
—Pero necesitas pensar en ti —insistí, mi voz saliendo con más firmeza de la que esperaba—. No puedes dejar que esto te consuma. La verdad es que, sea lo que sea que decidas, las decisiones que tomes deben ser las correctas para ti, no para ellos. Las decisiones que tomes o vayas a tomar deben ser por ti, no por nuestros padres, ni siquiera por Layla.
Jack desvió la mirada, pero vi en su expresión que mis palabras habían hecho mella. No podía darle la respuesta que buscaba, pero al menos podía recordarle que tenía derecho a elegir su propio camino.
—Quizás debería llamarla —dijo Jack, su voz temblorosa.
Lo observé mientras sus pensamientos lo arrastraban a un lugar de dudas y recuerdos. Sabía que quería hablar con Layla, que necesitaba explicarle todo, pero también veía el miedo en su rostro.
—Eso es lo correcto, Jack —le dije con suavidad—. Tal vez no sea fácil, pero una vez que consigas hablar con ella, todo se esclarecerá. La verdad siempre tiene un peso en la relación que se construyó.
Lo vi suspirar profundamente mientras desbloqueaba su teléfono. Sus manos temblaban apenas, y entendí la lucha interna que estaba enfrentando. Las dudas lo atacaban sin piedad.
Comenzó a escribir, cada letra en la pantalla cargada de emociones contenidas. Yo lo conocía bien, y podía ver lo difícil que era para él este momento. Si no se atrevía a hablarle, la culpa lo perseguiría. Así que, sin importar el resultado, sabía que debía hacerlo.
Lo vi detenerse de repente, su mirada perdida en el resplandor de la pantalla. Estaba sumido en sus pensamientos, repasando lo que Layla significaba para él. La risa compartida, las charlas hasta la madrugada, los momentos en que se habían sostenido el uno al otro en los tiempos difíciles. Era más que evidente que la conexión entre ellos no era una casualidad.
—Mara —susurró, inseguro—. ¿Qué tal si ella no entiende? ¿Y si me odia por esto?
Suspiré y sostuve su mirada.
—No lo sabrás hasta que lo intentes, Jack. Lo peor que puedes hacer es quedarte callado. Esto no es solo sobre tus sentimientos, también es sobre los de Layla. Ella merece saber la verdad.
Vi cómo tomaba aire, tratando de calmarse. La tensión en la habitación era casi tangible. La boda estaba cada vez más cerca, y él se debatía entre lo que realmente quería y lo que los demás esperaban de él.
Lentamente, volvió a escribir. Observé sus dedos moverse con vacilación sobre la pantalla, como si cada palabra pesara demasiado. Sabía que estaba luchando contra el miedo a perderla, pero también contra la idea de seguir adelante con un matrimonio que no deseaba.
—Jack —lo llamé suavemente, interrumpiendo sus pensamientos—. No te sientas abrumado por cómo se sentirá ella cuando reciba esto. Lo más importante es que seas honesto. Eso es lo que realmente importa.
Me miró con intensidad, buscando seguridad en mis palabras. La duda lo carcomía, pero también lo hacía el deseo de hacer lo correcto.
—¿De verdad crees que lo lea? —murmuró, casi en un susurro.
Sonreí con suavidad.
—Ella lo leerá, Jack.
Lo vi tragar saliva y asentir. Entonces, finalmente, envió el mensaje. Su cuerpo se tensó un instante y luego exhaló, como si un enorme peso se hubiera disipado… solo para ser reemplazado por otro diferente.
—No sé qué va a pasar —susurró, con la mirada perdida.
Le puse una mano en el brazo en un intento de reconfortarlo.
—No hay forma de saberlo hasta que recibas su respuesta —le dije—. Pero al menos te has dado la oportunidad de ser feliz con ella.
La incertidumbre aún estaba ahí, pero también lo estaba la esperanza. Y mientras Jack se preparaba para lo que viniera, supe que, sin importar el resultado, había dado un paso en la dirección correcta.
—¿Puedo quedarme contigo está noche?
Asentí con una sonrisa, la verdad es que yo también quería compañía está noche, no quería sobre pensar más de lo que ya lo había hecho estando en San Francisco.
—Siempre.
[…]
¡Hola lindas personitas! ¿Cómo están? Yo muy bien.
Ya por fin tenemos el capítulo 1 de el libro de Mara y eso es emocionante. Quiero aclarar una cosa, este libro como mencioné en las aclaraciones antes de leer va a tener escenas simultáneas con el club del periódico, estás escenas pasarían hasta el capítulo 3 o 4 de este libro, depende de cómo desarrolle la historia, luego de eso ya no habrá más.
Ahora sí, preguntas:
¿Que te pareció el primer capítulo?
¿Estás list@ para ver cómo es la relación de hermanos que tienen Mara y Jack más a fondo?
¿Que pasará con ese archivo lleno de fotos?
Espero que te haya gustado.
Deja tu voto y tu comentario ya que me ayuda mucho.
Gracias por leer.
Besos Gea <3.
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