Origen

Mi nombre es Milo.

No pude nacer cuando era un humano, pero aún me acuerdo de mi primera vida, de mi primeros padres.

Yo aún estaba dentro de mi mami, quien vivía muy feliz junto a mi papá en su cabaña. Sus nombres eran Maria y Samuel. Eran unas personas muy buenas y alegres, que amaban con todo corazón la naturaleza y todo lo relacionado con ella, como el bosque en el que vivían. Yo tenía muchas ganas de conocerles a los dos, para poder jugar juntos, reinos juntos  y vivir juntos como una familia.

Pero esa noche alguien tocó la puerta. Era el rey de nuestro pueblo, quien les había ordenado que abandonaran el bosque porque tenía intención de talar los árboles para construir un nuevo castillo. Mi papá dijo que no, que está era nuestra casa, y que no tenía ningún derecho a destruir nuestro bosque. Así que rey se enfado muchísimo, y ordenó a sus guardias que los mataran.
Fueron perseguidos hasta el centro del lugar, donde se encontraba el árbol sagrado.

Era un gran tejo hueco, con raíces muy grandes. Solían decir que era el núcleo del bosque, y que si él moría todo los seres vivos del lugar también. Papá solía decir que todos los bosques del mundo tenían uno, aunque eran diferentes especies de árboles.

Tal vez hubieran conseguido escapar, de no ser porque yo quería salir, así que papá decidió distraer a los malo hasta que yo saliera. Yo estaba triste, porque mamá estaba sufriendo por mi.

Al final, papá no pudo enfrentarse a todos. Le hicieron mucho daño, hasta que su corazón se paró, pero me siento orgulloso de haber sido su hijo, aunque solo fuera unos instantes.

También hirieron a mi mamá. La pegaron muy fuerte, hasta el punto de hacerme daño a mi también. No aguantó mucho, pero sé que lo intentó.

Nos dejaron tirados, a mi papá en el suelo y a nosotros en al lado del tronco.

Me acuerdo que hacía mucho frío, estaba oscuro y tenía mucho miedo. Hubiera deseado conocerles.
Fue entonces cuando escuche su voz, la voz de la naturaleza.

Me dijo que si quería, podía convertirme en parte de ella, en uno de sus hijos, pero solo si alguien que tuviera mi corazón, plantará mi semilla en algún bosque del mundo antes de la duodema luna. Si no lo lograba, yo dejaría de existir y este bosque se marchitaría para siempre.
La dije que sí, porque no quería que mi hogar desapareciera. Era lo único que me quedaba de mis papás.

A partir de ese día, ningún humano era capaz de talar un solo árbol, porque si lo hacían, desaparecían para jamás volver.

Mis papis convirtieron en parte de la tierra, esperando a que llegue el día en el que pueda reunirme con ellos.

Mi alma pasó a una semilla y mi corazón a otra vida.

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