PRÓLOGO
PROLOGO.
(6 MESES ATRÁS)
MAYA.
Abro los ojos en cuanto el helicóptero toca tierra, los hombres de Francesco rodean el helipuerto abriendo las puertas.
— ¿En dónde estamos? —Pregunto, bajando del helicóptero—
Afuera es de noche, puedo notar oscuras montañas y el océano que rodea el aún desconocido lugar.
—Estamos en mi pequeña isla privada al Sur de Italia. —Francesco me ofrece su brazo y con cierta desconfianza enredo mi brazo con el de él—En inglés se traduce como, La Isla de los Amantes. Una pequeña villa en la que quiero y espero que te sientas muy cómoda.
El helipuerto está situado en un mirador con una vista increíble, a pesar de la oscuridad de la noche se puede admirar la belleza del océano y las luces de la mansión de Francesco. Una camioneta color negro nos espera, Francesco abre la puerta y me deja deslizarme primero, nadie habla en el camino a excepción de Francesco que le indica un par de cosas al chófer.
Descendemos la colina y me limito a mirar por la ventana la luna llena que ilumina el cielo junto con las estrellas. Noto que hay mucha vegetación y la ruta está rodeada de grandes campos de flores.
—Bienvenida a casa. —Susurra Francesco a mi lado—
Una gran mansión de tres plantas está frente a nosotros, es de color champaña con decoraciones blancas, la tercera planta cuenta como terraza y al parecer tiene vista al mar. Clásico toque italiano.
Los ayudantes del mafioso me abren la puerta y bajo de la camioneta, el aire azota contra mi cara y el olor a sal y arena se cuela por mi nariz.
—Ciao, Angelina. —En cuanto entramos, Francesco saluda a una señora bastante mayor. El ama de llaves, seguramente—
—Bouna notte, signore. —Responde la señora, afortunadamente sé italiano a la perfección—
—È mia figlia, Maya. —Anuncia, Francesco. Sus manos se posan en mis hombros lo que me hace tensar—Voglio che tu e lo staff ti trattiamo nel modo migliore.
—Non ti preoccupare, signore. —La anciana sonríe—Tua figlia è in boune mani.
—Angelina te llevará a tu habitación. —Me dice, Francesco—
La señora me toma del brazo y caminamos hacía las escaleras en forma de caracol.
Me tomo la libertad de observar la mansión por dentro: Un gran living, paredes de color dorado con blanco, muebles marrones, mesas de cristal y cuadros decorativos, hay un gran comedor y un gran salón.
Subimos las escaleras y junto con la señora caminamos un pasillo largo con paredes vinotinto. Finalmente llegamos a una puerta doble blanca, la señora Angelina abre las puertas dejando ver mi habitación.
Una gran suit se abre camino ante mis ojos. Tiene un gran tocador, un closet y un probador, un gran ventanal que da a un balcón, las paredes son de color rosa pastel, al rincón de la habitación hay una cama tamaño King con sábanas blancas rodeada de cojines y almohadas de color rosa.
Mucho rosa para mi gusto.
—Espero sea de su agrado. —Dice Angelina, sorprendiéndome—
— ¿Cómo? ¿Habla inglés? —Frunzo el ceño, mirándola—
—Sí, el señor Francesco nos preparo por meses para este momento.
Todo estaba planeado.
Me paseo por la habitación observando todo a mí alrededor.
— ¿Se le ofrece algo más, señorita Simonetti? —Mi estomago se revuelve, me abrazo a mi misma y observo a la señora—
—Nada más, gracias. Y por favor, llámeme Maya. —Suplico, apenada—
—Como usted diga, señorita Maya.
La señora hace una reverencia y se va. Me siento en uno de los muebles color blanco y suelto un suspiro pesado.
¿Habré tomado la decisión correcta? Por supuesto que sí, al menos mi familia y Harry están a salvo.
Harry...
"—Eso jamás, finalmente superé mi trauma gracias a ti... No me daré por vencido."
Mis ojos se llenan de lágrimas y vuelvo a caer en llanto.
— ¿Otra vez llorando, princesa? —La voz de Francesco me causa escalofrío—
Levanto la mirada y me doy cuenta de que él está en el umbral de la puerta.
—Ya te dije que tomaste la mejor decisión. —De su saco saca un cigarro y lo enciende—
Me levanto del mueble y limpió mis lágrimas.
—Dijiste que mi mamá estaba viva, ¿Dónde está? —Exijo—
Francesco sonríe con el cigarro entre los dientes.
—Mejor date un baño. —Se gira dándome la espalda—
— ¡Francesco!
—Paso a paso, princesa. —Me observa sobre su hombro—
(...)
Después de un largo baño y de lavar bien mi cabello, abro el closet encontrándome con todo tipo de ropas y zapatos, opto por algo ligero: Un pantalón negro junto a una camisa blanca que deja ver mi ombligo, amarro las trenzas de mis botas y me siento en el tocador. Hay varias paletas de sombras de maquillaje, brochas, labiales y demás, todo está arreglado en su lugar.
Lo irónico de todo esto, es que por alguna razón Francesco ya tenía todo listo para mí, hasta su personal sabe hablar otro idioma aparte del italiano y según lo que dijo Angelina, él llevaba meses preparándolos, es como si supiera que yo iba aceptar venir con él.
La puerta se abre y Francesco entra a la habitación.
— ¿Mejor?
—Sí, gracias. —Me levanto—
— ¿Lista para ver a tu madre?
Ni una palabra sale de mi boca, sólo me limito a asentir.
Francesco posa su mano en mi espalda a medida que caminamos por el pasillo, puedo ver que la habitación a donde nos dirigimos queda al otro lado del pasillo, igual que en mi habitación la puerta es doble. Francesco la abre y mi corazón se detiene, lo miro esperando a que sea sólo una trampa pero él me indica que entre.
Entro a la habitación siendo un manojo de nervios, mis manos tiemblan y siento como el sudor cae por mi frente.
Hay una mujer de cabello negro en el balcón dándome la espalda.
— ¿Mamá?
La mujer se da la vuelta. La analizo de pies a cabeza, es ella, está viva, trece años pensándola muerta y ahora está aquí frente a mí.
— ¿Maya...?—Susurra—
Estoy estática. Ella se acerca a mí y puedo detallarla mejor, está justo como la recuerdo, sus ojos son marrones iguales a los de Marco y sus mejillas regordetas como las de Camila.
Un sollozo se escapa de mis labios en el momento en que nuestras manos se juntan.
Es real.
Me lanzo a sus brazos y lloró como si fuese una niña pequeña, finalmente tengo a mi mamá en mis brazos.
—Estás viva... no lo puedo creer. —Sollozo—
Sus manos acunan mis mejillas.
—No sabes cuánto te he extrañado. —Me abraza—He pensado en ti, todos los días.
Su olor a nueces me reconforta, no la veo desde los nueve años.
Ya un poco más calmadas nos sentamos en la cama y platicamos acerca de Sam y de mis hermanos, sinceramente no puedo dejar de verla, no puedo creer que este con vida y drásticamente recuerdo la razón por la que estoy aquí.
—Mamá...—Ella me mira con una sonrisa— ¿En verdad Francesco es mi padre?
Su sonrisa se borra y suspira. —Sí, hija. Francesco es tu padre.
Maldigo entre dientes.
— ¿Por qué...—Mi voz se rompe y tengo que carraspear—Por qué Sam nunca me lo dijo?
—Cuando conocí a Sam tú tenías cinco meses. —Admite—Y cuando nos casamos tenías seis, Sam desde el primer momento en que te vio quedo encantando contigo... eras su niña, Maya.
Mi labio inferior tiembla.
—Ya no sé qué creer. —Bajo la mirada—Ya no sé quién soy mamá, ¿soy una agente de la DEA o soy la hija de un mafioso? Lo único que quiero es desaparecer, quiero recuperar mi vida.
Mi madre me consuela cuando nuevamente me convierto en un mar de lágrimas.
Harry, por favor... Encuéntrame.
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-Grecia.
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