Capítulo 6
Cap. 6
MAYA.
Golpeo levemente mi cabeza contra la baldosa del baño, el agua de la regadera cae sobre mí mientras estoy sentada en el piso frío. Llevo más o menos media hora aquí y lo que más desearía es ahogarme.
Pasaron varios días después del incidente con Francesco, no quise decirle nada a mi mamá para no preocuparla pero estoy segura de que sabe lo que paso, no he salido de la habitación desde entonces, no quiero ver la cara de Francesco.
El fin de semana aparentemente viajaremos a Grecia o eso escuche de los empleados, todos andan atareados, Francesco dejara la villa y todo debe quedar impecable.
No me emociona en lo absoluto el viaje... es todo lo contrario.
— ¡Maya! —Escucho a mi mamá del otro lado de la puerta—Llevas 1 hora ahí metida, ¿está todo bien?
Me reincorporo del suelo y cierro la llave limpiando las pocas lágrimas que caían de mis ojos.
—Sí, mamá. Estoy bien. —Le respondo colocándome la bata de baño—
Abro la puerta y me consigo con sus ojos oscuros.
—Estabas llorando. —No es pregunta—
—No. —Miento—Es sólo Shampoo en los ojos.
Paso a un lado de ella y me siento en el tocador peinando mi cabello.
—Sí, claro. —Se coloca detrás de mí—Pequeña Pinocho, no sé qué pretendes, pero sé que estás peor de cómo llegaste.
Dejo el cepillo en la mesita.
—No me malinterpretes, ¿sí? —Volteo a verla—Estoy muy feliz de haberte encontrado, te creí muerta todo este tiempo pero si tan sólo la situación fuese distinta.
—Te entiendo, cariño. —Aparta el cabello mojado de mi frente—Yo también quisiera que todo fuera distinto. Y sé el infierno que debiste de pasar cuando Francesco te enseño a sus presas.
Tiemblo ligeramente.
—Nunca le he tenido miedo a las armas, pero ese día sentí pánico. —Bajo la mirada—Tuve la oportunidad de matarlo, pero mi conciencia me decía que si Francesco es malo, Augusto debe ser mil veces peor.
—Y no te equivocas. —La voz de mi madre se profundiza—Augusto es joven, sabe todas las rutas que utiliza Francesco para el tráfico de drogas, es dueño de muchísimos burdeles aquí en Italia y se encarga de comprar a niñas para sus shows, es sinceramente asqueroso.
Recuerdo la manera en la que me observo en la camioneta y siento como las nauseas suben a mi garganta.
La puerta se abre dejando ver a Francesco.
—Qué hermoso cuadro. —Dice sonriendo—Mi esposa y mi hija, mia regina y la mia principessa.
Se adentra a la habitación, mamá se levanta y sólo observa a Francesco.
—No saben...—Pasa su brazo por los hombros de mi mamá—Lo feliz que estoy por verlas juntas, esto era lo que yo quería desde hace veintidós años, ver a mis chicas juntas.
No rompo el contacto visual con él.
— ¿A que vienes? —Pregunto—
Él ríe. —Chica inteligente. Verás, cariño, desde que llegaste te he notado triste, gris, desanimada...
Me levanto y me cruzo de brazos.
— ¿Y que con eso?
—Pues, no es sano que una jovencita como tú este aislada del mundo, está bien que compartas con tu mamá pero también necesitas amigas.
— ¿Amigas? —Repito—
¿A dónde quiere llegar este sujeto?
—He contratado a una Dama de Compañía para ti.
— ¿Hiciste qué? —Estoy boquiabierta—
—Es una chica de veinticinco años, proveniente de Estados Unidos que se contacto conmigo, esto era algo que tenía pensado hacer cuando llegáramos a Santorini pero si es antes, mejor.
Bufo.
—No necesito una niñera. —Digo con indignación—
—Pues que mal, chiquita. —Me sorprende su buena pronunciación entre inglés y español—Aquí las ordenes las doy yo y si yo quiero, que un empleado o quién sea me traiga las putas sandalias de Cristo bañadas en su sangre... me las tienes que traer.
Es lo último que dice antes de dejar la habitación. Resoplo frustrada lanzándome a la cama.
— ¡Lo menos que necesito ahora es una fulana mejor amiga! —Pongo los ojos en blanco—
—Oye... —Mamá se sienta a mi lado—Creo que esta vez sí tiene razón.
Me levanto con ayuda de mis codos.
—Mamá, no soy de amigas. Cuando llegue a Virginia vi clases en casa y online porque en la escuela era la estúpida latina que no sabía inglés, ¿crees que quiero relacionarme con otra chica? No es por nada mamá, pero la amistad de un hombre es mejor que la de una mujer. —Golpeo ligeramente los cojines—Las chicas sólo son endivias, celos y competencia.
—Eso no es cierto. La amistad entre mujeres si existe, sólo debes saber con quién relacionarte, llenarte de amigas buenas, personas con buenas vibras. —Me quita el cojín que estoy golpeando—Mi consejo para ti es... que te tomes el tiempo para conocer a esta chica, si esto no funciona yo personalmente le diré a Francesco que es un caso perdido.
— ¿Lo prometes?
—Claro que sí.
(...)
Para cuando son las 6pm el sol esta ocultándose al horizonte del Mar Mediterráneo, el olor a agua salada se cuela en mis fosas nasales y varias gaviotas vuelvan para refugiarse y dormir.
Dos golpes en la puerta me hacen regresar a la habitación y cerrar la puerta del balcón. Abro y me encuentro con una chica de muy extravagante cuerpo, cabello marrón con ligeros toques amarillos y de piel bronceada.
—Tú debes ser Maya. —Su voz es suave—
Me recuesto al umbral de la puerta.
—Y tú debes ser la famosa Dama de compañía. —La miro de arriba abajo— ¿Sabes? Siempre pensé que el término "Dama de Compañía" Sólo se utilizaba para prostitutas que acompañaban a hombres gordos y viejos.
Ella me sonríe, no se inmuta ante mi sarcasmo.
—Claro que no, es utilizado en muchos casos y malinterpretado también. —Pasa a mi lado entrando a la habitación, me sorprende su autoconfianza—
Lleva un vestido corto color vinotinto que hace resaltar su muy pero muy buena figura y unos tacones de color negro. Muy fina para simplemente trabajar de niñera, es decir, dama de compañía.
—Soy Koral. —Extiende su mano pero no la estrecho, me mantengo cruzada de brazos—Ok, esto será más complicado de lo que creí.
—Escucha, ¿Karol?
—Koral. —Me corrige—
—Cómo sea. —Agito la mano restándole importancia—No quiero ser maleducada contigo, pero esto no va a funcionar, no soy una chica de amigas. No vamos a hacernos brazaletes de la amistad ni mucho menos trencitas o pijamadas, entiendo que Francesco te pago para que me acompañaras pero... prefiero estar sola, ¿entiendes? Mi vida ya tiene suficientes problemas, no necesito otro.
—Vaya...—Sólo me observa con una sonrisa—
¿Cuál es su problema?
—Puedes retirarte cuando gustes...—Me doy la vuelta para salir de nuevo al balcón—
— ¿Y si te digo que Harry me entrego algo para dártelo, me dejarías quedar?
Paró en seco, literalmente me congelo. ¿Escuche bien o es que acaso está mujer está jugando conmigo?
Me doy vuelta lentamente, tiene una mirada maliciosa y un sobre blanco en sus manos que extiende hacía mí.
—El aprendiz me pidió que te lo diera.
Mi corazón late con más fuerza en el momento en que tomo el sobre entre mis manos, lo rompo con cuidado, mis manos tiemblan al ver la carta.
"Maya.
Sé que alguna vez me dijiste que no eras una damisela que necesitará ser salvada, pero en este caso haremos una excepción, iré por ti más pronto de lo que te imaginas y estaremos juntos, sólo tú y yo. Conseguiremos la paz que tanto necesitamos, abriremos ese gimnasio para niñas que tanto deseas y nos olvidaremos de todos estos momentos que hemos estado separados.
No te pido que confíes en Koral, porque sé que no lo harás, pero ella podría ser una buena palanca para que podamos dar contigo.
Es todo o nada, fiera.
Con amor.
Tu Novato."
Las lágrimas llenan mis ojos y mi mano temblorosa cubre mi boca ahogando un pequeño sollozo, observo a la tal Koral.
— ¿Quién eres tú?
—Soy la agente administrativa de la DEA en la ciudad de Nueva York, Crystal Waller se contacto conmigo diciéndome que tenía un pequeño grupo de hombres que querían dar con la hija de Francesco, me reuní con ellos en Atenas y llegamos al trato de que me haría pasar por una empleada para hallar tu paradero.
— ¿Crystal y los chicos trabajando juntos? —Tengo que sentarme, es mucha información para procesar—Ella es sólo una traidora, ¿Por qué confiar en ella otra vez?
—No sé mucho de lo que paso. —Se sienta a mi lado—Pero hasta donde sé, está en el grupo más no se ha ganado la confianza de todos. Según Harry, era la única que podía dar contigo y tuvo razón.
—Sí, la oxigenada finalmente recapacito. —Aparto el cabello de mi frente— ¿Así que... estás haciendo el mismo trabajo que ella? Eres una espía.
—Así es. —Sonríe—A partir de ahora, tu y yo somos un equipo.
—Es todo o nada.
Ahora tengo un poco más de esperanzas de salir de aquí.
***
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