Capítulo 4
Cap. 4
HARRY.
La camioneta se estaciona justo en frente del restaurante. Si pudiera describirlo en dos palabras serían: Elegante y sofisticado. Se ve que sólo los griegos y turistas más millonarios vienen aquí.
Una linda decoración de color blanco, candelabros dorados, mesas con manteles blancos y sillas rojas rodena el lugar, la música clásica inunda nuestros oídos y hay gente disfrutando de la comida.
Crystal va tomando mi brazo, mientras que Ashton y Marco van detrás de nosotros.
—Buenas noches, soy Crystal Waller. Tengo una reservación. —Le dice Crystal a la recepcionista—
—Ah, claro, los americanos. Señorita Waller, su mesa los espera. —Contesta la chica amablemente—Por aquí.
La chica nos dirige a lo que es al parecer la zona VIP, estamos en la terraza del restaurant, pocas personas tienen permitido subir aquí. Tenemos una hermosa vista a la ciudad de Atenas y un cielo estrellado nos arropa, la mesa tiene cinco sillas y en comparación a todas está tiene un mantel rojo y sillas blancas.
—Que disfruten la noche. —La chica sonríe y se retira—
Nos sentamos y tratamos de ponernos cómodos. Marco silba levemente mientras toma una copa de champaña a una camarera.
—Que elegancia la de Francia. —Dice Marco—
—Estilo muy griego. —Agrega Ashton viendo las pequeñas estatuas de los dioses—
—No sabía que habías hecho una reservación. —Digo mientras observo a Crystal—
—Yo no, fue Koral. —Responde—Es un tanto...
— ¿Extravagante? —Observo el lugar—
No es muy mi estilo.
—Iba a decir perfeccionista, pero sí, también. —Ella sonríe—
— ¿A qué hora dijo tu amiga que aparecería? —Marco observa su reloj—
—Dijo que a las 9pm, pero ya son las 9:30pm.
— ¿Un tanto impuntual, no? —Murmura Ashton—
¿Quién organiza una cena y tarda media hora para llegar? Pongo los ojos en blanco ante el pensamiento, sólo espero que todo valga la pena.
Unos minutos más pasan y Crystal se levanta.
—Ya llego.
Me doy la vuelta y tengo que parpadear un par de veces para aclarar mi campo de visión.
Puta madre. Koral me deja perplejo.
Es una mujer de más o menos mí edad, alta, con un cuerpo espectacular: Tiene el cabello marrón con ligeros destellos amarillos, su piel es bronceada, senos grandes que resaltan en el escote del vestido color salmón, el vestido se abre levemente enseñando sus muy tonificadas piernas, tiene una cintura pequeña y unas caderas gruesas.
Observo a Marco y Ashton, están igual de perplejos que yo.
La belleza de esta mujer no se puede negar.
—Lamento llegar tarde, muñeca. —Saluda a Crystal con un beso europeo, en ambas mejillas—El vestido que encargue se arruino en el auto del chofer, tuve que elegir otro.
—No importa, te ves divina. —La alaga Crys—Quiero presentarte al equipo, ellos son; Marco, Ashton y Harry.
Los ojos oscuros de Koral se clavan en los míos y me da una linda sonrisa.
—El aprendiz. —Estrecha su mano con la mía, sus uñas están barnizadas con rojo—He oído hablar mucho de ti.
—Es un placer conocerte.
—El placer es todo mío. —La morena se sienta— ¿Ya ordenaron?
—No, te estábamos esperando. —Dice Marco. Le lanzo una mirada asesina—
—Otra vez me disculpo. —Responde apenada—
—No te angusties. —La consuela, Ashton—Más bien, dinos que información tienes acerca de Maya.
— ¿Les parece si cenamos primero? Trabajo mejor con el estómago lleno.
Koral pide por nosotros, es una mujer bastante atractiva. Debo admitir que me tiene cautivado, es amable y muy simpática. Nos cuenta que conoció a Crystal en el internado en Suiza y ambas decidieron hacer pasantía en la DEA, pero a ella la trasladaron a Nueva York.
La cena es servida. Grandes cantidades de comidas típicas del país acompañadas con mariscos como: Langostas, calamar, caviar y cangrejos.
Todo está delicioso.
—Muy bien, hermosa. —Comienza Marco, con un palillo entre los dientes— ¿Qué sabes de mi hermana?
Koral sonríe y limpia su boca con una servilleta.
—Bueno... para comenzar quiero decirles que Maya, se encuentra al Sur de Italia en una isla privada que tiene Francesco, una pequeña villa.
Maldigo entre dientes, sabía que no estaba en Grecia.
— ¿Cómo lo sabes? —Indaga, Ashton—
—Tengo contactos. —Ella se encoje en hombros—Mi padrastro trabajo para Francesco durante treinta años, lamentablemente falleció hace dos años, pero antes me dijo donde el italiano tiene sus escondites. La villa es uno de ellos.
— ¿Cazaste a tu padrastro? —Pregunta Crystal—
—Hay veces en que el trabajo y la familia se dividen, yo no supe nada hasta que me gradué en la agencia y eso fue hace cuatro años.
— ¿Entonces vinimos en vano a Santorini? —Me frustro—
—No. Debemos recordar que Maya aún no conoce a Dimitri Leonardou, pronto vendrán a Grecia. —Su voz es lenta y cautelosa—El compromiso se dará aquí.
Me aprieto el puente de la nariz, estoy a punto de explotar.
— ¿Y cuál será el plan ahora? —Me pregunta Marco—
Resoplo y me aflojo la corbata.
—No lo sé.
—Yo tengo un plan. —La voz de Crystal nos sorprende—Pero te necesitamos, Koral.
La morena toma un sorbo de su vino.
—Soy toda oídos.
— ¿Qué tal si... te mezclas entre el personal? —Crys mira a Koral—
— ¿Te refieres a ser una espía? —Indago—
—Sí.
—Tal cual y como lo hiciste con nosotros, ¿no? —Marco la observa fijamente—Quieres que ella sea una mosca muerta como tú lo fuiste.
—Bueno, ya basta, Marco. —Lo detengo—
Marco emblanquece los ojos.
—Creo que podría servir. —Dice Koral—Sólo debo averiguar un puesto vacante que necesite Francesco.
— ¿Serás nuestra espía, entonces?
Koral sonríe y me alza su copa.
—Larga vida a Francesco.
—Es un trato. —Choco mi copa con la de ella—
Ambos bebemos del vino.
(...)
Para cuando termina la velada, observo a Crystal y Ashton. Cómo es de costumbre, Ashton la evade y ella queda con ganas.
Joder, tendré que meterme en esto.
— ¡Oigan, ustedes dos! —Ambos se giran hacía mí—Ya me tienen hasta las bolas con su puta actitud.
— ¿De que hablas? —Me pregunta, Ashton—
— ¡De todo, joder! —De mi bolsillo saco mi billetera—Tengan, aquí hay más o menos doscientos euros, gástenlo y hagan las paces. No regresaran a la isla hasta entonces.
— ¡Pero, Harry! —Escucho gritar a Crystal a mis espaldas—
Me quito el saco y lo cuelgo en mi hombro, estoy solo. Marco decidió seguir la fiesta en un burdel cerca de aquí, dice que las griegas son para morirse, sinceramente no me interesa.
No tengo ánimos de regresar a la isla, así que camino despreocupado por las calles de Atenas. Saco el teléfono de mi bolsillo y veo mi fondo de pantalla, es ella.
Maya.
Una foto que le tome sin que se diera cuenta el día que estábamos en el lago Emerald.
No sabes cuánto te extraño, fiera.
—Buenas noches. —Escucho a mis espaldas—
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-Grecia.
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