Capítulo 15

Cap. 15

HARRY.

Maya estrecha su mano con la mía y siento la electricidad correr por mi cuerpo, este es el efecto que solamente mi fiera puede provocar en mí.

Conduzco a Maya en dirección a la pista, todos nos miran con curiosidad y murmuran entre ellos, tal vez estoy arriesgando mucho, pero en estos momentos solo importa una sola cosa y es que por fin conseguí a la mujer que amor.

Mi Maya.

Poso mi mano en su cintura atrayéndola hacia mí, ella posa sus manos alrededor de mi cuello, no aparta la mirada de mis ojos, eso provoca una sonrisa en mi rostro.

Nos desplazamos en la pista al ritmo de la música.

—Te prometí que te encontraría. —Digo finalmente—

Ella amplía los ojos en señal de sorpresa.

—¿Novato? —Dice apenas en un susurro—

—Hola, fiera. —Sonrío—

Ella sonríe apretando su agarre en mi cuello, noto como su labio inferior tiembla.

—No es seguro que hablemos aquí. —Dice mirando a ambos lados—Te veo en la playa.

Entiendo su señal, la música se detiene y pocas personas nos aplauden entre ellos la madre de Maya que nos ve con una sonrisa.

Maya se retira del salón y debo contar hasta cincuenta cuando lo hace, salgo por el pasillo hasta llegar a la puerta que da a la playa. Mis zapatos se entierran en la arena mientras camino. La luna ilumina el cielo y se refleja en el mar como un espejo, todo está oscuro.

Quito la máscara de mi rostro aplacando mi cabello con la mano.

—¿De verdad eres tú? —La voz de Maya me hace girar—

Luce tan hermosa bajo la luz de la luna, ese vestido celeste le sienta bastante bien.

Ella quita su máscara dejándome ver ese hermoso rostro que tanto me ha hecho falta.

—Sí. —Afirmo caminando hasta ella, estamos a un paso de tocarnos—Acércate y abrázame, pequeña fiera.

Maya se lanza a mis brazos soltando un fuerte sollozo, extrañaba su cuerpo, la aferro a mí como si fuese a desaparecer. Me tomo la libertad de oler su cabello, la aprieto contra mí mientras ella llora en mi pecho, beso su cabeza sin soltarla.

—Creí que nunca te volvería a ver. —Llora—

—Shh...—Susurro contra sus labios—Ya estoy aquí.

Tomo su rostro entre mis manos y la beso, la beso con fuerza, un beso lleno de desesperación y necesidad. ¡Mierda! Había olvidado lo bien que se sentía, ella abre su boca dándome acceso directo para saborearla mejor, un sabor único a menta y champán, Maya es deliciosa.

Nos separamos en busca de aire. Sus mejillas bañadas en lágrimas, se las limpió con mi pulgar.

—¿Cómo entraste aquí? Ángelo tiene la seguridad hasta el cuello. —Musita—

—Soy Harry Jones, puedo burlar al mismísimo presidente si quiero.

Ella ríe. Extrañaba esa risa.

—No se te quita lo arrogante, ¿eh? —Sonríe—

—Nunca. —Le digo en respuesta—Ahora, hablando enserio, Koral me ayudo está noche.

—A eso se refería con "mantener los ojos abiertos" —Enfatiza—Fue una locura que te colarás a la fiesta, novato.

—Tú vales el riesgo, Maya. —Tomo su mano—Vine aquí por ti, nos iremos.

—Harry...—Suelta mi mano—No puedo.

Esa respuesta me toma por sorpresa.

MAYA.

Noto la sorpresa, confusión y sobre todo decepción en su mirada, sé que arriesgo mucho por venir aquí pero no quiero que salga lastimado.

—¿Qué dices, Maya? —Susurra—

—Lo que escuchaste, no puedo irme, Harry.

El retrocede como si mis palabras se trataran de un golpe, pasa la lengua por sus labios y trata de hablar, pero no puede.

—Maya...—Es lo único que dice hasta que suspira—Si es... si es por Francesco no tienes por qué preocuparte, estarás bien, yo te protegeré... no vine solo; Ashton, Marco y Zed también están conmigo y mañana tu padre llegara a Grecia.

Sam...

Esto hace las cosas aún más difíciles y sólo espero que Harry entienda mi punto.

—No sólo es Francesco, esto ya es personal. —Le doy la espalda—

—¿A qué te refieres?

Suspiro. —Francesco sabe que Camila está en Colombia.

—¿Cómo? —Giro a verlo nuevamente, su ceño está fruncido—

—Y no sólo eso, también está mi mamá. Harry no puedo irme y dejarla a su suerte, por más que quiera mi mamá es primero.

—Hallaremos la solución para salvarla a ella también y sobre Camila puedo mandar a buscarla. —Toma mi rostro entre sus manos—Maya, vuelve conmigo.

Mis ojos nuevamente se llenan de lágrimas, fue la misma frase que me dijo cuando lo deje en Italia.

—Novato, entiéndeme, por favor. —Junto mi frente con la suya—Si no hago esto... mi mamá y mi hermana estarán en peligro, y no arriesgaré a que Camila sea vendida cómo muchas niñas hoy en día, no me lo perdonaría.

—¿No estás escuchándome? Puedo ir yo mismo a Colombia a buscarla, estar un paso más adelante que el jodido italiano, sólo quiero que regreses conmigo, con tu familia. —Ruge separándose de mí—Deja de pensar que puedes salvarnos a todos, maldita sea, déjame ser tu héroe esta vez, solo está maldita vez, Maya.

No tengo algún argumento en contra de eso.

—No puedes salvarnos a todos. —Repite—

—Puedo intentar. —Digo encogiéndome en hombros—Aquí tengo un aliado.

—¿Sí? ¿Quién? Porque dudo que tú y Koral puedan contra quinientos hombres armados. —Dice incrédulo—

Ese comentario me molesta.

—¿Otra vez subestimándome por ser mujer?

Harry pone los ojos en blanco.

—Sabes que no es lo que quise darte a entender. —Baja la mirada—Sé que tu podrías acabar con todos usando solo una navaja, es sólo que... no lo sé, Maya. ¿De quién se trata?

—Dimitri Leonardou.

Él me mira por unos segundos antes de echarse a reír.

—Es un chiste, ¿verdad? —Dice aun tomándose el estómago, al no recibir respuesta de mi parte se torna serio—Es un chiste, Maya.

—No, no es un chiste. —Bajo la mirada—Tuve la oportunidad de hablar con él y entendí que no es igual a sus padres, él es humano.

Harry bufa. —Maya, no seas tan tonta. Eres más inteligente que eso, los lobos se disfrazan de orejas.

—Dimitri no es así.

—¿Cómo estas tan segura? —Inquiere—Hablas como si de verdad lo conocieras.

—Sé leer a las personas. —Suspiro—Por favor, sólo quiero que confíes en mí.

—Confío en ti, fiera. —Musita—Pero jamás en el griego...

Entiendo su desconfianza, es la primera vez que noto los celos en Harry.

Suelta un profundo suspiro.

—¿Cuál es tu plan? —Cede—

Una sonrisa se dibuja en mi rostro y corro abrazarlo.

—Gracias por confiar en mí, novato. —Susurro en su pecho—

***

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