Capítulo 5

Cap. 5

— ¿Quieren café? —Pregunta Maya, cerrando la puerta detrás de ella—Recién nos llego de Colombia.

La casa era acogedora, dos plantas y decoración color caoba, una sala de estar y una tv, nada fuera de lo ordinario.

—Estoy bien, gracias...—Responde Crystal sentándose en el sofá negro de enfrente— ¿Harry?

De nuevo mi vista se conecta con Maya. —Por favor.

La chica asiente y se pierde en la cocina.

—Entonces, ¿pasaré los siguientes dos meses en este lugar? —Me paseo por la sala y comedor—No parece un buen lugar para entrenar.

—No juzgues el lugar, conozco a Sam, de seguro tiene un campo de entrenamiento cerca de aquí. —Crystal me mira—No te decepcionara.

Maya regresa con una taza humeante de café.

—Tu café. —Lo extiende hacía mí. Por un momento me pierdo en sus grandes ojos marrones y sus rizadas pestañas—

Siento la boca seca.

—Gracias...—Respondo tomando la taza—

Maya camina al comedor y se sienta, parece incómoda por la situación, o por mí...

— ¿Dónde están tus hermanos, Maya? —Pregunta Crys rompiendo el silencio—

Maya parece aliviada cuando lo hace.

—Ah...Cam está aún en la escuela y Marco está con papá.

— ¿Son buenos? —Suelto de repente—

— ¿Perdón?

—Digo, los entrenamientos de tu padre. ¿Son buenos? —Dejo la tasa sobre la encimera—

Bufa—Mi padre tiene un ejército de al menos cien hombres, mi hermano y yo incluidos.

—Son algo así como, un grupo familiar. —Me quedo viendo una foto de la familia García—

—Evidentemente cada hombre que forma parte de este equipo, es familia.

No digo nada y sólo la observo, Crystal por un momento se remueve incomoda.

La puerta se abre dejando ver a un hombre de unos cuarenta y tantos años acompañado de un chico.

Este tipo es Sam García.

— ¡Vaya! —Exclama—Crystal Waller.

Crystal se levanta.

—Hacía años que no te veía. —Dejo su bolso en la mesa junto a Maya—

—Hola, Sam.

Sam se quedo mirando su carnet. — ¿Ahora eres agente? La última vez que te vi, eras solo una pasante.

Me aclaré la garganta, la vista del hombre se clavo en mí.

—Tú debes ser el nuevo recluta, ¿no?

—Soy Harry Jones. —Le estiró la mano—

Él suelta una ligera risa.

— ¿Acaso crees que soy tu amigo? Salúdame como tal, chico.

Bufe. — ¿Es enserio? —Miré a Crystal—

— ¿Acaso ves que estoy riéndome? —Sam se acerca a mi rostro, pero no logra intimidarme—Ahora eres parte de mi equipo, niño. Yo soy el jefe de todo este lugar.

—Ya entendí, Sam.

—Para ti soy, general Sam. —Voltea a ver a Crystal— ¿De dónde sacaron a este niño? Creí que Harold tenía mejores soldados, pero ya veo que no.

—Sam, por favor. —Suplica— Eres el único que puede darle el entrenamiento necesario a Harry.

—Sé su historia...general. —Finalice con cierto sarcasmo—Quiere acabar con el mismo desgraciado que yo he estado buscando durante un año, le aseguro que haré lo necesario para acabar este entrenamiento. Si acepté el trabajo, no fue porque quisiera unirme al ejército, sino por algo más personal.

Por el rabillo del ojo, vi como Maya levantaba la ceja. Sam se quedo pensativo por unos minutos hasta que habló.

—De acuerdo, veamos de que eres capaz, niño. —Miró a su hijo—Marco te llevará a los dormitorios.

—Sam, no creo...—Interrumpió Crystal—

—Si va a ser un recluta, será tratado como tal. —Le contestó— Marco, llévatelo y dale las instrucciones

El chico moreno de cabello rizado me hizo una señal para salir, bajamos las escaleras y caminamos a las camionetas, necesitaba sacar mis maletas.

—Soy Marco, por cierto. —Dijo el chico—

—Lo sé. —Estreche su mano—Harry.

Caminamos a la parte de atrás de la casa y mi boca, literal cayó al suelo. El sitio era más grande de lo que creí, había armamento por todos lados y tiendas de acampar.

—Aquí es donde te quedarás. —Abrió una tienda de acampar color azul marino—Las reglas son las siguientes. Uno, nos levantamos a las 6am obligatoriamente, damos unas tres o cuatro vueltas al bosque y descansamos unos quince minutos. Dos, al ser irresponsable, vago o incumplir algún mandado tienes dos faltas, a la tercera falta estás fuera y número tres, nunca traiciones a uno de los nuestros.

—Entendido.

Marco se alejo, pero repentinamente volvió.

—Mira, Harry. Será mejor que dejes esa actitud de superioridad estando con mi padre. —Me advierte—No sabes a quien te enfrentas.

—Ni él, lo sabe.

Dije antes de entrar a la tienda.

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