Capítulo 3: Es un salvaje.


Owen.

Su primera impresión me había gritado: "Aléjate de él", pero a veces el destino quiere cosas diferentes.

Sin darme cuenta, el trazo de la tarea que me habían encargado para la próxima semana lucía tembloroso. Estaba estresado, eso lo denotaba, pero no quería dejar de trabajar hasta tener mi agenda libre de pendientes.

Retrocedí en la silla, elevando la cabeza hacia el techo para dejar salir suspiros que contaminaban mi espacio. Me decían que era demasiado joven para estresarme, pero yo me estresaba más haciéndoles ver que era algo normal en el crecimiento.

Miré de reojo por la ventana, percatándome de su presencia verdosa e infantil. Cargaba bolsas de alimento al otro lado de la acera, más grandes que él, esperando el momento adecuado para cruzar.

Hazlo ahora, no está pasando nadie.

Cuando los carros comenzaron a acelerar su ritmo él intentó cruzar, haciendo que varios tuvieran que detenerse de golpe. No se disculpó, estaba irritado por los pitazos que daban los desconocidos. Algunos lo maldijeron, pero siguió su camino ignorándolos pues las bolsas se le resbalaban.

¿Por qué no cruzaste antes?

Llegó a la calle, deteniéndose frente al departamento para abrir su mochila. Me alejé de la ventana al darme cuenta del tiempo que desperdiciaba observándolo.

Es un idiota descuidado.

Tal vez tenía algún gato al cual alimentar, pero realmente no importa siempre y cuando no causara desastres, me dije. El vibrador de mi teléfono hizo temblar la mesilla. De inmediato respondí al ver de quién se trataba.

—¿Sí? ¿Qué quieres?

—Emociónate, niñito de mierda. —Chasqueó Tain al otro lado de la línea—, ¿vendrás hoy?

Rodé los ojos, desplazándome con las ruedas de la silla hasta el librero detrás de mí, sin apartar la vista de la ventana ni el teléfono de mi oído. Me gustaba anotar las cosas en papel, tan solo debía echarle un ojo a la agenda que tenía colgada en la pared para saber de toda mi semana.

—No, no iré.

—No me digas... No lo programaste —sus quejidos tuvieron un volumen más alto—. Los de nuevo ingreso en la carrera deberían ser más cercanos a los superiores, es una buena oportunidad para hacerte responsable de los menores. Tan solo preséntate un rato, iremos a comer cerca de la universidad. No seas un aguafiestas.

—Ya dije que no. Tengo muchas cosas que hacer y... —mentía de la peor manera, las tareas eran sencillas cuando no tenías alguna otra actividad de por medio, y yo nunca tenía otras actividades por miedo a no poder realizarlas.

—El restaurante tiene un menú especial de postres. Son baratos, deliciosos, y...

Vaya, vaya... manipuladora.

—¡Ya, me atrapaste! ¿A qué hora se reunirán?

—Qué fácil... A las 8:30. Te envío la dirección.

Revisé mi reloj, faltaban 3 horas—. Vale, acabaré el trabajo para entonces.

Colgué, cerrando mi laptop. Quería estar lejos de casa, pues nuestro último encuentro era un claro ejemplo de un grave error. Era un error conocerlo, no quería en nada tener que ver con él y sus estupideces. Ni hablar de lo que yo dije también, algunas cosas se me escaparon de la boca y ahora me quemaban el cerebro:

—Si vuelves a aparecer tu estúpida cara cerca de mí, no dudaré en golpearte. Eres un completo raro.

No tendía a tratar a las personas de esa forma, sabía tolerar a muchos. Tal vez lo culpaba de todos mis recientes males, necesitaba descargarme sobre alguien. Pero no iba a pedir perdón.

Porque nunca me disculpo si considero no tener culpa.

~•~•~•~

¿Invitarán los egresados de visita?

—Eso dijeron.

Hacía frío, la neblina cubría la noche como una agradable invitada. Eran alrededor de trece nuevos estudiantes, y de mi año tal vez unos cinco. Hacíamos multitud en la calle.

Nos adentramos al restaurante que tocaba música en vivo a las diez; por obvias razones, no tenía planeado estar tanto tiempo. Tomamos asiento en los bancos opuestos de color rojo y negro, solo manteniendo conversación con Tain y otro amigo.

Tain le ofrecía a los nuevos contactos para lo que fuera. Ella era lo más parecido a una estafadora, y era fácil comprobarlo por las mentiras que me soltó, haría los contactos suficientes para fingir que tenía lo que necesitabas y luego sacar dinero sin siquiera estar segura de que recibiste tu parte.

Mi otro amigo, bueh...

—¿Me puedes ayudar entonces con el trabajo de...?

—No. —Cubrí la boca de Cyre, cansado de su insistencia.

—¡Agh, vamos! Te pagaré bien. —Se apartó de mí, insistiendo nuevamente.

Cyre era el estereotipo de persona rica que le encargaba su trabajo a los demás. Lo único extraño de él es que se vestía como indigente y en verdad apestaba. Pero no era una mala persona, era lo más cercano a un amigo por su sinceridad.

—Lo siento, sé que apesto así que no te diré nada por taparte la nariz. —Señaló mi intento de cubrirme.

Tomé del hombro a Tain, ignorando a los jóvenes con quienes hablaba. Algunos la conocían por su trabajo a medio tiempo de modelo, era popular. Yo quizás lo hubiera sido si no tuviera poco interés en tratar con gente problemática.

Todos eran problemáticos.

—¿Qué pasa con mi nuevo vecino? —Le murmuré, recibiendo las vistas de los demás.

—Oh, ¿ya conociste a Kurt? Es un buen chico, ¿no te parece? —Mentía, siempre que Tain mentía arrugaba la nariz en una sonrisa falsa.

—Nunca lo viste, ¿cierto? ¿Pegaste alguna clase de cartel y él llamó?

Era una mujer insoportable, pero era mi mejor amiga. Apartó mi rostro, haciendo que mi gorra cayera en el asiento.

—Me conoces muy bien. —Volvió a sonreír, ignorándome para continuar su platica con los jóvenes.

—¿Hoy no vino tu amigo deportista? ¡Me hubiera gustado verlo, quería preguntarle sobre su dieta! —Nos interrumpió una chica, tomada de la mano con otros amigos. Yo retrocedí al sentir que el grupo que hablaba con ella ya no me incluía a mí.

—Oh, Sanft... Tenía práctica hasta tarde. Supongo que apenas está tomando una ducha. —Ella les siguió.

Gracias, comprendo que amas ignorarme.

Me centré en el helado napolitano que me habían servido con galletas de chocolate. El mesero se desorientaba con las notas, pero el estrés que me causaba su actitud se disolvió al sentir el helado escurriéndose por mi lengua. Amaba las cosas dulces, no había una razón en particular.

La sensación de empalagarme era genial.

Algunos alumnos pasados de copas intentaron entablar conversación conmigo, pero era pésimo manteniéndola. Se acababa de inmediato cuando yo daba respuestas claras, la otra persona parecía darse cuenta de que yo era alguien aburrido o que solo tenía cara de aburrido porque no me hacía gracia lo que dijeran. Después de un rato me dejaron en paz.

Ya debería irme.

—Oigan... ¿No es ese tipo el del video que enviaron al grupo?

—Cierto, ¡el que estaba persiguiendo al hámster del laboratorio cuatro!

—Es muy lindo, ¿no crees? Me da ternura su cabecita verde.

Verde...

Mi rostro se nubló. Inconscientemente, fui girando hasta ver por el rabillo del ojo su presencia. Estaba dejando propina, pero al camarero lo trataba con esfuerzo. En su plato habían muchos limones acompañados de carne, y una botella de cerveza semi-vacía.

Sus mejillas estaban coloradas por el alcohol y su mandíbula dejó de temblar cuando el mesero se alejó. Continuó exprimiendo limones sobre el plato, con torpeza, mostrando su ebriedad. Los nuevos alumnos sonaban como mosquitos, arruinando el placer que sentía por el helado.

—¡Vamos!

Tres chicas y un tipo chismoso se lanzaron sin permiso sobre la mesa de Kurt, mi nuevo vecino. Desde la mesa en la que me encontraba, otros mirones apoyaban a los valientes.

Intentaron charlar con él, pero ni siquiera los miró. Se mantuvo seco desde su asiento, fingiendo no tener oídos. Apagando al mundo a su conveniencia, le daba más prioridad a exprimir limones sin jugo. Oí voces ajenas por bastante rato, pero no la de él.

Ya déjenlo... Parecen acosadores.

Metí otra cucharada a mi boca, enfriándome más. Él tomó su botella, la mano la tenía llenas de apósitos como si le hubieran arañado, y se empinó la cerveza hasta acabarla de un sentón. Tras eso, la golpeó contra la madera. Los nuevos se asustaron, observándolo mientras se levantaba a duras penas.

—¿Qué le sucede? Grosero. —Murmuraron algunos.

Concuerdo en que es un tanto grosero. ¿Pero quien le pidió a ustedes que le hablaran?

Intentó tomar su mochila, sus ojos no podían ver un punto claro. Inflaba sus mejillas mientras toqueteaba su estómago. Flaqueaba como mendigo. Sus pocos sentidos lo llevaron a azotar su rostro contra el suelo, asustando a los demás clientes del restaurante, incluso a la pianista.

Continué merendando mi helado. Los demás empezaron a preguntar si alguien sabía dónde vivía, pero el chocolate con fresa era más entretenido.

Intenté ocultarme tras mi gorra al ver a Tain apunto de abrir su bocota.

—Owen vive con él. Él puede llevarlo. —Opinó, lanzándome indirectas con su mirada divertida.

Las chicas que intentaban levantar al enano medio muerto giraron a verme con emoción.

—¿Podrías llevarlo, compañero? —Preguntó la más decente de todas, jugando con su pequeño dije.

—No, estoy ocupado. —Acorté la charla, volviendo a mi helado.

No le hago favores a las personas, es molesto.

—Eso es un poco grosero de su parte. —Rechistó el otro chico, cruzándose de brazos junto a ella—. Aunque sea dígame su dirección y yo iré a dejarlo.

—¿Y tú eres? —Elevé una ceja.

Tain me observaba amenazante, mientras Cyre reía levemente con la misma canción en sus labios: "El hámster obsesivo corre y corre sin llegar a nada".

—Ya me presenté dos veces. ¿Ve cómo está siendo grosero? —Hizo una mueca incrédulo, extendiendo la mano—. Soy Rivali. Ahora, por favor, solo deme la dirección.

Insistió con la mano, obligándome a apartar el poco helado que quedaba en el recipiente.

Este maldito mocoso...

Me puse de pie, cediendo por primera vez ante la presión de los demás. Dije que yo me encargaría, estaba molesto y por eso arruiné el ambiente. Cerré mi sudadera, me puse la gorra y fui por el cuerpo moribundo del pequeño.

Tain me ayudó a sostenerlo de un lado en mi hombro, abriéndome la puerta del local para salir sin problemas. No pesaba mucho, de hecho, era muy liviano, como una hoja de primavera. Maldita hoja espantosa... ¿por qué lo comparo con esas cosas?

No estaba nada consciente desde que lo levantaron. Traté de cerrar su boca con uno de mis dedos para evitar que la baba se le escurriera en mi espalda, pero se abría devuelta. Me hizo suspirar del agotamiento.

Este tipo realmente es un problema.

El día de hoy había sido uno de los primeros en no salirme como lo deseaba. Kurt era como el cabello, lo cortaba dejándolo sin vida en la basura, pero volvía a crecer sin control. Así era mi cabello, un completo alboroto que nunca pude controlar y mejor ignoré.

Pero aún no me atrevía a cortarlo, pues no podía cortar algo que aún no comenzaba a crecer.

—Lo dejaré en la entrada del apartamento y que se las arregle solo —hablé a mis adentros—. No quiero que intente devolver el favor y mucho menos hablar con él esta noche... Raro de mierda.

Continué llevándolo arrastras cerca de la parada de taxis, pero abrió los párpados como un muñeco de terror.

Al inicio giró los ojos para entender la situación, sin apartarse y sin hacerse menos pesado. Estaba confundido como un bebé recién nacido, eructando, con el alcohol aún en su cabeza.

—No te muevas mucho. Puedes caerte... —Susurré al sentir sus movimientos. Giré la cabeza para verlo mejor sin esperar que chocáramos frentes.

Lo llevaré a casa y mejor no tenerlo tan cerca. Ese es el nuevo plan.

Sus ojos oscuros veían a los míos sin energía, con cansancio, un mar negro debajo del párpado. No pude apartar la vista de él, ambos nos veíamos como imanes no opuestos que se disfrazaban de iguales para no colisionar.

De verdad es raro...

Juntó las cejas y abrió más los ojos en sorpresa, poniendo los pies en la tierra. Su reacción me asustó, pues de inmediato lanzó un golpe y me alejó de él hasta caer en el suelo.

Mi mejilla dolía al igual que mi pecho, pero su aspecto de alguien lleno de terror en el sucio suelo con la mirada perdida y apestando a alcohol me advirtió que debía mantenerme lejos del vecino. Lejos de ese desastre.

Esa noche fue llena de neblina, ruidos en el interior, yo con sueño e incomodidad por el alboroto de los menores. Fue horrible verlo reaccionar así a mí, como si yo fuera un perro rabioso; comprendí ese miedo, se sintió asqueroso estar en el otro extremo.

Muy lejos de Kurt.

••••••••••••••

Los encuentros entre los protagonistas hasta ahora son pésimos. Tal vez se me fue un poquito la mano. <3

~MMIvens.

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