Capítulo 23: Corresponde lo que siento, por fa.


Owen.

La forma en que yo expresaba mis sentimientos podía llegar a ser insultante, por eso le temía más a mis palabras.

—En serio lamento que hayas perdido la oportunidad de salir con Kurt ayer. Fuiste mi único contacto de emergencia cuando se disparó el problema de la protesta. Me siento tan mal de arruinarte el día así. —Tain en serio se arrepentía de haberme llamado ese día, aunque necesitaba ayuda para organizar a las chicas de cierta forma en que no salieran lastimadas.

—No tienes de qué preocuparte. Cuando lo llamé gritando que no iba a llegar me dijo que no me preocupara, que podíamos salir hoy. Aunque también me siento mal de haberlo plantado —mordí mis donas de chocolate para reducir mi estrés, recargando mi barbilla en el comedor—. Eres mi mejor amiga, Tain. Eres más importante que un interés amoroso de hace semanas.

—Ni tú te lo crees. Me quieres muerta, ¿cierto? Me hubieras escupido si Kurt no te pedía salir hoy de nuevo, pero te agradezco que a pesar de eso siempre estás para mí. —Agradeció nuevamente, haciendo malos chistes sobre mis reacciones—, pero es lunes. Van a faltar a alguna clase para ir, ¿no es así? Tienen horarios extraños.

Me encogí de hombros. Nunca faltaba a clases, a excepción de una cita. Yo enamorado equivalía a no saber como controlar mi vida, aunque no duraba mucho tiempo pues me terminaban de inmediato. Hacía las cosas mal con otros, pero nadie me decía en que metí la pata por miedo a lastimarme.

Y yo era tan idiota como para darme cuenta de eso.

¿Ya le vas a decir lo que sientes? —Metió a su boca una cucharada de su açaí frío con arándonos y matcha, dándose un tiempo para volver a hablar—. Si tú no dices lo que sientes nunca lo dejas pasar. Si quieres no sentirte tan loquito deberías decírselo, ya luego de eso te calmas.

Gracias a mi ansiedad me daba miedo dar aquellos pasos, pero una vez dados volvía a mi forma natural. Era aburrido, nada romántico, pesimista. En parte era detestable para otros, pero no sabía si quería cambiar esa parte de mí ya que sin aquella reacción mía mi vida ya no tendría pies ni cabeza. Trazaba mis propios límites, invisibles, pero lo hacía.

—Quiero hacerlo hoy pero realmente no sé cómo —confesé mis planes, observando su expresión carente de sorpresa—. Quizás algo natural como: "Te voy a ser sincero. Me gustas pero no quiero arruinar la amistad y hacerte sentir incómodo así que espero no te preocupes por mí". Cuando suelo dar esas respuestas no llego a ser algo con alguien, y te soy sincero Tain, no quiero nada con Kurt. Me emociona tanto al punto de causarme angustia y no es algo que yo quiera sentir.

—Te proteges de cosas que no te gustan todo el tiempo, Owen. No te voy a decir que cambies porque a mí también me asusta quedarme en un lugar demasiado tiempo. —Su charla terminó siendo introspectiva.

No era cosa del amor, solo de lo que pensamos de nosotros mismos.

~•~•~•~

—Kurt, ¿dónde te metiste? —Me paseé por el pasillo de su apartamento, dando vueltas hasta escuchar sonidos extraños que provenían del baño.

Lo esperaba desde hace minutos afuera para que saliéramos a la película porque yo quería llegar a tiempo pero él ya llevaba su rato encerrado. Crucé la puerta de su baño con la esperanza de no agarrarlo en un momento incómodo pero en vez de eso fue algo extraño.

—¿Qué carajos haces? —Abrí la boca decepcionado al verlo.

Kurt me miró asustado con la rata entre sus manos. Trataba de darle una ducha en el lavabo, y aunque estaba muy ocupado me rogó que lo esperara un momento y no lo regañara.

—Debería echarte, ¿lo sabes? —Le hablé amenazante.

Debería pero en serio me gustas.

—Es que me pi-pidió que lo bañara porque tenía mu-mucho tiempo sucio. —Fingió que podía comunicarse con la rata gris.

Esperé en su sala a que terminara el spa de su nuevo roedor. Al salir tomó la sudadera verde que había comprado hace unos días con el diseño de una palmera. Fue por su mochila, se llevó un par de minutos en su cuarto haciendo una especie de ritual que nunca me mencionó para que era y me invitó a que nos fuéramos de una vez.

Quería ser claro y decirle en algún punto de la cita imaginaria "chiqui, me gustas pero no lo suficiente para que te preocupes por nuestra relación". También quería golpearme porque de forma inconsciente los apodos que le ponía eran cada vez más tiernos.

Me abrió las puertas para entrar al área de boletos del cine. Era extraño que él tratara de hacerme sentir cómodo cuando podía notar de inmediato su fobia social entre los desconocidos. Él solo no quería hablar y ser el centro de atención por su tartamudez, pero aún así se esforzaba en comunicarse conmigo.

—De-Después de usted, caballero. —Hizo una reverencia en broma.

—Que elegancia. —Sonreí como tonto, echando mi cabello para atrás antes de unirme a la fila.

Esperamos lo más juntos posibles en la fila para comprar los boletos. No queríamos chocar con desconocidos así que mejor nos mantuvimos al lado del otro. Cuando llegamos con la vendedora él solo me dijo la película y señaló los asientos para que yo comprara los boletos por él. Era una película de terror, al parecer el tipo rábano disfrutaba del cine terrorífico en sus ratos libres.

Compramos un combo de palomitas y refresco. Yo pedí un cono de helado. Entramos a la función, aunque yo en serio quería ver las dos películas de animación que se encontraban en la cartelera. Me repetí que podía soportar la película de Kurt.

Solo era una película. No de mi agradado. Podía soportarlo.

—Owen... —Kurt trató de llamar mi atención con murmullos.

Pegué un grito preguntándole que necesitaba. Me vio asustado de igual manera debido a mi reacción. Trató de hacerme señas para que bajara el volumen y señaló la gran pantalla para recordarme que estábamos en un cine.

—¿Acaso... —cerré los ojos con temor porque lo dijera—...te a-asustan las películas de te-terror?

La entidad con ojos recorriendo su cuerpo de forma escalofriante apareció en pantalla. Di un brinco del susto debido al estruendo, revelando el pavor que tenía. Odiaba las películas de terror. Muchas no tenían pies ni cabeza, los efectos especiales solían ser pésimos pero sobre todo odiaba los sonidos repentinos que me hacían orinar mis pantalones.

—Ah... Lo-Lo siento, debí preguntarte si te-te gustaban. —Alzó las manos con murmullos para mostrar su preocupación ante mi salud mental.

—Si me abrazas creo que puedo soportar esto. —Aproveché mi temor para no verme desesperado por querer abrazarlo.

—N-No, soy un tonto. De-Dejemos la película. —Estiró su mano hasta tomar la mía.

Owen gallina, ¿dejarás que no vea la película que quería ver?

—Vale... —Me puse de cuclillas fuera del asiento para salir tomados de la mano.

Por supuesto que sí. En serio puedo orinarme.

No había más funciones interesantes. A pesar de mi desagrado por los animales, me sentía culpable de sacarlo de su función así que propuse un documental de águilas que se hallaba en cartelera. A mí no me molestaba verlo si era por él, y él amaba los animales en general así que pensé que sería una gran idea.

—Es-Esto es demasiado. —Kurt lucía como un pequeño niño traumado, lleno de lágrimas por la crueldad del documental donde las águilas devoraban un conejo blanco—, yo tenía uno igual. Se lla-llamaba Fausto. Y... Se lo co-comió un zopi,..

—Vámonos. —Cubrí sus ojos húmedos y lo llevé afuera cabizbaja.

En el centro comercial habían unas bancas cerca de las fuentes. Tomamos asiento allí tras abandonar el cine y permanecimos en silencio observando nuestras billeteras. Si acaso podíamos comer algo rico, pero ya no podíamos ir a la feria de la que habíamos hablado debido a que compramos boletos de cine inútilmente. Ahora debíamos ponernos de acuerdo para escoger un lugar donde comer y volver a casa.

—¿Quieres ir al ka-karaoke? Hay alcohol y ha-hacen carne. —Me sonrió con la intención de hacerme sentir menos culpable.

—Podríamos ir a la pastelería que abrieron a la vuelta. Leí que el menú está lleno de sabores súper extraños. —Clamé, elevando mis manos para hacerme una pequeña coleta.

—Odio lo du-dulce.

—No soy fan del alcohol ni de la carne.

Nos miramos fijamente. Éramos realmente opuestos, nos molestábamos con eso y al mismo tiempo nos reíamos.

—Soy pro-aborto. —Informé de golpe para hacerlo reír—, yo no soy quien llevo al bebé y tampoco me gustaría.

—Y yo pro-vida. —Me siguió el juego divertido con sus tenis verdes llevando una melodía que mostraba lo ansiosos que se hallaba—, me en-encantan los bebés.

Nos atacamos de la risa. La fuente frente a nosotros brillaba por el sol debido a que el centro comercial carecía de techo en el medio. Era asombroso. Estábamos en el mismo sitio, riéndonos de bromas solo porque no sabíamos que más hacer.

—Miento, soy pro-vida. —Le dije, riéndome más fuerte.

—Y yo pro-aborto. Que fe-feos son los bebés. —Me señaló después de chasquear los dedos con una sonrisa burlona.

Nuestras risas comenzaron a ser nerviosas porque ya no sabíamos si estábamos bromeando, si pensábamos igual respecto al tema, o si ambos nos íbamos a debatir por algo tan controversial como eso.

—Somos hombres. No podemos embarazarnos así que no importa. —Transmití con una sonrisa forzada.

—Sí, e-exacto... —Lucía incómodo.

Quedamos en volver a casa, comprar algo en el camino y comerlo en mi apartamento porque el de Kurt tenía residentes peludos. En realidad el día había salido terriblemente mal así que ya no íbamos a tocar temas que marcaran más nuestras diferencias. El problema de estar interesado en alguien así era que nunca imaginabas cuantas discusiones podrían haber.

—¿Una ca-cafetería, ti-tienen bagels salados? —Kurt pegó su rostro al cartel de un local afuera del centro—. ¡O-Owen, mira, podemos comer aquí!

Me alejé un poco para ver el nombre del local. Le dije a Kurt que hiciera lo mismo, aunque él tuvo que dar saltitos para vislumbrar el letrero por completo.

—Es una cafetería de reptiles. —Murmuré, encaminándome a las vitrinas para ver lo que sucedía dentro.

Decidimos entrar a comer por la temática. Era una cafetería que operaba por horas con ciertos reptiles que podían observar los clientes. Ellos preferían no ser molestados, por eso tenían horarios de descanso y justo en esta hora se hallaban operando. Me parecía un tanto perturbador comer mientras observaba una serpiente a través del cristal, pero sí me daban una bola de helado sobre un pay y a una serpiente con cara de niño a mi lado estaría bien.

—¿Dónde está su cabeza? —Le pregunté a Kurt, esperando un momento a que él le diera la mordida al jamón.

Estaba sentado en mi izquierda, pegado a la pared para no hacer contacto con ningún otro comensal. Sus piernas no llegaban al soporte del banco, y aunque me reí cuando se sentó ahora prefería no hacer más chistes.

—Es una pitón bola. Es muy tímida su especie, por ello se enrollan a sí mismas metiendo cabeza en su centro, se hace bola y de allí el nombre. Muchos la quieren de mascota debido a su parsimonia. —Habló con elocuencia sin apartar la vista de aquella bola llena de vértebras que no se movía.

—Es como tú. —Solté, metiendo una cucharada del helado de vainilla a mi boca.

—Cre-Creo que se parece más a ti. No soy tí-tímido, solo no me gu-gustan los extraños. Tú no qui-quieres hacer el ridículo y por eso tu timidez te lleva a ser una bo-bola salvaje. —Se rió.

Lo que dijo no me gustó ni un poco.

Era cierto lo que había dicho en parte, pero me incomodaba. Me gustaban las personas directas pero si se trataba de seguir viendo errores en mí me ponía nervioso, mal, detestable. Quería cambiar de tema y olvidar sus verdades.

—Dicen que las serpientes no tienen sentimientos de afecto por sus dueños. Solo saben sentir temor, miedo, sentido de supervivencia. Si no tienen hambre y no eres una amenaza no te tocarán. ¿Es cierto? —Cuestioné desganado con la intención de decir algo interesante.

—Quien sabe. Si si-sienten dolor sería ex-extraño no sentir afecto, ¿cierto? He es-escuchado que pueden llegar a sentir a-afecto por sus dueños pero no sa-saben como mostrarlo —dudó de su respuesta antes de levantarse del banco tras terminar sus alimentos—. Si fu-fuera así son igual que nosotros. Pe-Pero no es una excusa ser fríos como rep-reptiles solo porque "somos así".

Pagamos nuestras cuentas por separado y partimos a casa. No estábamos lejos así que él me convenció para caminar. Realmente no quería hacerlo, odiaba cualquier cosa relacionada a pasos o sobre esfuerzo si no podía traerme nada más productivo como el trabajo.

—Qué pena que construyeran este mirador aquí. Nadie viene a verlo, ni siquiera los ancianos. Ni siquiera yo. —Bromeé, deteniéndome a observar desde lo poco alto que era el mirador las bajas casas.

Este lugar estaba allí desde hace años, lo construyeron porque creyeron que llamaría la atención de las personas y el espacio ya estaba muy vacío. Solo era una pared en la zona más alta de la calle donde vivíamos a la que rodeaban árboles y se podía apreciar un lindo cielo.

No quería llegar con Kurt, decirle buenas noches e ir a la cama para volver a la universidad mañana. Quería decirle: "Hey, me gustas pero dejémoslo ahí porque si salgo contigo creo que la cagaríamos en grande".

O quizás, como una pitón ocultando su cabeza, reportarlo con la casera para que lo echara y cortar mis problemas de tajo. Estaba cansado de tener que lidiar con lo desesperado que actuaba. Y bueno, tampoco es como si algo pudiera llegar a gustarme demasiado.

—O...

Giré al escuchar la o salir de su boca. Di un brinco del susto al verlo azotar su cabeza verde como un chayote contra la madera de el único árbol que había sobre el pedazo de tierra a mi izquierda. Le pregunté qué sucedía exaltado pero no dejaba de golpearse hasta que me hizo entrar en pánico.

—¡¿Se te metió un gusano por el oído o que te pasa?! —Exigí una respuesta, metiendo mis manos entre sus golpes para evitar que siguiera con lo mismo.

Dirigió su vista hacia mí con seriedad. Era una combinación extrañaba entre nervios, furia, gritos internos de su parte. Juraría que me iba a decir algo como:

Vamos a robar una pitón.

Si lo hace diré no.

—¡Me gu-gustas!

—¡De acuerdo, entraremos otro día pero hoy ya es tarde y...!

Me callé como si me hubieran golpeado de pronto, un golpe doloroso. Literalmente, me di una cachetada para asegurarme de que no estaba soñando y que había escuchado lo que tenía que escuchar. Le pregunté si hablaba de las serpientes o el mirador.

—Ha-Hablo de ti. De ti. Tú. En se-serio me gustas y me sie-siento extraño pero no de-dejo de pensar en... —Tapé su boca por el pánico que me estaba causando la situación.

Corresponde lo que siento, por fa, era uno de mis mayores pensamientos que me daba miedo decir en voz alta. Escuchar de Kurt que era una atracción correspondida activó una parte de mi ansiedad que me pedía que saltara del mirador, me rompiera una pierna y me arrastrara debajo de los árboles hasta que la mañana llegara y alguien me encontrara.

—Tú también. Tú también me gustas. —Le dije a gran velocidad, destapando su boca.

Ambos estábamos impactados por el otro. Nos veíamos como dos bolas bobas que decidían sacar la cabeza para alertar al otro.

—¿Si-Sientes lo mismo? —Se mostró asombrado.

—¡Sí, ¿tú también?! ¿Entonces nos gustamos? ¿En plural? ¿Ambos? —solté palabras sin decidirme por qué pensamiento iba a decir en voz alta—. ¿Tú, yo? ¿Los dos?

—¿Ju-Juntos? ¿Sí ha-hablamos de fo-forma romántica? —Los nervios lo hicieron parecer un chihuahua que apenas se mantenía de pie.

—¡Sí, justamente así!

—¡Sí, ¿es en se-serio?! ¡Sí!

Estábamos dando saltos. Dos universitarios emocionados saltando en la acera como si no fuéramos a despertar a nadie esa noche. Gritamos como locos, seguimos saltando tomados de la mano y contuvimos el aire con gritos ahogados al no saber como contener tanta emoción. Me dijo que quería vomitar. Yo le dije que quería morirme. Dijimos al mismo tiempo que dábamos miedo pero no paramos de gritar.

Tenía muchas preguntas que hacerle porque mi ansiedad me asustaba:

¿Por qué te gusto?

¿En qué momento?

¿Qué carajo me viste?

—¿Puedo abrazarte? Quizás te arrepientas mañana. —Sacudí mis manos desperado a su alrededor para abrazar la bolita verde que era.

—¡Sí, yo qui-quiero abrazarte! ¿Pu-Puedo? —Se fue acercando con la misma reacción que la mía hasta estrujarme como si fuera un tipo de oso.

Nos abrazamos por 3 minutos aproximadamente. Mi corazón iba a estallar de la emoción y el miedo. Kurt había dado el paso antes que yo, pero era un territorio desconocido así que la paranoia no me permitía tragar los sentimientos de golpe.

Era como un sueño.

—¿Y qué pasó después? —Tain me trajo a la realidad—. ¿Anoche qué pasó?

—No tengo ni puta idea. —Respondí.

••••••••••••••••••••••

Vaya, en serio que Kurt el "heterosexual" gustaba de Owen pero el hámster ni enterado. 😂

Las cosas han ido rápido entre estos dos. Quiero centrarme en muchas cosas a partir de esto. Y ya saben que conmigo cuando todo pinta bien es porque va para mal. Los amo.

Owen y Kurt son pro-aborto pero nunca sabrán que piensan igual por miedo a que el otro sea pro-vida, GAHAHAHA. Pero cada idea es respetada en este perfil, excepto cualquier cosa relacionada a discriminación, besitos.

Como dos semanas sin actualizar pero aquí andamos.

~MMIvens.

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