Capítulo 22: Cuando la luz se va el hámster busca compañía.


Owen.

Querer a alguien te hacía sentir una fuerte opresión en el pecho, pero era complicado saber si así se sentía el amor o la incomodidad con aquella persona.

—Por una mierda, aún no puedo asimilar nada. ¿Por qué de repente te encuentras a Xander? —Tain plasmó en su rostro la expresión de alguien asqueado—. O sea entiendo que no te mudaste de la ciudad y es normal porque no vivimos en un sitio tan grande pero no jodas.

—No es que quiera joder. Es que todo me jode. —Traté de no verle excusas al hecho de que me había encontrado con mi ex, solo deseaba pensar que era parte de mi mala suerte.

Me ardían los ojos por trabajar a oscuras en mi habitación. Me era molesto trabajar con o sin luz, yo era una combinación extraña. No era bueno estar en la computadora horas de esa forma así que mi cuerpo lo resentía al día siguiente.

Tenía photoshop abierto con el archivo del logo de comida mexicana, en la otra esquina música y otra pestaña con videos randoms de YouTube. Algunas veces se ponían mini series "graciosas" con bromas pesadas o solo construcciones de Minecraft. Justo ahora solo estaba pausado un video sobre coloreado digital.

—La reacción de Sanft fue buena. Me alegra que te haya podido ayudar y consiguieran una relación más amistosa. —Tain habló entrecortado por la videollamada, parecía estar haciendo ejercicio o algo parecido.

Quizás vuelva al modelaje.

—Y me comienza agradar más Kurt. El hecho de que supiera que decirte y que se tomó el tiempo de saber sobre la ansiedad denota que está interesado en tu persona. —La voz de la razón hacia presencia a través de su boca—, es lindo. Aún no sé porqué demonios no te le vas a declarar. No hay nada de malo con decir lo que sientes si no presionas al otro a corresponder.

—Oh, el teléfono entró en modo fiesta —evadí el tema, asombrado por las luces.

Llamamos "modo fiesta" al efecto que se crea en las videollamadas cuando el lugar donde hablamos está a oscuras. Ella a esas horas hacía estiramientos en su habitación con las luces apagadas para relajarse, aunque en ocasiones así me llamaba para no aburrirse. Como yo solía tener las luces apagadas a menudo hablábamos ambos en la oscuridad, recibiendo los reflejos de luz del otro y eso ocasionaba que el celular reflejara luces de diferentes colores o a veces flash.

—Oh, se va a poner azul. —Me reí al ver como su rostro se teñía de la luz azul y posteriormente el mío.

—Vamos, hablo en serio. Deberías aunque sea decírselo para que tú tampoco te sientas... Ah, es morado. —Quedó embobada con la luz, aunque de inmediato se sintió irritada cuando vio el flash continuo.

—No quiero decírselo porque siento que si lo hago voy a querer más. Tain, soy obsesivo, llevo todo a extremos. Si doy un paso más no sabré cuando parar. No sé cuando estoy haciendo algo mal con alguien, o cosas que no debo hacer. Solo lo ignoraré, ¿vale? Quiero que sigamos igual que ahora.

Expliqué un tanto exaltado, respiré un poco y dirigí mi mirada al teléfono que ya no se mostraba en su modo fiesta porque Tain se había alejado un poco y apenas se veía algo del otro lado.

—Eres todo un caso —suspiró, abriendo repentinamente el ojo cerca de la cámara—. ¿Qué hora es? Mi teléfono se traba así que si la checo se cortará la llamada.

Bajé el centro de notificaciones y le dije que eran las 8 de la noche. Me ordenó que no durmiera tan tarde.

—No bromees —arrugué el entrecejo con frustración—. He estado usando mis datos todo este tiempo.

—Upsi. —Mis cuentas no le importaban.

Colgué la llamada después de agradecerle el haberme escuchado porque necesitaba sacar lo que había sucedido ese día. Debía centrarme en terminar el trabajo, continuar con un proyecto grupal por la mañana y sacar a Kurt de mi cabeza para no divagar.

Dile lo que sientes, una parte de mí pensaba eso. La otra me decía "jakskaks, idiota".

Apagué el celular. Me incliné hacia atrás y estiré mi espalda, metiendo los dedos dentro de mi guante para continuar trabajando. Mi ansiedad se agravió de un momento a otro.

Casi me da un infarto al ver que la computadora se apagó de pronto con el programa sin guardar. Mis reflejos fueron atentar contra mi propia vida. Tomé el lápiz más cercano y me apuñalé el estómago de forma dramática pero nada dolorosa, pegué un grito de frustración y detuve mi puño que quería golpear el equipo.

Ni loco iba a explotar al punto de romper cosas.

—Maldita sea. —Maldije al techo frustrado.

Me agaché debajo del escritorio para ver si alguno de los animales exóticos de Kurt había terminado por morder mis cables pero no encontré nada raro, solo mi conexión un poco dañada. Me incorporé fuera de la habitación y traté de encender las luces: Se había ido la electricidad.

Volví a la habitación por mi teléfono y puse el flash para no tropezar.

—¿Fue en el apartamento o...? —Aparté las cortinas para salir a mi balcón y observar la colonia.

Era extraño que se fuera la luz en el área de los ancianos, pero recordé que el día de ayer me habían informado que revisarían unas plantas debido a que algunos robaban luz así que estaríamos esta noche sin ella. Agradecí por haberme acabado todo mi helado hace media hora, aunque mi trabajo no tenía la misma suerte.

Volví por mi suéter y me senté en el balcón un momento. Había silencio, olor a rocío y una leve corriente de aire. Desde la poca altura de mi balcón se podían ver las demás pequeñas casas y como la niebla les amenazaba con bajar y cubrirlas. Mi puerta comenzó a sacudirse por el viento.

—Hey, se-se fue la luz, ¿ci-cierto? —Escuché la vocecita del hada verde.

—Es el apocalipsis, ranita. —Respondí, poniéndome de pie.

Di unos cortos pasos y me incliné al frente para verlo debajo de mi balcón. Él también sacaba su cabeza de la ventana para verme así que nos reímos porque yo estaba al borde de la muerte frente a una caída y el wawa se quebraría el cuello.

Era extraño que alguien con ansiedad como yo no le tuviera miedo a ese tipo de caídas.

—En-Encenderé velas y jugaré con mis legos ha-hasta que me de sueño. ¿Qué ha-harás tú? —Inquirió, estirando su espalda.

Se había sentado en el filo de su ventana en la parte baja, se sostenía del marco y se suspendía en el aire como una enredadera. Era atractivo de cualquier forma, y el verde en él de verdad me agradaba. Que pena ajena causaban mis sentimientos.

—Pensaba empalagarme toda la noche, jugar cartas a la luz de las velas y usar lo que me queda de pila en el celular. —Mis planes eran una combinación rara entre boomer, niño de 7 años y adicto al alcohol.

—No sé por-porque pero tu plan suena genial. Qui-Quiero emborracharme —llegó a una conclusión por sí mismo, solo mirando al suelo—. No te-tengo dinero. Me em-emborracharé con amor al pato Pe-Pedro.

—Eso suena suena bien. —Lo animé.

No dijimos nada, solo nos quedamos en nuestro sitio observando a los ancianos salir. Debido a que en la zona la mayoría de los residentes eran de la tercera edad en días así salían con alimentos y sillas, se sentaban en las banquetas y jugaban póker o asaban carne. Chismeaban y se reían hasta las 2 de la mañana porque juraban que esos momentos eran pocos en la vida. Sabían divertirse a su manera así que en cualquier momento saldrían.

Quiero invitarlo a estar conmigo.

—Bu-Buenas noches. Ya ha-hace frío. Voy a encerrarme. —Kurt se despidió brevemente y volvió al interior de su cuarto.

Quedé con una mano colgando sin decir que quería detenerlo. Cerró su ventana y yo quedé en mi balcón, abrazándome solo por la fuerte brisa. Tomé una cobija y no me moví de allí. Los viejitos comenzaban a salir con velas.

—Owen. —Bajé la mirada hacia su ventana una vez más.

Su sonrisita me contagia cuando menos lo deseo.

—¿Sa-Salimos? —Señaló la avenida con su dedo abandonando la oscuridad de la habitación y elevó en su manos unas velas sin encender.

—Sí. —Le di una respuesta inmediata.

Estaba emocionado, quería saltar y gritar pero por alguna razón mi tipo de emoción era menos dramática a cuando me enojaba o me daba ansiedad. Solo me quedaba como bobo imaginando que mi cabeza era un globo que subía a una fiesta en el cielo con ángeles atractivos y en medio de todo eso era Kurt pidiéndome ser su novio, aunque solo se refiriera a salir a la calle.

Fui por un banco, una veladora, chocolate amargo y uno con sal, al igual que mi UNO para jugar un poco. No sabía que más llevar, estaba nervioso. Incluso me habría visto en el espejo pero razoné que eso a él no le importaba.

—E-Eres rápido. —Kurt elevó ambos pulgares en el aire al verme salir con prisa de mi apartamento.

Caminé hasta él con los brazos llenos de cosas y le pedí ayuda para acomodar todo junto a los ancianos. Llevó su banco y el mío, nos sentamos junto a la abuela que repartía chocolate caliente con pan y el anciano que trataba de poner su radio con batería.

—Los ancianos no te dan problemas, ¿cierto? —Le di una palmada en el hombro como señal para sentarnos.

—Amaba a mi a-abuelo así que estoy a-acostumbrado a los ancianos. Siempre me dan dul-dulces aunque no me gustan. Son lindos. —Ocultó su cuello como tortuga dentro de su gabardina oscura que contrastaba con el color de su piel y su cabello.

—Ya veo. —Susurré, metiendo mi cabello dentro del gorro rojo.

Había silencio entre ambos. Fingí estar muy ocupado cubriéndome del aire pero lo observé de reojo repetidas ocasiones. De repente me miraba, jugaba con sus dedos y evitaba el contacto visual aunque estábamos sentados al lado del otro.

—Menuda mierda de chata... —el anciano a nuestro lado se calló al escuchar la música salir de su radio.

Never thought that you would be standing here so close to me. There's so much I feel that I should say but words can wait until some other day.

—¿Quieres chocolate con sal de mar? Está muy rico. —Rompí el hielo con mi e atrapa propuesta.

—¿Es com-completamente salado? —La curiosidad se asomaba por su expresión.

Asentí, rebuscando en mi suéter la barra de chocolate. Le di un poco y yo comí el amargo. Deseaba amargarme en ese momento aunque quería agradecerle lo del otro día.

—Buena música, Pancho. —Una anciana detrás de nosotros alabó al señor del radio, tomando asiento en su silla sobre la banqueta.

—Siempre, vieja. —Respondió él con su pipa y el estilo de lentes oscuros aunque era de noche.

—¿Por qué los le-lentes? —Cuestionó Kurt, girando su cabeza para dirigirse al anciano.

Le hubiera lanzado una ligera patada para que guardara silencio pero entendía que él era nuevo en el vecindario y aún no conocía a nuestros vecinos. La casa de a lado siempre olía a tabaco por el viejo Pancho y su roomie con cabello teñido. Las demás casas eran normales, menos esa.

—Aunque haya sol no veo, joven. Siempre se ve negro aquí. —Le hizo una seña obscena, dejando ver su blancos dientes postizos.

—E-Es ciego —Kurt volteó a verme exaltado, cubriendo su boca—. Joder.

La música continuaba alargando el momento. Sonaba un tanto distorsionada y se repetía al ser una pésima estación de radio pero para calmar mis nervios le invité a jugar. Dijo que era realmente malo, aún así aceptó.

—Uno.

—Comes cuatro. —Fui sin piedad—. 3 azul.

—Te-Te bloqueo —lanzó su carta, mirándome con sospechas para saber cuál sería la siguiente que escogería—. ¿Esta para que sirve...?

Me mostró una blanca. Pegué mi banco más al de él, agaché la cabeza para ver que tenía. Sostuve las que ya habíamos utilizado sobre el mango de la silla con la intención de que estas no se cayeran con el movimiento.

—Creo que tú escoges la regla. —Aclaré.

—Qui-quiero que pierdas... —Dijo con desánimo, pensando que eso sería imposible—. ¿Pu-Puedes perder? Por fa. Voy a chi-chillar si pierdo.

Haven't felt like this, my dear. Since can't remember when. It's been a long, long time.

Pegué mi mejilla contra la suya para susurrarle. Estaba helado al igual que yo, pero hubo cierta calidez en ese contacto.

—Te daré de comer otras cuatro. —Murmuré.

Lo oí gruñir. Bajó la mano hasta el manojo exaltado por mi amenaza, tocando mis dedos por accidente. Di un brinco hacia atrás por sentir el contacto repentino, asustándolo también. Me preguntó que pasaba en vez de gritarme por tirar todas las cartas sobre la calle.

You'll never know how many dreams I dream about you. Or just how empty they all seem without you.

Ando pensando cosas que no quieres saber, así qué lo siento.

—En serio lo siento —me puse de pie, apartando su rostro del mío—. No quise tirarlas. Lo sien... Carajo.

Kurt pensó que dije carajo por ver las cartas un poco sucias o algo así, en realidad lo dije porque inconscientemente me disculpé dos veces por algo sin importancia. No era extraño, a veces lo hacía cuando no era importante pero nunca pedía disculpas cuando en serio la cagaba.

—Tran-Tranquilo Owen. Te ayudo. —Kurt se puso de rodillas para ayudarme a recogerlas.

En algún punto solo me detuve y esperé a que él recogiera más que estaban alrededor de sus tenis. Mi rostro probablemente lucía angustiado, ni siquiera sabía porqué. Me gustaba estar enamorado a veces pero en ocasiones solo me causaba angustia. No quería sentirme así pero era inevitable.

Las cosas irían mejor si echara a Kurt con la excusa de que no debe traer zarigüeyas al apartamento pero tampoco lo quería lejos.

So kiss me once, then kiss me twice. —La radio continuó en su pequeño mundo rectangular.

Kurt no se levantó al ver que yo seguía en la misma posición. Solo nos mirábamos de frente con todas las cartas en nuestras manos. Él lucía indiferente, ni siquiera sonreía. Traté de cambiar mi expresión para no incomodarlo pero no pude. Era una mirada monótona entre ambos, cuando no sabes que te hace sentir aquella persona, si siquiera quieres sentir o quieres huir de allí. Una pérdida de emociones angustiantes.

Then kiss me once again —Kurt cantó el último pedazo de la canción que veníamos escuchando por media hora—. It's been a long, long time.

Te ves muy lindo con gabardina. —Me puse de pie tras soltar el comentario repentino.

—¿Gra-Gracias? —Se rió confundido, poniéndose de pie también—. Tú te ves gu-guapo.. Am... ¿Del rostro?

—Gracias —alcé la mirada al cielo para que no viera la vergüenza que me quería retorcer—. Ya tengo sueño. Creo que me iré a acostar.

Kurt oyó mis palabras desprevenido. Me preguntó si me sentía bien o necesitaba algo. Le agradecí de una vez por todas por aquella vez que me ayudó en mi crisis, él dijo que estaba bien. Le repetí que en serio moría de sueño y que le deseaba una linda noche.

—Yo ta-también dormiré ya, cre-creo. —Se agachó para levantar mi banco y ayudarme a subirlo.

Devolví las cosas a mi apartamento y me despedí de él en la entrada. Le comenté algo sobre la universidad antes. Al final elevé la mano con una sacudida para indicarle que volvería dentro, era todo. Se confundió por mi acción y me tomó de la mano en un apretón de despedida.

—Ah, espe... —Me dejé llevar por su apretón y creí que quería un beso en la mejilla pero él no estaba lo suficientemente cerca para que se lo diera.

—Oh, es-está bi... —se intentó inclinar al frente, se estiró un poco para darme el beso pero abrió los ojos al ver que ya me había alejado.

—Ay, no... —Me volví a acercar. Suspiré amargado al verlo alejarse otra vez.

Tomamos aire ambos, bajamos las manos y nos miramos con seriedad. Era nuestra última oportunidad, y no habíamos hecho ese ridículo solo para chocar puños. Volvimos a elevar las palmas, dimos un apretón y yo me incliné para darle el beso en la mejilla y desearle feliz noche.

—Bue-Buenas noches, bro. —Mostró el signo de amor y paz y se apresuró a bajar la escaleras.

¿El "bro" repentino cómo por qué?

Quería invitarlo a salir, no sé, aunque fuera a banquetear alguna noche. No cerré mi puerta pues yo seguía en la entrada debatiéndome. Quería dar ese tenebroso paso que se burlaba de mí: "Aun no superas a tu ex".

"A Kurt no le gustas, genio. Es heterosexual y no te ve de esa forma".

"No quieres arruinar la amistad, ¿cierto?"

"La verdad... Estás medio culero", ese último pensamiento me resultó patético sabiendo que tampoco lo estaba tanto.

Yo era el hombre de la cima que le tenía miedo a pisar el valle, pero también estaba aterrado de esa cima. Igual que la pesadilla donde alguien loco manejaba conmigo en el carro y se tiraba por un acantilado, aunque antes de estrellarme despertaba con un revoltijo ilógico en el estómago.

El chico limón, mi amigo ácido, con quien debía aprender a convivir: Ansiedad, detestable ansiedad.

—Otro día será. —Mascullé furioso conmigo mismo, pateando el barandal.

—¿Qu-Quieres salir mañana? Hay u-una película que quiero ver. —La invitación a gritos de Kurt desde su puerta debajo de mis escaleras me reanimó como cafeína.

—¡Sí, de hecho, sí! Ah, sí, mañana. ¡Mañana! Buenas noches. —Ni siquiera vi su rostro, los nervios me llevaron a encerrarme y buscar mi celular con poca pila para marcarle a Tain.

No había terminado mi trabajo, tenía cosas pendientes en la universidad y mi cronograma no fue hecho esa noche. Apenas podía dormir por la espera de mañana.

••••••••••••••••

Dos semanas. DOS SEMANAS. Lo sé, disque actualizo los viernes y ya pasaron dos sin que lo hiciera. He estado súper ocupada con varias cosas que he estado haciendo estos días, hasta el punto de tener que reponer clases porque no he podido asistir. Incluso hoy me perdí una película que ansiaba y solo era una función, haha.

Owen muerto de emoción por su cita con Kurt.

Kurt indiferente a la salida con su amigo.

"Bro", te dio gay panic, ¿cierto?

Que decir, bellos fanarts y buen meme. En serio, les agradezco de todo corazón estos detalles. 🥺💕
Espero tengan un lindo viernes y... Ay, son las 4:30 am. Buenos días gente, yo ya me voy a dormir. LOS AMOOOO.

~MMIvens.

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