Capítulo 16: El sonrisas la pierde cuando menciono a la rana lengua traba.
Owen.
Era sincero. Kurt me llamó la atención desde que lo vi pero mi desagrado predominó en ese momento.
Sin embargo ahora no podía dejar de pensar en los últimos días que pasamos y lo cómodo que me sentía al punto de pedirle que me aplicara gotas en los ojos solo porque quería una excusa para tenerlo más cerca.
La cuestión es que no iba a hacer absolutamente nada al respecto, pues solo me gustaba.
Y sí quieres algo con él, Owen, te rechazará. Sí sales con él la cagarás. Y sí la cagas te deprimirás y cuando eso sucede siempre recuerdas al primero con el que tampoco funcionó.
Quizás me gustaba gustar de los demás porque eso me hacía olvidar mucho, aún así el miedo a comenzar algo nuevo era mayor.
—Vaya —Tain soltó el aire que contenía, plenamente impresionada—. Pero Owen, aún así...
Me miró con lastima, señalando a mis espaldas.
—Está detrás de mí, ¿cierto? —Maldije a mis adentros.
Tain solo sacudió la cabeza para afirmar. Tomé aire y volteé nervioso, esperando por lo peor. No comprendía como podía cagar las cosas a esa velocidad.
—¿Qué tal, Kurt? ¿El clima está bien allá aba...? —Me detuve al verlo.
Era el hombre que rozaba el metro 89, mirándome boquiabierto y con el cabello rubio hecho un desastre. Usaba su uniforme y el sudor se avisaba por la frente.
La cagaste muchísimo más, Owen.
—¿El clima está bien allá arriba? —Le di una sonrisa para hacerlo reaccionar.
—¿Te gusta la ranita? —Su pregunta cayó sobre mi dignidad sin previo aviso.
Como que aún no ordenó mis sentimientos así que todo se siente personal.
Estiré mi cuello para estar más cerca de su rostro. Se había agachado a mi altura solo para hacerme esa pregunta. Lucía serio así que mantuve el ambiente juntando la cejas. Abrí la boca en sobremanera a forma de quejido.
—¿Tienes algún problema con eso, Reiter? Sí, me gusta y me gusta demasiado. —Hablé con incredulidad.
Era complicado mantenerme a raya cuando las personas querían que afirmara algo. Me molestaba que siguieran con sus preguntas asumiendo que lo que salió de mi boca no era cierto.
—No, no es eso. —Trató de reírse, sentándose a mi lado.
—¿Entonces tienes algún otro problema conmigo? Sanft Reiter, puedes decírmelo y no me enojaré. —Rodé los ojos, hablándole tranquilo.
—Sí, amigo Sanft, la verdad también te lo he querido preguntar pero pareces tener un problema con Owen. —Tain, alias la otra chismosa mostraba demasiado interés en ello.
—No, no tengo problemas contigo. Lo juro —posó su mano sobre mi hombro con demasiada confianza—. Es solo que me haces difícil involucrarme contigo por tu honestidad. No imaginé que...
—¿Me gustara un chico? —Susurré, retirando su mano con lentitud—. No tiene sentido ocultártelo, ¿verdad?
—Perdón, estoy siendo mezquino —rió con nervios y comenzó a jugar con sus dedos sin mirarme—. Eres impresionante, Philips. Más impresionante de lo que había imaginado.
Tain y yo no dijimos nada. Cambiamos de tema y tratamos de involucrarnos con él a pesar de la incomodidad que generaba su sonrisa. Cuando alguien admiraba algo de un desconocido, no era porque la persona admirada fuera digna de alabanza, sino que solo poseía algo que le faltaba al otro.
Y Sanft no me pasaba por la garganta debido a eso que a él le faltaba pero no decía en voz alta.
~•~•~•~
El doctor dijo que ya podía caminar así que eso comencé a hacer pero un poco más lento. Fue deprimente ver cómo Kurt llevó mis cosas a mi apartamento dejándome en claro que yo estaba bien y él necesitaba su sala para sus "hijos".
Aunque en parte eso era bueno porque evitaría que cometiera alguna tontería con él al estar tan cerca.
—Gracias por todo, diente de león. —Elevé la cabeza con un ligero movimiento para agradecerle, echando la mochila con mis cosas a la espalda—, nos vemos por la mañana. Ah, te agradecería si me recordaras ir a la peluquería.
Eres asombroso buscando excusas, Owen.
—¿Eh? ¿T-Te vas a cortar el cabello? —Detuvo sus pies, retrocediendo fuera de su apartamento con los dientes asomándose en su expresión de sorpresa.
—Sí, no me lo corto adecuadamente desde que entré a la universidad, solo lo remato. —Paré en las escaleras, siguiendo la conversación.
La única luz que nos iluminaba era la del apartamento y la avenida. Hacía un poco de frío así que se abrazó a sí mismo, acercándose debajo de la escalera para hablarme de frente. La cosa verde se veía más pequeño desde arriba.
—Se te ve hermoso así. —Sonrió, tronando los dedos en dirección a mí.
La sinceridad sin tartamudear con la que dijo eso no se sintió como una broma, solo era él diciendo las cosas como las veía. Extrañaba ese tipo de honestidad en las personas así que me sentía siempre cómodo a su lado.
Gustar de alguien debe ser algo cómodo. Pero eres un idiota Owen así que síguele la corriente pero ni se te ocurra nadar.
—Tan hermoso como dormir sin escuchar a los gatos tener sexo en el techo a las 3 de la mañana. —Mascullé con desagrado, provocando una mirada furiosa de su parte.
Oh, va a explotar igual que la cereza de PvZ.
—Buenas noches, escarabajo. —Silbé camino a mi puerta, ignorando sus gritos.
—¡Anoche le-les bajaste con una e-escoba del techo! ¡Yo t-te barreré también, piojoso! —Juró entre exclamaciones sin importarle los vecinos.
~•~•~•~
Mi plan era evitarlo un poco en la universidad y ser un buen amigo/vecino. Sin embargo, un sexto sentido en mí me hacía sentir acosador pues cada vez lo encontraba más seguido. Era ese extraño fenómeno de probar o escuchar algo por primera vez y luego darte cuenta de que eso estaba por todos lados y en boca de todos.
—El niño de cabello verde de diseño de paisajes es precioso, ¿no? Circulan muchas fotos de él en los grupos de la u, pero nadie consigue hablarle. —Una de mis compañeras hablaba tres filas más atrás, ocultándose con libretas mientras comía un sándwich.
—Ooooh, sí he escuchado de él. Me gustaría pedirle su número aunque por como actúa no creo que sea la mejor idea. —La chica de a lado se carcajeó, dándole una mordida al jamón dentro de su manga.
Aprovechando al máximo la comida, genial.
Me recliné un poco para escuchar la charla del grupo sin apartar la vista del profesor. Metí un pedazo de chocolate blanco a mi boca.
—Dos hermanos de nuevo ingreso en nuestra facultad querían acercarse a él. Tal vez ya tengan su número. —Habló Cyre con las chicas, peinando su cabello grasoso hacia atrás—, ¿no, Rick?
—Hay que preguntarles. —Habló Rick entre susurros, conocido por ser el mejor amigo de Cyre.
El profesor tomó asiento tras ordenar las ideas en el pizarrón y decir que nos enviaría la guía por nuestros correos, tras eso solo cayó dormido como muerto en el escritorio.
—Yo tengo su número —volteé en dirección a mis chismosos compañeros, metiendo otra pieza de chocolate a mi boca—. Sí, hablo de Kurt.
—¿Cómo tienes su número? —Las dos chicas que iniciaron la conversación se pararon de golpe, emocionadas.
—Somos amigos. —Me sacó una sonrisa decir eso.
No puede ser Owen, ¿ahora vas a hablar de alguien que no está presente?
—¿Por qué no vienes con él a la reunión de...? —Interrumpí a Rick.
—No, no. Siempre está ocupado. Tampoco le gusta que lo persigan así que déjenlo por las buenas. —Mentí con descaro, recogiendo mis cosas para marcharme pronto.
—Oh, vamos Owen. Te compraremos un pastel de helado. —Se pusieron de acuerdo en el soborno sabiendo que si yo caía siempre cumplía cualquier trato como si mi vida fuera a terminarse.
—No me apetece. —Informé, bajando los escalones para escapar antes de que la baba se me escurriera por ese pastel.
Y bueno, Kurt no es cualquier trato.
Dejé el edificio arrepintiéndome de mi bocota. Era una de las mil razones por las que no era fan del enamoramiento; decir cosas estúpidas era común.
Me estaba poniendo ansioso así que comencé a arrancar mis uñas con los dedos todo el camino por las instalaciones hasta llegar a la salida. Lucían horribles mis cutículas.
Sentí que el alma se me escapaba cuando vislumbré su cabecita verde en la misma dirección que la mía. Coincidíamos siempre en esta zona pues íbamos al mismo sitio.
Necesito mis pastillas.
Mantuve una distancia adecuada, dando saltitos con mi cabello hecho un desastre. Extraje una cápsula de hierbas de San Juan dentro de mi pantalón. Seguí sus pasos sin detenerme, bebiéndome la medicina con la poca agua que quedaba en mi botella.
—Más lento... —Escuché unos susurros a mis espaldas.
—Hermana, me veo muy feo para que le hablemos hoy. Ya será otro día. —Murmuró alguien más.
Me detuve en seco, girando la cabeza con molestia. Era la chica de complexión pequeña y un dije de salchicha que había intentado acercársele a Kurt la noche en el restaurante cuando peleé con él.
Junto a ella estaba ese otro chico, Rivali, de primer ingreso y que también me ocasionaba arcadas al recordar su actitud ese día. Es cierto que yo fui un payaso, ¿pero qué razón tenía él de mirarme todo el tiempo como si estuviera furioso?
Dieron un brinco del susto, retrocediendo para ocultarse entre los árboles de la calle. Esa actitud sospechosa me amargó más.
Traté de continuar con mi camino pero al girar solo choqué con Kurt y su mirada seria en el asunto.
—¿Me es-estás siguiendo, O-Owen? —Inquirió, tomándome de la mandíbula para bajar mi rostro y acercarlo al suyo.
Moriré aquí mismo, lo sé. Creo que el azúcar se me está subiendo.
—¿Po-Por qué te seguiría? N-No eres tan bonito como para hacerlo. —Tartamudeé, empujado su mano.
Oh, mierda.
¡¿De nuevo le tartamudeé a un tartamudo?!
—¿Te-Te estás burlando? —Abrió la boca grandemente, haciendo más obvios sus cachetes regordetes.
No lo hacía, nunca me burlaría de eso pues me...
—Gustas demasiado. —Solté, vagando en otra dimensión al darme cuenta de que solo la estaba cagando.
Eran las consecuencias de padecer ansiedad y no pensar dos veces en lo que estaba por decir. Antes de que él me preguntara de qué hablaba decidí volver al otro tema.
—Kurt, no te estoy siguiendo —dejé caer ambas manos sobre sus hombros, doblando mi espalda para que nos viéramos de frente—. Vivimos en el mismo lugar así que no seas tan paranoico. En realidad hay otros dos chicos detrás de mí que...
Me tomó de ambas manos, arrastrándome por la acera y pidiéndome que caminara más rápido. Me sentía en una fuga.
—¿Qué haces? ¿Me secuestras, chaneke? —Pregunté de forma sarcástica.
—E-Esas personas me si-siguen a todas partes. Me a-asustan. —Respondió con los labios temblorosos, apresurando más su paso.
—Te cargaría porque tienes piernas cortas para huir pero la verdad estás muy pesado aún con ese tama...
—¿Te ca-callas? Gracias. —Se carcajeó de victoria al ver que no terminé mi burla.
Caminamos a gran velocidad hasta la parada de autobuses. Los chicos no venían ya detrás de nosotros pero recordé la charla del grupo. Sino me equivocaba, la intención no era asustar al pequeño trébol, solo tenerlo como amigo.
El autobús llegó y subimos juntos. Ya era tarde así que estaba un poco vacío, solo algunos ancianos que vivían en nuestra dirección. Tomamos asiento al fondo y tragamos aire por el cansancio.
—¿Por qué me veo más cansado que tú? —Le pregunté, recargando mi mano en el cristal para devolverme a mi mente.
—Ca-Camino mucho para pasear a los an-animales. —Levantó su pulgar para indicar que estaba bien.
Era un largo recorrido pero no hablamos mucho en la primera mitad. No se me ocurría nada y él no abría la boca porque parecía tener sueño. Siempre lucía cansado, a saber en qué lugares raros se metía por la noche cuando no charlaba conmigo en el balcón.
Preferí verlo cabecear hasta que le ofrecí mi hombro. Agradeció y se recostó sin cuidado, estirando las piernas en el otro asiento y con la boca abierta para iniciar sus ronquidos. La única vista que yo tenía era su perfil y su cabello castaño creciendo desde la raíz.
—Se tiñe mucho el...
—No lo va-vayas a tocar. —Abrió un ojo, amenazante.
Nos miramos fijamente, seriamente, peligrosamente. Entonces elevé las mano y de forma rápida la dejé caer sobre su cabeza, sacudiendo su cabello.
No se movió, al contrario, se quedó quieto y sorprendido de mis agallas.
—Ah. —Soltó, seguido de otra carcajeada.
Un abuelo delante de nosotros giró confundido, haciéndonos señas para que habláramos más bajo pues otros pasajeros también dormían. Pedimos disculpas y Kurt se sentó de forma correcta.
—Owen... —Kurt pegó su hombro al mío, estirándose un poco para hablarme al oído—, sé que e-es mucho pe-pedirte esto pero solo mira.
Contuve los nervios que me dio su voz cerca de mi oído y tomé el folleto que había en sus manos. Con colores neón e imágenes fantasiosas invitaba un circo a las personas a venir y disfrutar de una mágica experiencia.
Desvié la mirada fuera del autobús. Traté de perder mis ideas entre las calles que veía pues tenía sospechas de lo que Kurt quería de mí.
—Es el ci-circo ambulante del que saqué al burro esa noche... —Sus susurros volvieron—. Su-Suelen sacrificar a los burros vi-viejos pues no se les puede llevar a tantos lugares.
Giré mi rostro en dirección a él, dejando caer mi frente contra la suya. Para ser alguien que padecía límite de la personalidad y no era fan del contacto, cuando quería algo era completamente serio al respecto y no le importaba estar tan cerca de alguien más.
—¿Qué es lo que quieres, rana lengua traba? —Murmuré con mis ojos fijos sobre los suyos.
Parpadeó dudoso. El traqueteo del autobús lo hizo sostenerse de mi hombro y chocar narices pero no se apartó.
—¿Pu-Puedes ayudarme a que el burro mu-muera en paz de viejo?
Kurt no se dio cuenta pero en ese momento la sangre se me había concentrado y mis neuronas habían reducido pues nuestra cercanía me tenía embobado como un idiota.
•••••••••••••••••••
Por fin, un viernes de "El apartamento que se convirtió en zoológico" y no una actualización repentina y sospechosa.
Hemos perdido a Owen, está en las nubes y muy hormonal. Esperemos que haya aprendido algo de sus antiguas relaciones y a ver cómo enfrenta sus sentimientos por Kurt, quien no está interesado de esa forma y sólo extraña a su ex.
Tendremos otro burro.
BELLÍSIMOS FANARTS:
¡Nos leemos pronto! <3
~MMIvens.
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