El Antídoto de Caperucita
Red Cape
Bar Crimson Moon
La noche estaba tranquila y estrellada, la brisa nocturna era cálida y el interior del bar estaba con pocos clientes. El ulular de los búhos daba a la noche, aquella sensación de misterio envuelto con problemas, y los problemas, venían disfrazados de tranquilidad.
Las ventanas estaban abiertas para ventilar el ambiente. Las dos personas que atendían el bar estaban sumergidas en sus trabajos para ofrecerles a los clientes las mejores bebidas. Lovel era el dueño junto a su abuela y, Scarlette había llegado al pueblo hacía un año atrás y comenzó a trabajar ahí seis meses anteriores.
Quien recibía a los clientes en la entrada, era una gárgola alada que Scarlette había rescatado de ser asesinada por un cazador y desde aquel momento, la criatura no se despegó de ella. Para darle más interés al bar, habían creado una pregunta; ¿El lobo es cazado o el cazador termina cazado? Si no te la sabías no entrabas.
Dentro del lugar, Lovel observaba la luna desde la ventana que estaba en el medio de la pared de las bebidas, era una luna brillante, preciosa y llena también. Cuando el reloj marcó las diez de la noche, el alto hombre se acercó a Scarlette para hablarle;
—Mi abuela vendrá a ayudarte en el bar, yo tengo que ausentarme por esta noche.
—De acuerdo, ¿estás bien? —cuestionó preocupada.
—Sí, Scarlette.
—Te noto tenso e intranquilo.
—Descuida, atiende el bar como siempre, confío en ti.
—Lovel, sabes que puedes confiar en mí si en algún momento quieres hablar, yo te escucharé.
—Eres muy amable, Scarlette —le sonrió—, pero este asunto lo debo resolver solo.
Ella solo asintió con la cabeza.
Pocos minutos después, una señora de unos setenta años apareció en reemplazo de su nieto.
—Cese —la nombró con cariño—, Lovel me preocupa. Siento que no está del todo bien.
—Él está bien, querida, no te preocupes.
—Cada noche de luna llena lo veo intranquilo.
—No te preocupes por eso, querida. Lovel es adulto y sabe lo que tiene que hacer.
—Bueno, si tú lo dices, está bien.
La abuela de Lovel nunca usaba pantalones, sus atuendos iban desde vestidos largos hasta faldas. A Scarlette no le parecía extraño porque sabía lo que ocultaba debajo de la prenda.
Antes de que el reloj marcara la medianoche, el aullido de un lobo cerca del lugar hizo alertar a la chica y la puerta del bar se abrió dejando entrar a un fornido hombre de sombrero y chaleco de piel.
Se sentó en el taburete de la barra y la joven se acercó a atenderlo.
—Buenas noches, ¿qué beberá?
—Brandy. —Dejó el sombrero sobre la barra.
Su cabello gris y desprolijo tenía algunas trenzas con adornos en las puntas, Scarlette miró de reojo su aspecto mientras le llenaba el vaso y se percató de que los adornos eran colmillos.
Un segundo aullido se escuchó y el nuevo cliente habló;
—¿Hay algún pequeño hotel por aquí para que pueda instalarme por algunos días? Creo que me quedaré para ver las atracciones del lugar y sinceramente no tengo prisa en seguir hacia el próximo pueblo.
—Hay un hotel cerca de aquí —expresó Cerise, la abuela—. Pero debe cruzar el bosque para poder llegar a dicho lugar.
—Se lo agradezco.
—No puede perderse, es el único establecimiento que se encuentra pasando la espesura.
—Perfecto —sonrió de lado sujetando el vaso servido por Scarlette.
La joven salió de la barra para atender a los demás clientes que estaban consumiendo, pero el forastero no le sacaba la vista de encima.
—Cese, sacaré la basura —le avisó y esta le asintió con la cabeza.
El hombre puso dinero debajo del vaso y salió del bar. Caminó bordeando el lugar para ir a la parte trasera para tener a la chica sin gente.
La gárgola alada de la entrada decidió sobrevolar el territorio para vigilar los alrededores y tener una amplia visual de lo que estaba haciendo su salvadora.
—Es un hallazgo sorprendente encontrar a una hermosa jovencita en un bar tan raro como este.
Scarlette se asustó cuando lo escuchó detrás de ella.
—Me ha asustado, señor.
La gárgola ralentizó su vuelo y aterrizó con dos patas sobre el suelo cerca de ellos.
—Sigue tu camino, cazador. Aquí ya no tienes nada más que hacer —la voz de la gárgola resonó en la noche.
—Nos volveremos a ver, muchachita.
La gárgola se interpuso entre él y ella.
—Vete, sino —la gárgola juntó sus puños e hizo el gesto de romperlo por la mitad—. Esta es una advertencia.
—Sociable criatura —se rio con burla y se dio media vuelta para alejarse de allí.
—¿Tú también te diste cuenta de que es un cazador? —inquirió la chica.
—Lo he olido apenas se presentó en el bar, Scarlette —le comentó mirándola.
En la entrada del bosque y escondido entre los árboles, un par de resplandecientes ojos verdes observaban a ambos, se giró en sus cuatro patas y se perdió en la profundidad de la espesura.
➸☀☽➹
Lovel despertó desnudo, sucio y con su forma humana en el centro del bosque. Había perdido la cuenta de las veces en que despertaba así, desorientado y sin saber dónde se encontraba. Cuando se puso de pie, escuchó pasos cerca de donde estaba y como pudo se escondió detrás de un árbol para no ser visto.
Al ver de quien se trataba, intentó calmarse.
Scarlette realizaba el mismo camino todos los días por la mañana luego de que el bar se cerrara. Con su capa con capucha de terciopelo rojo para abrigarse un poco del frío emprendía la caminata hasta su casita que quedaba más alejada del hotel y el bosque era un cruce obligado para acortar camino. La gárgola alada la acompañaba para protegerla mientras ella recolectaba bayas, flores y plantas dentro de su canasta para realizar brebajes naturales.
Lovel tomó sus ropas intentando no hacer ruido, pero un par de ramas crujieron cuando pisó el suelo y la joven frenó lo que estaba haciendo.
—¿Quieres que eche un vistazo?
—No, Fluffy, si vuelas vas a hacer más ruido.
—Lo entiendo, Scarlette.
La chica posó el índice sobre sus labios para que guardaran silencio ambos y le tocó la trompa a la mascota para tranquilizarla por si se sentía asustada. Cuando el bosque quedó en silencio, ella reanudó la tarea.
—No tienes que calmarme, soy una gárgola y mi naturaleza es actuar frente a un peligro.
—Lo sé, pero me gusta protegerte también.
La gárgola agachó la cabeza y bufó en señal de estar agradecida.
El hombre se puso la ropa interior y el pantalón y, teniendo en sus manos el calzado y la camisa salió de allí con sigilo sin ser visto.
Mientras Scarlette y Fluffy seguían en el bosque, Lovel llegó a la casa de su abuela.
—Querido, me tenías preocupada —se levantó del sillón para acercarse a él—. Ve a darte una ducha caliente, ¿te encuentras bien? —le preguntó angustiada.
—Sí, abuela. No sé en qué momento los efectos de la transformación bajaron y me quedé dormido.
—Lovel, sabes bien que tu transformación se puede revertir con el eclipse lunar.
—Abuela, siempre esperé por los eclipses lunares y cuando llegaban, nada pasaba, terminaba transformándome en la siguiente luna llena.
—Pero porque creías interpretar adecuadamente la leyenda y no era así, intentaste buscar la bolsa de los sueños, pero no era la indicada. Con el polvo de esa bolsa mezclado con frutos y flores específicas, es posible que haya una reversión de la transformación.
—No lo creo, abuela. Iré a darme una ducha porque apesto.
Cerise miró a su nieto que se alejaba hacia su cuarto con el ceño fruncido. Realmente estaba muy preocupada por él.
➸☀☽➹
Antes del anochecer de ese nuevo día, Scarlette salió de su casa con rumbo al trabajo. La noche se estaba cerrando y el silencio parecía inquebrantable, su instinto le dijo que se mantuviera alerta y los nervios en su cuerpo se habían disparado al tope máximo. Debajo de la capa tenía la bolsa con polvo de los sueños, en un caso de sospecha a que fuese atacada por alguna persona o animal, soplaría el polvo y lo dormiría al instante por dos horas. Entretanto se armó de valor y caminó hasta la mitad del sendero, pero su instinto se agudizó más cuando vio la silueta de un hombre obstruyéndole el paso.
La gárgola por su parte, como no podía volar por donde su salvadora caminaba, debió sobrevolar las copas de los pinos y los árboles del bosque y se detendría en la entrada para esperarla.
Con fuerza sujetó la bolsa que tenía atada a su cintura y se quedó inmóvil, intentando calcular los movimientos del tipo. Un paso hacia delante fue un paso que ella hizo hacia atrás.
—Me han dicho que por aquí hay un atajo para que puedas llegar más rápido al bar —la voz del hombre era la misma que tenía el forastero que había llegado la noche anterior al pueblo.
Scarlette abrió más los ojos y negó con la cabeza por inercia.
«El cazador», pensó.
—Disculpe, pero no hablo con extraños —le respondió tajante.
La risa del hombre se escuchó en todo el bosque. Tenebrosa y perversa.
—Muchachita tonta, el lobo te puede comer y yo puedo protegerte de esa criatura salvaje.
—Aquí no hay ningún lobo. Y por favor, déjeme tranquila —hizo dos pasos más hacia atrás.
—Las leyendas no existen en vano, muchachita.
No muy lejos de allí, dentro del bar, Lovel se estaba preocupando por su compañera de trabajo.
—¿Ha llegado Scarlette? —le preguntó a su abuela.
—No que yo sepa —le respondió esta y negando con la cabeza también.
—No me gusta nada esto.
Los oídos del hombre se agudizaron más al punto de escuchar la voz de la chica pidiéndole a alguien que por favor se fuera de allí para poder llegar al trabajo.
Lovel sin avisarle a su abuela, salió por la parte trasera con rumbo al frondoso bosque, pero se encontró con la gárgola en la entrada del lugar.
—¿Dónde está Scarlette?
—La estoy esperando, la vi a mitad del camino, pero se está tardando.
—Eso es porque alguien más la está reteniendo. Quédate aquí, Fluffy, iré a ver lo que está sucediendo.
—De acuerdo.
Lovel corrió y corrió hasta detenerse detrás de un árbol para ver lo que estaba sucediendo.
La joven tomó un puñado de tierra del suelo y cuando lo vio dirigirse a ella se lo tiró en la cara. El sujeto gritó por las molestias que comenzaba a sentir en los ojos y cuanto más se los restregaba, más se los lastimaba.
Antes de que Scarlette pasara por el lado de Lovel, este la cazó de la capa y la tironeó hacia él. El grito que pegó la chica fue acallado con una mano masculina. Ella se dio la vuelta para enfrentarlo y se dio cuenta que era su compañero de trabajo. Este le dijo que guardara silencio con un gesto del dedo índice contra sus labios mientras la mantenía abrazada a su cuerpo.
Apenas se miraron a los ojos, fue como si el tiempo se hubiera detenido y la muchacha sospechó que Lovel era un lobo, por la manera en cómo la miraba.
El cazador se recuperó del inconveniente y continuó buscándola, la llamaba por muchachita, puesto que no sabía su nombre, y le seguía diciendo que el lobo la comería si no se iba con él para mostrarle el atajo para llegar al bar.
Lovel apretó la mandíbula y las manos que estaban en la cintura femenina sintiendo asco, y no tuvo más opción que salir no sin antes hablarle a la chica.
—Sígueme el juego y cuando te diga que corras, lo haces, ¿me has escuchado?
Ella asintió con la cabeza.
—No eres el único que va detrás de Caperucita, cazador. El lobo también le sigue sus pasos —declaró haciéndose ver y sujetando del brazo a Scarlette.
—Vaya, vaya, quien iba a decirme que tendría que enfrentarme al lobo por una caperuza.
—Si tu intención es tenerla, vas a tener que enfrentarte a mí primero.
El cazador corrió hacia él y Lovel giró la cabeza hacia ella.
—Vete ahora —le dijo con seriedad y la joven asintió con la cabeza.
Se giró en sus talones y caminó con mucha ligereza, pero antes de llegar a la entrada del bosque, en donde se encontraba su mascota, tuvo la necesidad de ayudarlo.
—Scarlette, sal de ahí ya —agachó la cabeza para mirarla en el medio del sendero.
—No puedo, tengo que ayudarlo.
—Lovel se sabe defender solo.
—Aun así, tengo que ayudarlo, quiero ayudarlo —le dijo con firmeza.
La gárgola resopló expulsando un humito de color rosa sintiéndose ignorada a pesar de la advertencia. Regresó y lo que vio la dejó pasmada del asombro, el tipo había volado por los aires cuando Lovel le atestó un golpe de puño que lo hizo caer directo al suelo. El hombre se giró y la vio también.
—¿Qué haces aquí? Te dije que te fueras, Scarlette.
—No pude, quería ayudarte —contestó acercándose a él—. ¿Lo mataste? —preguntó con miedo.
—No, pero no le quedarán ganas de joder de nuevo.
El cazador se movió intentando ponerse de pie y la chica supo que tenía que hacer algo. Pasó por el lado de su compañero de trabajo y se dirigió hacia el tipo, abrió la bolsa y tomando un poco del polvo rojo, lo sopló sobre su cara para ponerlo a dormir. El hombre cayó rendido del sueño.
Si la sospecha de Lovel era verdadera, aquel polvo que le esparció Scarlette era el que él estaba buscando.
—¿Qué le has hecho?
—Lo puse a dormir, no molestará por cinco horas.
—¿Es el polvo de los sueños? —interrogó curioso.
—¿Por qué lo quieres saber?
—Porque lo he estado buscando desde hace mucho tiempo.
—¿Y por cuál motivo? ¿Por qué tendría que decirte algo cuando somos dos extraños? Y yo no confío en los extraños.
—Trabajas en el bar junto conmigo y mi abuela, que no hablemos siempre no quiere decir que seamos unos extraños, ese hombre que está echado en el suelo intentaba persuadirte para hacerte otra cosa, ¿acaso no lo sabías?
—Claro que sí, por eso estaba tratando de buscar la manera para escaparme de su vista, sabelotodo —le respondió irritada.
Lovel sonrió de lado y un destello amarillo se dejó ver cuando ella lo miró también.
Scarlette entreabrió los labios y levantó las cejas quedándose asombrada, no parecía del todo humano.
—¿Qué eres? —susurró.
—Soy Lovel.
—No —cerró los ojos y negó con la cabeza—, te pregunté qué eres, no tu nombre.
—Aquí no es conveniente hablar. Vayamos al bar. He dejado a mi abuela atendiendo y tu mascota está esperándonos también.
—De acuerdo —asintió con la cabeza.
Ambos caminaron a la par, pero Scarlette se tropezó con una rama y estuvo a punto de caer de bruces contra el suelo de no ser por Lovel que la sujetó del brazo y por consiguiente le tomó la mano para que caminara segura hasta salir del bosque.
—Gracias.
La joven miró las manos entrelazadas y se quedó sorprendida al ver su tatuaje y el de ella, un sol y una luna, juntos, como si se entrelazaran también.
—Nunca tuve un tatuaje —declaró con nervios.
Él la miró y bajó la vista a las manos.
—Ni yo —sus ojos eran como dos canicas verdes con un color miel claro alrededor de las pupilas.
Scarlette quedó presa otra vez de esa mirada hipnótica.
Sin hacerse más preguntas por miedo a que sacaran conclusiones erróneas, caminaron en silencio hasta la entrada del bosque.
—Por fin llegan, ¿tanto los demoró ese flacucho? —cuestionó con burla.
—No, ese ya no molestará más —declaró la chica.
—¿Entonces? —preguntó expectante Fluffy.
—Tenemos un tatuaje que nunca tuvimos antes —fue el turno de Lovel responder.
La gárgola sabía de leyendas también y cuando miró las manos entrelazadas con el sol y la luna, echó la cabeza hacia atrás y aulló como si de un lobo se tratase al tiempo que aplaudía con sus pequeñas garras.
—¿Esto te divierte? —Arqueó una ceja el hombre y lo miró de reojo.
—No, pero si ustedes dos no saben lo que es, creo que será tu abuela quien te lo diga.
—¿Tú sabes algo? —formuló Scarlette sorprendida.
—Las gárgolas sabemos todo, desde los secretos más profundos hasta lo que se remonta a siglos —les dijo—, por algo vivimos gran parte de nuestra existencia en las terrazas de las iglesias, no solo para proteger sino para oír y ver.
—Pero las que dices son de piedra, en cambio tú eres de pielcita y carnecita —la chica le tocó la panza con el dedo índice y esta se rio por sentir cosquillas.
—Lo sé —se recuperó de las risitas y trató de hablar con más claridad—, pero, aun así, yo hago el mismo trabajo que las que son mis compañeras de piedra.
—Y te lo agradezco, Fluffy. Eres una gran mascota y me alegro mucho por haberte salvado de aquel cazador —le dijo con una sonrisa y el animal agachó su cabeza para que se la acariciara.
—Y yo soy feliz de estar a tu lado, Scarlette.
—Sé que el momento es agradable, pero es mejor que entremos al bar antes de que se vuelva a despertar.
—No lo hará, el polvo que tengo es demasiado poderoso como para que se despierte antes de cinco horas.
—Entiendo —la miró con atención.
—Pero entraremos —le acotó para que se quedara tranquilo.
—Yo volveré a recibir a la gente —emitió Fluffy caminando hacia la entrada del bar.
Apenas los dos entraron con las manos entrelazadas de nuevo por la puerta trasera del bar, los recibió Cerise.
—Querida, ¿estás bien? —le preguntó la señora cuando entró a la sala para reponer un par de botellas de alcohol.
—Sí, sí, tu nieto me encontró en el medio del bosque, pero estoy bien. Gracias por preguntar.
—Por un momento me preocupé, no vi más al forastero en el bar y...
—Ese forastero es un cazador —acotó Lovel.
—Ya veo —le dijo y bajó la vista a las manos entrelazadas que tenían los jóvenes y se percató de algo, los tatuajes de ambos estaban relacionados.
Y con la astucia que tenía por ser mitad loba y mitad humana, sin lugar a duda el sol y la luna representaban el eclipse lunar que necesitaba su nieto para que el lobo dentro de él pudiera dejar de salir.
Scarlette miró en dirección a la mujer y de inmediato se soltó del hombre.
—Iré a atender el bar —se disculpó sintiéndose un poco avergonzada.
Cuando quedaron solos, su abuela le habló firmemente a su nieto.
—Tienes a alguien que puede ayudarte con la transformación, Scarlette tiene la marca del sol en su mano y tú, una luna, ¿comprendes?
—¿Por qué querría Scarlette ayudarme? —cuestionó casi con la certeza de que nunca lo ayudaría—, Caperucita y el lobo jamás se juntan, una bestia salvaje como yo nunca podría ser salvada por una mujer inocente.
—Pero el lobo nunca puede ser malo del todo. Es salvaje porque su naturaleza es ser así, pero es cariñoso y servicial cuando quiere y se lo necesita. Desde tu mayoría de edad que vives con el miedo de transformarte en un lugar indebido cada vez que hay luna llena. ¿Por qué no tuerces el brazo un poco y te dejas ayudar ahora que tienes la posibilidad? —formuló su abuela desesperada.
—Porque si me tocó esto, es por algo y no puedo pedirle a Scarlette que haga algo por mí, desde hace décadas que no encontramos la forma de interpretarla como corresponde, ¿y si esa leyenda dice que tiene que arriesgar su vida por la mía? ¿Crees que me gustaría eso? ¿Crees que podría vivir con ese peso? —habló con angustia en su voz.
—No, por eso te he dicho que el lobo no siempre es malo, no cuando te muestras así, más humano que animal. Más bondadoso y preocupado que egoísta y salvaje. Dentro de dos días se producirá el eclipse lunar y tres días después habrá luna llena, Lovel —lo miró de nuevo a los ojos—, esta es tu oportunidad para que el lobo duerma.
—¿Por cuánto tiempo? ¿Solo por una noche y luego seguirá todo como hasta ahora?
—Si no te arriesgas, nunca lo sabrás, querido.
Lovel asintió con la cabeza y salió para atender el bar junto a Scarlette.
➸☀☽➹
La mañana del eclipse lunar, Scarlette se despertó antes de las once con una sensación de intranquilidad, no había podido dormir como hubiera querido y su sueño duró muy poco, tan solo cuatro horas y se tuvo que levantar de la cama porque su intuición le decía que alguien más estaba merodeando alrededor de la casa.
Quedó en la sala principal y escuchó el crujir de la escalera de la entrada, de inmediato preparó el arco y la flecha, y salió para enfrentar a quien se atrevía a molestarla.
—No dé un paso más porque me veré obligada a lastimarlo —le gritó enojada.
—¿Acaso piensas matarme con esa cosa? ¿Tanta puntería tienes, muchachita? —Su sonrisa perversa le dio náuseas a la chica—. Me estaba preguntando de quién podría ser esta linda casita, nunca pensé que fuese la tuya; sin embargo, cuando pregunté en el pueblo y me lo confirmaron, seguido de tu nombre; Scarlette, quedé encantado, no sabía que cultivabas grosellas rojas y flores, unas flores muy raras de ver. ¿Sabes para lo que son?
—Fuera de aquí, es la única advertencia que le daré —arremetió enojada.
—Ese polvo de los sueños es interesante, tampoco sabía que lo tendrías tú. Una total sorpresa —subió otro peldaño—. Tienes grosellas rojas, tienes Wolffia y Cosmos Chocolate y por último el polvo carmesí, sí sabes a lo que me refiero, ¿no?
—No me interesa, váyase de aquí —respondió sin dejar de apuntarlo con la flecha.
—Bueno, yo te lo contaré porque me parece que nunca lo supiste o te haces la tonta en no querer afirmarlo —su voz sonó más seria que antes y su mirada se tornó sombría y seria también—. Existe la leyenda del lobo llamado Lovel, ese que nació de un hombre lobo y una semi loba, es decir mitad humana y mitad loba, toda su familia tiene algo lobuno, pero él es el único que en luna llena se puede transformar. Para romper la transformación él debe encontrar una mujer con un sello solar y unirse en el eclipse lunar, y en la noche de luna llena esta le debe preparar un antídoto, grosellas rojas, ese polvo de los sueños que tienes tú y las lindas flores que están alrededor de tu casa también. Fácil, ¿no?
—No se lo repetiré más, váyase de aquí, usted no es bienvenido en mi casa.
—¿Y ese lobo inmundo sí? Es una criatura salvaje que nunca puede ser digna de confianza. Animales salvajes como los lobos nunca se pueden domesticar.
—¿Y usted sí? Usted para mí es un extraño y las criaturas salvajes no siempre son malas —declaró con firmeza y volvió a repetirle—, y los cazadores como usted no los considero hombres, sino más bien chacales, se va de aquí, ahora.
Este hacía caso omiso a su petición, subió un escalón más y Scarlette se la tenía preparada. Lanzó la flecha directo a su sombrero echándolo a volar.
—La próxima lanzada irá al cuello —le advirtió—. Estoy segura de que no querrá desangrarse aquí. Mantengo bien cuidada mi entrada como para que usted, con esos aires de lobo disfrazado de hombre gentil, me arruine lo que tengo.
El cazador no se inmutó ante la advertencia, tan solo continuó subiendo y ella teniendo preparada de antes la segunda flecha en el arco, apuntó y le dio en el costado del cuello rozando la carne, el filo de la punta ardió en la piel y la hizo sangrar.
—¡Se va! —Avanzó con paso firme sin dejar de apuntarle con otra flecha que había cargado en el arco y este reculó de miedo.
—No sé quién es más salvaje, si ese lobo asqueroso o tú.
—Se lo tiene merecido por molestarme cuando le dije varias veces que no es bienvenido en mi casa. Olvídese de este pueblo y de la gente que vive aquí, siga su camino antes de verme obligada a lanzarle otra flecha en sus partes íntimas.
El tipo tragó saliva con dificultad y se giró en sus talones para tomar el sombrero que estaba en el piso y caminar hacia el bosque y largarse de allí. Pero Scarlette, para que le quedara más clara la advertencia, volvió a apuntar, esta vez en la zona de las nalgas y soltó la flecha, dándole directo a una de ellas. El grito del hombre hizo que cayera de boca contra el suelo, y se puso de rodillas intentando ponerse de pie nuevamente y rengueando se adentró en la espesura.
➸☀☽➹
Alrededor de las dos de la tarde y cuando ya había almorzado, la joven escuchó golpecitos en la puerta y dejó lo que estaba haciendo para mirar por la ventana.
—Tú y yo debemos hablar, querida —le contestó sin vueltas la señora.
—Pasa —la invitó y cerró la puerta.
La mujer, que no tenía pelos en la lengua y era directa, no le contó toda la historia, solo se limitó a decirle lo que necesitaba saber ya que por eso había ido a su casa.
—Tú tienes un sello, un tatuaje solar y mi nieto el de una luna, eso sucedió porque al entrelazar sus manos, la leyenda cobró vida. Sé que no eres tonta y tu inteligencia va más allá de lo común. Tienes como mascota una gárgola que salvaste de ser asesinada, lo que sabes y callas, te debería ser insignificante.
Scarlette no podía ocultarle la verdad.
—Siempre supe de la leyenda del eclipse lunar y el antídoto para el lobo —contestó preparando dos tazas para verter un té caliente—. Y del porqué tú no usas pantalones —la miró con demasiada atención—, tienes una cola —siguió contemplándola y esta solo asintió con la cabeza para luego Scarlette seguir con lo que estaba diciéndole—. El cazador vino aquí por la mañana, pero lo espanté con el arco y la flecha, aunque me contó lo que ya sabía.
—¿Ya sabías sobre la leyenda del nacido de un hombre lobo y una mujer con rasgos lobunos?
—Sí, no caí en este pueblo por error, yo también soy una cazadora, pero a diferencia de ese hombre, yo cazo por deber, para salvar personas, criaturas, quien o lo que este en peligro.
—Ya comprendo, ¿y el cazador?
—Sabía que aparecería en algún momento, y entré a trabajar en el bar para estar cerca de Lovel, con el tiempo, me di cuenta de que el lobo no es tan malo como dicen. Y él me lo dejó saber la tarde en que me salvó del cazador.
—¿Entiendes que están destinados?
—Lo sé, por eso llegué a este pueblo, mi familia también tiene una historia, desde hace décadas tienen el polvo de los sueños, el que necesita Lovel para poder contrarrestar la transformación, aparte de otros elementos.
—¿Estás dispuesta a estar con él en el momento en que se produzca el eclipse lunar que será dentro de unas horas?
—Sí, porque lo amo.
—¿Lo amas?
—En mi familia siempre me decían que estaba destinada al hombre llamado Lovel, ese que se transformaba en luna llena gracias a que fue concebido por la unión entre un hombre lobo y una mujer semi loba.
—Entiendo, pues tal parece que has llegado en el momento indicado porque si te soy sincera, nunca hemos podido deducir bien esa leyenda.
—Yo la tengo también y la sé interpretar, el cazador sabía una parte —le dejó sobre la mesa la taza de té—. En el eclipse lunar tenemos que estar juntos, es decir unidos, la noche de luna llena, lo tengo que atar y darle el antídoto en el momento en que él me diga que está sintiendo que su cuerpo está en el inicio de la transformación.
—Es un poco peligroso.
—Sí, pero debo ayudarlo si de verdad tú y él quieren que la transformación termine, o en todo caso que no sea tan sufrida.
—¿A qué te refieres? —Frunció el ceño sin entenderla del todo.
—A que puede que su lobo se termine durmiendo con el antídoto y cada vez que haya luna llena se lo tenga que preparar y beber, o que aplaque la transformación, pero que le queden rasgos lobunos hasta que la luna llena esté pasada la medianoche.
—Entiendo —unió las cejas quedándose pensativa y bebiendo un sorbo del té.
—¿Él está en tu casa?
—Sí, si quieres le puedo enviar un mensaje para que venga aquí.
—Sería lo ideal. ¿Cómo te las arreglarás tú con el bar?
—De eso despreocúpate. Quiero a mi nieto como si fuera mi hijo, y me preocupa cada vez que se transforma, así que quiero que esto tenga un final por lo menos feliz para él, porque de algún modo prefiero que termine teniendo algo lobuno y no que se convierta en un lobo —admitió y la chica asintió con la cabeza.
—Envíale el mensaje.
➸☀☽➹
Antes de las siete de la tarde, Lovel se presentó en la casa de Scarlette y ella lo recibió.
—Me dijo mi abuela que querías hablarme.
—Sí y te diré las cosas sin vueltas, porque no hay tiempo, el eclipse lunar comenzará a las siete en punto y nosotros tenemos que apurarnos.
Lovel frunció el ceño queriendo no comprenderla.
—¿Me estás diciendo que te acostarás conmigo para que la leyenda se rompa?
—¿Acaso tú no lo quieres? ¿No quisieras dejar de transformarte?
—¿Te acostarás con alguien que casi ni conoces?
—Te conozco más de lo que crees.
—¿Cómo sabes que soy un lobo?
—No es momento para preguntarme esas cosas. Simplemente lo sé y más lo confirmé cuando me mirabas como lo hacías en el bosque aquel día.
—¿Cómo te miraba?
—Como lo haces ahora, como si estuvieras hipnotizándome, aunque no es tu noche para transformarte.
Lovel sonrió de lado y la siguió al cuarto. Él quería que la leyenda se rompiera y a su vez estar con ella también.
—No pensé que caperucita iba a querer estar conmigo —expresó sonriendo de lado al tiempo que continuaba mirándola con fijeza.
—No es momento para decir este tipo de frases, Lovel —zanjó—. Esto es serio.
—Y lo que siento por ti también lo es, Scarlette.
Lovel la arrinconó contra una de las paredes del dormitorio y le devoró la boca sujetándola de las mejillas. La chica se aferró a su cuello y luego enredó sus piernas en la cintura masculina. El hombre la sostuvo de los muslos para llevarla a la cama.
El eclipse lunar se produjo a las siete como bien Scarlette se lo había dicho y fue la ocasión ideal para que Lovel se fundiera en ella. Lo que duró el eclipse, fue lo que duraron ellos entrelazados y quedaron abrazados, y en silencio.
—Si da resultado, me quedaré contigo y si no da resultado, me quedaré contigo igual, si tú lo quieres también —le confesó la chica mirándolo con atención a los ojos.
—Caperucita no debería quedarse con un hombre que se transforma en lobo.
—Pero el lobo solo es un disfraz para que nadie se pueda acercar a ti y mostrarles a los demás lo buen hombre que eres, Lovel. No eres malo, si fueses malo, jamás me hubieras salvado de las garras del cazador.
El hombre la besó de nuevo.
—Quédate conmigo esta noche —le suplicó la chica acariciando sus labios.
Él asintió con la cabeza y la apretó más contra su cuerpo para olerle el cabello y darle otro beso en la boca.
➸☀☽➹
La noche de luna llena, Lovel se quedó en la casa de Scarlette. Era casi la hora para la transformación y ella ya tenía preparado el antídoto para dárselo a la hora que él se lo indicara.
—Tengo que atarte.
—Átame a la cama —le dijo al oído luego de darle una seductora sonrisa.
—¿Estás seguro? —Parpadeó un par de veces queriendo no pensar en lo sensual de la situación—. Es mi impresión, ¿o esta noche me siento más hipnotizada por ti?
—Es la luna llena y lo que me indica que pronto comenzará la transformación.
—En ese caso, vamos a atarte de inmediato —lo sujetó de la mano y caminaron hacia el cuarto.
Scarlette lo dejó acostado en la cama y le ató con sogas las muñecas al respaldo de la cama. Cuando él le dijo que sentía que estaba transitando la conversión, ella le hizo beber del frasco el antídoto.
Lovel se había puesto furioso y actuaba de manera salvaje, como un animal atrapado y sin poder escaparse. La joven se quedó dentro del dormitorio también a pesar de lo asustada que estaba, pero no le tenía miedo del todo. Se acercó a él y se sentó en el borde de la cama, lo sujetó de la mandíbula haciendo que lo mirara. Sus ojos estaban más brillantes y verdosos con un destello dorado, tenía los dientes apretados y los colmillos alargados, la mandíbula estaba tensa y gruñía. La fuerza que ejerció con los brazos hizo que rompiera el respaldo a la mitad y lo estrelló contra la pared, la muchacha quedó de piedra y sin poder reaccionar a tiempo, este la tumbó en la cama oliéndola mientras le sujetaba los brazos para que no escapara. Le olió el pelo y el cuello, y la observó con fijeza a los ojos, seguía siendo humano a pesar de la luna llena, pero los ojos, la fuerza y los colmillos eran del lobo. La respiración de Scarlette era errática por el miedo, pero mantenía fija su mirada en los ojos del hombre.
—¿No tienes miedo, Caperucita? Soy un lobo —contestó como si en verdad lo fuese.
—No eres un lobo, Lovel. Todavía te veo como un humano.
El hombre frunció el ceño y dirigió la mirada a su propio brazo, era un brazo y no una pata.
El antídoto había hecho efecto y el polvo de los sueños fue el que puso a dormir al animal. Lovel reaccionó de inmediato cuando vio la situación en la que se encontraba, la soltó y se sentó en la cama. Miró a su alrededor y la observó a ella también.
—Vas a tener que refaccionar mi casa —rio con sutileza.
—Lo siento.
—¿Cómo te encuentras? —quiso saber, levantándole el labio superior para verle el colmillo.
—Bien, pero con mucho calor. Me dolieron las encías cuando se me alargaron los colmillos y por un instante creí que había terminado por transformarme de nuevo.
—Es entendible —le dijo y le sugirió un baño—. Ve a darte una ducha porque puede que tengas calor por no haberte convertido en lobo. El antídoto dio resultado, pero no he podido desaparecer la transformación.
—Para mí lo ha hecho, sigo siendo humano a pesar de lo que me queda del lobo. Durante décadas he intentado descifrar la leyenda y hacer todo lo que creí posible, pero nada había dado resultado, hasta esta noche.
Scarlette acarició su mejilla y le sonrió.
—Me has salvado, Scarlette —le besó la palma de la mano cuando se la sujetó—, este hombre y lo que me queda del lobo, siempre te serán fieles. Así como la gárgola que tienes por mascota, seré tu siervo.
—No te quiero como mi siervo, te quiero como mi amante y mi hombre.
—Trato hecho.
Scarlette lo besó y Lovel se lo correspondió de buena gana mientras se abrazaban.
El hombre fue rescatado por su caperucita de las garras del lobo y vivieron felices para siempre.
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