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Rusia todavía recuerda el día en que lo conoció.

La guerra estaba peor que nunca y su padre se veía cada día más estresado, algunas veces Rusia temía que fuera a arrancarse el cabello de puro estrés.

La guerra parecía perdida, pero entonces apareció él.

Tan positivo como siempre trajo consigo a otros aliados y más importante, esperanza. Por primera vez todo parecía que iría bien.

Ese chico de ojos brillantes y piel llena de lunares había llegado a salvarlos. A él.

Rusia había llegado varias veces a llamar a ese chico por el apodo de "ángel" porque estar junto a él era sinónimo de paz y esperanza, claro que jamás lo había dicho frente al mexicano.

Sus hermanas, sin embargo si lo habían escuchado referirse a él por ese apodo y varias veces se habían burlado de él por lo cursi que podía llegar a ser, pero a Rusia no le importaba.

Él era solo un niño, no muy delgado, no muy alto, simplemente un niño común para su edad, no era fuerte, no era rápido, no era ágil, pero veía a los soldados esforzarse y sabía que quería estar con ellos, quería ser tan fuerte como todos ellos y tan valiente como el moreno de cabellos castaños.

Un día, durante los entrenamientos de los soldados, Rusia veía a todos los soldados correr y luchar de forma coordinada desde la ventana de su hogar. Se había hecho costumbre verlos todos los días, a veces escondido entre los arboles o entre sus cortinas en su habitación. Se imaginaba estando con ellos, corriendo y "golpeando a los malos".

— Otra vez el niño ruso está ahí. — Dijo uno de los soldados, Rusia apenas pudo escucharlo.

México, que estaba al lado de ese soldado, se giró a ver a la ventana donde Rusia los espiaba.

Cuando Rusia notó la mirada de México sobre él, rápidamente se apartó de la ventana y se escondió inútilmente entre las cortinas.

Rusia no tenía malas intenciones, solamente veía con admiración a los soldados, pero temía que alguno de ellos se molestara con él por como los veía. Rusia no quería causar problemas, no quería que se enojaran con él y lo que menos quería era conseguir el desprecio o el odio del mexicano.

Pasaron unos minutos en silencio y cuando Rusia creyó que era buen momento para salir de su escondite, unos pasos se escucharon cada vez más cerca de la puerta de su habitación. Rusia sintió su cuerpo temblar, rápidamente pensó en un nuevo lugar para esconderse, pero entonces las palabras de su padre le hicieron eco en la cabeza.

"Un hombre fuerte y valiente siempre acepta sus errores y les hace frente."

Amaba a su padre y todo lo que le enseñaba, pero justo ahora odiaba esa frase.

La puerta de su habitación se abrió dejando ver a un chico alto, de cabello castaño oscuro y empapado en sudor. Rusia sintió sus mejillas arder, el ángel que vivía con él era realmente hermoso.

Su impresión quedó atrás cuando el chico se acercó a él.

Ahora fuera de su escondite y con los pies firmemente pegados al suelo, Rusia esperaba un regaño, tal vez que le preguntara sobre el porque estaba viendo a la ventana, esperaba incluso un golpe, pero no esperó que el mexicano se sentara en el suelo junto a él y soltara un suspiro cansado.

— No está fácil ser soldado.

Rusia no había entendido aquello, conocía a México porque su padre los presentó de forma leve hace meses y porque le gustaba mucho espiarlo durante sus entrenamientos, pero no conocía el idioma en el que hablaba.

Ninguno de los dos dijo algo más, México intentando recuperar energía y Rusia esperando que el Mexicano hiciera algo.

Segundos después Rusia vió a México mirar su habitación con curiosidad. Rusia se sintió avergonzado porque no había tenido tiempo de ordenar y su pijama todavía estaba olvidada en alguna parte del suelo.

La mirada de México se detuvo en la mesita de noche de Rusia. Rusia se preguntó que estaba viendo México ya que no había nada más que una pequeña libreta en la mesita.

El niño ruso no tenía muchas cosas en su habitación y la mayoría de ellas estaban muy bien guardadas en los cajones de su mesita de noche o en su armario. A su padre no le gustaba el desorden.

La mano de México se estiró hasta tomar la pequeña libreta.

Las manos de México abrieron la libreta, no había mucho en ella, pequeñas notas de cosas que tenía que hacer o recordatorios de fechas, como el cumpleaños de Bielorrusia que él siempre olvidaba.

Rusia no dijo nada y vió a México sacar un lápiz de entre sus ropas. ¿Qué hacía eso ahí? ¿Y por qué México traía un lápiz en sus ropas de entrenamiento?

Rusia estaba confundido, vio a México abrir una página en blanco y apoyarse en una de sus rodillas mientras hacía suaves trazos sobre la hoja. Segundos después Rusia veía impresionado como lo que había empezado como un garabato, se había convertido en un bello dibujo de él.

Тебе нравится рисовать (¿Te gusta dibujar?) — Preguntó impresionado mientras tomaba entre sus manos la libreta con el dibujo que México había hecho.

El latino le había acercado la libreta apenas terminó el dibujo, como si esperara la reacción de Rusia. Afortunadamente el asombro en la voz del niño le hizo sonreír.

Да, мне всегда это нравилось, а вам? (Si, siempre me gustó ¿A ti no?) — Rusia se sorprendió por el perfecto ruso que hablaba el chico a su lado, pero lo dejó pasar.

Я предпочитаю танцевать. (Prefiero el baile.) — Habló con un tono nervioso en su voz.

Rusia amaba el baile, amaba el ballet por sobre todo, le parecía tan elegante, tan divertido y tan relajante. Siempre quiso aprender a bailarlo y cuando era aún más pequeño se le dio la oportunidad, desde entonces no hay cosa que ame más que bailar ballet.

Ты танцуешь? (¿Bailas?) — El mexicano le dedicó una sonrisa llena de ternura y Rusia sintió sus mejillas ponerse calientes.

Иногда. (A veces.) — Rusia intentó concentrar toda su atención en el dibujo entre sus manos, intentando olvidar al chico a su lado.

А что ты любишь танцевать? (¿Y que te gusta bailar?)

Балет - мой любимый. (El ballet es mi favorito.)

Un silencio acogedor se apoderó de la habitación. México acercó lentamente su lápiz hasta Rusia.

Почему бы тебе ничего не нарисовать? Я уже сделала тебе рисунок. (¿Por qué no dibujas algo? Yo ya te hice un dibujo.)

Но я не умею рисовать.  (Pero yo no sé dibujar.) — Las mejillas del niño volvieron a ponerse rojas por la vergüenza.

Никто не рождается с умением рисовать, нужно постараться, чтобы научиться этому. (Nadie nace sabiendo dibujar, tienes que intentarlo para conseguirlo.) — Los ojos grises del niño miraron a México con atención. — Вы можете нарисовать что-нибудь рядом с моим рисунком. (Puedes dibujar algo al lado de mi dibujo.)

Rusia vió que en la hoja donde estaba el dibujo que México había hecho había un gran espacio en blanco, podía dibujar lo que fuera, pero su mente solo podía pensar en una cosa.

Tomó el lápiz que México le había ofrecido, se sentó a su lado y empezó a dibujar apoyando la libreta contra el suelo.

México soltó una risita al ver lo que Rusia hacia y en su rostro se formó una expresión de ternura.

Cuando el niño terminó el dibujo se sintió orgulloso, con las dos manos tomó la libreta y se la mostró a México con un brillo en los ojos.

En la hoja se veía el dibujo que había hecho México, un pequeño niño con la misma ropa que Rusia, de pie y con una expresión tímida. A su lado había lo que parecía un hombre con lo que parecía un uniforme de piloto y una sonrisa enorme mientras tomaba la mano del niño, ese fue el dibujo que había hecho Rusia.

Rusia había dibujado a México, al menos como él lo veía, como alguien alto y siempre sonriente.

Esa fue la primera vez que Rusia escuchó la risa de México. Por un momento el niño creyó que se estaba burlando de su dibujo, pero rápidamente deshecho la idea cuando vió a México sonreír con un brillo en los ojos.

— Pinche chamaco, eres un amor.

Rusia no entendió lo que México le dijo, pero no sé quejó porque después de eso recibió una caricia suave de la mano fuerte y llena de callos del mexicano.

Por primera vez, Rusia sintió cosquillas en el estómago y un calor en el pecho, en ese momento no sabía que era, pero le parecía la cosa más hermosa del mundo y quería seguir sintiéndose así.

Cuando la mano del moreno se separó de su cabeza, Rusia sintió un repentino frío que no había estado ahí antes.

Мне нужно вернуться. (Tengo que volver) — El mexicano sonrió amablemente.

Rusia, que todavía tenía la sensación de la mano de México sobre su cabeza, no respondió. Cuando había visto a México levantar la mano había temido que fuera a golpearlo y su cuerpo actuó por reflejo, pero no fue un golpe lo que recibió. México había metido su mano debajo de la ushanka de Rusia y había acariciado su cabello con ternura.

El corazón de Rusia pareció explotar en su pecho.

Береги себя, дитя, и веди себя хорошо. (Cuídate niño y pórtate bien.)

México se había puesto de pie después de eso, se fue de la habitación y Rusia no había podido hablar. De repente los ojos del ruso parecían mas brillantes que nunca antes.

Un pequeño suspiro se escapó de sus labios sin que pudiera evitarlo.

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