Epílogo
La rubia de ojos azules se mantenía en silencio, observando desde una distancia prudente a aquellas tres personas que disfrutaban de uno de los pocos días cálidos que se podían tener en Londres.
El chico de cabello castaño y ojos azules se reía de lo que su pequeño hermano comentaba, mientras tomaba la mano de su novia, la castaña de ojos café que se mantenía sumamente concentrada, disfrutando de aquel día en compañía de esos dos hombres que tanto quería.
Sonrió ampliamente y entrecerró sus ojos para tener una visión más definida de aquella feliz pareja.
—Aun lo extrañas—se giró inmediatamente cuando escuchó la voz de aquel rubio de ojos casi violetas, le ofreció una triste sonrisa y soltó un profundo suspiro.
— ¿Tu no lo extrañas?—cuestionó ella, observándolo fijamente.
Gabriel se cruzó de brazos y observó al par de chicos que permanecían sentados debajo de aquel enorme árbol, a una distancia considerable del resto de los turistas que merodeaban por el templo y sacaban fotografías.
—No—respondió y Gabbe lo miró con horror.
—Es tu objetivo.—le reprochó ella.
—Y paso tanto tiempo observándolo, que me es imposible extrañarlo—contradijo él. Ella esbozó una pequeña sonrisa y llevó su vista de nuevo a sus amigos.
—Pensé que respetarías la decisión de Daniel.—el sonrió ampliamente.
—Eso fue lo que hice—respondió el guardián caminando hasta una de las bancas de mármol y dejándose caer en ella.
—¡Decidió quedarse con Elizabeth! ¡Siendo su ángel guardián!—replicó la chica siguiéndolo.
—Gabbe, Daniel realmente ama a Eli, ¿De verdad crees que era correcto mantenerlo alejado de ella en otro plano?—Gabbe dejó escapar un suspiro y se sentó a su lado.
—No. La primera vez fue por obra del destino, siguió su curso y al final intervine, ahora...
—Ahora volviste a intervenir—completó ella.
—Escucha, esta intervención fue diferente—sonrió—esta digamos que fue por su bien—ella parpadeó un par de veces y llevó su vista de nuevo hasta la pareja a unos metros de ellos.
—¿Dónde estuviste en todo este tiempo? Han pasado casi ocho meses desde que él volvió a la tierra y tú desapareciste de casa—él suspiro.
—Necesitaba alejarme un poco para reflexionar.—respondió en voz baja.
—¿Lo has conseguido?—preguntó la chica y él asintió levemente.
—Más de lo que esperaba.
—¿Crees que nos recuerde? ¿Aunque sea como un vago recuerdo?—Gabriel la miró con una ceja enarcada y suspiró.
—No es así como funciona, Gabbe. Lo sabes. La memoria de Daniel no albergó ninguno de los sucesos que vivió en los meses que estuvo en la tierra siendo un ángel.
—¿Eli tampoco los recuerda?—preguntó en voz baja.
—No. Para Elizabeth y todas las personas que mantuvieron algún tipo de relación o vínculo con Daniel, es como si esos meses jamás hubiesen ocurrido—murmuró.
La rubia contempló de nuevo a la pareja, mientras Samuel acariciaba la cabeza de un enorme perro de pelaje blanco, Daniel lo observaba atentamente y Eli parecía realmente concentrada observando el perfil de su novio.
Gabriel se levantó y comenzó a caminar entre la gente para acercarse a ellos, Gabbe sin entender que era lo que estaba haciendo, lo siguió, y no se detuvieron hasta que estuvieron frente a ellos. Por supuesto, ninguno de los dos era visible para sus objetivos.
—Te echamos mucho de menos, Dan—aseguró la guardiana rubia con una sonrisa nostálgica, al mismo tiempo que colocaba su mano en el hombro del castaño.
Para sorpresa de Gabbe, los hombros de Daniel se relajaron bajo su toque y por un segundo, sus ojos se toparon con los de ella, como si realmente la estuviese observando. Daniel Radcliffe esbozó una pequeña sonrisa en dirección al par de ángeles rubios frente a él y después entrelazó su mano con la de Elizabeth.
—¡Gabriel!—chilló ella y Gabriel le ofreció una pequeña sonrisa—¡me sonrió!
—Bueno, no esperabas que dejara que Daniel se fuera sin ningún sueño o recuerdo sobre nosotros, ¿o sí?—cuestionó él.
—¿Qué? ¡Pero tú dijiste...
—Gabrielle, sé lo que dije. Pero soy lo suficientemente egoísta como para no dejar ir a Dan completamente. ¡Es mi objetivo, Gabbe! ¿Sabes cuantos guardianes tienen realmente la oportunidad que tuvimos nosotros?—Gabbe sonrió.
—Somos los primeros—coincidió ella.
—Sí. Además, no te sonrió a ti, me sonrió a mí—bromeó el arcángel y ella se rio, porque los dos sabían que en sí, la sonrisa no iba dirigida a ninguno de los dos.
—¿Dan y Eli van a ser felices ahora?—preguntó la chica volviendo a posar su mirada azulada en sus objetivos.
—Han sido felices desde que abrieron sus ojos al mundo por primera vez—Gabbe suspiró.
—¿Felices, juntos?—insistió.
—Desde luego.—aseguró el ángel pasado su musculoso brazo por encima de los hombros de la menuda chica, con una sonrisa de satisfacción en los labios.
Y lo comprobaron un tiempo después, cuando Daniel le pidió matrimonio a Elizabeth. Con ayuda de Samuel, decoraron la terraza con miles de pequeñas luces blancas, que si lo veías bien, se perdían con el resto de los pequeños puntos luminosos que se podían apreciar a la distancia, como ninguno de los dos hermanos eran buenos para cocinar, solicitaron comida delivery, compraron flores y encendieron montones de velas. Cuando Eli recibió un mensaje de Daniel diciendo que tenían que hablar, una pequeña opresión creció en su pecho, tenía la sensación de haber ya vivido eso, ¿Cómo es que le decían? ¿Dejavu? Si, tenía un dejavu. Se colocó un abrigo color negro y subió a la azotea, cuando entró, lo primero que vio, fueron flores de colores por doquier, después, el lugar rodeado de luces navideñas color blanco y finalmente, en el centro de la azotea, una mesa para dos con manteles blancos. Escudriñó detalladamente cada uno de los detalles que su novio había preparado para ella y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando lo encontró en una esquina, esperándola con media sonrisa.
Pero cuando al final de la noche, el sacó de su abrigo color café una pequeña caja de terciopelo color negro y la abrió frente a ella, su corazón dejó de latir, se llevó las manos a la boca, totalmente emocionada y sin más preámbulos se abalanzó contra él para envolverlo en un abrazo, haciendo en el acto; que la pequeña caja saliera disparada de las manos del chico en dirección al suelo. Gabbe soltó una carcajada y contempló el anillo que descansaba a sus pies, le lanzó una mirada llena de entusiasmo a Gabriel y él le sonrió en respuesta.
¿Quisieras hacerme el hombre más feliz sobre el planeta entero, y casarte conmigo?, había preguntado él, demasiado nervioso, casi temblando.
La pregunta resonó en la cabeza de Eli un par de segundos y sin pensarlo dos veces, ella dijo que sí. Y se fundieron en un tierno beso, bajo la atenta mirada y los aplausos llenos de emoción del par de guardianes que los acompañaban, y que ellos no podían ver.
Elizabeth Westfall jamás iba a poder olvidar, como es que lucía Dan al final del pequeño pasillo alfombrado en color rojo y decorado con grandes ramilletes de flores, que conducía al altar. A su lado, Sam se removía incómodo y tironeaba del moño negro que Daniel había insistido en que usara. Los dos estaban sumamente guapos, con trajes elegantes y el cabello revuelto. Por supuesto que, Abigaille Westbury y Noah Rawson, estaban ahí.
No podía haber una boda, sin una dama de honor, rubia de ojos verdes, que amenazara con tirar a patadas la puerta del baño, si la novia no salía pronto, sin que organizara una noche de chicas –como despedida de soltera-, o que amenazara al novio para que no viera a su prometida antes de la boda. Y sin un padrino, que no dejara de burlarse por lo nervioso que el futuro esposo se encontraba. Y desde luego, el par de ángeles rubios, que bajo trabajos forzados, evitaban que la pareja muriera de un ataque de estrés, o un ataque nervioso antes de la boda.
(...)
—Gabriel, Gabbe y Fanuel—los llamó Raphael, atravesando los arcos dorados.
—¿Qué pasa?—preguntó Gabbe sin perder la sonrisa. El rubio y el pelirrojo, observaron con curiosidad al ángel recién llegado.
—El Trono quiere verlos—automáticamente la expresión de alegría que los tres ángeles compartían, se esfumó. Con pasos tensos, caminaron hasta el imponente salón donde el Trono ya los esperaba.
—Me alegra verlos—les dijo aquella potente voz.—iré directo al grano. Fanuel, acabas de ser nombrado, un nuevo guardián—los ojos del pelirrojo de abrieron de la sorpresa y parpadeó varias veces. Gabbe le ofreció una pequeña sonrisa y Gabriel palmeó levemente su hombro.
—¿Yo? ¿Guardián?—cuestionó incrédulamente.
—¿Ya conoces la historia de Daniel y Elizabeth, o tengo que repetirla?—preguntó la voz.
—La conozco—respondió.
—Bien, una niña especial llegará al mundo—Gabbe y Gabriel se miraron uno al otro y automáticamente una sonrisa se formó en sus labios.—es especial, porque comparte una conexión de almas—Fanuel miró a sus amigos realmente asombrado, quienes a su vez, le estaban dedicando sonrisas genuinas.
—¿Conexión de almas?—cuestionó confundido.
—Con el objetivo de Gabriel y Gabbe.—concluyó.
—¿Con Daniel y Elizabeth....—hizo una pausa y entonces comprendió todo—...oh por...el Trono...mi objetivo es...
—La pequeña Radcliffe.
Y finalmente, cuando la pequeña Madeline Radcliffe, llegó al mundo, ninguno de los cuatro tenía la voluntad necesaria para despegarse del cristal que los separaba de la pequeña castaña de ojos azules; que descansaba cómodamente dentro de la incubadora.
Daniel Radcliffe, era el hombre más feliz del mundo –por segunda vez-, o por lo menos, así es como él se sentía. Había estado presente durante el nacimiento de su hija, apretando la mano de Eli y aunque estaba seguro que necesitaría una reconstrucción de huesos, y se desmayó cuando el médico le mostró a su bebe recién nacida, era la experiencia más hermosa que hermosa que hubieses tenido jamás, porque era una parte de él y de Eli.
Mientras que Fanuel, Gabbe y Gabriel, no podían dejar de mirarla y debatir en si se parecía más a Daniel o a Elizabeth.
Pero cuando la niña abrió sus pequeños ojitos y se encontró con los de su padre, y después con los de su ángel guardián, el mundo de Fanuel dio vueltas y una sensación inexplicable se instaló en su pecho.
¡Era la sensación más hermosa que hubiese sentido en toda su vida!
—Bienvenida al mundo, ángel.
_ _ _ _
¡Ahora sí, se terminó! Espero que les haya gustado, que disfrutaran leyéndola y sobre todo dar las gracias por hacer las dos anteriores.
Por cierto, pueden ir y leer la segunda historia que estoy subiendo, se llama La Niñera de Alex y Aris, les gustará, lo prometo.
Gracias por todo. Y amor y paz <3
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