Capítulo Veinticuatro

Pero que se creía Daniel Radcliffe, pensó Gabriel indignado mientras lo observaba mentirle descaradamente a Gabbe. Lo peor, es que la chica ángel, quería muchísimo a Daniel, y le había creído cada una de las palabras que él le había dicho.

Con unas palabras bien escogidas, consiguió que Gabrielle lo ayudara. Aquel chico era sumamente inteligente, se dijo a sí mismo.

Todavía podía recordar la primera vez que lo había visto en aquellas camitas para bebes recién nacidos en el hospital. Él bebe castaño dormía apaciblemente después de que la enfermera lo pusiera cuidadosamente en la incubadora. Cuando el Trono le dijo que se podía marchar, rápidamente se despidió de Gabbe y bajó para ver más de cerca a su nuevo objetivo.

Los ángeles eran seres desapegados, podían convivir un montón de tiempo con los humanos sin crear vínculos afectivos, porque así era su naturaleza. Pero en esa ocasión, aquel bebe castaño le robó el corazón, desde el momento en que él se sentó a su lado y pegó su nariz al vidrio de la incubadora en la que el recién nacido descansaba.

Era un niño especial. Un niño especial acababa de llegar al mundo. Ese mismo niño tenía una conexión de almas con una niña que aún no nacía. Con el nuevo objetivo de Gabbe, pensó maravillado.

Cuando el niño abrió sus pequeños e inigualables ojos azules, él arcángel, recién estrenado guardián, no pudo evitar esbozar una gran sonrisa.

Los primeros cinco años de vida de Daniel habían sido los más felices de su vida. Hasta que aquel oficial de policía había aparecido en la puerta de su casa para informarle a Cassie, su niñera, que los padres del chico acababan de sufrir un accidente en el que habían muerto instantáneamente. Gabriel levantó la cabeza rápidamente, dejando de lado al niño castaño de ojos azules con el que jugaba con sus bloques de lego de colores.

Él amaba pasar tiempo con Daniel, el niño podía verlo y hablar con él, siempre y cuando Cassie no estuviera cerca, cuando eso pasaba, y la chica rubia se percataba que Danny, como ella solía llamarlo, hablaba con el aire y le pasaba sus juguetes a su amigo rubio; que él alegaba que lo visitaba muy seguido, ella se volvía medio loca.

—Eso tiene que ser un error—decía la chica rubia al alto oficial de piel oscura, el portador de aquella terrible noticia.

—Lamento informarle que no lo es—le dijo el hombre seriamente. El oficial miró en dirección al pequeño Danny, quién seguía jugando con sus legos sin darse cuenta de lo que aquel extraño hombre, que se había aparecido en la puerta de su casa, le decía a Cassie.

—Los señores Radcliffe no pueden estar muertos—indagó la muchacha con los ojos llenos de lágrimas.

Gabriel miró lleno de lastima a aquella muchacha rubia. Y luego miró a Daniel. Quién ya se había percatado que Cass, su niñera, lloraba desconsoladamente. Dejando sus legos de lado, se levantó, miró a Gabriel brevemente y se dirigió al sofá donde la muchacha se había dejado caer con aspecto derrotado.

—¿Por qué lloras, Cass?—preguntó apartando de su rostro un mechón de su rubio cabello.

—Oh, Danny—susurró ella abrazándolo fuertemente.

—Cuando mamá y papá vuelvan, le diré a mamá que te preparé una taza de chocolate caliente—hizo una pausa—ella siempre me hace una taza de chocolate, cuando me siento mal. ¿Te sientes mal?—cuestionó.

El corazón de Gabriel se encogió y Cassie sollozó más fuerte.

—Sí, me siento mal—respondió la muchacha.

Lo peor del caso, es que el chico de cinco años, no tenía más familia que sus padres. Acababa de quedar solo en el mundo. No tenía ningún familiar y no sabía lo que iba a pasar con él.

—Tienes que ser muy fuerte, Danny—le pidió Cass mientras le abotonaba el abrigo color negro que le había puesto. El cabello castaño del niño estaba despeinado y sobresalía en todas direcciones, tenía una ligera mueca en su rostro y se le veía inquieto, observó Gabriel.

Daniel lo miró un poco por encima del hombro de la muchacha rubia, y Gabriel se limitó a observarlo en silencio, pero los ojos azules del niño no se despegaban de él.

—¿Por qué mamá y papá no han regresado de su fiesta?—había preguntado en cuanto sus ojos estuvieron completamente abiertos, y se percató que la chica estaba a su lado, abrazándolo como si tuviera miedo de que se fuera a ir a algún lado.

—Porque tus padres se han marchado a un lugar mucho mejor que esté—le respondió el ángel guardián, cuando se percató que los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas.—Y tienes que ser muy fuerte, como Cass te ha pedido, porque ellos no pueden volver, Danny.

Y los ojos del niño de humedecieron. Cass salió de la habitación antes de que empezará a soltar el mismo llanto desgarrador como lo había hecho la noche anterior, luego de que a Danny lo venciera el sueño.

—¿Están muertos?—preguntó débilmente. Gabriel lo miró un poco y asintió.

—Pero recuerda, que ellos siempre van a estar aquí—le dijo él colocando su mano sobre el pecho de Daniel. Justamente encima de su corazón, como tantas veces su madre había hecho.

—¿Pero estas seguro que están en un lugar mejor?—preguntó desconfiado.

—Completamente, Daniel—le afirmó el ángel guardián.

—¿Voy a quedarme con Cassie?—Gabriel negó un poco.

—No creo que ella pueda cuidarte, pero no te preocupes. Porque yo me asegurare de que estés en un buen lugar—afirmó mirándole.

El pequeño niño le ofreció una pequeña sonrisa y aun con los ojos húmedos, se acomodó la capucha del abrigo y salió en busca de su niñera.

Pero por supuesto, que Gabriel no iba a dejar que nada malo le pasará a aquel inocente chico, se había prometido a sí mismo, así que cuando la trabajadora social, que aquel hombre de piel oscura había enviado, Gabriel rompiendo unas cuantas reglas, había tomado el control del cuerpo de Cassie, y había hablado con aquella mujer.

Siendo consiente que aquella menuda chica no podía hacerse cargo de Danny, ayudada por la trabajadora social, habían enviado al chico a una casa hogar, donde se le cuidaría y educaría hasta que cumpliera dieciocho años y pudiera disponer de la fortuna que sus padres le habían dejado.

St Christopher's Hospice, era la mejor opción que hubiera podido encontrar. Wallace y Fabia Clarke, eran el matrimonio que se había cargo de aquella casa hogar, Gabriel luego de haberse asegurado de que Daniel estuviera bien, había abandonado el subconsciente de Cassie y había vuelto a observar todo, sin ser visible para el ojo humano. La trabajadora social había dejado que Cassie y Daniel se despidieran. Y el corazón se le partió un poco más cuando la rubia se había marchado y el pequeño Danny se había quedado en la verja de aquel lugar con lágrimas escurriéndole por las mejillas.

Y así había pasado el tiempo, cuando Daniel tenía ocho años, un nuevo niño recién nacido había llegado al orfanato, había sido abandonado en la puerta de aquel lugar y Gabriel pronto había descubierto que Ariane, era la guardiana de aquel bebe de cabello negro y ojos verdes, automáticamente, Daniel se había convertido en un protector para él. Habían crecido juntos, como hermanos, y tenían una relación mucho más estrecha que con el resto de los chicos que ahí vivían, sobre todo con Benjamin Davies, mejor conocido como Ben, quién se había dedicado a hacerles la vida imposible a aquellos dos niños.

Especialmente a Daniel, cuando una vez por accidente, había escuchado decir a Fabia que aquel niño de ojos azules y cabello castaño que no había una sola noche que no llorara por la ausencia de su madre, era rico. Que sus padres le habían dejado una gran fortuna, pero no podía disponer de ella, hasta que fuera mayor de edad.

Y finalmente, cuando Dan cumplió catorce, Gabriel dejó de bajar para verlo más de cerca, se limitaba a observarlo desde su plano, y con tristeza observaba que en su objetivo, ya no quedaba ni rastro del pequeño Danny. Daniel Radcliffe, se había convertido en un adolescente triste, que constantemente hacia huelgas de hambre y ponía en aprietos al pobre Wallace.

Lo único que seguía exactamente igual, era su sentimiento protector hacia Sam. Samuel Snyder lo seguía a todos lados e incluso, había aprendido a lidiar con el mal humor de Daniel. Se querían mutuamente y eran como una pequeña familia, aquellos dos niños se habían convertido en hermanos.

Fue entonces cuando Gabriel descubrió que Daniel no solo tenía una conexión con Elizabeth Westfall, la niña que vivía una vida feliz a lado de sus padres. Sino que también, tenía una conexión especial con Samuel Snyder. Y finalmente entendió cuando el Trono le dijo que un niño especial acababa de llegar al mundo.

Pero las cosas no siempre habían sido color de rosa, como los humanos decían comúnmente, pensó con amargura mientras observaba como Daniel y Elizabeth se encontraban fundidos en un abrazo, y como se proclamaban amor el uno por el otro.

Él siempre había sabido que Daniel era sumamente inteligente y que cuando finalmente decidiera comenzar a remover un poco su pasado, todo aquello que había estado manteniendo fervientemente, se vendría abajo.

Descubriría que no era un ángel; como todos le habían dicho. Como Gabriel le había echo creer.

Descubriría que en realidad, él era un humano.

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