Capítulo Veinticinco
Eli.-
Miré de nueva cuenta el vestido azul que Abby colocó dos horas antes encima de mi cama. Yo había insistido un montón en que asistir a la fiesta de cumpleaños de Collin Sparks no era una buena idea, pero bajo la insistencia de Abby, terminé accediendo. Se suponía que debía encontrarla a ella y a Noah a las nueve en el patio delantero de la casa de Collin, así que dos horas antes, pasó a mi departamento para arreglar mi cabello de manera decente, y maquillarme un poco.
Observé mi reflejo en el espejo y me sonreí un poco, mi cabello caía a un lado de mi cabeza, en una trenza floja, pero que viéndola bien, lucia realmente bonita. Mis ojos estaban delineados de color negro y mis labios levemente pintados de color rojo. Me gustaba lo que Abby podía lograr en mí.
—Estoy completamente segura que con ese bonito vestido tu cabello y tu maquillaje lucirían mucho mejor—anunció mi abuela, la miré a través del espejo para encontrarla recargada en el umbral de la puerta de mi habitación, con una pequeña sonrisa en los labios.—aunque debo decir que te miras, preciosa.
Tenía la mitad de la razón, el pantalón de deporte color gris, la enorme sudadera morada que tenía puesta y mis pantuflas de ese enorme monstro azul de aquella película animada no era el atuendo adecuado.
—Gracias—inquirí con una pequeña sonrisa.
—Pero lo sigo en serio, Elizabeth. Deberías meterte en ese bonito vestido de una vez—suspiré.
—¿No crees que es demasiado atrevido?—cuestioné y dos segundos después me sentí una completa tonta.
—¿Atrevido?—preguntó frunciendo sus cejas.—Cariño, por el amor de dios, si quieres puedo prestarte uno de mis vestidos—ofreció con gesto divertido.
—Oh, vamos—me quejé.
—Lo sigo en serio, Eli.—asentí un poco y ella sin decir una sola palabra más se marchó.
Con cuidado de no arruinar mi cabello y estropear mi maquillaje me saqué la ropa y me coloqué el vestido. Me miré una vez más en el espejo y me sonreí a mí misma. El azul después de todo, favorecía mi apariencia. Hacía que mi ya pálida piel se viera todavía más blanca. Me coloqué los zapatos de plataforma color negros que Abs había elegido de mi armario y con cuidado de no caerme, caminé hasta el espejo de mi tocador para aplicarme un poco de brillo labial. Me examiné una vez más en el espejo de mano que descansaba sobre el peinador de caoba y suspiré un poco. No podía negar que me veía realmente bien, pero para ser sincera conmigo misma, me gustaba mucho más, le Elizabeth con el cabello revuelto y de aspecto desaliñado. Con el aspecto de una vagabunda, como solía decirme Abby.
A paso lento salí de mi habitación, para encaminarme cuidadosamente hasta la sala, pues lo menos que quería era caerme y quebrarme una pierna, así que cuando finalmente llegué hasta mi abuela, quién descansaba sobre uno de los sillones con la vista fija en el televisor, cuando notó mi mirada sobre ella, se giró un poco y me dedicó una gran sonrisa.
—Oh por Dios, te miras realmente hermosa—halagó la mujer castaña poniéndose de pie.
—Muchas gracias—murmuré sintiendo como mis mejillas de repente se volvían calientes y podía apostar lo que fuera, que estaban completamente rojas.
—Daniel se va a ir de espaldas en cuanto vea lo preciosa que estas—sonrió.
—Eso espero—respondí con el corazón acelerado.
Había estado muy ocupada estudiándome con la mirada frente al espejo, que no había pensado ni un solo segundo en la posible reacción que mi novio podría tener. Probablemente, pensaría que estaba demasiado maquillada, como yo me sentía. O probablemente, decidiría que no estaba lo suficientemente decente para ir conmigo a la fiesta, después de todo, Dan podría utilizar esa excusa para zafarse de tener que asistir a la fiesta de Collin.
—Oh, por favor, no creerás que Daniel no pensaras que estas muy hermosa—miré a mi abuela un segundo, ella puso los ojos en blanco, como si supiera el debate que se llevaba a cabo dentro de mi cabeza.
—No—mentí.
—Eli, Daniel tendría que estar realmente ciego para no ver lo hermosa que estas, o debería ser un tonto, para no darse cuenta que tiene a la novia más preciosa de todo Londres—sonreí un poco.
Aunque claro, era mi abuela. Era su deber de abuela levantarme el ánimo en ese tipo de situaciones.
—Yo...
El timbre de la puerta se hizo presente, me sudaron las manos y me temblaron un poco las piernas, me apoyé un poco en la barra de mármol que separaba la sala del comedor, por pura precaución.
—Ese debe ser tu guapo novio—anunció Isabelle antes de caminar en dirección a la puerta del departamento.
Parpadee varias veces y solté un suspiro. Okay, yo no era exactamente el tipo de chica que ponía demasiado empeño en parecer recién salida de una sesión fotográfica o una pasarela de modas, pero había algo en mí que todavía no era capaz de comprender del todo, esa pequeña parte quería impresionar a Daniel.
—Buenas noches, querido.—escuché la voz de Isabelle. Apreté entre mis manos el abrigo negro que llevaba y toquetee nerviosamente la pequeña caja negra con el moño azul que contenía el reloj que Dan y yo habíamos comprado para el obsequio de Collin.—Te miras realmente guapo—agregó la mujer que se hacía llamar mi abuela.
—Oh vamos, quien está realmente guapa esta noche es usted—respondió Daniel, y aunque no podía verlos, sabía que Isabelle le estaba sonriendo.
—Eso solamente lo dices porque aún no has visto esta noche a Elizabeth—mi corazón se aceleró por dos razones, la primera, aquella sensación de inquietud, por querer causarle una buena impresión a mi novio se había hecho presente nuevamente, y la segunda, porque las voces se hacían cada vez más cercanas.
—Eli—canturreó Daniel en voz baja. El bello de mis brazos se erizó y no precisamente por tener frio, así que con cuidado que no caer y quedar en ridículo, me giré lentamente para encontrarme con el chico al que amaba.
Esa noche, Daniel tenia colocado un pantalón negro que se ajustaba un poco a sus piernas, una playera blanca debajo de una chaqueta negra, su cabello estaba muy despeinado y sobresalía en todas direcciones, sus ojos azules por alguna razón, con aquel atuendo, lucían todavía más azules y sus labios semi rosados, se veían sumamente tentadores.
El chico parecía recién haber salido de una revista, de esas que Abby solía leer todo el tiempo.
Y cuando me ofreció aquella sonrisa encantadora, que me hacía literalmente flotar, estuve muy segura de que mis piernas pronto iban a traicionarme y terminaría en el suelo.
—Hola.—murmuré en cuanto recobré el aliento que hasta el momento, no me había percatado que había perdido.
—Por el Trono—murmuró en voz muy baja—te miras realmente hermosa—sonreí un poco.
—¿Verdad que luce preciosa?—cuestionó Isabelle. La miré un segundo, ella me dedicó una pequeña sonrisa.
—Hermosa—coincidió Daniel.
—Basta los dos, me avergüenzan—protesté con una pequeña sonrisa tirando de mis labios.
—Bien chicos, yo los dejo.—anunció mi abuela antes de dar media vuelta y perderse por el pasillo en dirección a su habitación.
—¿Nos vamos?—cuestioné mirándole. El castaño camino hasta mí, me envolvió en un pequeño abrazo y besó mis labios brevemente. De inmediato una descargar eléctrica atravesó mi cuerpo entero, y agradecí mentalmente porque las manos de Dan estuvieran sosteniéndome por la cintura.
—Te amo—murmuró en cuanto se separó de mí. Esbocé una gran sonrisa.
—Te amo—respondí.
No fue tan difícil encontrar la casa de Collin, después de todo. Bastó con que Dan colocará la calle en la que la casa del mariscal de campo estaba ubicada, en el buscador de su teléfono y después lo vinculara a su auto, para que llegáramos en veinticinco minutos, fue todavía más fácil cuando al doblar la esquina, una interminable fila de autos quedara a nuestra vista. Al parecer, toda la universidad estaba allí.
Luego de encontrar un lugar para estacionar el auto, Daniel me ayudó a bajar del mismo, colocó su mano en mi espalda baja para conducirme por la acera a la enorme casa donde la música a todo volumen ambientaba la fiesta, el jardín frontal estaba iluminado con luces de muchos colores, los chicos iban y venían en todas direcciones, Dan tomó mi abrigo con una mano y la otra la entrelazó con la mía. Aferré el obsequio de Collin con cuidado de no arruinar el moño y caminé de la mano de mi novio.
Un montón de miradas se posaron en nosotros, ¿y cómo no? Daniel por sí solo, ya atraía bastantes miradas, pero el hecho de que estuviera de novio con Elizabeth Westfall, era otro asunto. Sobre todo, después de que media escuela me hubiera visto asistir a un partido con Collin Sparks, y de que el muchacho nuevo, hubiera entrado en el radar de Leah Winfrey y este la hubiera rechazado, hacia todo mucho más interesante. Si, los chismes en la universidad se extendían rápido.
—Ahí están—gritó Abby sobre el ruido de la música.
Mi mejor amiga estaba radiante, llevaba puesto un vestido blanco forrado de encaje que se ceñía a su cuerpo lo suficiente para marcar su figura, pero no tanto como para parecer vulgar, sus cabello rubio caía libremente por sus hombros y sus ojos verdes estaban cuidadosamente deliñados de color negro. Era la perfección andante, pensé mientras la observaba con media sonrisa.
—Te ves hermosa, Eli—halagó Noah con una pequeña sonrisa, haciendo que yo me sonrojara. Daniel sonrió un poco y besó la mejilla de Abby en modo de saludo, para después, palmear la espalda de Noah.
—Tú también te miras realmente guapo, Noah—le dije sincera. Llevaba puesto un pantalón negro, y una camisa del mismo color, su cabello negro estaba muy despeinado, incluso más que el de Dan. Pero eso no lo hacía verse mal, al contrario, le daba un aire encantador.
—¿Por qué no entramos a la fiesta?—sugirió Abby con una pequeña sonrisa. Daniel apretó un poco más mi mano y yo le ofrecí una pequeña sonrisa como respuesta.
Y cuando entramos, el olor a alcohol inundó mis fosas nasales. La música dentro era todavía más alta, suponía que donde debía estar la sala, ahora había un montón de chicos bailando animadamente. Todos bailaban como si no hubiera un mañana. Nos abrimos paso entre los montones de chicos, hasta que divise una puerta de vidrio que dividía la casa del jardín, le di un rápido vistazo para ver cuanta gente bailaba ahí, y una pequeña sonrisa se formó en mis labios cuando me percate que no estaba tan abarrotado como el interior de la casa, caminé de la mano de Daniel hasta cruzar aquella puerta de vidrio y una oleada de aire fresco y puro, puro, en el sentido que no se percibía en él el olor a alcohol como dentro de la casa, chocó contra mi rostro.
—Oh, por dios, la ciudad entera está aquí—inquirió Abby tomando asiento junto a mí en unas bancas de madera que habían sido colocadas sobre el césped.
—No, toda la universidad solamente—corrigió Noah frunciendo un poco el ceño.
—¿Quieren algo de beber?—preguntó Daniel cambiando de tema. Abby lo miró con el rostro iluminado y se limitó a asentir, la mirada azulada de mi novio se posó en la mía y una pequeña sonrisa se formó en mi rostro.
Estaba completamente segura que parecía una tonta, sonreía cada vez que Daniel me miraba, pero para ser sincera; no me importaba en lo más mínimo.
—Yo solamente un refresco—respondí.
—Yo una piña colada—anunció Abs. Noah pesos los ojos en blanco, y después de una breve mirada en dirección a mi novio, ambos se marcharon en dirección a la enorme e imponente casa blanca frente a nosotros.
Yo nunca fui de asistir a las fiestas, de hecho, prácticamente el número de fiestas a las que yo asistí, se limitaba a mis fiestas de cumpleaños. Por supuesto, que no eran tan...increíbles, como las fiestas que año tras año, Leah ofrecía. Mucho menos, una fiesta de la magnitud como en la que en ese mismo momento me encontraba.
—¡Eli!—giré un poco mi cabeza para encontrarme con Collin. Sostenía un vaso color rojo en una mano y la otra, la aferraba a sus jeans.
—Oh, hola Collin—me puse de pie con cuidado—¡Feliz cumpleaños, por cierto!—le dije ofreciéndole una pequeña sonrisa y de paso, la cajita negra que contenía su obsequio.
Pero la respuesta de Collin no fue lo que yo esperaba, me abrazó con fuerza y enterró su nariz en mi cuello. Parpadee varias veces rezándole a Dios para que me soltara rápido, y como si hubiera si hubiera escuchado mis suplicas, Collin se separó de mi con una gran sonrisa en los labios.
—Muchas gracias por haber venido, Eli—murmuró. Le tendí la caja negra y él la tomó delicadamente.
—No tenías por qué molestarte—sonrió.
—Es un regalo de mi parte, y de Dan también—y con aquellas palabras, su sonrisa se esfumó.
Miré a Abby, quien veía la escena totalmente divertida.
—No pensé que Radcliffe fuera a venir—inquirió haciendo que mis ojos nuevamente se posaran en él.
—Pues lamento decepcionarte, Sparks—miré por encima del hombro de Collin, para encontrarme con la mirada color azul de mi novio, sostenía un vaso en una mano y en la otra, una lata de refresco. Noah me ofreció una pequeña sonrisa incomoda.
—No es decepción—respondió Collin.
—Pues me alegra escuchar eso, porque mi lugar; es junto a Eli.
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¡Alguien esta celoso!
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