Capítulo Siete

Daniel.-

A la mañana siguiente, cuando abrí los ojos lo primero que vi fue el rostro de Fanuel. Me incorporé de golpe provocando que mi frente chocara con la de él. Me quejé y él se rio sin inmutarse en absoluto.

—¿Sabías que no es nada educado observar a las personas mientras duermen?—le pregunté de mala gana. Él se rio de nuevo y yo salí de la comodidad de la cama cama para dirigirme al cuarto de baño.

—Lo lamento—me gritó y después escuché como cerraba la puerta de mi habitación. Abrí la regadera y deje que el agua tibia cayera sobre mi cuerpo, agradecí mentalmente por no haber tenido ningún tipo de sueño la noche anterior, aunque estaba muy seguro que eso se debía a que después del encuentro con Eli en el pasillo, había tardado un montón en conciliar el sueño, así que cuando finalmente me había atacado, yo había estado demasiado agotado para oponerme.

Diez minutos después, me encontrè observando por la ventana de mi habitación, el cielo se veía color gris como si fuera a llover. Supongo que, dado que era Octubre, era normal. Me coloqué un abrigo azul marino, aunque como ángel, no tenía necesidad. Dado que nosotros no teníamos temperatura corporal, pero no era lo mismo en un cuerpo humano, lo supe cuando había intentado salir de mi habitación y una ráfaga de viento desde la habitación de Fanuel se había colado y me había echo temblar. Salí de mi habitación para encontrarme con Fanuel sentado en la sala con un tazón de cereales en una mano y un zumo de granada en la otra.

—¿No es esa una combinación rara?—pregunté señalando el vaso y luego el plato. Él me miró un par de segundos y después se encogió de hombros.

—Los humanos son bastante raros—admitió.

—Un poco—dije sentándome. Me miró de nuevo y después rio.—¿Qué es lo gracioso?

—Tu. Vestido así—suspiré.

—Hace demasiado frio. No puedes sentirlo, pero te sugiero que cuando salgamos de aquí, te coloques uno...—hice una pausa—...todo el mundo pensará que estas demente, si sales así—rio de nuevo.

—¿Qué hay de Eli?—preguntó.

—Llevará uno, supongo—respondí poniéndome de pie para ir a la cocina.

—No seas payaso—reclamó—sabes a lo que me refiero.—agregó mirándome.

—Nos estamos haciendo amigos—respondí—esa era mi misión y eso es lo que estoy haciendo.—parpadeó.

—¿Así de fácil?

—Oye, los humanos no dan su confianza a las otras personas así como así. Requiere tiempo. Y te prometo, que dos semanas no es suficiente—suspiré.

—Ya lo sé.

—¿Quieres conocer a Abby y a Noah? Puedo llamarlos y decirles que vengan—inquirí sacando el celular del bolsillo de mis jeans. Sonrió.

—No. Prefiero pasar el día contigo y con Eli.

*-*-*-*-*

—¿Tú también eres de aquí, de Inglaterra, como Daniel?—preguntó Eli ajustándose el gorro de lana que tenía puesto. Fanuel apretó el vaso desechable que tenía en la mano y la miró un segundo.

—Si—respondió y le ofreció una pequeña sonrisa.

—¿Hace mucho que son amigos?—preguntó de nuevo.

—Desde que tengo memoria—respondí antes que Fanuel. Y la verdad, es que era cierto. Más allá de ser el ángel guardián de Eli, no tenía memoria.

—¿Qué haces en tu tiempo libre, Eli?—cuestionó Fanuel dándole un sorbo a su café. Lo miré un segundo, juguetee con el servilletero de la mesa de la cafetería donde cómodamente tomábamos café y nos resguardábamos del frio del exterior.

Elizabeth lo miró y parpadeó varias veces.

—Navego por internet—respondió en voz baja—y me dedicó a pensar—Fanuel me miró y mi corazón se aceleró.—aunque no dispongo de mucho tiempo libre, debería decir.

—Eli trabaja en el restaurante donde cenamos la noche de ayer—le dije al ángel pelirrojo.

—¿Enserio?—preguntó él. Eli asintió avergonzada y le dedicó una tímida sonrisa.

El día había sido divertido después de todo. Fanuel nos contaba un montón de anécdotas de cuando entregaba sus mensajes a los humanos, claro que no era tan directo, de hecho, me sorprendía un poco escucharlo disfrazar la verdad tan fácilmente. Eli lo miraba divertida y nos reíamos de vez en cuando.

Al final del día, luego de despedirnos de Fanuel en el centro comercial, Eli y yo habíamos vuelto al edificio, sostuve la puerta de cristal para que Eli pudiera pasar, me acomodé el abrigo y suspiré agradecido cuando el calor del interior del recinto me recibió.

—Gracias por invitarme, Daniel—me dijo Eli con media sonrisa una vez que estuvimos frente a las puertas de nuestros respectivos departamentos. Le sonreí de vuelta y la miré fijamente.—creo que había pasado un largo tiempo desde la última vez que me divertí como hoy—parpadee un par de veces.

—¿De verdad?

—Sí. Lo digo en serio.—me respondió.

—¿Cómo te fue en tu cita con Collin?—me atreví a preguntar.

—Estuvo bien—murmuró mirándome fijamente. El corazón me latió con demasiada rapidez y la cabeza me dio muchas vueltas. Las piernas me temblaron un poco, pero seguro era por el frío.—Ganamos el primer partido de la temporada.

La miré—Estupendo—respondí.

—Creo que es tiempo de ir a dormir—me dijo y yo asentí de acuerdo. Aunque la verdad, yo no quería dormir. Yo me quería quedar charlando con Eli.

—Supongo que sí.

—Buenas noches, Dan.—me dijo y antes de que yo pudiera responder, se acercó a mí y sus suaves labios se posaron en mi fría mejilla. Las piernas me volvieron a temblar y estaba muy seguro que el frio no era la razón. Por primera vez, odié el cuerpo humano.

—Buenas noches, Eli—dije en voz baja, cuando mi cerebro terminó de maquilar que ella estaba besando mi mejilla. Finalmente se separó de mí, lo lamenté dos segundos y después solté un suspiro.

—Te veré para la universidad—me dijo y yo asentí como un tonto, porque en realidad no era cien por ciento consiente de lo que pasaba a mi alrededor. Y entonces, cuando reaccioné, Eli ya había cerrado la puerta de su departamento. Sonreí. Sonreí demasiado y entré.

*-*-*-*-*

—¡Buenos días, Dan!—me saludó Abby con una enorme sonrisa, dos días después cuando entré en el aula.

—Buenos días, Abs—respondí.—¿Dónde está Noah?—pregunté cuando me di cuenta que mi amigo no estaba por ningún lado.

—Pescó un fuerte resfriado y no vendrá hoy—se encogió de hombros.—¿Dónde dejaste a Elizabeth Westfall?—agregó mirándome.

—En el patio, junto a Collin Sparks—dije en voz baja y una pequeña presión se hizo presente en mi pecho, genial, iba a enfermarme.

—¿Eso es malo?—me preguntó la rubia. La miré un segundo y me di cuenta que sus increíbles ojos verdes estaban sobre mí.

—No, supongo que no—respondí y me senté en el lugar que usualmente ocupaba Noah.

—¿Te puedo hacer una pregunta, Daniel?—parpadee un par de veces y después asentí—¿crees que Eli es linda?—cerré mis ojos con fuerza.

—Yo creo que es realmente hermosa—murmuré y mis mejillas ardieron.

—¿Te gusta?—preguntó de nuevo.

—¿Quién te gusta, Daniel Radcliffe?—preguntó Eli de repente, haciendo acto de presencia. ¿Qué?

—¿A mí?—cuestioné mirando a Eli y después a Abby. Las mejillas de mi rubia amiga se enrojecieron y después suspiró.

—No estábamos hablando de chicas, Eli—respondió Abby y la miré agradecido.—estábamos hablando de la nueva película que darán en el cine este fin de semana. Creo que podríamos ir todos juntos.—dijo firmemente—Nunca hemos salido juntos.

—Yo creo que ese es un excelente plan—respondí.

—Estaría bien que vinieran, podrían salvarme—murmuró Eli dejándose caer en su asiento.

—¿Salvarte?—cuestioné poniéndome de pie. Abby me miró un par de segundos con el ceño fruncido y después ambos miramos a Eli que se mantenía en silencio con expresión derrotada.

—Collin me invitó al cine este fin de semana—anunció y otra ligera presión en el pecho me atacó. Tendría que ir a ver un médico después, supuse.

—¿Qué?

—Abby, ya se lo que dijiste, pero...no quiero ir—aseguró la castaña mirando a la rubia.

—¿Entonces?—preguntó de vuelta.

—Le dije que lo pensaría.—silencio—¿Dónde está Noah?

—En su casa, resfriado.—respondió la niña rubia. —Entonces, ¿vienes al cine con nosotros esta fin de semana?—preguntó de nuevo.

—Creo que sabes la respuesta—respondió Eli con una débil sonrisa.

—Collin también podría venir con nosotros, si lo que te preocupa es estar a solas con él—miré a Abby un segundo y después suspiré.

—Se lo comentaré—prometió Eli.

—¿Creen que cuando este martirio llamado escuela termine, podríamos ir a comer? Podría llamar a Noah para que nos vea en May's.—pidió Abby.

Eli me miró un par de segundos y me sonrió, suspiré y le devolví la sonrisa, para después negar un poco.

—Yo no puedo, Abs.—respondí.

—¿Qué?—preguntó Eli, y es que era la primera vez que no íbamos a comer juntos desde la primera vez que nos habíamos encontrado en la puerta de mi departamento.

—Tengo algo que hacer después de la escuela—anuncié.

Y es que el día que Fanuel se había despedido de nosotros, me había dicho que en los próximos días, Gabbe bajaría para venir a pasar unos días conmigo. La debía encontrar en una estación de metro de la ciudad. Aún no podía comprender porque ella simplemente no bajaba directamente en mi departamento, porque yo tenía que utilizar mi recién descubierta habilidad para conducir, e ir hasta West Silvertown para recogerla. No lo comprendía. Tal vez las chicas ángel, también eran complicadas, como las humanas.

—Uhm, entonces creo que solo seremos Eli y yo—respondió mi rubia amiga. Asentí un poco y miré a Eli, quién mantenía el ceño fruncido. Dos minutos después, cuando el profesor entró en el recinto, todo quedó en silencio y un largo día escolar comenzó.

*-*-*-*-*-*

A las catorce horas con treinta y tres minutos, yo ya me encontraba recargado en un costado del lujoso auto negro que Fanuel me había dicho que era mío. Supongo, que Gabriel había hecho que Fanuel lo consiguiera para mí. Él no me lo había dicho, simplemente había dicho que era mío. Revisé el reloj negro que tenía colocado en la muñeca y fruncí un poco el ceño, me acomodé el abrigo y una ráfaga de viento me revolvió mí ya revuelto cabello. Observé como una pequeña niña me miró con una enorme sonrisa ansiosa en los labios y me saludó con su pequeña mano. Le devolví el saludo un poco confundido y suspiré. Aquello era raro.

Observé como por las puertas principales de la enorme estación del metro, la gente salía a montones, algunos me miraban y otros ni siquiera se tomaban el tiempo para hacerlo, todos parecían tener demasiada prisa. Casi corrían. La vida humana era un tanto ajetreada. Y entonces la vi, Gabbe estaba caminando en dirección a mí con una bonita sonrisa en los labios. Su largo y rubio cabello, caía libremente por sus hombros, llevaba puesto un abrigo blanco que le llegaba casi hasta los pies, en su mano llevaba una pequeña maleta, que estaba cargando sin esfuerzo alguno. Sus enormes ojos azules me estaban observando detenidamente, parpadee y cuando estuvo a mi alcance, la abracé con todas mis fuerzas llenándome al instante de paz y tranquilidad. Ese efecto solía tener. Ella se rio un poco y después cuando me digné a separarme de ella, me sonrió otra vez.

—Por el trono, te miras realmente humano—me dijo con su suave voz, pasando una de sus blancas manos por mi mejilla, donde ya crecía una ligera barba. Sonreí un poco y ella me devolvió el gesto.

—Te he extrañado muchísimo, Gabbe—dije sincero.

—Yo también te he extrañado mucho, Daniel. Todos te echamos de menos.

—Pero, ¿Qué haces aquí?—pregunté arrebatándole la maleta que para un humano, pesaba un montón.

—Tengo algunos pendientes que arreglar aquí, nada de cuidado. Gabriel me ha dicho que podía pasar unos días contigo—me sonrió.

—Que bien. ¿Qué hay de Ariane?—cuestioné abriéndole la puerta del auto para que entrara. Una vez que el ángel estuvo dentro del auto, abrí la parte trasera y coloqué la maleta para después rodear el auto y subir a mi lugar.

—Esto es increíble—me dijo Gabbe observando el interior del auto. Yo lo creía igual.—siempre me gusto un montón—la miré un segundo antes de arrancar el auto.—Ariane, está bien. Manda saludos.

—Dale saludos de mi parte también—dije sin despegar los ojos de las calles.

—Sabes, el cuerpo humano es un poco extraño—me dijo con una tonta sonrisa. La observé un poco y fruncí el ceño—tengo una sensación extraña aquí—me dijo señalando su estómago. Me eché a reír.

—Eso que sientes, se llama hambre. Para que esa sensación se vaya, iremos a comer—respondí.

*-*-*-*-*-*

Cuarenta y cinco minutos después Gabbe sostenía entre sus manos dos bolsas de papel y yo llevaba su pesada maleta, cuando las puertas del elevador se abrieron ambos salimos, saqué las llaves del departamento y cuando abrí la puerta de mi departamento para dejar pasar a la chica ángel que me acompañaba, la puerta de enfrente se abrió, dejándome ver a una niña rubia y una castaña.

—¿Daniel?—cuestionó Abby enarcando una ceja. Miré dentro de mi departamento y vi a Gabbe colocando encima de la isla de la cocina las bolsas.

—Hola—saludé con una pequeña sonrisa. Coloqué la maleta de Gabbe a mi lado y las dos chicas frente a mí me miraron.

—¿Qué haces aquí?—me preguntó mi rubia amiga colocando su mano derecha sobre su cintura.

—Aquí vivo.—señalé la puerta y después soltó una risita.

—Ya lo sé, tonto. Preguntaba qué es lo que haces aquí, porque dijiste que tenías que hacer algo después de la escuela—respondió.

—Oh eso, si.—murmuré.

—¿Quieres comer con nosotros?—ofreció Eli señalando la puerta de su departamento.—Noah debe estar por llegar, de hecho íbamos a esperarlo en la recepción—agregó mirándome. Una extraña sensación recorrió mi espalda, le dediqué una pequeña sonrisa y negué un poco.

—No creo que eso sea posible, pero gracias—dije sin perder mi sonrisa.

—¿Por qué?—cuestionó Abs mirándome nuevamente con una de sus rubias cejas enarcada.

—Daniel, ¿Qué es lo que haces ahí afuera? ¡La comida va a quedar helada!—escuché la armoniosa voz de Gabbe, una fracción de segundo después apareció frente a nosotros. El abrigo blanco había desaparecido y ahora estaba vestida casual.

Abby y Eli la observaron fijamente y una enorme sonrisa apareció en el rostro de Gabbe cuando se dio cuenta que Eli estaba frente a ella. En cambio, en el rostro de Eli no había expresión alguna, se limitaba a observar en silencio a Gabbe.

—Hola—saludó Gabbe quedándose quieta a mi lado.

—Eh, ella es Gabrielle, y Gabbe, ellas son Eli y Abby—dije en voz baja observando la nueva forma en la que mis amigas miraban a la chica ángel a mi lado.

—Hola—respondió Eli en un hilo de voz casi inaudible.

—Hola—saludó Abby—no sabía que Daniel, tuviera una hermana—la miré con los ojos bien abiertos. Gabbe dejó escapar una risita y después negó. Me miró un segundo y sonrió.

—Es un gusto, y nosotros no somos hermanos.—respondió Gabbe con el ceño ligeramente fruncido.

—Oh.

—Abby, creo que es mejor que vayamos a esperar a Noah—le dijo Eli a Abby. Gabbe me miró un segundo y yo me encogí levemente de hombros.

—¿No quieren pasar a comer con nosotros?—cuestionó Gabbe con una enorme sonrisa. Sonreí levemente. Abby la miró medio segundo como si estuviera considerando la oferta.

—No, gracias—respondió Eli mirándole fijamente.—No queremos interrumpir—agregó. Enarqué una ceja y Gabbe me miró divertida y negó un poco.

—Oh, bueno. Nos veremos después, supongo. Fue un gusto conocerlas, chicas—anunció Gabbe y volvió a entrar en el departamento.

—Te veremos mañana—anunció Abby antes de que, ella junto a Eli, comenzaran a caminar en dirección al elevador.

Las miré entrar en aquella caja metálica, y cuando se giraron para mirarme por última vez les dediqué una amplia sonrisa. Abby me dedicó una pequeña mueca, pero Eli ni siquiera me miró. Parpadee un par de veces y negué un poco.

—¡Daniel! De verdad, no puedo soportarlo más, se siente muy extraño—protestó Gabbe. Me eché a reír.

—Ya voy, ya voy.

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