Capítulo Quince

Eli.-

—No sabía que estabas saliendo con un chico—me dijo Isabelle después de que se terminara de instalar en la habitación de huéspedes. Dejé de observar los perfumes que había colocado encima del pequeño tocador y la miré con media sonrisa.

—Eso era porque no estaba saliendo con ningún chico—anuncié y posé mi vista en la maleta vacía que descansaba sobre la cama.

—¿Entonces Daniel qué es? ¿Un alíen?—me eché a reír. Ella se cruzó de brazos y me miró fijamente.—Lo digo enserio, Elizabeth Westfall, creo que como tu abuela que soy, debería de saber qué es lo que pasa con tu vida—agregó poniendo toda su atención en el pequeño closet que acababa de llenar con sus pertenencias.

—Ya lo sé. Solo que no estaba saliendo con ningún chico hasta hoy—me senté en la orilla de la cama y la miré contemplar detenidamente un vestido negro que descansaba a lado de un montón de ropa más.

—¿comenzaron a salir hoy?

—Sí.

—Pero...

—Nos conocimos hace poco tiempo, nos hicimos muy amigos y bueno, descubrimos que nos gustamos y decidimos empezar a salir, ya sabes, vamos a ver si las cosas funcionan—le dije para dejarla un poco más tranquila. Sólo que supongo que eso no paso, tomando en cuenta que me miró enarcando una de sus maquilladas cejas y frunciendo un poco el ceño.

—Bueno, es muy guapo—me dijo luego de un par de minutos en silencio. Solté el aire de golpe y le sonreí.

—¿Guapo? Guapísimo, querrás decir.

—En eso tienes razón—hizo una pausa—la última vez que hablamos, me dijiste que habías tenido una cita con un chico, y déjame decirte querida, no soy tan vieja como para que la memoria me falle y el nombre de ese chico, no era Daniel, si mal no recuerdo—mis mejillas ardieron automáticamente.

—No. Su nombre es Collin.

—¿Y qué paso con Collin?—me preguntó sentándose a mi lado en su cama.

—Isabelle, si Collin me hubiera notado hace dos años yo aún estaría brincando de la felicidad, pero no lo hizo, y ahora que sabe que también habito en este planeta, no ha parado de tratar de conquistarme—anuncié y mi abuela me sonrió.

—¿Y qué es lo que pasa con Daniel?—la miré un segundo y no pude evitar esbozar una amplia sonrisa.

—¿Sabes? Realmente no lo sé. Por más que trato, mi cerebro no es capaz de escribir correctamente lo que siento cuando estoy cerca de Daniel. Es cierto que hace poco nos conocemos, pero se ha ganado mi cariño.

—¿Eso no es amor?—cuestionó mirándome.

—¿Amor? ¿Tú crees que una persona puede sentir amor por otra en tan poco tiempo?—me puse de pie y me concentré de nuevo en sus perfumes.

—No lo sé. Lo que sí sé, es que ese chico parece quererte mucho.

—¿Tú crees?—pregunté girándome de nuevo para encontrarme con sus ojos fijos en mí.

—Solo hay que ver la manera en la que te mira—sonreí.

*-*-*-*-*

—Hola chicos—saludó una muy sonriente Abby a la mañana siguiente en cuanto entré al salón seguida por Daniel.

—Buenos días, Abs—saludó el chico castaño colocando su mochila en su butaca. Abby lo miró y después me miró a mí, entrecerró sus verdes ojos y volvió a sonreír.—¿En dónde está, Rawson?

—En la cafetería, ¿Dónde más?—respondió mi mejor amiga—¿Me he perdido de algo?—cuestionó enarcando una ceja.

—De muchas cosas—le respondí atrayendo la atención de Daniel, le ofrecí una sonrisa y después caminó hasta mí, colocó sus manos en mis mejillas y depositó un pequeño beso en mi frente.

—Iré con Noah antes de que deje al resto de la comunidad universitaria sin desayuno—me dijo mirándome a los ojos, olvidándose por un segundo que nos estábamos bajo la verde y atenta mirada de Abby.—¿quieren que les traiga algo?—cuestionó rompiendo nuestro contacto visual para ver a Abby, quien nos miraba llena de sorpresa.

—Yo no, gracias—le dije.

—Tampoco—dijo la chica rubia. Sin más, Daniel dio un leve apretón a mi mano y se marchó.—Okay, ¿Qué fue eso?

—Comenzamos a salir—anuncié sentándome en mi respectivo lugar.

—¿Qué? ¿Desde cuándo? ¿No pensabas decirme nada, Elizabeth Westfall?—suspiré.

—Desde ayer. Y claro que pensaba decirte todo, pero fue un día...increíble.—sonreí como tonta—además, si hubieras respondido tu celular ayer por la noche cuando te llamé, ya lo hubieras sabido—reproché.

Ella puso los ojos en blanco—¿entonces ya son novios?—negué.—¿Qué?

—Se supone que tenemos que llevar las cosas con calma, ¿no? No hay prisa—le dije encogiéndome de hombros.

Ella soltó un grito y se llevó ambas manos a su boca. Algunos de nuestros compañeros giraron su cabeza para mirar en nuestra dirección, les dediqué una pequeña y tímida sonrisa. Y después de fulminarnos con sus miradas, volvieron a sus asuntos.

—¡No te la puedo creer!—me dijo ella con una gran, gran sonrisa. Una de esas sonrisas en las que se parecía al ridículo gato morado que pertenecía a una película animada.

—Yo tampoco lo puedo creer—respondí con media sonrisa.

—Espera, dijiste que me había perdido de muchas cosas, esa solo fue la primera, ¿cierto?—asentí.

—Isabelle llegó ayer, para venir a pasar unos días conmigo—Abby me sonrió ampliamente.

—Estoy tan contenta por ti, Eli. Mi pequeña Eli ha crecido—dramatizó abrazándome. Me eché a reír.

—Por el amor de Dios. Dime que no estás pensando desde ya, en los posibles nombres que deberían llevar por el resto de sus vidas, los no planeados hijos de Daniel y Elizabeth—inquirió Noah un minuto después en dirección a su novia. Nos separamos y ambas lo miramos.

—¿Quién? ¿Yo?—cuestionó Abs con fingida indignación. Daniel se rio y mi corazón latió rápidamente en respuesta al sonido de su risa.—Por cierto, ¿Cómo esta Gabbe?—el chico de azules la miró.

—Bien, está ansiosa por ir a conocer la ciudad—Abby comenzó a hablar, pero cuando los ojos de Daniel se toparon con los míos, dejè de escuchar la interminable explicación que mi mejor amiga le estaba dando.

—Hey, les estamos hablando—protestó luego de unos minutos. Rompí el contacto visual con Dan y la miré un segundo.—sabemos que lo que más quieren es que nos perdamos ahora mismo para estar a solas, pero déjenme decirles que faltan diez minutos para la clase, así que eso no va a pasar—reprendió Abby.

—Porque no vienen a comer a mi casa después de la escuela. A Isabelle va a encantarle la idea.—les dije a los tres.—Llama a Gabbe—agregué en dirección a Daniel.

—Eli....—comenzó Abby, pero no la dejé terminar.

—No, no aceptaré un no como respuesta—le dije firmemente. Ella frunció el ceño.

—No pensaba decir que no.—la miré—lo que te quería decir, es que...—miró en dirección a la puerta. Llevé mi vista hasta donde la mirada de mi mejor amiga estaba posada y mi corazón dejó de latir.

Collin Sparks estaba apoyado en el umbral de la puerta de mi salón con un pequeño ramo de seis rosas color rosa. Una de esas típicas sonrisas con las que mis compañeras soñaban que un día estuvieran dedicadas a ellas, estaba pintada en su rostro.

—¿Qué hace aquí?—cuestionó Noah a nadie en especial. Los ojos de Daniel se despegaron de la pantalla de su celular y miró en dirección a donde el chico de cabello negro a su lado miraba atentamente. Dos segundos después, un par de ojos azules estaban fijos en mí.

—Creo que deberías ir a hablar con él—me dijo en voz baja. Negué un poco y no aparté mis ojos de los suyos.

—No.

—Creo que tiene que saber que estamos juntos, Eli—anunció acercándose un poco a mí. Colocó sus manos en mis mejillas y pegó sus labios a los míos en un beso rápido.

—¿Te molesta que vaya?—cuestioné colocando mis manos alrededor de sus muñecas.

—Claro que no—murmuró pegando su frente a la mía. Sonrió un poco y lentamente se separó de mí.

Escuché un suspiro por parte de Abby y volví a la realidad. Bajo la azulada mirada de Daniel, caminé en dirección a Collin, que ahora estaba volteando en dirección al patio con aire despreocupado, por lo tanto no se había percatado de mi beso con Daniel.

—Hola Collin—saludé en voz baja.—Pensé que ya estabas en clase—le dije percatándome que faltaban alrededor de tres minutos para que el timbre sonara anunciando que cada uno de los alumnos debían estar entrando en los salones.

—Hola, Elizabeth—se giró rápidamente y me sonrió.—Esta mañana cuando conducía para acá, compré esto para ti—anunció ofreciéndome el pequeño ramo.

—Ehm, muchas gracias—murmuré en respuesta sintiéndome un poco culpable.

—No tienes por qué agradecer los detalles, Eli.—me sonrió una vez más.—Uh, ya sé que dijiste que querías pasar estos días con tus amigos, pero...bueno, ¿crees que podríamos ir al parque al salir de la universidad?

Miré en dirección a Daniel y mis amigos, que me miraban atentamente. Volví mi vista a Collin, quien parecía que se le había congelado el rostro y su "sonrisa de impacto" había quedado impresa permanentemente.

—No puedo—le dije y eso basto para que su sonrisa se esfumara de repente.

—Puedo ir por ti más tarde si lo prefieres—me dijo de inmediato. Suspiré.

—Collin, no puedo ir contigo al parque ni a ningún lado—sus ojos azules se abrieron de la sorpresa.

—¿Qué? Espera, si hice algo que te ofendió, yo....—negué de inmediato.

—No estoy ofendida, Collin.—hice una pausa—pero, no puedo salir contigo; porque estoy saliendo con Daniel—retrocedió un paso como si mis palabras le hubieran caído encima como un balde de agua helada.

—¿Qué?

—Escucha...

—No, está bien—me dijo negando levemente con su cabeza.—Estas con Radcliffe, lo entiendo—suspiré—solo dile, por favor, que si él no es lo suficientemente valiente para cuidarte y protegerte de cualquiera, entonces yo lo aré—lo miré casi con la boca abierta y se acercó de nuevo a mí.

—Collin...

—¿Podemos seguir siendo amigos, no? O, Radcliffe, no te lo permite—exigió entrecerrando los ojos.

—Somos amigos—contesté débilmente

—Yo...me tengo que ir a clase—anunció rascándose la barbilla. Dio un paso al frente y sus labios tocaron la comisura de los míos, retrocedí un poco y lo miré a los ojos. Un segundo después, se marchó.

Observé las seis flores que Collin me obsequió y negué levemente. Caminé de regreso al salón y cuando estuve en mi lugar encontrè a Daniel recargado en mí asiento con los brazos cruzados encima de su pecho y las piernas cruzadas. Abby y Noah hablaban entre ellos en medio de sonrisitas y pequeños besos. Miré de nuevo a Daniel quién de inmediato abrió sus brazos y separó sus piernas para que pudiera acercarme a él, sin pensarlo dos veces me abalancé a sus brazos, él por su parte, me respondió envolviéndome en un cálido abrazo. Besó mi cabeza y hundió su nariz en mi cuello.

—Eres la chica más valiente que conozco, Eli—me dijo en el oído haciendo que yo me estremeciera.

—No me sueltes—pedí con voz amortiguada.

—No pensaba hacerlo.

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¡Hola!  Sòlo quería saludar a quièn sea que  lea mi historia. Y decir gracias, sobretodo. Apreciò mucho que se tomen el tiempo para hacerlo y bueno, espero que les este gustando.

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