Capítulo Dieciséis


Daniel.-

—Qué bueno que aceptaron venir a comer con nosotros, chicos—inquirió la abuela de Eli al momento que entraba en el comedor con un recipiente de cristal en las manos.

—Es muy bueno verte de nuevo, Isabelle—le respondió Abby, mientras Gabbe colocaba vasos de vidrio en la mesa.

Isabelle Westfall, no había querido que nadie más a excepción de Gabbe le ayudara a cocinar o colocar la mesa. Gabbe había accedido más que gustosa, de hecho, cuando había pasado a mi departamento para tirar al sofá la mochila y deshacerme del abrigo, la rubia me había comentado que había pasado parte de la mañana antes de ir a St. Charles, en casa de Eli. Así que la mujer castaña y la chica rubia, se habían hecho amigas de inmediato.

—El gusto es mío, querida. He pasado las últimas vacaciones tratando de convencer a Eli que los arrastre a ti y a Noah hasta Los Ángeles con ella—hizo una pausa y miró a Eli a mi lado—pero se ha negado—agregó moviendo su cabeza de un lado a otro.

—Vaya, que egoísta—le dijo Noah a Eli haciendo que esta última pusiera los ojos en blanco.

—¿Estarás aquí para las vacaciones de navidad?—preguntó Abs con una pequeña sonrisa.

—Espero—le dijo con media sonrisa.

La comida fue divertida después de todo, Abby y Noah se encargaban de hacerle medio millón de preguntas acerca del viaje que la abuela de Eli había hecho recientemente, cuando las preguntas se dirigían a mí, mis amigos se encargaban de desviarlas nuevamente a otros temas, cosa que agradecía mentalmente porque no estaba preparado para responder a todo aquello, Gabbe me miraba atentamente esperando una respuesta, pero yo me limitaba a responder con monosílabos o a encogerme de hombros, y eso les bastaba. O por lo menos, eso era lo que parecía.

Luego de que todos ayudáramos a levantar los platos sucios y que estuvieran completamente limpios, secos y guardados en su lugar, nos sentamos en la pequeña sala color gris como Isabelle había sugerido.

—Dan me ha dicho que estas ansiosa por ir a conocer la ciudad, Gabbe—inquirió Abby con media sonrisa al tiempo que Noah se sentaba en la alfombra frente a mí. Gabrielle me miró un par de segundos y después asintió con una enorme sonrisa.

Eli se dejó caer a mi lado en la alfombra, me sonrió y una sensación extraña se hizo presente en mi estómago.

—Sí, la verdad es que no he tenido mucho tiempo libre para ir a vagar por ahí—respondió pasándose una mano por su cabello.

—Podríamos ir a un centro comercial—le dijo Abby con una gran sonrisa. Noah la miró, puso los ojos en blanco y negó firmemente.

—Mujeres—murmuró mirándome. Me encogí de hombros y me eché a reír.

—¿Un centro comercial?—preguntó Gabbe y la otra rubia asintió con entusiasmo.

—Abs, un centro comercial podemos visitarlo cualquier día—comentó Eli y miró a Gabbe—bueno, siempre y cuando Gabrielle quiera—la mencionada asintió rápidamente con una gran sonrisa en el rostro.

Tenía que admitir que era un poco raro ver a Eli conviviendo con Gabbe, tomando en cuenta que la primera vez que se habían visto, no había parecido tan feliz de verla ahí. Sin embargo, se dedicaban sonrisas y miradas cómplices, incluso, mientras Noah y yo nos encargábamos de llevar los platos sucios a la cocina, las habíamos visto a ambas enjabonando vasos, charlando y riendo juntas, como si fueran grandes amigas.

—Uhm, o podríamos hacer un día de campo este sábado o algo así—sugirió Abby dejándose caer en la alfombra a un lado de Noah.

—Eso suena muy bien. Eh escuchado que estar en contacto con la naturaleza, hace bien a la salud—agregó Gabbe con una bonita sonrisa. El rostro de Abby se iluminó y Eli negó divertida.

—¿No se suponía que iríamos al cine?—murmuró la castaña enarcando una de sus cejas. Abby la miró y después negó un poco.

—Suena mucho mejor un día de campo, además, Gabbe tiene razón.—hizo una pausa y me miró—tal vez, a alguien se le podrían aclarar las ideas de una buena vez y actuar—me dedicó una pequeña sonrisa y después batió sus pestañas un par de veces.

Sonreí.

—¿Tú también vienes, abuela?—preguntó Eli apretando un poco mi mano.

—Me encantaría queridos, pero prefiero pasar el día con personas de mi edad—sonrió—eh quedado para tomar el té con Evanthia, este fin de semana.

—Oh, bueno.

—¿Tu qué opinas, Dan?—cuestionó Gabbe observándome. Cuatro pares de ojos más se posaron sobre mí, deje escapar un prolongado suspiro y me aclaré la garganta.

—Un día de campo es genial—murmuré finalmente y fue suficiente para que todos dejaran de verme, a excepción de los ojos castaños de Eli que se quedaron fijos en los míos.

—¿Te sucede algo?—cuestionó en voz baja. Miré a nuestros amigos que debatían entre ellos y después la observé de nuevo.

—No—murmuré.—Solo...me siento un poco agotado—agregué. Ella me ofreció una pequeña sonrisa, soltó mi mano y se puso de pie.

—Con Daniel iremos a tomar un poco de aire fresco—anunció atrayendo la atención de todos los demás. Me puse de pie.

—Abríguense, queridos. El aire afuera debe ser helado—aconsejó Isabelle y de inmediato volvió a su animada charla con Gabbe y los chicos. Teniendo en cuenta la edad de Gabrielle, debía de tener muchos temas interesantes de los que hablar, supuse.

*-*-*-*-*-*

—¿A dónde vamos?—cuestioné caminando de la mano de Eli, ella apretó un poco más mi mano y siguió subiendo las escaleras.

—Ahora lo verás—me dijo y dos minutos después de subir las escaleras en silencio, llegamos a una gran y pesada puerta color gris. Solté a Eli para abrir la puerta y la dejé pasar, observé el interior del lugar una vez más y una ráfaga de viento helado me atacó.

Caminé al exterior para encontrarme en la oscura noche, y a Eli observando como las luces de la ciudad no eran más que pequeñísimos puntos luminosos desde la azotea del alto edificio. Me acerqué a ella, la abracé por la cintura y coloqué mi barbilla en su hombro. Ella a su vez, levantó su mano derecha y acarició levemente mi mejilla, deposité un pequeño beso en su mandíbula y ella soltó un suspiro.

—Esto es increíble—le dije en voz baja.—No sabía que teníamos acceso a esto—soltó una risita y negó levemente.

—Es que no tenemos acceso, se supone que Clarence no debería dejarnos estar aquí—me eché a reír.

—Vaya, creo que alguien se lleva sumamente bien con Clarence—giró un poco su cabeza y besó mi mejilla.—pero esto es maravilloso, Eli—le dije observando al frente. Sentí su mirada en mí, sin embargo, continúe observando fascinado los miles de pequeños puntos.

—¿Por qué tardaste tanto en venir, Daniel?—suspiré.

—Si hubiera podido venir antes, lo habría hecho sin duda alguna—respondí. Se removió un poco, aflojé mi agarre y se giró sin romper nuestro abrazo para mirarme a los ojos.

—¿Sabes? Cuando mis padres murieron, sentí tanto dolor que pensé que ese herida nunca jamás iba a sanar...—acaricié su mejilla con una mano y la otra la coloqué alrededor de su cintura—...sentí que el mundo se me venía encima, que se derrumbaba en dos segundos. Creí que nunca más iba a volver a ser feliz—me sonrió levemente.

—¿Eres feliz ahora, Eli?—cuestioné mirándola a los ojos.

—Si—respondió y mi corazón dio un respingo dentro de mi pecho.

*-*-*-*-*-*

—Ahí estas—anunció Gabbe entrando en el departamento, aparté mis ojos del libro de Historia Inglesa y la miré. —¿Está todo bien?—asentí de inmediato y volví mi vista al libro.

—¿Ansiosa?—pregunté enarcando una ceja. Gabbe se dejó caer en el sillón, llevó sus manos a sus ojos y soltó una risita divertida.—¿Cuántas veces has ido a un día de campo?—la miré.

—Ninguna. ¿Tu?

—Gabbe, ¿no crees que si tú no has ido a una, yo menos?—Rio.

—Esas fueron demasiadas preguntas, ¿no crees?—me encogí de hombros.

—Supongo que es normal que la abuela de Eli quiera saber algunas cosas de mí, incluso si yo no las sé—me miró y se sentó derecha.

—Podrías haberle dicho cualquier cosa—suspiré.

—¿Y mentirle para que después sea peor? No, gracias—Volví mi vista al libro y lo cerré de golpe.

—¿Todavía te preocupa eso, no?—la miré de nuevo y asentí.

—¿Cómo no va a preocuparme, Gabbe? Lo que yo siento por Eli cada día crece más. No sé cómo frenarlo. Y descubrí que tampoco quiero hacerlo—ella sonrió—Además, tengo un gran problema en puerta, no creo que a Gabriel le guste mucho.

—Por el trono, Dan. No tienes que preocuparte por lo que vaya a decir Gabriel, ya he hablado con él—parpadee muchas veces y me puse de pie en un salto.

—¿Qué?

—Le expliqué todo y bueno, dijo que no había problema alguno con eso—negué un poco.

—Esto tiene que ser una broma—ella se rio, caminó hasta mí y colocó su mano en mi hombro.

—Oye, no puedes pasarte la vida amando a Eli y después arrepintiéndote por ello. Las cosas que pasen entre ustedes serán porque así deben pasar. Al final de todo, serán felices juntos—me aparté y la miré a los ojos.

—¿Qué dices?—se pasó una mano por su rubio cabello y bajó la mirada.—Gabbe...

—Escucha....—negué.

—No, escúchame tú. ¿Qué es lo que pasa realmente? Desde que bajé no he visto ni una vez a Eli en problemas, al contrario, su vida parece bastante tranquila a pesar de todo lo que ha vivido—la miré fijamente—Leah Winfrey está demasiado ocupada consigo misma, como para prestarle atención a alguien más que no sea ella, y si bien ellas no se llevan bien, no la he visto molestándola, como Gabriel y Miguel dijeron.

—Daniel.

—¿Qué es eso de que las cosas que pasen entre nosotros serán porque así deben pasar? No lo entiendo—hice una pausa—¿Felices juntos? No creo que cuando Eli sepa que ni siquiera soy real, vaya a ser feliz conmigo—finalicé pasando mis manos por mi cabello.

—Tienes que hablar con Gabriel—me dijo finalmente dejándose caer en uno de los sillones de la sala.

—No va a decirme nada—reproché.

—Deberá hacerlo. Tal vez aún no sea el tiempo, pero deberá hacerlo.—negué un poco.

—No puedo volver al cielo—negó.

—Pero él puede venir a la tierra—suspiré.

—Va a negarse—le dije sin despegar mis ojos de ella, pero ella no hacía contacto visual conmigo. Estaba sumamente concentrada observando la alfombra.

—Quizás, pero no puede negarse por siempre.

—Gabbe, ¿Qué es lo que está pasando?—cuestioné en voz baja.—por favor, dímelo—imploré.

—No puedo hacerlo yo, Dan. No tengo ni el derecho, ni la autoridad para hacerlo—asentí lentamente.

—Tengo una última pregunta—levantó su vista y se encontró con la mía. —¿Dónde estuve yo cuando los padres de Eli murieron? ¿Por qué no recuerdo haber estado con ella, cuando eso pasó?

Gabbe parpadeó un par de veces y una lágrima recorrió su mejilla. —Yo...y-yo no...

—Está bien, de todas maneras no esperaba que me respondieras.

*-*-*-*-*-*

—¿Qué se supone que serás? ¿Su padre?—cuestionó la pelirroja de ojos azules, mirándome fijamente y colocando una de sus manos en su cintura.

—Eso es asunto mío—respondí cerrando de golpe la carpeta negra que tenía frente a mí.

—Si en algún futuro vamos....—negué un poco.

—Nosotros no tenemos ningún futuro juntos, Gemma—le corté y me puse de pie.—por el amor de Dios, tengo veinte años, lo único que quiero es tener la custodia legal de Sam y sacarlo de ese horrible lugar—se echó a reír.

—¿Por qué te importa tanto ese niño?—cuestionó de nuevo enarcando una ceja.

—Ese es asunto mío.—respondí entre dientes.

—¡Daniel!—chilló.

—¿Quieres saber porque Samuel es importante para mí? Por qué es la única familia que conozco. Fue el único que estuvo conmigo y que no me abandonó nunca—ella puso sus ojos en blanco y cruzó sus brazos encima de su pecho.

—Va ser un chico de veinte años cuidando uno de doce—se burló.

—Piensa lo que quieras, y si no lo haces tú, buscare a alguien más que me ayude.

Abrí los ojos de golpe y suspiré. Me puse de pie y caminé hasta el baño. ¿Custodia legal? Pensé mientras mojaba mi cara con agua helada. No, no, no. Aquello no podía estarme pasando a mí.

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